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ARCOS

Parte fundamental de la ofrenda son los arcos, elaborados con flores de cempoaxóchitl, los cuales simbolizan, en
primera instancia, la conexión que se establece del más allá con nuestro mundo real. Desde el 30 de octubre
inicia el festejo con la “construcción del altar”, para lo cual se utilizan varas y palos de aquiche, a los que dan
forma de un arco que cubren con flores de cempoaxóchitl y mano de león (flor de color morado). Son adornados
con máscaras de madera, fruta, comida, pan de muerto y figurillas de barro

En lo alto del altar se cuelga “el pan de muerto” en forma de muñeco. Este alimento cumple varias funciones,
pues se usa de ofrenda y es la representación de los seres ya fallecidos. Igualmente, frente al altar coloca un
tronco de la planta de plátano conocido como chieve el cual es sostenido por cuatro estacas delgadas para
levantarlo del suelo. En él colocarán las velas durante toda la fiesta.
PAN DE MUERTO
Los orígenes del pan de muerto se remontan a las ceremonias prehispánicas en honor a Huitzilopochtli, dios de
la guerra en la mitología mexica.
Durante dichas celebraciones se elaboraba un tipo de pan con amaranto, el cual se moldeaba para representar
la figura del dios guerrero que, después de ser sacrificado de manera simbólica, era compartido y comido por el
pueblo.
Coronando la parte central del pan, se observa una protuberancia que representa el cráneo de un esqueleto del
que se desprenden cuatro canelillas o hileras de pan en forma de huesitos; dichos huesitos están colocados en
forma de cruz y simbolizan los cuatro rumbos del universo en la cosmogonía prehispánica, aunque también se
les asocia con los cuatro puntos cardinales relacionados con divinidades como Quetzalcóatl, Huitzilopochtli,
Tezcatlipoca y Xipetotec.
En cuanto a la forma circular del pan, se cree que es una representación del ciclo constante que transcurre
entre la vida y la muerte.
LA FLOR DE CEMPASÚCHIL

El cempasúchil (nombre científico: Tagetes erecta), es una hierba anual de 60cm a 1m de altura que florece de
manera muy vistosa, debido al color de sus flores amarillo o fuerte color naranja, después de la temporada de
lluvias. Es muy aromática al estrujarse. La denominación popular viene de la palabra en náhuatl
cempohualxóchitl, que podría traducirse como veinte flores o de los cuatrocientos pétalos.

Junto con las calaveritas de azúcar y el pan de muerto, las flores de cempasúchil uno de los íconos de las
fiestas de muertos (celebradas en México durante los días 1 y 2 de noviembre) y es una tradición que ha tenido
presencia en la ritualidad de los pueblos prehispánicos y su permanencia en las tradiciones católicas, la ha
hecho una flor indispensable, sobre todo en las fechas que sirven para conmemorar y recuperar la cercanía con
aquellos que se han ido.

Según la secretaría de Cultura, "su color amarillo evoca al Sol, que, en la tradición azteca, guiaba las almas de
los difuntos". Las flores se deshojaban y los pétalos de cempasúchil solían usarse para formar un camino desde
la puerta de la casa hasta el altar de muertos, de manera que los espíritus encontraran el camino hacia sus
seres queridos. En el altar se distribuyen los pétalos de esta flor, realizando una decoración característica de
estas fechas.

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