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Contextualización
Barroco
Corrientes poéticas
Culteranismo
Poesía culta y poesía tradicional
Introducción
Tema
Estructura externa
Estructura interna
Análisis
Conclusión
Estamos ante un poema que nos traslada a la lírica popular, tanto en la forma, como en el
tratamiento: habla una mujer, la presencia de la madre, estribillo de amplias resonancias… La
mujer no se resigna a vivir las circunstancias presentes, por lo que se rebela con su llanto. Los
recursos destacados se repiten en diferentes ocasiones: paralelismo, antítesis, siempre para
resaltar el dolor, pues su esposo ha de ir a la guerra, así como su rebeldía que se manifiesta en
sus lamentos. Mención especial hay que dedicar a la musicalidad, resaltada no solo con la rima,
sino también en los paralelismos y en las anáforas.
Nos encontramos ante un célebre poema de Luis de Góngora (1561 – 1627); quien fuera el
máximo representante de la corriente estilística a la que pertenecía: la poesía culterana. Este
poeta cordobés escribió en la época barroca obras que trataban de impresionar al lector
estimulando todos los sentidos con sus versos.
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La generación del 27 fue un grupo de poetas que decidieron utilizar en su poesía metáforas y
técnicas literarias de estilo gorgorino y que se unieron a partir de la celebración del tercer
centenario de su muerte.
A los celos es un soneto cargado de sentimiento y rencor. Quizás nunca nadie haya descrito a
este duro y despreciable sentimiento con tanta sinceridad como Góngora lo hace. El lector se
sitúa en un paisaje gris oscuro cargado de negatividad y pesimismo con ciertos matices verdes
que aportan la idea de que los celos, a pesar de su maldad forman parte de la naturaleza del
ser humano. Con estos catorce versos observamos que el poeta detesta este sentimiento y lo
coloca a la altura lo infernal. Se dirige a los celos en forma de apóstrofe, como si de un
semejante a él se tratara; y les reprocha que conduzcan al hombre a sus más bajos y feos
sentimientos. No obstante logra describir este sentimiento negativo con una exactitud
inmejorable y consigue que, a pesar de lo infernal de sus palabras, se trate de una bella
creación literaria, lingüística, poética e incluso filosófica.
El poema se divide en cuatro estofas: dos de cuatro versos endecasílabos y dos de tres versos,
de once sílabas también. En la primera estrofa el poeta describe a los celos como una niebla
(verso 1) que viene a alterar la serenidad del hombre; algo infernal, maldito y peligroso como
una serpiente o una víbora. En la segunda estrofa se nos presenta la idea de que los celos se
pueden llegar a disfrazar de algo bueno o relacionado con el amor (verso 5) pero que
finalmente resulta un veneno mortal (verso 6). En la tercera estrofa el poeta deja de describir a
los celos para pedirles, aunque esta vez en singular: “¡Oh celo!” (verso 9) que desaparezcan y
se marchen “al reino del espanto” (verso 11), reino que, según el autor debe quedarse
pequeño para acoger a tanta maldad: “(si allá cabes)”. En la cuarta y última estrofa son dos las
ideas que se expresan; la primera de ellas la recoge el verso número 13, y declara que los celos
se alimentan de ellos mismos logrando así ir creciendo de manera incesante. La segunda idea y
con la que se cierra el poema supone que los celos deben ser aún mayor que el mismo
infierno.
Como en otros poemas de Luis de Góngora, ha de destacarse la inversión del orden lógico de
las frases de manera que resulta un tanto más compleja su lectura. Lenguaje culto y cuidado,
exclamaciones que acentúan la gravedad del tema y apóstrofes que aportan emoción a los
versos son otros de los recursos literarios empleados. No obstante, lo más característico son
las comparaciones y las metáforas, pues prácticamente en cada verso Góngora está
comparando los celos con alguna otra cosa, eso sí, todas ellas detestables y negativas: niebla,
furia infernal, serpiente mal nacida, mortal veneno, espada, etc.
Este poema, además de la belleza de su forma, aporta un importante tema de reflexión para
aquel que lo lee. Si conocemos la gravedad de este sentimiento quizás nos cuidemos más de
sufrirlo o de caer presa de sus peligrosas garras.