Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El autor opina que es incomprensible que el ser humano, al que le aterra la idea de morir, no
haya previsto desde el comienzo de los tiempos una manera de evitar el sufrimiento que
conlleva tan duro trance. A lo largo del texto va desarrollando esta idea aportando datos
relativos a lo costoso que es en muchas ocasiones morir, y a la dificultad que existe en muchos
lugares para recibir cuidados que alivien dicho sufrimiento e, incluso, poder decidir cómo y
cuándo afrontar la propia muerte.
Efectivamente, la muerte, aun formando parte de la vida, es un hecho que nos supera a los
humanos. Tras millones de años de convivir con ella y de evolución intelectual todavía no
estamos preparados para afrontarla. Ni la nuestra ni la de nuestros allegados. A veces nos
aferramos a la vida por puro egoísmo, como bien señala el autor cuando afirma “somos tan
importantes para nosotros mismos”; otras veces es el instinto innato de supervivencia lo que
nos impide desear morir, incluso intuyendo cercano nuestro final; otras, cuestiones
espirituales o, simplemente, el miedo a lo desconocido.
Sin embargo, cuando has visto de cerca el sufrimiento de un ser querido ante una enfermedad
terminal, su dolor, tanto físico como emocional, sus propias incertidumbres ante lo que
vendrá, es fácil inclinarse ante la idea de que, ciertamente, todo sería más sencillo, más
agradable y viviríamos mejor y con mayor plenitud si tuviéramos de antemano un plan para
afrontar nuestro acto final.