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Chile-santiago, Diciembre 1905

CARTA AL dIRECTOR
Los sucesos de la huelga
Han transcurrido cerca de quince días y los temores y sobresaltos de la mayoría de los habitantes
de Santiago aun no concluyen.

Las depravaciones causadas y sedienta de pillaje mantienen aún en tensión los nervios de las
personas de costumbres pacificas que se pasan la vida entregas al trabajo.

Desde el primer momento de la asonada pudo notarse lo del impuesto de la carne solo fue un
pretexto, un motivo para los rateros que se plagaron por fuera de las filas de la clase obrera.

Todos esos obreros de las afueras de la cuidad que triste es decirlo, pero en verdad, no sabe nada
de nada, se dio cita en Alameda, y son darse cuenta de lo que ocurría tomo parte de la
manifestación, sus fines generosos o manifestante dio el ánimo de provocar un desorden y caos
que causo muchas muertes de manifestantes que en realidad querían cambios con el aumento de
impuesto de la carne.

Que el impuesto de la carne en cuestión no debió verificarse ese día, es cosa que salta la
vista. Las sociedades obreras sabían muy bien que la ciudad estaba sin guarnición ellas o
sus directores conocen, como cualquier hijo del vecino, las costumbres de nuestro bajo
pueblo y era natural que no debió darse para una emergencia funesta.

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