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Exploración y producción
2.1. Prospección
Los geólogos buscan a partir de los afloramientos (rocas del subsuelo puestas al descubierto
por la erosión o la actividad humana) la alternancia de rocas porosas y rocas permeables.
También buscan estructuras específicas como los anticlinales. Los anticlinales son uno de los
principales tipos de trampas de hidrocarburos y algunos pueden ser reconocidos por simples
observaciones geológicas de superficie. Estas observaciones han permitido descubrimientos
espectaculares, principalmente en medio oriente donde el 90% de trampas de yacimientos han
sido identificados, como las trampas en falla, los domos de sal, las discordancias y los biseles
estratigráficos, frecuentemente imposibles de reconocer sin los medios de investigación
directos del subsuelo.
Los geólogos buscan también la presencia de rocas madres. El análisis del kerógeno, asociado a
una historia geológica, permite estimar la calidad y la cantidad de aceite y de gas que son
susceptibles de ser generados. Estos datos constituyen una importancia capital en exploración
petrolera.
2.1.2. Estudio del subsuelo
Sin embargo hay que tener conciencia que ninguna de estas imágenes es perfecta ya que el
tratamiento de las señales demanda bastantes informaciones, las cuales a menudo son
parciales, y además emplea hipótesis, concernientes a las propiedades de las rocas
atravesadas y a la inclinación de las capas. La calidad de la imagen va a mejorar en el curso de
la exploración de una cuenca en paralelo con un mejor conocimiento de su geología. Esto
explica que nuevos ensayos periódicos son frecuentemente necesarios.
Una vez que los estudios de exploración concluyen una presencia probable de hidrocarburos,
las perforaciones de prospección son realizadas. La perforación constituye una decisión de
peso de consecuencias económicas para una empresa petrolera, sobre todo cuando los
objetivos se encuentran a profundidades importantes o en zonas muy inhóspitas (Siberia,
zonas árticas o desérticas, offshore profundo o ultraprofundo). Las perforaciones constituyen
la inversión más relevante en la búsqueda de un yacimiento de hidrocarburos. El costo de una
perforación puede ir desde 1 millón de euros en la cuenca de Paris hasta 100 millones de
dólares en operaciones que se realizan en las costas de Angola (en Ecuador el valor estadístico
de perforación de un pozo en la región amazónica es de 5 millones de dólares). Por esta razón,
la toma de decisión de una perforación debe ser realizada con el máximo de informaciones
favorables. El porcentaje de éxito en 1990 era de alrededor de un pozo productivo por siete
pozos perforados, en el 2008 es de alrededor de uno en tres pozos perforados como promedio
mundial (pese a que existe una gran divergencia entre las regiones).
Las perforaciones permiten:
Verificar la hipótesis de los geólogos y geofísicos en cuanto a la presencia de
hidrocarburos.
Precisar la estratigrafía (la sucesión exacta de las capas sedimentarias) del subsuelo.
Realizar observaciones capitales para comprender la geología exacta de la zona y
optimizar la ubicación de otros yacimientos.
En tierra (onshore), para alcanzar una profundidad de 3000 m, los equipos de perforación
trabajan durante dos a tres meses, siguiendo la naturaleza de las rocas atravesadas. El trabajo
es en continuo, día y noche, la progresión de la perforación se efectúa a un ritmo promedio de
algunos metros por hora.
La profundidad de las perforaciones petroleras varía desde algunas centenas de metros hasta
9000 metros de profundidad.
El equipo de perforación está constituido de una torre metálica llamada “derrick”, la cual sirve
para introducir verticalmente en el suelo varillas de perforación (sarta de perforación) las
cuales son acopladas por los extremos. La altura de un derrick es en promedio unos 45 m, la
cual permite la maniobra y el almacenamiento de la sarta de perforación.
Al inicio de estas varillas de perforación se encuentra el trépano (en acero bastante sólido) el
cual va fragmentando la roca. La perforación es realizada en dos o tres fases:
La primera fase consiste en poner una columna de superficie destinada a retener los
terrenos poco consolidados, a proteger las capas freáticas y servir de soporte al inicio
de los pozos. Su profundidad puede alcanzar 1000 metros.
La segunda fase es la instalación, en caso de ser necesario, de una columna técnica
para aislar las capas o fluidos susceptibles de impedir la continuación de la
perforación, por ejemplo terrenos inestables, zonas que contienen fluidos a alta
presión.
Finalmente, la última fase consiste en la instalación de la columna de producción al
interior de la cual es descendido un tubo de recolección de hidrocarburos o tubing.
Los tubos que constituyen las columnas son generalmente tubos en acero de alta resistencia
de 10 a 14 m de largo. Su espesor es del orden de 1 cm y su diámetro puede variar desde 20
pulgadas (508mm) a 4,5 pulgadas (114 mm). El diámetro de los tubos disminuye con la
profundidad.
La perforación es realizada por una herramienta conocida como trepano, que consiste en
discos en forma de estrellas, dentados o con picos sobre el cual se apoya la sarta de
perforación y se le hace girar a una velocidad máxima de 200 rpm.
Figura 1. Equipo de perforación (izquierda) y trepano (derecha).
El peso sobre la herramienta es asegurado por la masa de los tubos de perforación a los cuales
es posible adjuntar tubos bastante gruesos llamadas varillas de masa. Los restos de las rocas
producidas durante la perforación son remontados a la superficie por medio de los lodos de
perforación los cuales están constituidos básicamente de una mezcla de agua y arcillas. Estos
lodos son inyectados por el orificio del trepano. Los lodos son tamizados en la superficie. Los
restos son colectados por los geólogos y analizados mientras que los lodos son reenviados al
circuito.
La preparación del lodo se la realiza en función del terreno encontrado y puede ser aditivada
con el objetivo de fluidizarle, de aumentar su masa volumétrica, de disminuir su producto
filtrado.
Las perforaciones pueden ser terrestres o marinas. De una manera general, el equipo de
perforación están concebidos para perforar hasta 4500 – 5000 metros y pesan 1000 toneladas.
Para las perforaciones marinas el equipo offshore utilizado depende de la profundidad del
agua y de las condiciones meteorológicas y oceanográficas.
Figure 1. Plataformas de perforación y producción en mar
2.2.3. Pozos
Diferentes tipos de pozos pueden ser realizados: pozos verticales, pozos horizontales, pozos
multidrenajes o en racimo.
Los pozos verticales son los mas fáciles de realizar y por consiguiente los menos costosos. Estos
son realizados cuando es factible posicionar el equipo de perforación a plomo de la zona que
se desea alcanzar. Las perforaciones “desviadas” son empleadas cuando el yacimiento se
encuentra bajo un lago, o bajo un
relieve complicado. La operación que
sigue a la perforación es la
completación, “completion”, de
pozos. Esta etapa realiza el vínculo
entre la perforación y la producción
de los hidrocarburos. Así, una tubería
de producción es dispuesta en el
pozo. En la superficie, los pozos se
terminan por un “árbol de navidad”
constituido de varias válvulas de
regulación de flujo y de seguridad.
Para incrementar aún más estos porcentajes de recuperación, distintos procesos, conocidos
como recuperación asistida o mejorada (EOR – Enhanced oil recovery), pueden ser utilizados.
Constituyen tecnologías más complejas tales como la inyección en el yacimiento de CO2,
incluso de nitrógeno, solventes miscibles (hidrocarburos ligeros) o químicos (polímeros
orgánicos), vapor. Estas técnicas son actualmente las más utilizadas, principalmente para la
producción de crudos pesados o extra pesados. Empleando estos métodos la tasa global de
recuperación puede alcanzar 40%, incluso hasta 50% del crudo existente. En el caso de crudos
pesados (crudo pesado de Venezuela), la práctica de la inyección de hidrocarburos ligeros o el
calentamiento “in situ” del crudo con vapor de agua, por ejemplo SAGD (Steam assisted gravity
drainage), tiende a extenderse.
Las diferencias entre los yacimientos son consecuentes. Es así que, los Estados Unidos
producen 350 millones de toneladas por año con 500000 pozos mientras que el medio oriente
produce tres veces más con alrededor de 3000 pozos (Datos 2010). Todo esto muestra cuanto
delicado es la gestión de un pozo. Esta gestión es realizada por profesionales especializados
(Ingenieros de yacimientos o petroleros) quienes tienen a su disposición herramientas
poderosas de simulación de desplazamiento de fluidos.
El petróleo en mar presenta cerca del 22% de las reservas totales de petróleo.
En la industria estas son conocidas respectivamente con el nombre 1P, 2P y 3P, incluso P90,
P50 y P10 ya que ellas tienen 90%, 50% y 10% de probabilidad de ser puestas en producción.
Esta clasificación está establecida sobre la base de las tecnologías actuales, de los precios
actuales y según los acuerdos comerciales y gubernamentales en curso.
Las reservas probadas son “razonablemente ciertas” de ser producidas, estas están situadas en
zonas atravesadas por los pozos.
Las reservas probables son estimadas a partir de estudios estructurales, pero sin certitud
completa, corresponden a cantidades adicionales de petróleo bruto que las informaciones
técnicas y geológicas de los yacimientos permiten proyectar para su recuperación.
Finalmente, las reservas posibles son yacimientos actualmente no descubiertos así como el
petróleo no convencional como los crudos extra pesados, arenas bituminosas y arenas
asfálticas.