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No existe una cultura superior a otra, no se puede decir que la cultura de una nación sea
superior a otra sólo porque se considera que ha sido causante del desarrollo intelectual o
económico de esa nación. La cultura de calidad es el conjunto de valores y hábitos que
posee una persona, y que complementados con el uso de sus prácticas y herramientas de
calidad en el actuar diario, le permiten colaborar con su organización y su entorno para
afrontar los retos que se le presenten en el cumplimiento de su misión.
Salmann (1977) proporciona un criterio para evaluar una cultura: "La única medida
que puede existir para poder evaluar una cultura es el grado en que ésta ayuda al
grupo o al país, a responder los retos que se le presentan". Ello significa que una
cultura no es superior a otra por el grado de complejidad de la misma, o por el grado de
desarrollo económico que ha logrado, sino por el grado en que le permita al país
responder a sus necesidades presentes y futuras.
Al ser las necesidades de una sociedad un término relativo a sus valores, y por lo tanto
sin comparación, las culturas no se pueden comparar. Un claro ejemplo de ello es Japón,
país citado muy frecuentemente al hablar de calidad total; en algunas ocaciones se ha
cometido el error de sobreestimar la valía de esta cultura por encima de la propia y se
han copiado sin adaptación, casi siempre con un rotundo fracaso de diversos esquemas
de trabajo de esa nación. Este país sufrió una gran devastación al término de la segunda
guerra, y a la vuelta de 50 años es lider industrial y económico mundial. Juran (1988)
analizó las razones culturales por las cuales Japón logró la transición hacia la calidad, y
menciona entre otros factores a la adaptabilidad de la población japonesa a la cultura
extranjera la cual es elevada, su densidad de población es alta, sus formas de
convivencia, los métodos de trabajo, las perspectivas ante otros grupos, la rápidez o
lentitud con que se responde a cambios en el ambiente externo, las normas ideales y las
normas reales; en el grado en que estas normas coincidan o difieran, constituye un rasgo
primordial de una cultura. En caso de que difieran, es de vital importancia para la
sociedad responder a esta divergencia.
Como se mencionó anteriormente, se puede afirmar que existen tantas cultura como
sociedades distintas hay en el mundo, en donde cada una se caracteriza por una
combinación de diferentes factores culturales. La cultura es un fenómeno cambiante, su
contenido en determinado tiempo y espacio no asegura que en otras circunstancias sea
la misma; el desarrollo de una cultura de calidad debe analizarse desde el punto de vista
global del entorno donde nos encontremos, pero sin ignorar el aspecto de la cultura
individual.
"El mundo de hoy enfrenta problemas que no pueden ser resueltos pensando en la
forma en que pensaba cuando fueron creados"