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Los francos y el nacimiento del Imperio Carolingio

1. Precedentes. Los francos

Los francos forman parte de una segunda oleada de pueblos cuyo pasado étnico es menos
conocido que, por ejemplo, visigodos, suevos, vándalos, alanos o burgundios. Los francos
surgen de una agrupación de diversas poblaciones, federación de pueblos germanos que tiene
lugar en la frontera occidental del limes en el s. III.

En el s. IV se distinguen dos grupos importantes: los francos salios, que desde mediados de ese
siglo ocupan el territorio de la actual Bélgica, orilla izquierda del Rin. Los otros, los francos
ripuarios ocupan la orilla derecha del Rin.

Ya figuran en las fuentes los francos como aliados de Roma en el 406 defendiendo el Rin. En el
451 aparecen luchando contra Atila y unos años después el rey de los francos, el padre de
Clodoveo, Childerico, lucha también al lado romano contra los visigodos del Reino de Tolouse,
y contra los sajones piratas que se infiltran por el río Loira.

La 1ª historia de los francos es mal conocida; los nombres de sus jefes no aportan grandes
precisiones y no ayudan a esclarecer las vicisitudes de este pueblo. Parece que hay una etapa
de colonización en el s. V en el norte de la Galia, hay momentos como comentamos de
colaboración con Roma y también incursiones violentas contra las plazas del Imperio en la
frontera del Rin: Colonia, Tréveris, Maguncia, etc.

La historia de los francos empieza a esclarecerse a partir del año 482, con la figura de
Clodoveo, verdadero fundador del reino Franco. Éste va a realizar una ofensiva destinada a
ocupar la totalidad de la Galia; ésta se dirige contra un pequeño reino residual romano, el
estado de Siagrio, general romano que había recibido de su padre un pequeño estado donde
hay una pequeña autoridad romana que llega hasta el río Loira, con capital en Soissons. En 486
derrota a Siagrio.

El primer paso es eliminar al reino de Siagrio y después eliminar o someter a los alamanes. Más
hacia el este y por último dirige su ataque hacia el reino visigodo de Tolouse, salvo el reino de
Borgoña (burgundios), consiguiendo unificar la Galia a finales del s. V, principios del s. VI.

A partir del siglo VI la monarquía se denomina historiográficamente Franco-Merovingia, con


orígenes míticos en un antepasado de Clodoveo llamado Meroveo.

2. El reino Franco-Merovingio

Se va a ir potenciando progresivamente y es en el s. VIII cuando se va a cimentar el núcleo de


un nuevo imperio que aspira a reconstruir el Imperio Romano de Occidente, el Imperio de
Carlomagno.

Se trata de un reino con pretensiones de unificar en una gran unidad política no solo a Francia
sino a otros pueblos que pertenecen al Imperio.
Los francos habían entrado en la historia con Clodoveo (481-511). El historiador franco por
excelencia es Gregorio de Tours, fines del s. VI, y la visión que da del monarca es una
reconstrucción algo tardía; en cambio tiene mayor importancia y peso histórico por los datos
que aporta sobre los sucesores de Clodoveo, ya que fue contemporáneo de sus nietos.

El reino franco había sometido a Siagrio en el 486, también a turingios y alamanes y había
intentado ocupar el reino burgundio. El hecho decisivo es que a raíz de la victoria contra los
alamanes, el rey y su corte se convierten al catolicismo en 499. Clotilde la esposa de Clodoveo
tuvo mucha importancia en esta conversión. Los francos, a diferencia de otros reinos y pueblos
bárbaros, no pasan por una etapa arriana.

Otra regiones que tampoco ocupan son la Septimania, es decir, la antigua Narbonense, que
pertenecía en ese momento a los visigodos, y la Provenza, que habían ocupado los ostrogodos
de Teodorico y que después ocuparían los burgundios.

Sus hijos van a ir terminando de perfilar el reino Franco: ocupan Borgoña en el 534, el reino
alamán de la Retia y Provenza (536), cedida a los ostrogodos a la muerte de Teodorico.

Dentro de la Galia hay dos regiones que no están bajo la soberanía franca: Bretaña y
Septimania. Turingia, sin embargo, se había sometido, también Baviera en el 55, y hay intentos
de someter Sajonia.

A la muerte de Clodoveo en 511 el reino fue dividido entre sus cuatro hijos: Clodomiro,
Thierry, Childeberto y Clotario. Cada uno de ellos recibe una parte del reino; cada lote está
formado por dos clases de tierras: un trozo de tierra al norte del Loira y otro trozo al sur del
Loira.

Clodomiro fija su capital en Orleans; Clotario en Soissons; Thierry en Reims y Childeberto en


París.

Los cuatro están casi juntos, codo con codo, y parece que la unidad franca se mantiene a pesar
de ese reparto.

El reino de Clodomiro tiene los dos lotes que le tocan juntos. A la muerte de Clodomiro, su
porción del reino se reparte entre los tres hermanos, previa eliminación de sus descendientes.

Al morir Thierry su hijo le sucedió sin dificultad y también su nieto, hasta el 555 en que no hay
ningún descendiente directo. Esa porción pasa a Clotario y queda también Childeberto, al
morir éste en el 558 Clotario reúne esa porción y con él, con Clotario I, va a terminar la
reconstrucción del Reino Franco. La cosa cambia a su muerte, pues sucede una nueva división
en dos lotes entre sus cuatro hijos: a dos de ellos le tocan dos partes importantísimas: a
Chilperico el Reino de Neustria con capital en Soissons, y a Sigeberto el Reino de Austrasia con
capital en Metz.

Hay tentativas de expansión en este período de los francos hacia Italia. Teodeberto, hijo de
Thierry, había organizado varias expediciones contra el norte de Italia. En esos años del s. VI se
suceden luchas entre bizantinos y ostrogodos que coinciden con la unificación de Clotario y la
división entre bizantinos y lombardos. A la muerte de Clotario el reino más pujante en Italia es
el Lombardo.

Los visigodos intentan en varios momentos aliarse con los francos, de hecho, hay princesas
visigodas que se casan con francos y viceversa. Chiperico casó con Galswinta y Sigeberto con
Brunequilda, princesas visigodas hijas de Atanagildo.

Chilperico, instigado por su amante mató a su mujer, y Brunequilda se vengó de él provocando


un enfrentamiento entre el pueblo franco que duraría toda la mitad del s. VI. La realeza franca
perdió prestigio y el asesinato de Sigeberto a manos de Fredegunda, la amante de su hermano,
en 575, la muerte de Chilperico en 584 en raras circunstancias, y el asesinato de Teodeberto
nieto de Brunequilda por su hermano Teodorico II en 612 fueron decisivos.

Al final de tantas atrocidades, el hijo de Chilperico, Clotario II acabó con su tía y con los hijos de
Teodorico II, consiguiendo restaurar la unidad del regnum francorum en el 613.

3. Los últimos merovingios

Los lombardos eran el pueblo que hacía peligrar la estabilidad en la antigua Galia. Avanzaron
por Provenza y llegaron al río Ródano, pero Gontrán, rey de Borgoña, los contuvo en diferentes
años: 569, 571 y 574. Su sobrino Childeberto II, rey de Austrasia, se alió con el emperador de
Bizancio para ir en contra de ellos pero su muerte en el 595 paralizó la contienda.

En la antigua Germania entraron en contacto con nuevos enemigos, especialmente los ávaros,
un pueblo nómada de Eurasia que emprendió un viaje en el s. VI hacia Europa Central y
oriental y ocupó Panonia hasta el comienzo del s. IX.

Los ávaros capturaron al rey Sigeberto I y los austrasianos tuvieron que pagar un rescate para
conseguir liberarlo. En 596 su viuda, Brunequilda, compraría la retirada de los ávaros que
amenazaban Turingia.

Los bretones, que se habían mantenido fieles a los francos y aceptado la soberanía de
Clodoveo, a partir del siglo VI sus gobernante derrotaron en varias ocasiones a los
merovingios. Tampoco pudieron los últimos merovingios apoderarse de la Septimania, que
estaba en poder de los visigodos. Los gascones o vascones serían los últimos que se
enfrentarían a ellos. Llegaron hasta el Garona desde el Pirineo en 580 y no se les pudo
expulsar, dando nombre a la región de Gascuña.

Austrasia, Neustria y Borgoña habían recaído en Clotario II y luego en su hijo Dagoberto (629-
639). El primero se había mantenido en el poder a cambio de concesiones a la aristocracia y a
los mayordomos de palacio de cada reino.

Dagoberto pudo detener en los diez años que estuvo como monarca el proceso de
disgregación. Consiguió que bretones y vascones le juraran fidelidad. En política exterior, era
respetado por la aristocracia visigoda y fue vital su ayuda para que Sisenando obtuviera el
trono frente a Suintila. Con el Imperio acordó una tregua perpetua, y logró que lombardos y
sajones se agruparan a su alrededor frente al peligro eslavo.
Dagoberto, que murió en 675 tras como Clotario II haber logrado contener el reino merovingio
en sus fronteras, sería a la postre el último rey merovingio como tal pero murió a los 36 años y,
a partir de él, el poder real del reino estará en manos de los ya citados mayordomos de
palacio.

El reino merovingio en estos últimos años siempre fue débil ante las fronteras y ante la
resistencia de turingios, alamanes y bávaros éstos por fin se independizaron. En el exterior
había amenazas por todos los lados: ávaros, bretones, lombardos y frisones, además de que la
Septimania no sería por ahora franca sino visigoda.

Respecto a los frisones, éstos dejaron de ser tributarios de los francos con Dagoberto I.
Ocupaban la costa del Mar del Norte y para aplacar su revuelta Pipino casó a uno de sus hijos
con la hija de uno de sus jefes. A partir de ahí se abrió camino para la evangelización de los
frisones, que eran aun paganos.

Y no hemos citado a Gascuña, la antigua Aquitania romana, bajo la jefatura de duques de


origen franco que iba camino de la independencia cuando la presencia árabe se intuía ya al
otro lado del pirineo.

4. Los mayordomos de palacio

La nueva fuerza del poder en el reino merovingio la constituyen los mayordomos de palacio.
Éstos eran encargados de la administración de la casa real y pronto se erigen en jefes de todos
los cargos domésticos del palacio. En una monarquía en la que solo cuenta la voluntad
despótica del rey, la nobleza, cuya riqueza se basa en la tierra, está pendiente de los favores
que alcance del monarca; se pone al servicio particular del rey y a él se liga por un juramento
especial de fidelidad, que es recompensado con nuevas concesiones territoriales.

La importancia de los mayordomos de palacio va en aumento pero su situación es un tanto


contradictoria, pues a la vez que representan los intereses del rey, pero son a la vez jefes de la
nobleza local. Oscilando sus actuaciones entre unos u otros.

Austrasia, el este franco, y Neustria, en el oeste, tenían un antagonista que les había llevado a
reclamar por cada Estado un rey particular; pero sobre todo una administración propia con
una "palatio" y un mayordomo privativo. Después surgen las rivalidades entre los mayordomos
y , además, éstos intentarán que sus cargos sean hereditarios , formando dinastías.

La supremacía la tenía Neustria, cuyo mayordomo era Ebroin, que logró imponerse en Borgoña
y en Austrasia. El de Austrasia era Grimaldo, hijo de Pipino, fracasó en su intención de sustituir
al rey fantoche de entonces por su propio hijo. Austrasia quedó por ello incorporada a Neustria
y la familia de Pipino quedó apartada del poder durante veinte años.

Cuando los nobles creyeron que era más peligroso un mayordomo que un rey, aunque fuera
un títere, llamaron a Childeberto II de Austrasia y Ebroin quedó apartado del gobierno. Al
recobrar el poder tomó venganzas terribles; una de sus víctimas fue el obispo de Autun,
Leodegario, que representaba los intereses de Borgoña.
5. Pipino de Heristal

Era el sobrino de Grimaldo. Pipino II, llamado de Heristal, llevaba el título de Duque no el de
mayordomo. Fue derrotado por Ebroin y huyó en el 680. Al ser asesinado éste volvió a la carga
y en Tetry, en el 687, derrotó a sus adversarios. Austrasia, el este, habría derrotado a Neustria.
Y ambos reinos quedaron unidos bajo el mando de Pipino, que puso al frente del Estado como
rey único a Teodorico III. Para contentar a Neustria les dio un mayordomo propio, que no fue
más que su hijo.

Pipino II logró mantener unido el regnun Francorum hasta su muerte, y se mascaba la tragedia,
pues sus hijos había muerto antes. Su viuda recogió el testigo en nombre de sus nietos,
menores de edad. Neustria se levanta contra Austrasia y en la contienda intervinieron sajones
y frisones, que llegaron hasta Colonia (715).

La salvación llegó de manos de Carlos Martel, un hijo bastardo de Pipino.

6. Carlos Martel

Su labor para recuperar el poder y mantener unidos los dominios de su padre fue asombrosa.
Aniquiló a la nobleza de Neustria, cuyo mayordomo se había aliado con los de Gascuña en
varias campañas.

Castigo a los sajones de 719 a 738; incorporó el ducado de los alamanes en 730; sometió a los
frisones en 733; en Gascuña no triunfó pero cuando el peligro musulmán llegó a la antigua
Galia, su duque, Eudón, solicitó su ayuda y contuvo el avance islamita en 732 en Poitiers.

Éstos ya había conquistado antes Carcasona, Nimes y a través del Ródano llegaron a Autun en
725. La victoria del 732 frente a los musulamanes fue la primera derrota de estos y Carlos
Marte se alzó como defensor de la Cristiandad.

En el sur su poder no fue grande desde entonces, ni pudo ocupar Gascuña tras la muerte de
Eudón no las tierras de Borgoña y Provenza, pues sus nobles habían aceptado a los
musulmanes. La frontera con el Islam estaba en Narbona.

A su muerte en 741 dejará repartido los territorios en dos, entre sus hijos Pipino y Carlomán.

7. Los carolingios

a) La monarquía carolingia y el Papado

Los carolingios no eran efectivamente reyes y Carlos Martel había mantenido la ficción en la
sucesión real en la persona de Teodorico IV. A la muerte de éste no le buscó sucesor y Pipino y
Carlomán todavía colocaron a un niño, Childerico como rey en 743.

Cuando por renuncia de su hermano quedó Pipino como único mayordomo, busco el apoyo
del Papado, el papa Zacarías, al respecto. Una asamblea de nobles celebrada en Soissons le
aclamó como rey en noviembre de 751.

San Bonifacio, a quien el papa había colocado al frente de los prelados de la Galia y Germano,
derramó sobre su cabeza el óleo santo, consagrándole a la manera de los reyes visigodos y de
los antiguos monarcas de Israel del Antiguo Testamento. La dinastía carolingia a diferencia de
la merovingia estaba ungida.

Desde el s. VII a la iglesia franca acudieron numerosos miembros de la nobleza franca,


especialmente de Austrasia y Neustria, por lo que se puede hablar de germanización del clero.
Por consiguiente también se apreció un empobrecimiento intelectual y moral del clero.

Una carta del monje Bonifacio, el que después sería San Bonifacio, cuenta el bajo nivel del
episcopado franco al describir que llevaban una vida torpe y disipada. Haba de que abandonan
el estudio de las sagradas escrituras y se dedicaban a beber, cazar y combatir en el ejército,
dejando de vigilar a los sacerdotes rurales.

b) La creación del Patrimonio de San Pedro

La unción de Pipino el Breve en Soissons cerró el pacto entre carolingios y el Papado. Los papas
esperaban encontrar en ellos una potencia frente a los longobardos. Esteban II ya había
acudido ante la corte de Pipino tras fracasar las conversaciones en 753. Bizancio tampoco
podía socorrerlo tras perder el Exarcado de Rávena ante el avance longobardo.

Pipino quiso primero antes de iniciar una campaña bélica en Italia negociar con Astolfo, rey
longobardo. Mientras tanto, Esteban II consagró a Pipino y a sus hijos, Carlos y Carlomán. en
abril del 754 en St Denis (París). El papa bendijo también a la reina Bertrada y a los grandes de
la corte, y prohibió bajo pena de inderdicto y excomunión, la elección de reyes fuera de esta
familia.

Tras el fracaso de las negociaciones con los lombardos el ejercito franco sitio Pavía en la
primavera de 755 y el rey Astolfo pidió la paz comprometiéndose a entrega a Pipino el
Exarcado de Rávena y otras conquistas que cedió al Papa por donación.

Pipino regresó a sus territorios y Astolfo hizo mutis por el foro y no solo no devolvió las tierras
sino que el 1 de marzo de 756 sitió Roma con tres ejércitos. Pipino recibió la llamada del Papa
y volvió a sitiar a Astolfo en Pavía, renovando los acuerdos anteriores con nuevas concesiones
y garantías.

Astolfo se comprometía a pagar unas contribuciones de guerra, el tributo que no habían


pagado antes. Las tierras y plazas entregadas estaban en el Exarcado de Rávena, la Pentápolis y
la Emilia, germen del Patrimonio de San Pedro o Estados Pontificios.

La falsa Donación de Constantino o Constitutum Constantini fundemantaría los derechos sobre


este territorio . Se trata de un documento que demostró ser falso Lorenzo Valla en 1440 en el
que el emperador Constantino en agradecimiento por su milagrosa curación de la lepra por el
papa Silvestre I le había concedido la primacía sobre las cuatro sedes principales de Antioquía,
Alejandría, Constantinopla y Jerusalén, y sobre las iglesias del mundo entero. Los clérigos de la
iglesia de Roma eran asimilados a senadores, cuyas insignias estaban autorizados a llevar. El
papa podría crear patricios y cónsules y otras dignidades imperiales.

Cedía al Papa Silvestre y a sus sucesores los derechos que tenía tanto sobre la ciudad de Roma
como sobre otras provincias, lugares y ciudades de Italia y tierras occidentales. Con la
soberanía sobre estos territorios el papa obtenía todas las prerrogativas e insignias imperiales:
diadema, mitra, pallium, clámide de púrpura, la túnica escarlata, el cetro, las banderas...

Es decir, Silvestre I había recibido la principatus potestas (potestad imperial) y los honores
imperiales inherentes a la misma, elevando a la Sede de San Pedro sobre cualquier otro trono
terrenal.

La corona imperial pertenecía al Papa que, no deseando ceñirla, la había cedido a Constantino
quien le había regalado la iglesia y el palacio de San Juan de Letrán, residencia de los Papas
desde entonces.

Constantino se reservaba Oriente y su nueva capital a la que dio nombre, y no ejercería su


potestad o autoridad sobre la sede propia del emperador en Roma.

Pipino una vez que entregó las tierras del Patrimonio de San Pedro al Papa dedicó el resto de
su vida a conquistar Septimania y Gascuña. La primera fue liberada de los musulmanes entre
el 752 y 759, con la ayuda del pueblo al que se comprometió a respetar sus leyes góticas.

Gascuña era un territorio dentro del reino franco-carolingio pero con un estatus especial
autónomo. Sus habitantes estaban remisos a toda ingerencia franca. Sus duques eran
apoyados por vascones como tropas selectas.

Del 760 a 768 Pipino realizó una serie de campañas en el territorio que va del Loira al Garona y
no fue hasta que muera su duque Waifros o Gaiferos, cuando pueda extenderse hasta los
Pirineros. A sus habitantes les repetó sus leyes romanas, por las que serían juzgados.

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