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ETICA Y DERECHOS HUMANOS

LOS DERECHOS HUMANOS

Los DH son una cosa compleja; forman un ente jurídico, cultural y su existencia
social los que hace estar en estrecha relación con el campo de la política. Cada vez
los DH son invocados con más intensidad y frecuencia, si un derecho “es un
privilegio u oportunidad asignado a un individuo simplemente por pertenecer al
género homo” al calificar a un conjunto de ellos como humanos se asignan a todos
los individuos de la sociedad humana. Por otra parte al llamarse “derecho” se ubican
en campo más amplio el cual es formalmente como un conjunto de normas de
vinculación bilateral, imperativa, obligatoria y coercitiva. De la conciencia de la
dignidad humana brotaron, con la misma fuerza y como consecuencia, la libertad de
cada persona y la igualdad de todos; histórica y culturalmente se funda en valores,
específicamente la dignidad humana de la persona. La noción como tal de
“derechos humanos” es europea.

1.1HISTORIA Y EVOLUCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

La evolución de los derechos humanos a lo largo de la historia ha sido lenta, por


lo que muchos filósofos e historiadores del Derecho consideran que no puede
hablarse de derechos humanos hasta la modernidad en Occidente. Hasta
entonces, las normas de la comunidad, concebidas en relación con el orden
cósmico, no dejaban espacio para el ser humano como sujeto singular. La toma
de la conciencia o descubrimiento, el reconocimiento y establecimiento de los DH
ha sido un milenario proceso al que han concurrido, por un lado, tanto las
actividades teóricas o racionales como la filosofía, la teología y las ciencia del
hombre en general como, por otro, las actividades prácticas del tipo de la política,
las religiones, las luchas sociales, los absolutismos autoritarios, la explotación
económica y laboral y el compromiso con los débiles, los pobres, los despojados

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y conquistados los negados, etc. Pueden afirmarse sin duda que los DH surgen
sobre el plano de acción humana,

1.1.1DESARROLLO HISTÓRICO

La formulación actual de los DH es el resultado de un largo desarrollo al


que ha contribuido la histórica política y filosófica. Se podría que la pugna
por la formulación, reconocimiento y realización de los DH puso en marcha
mediante renovados y continuos impulsos, el pensamiento liberal occidental
desde el siglo XVII hasta el presente. En el transcurso de los siglos se han
modificado y transformadas opiniones y contenidos, de forma que el actual
catalogo se ha visto influido por acontecimientos políticos inmediatos, por
sucesos de actualidad y por transformaciones socioeconómicas.

Los analistas y creadores de esta historia hablan de dos “generaciones” de


los DH para distinguir sus etapas de manifestación y definición. En función
esto son declarados “un conjunto de facultades e instituciones en cada
mo0meto histórico concretan las exigencias de la libertad y la igualdad
humanas, las cuales deben ser reconocidas positivamente por los
ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional”. Como valor social,
un hecho humano surge en respuesta a una necesidad en una situación
histórica determinada, “pero luego la trasciende y se proyecta más allá de
las circunstancias que le dieron origen” .por este carácter histórico sigue
evolucionando con el desenvolvimiento de la historia de la humanidad y la
lucha, en ella por defender justamente el carácter humano de la existencia.
De este desarrollo se manifiesta el valor central del que emana todos los
derechos, es decir dignidad humana. La noción de dignidad humana
concentra toda la experiencia ética de la humanidad, y desde ese núcleo
emana y hacia el convergen todas posibles variaciones del ethos humanos.
Es precisamente esta dimensión histórica de su manifestación la que sirve
de base para elaborar las etapas de los DH, en las que se implican las
“generaciones”.

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La primera etapa a los orígenes de la historia y llega hasta el siglo XVIII. En


ella se formulan los principios y la reivindicación que constituyen las raíces
del concepto de DH. Estos elementos formativos surgidos a lo largo del
siglo se manifiestan en diversos principios o valoraciones como son los de
convivencia y justicia y la fundamental idea de la dignidad de la persona, en
las concepciones del poder como servicio, en una ética basada en la
responsabilidad de los propios actos en la idea de libertad, etc. Hay dos
preocupaciones recurrentes: por un lado, la limitación del papel del
gobernante y de su poder y por otro el deseo de establecer el ideal de la
dignidad humana como norma de conducta.

Su aparición puede rastrearse en hechos y testimonios diversos como los


siguientes:

1. El código de Hammurabi: la prescripción de que el poderoso no


abuse del débil.

2. La civilización egipcia: la concepción del poder como servicio

3. La cultura hebrea: el ejercicio de poder basado en principios


religiosos y la ética fundada de la responsabilidad de todos los
hombres por sus actos.

4. El budismo, Confucio y Saratrustra: las exigencia de un recto


proceder de los hombre tanto gobernantes como gobernados.

5. La Grecia clásica: los límites del poder mediante la realización


plena del derecho de los ciudadanos a participar en su
ejercicio. En Grecia, con el Hesciolo surge la idea de la libertad
como explicación máxima de la dignidad del hombre,
relacionada a sus ves como la idea de igualdad.

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La segunda etapa llamada los derechos de libertad constituyen los que se


conocen como la primera generación de los DH su característica distintiva es
la incorporación de los derechos civiles y políticos al orden jurídico de la
sociedades. El sustrato ideológico de esta etapa está constituido por la
filosofía ilustrada, la cual pretendió fundar la sociedad verdadera de la razón
mediante dos ideas principales: la universalidad de esa razón y primacía del
individuo. En medio de las transformaciones de Europa en los siglos XVII y
XVIII y el nacimiento de la independencia de américa del norte, surge el
fenómeno de las grandes declaraciones o codificaciones que hacen la
formulación clásica de los derechos humanos: esta, por un lado la carta de
los derechos de vigencia de 1776, en la que aparece los derecho de la vida,
libertad y propiedad, libertad de reunión, libertad de prensa, libertad de
movimiento. Derecho de petición y derecho subjetivo de la protección jurídica
en esta declaración se manifiesta un rasgo importante de los DH, el de
señalar lo que hay que establecer en las relaciones humanas. La
proclamación de los derechos políticos-estatales del ciudadano contenía una
descripción del futuro orden estatal por crear dotado del derecho de sufragio
restringido basado en la soberanía popular y la división de poderes. Por otro
lado se encuentra la declaración universal de los derechos del hombre y del
ciudadano echa por la asamblea nacional francesa en 1789, inspirada en la
declaración norteamericana. Con las declaraciones, los DH empiezan a
incorporarse al derecho positivo. En ello destacan elementos como los
siguientes:

1. La igualdad ante la ley, que elimina toda suerte de privilegios

2. La proclamación de los derechos naturales e indescriptibles


como la libertad, la propiedad la seguridad, la resistencia a la
opresión, la posibilidad de elegir y ser electo para cargos
públicos, la liberta de pensamiento y opinión, la división de
poderes, las garantías frente a quienes aplican la ley, el
derecho de culto, el derecho a la vida, etc.

3ª Etapa

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La tercera etapa de desarrollo de los DH está centrada en los derecho de


igualdad pero bajo la perspectiva socioeconómica a diferencia de la segunda
que destaco la jurídico- política. Está a etapa incluye los derechos
económicos y sociales y culturales, constituyente de la segunda generación
de DH también se le conoce como la generación de los derecho sociales
diferencia de la primera, centrada más propiamente en los individuos. Esta
etapa o generación se estructura a partir de la toma de la conciencia y la
denuncia desde los mismo años finales del siglo XVIII de la enorme y
creciente brecha entre lo proclamado de la primera generación y la
desigualdad humana y social que se manifestaba en la realidad es decir, la
proclamación de los primeros derechos no bastaba para mejorar las
condiciones generales de la población: se necesitaba nuevo reconocimientos
y garantías para su cumplimiento. Fue sobre todo la revolución industrial,
creadora de una nueva clase social- los obreros- la que propicio la toma d
conciencia sobre las necesidades básicas de estos, quienes eran sometidos
a condiciones inhumanas de explotación.

La revolución industrial conquisto el mundo desde Inglaterra trasformando la


sociedad agrícola e industrial a partir del momento en que se consiguió el
frena r el poder estatal mediante declaraciones de los derechos
fundamentales y constituciones que al individuo se le aseguro una esfera
personal de derechos, es cuando se produjo la reivindicación de un
liberalismo económico sin traba, defendido por las persona económicamente
libres.

Pero el individuo desposeído aquel que acababa de escapar del omnipotente


estado moderno cayó bajo el dominio de la toda poderosa económica
moderan. La sociedad económica burguesa que se hallaba
independientemente frente al estado alcanzo así una rama amplísima de
posibilidades. Simultáneamente surgieron ocasiones en las que se aplicó
violencia arbitrariamente, usando al tiempo del poder en contra de ciertos
grupos y clases de las sociedades industriales.

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En consecuencia, se demandaron mejores condiciones de vida, de trabajo y


bienestar social y se denunció al estado liberal por no ser capaz de
garantizar las condiciones exigidas para el establecimiento de ellos DH. Se
precisaba entonces “que se reconocería la necesidad de protección jurídica
en las esfera social y económico”.

La conciencia ad e los derechos económicos sociales y culturales fue


ganado terreno a lo largo del siglo XIX pero hasta el siglo XX fueron
garantizados el orden jurídico en los estados.

La diferencia esencial relación con la primera generación es que se pasa de


los derechos de la persona por el individuo como tal ha “reivindicar los
medios para que se hagan efectivos”, lo que tiene como consecuencia la
ampliación se la acción del estado, pues la facultad para que intervenga y
establezca las condiciones necesarias para la satisfacción de los derechos.
En otras palabras los derechos sociales quedaron garantizados por el estado
a toda una clase social y no ya solo al individuo en concreto. A si surgieron
tenciones entre los antiguos y nuevos derechos, tenciones que todo estado
pluralista democrático de derecho debe soportar y superar.

Los derechos de esta generación además de establecerlas en las


constituciones de los países están contenido principalmente en dos pactos:
internacional de derechos económicos sociales y culturales “onu1996” y el
pacto de derechos civiles y políticos del mismo año. Otros documentos de la
ONU que contiene estos derechos son la conversión de derechos políticos
de la mujer (1952), la declaración de los derechos del niño (19959) la
reciente convención sobre los derechos del niño (1989). Algunos autores
agregan la carta de la ONU (1945) y la declaración universal de los derechos
humanos (1948) si bien otros ven en ellas un reconocimiento formal de
carácter internacional, de los derechos de la primera generación. En realidad
integran derechos de ambas etapas.

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4ª Etapa

La cuarta etapa en el desenvolvimiento y la definición de los DH está


constituida por los nuevos derechos humanos- derecho de los pueblos y de
solidaridad, los cuales son llamado derechos de la tercera generación. Estos
nuevos derechos surgen de la paulatina toma de conciencia que se da en los
pueblos del mundo llamados subdesarrollados acerca de la necesidad de un
cambio en su situación y en su participación en las relaciones políticas y
económica internacionales, a fin de disponer de los medios que les permita
garantizar plenamente la vigencia de los derechos de dos generaciones.

Los nuevos derechos, impulsados por el proceso de descolonización del


mundo se formulan sobre todo a partir de la década de 1990 surgen “los
derechos de solidaridad, que enfatiza el carácter conmutativo del mundo en
cuya vigencia se pone en esfuerzo conjunto de todos los componentes de la
sociedad: individuos, estado, entidades públicas y privadas…”. Los tribunales
de los nuevos derecho son los pueblos, considerados individual tanto
colectivamente lo nuevos derechos no están desligados de los establecido
en las generaciones que les descendieron las generaciones no son proceso
aislados entre si realmente, aunque conservando la especificidades de cada
tipo de derecho, cada generación es un avance cualitativo que integra y
complementa el desarrollo de la conciencia sobre la dignidad humana en
diversos planos sociopolíticos y económicos. Ningún derecho, ninguna
generación los definió a todos. Sucede entonces que en realidad, “noción de
derechos humanos envuelve el reconocimiento de que al ser humano le
corresponde vivir y desenvolverse dentro de condiciones políticas sociales y
culturales acordes con la dignidad que se les inherente. El conjunto de los
derechos expresa la multiplicidad de valores que simbolizan al ser humano y
también la variedad de circunstancias y aspectos que abran de promoverse y
defender para crear un ambiente, una cultura nacida y orientada hacia tales
derechos. Como el mismo autor afirma, todos los derechos están referidos a
la dignidad humana, pues “protegen unas condiciones de vida y aun acceso
de los bienes materiales y culturales en condiciones adecuada al dignidad
inherente a la familia humana. Esta referencia al a familia human tiene el

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valor fundamental de proyectar los derechos comunitariamente, reiterar el


tiempo inhumano presente hace que los derechos humanos sean los
derechos del pueblo y que en su garante ay consecución todos deben
comprometerse. En esa misma línea y refiriéndose a unos valores humanos
fundamentales de los derechos, la libertad, castillo expresa: la libertad como
la verdad son colectivas individualmente Con las grandes declaraciones, los
DH empiezan a incorporarse positivo .en ello destacan elementos como los
dientes:

1.-La igualdad ante la ley que elimina toda suerte de privilegio

2-.La proclamación de derechos naturales e imprescriptibles como


la libertad la propiedad la seguridad la resistencia a la opresión
la posibilidad de elegir y ser electos para para cargos públicos,
la libertad de pensamiento y opinión, la división de poderes.
Las garantías frente a quienes aplican la ley, el derecho de
culto, el derecho a la vida, etc.

1. NECESIDAD DE FUNDAMENTAR LOS DERECHOS HUMANOS.

Es muy citada la frase de Bobbio de que el problema de los derechos humanos no


es fundamentarlos, sino realizarlos o protegerlos. Habría que reformularla en los
siguientes términos: “el problema practico de los derechos humanos no es el de su
fundamentación, sino el de su realización; pero el problema teórico de los derechos
humanos, no es su realización, sino el de fundamentación”. Porque un problema sea
de difícil solución no tenemos derecho a abandonarlo o a calificarlo de pseudo-
problema. Un problema lo es cuando se nos plantea la interrogante respecto a algo,
y carece de sentido negar el problema porque no conozcamos la respuesta, o
porque creemos que desde nuestro planteamiento intelectual no es posible hallarle
cabida.

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En fundamento de derechos humanos constituye realmente un problema, y además


un problema que no podemos eludir. Y esto por varias razones. La primera porque
es absurdo defender unos valores y no saber porque. La segunda, porque dicho
porque o fundamento delimita el contenido concreto, en una u otra dirección, de los
derechos humanos. La tercera, porque resulta francamente ridículo e inaceptable de
nosotros, los teóricos, presentemos teorías sobre los derechos sin fundamentarlas.
Y, por último, la cuarta, porque para llevar a la práctica dichos derechos es preciso,
por lo menos, tener las ideas claras. A la primera la llamaremos la razón ética, a la
segunda la razón lógica, a la tercera la razón teórica y a la cuarta la razón
pragmática.

Hay, por tanto, razones de diverso tipo que avalan la necesidad de fundamentar los
derechos humanos.

La razón de tipo moral salta a la vista: no podemos defender ni realizar los derechos
ni realizar los derechos humanos si no estamos convencidos de su bondad moral, si
no estamos convencidos de su implantación hace mejorar a los hombres y a la
sociedad ser más justa. Fundamentarlos significa llevar a esa convicción. Si nos
falta esta será inútil todo lo demás, pues a la larga no podremos defender
determinados valores a menos que estemos profundamente convencidos de su
bondad. La razón moral es la fundamentación de los derechos humanos indica, por
consiguiente, la importancia de esta precisamente también para la puesta en
práctica de dichos derechos.

La razón de tipo lógico, o de coherencia, que valga la necesidad de fundamento de


los derechos humanos, consiste en caer en la cuenta de que el problema del
fundamento no es algo extrínseco y sin consecuencias para delimitación de los
contenidos axiológicos concretos de los derechos. Antes al contrario, el fundamento
delimita materialmente el contenido de estos, puestos en la penetra. En materia de
derechos humanos es fácil, y también habitual, quedarse en la pátina de las
palabras biensonantes, sin especificar los contenidos concretos que tan bellas
palabras implican. Pero la regulación real de la vida humana exige concretar
contenidos, exige bajar la retórica vacía de lo biensonante a la especificación y
concreción de las ideales y valores. La determinación de estos exige partir

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precisamente de su fundamento. No podemos decir que estamos de acuerdo en


materia de derechos humanos a condición de que no se nos pregunte porque. Pues
solo estaremos realmente de acuerdo si este se extiende al porque es previo,
condición necesaria de la acuerdo en el que. Si abandonamos por qué también
abandonamos el que, refugiándonos en el engaño de un presunto acuerdo sobre
palabras cuyo significado desconocemos.

El argumento de típico nos afecta a nosotros discretamente, a los teóricos del


derecho y de la sociedad. El contenido del teórico, como tal teórico, es precisamente
el de fundamentar. Y no se diga que esto metafísica, o teología camuflada. Es,
auténticamente, necesidad vital de orientación, profundo afán sentido que se
pregunta “hacia dónde vamos”, radical exigencia de saber porque queremos lo que
queremos. Por eso, una autentica teoría de los derechos humanos solo puede
presentarse como engloba en una teoría más amplia de la sociedad justa, es decir,
en el marco de una teoría de la justicia. Pero sobre este asunto volveremos
enseguida.

Por último, hagamos referencia al argumento pragmático, aunque de lo dicho bien


claramente se desprende. Carece de sentido luchar por algo sin saber porque se
lucha. Claro que es posible la lucha por la lucha misma, la acción por la acción. Pero
la estética de la acción nos conduce a “cien años de soledad” y en modo alguno a la
consecución de la sociedad añorada. Nuestro siglo XX es el siglo de la exaltación de
la estética de la acción, del movimiento como valor en sí mismo; por eso ha sido un
siglo fundamentalmente destructivo. La estética de la acción conduce a la exaltación
del poder como instancia indestructible y antropológicamente extensible de todos los
ámbitos de la vida, del poder desligado de su fundamento, esto es, de su razón
moral, del poder elevado a razón de sí mismo, del poder autocomplaciente. La
última versión de esta destructiva - también autodestructiva- mentalidad, es la
concepción formal o procedimentalista de la democracia. Si la democracia es tan
solo un procedimiento entonces lo importante es el número de votos, el poder
cuantitativamente considerado, no es el peso de las razones imposibles de medir. Y
quizá gana quien mejor miente. En este contexto las sagradas palabras
(democracia, derechos humanos, justicia) pueden convertirse en instrumentos de
poder cínicamente instrumentalizados, de hecho así sucede en ocasiones y, en gran

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parte, de manera estructural y permanente. Por ello, si algún día hemos de salir de
esta situación para conquistar una concepción moral de la democracia, habremos
de abandonar la estética de la acción y sustituirla por la estética de las
concepciones morales.

Por todas estas razones, fundamentar los derechos humanos no es un juego


intelectual, sino una necesidad teórica y práctica. Esto no obsta para aceptar, por
otra parte, la dificultad que la tarea entraña, pues es un hecho que la cuestión no es
pacífica, sino que esta penetrada por los perjuicios propios de la lucha política e
ideología.

2. DERECHOS HUMANOS, DERECHOS FUNDAMENTALES, DERECHOS


SUBJETIVOS.

Para empezar, no existe aún acuerdo acerca del sentido que hemos de dar a la
expresión “derechos del hombre”. Se puede distinguir, en este tema, en tres niveles
de análisis que en la materia que nos ocupa, nos proporcionan tres marcos de
discusión claramente delimitados. Estos planos son:

• El plano de la deliberación previa a toda decisión jurídica.

• El plano del conocimiento e interpretación de un ordenamiento jurídico dado


(por ejemplo, el español, el inglés, etc.)

• El plano de análisis formalista o lógico-lingüístico.

En el primero de ellos (deliberación que conlleva toda decisión jurídica) los derechos
no son otras cosas que criterios o pautas morales que son barajados, junto con
otros criterios de carácter moral y de otro carácter, como, por ejemplo, convivencia
política, etc., para fundamentar la decisión.

Si observamos cómo se elabora una ley en el parlamento veremos que


eventualmente sus miembros—que pertenecemos a diversos partidos políticos—
argumentan los derechos humanos que la ley debe proteger, porque es moralmente
exigible en virtud de tales y cuales razones. Y algo similar sucede si tenemos en
cuenta la argumentación judicial, aunque en este caso el grado de creatividad viene

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delimitado por la ley que el juez aplica, y por tanto, los propios criterios que maneja
en su decisión también son objetos de su delimitación. También los manifestantes
expresan en sus pancartas que tal o cual país no respeta los derechos humanos
que debería respetar. O lo que es lo mismo, traducido a nuestro esquema: que en
tales países se llevan a efectos decisiones políticas y jurídicas sin tener en cuenta
determinados valores, precisamente, los que los manifestantes quieren expresar
cuando hablan de “derechos humanos”.

¿Qué es lo común a todos estos fenómenos de proclamación o de reivindicación?


Pues sencillamente el hecho de que se exige el reconocimiento de determinados
valores o criterios morales en virtud de su bondad intrínseca.

Pues bien, para esos criterios o pautas morales que se exige sean reconocidos y
puestos en práctica podemos reservar el nombre de “derechos humanos” o
“derechos del hombre”. No son realmente derechos, aunque así se llamen, pues
como no forman parte aun del orden jurídico positivo, nadie puede hacerlos valer
procesalmente como verdaderos derechos subjetivos de carácter positivo. A pesar
de no ser verdaderos derechos se siguen llamando así, “derechos humanos”, por la
fuerza de la costumbre. Ideados como verdaderos derechos por los teóricos del
derecho natural, que los denominaron también “derechos naturales”, adquiriendo
gran resonancia política a partir de las declaraciones americanas de derechos y,
sobre todo, de la declaración francesa de 1789, tuvo gran influjo propagandístico en
todo el mundo civilizado.

Aunque los modelos epistemológicos cambien profundamente, palabras o símbolos


que fueron construidos precedentemente por ello se alteran. Así, a pesar de la
revolución copernicana seguimos diciendo: “el sol sale” y “el sol se pone”,
terminología que corresponde a la imagen del universo. Algo parecido ocurre con el
pensamiento político. Utilizamos palabras o símbolos que tuvieron su pleno
significado en modelos de pensamiento que estuvieron vigentes pero que ya no lo
están. Por otro lado, el lenguaje es herencia cultural ala que nadie puede renunciar.
No proponemos, por consiguiente que dejemos de usar la expresión “derechos
humanos” o “derechos del hombre”, llamados clásicamente “derechos naturales” y
en la actualidad “derechos morales”, no son, en verdad, auténticos derechos---

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protegidos mediante acción procesal ante un juez--- sino criterios de especial


relevancia para la convivencia humana.

Una vez que los derechos humanos, o mejor dicho, determinados derechos
humanos, se positivista, adquiriendo categoría de verdaderos derechos protegidos
procesalmente, pasan a ser “derechos fundamentales” en un determinado
ordenamiento jurídico. Ahora bien, esto solamente sucede cuando dicho
ordenamiento les dota de un estatus especial que les hace distintos, mas
importante, que los demás derechos. Si no fuera así no habría modo de distinguir
los derechos fundamentales de aquellos otros que son, por decirlo así, derechos
corrientes.

Cuáles sean tales derechos fundamentales, es una cuestión que cada ordenamiento
jurídico resuelve a su manera, normalmente mediante la especificación de los
mismos en la constitución en la que también se prevé un tratamiento especial para
ellos. Así pues, la determinación de los derechos fundamentales en el seno de un
ordenamiento jurídico no es una tarea que haya de dejarse a la libre especulación,
sino que solo es posible atendiendo a las disposiciones del ordenamiento en
cuestión. Los derechos fundamentales vienen determinados positivamente.

Son derechos humanos positivados, esto es, concretados y protegidos


especialmente por normas del mayor rango. La positivización tiene tal trascendencia
que modifica el carácter de los derechos humanos prepositivos, puesto que permite
la transmutación de criterios morales en auténticos derechos subjetivos “no
fundamentales”.

Generalizando: mientras que los llamados derechos humanos no son verdaderos


derechos, sino tan solo una forma de hablar para referirse a criterios morales, los
derechos fundamentales son auténticos derechos subjetivos a los que el
ordenamiento jurídico distingue de los derechos subjetivos ordinarios mediante un
tratamiento normativo y procesal privilegiado. Los derechos fundamentales son
derechos subjetivos privilegiados.

A tenor de lo expuesto, creo que la distinción derechos humanos---derechos


fundamentales queda claramente establecidas. Los primeros no son tales derechos

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en el sentido jurídico del término, sino criterios o principios morales, mientras que
los segundo si constituyen verdaderos derechos subjetivos. Pero a pesar de su
diversa naturaleza puede encontrarse una característica que les es en común: su
conexión formal con el individuo o persona humana bajo la forma de lo que le es
propio, lo que le pertenece como suyo. Mientras que en los derechos fundamentales
lo suyo de la persona esta explícitamente formulado, en el caso de los derechos
humanos al constituir una idea moral y no derechos en sentido estricto, tan solo
poseen potencialmente la estructura de estos. Son, en definitiva, criterios morales
formulados como potenciales (y deseados) derechos subjetivos.

Así enlazamos con el tercero de los niveles de análisis mencionados: el formal o


lógico-lingüístico, cuya función aquí no es sino delimitar conceptualmente el
concepto “derecho subjetivo” y ponerlo en vinculación directa con las reglas jurídicas
y el sistema que estas componen. Puesto que el análisis formal no tiene por qué
investigar la estructura formal de un ordenamiento jurídico positivo únicamente, sino
que su función ha de vertirse sobre cualquier ordenamiento jurídico, esto es, sobre
lo que podemos llamar derecho posible, dicho análisis es susceptible de aplicarse a
la categoría “derechos humanos” también, entendido como posibles derechos
subjetivos, a los cuales les faltara, sin embargo, la realidad del derecho positivo.

Para concluir este apartado, podemos decir que el problema del fundamento de los
derechos humanos se sitúa en el nivel de análisis propio de la teoría de la decisión
jurídica. Si se vincula a esta con las disciplinas académicas de mayor tradición hay
que decir que es en la teoría de la decisión jurídica donde se produce el lugar de
encuentro entre la teoría del derecho, la filosofía moral y la filosofía política.
Utilizando una terminología más acorde con la tradición puede vincularse el
problema del fundamento de los derechos humanos al marco de estas dos
disciplinas de paralela historia. Como observara el lector, no circunscribo el tema
únicamente a la filosofía política. Esto requiere que nos detengamos algo en
considerar que quiere decir la afirmación de que los derechos humanos son criterios
morales.

3 LOS DERECHOS HUMANOS COMO CRITERIOS MORALES.

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El término “criterios” tiene una connotación de neutralidad conscientemente


buscada. Un criterio puede ser correcto o incorrecto, acertado o no, lo que lo define
es el constituir una pauta de decisión, una línea de argumentación para realizar algo
practico. Un criterio es un punto de vista respecto a cómo hay que actuar en
determinada esfera de la actividad humana. Un hombre de criterio es quien sigue en
su conducta determinadas pautas de actuación de las que está convencido. Los
criterios pueden tener relación con los ideales, aunque no necesariamente tenga
que suceder así. En cualquier caso, cuando utilizamos el término “criterios” al
referirnos a los derechos humanos, a lo que se apunta es a la idea de constituir
estas pautas generales para la conducta y la decisión. Ahora bien, esos criterios no
son de cualquier especie, no son de cualquier contenido. Los criterios que son los
derechos humanos afectan directísimamente ala vida de las personas en sociedad.
Son pues, criterios de actuación y de decisión que se refieren alas personas y,
además, no a las personas aisladamente consideradas, sino en cuanto que
conviven, en cuanto que viven en sociedad. Como afectantes ala vida de las
personas, con criterios morales; como referente a la vida de los hombres en
sociedad, no afectan a todo el ámbito moral de las personas sino básicamente a
aquel ámbito en que la moral tiene que ver con la convivencia, esto es, con la
sociedad y, por tanto, con la política.

Claro que es muy difícil establecer una separación nítida entre lo privado y lo
público, entre la vida estrictamente íntima y la vida en sociedad, entre lo que es pura
soledad, intimidad autentica, y lo que constituye convivencia, vivir con los otros.

La vida humana es un continuum en el cual las divisiones conceptuales que


elaboramos son mero artificio. A pesar de ello puede decirse que hay dos elementos
eminentemente íntimos para los cuales el ser humano aislado se basta a sí mismo:
el puro pensamiento y la pura intención. Sin embargo, en cuanto que el primero se
expresa y la segunda se pone en práctica, dejan ambos de pertenecer a la intimidad
para alojarse en la vida con los otros, en la vida en sociedad. Por su parte, la vida
social de la persona es la manifestación más natural de ella misma, la realidad en
que la manifestación más natural de ella misma, la realidad en que plasma su
pensamiento y su voluntad. La moral no solo penetra, por consiguiente, la vida

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personal, aunque esta constituya su verdadera sede, sino que se extiende también
a la vida en sociedad de aquella.

La moral es lo que hace buenos a los hombres, tanto en su vida en soledad como
en su vida en sociedad. Aun cuando tenga razón Kant al considerar que solo de la
interacción y de la conciencia individual se puede predicar el carácter nítidamente
moral, no por ello puede abandonarse el aspecto colectivo del fenómeno moral, esto
es, la necesidad de dar una repuesta moral a los problemas sociales, o mejor, al
hombre en cuanto ser conviviente.

Cuando decimos que los derechos humanos son criterios morales, estamos
afirmando que constituyen pautas de deliberación de carácter moral que han de
tenerse en cuenta en la toma de decisiones políticas y jurídicas. Su carácter moral
radica en que hacen referencia a aspectos transcendentales de la vida de los
individuos, a aspectos que afectan al ser moral del hombre, a su dignidad y a su
libertad.

Por tanto, el fundamento ultimo de los derechos humanos no puede ser otro que el
fundamento moral. Nadie puede proclamar como criterios de justicia ideas o
consignas que no sean justificables desde dicho fundamento. Cuando determinados
colectivos exigen como derechos humanos aspiraciones o deseos no justificables
desde el punto de vista moral están utilizando palabras dotadas de prestigio
simbólico para defender lo que no son sino sus meros intereses

1.2 DEFINICIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

 Los DH son un conjunto histórico de valores antropológicos simbolizan


creencias fundamentales y armonizadas de que una existencia congruente
con ellos es digna del ser humano y preferible a toda otra. Tal existencia es
normalmente superior, exigible como vía de relación humana. Por ello “son
un conjunto de valores básicos e irrenunciables para la persona humana”.

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 Debido a que el ser humano se realiza histórica y socioculturalmente en


varias formas concretas se ha ido formando su valla en la noción y
aspiración de los DH estos representan una especificidad humana deseada
que ha sido creada a su vez en la experiencia, vivida en límites sociales
reales y establecidos como jurídicamente positiva.
 En un sentido elemental indican, respeto a la forma humana de la existencia
y de la relación, lo recto como lo no torcido, lo justo y debido. Tal imperativo
se desprende de la declaración universal de los derechos humanos que en
su artículo 1: proclama “todos los seres humanos nacen libres e iguales en
dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia, deben
comportarse fraternalmente los unos y los otros”.

 Los DH son una colección reunida en milenios de proceso humanizado y


civilizador de los privilegios legales de todo ser humano son un bagaje
natural-una naturaleza socio jurídica- de toda vida humana que despiertan
sobre el mundo. Son la carta de entrada a la estructura de relaciones
sociales reguladas; una forma de natural social y jurídica por la recepción
intergeneracional de una herencia racional y espiritual milenaria, y luchadora,
mártir, rebelde… son la materialización jurídica del ideal forjado en la
experiencia común de persona grupo y naciones.

Tal ideal afirma que ese sistema de creencias (valores, bienes humanos) debe
ser sustrato, origen y meta dela experiencia humana en el mundo
específicamente en el mundo de las relaciones sociales. Por lo anterior la vida
humana, desde su concepción, debe convertirse en el orden valorar - jurídico, en
uno de los valores más trascendentes de la relación y la conciencia humana. Los
DH son el reto sin paragón de la humanidad las naciones y los grupos sociales
tiene para darle un rostro y metas humanas a toda forma de civilización. Ningún
progreso, ninguna tecnología seria dignos del hombre si los DH no so el
fundamento de las relaciones sociales y el orden jurídico. El reto para el propio

17
ETICA Y DERECHOS HUMANOS

hombre consiste en no comparar no mucho menos equiparar cosa o bien alguno


con su propia dignidad y valía. Tal acierto tiene consecuencias mortales
importantísimas pues implica el reconocimiento de la dignidad humana como
valor superior a otros. Los DH son un modo de ver y juzgar las cosas humanas
de enfrentar críticamente la condición humana. Por este modo de ver ha estado
en constante desenvolvimiento en la historia de la humanidad como
descubrimiento y fortalecimiento de la conciencia de la nación. Como producto de
la conciencia de la colectividad humana, “acompaña y refleja su constante
evolución y recoge el clamor de justicia de los pueblos”. En el elemento anterior
se esconde otro: los DH son una propuesta que confrontan todos los
humanismos es decir a toda concepción del sentido del mundo y de la existencia
humana. Señalan los límites y condiciones de mortalidad sobre los que deben
levantarse todo humanismo y escriban sus más altas pretensiones y
posibilidades bajo el signo en cuestionable de una forma universal: ¡todos los
hombres! La prueba de su verdad es su universalidad. Sin embargo tal
universalidad no significa una homogeneidad cultural, pues los valore y los
mismo DH tiene diversas expresiones histórico – culturales. Al señalar los límites
de los humanismo, los DH acotan y juzgan la acción humana, la Supeditan a la
dignidad de cada persona y al valor ético de la acción que proponen. Tal
limitación es en el sentido de supeditarla a valores representados; pero en el
sentido de realización humana más que limitar abren un horizonte de alcances
insospechados. Por ello los DH han sido una crítica de poder, para hacer ver de
este su rostro no humano, “lo que no es derecho”. De ahí brota su cariz a utópico
y profético y a la vez son una crítica de toda modernidad en tanto que esta
contenga negaciones y atropellos de la dignidad humana. Son el espíritu humano
que florece y se renueva sin cesar. Para que se realicen los DH se requiere un
crecimiento moral del individuo y la sociedad, un abandono del propio y
etnocentrismo. Lo anterior permite reconocer a la persona humana como digna y
valiosa, como fuente de toda relación personal autentica, como superior a todo
objeto del deseo humano. A si en su forma de valores morales, son una
racionalidad ética, un juicio superior de humanidad. Por su naturaleza moral
representan el deseo más acabado y constante de cumplimiento, de plenitud
histórica y social el delineamiento de una perspectiva humana que nunca se

18
ETICA Y DERECHOS HUMANOS

realiza totalmente pero que debe ser garantizada con todas las fuerzas sociales
de producción de lo humano: el derecho, la política, la economía, la educación.
En nuestra historia nacional, como en toda nación que ha establecido el estado
derecho, son el logro “constituyente” de nuestra relación social, la regulación
jurídica de la vida de la nación. Así, como principios jurídicos, son garantías
constitucionales individuales sociales, políticas y económicas. Son positivamente
derechos, garantías aun cuando carezcan todavía de fuerza social y practica
para su cabal establecimiento, reconocimiento, promoción y defensa. En
consecuencia, son una perspectiva crítica de la educación, de toda acción social
encaminada a formar al hombre, para que aquella no sea restringida a
entrenamiento, adiestramiento manual o intelectual. Los DH son el punto de
convergencia del derecho y la educación, punto donde estos dos
descubrimientos maravillosos de la humanidad tienden a fundirse sin confusión
para mostrar que el hombre depende de si, que es su propia hechura una
hechura social. Los DH son, en fin, un mundo imaginado a la medida del auto
comprensión del hombre. Son los mitos al revés, pues los mitos limitan o sujetan
acríticamente la razón, mientras que aquellos lo abren y estimulan. Los DH son la
voluntad de hacer la historia de una manera específica: la superación de las
racionalidades antagónicas generadoras de destrucción y subordinación. Son la
voluntad para ver y hacer al hombre universal, al hombre de una cultura
reconocible en todo nombre, es decir, son medio para crear una cultura y una
ética universales. Por todo esto, los DH son una utopía, una idea de civilización.

JOSE ANTONIO

1.3

1.0LAS FANTASIAS CONTRACTUALISTAS Y LA NECESIDAD DE LA


SOCIOLOGIA

19
ETICA Y DERECHOS HUMANOS

Estamos tan acostumbrados a la concepción construida por los iusnaturalistas


modernos que apenas nos queda capacidad de crítica respecto al carácter básico
de su construcción: el ser simplemente una fantasía. So pretexto de que piensan
more geométrico, esto es, construir el resto, nos presentan una teoría que es
contradictoria tanto como la experiencia histórica como con la experiencia social.
No ha existido nunca algo así como un estado pre social, jamás la humanidad
conoció el llamado estado de naturaleza. Aunque la idea nos fascine como
construcción mental (tengo que reconocer que a mí me fascina sobremanera) no
puede ser aceptada como rigurosamente base del pensamiento científico y
filosófico. El estado de naturaleza no ha existido. Por tanto, no podemos construir
la teoría sobre una especulación meramente fantástica. Lo mismo sucede con el
contrato o pacto social. Aunque conozcamos situaciones en las que los hombres
han pactado para construir un cuerpo político, esto nunca ha sucedido como los
contractualitas han imaginado.

Aun cuando pueda aceptarse el pensamiento global de VAIHINGER respecto a


las ficciones, parece que separemos nítidamente entre ficción y mentira, pues no
es lo mismo partir de una idea como si fuera verdadera que a partir de una idea
aunque sepamos que es mentira. La ficción es un artificio de la mente que
aceptamos como verdadero y sobre el cual construimos el edificio teórico. Este a
su vez, será verdadero si después, efectivamente, nos sirve para explicar la
realidad y en la medida que nos sirva para ello. La teoría construida sobre
determinadas ficciones habrá de ser contrastada con la experiencia para la cual
dicha teoría ha sido elaborada. O si se quiere, también es posible expresarlo al
revés: la experiencia, la realidad, será vista a través del prisma de la teoría
elaborada, ahora bien, la admisión de las ficciones tiene sus límites. Po ejemplo,
nos podríamos admitir como “FICCION” la afirmación de que los cuerpos dejados
a su propio peso no caen, si no que huyen en dirección contraria a la tierra. Esto
no podría ser una ficción, porque es una mentira, una falsedad. La ficción no tiene
por qué ser real, pero tiene que poder ser es correcto o verdadero.

Ni el estado de naturaleza de naturaleza ni el contrato social son “ficciones” si no


mentiras, falsedades. Sabemos que nunca ha existido el estado de naturaleza.
Sabemos también que jamás se produjo el contrato social. Por tanto, nadie puede

20
ETICA Y DERECHOS HUMANOS

estar autorizado para construir una teoría x yo punto de partida es la existencia de


tal estado y la realización de tal contrato. Si deberíamos aceptar tales
descripciones como si realmente hubiesen sucedido, esto es, como ficciones,
también podríamos emplear como ficción de la descripción de que los cuerpos
dejados libres en el espacio terrestre no caen si no que se desplazan en dirección
contraria al centro del planeta. Si esto no es aceptable, tampoco lo es aquello. Por
idéntica razón: porque sabemos que las cosas no son así, porque sabemos que
tales descripciones son mentira. Es verdaderamente que HOBBIES no acepte en
su construcción de la idea de dios ni siquiera como ficción, y si acepte como tal la
descripción de un estado de cosas que se sabe que nunca existió. De DIOS
podemos afirmar que no hay nada en la experiencia que nos demuestre su
inexistencia. Algo de que no podemos afirmar ni del estado de naturaleza ni del
pacto social, ¿por qué los contractualitas no partieron de la idea, mas verosímil, de
la existencia de dios y de su creación del mundo y del hombre, y si de las ideas
del estado de naturaleza y del contrato social, de las que sabían positivamente
que nunca existieron? De toda ficción, detrás de todo artificio intelectual para
interpretar la realidad hay, sobre todo si se trata de la realidad política, una
voluntad de interpretarla de determinada manera. La ficción en la teoría política no
es neutra, meramente lógico-descriptiva. La ficción es la ideología, va teledirigida
a la justificación de un determinado modelo de sociedad. Las “ficciones” del estado
de naturaleza y del contrato social sirven a los contractualitas para múltiples fines:
del pensamiento, ruptura con la historia y la tradición, absolutización del individuo
y de sus derechos, depreciación de los deberes, cosificación del individuo y
mercantilización de las relaciones personales y sociales, etc.

El paralelo con la geometría es fascinante, pero, nuevamente, inadmisible. El


trasvase del esquema metódico y epistemológico de la ciencia dominante en una
época, como la ciencia reina de los saberes, podrá ser atractivo y sugerente para
la realización de juegos intelectuales, pero no es legítimo. La edad moderna
también estuvo obsesionada por la unidad del saber en su intento de sustituir la
cosmovisión teológica medieval por la cosmovisión racionalista. De ahí imposición
de esquemas epistemológicos comunes a todos los caminos del saber, al objeto
de satisfacer dicha necesidad de unidad. Los “geómetras de la política y la moral”

21
ETICA Y DERECHOS HUMANOS

presentan impresionantes construcciones doctrinales en las que han vertido


minuciosamente el método analítico geométrico, trasladando así esquemas ajenos
al mundo de la realidad social. Hay que preguntarse, sin embargo, hasta qué
punto es aplicable a esta realidad modelos epistemológicos que provienen de una
ciencia cuyo objeto es tan diferente, el formalismo analítico tiene límites que no
puede sobrepasar. Parece evidente que cae fuera de esos límites la explicación
de la realidad social. Para tal cometido esta fuera de lugar tanto la utilización de
supuestas ficciones que son, en verdad, auténticas fantasías, como la
transposición del método geométrico a la tarea de explicar totalmente la vida del
hombre en la sociedad.

Para explicar la sociedad y sus leyes no es adecuado ya recurrir a la metafísica


política contractualita, porque tal explicación corresponde a los dominios de la
sociología. Esta no soporta las elucubraciones sobre el estado de naturaleza y el
contrato social, si no, que como ciencia de las realidades, parte de la
consideración de la sociedad humana como algo inherente. Bien mirado, la
insistente alusión a estos mitos políticos resulta sorprendente e incluso ridícula
para la mentalidad actual, impregnada de espíritu positivista. A pesar de ello,
mantienen esos mitos su fuerza atractiva tanto en el terreno puramente teórico
como en el práctico. Se produce aquí un desajuste entre lenguaje político y moral,
tanto en su dimensión elaborada de la teoriza como en su dimensión enraizada en
la vida cotidiana, con el lenguaje científico que representa la sociología.

Es en el marco de la disciplina donde hay problema de la relación real del hombre


con la sociedad y las características del fenómeno de la convivencia. La sociología
no nos proporcionara, desde luego las claves específicas de la convivencia ni
tampoco del fundamento de los derechos humanos, pero si es apta para abordar
los temas señalados que atañen a lo que es la realidad social. Resulta
inconsecuente que la mentalidad científica se deje invadir en este campo por el
ilusionismo ético y político de la modernidad.

El análisis sociológico se convierte, de esta manera, en premisa de la moral,


primero de la moral social y después de la moral autónoma, se detiene allí donde
comienza la discusión de lo bueno y lo justo peor previamente ha mostrado la

22
ETICA Y DERECHOS HUMANOS

necesidad social de los valores. No hay sociedad sin valores. Estos son el
cemento del edificio social. Los valores son un hecho social constitutivo de la
sociedad. Lo que hace la sociología es mostrar precisamente este carácter
constitutivo de los valores, aunque nos discuta su contenido desde el punto de
vista de lo mejor o de lo óptimo. Eso queda para la ética.

1 EL PRINCIPIO DE AUTOMIA DE LA PERSONA

Se constituye la base de una concepción liberal de la sociedad y de cuya


combinación se deriva un conjunto plausible de derechos humanos individuales
básicos. Es necesario armonizar la estructura formal del discurso moral,
convicciones valorativas particulares y principios normativos generales. Acerca de
la necesidad de reconocer un conjunto mínimo de derechos individuales básicos,
sin que por ahora tenga que tomar partido sobre la extinción de ese
reconocimiento a otros derechos individuales básicos, sin que por ahora tenga que
tomar partido sobre la extensión de ese reconocimiento a otros derechos más
controversiales por ejemplo (derecho a la liberta de conciencia y entre lo segundo
disponer de asistencia médica adecuada) tratando de encontrar los principios.

0.0LIBERALISMO Y RECONOCIMIENTO JURÍDICO DE LA MORAL POSITIVA

si revisamos la lista de derechos básicos cuyo reconocimiento suponemos


esencial al liberalismo, advertimos que ella está, en parte integrada por una
variedad de libertades para hacer ciertas cosas: profesar un culto religioso,
expresarte, ejercer actividad laboral, ir de un lugar a otro, etc. Puede advertirse
que estos derechos a realizar ciertas conductas son especialmente genéricos
y amplios como podemos ver la inmensa variedad de acciones que se
encubren bajo el título de actividades laborales o de hábitos personales, esto
sugiere que tal vez estos derechos derivan de un principio general que veda la
interferencia en cualquier actividad que no cause perjuicios a terceros. La
inmoralidad de un acto constituye una razón para que el derecho interfiera en

23
ETICA Y DERECHOS HUMANOS

él, la controversia que, como es sabido ha dado lugar a extensos debates; hay
dos formas corrientes de presentar la cuestión que es objeto de debate de tal
modo que este queda prácticamente resuelto, en un caso a favor de la posición
conservadora y en el otro de la liberal. La presentación favorable a la posición
liberal consisten en sostener que lo que esta discusión es si el derecho debe
prohibir todo acto considerado inmoral según las pautas de moral positiva; esto
hace que la posición conservadora aparezca como sumamente endeble, las
pautas de la moral convencional pueden llegar a ser aberrantes que sería
irrazonable negar que el derecho debería desconocer tales pautas.

En realidad, la cuestión interesante y compleja que subyace a esta


controversia, por más que no haya sido identificada correctamente por los
defensores de una u otra posición, es la que se refiere a que dimensiones o
aspectos de una concepción moral intersubjetiva o publica, que prohíben
afectar ciertos intereses de individuos; la cuestión se centra en si el estado
puede también hacer valer, a través de sanciones y otras técnicas de
motivación, pautas de la persona moral que valoran a las acciones por efectos
en el carácter moral del propio individuo que las ejecuta. Mientras que la
posición liberal en eta materia es que el derecho no puede estar dirigido a
imponer modelos de virtud personal o planes de vida, la posición opuesta es
que es misión del estado hacer que los hombres se oriente correctamente
hacia formas de vida virtuosa e ideales de excelencia humana. El principio
liberal que está en juego es el que puede denominarse “principio de autonomía
de la persona” que prescribe que siendo valiosa la libre elección individual de
planes de vida y la adopción de ideales de excelencia humana el estado no
debe interferir en esa elección; limitándose a diseñar instituciones que faciliten
la persecución individual de esos planes de vida y la satisfacción

0.0LA OFENSIVA DEL PERFECCIONISMO

La concepción opuesta al principio de autonomía suele denominarse


“perfeccionismo” la cual sostiene que lo que es bueno para un individuo o
satisface sus intereses es independiente en su propia elección de forma de vida
y que el Estado puede a través de distintos medios, dar preferencia a aquellos

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ETICA Y DERECHOS HUMANOS

intereses y planes de vida que objetivamente menores. Chales Taylor filosofo


canadiense que defiende un criterio subjetivista acerca dela apreciación de
intereses, así como una concepción de filosofía política perfeccionista
asumiendo que ella es explícita o implícitamente, que ella es compatible con el
liberalismo Charles T. contrasta las teorías negativas de la libertad, según las
cuales consiste en la posibilidad de hacer lo que se quiere sin obstáculos
externos; con las teorías positivas que asumen que la libertad consiste en un
tipo de realización personal que no depende de los deseos de la persona.
Taylor sostiene que las teorías negativas no dan cuenta del hecho de que
muchas veces identificamos mal nuestros deseos, en otras ocasiones nuestros
deseos están determinados por causas internas que no controlamos, de que a
muchos de nuestros deseos los calificamos como no auténticos. Vinit Haksar,
este autor sostiene que sólo si asumimos que hay formas de vidas superiores a
otras podemos afirmar que hay algo que tiene en común todos los hombres,
pero no los animales que justifica que sean acreedores de igual preocupación y
respeto. Haksar intenta mostrar como faltan las justificaciones de ese principio
que prescinde del hecho de q la vida humana es intrínsecamente valiosa por
contar con la capacidad de proponerse y desarrollase en forma autónoma
planes de vida. Según Haksar la concepción perfeccionista lleva a valorar
como mejores planes de vida que expande la autonomía de los individuos; esto
implica que otros planes de vida tiene un status inferior en una sociedad liberal,
no significa que los individuos que la practiquen sean inferiores o merezcan
menos respeto. Ronald Dworkin, menciona dos acusaciones a la concepción
liberal de la sociedad, que son aparentemente opuestas entre sí: una es que el
liberalismo es escéptico respecto a concepciones de lo bueno; la otra es que
liberalismo incluye una concepción de lo bueno. Para evaluar estas objeciones
hay que distinguir claramente lo bueno y planes personales de vida. El
liberalismo indudablemente descansa en una concepción de lo bueno o de lo
que es socialmente bueno, según la cual la autonomía de los individuos para
elegir y materializar sus proyectos de vida es intrínsecamente valiosa.

0.0LOS ENFOQUES OBJETIVOS Y SUBJETIVOS DEL BIENESTAR

25
ETICA Y DERECHOS HUMANOS

El liberalismo parece estar ligado a una concepción subjetivista del bien, sólo
sí lo que es bueno depende de la subjetividad. Sí lo que es bueno para los
individuos fuera algo objetivamente determinable, ello parecería proveer
razones para imponérselos a los individuos independientemente de sus
decisiones. Esta subjetividad estuvo asociada en muchos autores liberales de
la vertiente utilitarista, como una visión hedonista la cual constituye el bien es el
placer y la ausencia de dolor; ésta en realidad no es una concepción
subjetivista del bien, ya que asume que el placer es objetivamente bueno
independientemente de las preferencias de los individuos. Pero la subjetividad
entra en escena porque el placer y el dolor obviamente dependen de la
estructura psiconeurológica de cada individuo; sin embargo la concepción
hedonista es demasiada restringida, es evidente que hay muchas cosas buenas
en la vida además del placer. El utilitarismo abrazo en general la tesis de que el
bien está constituido por la satisfacción de preferencias subjetivas. De
cualquier modo es importante tener en cuenta que el valor de la autonomía
implica ciertos parámetros objetivos que permiten la identificación y
jerarquización de bienes instrumentales

0.0EL CONTENIDO DE LOS DERECHOS

En cuanto al que se refiere a la frecuencia con se presenta un bien como


componente esencial de los planes de vida que la gente suele adoptar en una
sociedad, se podría objetar que ésta en cuestión contingente, que en una
concepción liberal no se debería tomar en cuenta si no se quiere favorecer
formas de vidas conformistas y heterodoxas; sin embargo el Estado no puede
sino basarse en generalizaciones empíricas para determinar el espectro de
posibles intereses subjetivos que debe protegerse a través de normas
generales. Esto exige definir el alcance de cada derecho, sobre todo en lo que
hace su incidencia en la conducta de terceros que pueda ser necesario para
que el titular acceda a los bienes que son contenidos de esos derechos, el
alcance de los derechos no solo está condicionado por la conducta de terceros,

26
ETICA Y DERECHOS HUMANOS

pues también está en relación con la vida y la integridad corporal por la


conducta voluntaria del propio individuo.

0.0JUSTIFICACION DEL PRINCIPIO DE AUTOTOMIA

Los principios de la moral intersubjetiva están dirigidos precisamente a


preservar la autonomía de los individuos frente a actos de terceros que la
menoscaben entonces los individuos harán valer tales principios aun contra
quienes no los adopten libremente: si bien infringe con el principio de
autonomía al impedir la ejecución de acciones autónomas, está prescrito por el
mismo principio de autonomía; puesto que se trata de hacer posible otras
acciones autónomas. El segundo aspecto del principio de autonomía de la
persona: la prohibición d que el Estado y los particulares interfieran la libre
elección y materialización de ideales de vida que son parte de la moral. Aquí no
se puede apelar al principio de autonomía sobre la base de que es necesario
restringir la autonomía de ciertos individuos para preservar la de otros, ya que
se trata de acciones que no afectan la autonomía de terceros. La autonomía de
la persona es un aspectos inherente a la concepción del bien de la que
depende los ideales personales plausibles.

2PRINCIPIO DE LA INVIOLABILIDA DE LA PERSONA

El principio de inviolabilidad de la persona requiere un análisis, que al menos


justifique este principio. El principio de autonomía es, cuando se le considera en
forma aislada, un principio de índole agregativa, cuanta más autonomía hay en una
sociedad tanto más valiosa es la sociedad; sin embargo, esta visión resulta
chocante frente a ciertas convicciones morales arraigadas que se expresan en otros
derechos.

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ETICA Y DERECHOS HUMANOS

0.1EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD

La identidad personal no se basa en una característica simple del tipo o nada si


no en cierta conexidad entre procesos psicológicos, que se presentan en
diferentes grados aun en el mismo de una vida, conduce a que se cuestione la
equidad de imponer cargas a un individuo sobre la base de su supuesta
“compensación” con beneficios que gozará algún día. El colectivismo no plantea
un problema de distribución como lo hace el utilitarismo, sino un problema en
apariencia mucho más profundo y que se refiere a la identificación de los titulares
de interés que deben ser tomados en cuenta en las discusiones sobre esa
distribución: habría estas concepciones, entidades colectivas que tienen
intereses que no son reductibles a los de ciertos seres humanos (como
sostendría el utilitarismo) y que debe ser atendidos a veces a costa de los
intereses de algunos hombres: por ejemplo la nación es una de esas entidades
colectivas para algunas concepciones, y sus intereses a veces prevalecen sobre
los ciudadanos, sin que sean reductibles a los intereses de otros ciudadanos

0.3INDIVIDUALISMO Y COLECTIVISMO

La expresión individualista hace en ocasiones referencia a la tesis de que los


individuos son independientes de su medio social en cuanto a la adquisición de
valores, deseos, hábitos, etc. A veces se la usa para designar cierta concepción
metodológica en el marco de las ciencias sociales; asimismo se alude con ella a
posiciones éticas egoístas, otras veces se la emplea para calificar a
concepciones anti igualitarias El colectivismo no plantea un problema de
distribución como lo hace el utilitarismo, sino un problema en apariencia mucho
más profundo y que se refiere a la identificación de los titulares de interés que
deben ser tomados en cuenta en las discusiones sobre esa distribución: habría
estas concepciones, entidades colectivas que tienen intereses que no son
reductibles a los de ciertos seres humanos (como sostendría el utilitarismo) y que
debe ser atendidos a veces a costa de los intereses de algunos hombres: por
ejemplo la nación es una de esas entidades colectivas para algunas

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ETICA Y DERECHOS HUMANOS

concepciones, y sus intereses a veces prevalecen sobre los ciudadanos, sin que
sean reductibles a los intereses de otros ciudadanos

0.4EL PRINCIPIO DE INVIOLAVILIDAD DE LA PERSONA DESDE EL PUNTO DE


VISTA MORAL

La justificación del principio de inviolabilidad de la persona no podría estar dada


por el hecho de que está involucrado en la misma adopción del punto de vista
impersonal subyacente al discurso moral. Cuando se describe la actitud de
imparcialidad constitutiva de la moral como consistente en tratar a los intereses
involucrados sobre la base de sus propios méritos e independientemente de las
persona s que sustenten tales intereses, esto parece implicar que debemos dejar
de lado la circunstancia de que los intereses en cuestión pueden originarse en
personas distintas; es decir, no solamente debemos considerar irrelevante quiénes
son los titulares en juego sino también el hecho de que ellos puedan ser
diferentes individuos

0.5EL PAPEL DE LOS DERECHOS Y DE LA S LIMITACIONES

El reconocimiento de ciertos derechos conforme al principio de inviolabilidad de


la persona no sólo implica lógicamente la limitación de la persecución de
objetivos colectivos en el ámbito de aplicación de aquellos derechos, de cualquier
ámbito que sea, sino que implica además limitar en algunos casos el
procedimiento de decisión mayoritaria característico del sistema democrático.
Como vimos en la sección anterior, la reconstrucción más adecuada del punto de
vista moral conduce a exigir unanimidad para la decisión de ciertos conflictos
morales; o sea el consentimiento de la persona afectada. Precisamente el
reconocimiento de un derecho a un individuo está destinado a convertirlo a él en
el único árbitro sobre qué curso de acción debe adoptarse en el área protegida
por el derecho. De nuevo si el reconocimiento delos derechos individuales
básicos estuviera supeditado a su aprobación mayoritaria de acuerdo a los
procedimientos democráticos; ese reconocimiento seria superfluo e inoperante.

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ETICA Y DERECHOS HUMANOS

0.0PRINCIPIO DE LA INVIOLABILIDAD DE LA PERSONA

0.1TIPOS DE DETERMINISMO

Hay diversas clases de determinismo: Sócrates y Platón defendieron una clase


de determinismo de tipo ético, según el cual los hombres no pueden dejar de
hacer el bien y cuando hacen algo moralmente erróneo lo hacen por compulsión.
Hay también un determinismo teológico que afirma que, si Dios es omnisciente;
sabe por anticipado lo que los hombres harán. El determinismo lógico afirma que,
dado el valor de verdad de una proposición es atemporal, una proposición
acerca de lo que alguien haga en el futuro siempre ha sido verdadera o falsa, por
el agente no puede alterar ese valor de verdad que la proposición ya tenía antes
de su acción. El determinismo psicológico, afirma que las acciones humanas
están condicionadas por sucesos, inclinaciones, procesos de índole mental. El
determinismo físico sostiene que nuestros actos son el resultado causal de
factores físicos, químicos, biológicos que ocurren de forma inmediata en nuestro
organismo y mediatamente en otros organismos o en el medio circundante. Por
último el determinismo social que afirma que las acciones de los hombres están
causadas por factores tales como la pertenencia a cierta clase social

0.2LA NATURALEZA DE LA ADSCRIPCION DE RESPONSABILDAD

La responsabilidad jurídica consiste en el hecho de ser pasible de una sanción


penal o civil según establecido por una norma jurídica valida. El determinismo
será o no relevante para la legitimidad de adscripción de responsabilidad jurídica

30
ETICA Y DERECHOS HUMANOS

según la teoría que se adopte respecto a la justificación moral del empleo de la


coacción estatal contra un individuo principalmente a través de la pena es la
retribución, que justifica la pena como una respuesta apropiada al mal que el
sujeto ha causado en el pasado. Es evidente que el determinismo no hace mella
en la legitimidad de adscribir responsabilidad jurídica, si adoptamos una teoría de
prevención acerca de la coacción estatal; al contrario respalda la posible eficacia
preventiva de la pena al dejar abierta la posibilidad de que la voluntad de los
individuos pueda estar determinada por factores como la amenaza de pena

0.3PRINCIPIO DE LA DIGNIDAD DE LA PERSONA Y EL DETERMINISMO


NORMATIVO

Nuestra dignidad como personas se ve menoscabada no sólo cuando nuestras


decisiones son asimiladas: por ejemplo a enfermedades, si no también cuando
ocurre con nuestras creencias y las opiniones que la expresan. Cuando alguien
considera a unas y a otras como objeto de tratamiento que la expresan y
decisiones, tales como las que llevan a adoptar esa actitud hacia nosotros. Esta
ampliación del principio de dignidad de la persona es esclarecedora, puesto que
la idea que tenemos acerca de tomar en serio una creencia u opinión podemos
inferir la idea, tal vez más oscura, a priori de que es tomar en serio una decisión o
el consentimiento de un individuo

0.4EL ALCANCE DEL CONCENTIMIENTO

Es importante advertir como juega el consentimiento de los individuos para


producir estos efectos. El actúa frente aún marco de prohibiciones, obligaciones,
responsabilidades y derechos establecidos por el orden jurídico. Hay especies de
penas que plantean problemas especiales tal como es el caso de la pena de
muerte; pero para que opere el consentimiento y en consecuencia para que
puedan justificarse ciertas atribuciones de recursos en base a él, el sistema
jurídico tiene que haber asignado previamente consecuencias normativas a
ciertos genéricos

31
ETICA Y DERECHOS HUMANOS

0PRINCIPOIO DE LA DIGNIDAD DE LA PERSONA

1.0 NECESIDADES HUMANAS E INTERDEPENDENCIA SOCIAL.

Uno de los problemas tradicionales de la filosofía política, y también por tanto de


la contractualita, es el de la “obligación política” u obligación de obedecer los
mandatos de poder, esto es, el derecho. La cuestión planteada apunta a la
averiguación de si los hombres tienen el deber (moral o de otro tipo) de
obedecer los mandatos del soberano y, en caso de que tengan tal deber, si este
es incondicionado o si, por el contrario. Están sometidos a determinadas
condiciones, desaparecidas las cuales desaparece al mismo deber. Esta
cuestión de si debemos obedecer al derecho y en qué condiciones, hay que
separarla claramente de obra que puede formularse así: ¿por qué los hombres
de hecho, obedecen normalmente los mandatos del soberano? ¿Por qué
obedecen habitualmente al derecho? Aquí la pregunta no se dirige a indagar si
los hombres deben obedecer, y cuando. La pregunta toma como punto de
partida la constatación de un hecho, el hecho de si la obediencia como
fenómeno normal de la sociedad. Partiendo de esa constatación interna indagar
las causas de tal obediencia como fenómeno social.

Las dos perspectivas no son incompatibles entre sí; antes bien, se


complementan recíprocamente al mirar el tema de la obediencia desde dos
ángulos, el moral y el sociológico. La cuestión de si debemos obedecer no
empaña, en modo alguno, la cuestión de por qué, en general, obedecemos. No
obstante, parece indiscutible que el hecho de la obediencia, como fenómeno

32
ETICA Y DERECHOS HUMANOS

colectivo, es anterior a la pregunta moral de si debemos obedecer o no. Los


hombres siempre viven en sociedad, incluso cuando se preguntan si deben
obedecer las normas que estructuran la vida de esta. La vida en las normas que
estructuran la sociedad es anterior al preguntarse por la legitimidad de esta.
Dicho preguntarse constituye, en cierto modo, un ejercicio intelectual de lujo
respecto al hecho básico y primario de la existencia social del hombre. El
fenómeno menor solo comprensible en el contexto general de la obediencia o lo
que es lo mismo de la existencia de la sociedad. La desobediencia se produce a
escala individual, o de pequeños grupos, o a escala general de la sociedad.

En ambos casos se presentan situaciones excepcionales, en mayor o menor


mediante. Y además suponen la sociedad como punto de referencia. En la
desobediencia individual o de pequeños grupos la desobediencia a las normas solo
adquiere sentido de protesta en la medida que la sociedad se mantiene. Es más,
como ya señala DURHKEIM, toda sociedad sana se caracteriza por conllevar un
cierto margen de criminalidad, cuyo castigo atestigua mejor que nada, la fuerza de
la presión social y la vitalidad del grupo. Que el hombre es siempre un ser social
significa muchas cosas. Primero, que su origen es social, el decir, que su existencia
biológica depende de otros. Todo individuo humano es generado por un hombre y
una mujer esa dependencia biológica de los otros se extiende ineludiblemente
durante los primeros años de la vida el niño depende absolutamente, es en su
primera infancia, de los adultos que lo cuidan, normalmente los mismos que le han
generado, esto es, sus padres. Nace, pues, en un grupo humano, por regla general
en la familia. Esta constituye, en sus diversas modalidades culturales, el grupo
humano elemental, en el cual el individuo recibe el sustento preciso para subsistir y
comienza su proceso de educación o socialización. A medida que el individuo va
creciendo va reformando parte, paulatinamente, de otros grupos sociales que no
son la familia: guardería, escuela, amigos, iglesia, equipo de futbol, un determinado
club, etc. En todos estos grupos cumplen determinados roles, que configuran
supuesto y su actividad en cada uno de ellos, en cuyo conjunto constituye el rol
social general o personalidad social dentro del grupo total entre los grupos que se
integran y al que se le domina, algo ambiguamente, sociedad. En todo este proceso

33
ETICA Y DERECHOS HUMANOS

de socialización el individuo va formando su psique configura, en parte, por factores


genéticos, pero en gran parte por pautas culturales. La cultura, en su sentido
antropológico o sociológico es el estilo vital de la sociedad. Está integrado por el
lenguaje, las ideologías, las creencias, la sensibilidad común, los símbolos en
definitiva, por una determinada manera entender las cosas que nos rodean el alma
es el resultado de este complejo proceso que nunca se detiene y en el cual los
elementos del medio social juegan un papel decisivo.

El hombre lleva la sociedad dentro de sí mismo, es sociedad. Incluso cuando cree


situarse frente a ella no puede dejar de ser social. Esta se elige siempre en su
punto de referencia, para aclararla o atacarla, y en su misma esencia personal. Por
todas estas razones ha de aceptarse que, para estudiar al ser humano, mal camino
es idear una situación asocial con el estado de naturaleza creado por los
iusnaturalistas de la ilustración, un estado en el que no es posible pensar que los

La inserción del individuo en la sociedad puede explicarse también en términos de


necesidades humanas. Sabemos, por experiencia, que el hombre es un ser al que le
acucian determinados imperativos que el siente como necesidades para vivir.
Algunas de ellas tienen carácter absoluto, tales como el alimento, el vestido y la
vivienda, si bien estas dos últimas dependen en su configuración concreta del medio
geográfico y climático. No obstante, las tres son necesidades absolutas, sin cuya
satisfacción el hombre no puede vivir. Inmediatamente después, esta necesidad
sexual que, aunque no es de carácter absoluto, si está dotada de gran fuerza.
Además hay que mencionar la necesidad de amistad, de prestigio o autoafirmación,
de seguridad, etc. Junto a las necesidades del individuo están las de la especie
humana, si no dentro de la sociedad. Quizá sea posible, la satisfacción esporádica
del individuo aislado en alguna de sus necesidades. Por ejemplo, el cazador caza y
come la pieza cobrada. Pero incluso en este caso no es cierto como lo es su saber
de la casa y del instrumento que emplea para llevar a efecto y en todo caso, en los
primeros años de nuestra vida dependemos absolutamente de los demás para
alimentarnos, para defendernos del frio que nos rodea. Todas las necesidades
humanas son, incluso las que pudieran parecer más estrictamente individuales,

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ETICA Y DERECHOS HUMANOS

necesidades sociales por que todos ellos exigen, para su satisfacciones, una
respuesta social.

Ello es tanto más manifiesto cuando más nos adentremos en sociedades en un


cierto grado de complejidad. En este tipo de sociedades la idea de individuo
autárquico es realmente un desatino. Podemos decir, generalizando, que el
individuo humano no se basta consigo mismo ya que no puede satisfacer sus
necesidades por sí mismo, necesita a los otros, a los demás, a la sociedad. La
existencia individual alcanza su pleno significado en la interdependencia social
como hecho social básico. Los hombres somos, querámoslo o no,
interdependientes, dependientes de los demás, un grupo social no es otra cosa que
una red de interdependencia, a la interdependencia grupal concreta puede
llamársela también relación social, cada relación social es especifica en un
determinado contexto la interdependencia social general. Al conjunto de relaciones
sociales del grupo humano podemos llamarlo estructura social.

Así pues la satisfacción de las necesidades humanas produce el fenómeno general


de la interdependencia social se concreta en cada sociedad en un as de relaciones
sociales cuyo conjunto es la estructura social de dicha sociedad. Los fenómenos
que dan lugar a tal diferencia y cuyo cometido último es la satisfacción de las
necesidades humanas son básicamente los tres significados: la división del trabajo,
el intercambio de los productos y la organización social. Mientras que por la división
de trabajo intercambio de productos se garantizan las necesidades básicas y de
carácter urgente, la organización social procura tanto la estabilidad necesaria para
el desarrollo de aquellas como, el marco de interrelación personal y social elaborado
para la satisfacción de las necesidades menos urgentes. La organización política y
jurídica es un aspecto más que la organización social pero no agota el contenido de
esta, si bien su importancia es mayúscula desde el momento en que una férrea
organización política puede ahogar la espontaneidad en casos extremos.La
necesidad de encontrar un sentido a la vida es la necesidad de valores, que tiene
tanto una dimensión estrictamente existencial o personal como una dimensión
social, aunque la realidad de las cosas sea difícil de escindir totalmente ambas
dimensiones. La interdependencia social y la sociedad misma se sustentan en las
creencias de los individuos en determinados valores, que son como los ideales que

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ETICA Y DERECHOS HUMANOS

plasman la configuración social concreta y que permiten el desarrollo de las


personalidades individuales. Los valores son la savia del edificio social, ya que todo
lo penetran dotando de sentido sus diversos elementos.

1.0 NORMAS SOCIALES Y VALORES SOCIALES

Todos estos factores que componen el armazón de una sociedad se articulan entre
sí por medio de normas, esto es, de pautas de conducta que el grupo exige como
obligatorias. La acción de los individuos es regulada por normas del más variado
género. Se llama normas sociales a aquellas que regulan la acción social, esto es,
la acción de los individuos y de los grupos en cuanto que tal acción tiene lugar
dentro de un contexto social y tiene que ver con la sociedad. Entre las normas
sociales destacan, por su especial capacidad de imposición, las normas jurídica.
Están aparecen cuando tienen lugar la institucionalización de la sociedad,
normalmente a través de lo que llamamos el estado y de las relaciones, también
institucionalizadas, de los estados entre sí. Pero, de momento, no nos referiremos a
las normas jurídicas, sino a las normas sociales, ya que estas constituyen el género
y aquellas la especie concreta, aunque quizá la más importante. Sobre las normas
jurídicas y su función configuradora de derechos y deberes volveremos más
adelante.

El tema de las normas sociales es característico de la sociología formal y a


él han dedicado especial interés Ferdinand TOENNIES, Theodor GEIGER Y
Heinrich POPITZ, además de otros muchos autores. Aquí prescindiremos,
como es lógico, de una exposición detallada, con el objeto de centrarnos en
el tema central de nuestro estudio.

La primera cuestión que se plantean los sociólogos respecto a las normas


sociales; la segunda es la de su función: para que se producen dichas
normas.

Para un observador externo, la norma social surge como consecuencia de la


repetición de una determinada conducta ante una determinada situación. El

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ETICA Y DERECHOS HUMANOS

núcleo básico de toda norma social lo constituye la repetición. Los miembros


de un grupo siempre (o casi siempre) que se encuentran en una
determinada situación actúan de una determinada manera. Lo que
caracteriza al núcleo de las normas es, pues, la correlación entre situación y
conducta. Ambas son reiterativas una y otra vez. A esa repetición la
podemos llamar hábito. El origen de las normas sociales, están en los
hábitos sociales. Pero no hay que identificar ambos conceptos, pues
mientras el hábito no tiene por qué implicar sentimiento de obligatoriedad, la
norma social si lo implica. La norma es, pues, un hábito dotado de fuerza
vinculante u obligatoria.

Pero volvamos atrás en la exposición antes de preguntarnos el significado de


obligatoriedad. Decimos que el núcleo de la norma social constituye la
repetición de una conducta ante una determinada situación. La mera
repetición de una conducta ante una situación produce en los individuos
implicados la cualidad de poder prever la conducta ajena. Saber de
antemano lo que el otro va hacer en una determinada situación implica esta
cualidad de previsión de la acción de los demás que solo puede estar
basada en la experiencia social de los hábitos que se repiten. Gracias a esto
se introduce en la vida social la previsibilidad de la conducta ajena. Ello
implica que la conducta delos demás pueda ser objeto de cálculo: podemos
“contar con” que los demás actuaran de un modo previsible. Y también
implica que podamos tener expectativas respecto al mundo social que nos
rodea. La expectativa es una esperanza casi cierta de los otros adoptaran
determinadas actitudes y tendrán los comportamientos previstos ante las
situaciones en que se encuentren, que yo mismo puedo provocar o, cuando
menos, coadyuvar a su generación.

La vida social puede interpretarse de muchas maneras, y una de ellas es


verla como una red de expectativas de todos con respecto a todos. Las
expectativas y el cálculo de la conducta ajena se refuerzan notablemente
cunado el hábito o practica reiterativa de tal conducta se respalda
socialmente mediante sanciones. Esto no siempre sucede, permaneciendo
en ocasiones el hábito social libre de toda represalia para el caso de

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ETICA Y DERECHOS HUMANOS

infracciona; en tal caso, dicho hábito carece de fuerza real. Precisamente la


fuerza de la norma está en la reacción del grupo frente al infractor de la
pauta de conducta. Cunado más enérgica sea tal reacción, mayor carácter
normativo habrá de adscribir la norma social.

El grupo sanciona, esto es, reacciona, cuando estima que es un deber


comportarse en el modo habitual. En caso contrario, cuando no reacciona, ni
siquiera levemente, no existe tal conciencia social de que el sujeto disidente
haya infringido un deber. Po tanto, la fuerza de deber de una norma social
viene dada por el grado de reacción contra el infractor. Habrá, pues,
deberes fuertes y deberes débiles.

Deber débil es aquel que está involucrado a una norma social cuya infracción
acarrea una reacción que el grupo considera leve. Por ejemplo, ante la
antipatía de una persona la reacción usual en nuestra sociedad suele ser la
indiferencia o el simple “volverse de espaldas”. La gente considera, en
general, que los comportamientos manifiestamente antipáticos infringen las
normas sociales de la cortesía o de la afabilidad, pero que la gravedad de tal
infracciona es escasa. En cambio, cuando la infracción produce una gran
reacción de irritación o de indignación por parte del grupo, la reacción ante
aquella será severa; en este caso nos encontramos ante un deber fuerte.
Por ejemplo, el homicidio produce en todo tipo de sociedad, cuando no está
justificado, un sentimiento de agresión por parte del grupo social –
especialmente de la familia de la víctima - contra el agente. El carácter,
débil o fuerte, de un deber varia, dependiendo en cada contexto social, de
mil circunstancias. Lo que en el pasado constituía un deber social fuerte
puede ser hoy deber débil o incluso no tener ya carácter de deber en
absoluto. Piénsese, por ejemplo, en la enorme presión social que impulsaba
a los hombres del pretérito a batirse en duelo para dirimir una afrenta al
honor, hoy, quien mande sus padrinos al ofensor, no solo no conseguirá su
propósito de luchar con este, sino que será objeto de la mofa social, ya que
la gente le considerara un individuo que no está en sus cabales. Así, pues, el
grado de potencia de un deber es variable, dependiendo del grupo social

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ETICA Y DERECHOS HUMANOS

siente, en determinadas circunstancias, el incumplimiento de las normas


como más o menos grave.

LA CRISIS DE VALORES EN LA SOCIEDAD

Hay sociedades que, en un determinado momento de su historia, se perciben a sí


mismas inmersas en una grave crisis de valores. Este es el caso del Perú
contemporáneo. Sabemos que algunas personas se insertan en su cultura
incorporando sus valores morales, mientras que otros lo hacen sin atenderlos en
absoluto. De un lado está la diversidad cultural y racial del Perú, o lo que podríamos
llamar las culturas objetivas. Del otro lado está la cara subjetiva de la cultura, que es
esa capacidad, que las personas tienen o no, de identificarse con ciertas cosas de
su entorno que no les reportan beneficios inmediatos. Ese es el terreno de los
valores morales. Como se sabe, esa cultura valorativa, que tiene a las personas
como uno de sus principales ‘objetos de aprecio’, es muy escasa entre los
peruanos.

Desde un punto de vista ético, la culpa y la vergüenza son los sentimientos que
deberían embargarnos al constar esta carencia. Sobre todo el sentimiento de culpa,
que con tanto afán queremos erradicar de nuestras vidas privadas y de la vida
pública, debería hacerse presente en cada persona que, habiendo percibido esa
ausencia, no hiciera nada por remediarla. La dimensión moral de la cultura se
expresa de manera definitiva en la vida de una persona cuando ésta es capaz de
valorar lo que asume que es ajeno y cuidarlo como propio. En eso, obviamente, no
ha sido educada la mayoría de los peruanos. Lo que es menos obvio es la gravedad
del daño producido por esa falta de educación moral.

Hay una crisis de valores que se extiende en todo el mundo. Se necesita volver a la
ética. La ética humanista se alcanza formando conciencia a través de sólidos
principios y criterios morales en un medio donde la ignorancia sobre los valores es
grave, o cuando estos han sido trastocados por otros de signo material. Actualmente
percibimos ausencia de una correcta comprensión del significado de la libertad
como atributo de la persona humana.

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ETICA Y DERECHOS HUMANOS

La causa psicológica, es la perdida del sentido del deber y el consiguiente


fortalecimiento del sentido de los derechos. El psicoanálisis pone en tela de juicio la
posibilidad de que la conciencia individual sea capaz sin màs, de establecer
contenidos morales.

RAZÓN ÉTICA Y RAZÓN TÉCNICA

Toda sociedad se caracteriza por albergar en su seno concepciones morales


diversas, si bien en las sociedades primitivas esa diversidad es mínima mientras
que en nuestra sociedad alcanza un elevado grado de desarrollo. Cuánto más
complejo es el tejido social y mayor la diferenciación social funcional entre
individuos y grupos, instituciones y organizaciones, tanto mayor es el grado de
complejidad en el terreno de las concepciones del mundo y de la vida y, por tanto,
en el campo de la moral y de la política.

La razón técnica se impone, de esta forma, sobre la razón ética, sofocándola al


extremo, y el fenómeno civilizatorio, cuyo orígenes corresponden a la aceptación de
un mensaje de civilización de lo humano, esto es, de la salvación ética y religiosa
del hombre, se trasmuta en una inmensa máquina de poder. La ética da prioridad a
la normativización material de todo el conocimiento, de tal forma que éste esté al
servicio del bien ético que, su versión individualizada, es la virtud.

El hombre encuentra su sentido en el mundo asumiendo que es destinatario de un


orden objetivo de valores que se concreta en normas que expresan deberes.
Dejándose penetrar sumisamente por el deber es como alcanza su perfección, su
verdadero ser humano, y asimismo su libertad profunda.

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ETICA Y DERECHOS HUMANOS

LOS DERECHOS COMO IDEOLOGÍA

Para Marx la ideología es sinónimo de concepción del mundo justificadora, y al


mismo tiempo engañosa, de la denominación de la burguesa sobre el proletario. Así,
para la mentalidad positivista toda actividad intelectual es la clasificable o bien como
ciencia o ideología.

Pues bien, lo cierto es que las dos corrientes, marxismo y positivismo, consideran
que los derechos naturales, triunfantes con las revoluciones inglesas, americana y
francesa, no son otra cosa que mera ideología. Para Marxismo constituye un
instrumento en manos de la burguesía con objeto de encubrir el dominio de clase y
engañar, consciente o inconscientemente, a la clase oprimida, al proletariado. Para
el positivismo, los derechos humanos son una manifestación de la filosofía del
derecho natural, la cual, a su vez, es descalificad globalmente como ideológica, esto
es, como no científica.

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