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La leche me parece muy apetitosa e íntimamente unida a los deseos eróticos: a este respecto, nada

sería más legítimos que invocar la fijación edípica, que reviste para mí características
extraordinariamente importantes y determinantes. Por otro laso, la leche esconde un sentimiento
muy acusado de peligro y de muerte; esta última representación simbólica de la leche materna
dentro del horror del incesto, se explica también por representaciones muy poderosas surgidas de
las particularidades atribuidas al vegetal que acabamos de considerar, el curso de mis paseos
infantiles por los alrededores de Figueras. En realidad, mi madre me había prohibido tocar e incluso
aproximarme a ese vegetal, del que quería convencerme que era venenoso por simple contacto; casi
en la misma época me habían impresionado ciertos relatos de los niños de la escuela que me
aseguraban que, frotado con leche de Santa Teresa, el pene adquiría proporciones enormes que
causaban la muerte.
Dalí, El mito trágico del Angelus de Millet, pag 92, 93

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