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La solidaridad al iniciar el año

José Jesús Carrera Mendoza

«Y el Rey les dirá: “Os aseguro que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños a
mí me lo hicisteis”» Mt 25,40

Antes advertimos que la alegría del cristiano en la Navidad no radica en lo que tiene, en lo que
come o bebe; está en el nacimiento de su Salvador, en la humildad, simplicidad y misterio que
libra del pecado y egoísmo: lo lanza hacía Dios. Pasadas las festividades navideñas, donde es muy
probable que algunos cristianos pasaran la Navidad sin Jesús, sumergidos en el materialismo y los
excesos.

Al iniciar este nuevo año, teniendo fresca la imagen del niño en el pesebre, reflexionemos sobre
cómo combatir, comenzando en nosotros, el materialismo tan arraiga en nuestra cultura y aun
nuestra fe. La respuesta la encontramos en ese mismo niño que nos ha nacido, pues Dios, al poner
su morada entre nosotros, nos muestra que quiere estar cerca de nosotros para mostrarnos la
vida, la verdadera vida. Se solidariza con la salvación del género humano, no es indiferente al
hombre sino que se hace uno con él, a su lado.

«La solidaridad es una virtud eminentemente cristiana. Es ejercicio de comunicación de los bienes
espirituales aún más que comunicación de bienes materiales» (CATIC 1948). Así, proponemos
contrarrestar el materialismo anteponiéndole la actitud solidaria, «Solidaridad de los pobres entre
sí, de los ricos y los pobres, de los trabajadores entre sí, de los empresarios y los empleados, la
solidaridad entre las naciones y entre los pueblos» (CATIC 1941), buscando siempre como
prioridad el Reino de Dios y su Justicia, y confiando que lo que necesitamos por añadidura vendrá
(Cfr. Mt 6,33).

En un mundo envuelto en la capa de un egoísmo muy material, querer el bien material siempre
para mí y mi bienestar, es necesario que el cristiano se solidarice con todos: comunicando no sólo
lo que posee materialmente, sino aquel tesoro que lleva en una vasija de barro. La solidaridad del
hombre con el hombre nace y se funda en Jesús, que siendo Dios se hizo hombre: para alcanzarla
es esencial encontrarnos con él.

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