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Origen de Uruguay

Para conocer la historia y origen de Uruguay primero debes conocer cómo es y su situación
geográfica. Uruguay es el Estado de América del Sur de menor superficie. Tiene frontera al norte
y al este con Brasil; al oeste con Argentina (ver historia de Argentina), de la que lo separa el rio
Uruguay, y al sur con el Río de la Plata y el océano Atlántico.

Toda la historia de Uruguay parece marcada por el hecho de ser una especie de frontera entre los
dos colosos de América del Sur. Así, en la época colonial vio ocupado su territorio por españoles
(ver historia de España) y portugueses (ver historia de Portugal), y luego por argentinos y
brasileños, hasta que Artigas y sus herederos llevaron a la pequeña república a la independencia.

Uruguay es un país austero y europeizado en sus inmensos llanos, dedicados sobre todo a la
ganadería, pero en sus escasas selvas tropicales conserva un pequeño núcleo de población
indígena que aún practica ritos ancestrales.

Solo hay una gran ciudad, Montevideo, y a los uruguayos les quedan muchas tierras que
conquistar y que poner en cultivo; así, el país puede tener uno de los más prometedores futuros
del continente americano si logra superar el escaso crecimiento de su población.

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Descubrimiento y colonización de Uruguay

En 1514, Juan Díaz de Solís, piloto mayor de la Casa de Contratación de Sevilla, capituló con la
corona para descubrir un paso hacia el Pacífico. Al año siguiente partió rumbo a las Indias, llegó a
la desembocadura del Río de la Plata y se internó hasta el río Uruguay, donde encontró la muerte
a manos de los indios charrúas.

Con los charrúas, habitaban en la zona indios guaraníes, yaros y bohanes, que fueron
catequizados más tarde por jesuitas y franciscanos. El territorio de Uruguay no fue
inmediatamente colonizado por los españoles, que se instalaron en la otra orilla del Río de la
Plata, donde fundaron la ciudad de Buenos Aires y establecieron una gobernación dependiente
del virreinato del Perú (ver historia del Perú).

Pero durante la gobernación de José de Garro (1678-1682) los portugueses establecieron la


colonia del Sacramento en la confluencia del Uruguay con el Río de la Plata (1680).
Reconquistada y cedida en varias ocasiones por España, pasó definitivamente a manos de ésta
en 1777.

Para contrarrestar la penetración portuguesa y francesa, el gobernador de Buenos Aires, Bruno


Mauricio de Zabala, expulsó a los portugueses del pequeño puerto de Montevideo y fortificó la
población (1726).

Antiguo billete de Uruguay con imagen de Bruno Mauricio de Zabala

En 1776 fue creado el virreinato del Río de la Plata y modificada la estructura administrativa de la
colonia. Montevideo quedó como la capital de un gobierno fronterizo, en tanto que los territorios
de la otra orilla del Plata eran organizados en intendencias.

La segunda mitad del siglo XVIII marcó el auge de Montevideo como centro comercial, sobre
todo a partir de la Real Orden de Libre Comercio de Carlos III (1778), que la colocó en situación
de igualdad con respecto a Buenos Aires.

En 1807, como consecuencia de la política de bloqueo a Gran Bretaña seguida por España bajo
dirección francesa, la flota británica ocupó Montevideo; este suceso señaló el inicio de un
despegue de la colonia respecto de la metrópoli, pues tras ser rechazada la ocupación
empezaron a realizarse movimientos independentistas. En 1810 una Junta obligó al virrey a
depositar en ella los poderes, y Buenos Aires se declaró independiente.

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Historia de la Independencia de Uruguay

El caudillo de la independencia uruguaya fue José Gervasio Artigas, quien con el Grito de Asencio
(28 febrero 1811) sublevó a los orientales, que vencieron a los españoles en la batalla de las
Piedras (mayo 1811).

Ocuparon Montevideo en 1814, lo que marcó la independencia uruguaya, amenazada por el


intento bonaerense de constituir un gran estado con los territorios del Río de la Plata y por el
expansionismo brasileño (ver historia y origen del Brasil).

Batalla de las Piedras (mayo 1811)

Si las ambiciones argentinas fueron rechazadas (batalla de Guayabos, 1815), no sucedió lo


mismo con Brasil, que ocupó el país tras cuatro años de lucha. Después del Congreso cisplatino
de 1821 Uruguay se convirtió en la Provincia Cisplatina del “Reino Unido de Portugal, Brasil y
Algarbe”, y el caudillo Artigas tuvo que abandonar la lucha y exiliarse.

En 1824, con la creación del imperio brasileño, siguió formando parte del mismo, pero en 1825
Argentina, movida por los exiliados uruguayos, fomentó la expedición de los Treinta y Tres
Orientales que, al mando de Lavalleja y de Rivera, sublevó al país.

Una asamblea en Florida proclamó la incorporación de la Banda Oriental a las Provincias Unidas
del Río de la Plata, anexión reconocida por Buenos Aires. Las victorias se sucedieron, pero en
diciembre de ese año Brasil declaraba la guerra a las Provincias Unidas, con lo que las obligaba a
abandonar su neutralidad.

Argentinos y uruguayos vencieron a los brasileños en la batalla de Ituzaingó (febrero 1827). Una
paz negociada bajo control británico llevó a Brasil y Argentina a desistir de sus propósitos
anexionistas, y reconocer por la paz de Río (2 agosto 1828) la independencia de la Banda
Oriental. Los intereses británicos estimularon la formación de la República Oriental del Uruguay,
como zona de penetración en Iberoamérica y como Estado tapón entre Argentina y Brasil.

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Del golpismo al régimen constitucional

En 1830 Uruguay adoptó su primera Constitución de tipo unitario y se configuraron los dos
partidos políticos que han caracterizado tradicionalmente la vida política del país. El Partido
Liberal o Colorado (creado por Rivera) se caracterizó por su ideología liberal y vagamente
izquierdista, en tanto que el Partido Nacional o Blanco (creado por Oribe) adoptaba una
orientación nacional-conservadora.

proclamación de la primera constitución uruguaya

La presidencia de Venancio Flores condujo a la intervención en la guerra contra Paraguay


(1865-1870). Tras un periodo de enfrentamientos civiles, el triunfo de los civilistas en 1890 sentó
las bases para un normal desenvolvimiento de la vida política, lo que favoreció la afluencia masiva
de inmigrantes cualificados profesionalmente y las inversiones de capital extranjero.

La figura política más notable fue José Batlle y Ordóñez. Durante sus dos presidencias
(1903-1907 y 1911 -1915) se desarrolló la legislación social. Batlle presentó un proyecto de
reforma constitucional para establecer un ejecutivo colegiado de nueve miembros (Consejo
Nacional de Administración), al estilo de Suiza, recogido por la Constitución en 1919.

El presidente de Uruguay José Batlle y Ordóñez

El sistema funcionó, pero en 1933, aprovechando las condiciones creadas por la depresión
económica, el presidente Gabriel Terra estableció un gobierno de tipo dictatorial, derogó la
Constitución y la reemplazó por otra que suprimió el carácter colegiado del poder ejecutivo.

En 1942 el general Alfredo Baldomir prolongó su mandato por medio de un nuevo golpe de
Estado, pero el desarrollo de la II Guerra Mundial normalizó la situación política y aceleró el
crecimiento económico, especialmente en la ganadería, la agricultura y las industrias derivadas.
Tras la ruptura de relaciones con el Eje, Juan José de Amézaga fue elegido presidente (1942).

Presidente Gabriel Terra

En 1951 el presidente A. Martínez Trueba volvió de nuevo al sistema colegiado de gobierno,


renovable cada cuatro años. Se hizo cargo del poder un Consejo Nacional de Gobierno
compuesto de nueve miembros, tres de ellos representantes de la oposición.

A partir de 1954, la baja en los precios de la lana, la carne y los cueros, junto con el aumento de
las importaciones, abrió una profunda crisis económica. En 1958, los colorados, que se habían
mantenido en el poder desde 1848, fueron derrotados por los blancos, que en 1964 conservaban
aún una débil mayoría parlamentaria.

Presidente Oscar Gestido

En agosto de 1966 fue aprobada por referéndum una nueva Constitución que, al abandonar el
sistema de ejecutivo colegiado, reinstauró el sistema presidencial, En noviembre de 1966 fue
elegido presidente Oscar Gestido, del Partido Colorado.

El nuevo sistema, lejos de aportar estabilidad al país, contribuyó a agravar sus contradicciones
internas: una prolongada crisis económica y el control del movimiento sindical por los partidos de
izquierda, débilmente representados en el Parlamento, desembocaron en una ola de conflictos
laborales, a los que el gobierno, además de la represión, solo pudo oponer un plan de austeridad
basado en la reducción de las importaciones y la devaluación de la moneda.

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Agitación popular y represión

El 6 de diciembre de 1967 murió Gestido y le sucedió el vicepresidente, J. Pacheco Areco, cuyas


primeras medidas fueron un plan de austeridad, la prohibición de los partidos de izquierda y la
clausura de algunos de sus órganos de prensa.

El Movimiento de Liberación Nacional, cuyos miembros eran conocidos como tupamaros


(extrema izquierda), exacerbó la agitación social con una campaña terrorista, que obligó a la
implantación del estado de sitio (1970).

El nuevo presidente, el colorado Bordaberry (1971), declaró el estado de guerra interno (1972), y
tras la intervención de las fuerzas armadas (1973), en un golpe de Estado incruento, se creó un
Consejo Nacional de Seguridad, formado por militares y civiles, presidido por Bordaberry.

La Constitución fue suspendida y disueltos el Parlamento, los partidos políticos de izquierda y las
organizaciones de los trabajadores, con lo que se puso fin a la democracia uruguaya. La
represión política y la agudización de la crisis económica obligó a miles de uruguayos a
abandonar el país (1975). En 1976 Bordaberry fue destituido y el Consejo Nacional designó a
Aparicio Méndez nuevo presidente de la República.

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Democratización de Uruguay

Méndez mantuvo la represión, y la crisis económica hizo fracasar el referéndum a favor de una
nueva Constitución (noviembre 1980). La presidencia del general Gregorio Álvarez (1981-1985) no
permitió mayores libertades públicas ni mejoró los derechos humanos, lo que causó gran
malestar.

Huelga general de 1984

El descontento popular se agravó por el deterioro de la economía (huelga general de enero de


1984 convocada por el Plenario Intersindical de Trabajadores) y el Gobierno se vio obligado a
convocar elecciones.

El nuevo presidente, Julio María Sanguinetti, del Partido Colorado, tomó posesión el 1 de marzo
de 1985 al frente de un ejecutivo de “reconciliación nacional”. En diciembre de 1986 una ley de
amnistía puso “punto final” a los juicios contra los militares.

Tras una presidencia del Partido Nacional (1989-1993), Sanguinetti volvió al Gobierno y aplicó
diversas reformas democratizadoras. El Partido Colorado confirmó su hegemonía en las
elecciones presidenciales de 1999 con la elección de Jorge Batlle.

A principios de 2002, la crisis económica argentina provocó el quebranto de los principales


sectores económicos del país. A pesar de los problemas financieros, el Gobierno uruguayo
consiguió firmar una ley de estabilidad (agosto) y recibió un crédito del Fondo Monetario
Internacional.

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