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¿¨O será cuestión de gustos¨?

(revisión teórico-metodológica a partir de ajustes de una investigación en


curso)
Analía Gerbaudo (UNL-CONICET)

Los lugares de la poesía. Intervenciones desde una zona de borde


La antología Poetas argentinas (1940-1960) de Irene Gruss se abre con un prólogo que lucha por escapar de los lugares
comunes de los prólogos de antologías recordándome la operación que Derrida practica en su poco ortodoxa introducción a
los estudios de Mallarmé, Sollers y Platón que reúne en La dissémination (1972). En ambos casos se descarta lo inútil: se
evita tanto el parafraseo de lo que de todos modos se va a leer más adelante como el intento de hacer aparecer como
¨objetivas¨ un conjunto de decisiones atravesadas por valoraciones personales. Irónicamente, tal vez como un modo de
adelantar lo que hará y lo que no hará en su antología, Gruss escribe:
¨-Todos, lo que se dice todos, no caben.
- Si hay algunos, que sean pocos.
- Si son muchos, se hará lo que se pueda pero -atención, aquí comienza la jerga pura- será arbitrario, por
‘capricho’.
- Vendrá a llenar un vacío, vaya que sí. O abrirá una brecha, y es claro que sí.
- O será cuestión de gustos. ‘Y aquí me quedo’.¨ (Gruss, 2006: 9)

En esta operación de Gruss advierto una conexión con este escrito que pongo a consideración en el que ajusto decisiones
teóricas y metodológicas tomadas al momento de formular el proyecto de investigación1 que también introduce.
Trato de explicar aquí dos cuestiones que sintetizo a partir de dos preguntas. Una: ¿por qué elegir la poesía de Aldo Oliva,
Juan Manuel Inchauspe, Estela Figueroa y Concepción Bertone como material de análisis? Dos: ¿cómo se liga este trabajo
con las preocupaciones que mis investigaciones vienen manifestando por las relaciones entre teoría y crítica literarias y
didáctica de la literatura?
En parte esta explicitación de decisiones opera como una suerte de marco para el trabajo posterior y se sitúa en línea de
continuidad con la puesta en circulación de papeles de investigación que ayuden a revisar el modo en que se han
configurado algunos ¨obstáculos epistemológicos¨ en las aulas de literatura en el nivel medio de enseñanza 2. Proceso de

1
Este trabajo es la primera comunicación de la investigación realizada en el marco del Proyecto presentado para el Ingreso a C arrera de
Investigador Científico y Tecnológico del CONICET. Tema: Poesía y poética en una constelación de autores de Santa Fe (Aldo Oliva, Juan
Manuel Inchauspe, Estela Figueroa, Concepción Bertone). Aportes para una cartografía cultural (1960-2005). Dirección: Dra. Susana
Romano Sued.
2
Hablo de continuidad ya que esta investigación se liga a otras dos: una en curso, otra finalizada. La investigación en curso se centra en la
detección de ¨obstáculos epistemológicos¨ (Bachelard, 1948, Camilloni, 1997) en las aulas de lengua y de literatura de EGB3 buscando
generar modos de intervención que ayuden a revisarlos (Obstáculos epistemológicos en la enseñanza de la lengua y la literatura en el nivel
EGB3: notas para una agenda didáctica actualizada, Curso de Acción para la Investigación y el Desarrollo -CAI+D 2005-, UNL). Este
estudio grupal realizado bajo mi dirección trabaja con datos recogidos entre los años 2003 y 2005. La muestra no sólo recorta diferentes
escuelas de la ciudad sino que, a través del Sistema Multimedial de Educación a distancia de la Universidad Nacional del Litoral, hemos
podido incluir referencias de propuestas didácticas desarrolladas en otras provincias. Centramos nuestro análisis en la detección de las
representaciones sobre la literatura, sobre la didáctica de la literatura, sobre el lugar de algunas prescripciones y/o construcciones
emanadas desde los organismos oficiales en los procesos de enseñanza y, especialmente, sobre el lugar de la lingüística, la t eoría y la
crítica literarias en las decisiones del docente (qué conceptos se decide enseñar o no enseñar a cada grupo de alumnos y por qué; desde
qué marco se promueve la lectura de la literatura y por qué; qué actividades se practican en torno de la lectura y de la escr itura generada a
partir de un texto literario, etc.). Recuperamos para ello el concepto de ¨obstáculo epistemológico¨ (Bachelard, 1948) con algunas
modificaciones exigidas por la naturaleza de los problemas relacionados con la enseñanza de la literatura ya que dicho concep to ha sido
pensado, aún en sus reformulaciones (cf. Camilloni, 1997), más bien para la enseñanza de las ciencias y no del arte. A partir de este marco
básico tratamos de detectar qué es aquello que se cree que se sabe y que bajo la forma de saber-cristalizado genera una suerte de inercia
que dificulta el proceso de construcción de un saber nuevo. Partimos del supuesto de que alumnos y profesores pertenecemos a una
cultura que suele compartir representaciones respecto de los objetos que la integran que muchas veces van en detrimento de una mirada
reflexiva: pareciera observarse cierta tendencia a confirmar los saberes mayormente extendidos sobre dichos objetos más que intentar
observar lo que los contradice, lo que los interpela, lo que abre nuevas preguntas y/o desestabiliza las respuestas. Cuando en el marco de
una microesfera de la cultura no aparecen preguntas sino sólo respuestas o cuando una respuesta se enquista, ¨el obstáculo
epistemológico se incrusta sobre el conocimiento que ya no se cuestiona.¨ (Camilloni, 1997: 13).

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instalación y fijación en el que las teorías y la crítica literarias circulantes o excluidas o producidas en la universidad en la
que los futuros profesores se forman no queda al margen. Puntualmente: las razones por las cuales hoy en las aulas de
literatura de EGB3 y Polimodal se decide leer los autores de ¨la zona¨ están aún fuertemente determinadas por el
¨regionalismo¨, cruzado en la mayor parte de las ocasiones, por traducciones teóricas del modelo lingüisticista (cf.
Gerbaudo, 2006ª). La primera razón enunciada (junto a otras que se abordan en otros momentos de la investigación: el
rechazo de Oliva a publicar sus propios escritos, la falta de editores que publiquen o reediten) explica en parte que los
autores de los que me ocupo en esta investigación hayan quedado fuera del canon y que recién ahora estén despertando el
interés de la crítica. Se sabe, Estela Figueroa, Juan Manuel Inchauspe, Aldo Oliva y Concepción Bertone no responden al
regionalismo.
Pretendo que este anticipo de algunas de mis conjeturas así como la explicitación de la posición teórica desde la que
enuncio inicie la ¨polémica¨3 que deseo promover. Hablo nuevamente de ¨anticipar¨ dado que el cartografiado a realizar
incluye el análisis del modo en que se ha construido desde las instituciones de educación superior, desde la crítica sobre
literatura (periodística y universitaria) este ¨obstáculo epistemológico¨ que hoy detectamos en la escuela media: ¿qué se ha
dicho sobre la ¨literatura regional¨ desde Santa Fe entre 1960 y 2005? ¿Quiénes han hablado del tema? ¿Qué autores se
han tratado de instalar y sobre cuáles no se ha escrito o no se han enseñado?4 ¿Quién los ha publicado? ¿Qué circulación
tenían esas publicaciones?
Hablo de ¨polémica¨ ya que busco, a partir de estos aportes, abrir un diálogo respecto de los lugares posibles desde los
cuales se puede leer y enseñar literatura, y más concretamente, poesía. Y cuando digo lugar hago referencia a sitio teórico,
a espacio que permita fundar las decisiones propias en base a argumentos que puedan sostenerse contrastando la
fertilidad epistemológica o la debilidad del enfoque elegido con otros. Repasar desde qué teorías se ha leído poesía y/o se
ha enseñado a leer poesía en diferentes coyunturas sociohistóricas desde distintas instituciones de la provincia de Santa
Fe, repasar qué autorizan y que vedan esos enfoques (autores; temas; formas de leer y de escribir sobre la literatura con
todos los supuestos epistemológicos, teóricos, cognitivos, políticos y axiológicos implicados) y también, mostrar la
importancia de volver a discutir estos problemas es lo que esta investigación se propone. Modo oblicuo de preguntar(se)
también si hay lugar para la literatura, y concretamente para la poesía, en los espacios institucionales de transferencia

En relación con este proyecto, la investigación realizada como Becaria Postdoctoral del CONICET me permitió, por un lado, empezar a
despejar qué motiva estas cristalizaciones en la escuela media y, por el otro, me ayudó a construir propuestas alternativas sobre cada tema
puntual abordado. Además el estudio de las ¨operaciones¨ (Panesi, 1998) de importación de teorías realizado por la crítica literaria
argentina entre 1960 y 1970 desde las universidades nacionales muestra la responsabilidad que le cabe a las instituciones de formación
superior y al Estado en lo que suele señalarse como ¨problema¨, ¨carencia¨ o ¨déficit¨ en las aulas de nivel medio (Tema: Importación de
teorías en la crítica literaria argentina (1960-1970): análisis de las operaciones de pasaje. Directora: Dra. Susana Romano Sued. Co-
directora: Dra. Adriana Gonzalo). Analizar en qué medida las incrustaciones devienen de un conjunto de operaciones promovidas por las
mismas comunidades de formación de profesores y maestros y/o por la interrupción por parte del Estado de procesos potentes
desarrollados por las instituciones educativas, entre otros factores, permite incluso la apertura de canales de diálogo entre sectores
distanciados y entre niveles educativos que rara vez intentan verdaderas articulaciones sin descalificar lo que se hace en el otro: entre y en
las instituciones educativas suele darse una actitud necia de delegación de la responsabilidad respecto de las acciones empre ndidas,
especialmente cuando las consecuencias de estas acciones distan de la representación deseada. Delegación que puede significar el
traspaso de un problema de una institución a otra, de un nivel de la educación formal a otro, de una cátedra a otra, etc. Al asumir el grado
de responsabilidad que le compete a cierto sector de la comunidad universitaria en la gestación y consolidación de muchos de los
obstáculos epistemológicos que dificultan la tarea de la lectura de la literatura, especialmente en EGB3 y Polimodal, se abre también una
vía para que otros sectores revisen sus propias historias y examinen su grado de responsabilidad en este problema. Esta vuelta sobre las
operaciones de pasaje implicadas en los procesos de importación de teorías en los estudios literarios generados en Argentina en el período
1960-1970 también intentó quitar del olvido potencial ¨buenas prácticas¨ (Litwin, 1997) de enseñanza. Centrándome en el período 1960-
1970, analicé los programas de cátedra de materias como ¨Introducción a la literatura¨, ¨Literatura Argentina¨ y ¨Literatura Latinoamericana¨
(o ¨Iberoamericana¨, ¨Hispanoamericana¨, según los casos) de dos instituciones (elegidas por el trabajo emprendido en esos añ os) en
cruce con los papeles de investigación producidos por los profesores a cargo de dichas materias. Triangulé el trabajo con entrevistas a
informantes clave (los propios profesores y/o sus compañeros de trabajo y/o sus discípulos).
Esta investigación concluida como la que está en curso permite examinar ¨viejas y nuevas formas de dominación cultural y social¨ que
recaen sobre lo que Dalmaroni llama ¨el sujeto secundario¨ (Dalmaroni, 2006a: 18), destinatario indirecto de nuestras prácticas.
3
En un artículo de mediata edición Panesi (2003b) presenta una lectura de los modos en que se desarrollan las confrontaciones de ideas
en el actual sistema universitario. Distingue para ello la ¨discusión¨ de la ¨polémica¨ trazando un paralelo cercano a la diferenciación entre
el rol del ¨experto¨ y el del ¨intelectual¨ (Neiburg y Plotkin, 2004). Así, mientras las ¨discusiones¨ estarían más bien replegadas al espacio
universitario constituyendo el ¨motor de un juego académico en el que sería ingenuo ver solamente el interés por construir la verdad más
allá de las disputas por el poder y el prestigio institucional de las distintas capillas¨ (Panesi, 2003b: 12), las ¨polémicas¨ desbordan dicho
espacio: las cuestiones que suscitan tienen un ¨interés cultural¨ y unos ¨alcances más vastos¨ (Panesi, 2003b: 11) ya que se ligan a la
interrogación de ¨acuerdos tácitos y hegemónicos¨ que el polemista pone en entredicho y que afectan a quienes actúan por fuera del
edificio de la institución universitaria.
4
He utilizado criterios externos para fijar el recorte temporal que comprende esta investigación: la cartografía cultural, sesgada desde la
atención a la constelación poética sobre la que se trabaja en función de realizar aportes a la lectura de la poesía en contextos de
enseñanza, se enriquecerá con el rastreo de los diferentes modos de pensar ¨la poesía de Santa Fe¨ atendiendo a las variacion es
históricas, especialmente, los golpes de Estado de 1966 y 1976, la reinstalación democrática y la crisis del 2001 (hechos que marcan de
diferentes modos las discusiones sobre el arte, su importancia, los modos de leerlo). He utilizado también criterios externos para dividir los
tiempos y ordenar las etapas del trabajo: los tres cortes temporales (1960-1980, 1981-2000, 2001-2005) permiten separar tres etapas de
doce meses cada una. Si bien no son rígidos (es decir, quedarán sujetos a las cuestiones puntuales que s e aborden -habilitación que
también otorga el concepto de ¨tiempo¨ sostenido en una conjunción de categorías de Derrida y de Benjamin), ayudan a ordenar el
relevamiento de materiales y permiten elaborar conclusiones provisorias que deberán cotejarse al fin alizar la última etapa (por ello es que
ésta incluye solamente el período comprendido entre 2001 y 2005, es decir, para dejar margen a este proceso de síntesis ).

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educativa (incluyendo aquí Universidad y escuela media). Y si hay lugar, cuáles, para qué poesía, es decir, para qué
literatura.
Modo también de rozar otro punto sensible de la trama institucional. Éste sí, específicamente circunscripto al trabajo
académico y, más concretamente, a la investigación. Desde hace años Bombini (1991, 1994, 1996, 2001a, 2001b, 2004,
2005, 2006) viene reclamando que se salde una deuda que la ¨teoría literaria¨ tiene con la ¨didáctica de la literatura¨: luego
de la divulgación del estructuralismo y de la discusión de sus intentos de transferencia, no se habría producido desde las
investigaciones teóricas la socialización de otros modos de lectura derivados de las teorías literarias en diálogo con los
problemas de aula. En continuidad con trabajos previos, éste que ahora inicio intenta achicar esa cuenta en rojo. Creo que
la zona de borde5 desde la que escribo (o pretendo escribir) ayuda a que lo más potente de las disciplinas intersectadas se
recupere y comience a actuar, a intervenir.

Literatura regional/Literatura escrita desde Santa Fe


¿Es la literatura escrita en Santa Fe ¨de¨ Santa Fe?6 ¿A partir de qué marcas se cataloga un texto literario como
perteneciente a la literatura ¨regional¨? ¿Hay una estética ¨santafesina¨ o ¨del litoral¨? ¿Existe ¨lo santafesino¨ o la
¨salteñidad¨? ¿Es posible hablar de una ¨identidad santafesina¨ o de una ¨identidad argentina¨ o ¨latinoamericana¨ y luego,
que ello se traduzca en la literatura?
Para empezar a desanudar la enredada maraña de problemas que se abren con las preguntas enunciadas elijo uno de
ellos, relacionado con algunos de los malentendidos que promueven ciertos adjetivos cuando se añaden a la palabra
¨literatura¨, a saber: ¨infantil¨, ¨juvenil¨7, ¨regional¨, ¨femenina¨. Involucrando cuestiones de órdenes distintos, estos adjetivos
tienden a encorsetar el objeto sobre el que se aplican rozando el equívoco epistemológico que ya Blanchot precisara a
partir de un texto de Musil, El hombre sin atributos. Blanchot retoma la búsqueda de Musil de aludir a un hombre ¨sin
propiedad alguna: ni cualidades ni tampoco sustancia¨. Dice: ¨es el hombre sin esencia, el hombre que no acepta
cristalizarse en un carácter ni fijarse en una personalidad estable¨ (Blanchot, 1959: 157).
Sobre el texto de Musil vuelve Saer (1980) quien también en deuda con el clásico ensayo de Borges, ¨El escritor argentino
y la tradición¨ (1932), vuelva sobre este problema epistemológico. Para Saer ¨ciertas designaciones que deberían ser

5
La categoría zona de borde se inspira en lecturas de la obra de Derrida. Los artículos de Clémens (1996, 1998) y de Giovannangeli
(1996) subrayan el modo en que su escritura itera figuras que desafían los límites entre lo que parecía estar claramente circ unscrito en un
espacio determinado y lo que quedaba fuera de ese espacio. Por ejemplo, parergon es la categoría que Derrida crea para cuestionar la
demarcación obra/fuera de obra, texto/contexto, pintura/marco, texto/paratexto, etc. Por otro lado sus textos, deliberadamente, intentan
situarse en lo que los investigadores llaman el espacio del ¨entre¨. ¨Entre¨ de los géneros del discurso que parece agregar uno nuevo al
catálogo de los existentes.
Por extensión llamo zona de borde a los espacios que se crean en los límites de las disciplinas, sin incluirse de modo completo en ninguna
y recuperando conceptos de varias. Zona que responde a una verdadera ¨transdisciplinariedad¨ (Bixio y Heredia, 2000) toda vez que
entendamos por ello la confluencia de puntos de vista, categorías y resultados de investigaciones aportados por distintas dis ciplinas que
cooperan en el estudio de un problema complejo.
6
Quisiera tomar distancia del modo en que se ha introducido una selección de textos y un video que preparamos con María Angélica
Hechim para un Programa de Promoción de la lectura organizado por ATE y por la UNL en el año 2005. Si bien rescato el modo en que
abordamos la producción literaria, revisaría la primera parte de la introducción que ambas instituciones anexaron al material . Esa parte del
escrito dice: ¨Son nuestros: nacieron, vivieron, escribieron aquí¨ (cf. Hechim y Gerbaudo, 2005: 1). ¿Son nuestros?
7
Dado que sobre este punto me he referido en un artículo disponible en versión digital, remito directamente a él (cf. Gerbaudo, 2006b). Me
limito a añadir que las propuestas de lectura que se generan desde una toma de distancia del uso de esta adjetivación (aún empleándolo) y
desde la actitud contraria suponen la adscripción a dos modelos didácticos sostenidos en diferentes bases teóricas, epistemológicas,
políticas y axiológicas. Cito dos ejemplos en contraste. Como muestra del primer caso, remito a los trabajos de María Adelia Díaz Ronner
quien repetidamente ha hecho referencia a las ¨traiciones¨ a la literatura producidas cada vez que se la reduce a un ¨mensaje¨ desde la
moral y la ética adultas, cada vez que se busca su ¨utilidad¨ desde la pedagogía, cada vez que demasiado rápidamente se recomienda un
texto atendiendo al ritmo psicoevolutivo del lector (cf. 1998, 2001a, 2001b, 2003, 2006). ¨La literatura para chicos debe ser abordada desde
la literatura a partir del acento puesto sobre el lenguaje que la institucionaliza¨, señala (1998: 17). Díaz Ronner confiesa que Cara y cruz de
la literatura infantil, el libro fundacional de este punto de vista, surge como producto del ¨hartazgo¨ de prácticas promovidas por Dora
Pastoriza Etchebarne y Marta Salotti, entre otros. Dice: ¨era un campo que estaba absolutamente vapuleado, usufructuado, embargado,
con un afán de adoctrinamiento muy fuerte¨ (2006: 31). Como muestra del segundo caso, remito a un trabajo editado hace algún tiempo en
una revista académica. En ¨Literatura juvenil. Un viaje de descubrimiento¨, Dolores Comas ubica a Dora Pastoriza de Etchebarn e en un
sitio de reflexión importante para el campo. Si bien en su trabajo cita a Díaz Ronner, cabe anotar la inscripción de puntos de vista que se
ubican en lo que ésta ha cuestionado y que brevemente se ha descripto en esta nota. Cito a modo de ejemplo algunos pasajes qu e
visualizan esa oposición: ¨Al colocar en las manos de un joven lector un clásico como lo es Madame Bovary, La guerra y la paz, En busca
del tiempo perdido, Ana Karenina, debemos sopesar cuál es su experiencia de vida, sus conocimientos históricos y geográficos, cuál es su
dominio lingüístico y sobre todo cuál es su capacidad de atención sostenida para sobrevellevar obras tan ricas y complejas...
Indudablemente la extensión de estas obras sería un primer impedimento para que el adolescente se entregue absolutamente a la lectura
confiada y tenaz. Colocar estos libros demasiado apresuradamente en manos de un lector incipiente puede significar perderlos como
lectores y encaminarlos hacia obras de escasa calidad o hacia la historieta que rápidamente transforman a estos lectores potenciales en
carentes de sentido crítico o indiferentes a la lectura. Por eso es conveniente proponer siempre libros con valores éticos y también
estéticos que puedan facilitar el pasaje entre la literatura infantil a la Literatura¨ (Comas, 2005: 51). Más adelante, entre los criterios que
recomienda que el docente tenga en cuenta para seleccionar estas ¨obras de transición¨ entre la ¨literatura infantil y la Literatura¨ (¿se
sigue que la primera no sería ¨literatura¨?) llama la atención el siguiente pasaje que además instala el controvertido problema de la
¨identidad nacional¨. Dice: ¨Los temas deben considerar los centros de interés de cada etapa evolutiva, pero además considerar los temas
que abordan específicamente la idiosincrasia nacional¨ (Comas, 2005: 53).

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simplemente informativas y secundarias¨ no debieran convertirse en categorías estéticas. ¨Literatura regional¨ entraría en
esta serie de designaciones.
Realizando un rápido repaso por los problemas epistemológicos que provocan estas adjetivaciones cabe revisar, por
ejemplo, las discusiones generadas en torno a la idea de una ¨literatura femenina¨. Ocurrencia que se desprende del
concepto de écriture féminine de Cixous (1975). Las confusiones se generan al asimilarse los textos firmados por mujeres,
aquellos en los que es posible rastrear figuraciones de la mujer y los escritos en los que parece advertirse ¨lo femenino¨ y/o
la manifestación del ¨inconsciente femenino¨ del que habla Cixous. 8
Las críticas sobre estas indistinciones no se hacen esperar. Especialmente me interesa revisar las críticas sobre la
categoría de Cixous a los efectos de mostrar hasta qué punto el adjetivo empleado da lugar a generalizaciones que evitan
la atención a diferentes singularidades, al conjunto de factores que inciden en la construcción de la subjetividad de las
mujeres de diferentes razas, clases sociales, formación intelectual, credos religiosos. Dice Jones: ¨Una visión monolítica de
la sexualidad femenina compartida, en vez de vencer el falocentrismo como doctrina y práctica, probablemente nos ciegue
ante nuestras necesidades variadas e inmediatas¨ (1981: 40). Y luego agrega, acotando un poco más su apreciación
anterior: ¨Vuelvo a preguntar si una voz libidinal, por más que no sea definida falocéntricamente, puede hablar de los
problemas económicos y culturales de todas las mujeres¨ (1981: 40). Algunas páginas más adelante, discutiendo la tesis de
Cixous, finalmente expone la propia: ¨La escritura de las mujeres será más accesible tanto a las escritoras como a las
lectoras si la reconocemos como una respuesta consciente... en vez de aceptarla como un desbordamiento de la
comunicación no mediada de una mujer con su cuerpo¨ (1981: 44). También Poovey observa que ¨decir que todas las
mujeres necesariamente ocupan la posición de otro para el hombre y que su opresión social surge de esta división binaria
es arriesgarse a reducir la posición a esencia porque se conserva tanto el concepto de identidad unificada como la lógica de
la oposición¨ (1998: 50). Poovey observa que suele acudirse a la condición de mujer como si fuese algo dado, por fuera de
las marcas de raza, clase social y de las contingencias de la historia. ¨Para que exista una lectura o escritura femenina
tendría que existir una posición por fuera de la economía dominante¨ (1998: 57), aclara. Las acotaciones a partir de las
cuales problematiza tanto la lógica oposicional hombre/mujer como la identidad supuesta del género o el esencialismo
biologicista son precisas y las elabora a partir de ejemplos concretos. Dice: ¨En una sociedad gobernada por blancos, las
mujeres de color encarnan diferentes obstáculos que las mujeres blancas y pueden compartir más problemas importantes
con los hombres de color que sus hermanas blancas¨ (1998: 59).
Este intento de des-esencializar que observamos en la búsqueda de estas teóricas feministas que intentan pensar sus
categorías más allá de los binarismos que termina promoviendo la adjetivación de Cixous, tiene su correlato en las
búsquedas de desmantelar usos extendidos del concepto de ¨literatura regional¨ que, pretendiendo precisar las
características de la producción de una región en particular, corre el riesgo de caer en aquello que rechaza: generalizar,
monologizar una literatura mucho más heterogénea de lo que se pretende o bien instalarla en un extremo que, con esa
misma instalación reafirma al otro, es decir, a aquel que se busca descolocar.
En relación directa con el corpus que construí para esta investigación traigo una afirmación de Retamoso quien sostiene
que ¨suponer que ‘lo santafesino’ es un rasgo diferencial respecto de lo ‘jujeño’ o de lo ‘cordobés’ es tan absurdo como
creer que el espacio simbólico de la lengua -el de la cultura, para decirlo brevemente- puede ser fragmentado con
categorías jurídico-políticas¨ (1995: 25). Retamoso encuentra en las preocupaciones por la ¨mismidad¨ (reconocibles en
fórmulas como ¨lo rosarino¨, ¨lo santafesino¨, ¨lo regional¨) una de las formas del ¨localismo¨ y del ¨regionalismo¨ (1993: 35).
También en deuda con el ensayo de Borges (1932) sostiene que el localismo, ¨lejos de constituir algún tipo de expresión
‘natural’ o ‘auténtica’ de una determinada región o nacionalidad¨ constituye una ¨forma convencional y por ello artificial de
representar los temas.¨ (1993: 35). Al ubicarse en el polo opuesto de aquello de lo que busca distinguirse, reafirma el
extremo no nombrado. Termina de este modo, actuando aquello mismo que evita, reforzando la distinción entre lo nacional
y lo regional sin que se sepa muy bien desde qué marcas determinar qué entra en cada saco.
Probablemente sea un punto del trabajo de Heredia el que intenta desmontar esta dicotomía cuando sostiene que ¨todo
texto es regional¨ (1994: 13). Afirmación que valoro de un trabajo cuya perspectiva epistemológica, teórica y metodológica
no comparto y que sin embargo recupero en el punto en que toma contacto con la investigación de D’Anna (2005), es decir,
en el diagnóstico respecto de la trama política que ha contribuido a elaborar esta dicotomía a la que también hace
referencia Martín Prieto (1999: 354).

8
Un ejemplo de esta confusión puede advertirse en el trabajo de Yolanda Martínez-San Miguel (2000) que usa la categoría escritura
femenina para dar cuenta de un estudio de Margo Glantz sobre distintos textos firmados por mujeres (Rosario Castellanos, Elena Garro,
Elena Poniatowska, Carmen Boullosa, Bárbara Jacobs y Silvia Molina) en el que en realidad se analizan las figuraciones de la mujer. Cito
un fragmento a los fines de ilustrar este problema. Luego de aclarar que Glantz trabaja desde la escritura femenina, Martínez-San Miguel
dice: ¨Margo Glantz estudia a una serie de escritoras contemporáneas mexicanas que se conciben como hijas de la Malinche. Muchas de
las novelas de Rosario Castellanos, Elena Garro y Elena Poniatowska utilizan una estrategia similar: la protagonista es una niña de clase
alta que crece bajo la tutela de su madre biológica y de una nana indígena. De este modo, las protagonistas de estos relatos pertenecen a
ese lugar borroso del mestizo cultural, en la medida en que no representan del todo ni los intereses de la casa grande ni los saberes de la
cultura indígena. Desde el lugar intersticial de la tradición y la culpa simbolizados por la Malinche, se crea una serie de terr itorios
desiguales que incorpora problemáticamente a la mujer a la historia oficial de la segunda mitad de este siglo... Carmen Boullosa, Bárbara
Jacobs y Silvia Molina... abandonan la figura mediadora de la Malinche y la metáfora genealógica para reclamar por derecho pr opio un
espacio identitario y narrativo¨ (2000: 237)

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D’Anna ha estudiado el proceso histórico a partir del cual se configura y se sostiene el binomio centro/interior, Capital/resto
del país hipotetizando, no sin ciertas exageraciones, respecto de las consecuencias de este binomio para la producción y
circulación de la literatura y el arte del interior y, puntualmente, el de Rosario. Señala que este proceso se abre con la
¨generación del Centenario¨: ¨el sistema construía, inventaba la literatura argentina¨, afirma (2005: 53). La creación de la
primera cátedra universitaria de Literatura Argentina a cargo de Ricardo Rojas en 1913 y su inmediata escritura de la
monumental Historia de la literatura argentina, las conferencias de Lugones en el teatro Odeón en 1913 (recogidas luego en
El payador) instaurando al Martín Fierro como el poema épico nacional en una línea de continuidad con la épica griega son
parte de las operaciones de construcción de una ¨identidad nacional¨ en momentos en que el poder central veía amenazada
su estabilidad (cf. Sarlo y Altamirano, 1983; Retamoso, 1994; Dalmaroni, 2006a). En este marco la idea de una ¨literatura
nacional¨ que exprese la ¨esencia¨ de la ¨argentinidad¨ es clave.
La ¨fábula de identidad¨ se arma a partir de la figura del gaucho. Sostiene Montaldo: ¨el gaucho -desaparecido de la vida
nacional- comienza a representar las esencias nacionales con las cuales enfrentar los cambios que la inmigración europea
está generando en las culturas urbanas del Río de la Plata (fundamentalmente en los cuatro volúmenes de la Historia de la
literatura argentina de Ricardo Rojas -1917, 1918, 1919, 1922- y en El Payador -1916- de Leopoldo Lugones¨ (1999: 47). 9
A esa fábula de identidad nacional contribuirían las fábulas de identidad regionales que confirman, por oposición, la otra (la
que buscan defenestrar). Así como se construye qué literatura dice la identidad nacional, para D’Anna se arma, reforzando
la dicotomía, una literatura que dice las identidades regionales10 y que sólo por ello cobra valor dentro del sistema,
reconociendo de este modo su lugar subalterno. Irónicamente señala: ¨’literatura’ regional (como si hubiese dos).... Los
autores siempre iban designados con adjetivo. Se los dejaba existir, pero como en un ghetto¨ (2005: 81).
Sobre este tema ya se había extendido Adolfo Prieto. En ¨Subdesarrollo y regionalismo. La Literatura regional¨ afirma que
¨el regionalismo juega en el orden interno el papel que el nacionalismo desempeña en el orden internacional¨ (1968: 156).
Satelismo subordinante del que excluye a los escritores que utilizando el ¨paisaje y los temas lugareños¨ no obstante ¨no
buscan hacer regionalismo¨. Concepto que equipara a construir una ¨imagen de su región¨ atendiendo a la recepción del
público de las grandes ciudades.
Puede advertirse en Prieto una distinción entre dos formas de escribir referenciando la región: la regionalista (que rechaza)
y la literaria. Esta diferenciación se liga a otra que permite separar el ¨realismo adocenado¨ del ¨realismo¨ que hoy podemos
revisar gracias a los reajustes sobre los conceptos de Lukács (1963) realizados por Stuart (2000), Zizek (2000), Gramuglio
(2002), Zuzi (2004), Fragaso (2005) y Contreras (2005). El punto que me interesa subrayar es que Prieto hace coincidir esta
forma del realismo que rechaza con el regionalismo. Cito en extenso:
¨Hay maneras radicalmente distintas de entender y practicar el realismo literario y una de ellas, por lo menos, debe
excluirse del contexto que nos interesa: es la del realismo adocenado que se somete pasivamente a la presencia
del objeto y que se vuelve costumbrista en Buenos Aires o regionalista en la Patagonia con la misma opacidad
fotográfica y la misma disponibilidad al canje indiferenciado de sus imágenes. Con la importante economía de
nombres y de títulos que esta amputación significa, el capítulo del realismo literario se reduce, entonces, a un
elenco de autores para los cuales el realismo vale auténticamente como una elección, sea que ello implique haber
adoptado una visión del mundo para la que el realismo sirve de principio básico de racionalidad, o haber adherido a
un compromiso ideológico para el que el realismo sirve, alternativamente, de instrumento de denuncia o de
liberación. La Argentina no aparece en estos autores con el carácter de tesis con que se revista en alguna de las
novelas escritas por los autores del grupo encabezado por Gálvez. (...) Pienso, cuando me refiero a la perspectiva
realista, en los nombres de Roberto Arlt, Carlos Alberto Leumann, Alfredo Varela, Roger Pla, Carlos Ruiz Daudet,
Luis María Albamonte, Carlos Mastrángelo, Alberto Rodríguez, Juan José Manauta, Juan José Saer.¨ (Prieto, 1968:
110-111) 11

9
Sobre las ¨fábulas de identidad¨ creadas y también desarticuladas luego desde la literatura ver Montaldo, 1999; Retamoso, 1994;
Dalmaroni, 2006a; Minelli, 2006. En ¨Cultural Studies: Reworking the Nation, Revisting Theory¨, Sarlo (2002) señala cómo las polémicas
aparentemente novedosas planteadas por los ¨Estudios culturales¨ sobre esta cuestión retoman las sostenidas desde los textos
fundacionales de la ¨nueva crítica latinoamericana¨ con Ángel Rama y Antonio Cándido a la cabeza e invita a retrabajar los conceptos de
¨identidad¨ y de ¨Nación¨ ya que entiende que así como en el pasado se ha cuestionado el esencialismo nacionalista o regionalista,
conviene advertir que la globalización, más que desplazar la idea de Nación, la ha conquistado con consecuencias que no entiende
productivo ¨celebrar¨. Retomando a Bhabha (1992) y en línea de continuidad con la discusión abierta por Sarlo, Moraña (2005) construye la
categoría de ¨identidades contingentes¨ para explicar el fenómeno al que también alude Martín Barbero como ¨el retorno de las
identidades¨ (2001) ante la globalización. Lucrecia Escudero revisa las teorías fuertes sobre la identidad de sujetos, clases y
nacionalidades que marcaron el siglo XIX y buena parte del XX. También Raúl Bueno retoma la discusión al centrar su trabajo sobre lo que
acontece en Perú discutiendo un conjunto de equívocos que llevan a constructos falsos toda vez que se quiere hablar de la cultura peruana
o la realidad peruana (2001). En relación con Cuba, Duno Gottberg (2001) precisa las diferentes inscripciones sociohistóricas de la
¨cubanidad¨.
10
Entre las marcas de esa literatura ¨regionalista¨ D’Anna señala la ¨idealización¨ de los referentes que, por otro lado, deben poder ser
reconocidos como ¨propios de la región¨ a la que el texto alude (2005: 73-80).
11
Puede llamar la atención que Saer esté incluido en esta serie dado el rótulo que la rubrica. Obsérvese que Prieto escribe este artículo en
1968 cuando Saer había publicado En la zona (1960), Responso (1964), Palo y hueso (1965), La vuelta completa (1966) y Unidad de lugar
(1967). Es decir, podemos hablar de un período ¨inicial¨ de su escritura que si bien era recepcionada con cierta dificultad por los lectores
santafesinos dadas las decisiones estéticas que estos escritos revelaban (cf. Calosso, 2007), no obstante se oscilaba entre su inclusión en
el realismo y en el regionalismo incluso. Puede entenderse que hayan sido necesarios varios años para advertir que la referencia a ¨la
zona¨ no necesariamente habilita su inclusión en estas tipologías (cf. Prieto, 1999; Foffani y Mancini, 2000).

Universidad Nacional del Litoral TÍTULO ACTIVIDAD EDUCATIVA 5


En esta línea de ajuste de la noción de ¨literatura regional¨ quiero destacar la intervención de Sarlo. Con la sutileza de los
grandes teóricos de la literatura, Sarlo inventa una categoría mientras escribe una reseña. A partir de la Obra completa de
Juan L. Ortiz editada por la Universidad Nacional del Litoral en 1996 Sarlo inventa el concepto de regionalismo no
regionalista12. Dice: ¨Esta obra completa es la prueba de un regionalismo no regionalista. Thomas Mann escribió, frente a la
dividida Alemania de la posguerra, ‘la verdadera patria de un escritor es el lenguaje’. Ortiz le dio a la región una lengua
poética, que fue también su patria¨ (1996: 31). Como vemos, el constructo se sustenta en el aporte literario de la obra, en el
acontecimiento (cf. Derrida, 1994) que Juan L. Ortiz provoca en la lengua de la que se apropia (y uso deliberadamente el
término en el sentido de Renato Ortiz, es decir, como reinvención y desmantelamiento de sus usos habituales o
convencionales -2006-).
En su reseña también se expide sobre la crítica: de soslayo, al describir el trabajo de edición realizado por Sergio Delgado,
deja entrever un modelo de praxis intelectual: ¨Sergio Delgado estableció los textos trabajando como restaurador de un
cuadro fragmentado y vasto, como crítico literario capaz de anotar todo lo necesario sin imponer su voz en las anotaciones¨
(Sarlo, 1996: 31). Enunciar sin imponer, exponer sin prescribir. Operaciones realizadas a propósito de una obra que, sin
este trabajo de archivo (Derrida, 1995), estaba en riesgo de pérdida potencial: otra cuestión que destaca al recordar el
secuestro perpetrado por la última dictadura de El aura del sauce, editada por la Biblioteca Constancio Vigil13.
Recuperando a Bennington (1991) que a su vez retoma la idea de diferimiento del sentido derrideana, Sarlo vuelve sobre la
operación de descalabro del regionalismo practicado desde la escritura de Juan L. Ortiz. Dice: ¨sobre esto, precisamente,
sobre la liberación de la provincia de la literatura regional y la invención de un territorio que, más tarde, Juan José Saer
ocupó (desde la otra orilla del Paraná) con la ficción, he escrito estos apuntes que siguen¨ (1996: 32). Su lectura trabaja con
detalle esta conjetura analizando versos puntuales de diferentes poemas para poder (de)mostrar sus afirmaciones
reforzando el concepto que crea. Cito en extenso:
¨Nada más lejano al regionalismo (la poesía montielera, como dice Ortiz en sus prosas, de la que es necesario
separarse y de la que se separa junto a Carlos Mastronardi) que este conjunto de inseguridades deliberadas. Con
ellas Ortiz funda un regionalismo no regionalista, una poesía de la región que carece de los atributos costumbristas ,
folklóricos tanto en el léxico como en el tono. El regionalismo busca una voz plena y no la alcanza. Ortiz esquiva la
voz plena. (...) En esa reticencia a la hegemonía de una voz, Juan L. Ortiz se separa del provincialismo que,
sintiéndose menor, busca compensar, por el énfasis de colorido verbal, esa minoridad¨ (Sarlo, 1996: 33)

Foffani y Mancini elaboran una tesis impecable para mostrar por qué Saer está ¨más allá del regionalismo¨ y del realismo. Dicen: ¨la pasión
descriptiva tiene lugar en la escritura y no en la superficie referencial¨ (2000: 275). Frase breve y precisa que se ve ampliada por tesis
subsidiarias. Retomo una que ayuda a discutir los principios del regionalismo y exhibe por qué la frase anterior puede ser extendida no
solamente a Saer sino a toda literatura que, tomando como referente una región, luego la reinventa desde su escritura: ¨Si los regionalistas
nacionalizan el color local, Saer lo reinventa en la escritura para hacer de él un paisaje literario en consonancia con la id ea de Borges de
que la literatura es un ‘sueño voluntario’, definición tentativa que depende primordialmente de una condición: al ser argentino lo funda el
abandono de serlo¨ (Foffani y Mancini, 2000: 269).
A partir de Saer, y poniéndolo en serie con los textos de Juan L. Ortiz, de Hugo Gola, de Paco Urondo, Martín Prieto explica el proceso de
desconstrucción del binomio literatura regional/literatura argentina que promueven estos autores: ¨La definida poética de Juan José Saer...
mantiene no tan secretos vínculos con lo que, en su obra poética, sostiene Juan L. Ortiz (1896-1978)... Pero esta relación no es
excluyente, también se pueden establecer parentescos con la obra de Hugo Gola (1927) e incluso con el primer Francisco Urondo (1930-
1976), unidos todos en ese rescate de lo que podría denominarse lo local o lo zonal. Configuración escritur aria para la cual designaciones
como ‘literatura del interior’ o ‘regionalista’ resultan totalmente impropias y deficientes. (...) Autores que desde sus text os mismos, ... se
levantan contra la ‘siesta provinciana’, recuperan el referente que potencian por la vía de una intensificación poética y desafían códigos de
la canonización en curso. Son obras cuyo valor reside en sí mismas, en su proyección significante, pero de las que no hay que excluir el
ingrediente crítico que las conecta con sacudimientos que afectan a la cultura toda del país... Entre todos indican que la llamada literatura
argentina se lleva a cabo en toda la extensión del país a partir de un trabajo constante en el trazado de redes de significación en las que
reside su identidad¨ (Prieto, 1999: 354).
12
No es casual que Sarlo (2002) cuando advierte respecto de la falsa novedad de los estudios culturales (etiqueta norteamericana q ue no
haría más que volver a designar el tipo de trabajo que ya había iniciado la ¨nueva crítica latinoamericana¨) r escate como figuras centrales a
Ángel Rama y Antonio Cándido. Este último realiza un aporte conceptual al problema que vengo trabajando al analizar las inscr ipciones
regionalistas en la literatura escrita desde Latinoamérica como respuesta a la demanda de los europeos, una sujeción a las
representaciones que ellos esperaban encontrar en nuestras literaturas. Como salida, su concepto de superregionalismo permite precisar
qué literatura, aún aludiendo a lo local, no obstante se escapa de este mandato. Cándido descalabra la tensión regional/nacional/universal
a partir del constructo universalidad de la región. A partir de una descripción de los emergentes que descubre en la literatura
iberoamericana dice: ¨Lo que ahora vemos ... es una floración novelística marcada por el refinamiento técnico gracias al cual se
transfiguran las regiones ... llevando a los rasgos, antes pintorescos, a descarnarse y adquirir universalidad. Descartando el
sentimentalismo y la retórica, nutrida de elementos no realistas como el superrealismo, el absurdo, la magia de las situaciones; o de
técnicas antinaturalistas como el monólogo interior, la visión simultánea, el escorzo, la elipsis, la novelística actual aprovecha, sin embargo,
lo que antes era la propia sustancia del nativismo, del exotismo y de la documentación social. Esto nos llevaría a proponer una tercera fase
que se podría llamar superregionalista (...). De este superregionalismo es tributaria, en Brasil, la obra revolucionaria de J oao Guimaraes
Rosa, sólidamente plantada en lo que se podría llamar universalidad de la región. (...) Ya no se exigirá, como antes acaso se exigía, que
Cortázar cante la vida de Juan Moreira o Clarice Lispector explote el vocabulario sertanejo¨ (Cándido, 1970: 353).
13
La biblioteca ¨Constancio Vigil¨ es para D´Anna ¨una de las experiencias culturales más decisivas que vivió Rosario¨ (2005: 133) y,
probablemente puede considerarse una de las propuestas culturales más originales realizadas en ese campo en la provincia de Santa Fe.
Organizada por vecinos del barrio La Tablada, contaba con su propio órgano editorial, escuela, teatro, observatorio astronómico. Fue
también ¨la primera editorial del interior que pagó derechos de autor¨ (D’Anna, 2005: 133). Espacio diezmado el 25 de febrero de 1977 por
la intervención de la dictadura.

Universidad Nacional del Litoral TÍTULO ACTIVIDAD EDUCATIVA 6


Obsérvese una expresión: ¨poesía de la región¨. Se pone la atención a un locus de enunciación sin acotar con adjetivos las
características de lo que se escribe desde ese lugar. Movimiento cercano al de Lafforgue que compila escritos producidos a
lo largo de toda su carrera bajo el título Cartografía personal. Escritos y escritores de América Latina. Nuevamente la
preposición marca y precisa, también en este caso, un sitio desde donde se dice. Los artículos que incluye en dicha
compilación permiten luego confirmar lo que su título promete. Por ejemplo, en ¨Escribir en provincias¨ y en ¨Narrar en
Yala¨, en este último caso, a propósito de la literatura de Héctor Tizón, subraya que la discusión sobre la literatura debe
plantearse ¨desde la literatura¨ (1988). Tizón, como se sabe, ha rechazado la ubicación como ¨regionalista¨ y también las
comodidades que esta ¨práctica del folklorismo¨ (Tizón, 1992: 13) asegura en el sistema literario argentino 14: sin dejar de
escribir sobre el medio en el que habita por razones que él mismo transparenta15, se aparta deliberadamente del ¨mero
color local¨ como forma de asegurar un público lector. Lafforgue valora el modo en que sus textos, inscriptos en el contexto
desde donde escribe, plantean las ¨preguntas fundamentales¨ (Lafforgue, 1998: 293). Esta decisión de Tizón de escribir
sobre lo que más conoce rechazando ¨los populismos del habla¨ (Tizón, 1992: 21) es lo que el crítico valora, esta vez,
cediendo la voz a Aníbal Ford: ¨lo repetiré con una frase de nuestro amigo común, Aníbal Ford: ‘aunque Tizón ingrese en
viejas historias de las razas destruidas, o se pierda en parcos cruces con los criollos de la Puna,... disuelve todo localismo
municipal o telúrico’.¨ (Lafforgue, 1998: 293).
Estas lecturas atentas a lo que se escribe en ¨la zona¨ (forma que Martín Prieto -1999- toma de Saer para remitir a la región
sobre la que el escritor vuelve obsesivamente desde sus primeros textos hasta el último, ¨des-figurándola¨ -cf. Dalmaroni,
2006b-), en alguna ¨zona¨16, como punto de partida de un análisis orientado por la ¨geografía de la escritura¨ y no por la
¨escritura de la geografía¨ (cf. Foffani y Mancini, 2000: 273) es lo que me ha parecido fértil de estas vueltas conceptuales
sobre el problema que vengo delineando17.

14
Dice Tizón en el marco de una conferencia dada en la Universidad Nacional del Litoral: ¨¨El acierto de la literatura y su raz ón de ser está
en parecer fiel siendo infiel. (...) Es verdad que la tarea de un narrador, aunque comparta ciertos procedimientos comunes, no es la de un
antropólogo o la de un sociólogo, sino la de un artista (los primeros enumeran, explican y clasifican y postulan enunciados o leyes). Al
escribir, para lograr convicción, quizá le sea conveniente saber el nombre de las flores, las piedras, los árboles, los insectos, el pan que
come, pero si no son circunstancialmente necesarios debe alejarse de esas exactitudes, hacer como si las ignorara y volverlas a crear. La
exactitud de los datos sólo debe adivinarse en el contexto de una obra literaria, no en su cuerpo textual. Un escritor... debe narrar lo que
conoce reordenándolo o recreándolo, pero sin consideraciones fundadas en la ética, la ciencia, la militancia, la crítica o la piedad. (...) Debe
... huir de las jergas, del dialecto eclesial y del mero color ‘local’... No debemos degradar a los lectores al nivel de la patanería so ca pa de
un populismo del habla, tan pernicioso como todos los demás populismos¨.¨ (Tizón, 1992: 21).
15
Dice Tizón en la misma conferencia: ¨Un escritor debe escribir sobre aquello que conoce. (...) ¿Por qué escribo como lo hago y sobre lo
que escribo? Pues, porque no conozco otro lugar tan bien como el mío. Nacer es una casualidad pero también una fatalidad, puesto que
nadie elige por sí mismo el lugar donde nacer. De modo que un escritor ronda y da vueltas sobre los mismos hombres y las mismas cosas.
Nunca tendrá tiempo de conocer a fondo otras, es decir, tan bien como conoce las suyas propias y, a la vez, aprender a escrib ir cada vez
mejor. No es que deba exaltar su medio, sino que necesariamente... lo evoca, contabiliza lo que conoce que probablemente no se a ni
mejor ni peor que otros, sino que es lo único que de verdad tiene y lo único que de verdad conoce.¨ (Tizón, 1992: 18).
16
Quiero destacar que otros autores han conceptualizado desde lugares diferentes el tema de la literatura escrita en provincias (cf. Serra,
1977, 1981; Valli, 1992; Barcia, 2004). Su recuperación en trabajos publicados en revistas académicas y en investigaciones sistemáticas
muestra diferentes modos de abordarlo (cf. Agresti, 2005; Heredia, 1994). Se advierte que lejos de presentar consenso en el campo de la
crítica, abre las más variadas líneas de lectura en fuerte relación con los encuadres teóricos desde los cuales se lo estudia. Vale también
destacar el carácter prácticamente inconmensurable de los posicionamientos. Piienso, por ejemplo, en el punto de vista de Retamoso
(1993, 1994) y en el de Serra (1977, 1981). Cito un pasaje de los resultados finales de investigación que Serra publica, intentando
visualizar ese contraste. Elijo un fragmento en el que se exponen los criterios que justifican la elección de los autores sobre los que trabaja:
¨Habida cuenta de sus respectivos perfiles singularizadotes, en todos alienta una impregnación auténticamente regional en el contenido y
la expresión de su obra. Sus narraciones, sus novelas o sus poemas han incorporado -tal como también lo supieron hacer otros, Mateo
Booz, por ejemplo- la ‘gracia provinciana’ como esfera semántica y artística de nuestra literatura nacional¨ (Serra, 1977). Cito un pasaje
donde explica los criterios que orientaron la investigación posterior cuyos resultados presenta en el texto de 1981: ¨El prop ósito de nuestro
trabajo es, pues, mostrar aspectos significativos de la narrativa argentina desde una de sus perspectivas regionales -precisamente la del
Litoral-, pero menos por ser manifestaciones surgidas de determinado espacio geográfico que por estar alimentados en alguna manera y
medida de una experiencia raigal del país interior, de cuya región respectiva el escritor puede incluso haberse alejado físicamente aunque
no por cierto vivencialmente. Consideramos así la expresión literaria regional con criterio funcionalista, como una faceta cr eadora y como
una perspectiva de enfoque del territorio literario argentino, vale decir, como integrante del mapa totalizador donde acontec en las ricas
variantes del fenómeno literario en su unidad. (...) Arraigadas en la experiencia de la región -entendida como horizonte cultural nutricio de
manifestaciones literarias- se hallan si duda las representaciones narrativas examinadas en el presente volumen. (...) Son todos
testimonios literarios de una suerte de ‘lógica del lugar’..., una cara de lo nacional donde ‘lo universal concreto’ se manifiesta y expresa
como espacio de significación con validez humana y estética en virtud de la forma como es concebido el mensaje. (...) Lejos d e una visión
angosta de localismo, la perspectiva regional surge a nuestra indagación como un ‘espacio creador’ que trasciende la fijeza del lugar
literario para devenir en sus figuraciones imagen del país, del continente, del mundo... Evaluar la dimensión de lo concreto universal en los
diversos procesamientos literarios en los textos individuales, discernir sus alcances y sus valores, ha sido el objetivo de nuestros
respectivos análisis de las estructuras narrativas en el corpus propuesto. (...) Si este volumen -como el anterior, Literatura del Litoral
Argentino- alcanzase a responder, por cierto que sería solamente en parte, a esta saludable apetencia de todas las inflexiones del espíritu
nacional, estimulando la frecuentación y el asedio de las creaciones que nos representan, nuestro esfuerzo hallaría su mejor
compensación¨ (Serra, 1981: 9).
La realización de congresos específicos destinados a discutir de forma puntual esta cuestión pone de manifiesto el interés en esta
discusión de ningún modo concluida (ejemplo de ello son las Jornadas Nacionales ‘Literatura de las regiones argentinas’ organizadas por la
Universidad Nacional de Cuyo en 2004 y en 2006).
17
Zulma Palermo ha trabajado en cartografías de la literatura de Salta. Sus últimos textos (2005a, 2005b) se inscriben en la polémica sobre
las identidades locales y nacionales desde una óptica postcolonial. Bossi no intenta trazar un mapa pero sí elige una zona y seis poetas
contemporáneos de Jujuy que presentan la misma marca escrituraria: la ¨puesta en crisis del lenguaje y una borradura de los l ímites entre

Universidad Nacional del Litoral TÍTULO ACTIVIDAD EDUCATIVA 7


En mi investigación parto de una localización espacial para construir el corpus buscando precisar lo que sus escrituras
(Derrida, 1984) fundan. Creo, junto a Saer, que el lector que ¨cree saber de antemano lo que debe encontrar en un libro¨ es
prisionero, tal vez sin advertirlo, de ¨una maquinación de carácter represivo destinada a abolir la experiencia estética que es
un modo radical de libertad¨ (1980: 273). Porque comparto este credo, porque entiendo que favorece a la lectura y a la
enseñanza de la literatura hacer circular las conjeturas que a partir de él se produzcan, porque desde hace años trato de
destartalar el uso expandido del mismo aparato categorial ¨aplicado¨ a cualquier texto literario con igual motononía e
inercia, vale la pena empezar por revisar lo que acontece y lo que ha acontecido con la escritura poética en Santa Fe a
partir de la obra de Inchauspe, de Figueroa, de Bertone y de Oliva.

Construcción/recorte: notas sobre decisiones de investigación


El trabajo de investigación cuyas pautas iniciales describo intenta reconstruir las poéticas de un conjunto de obras18 de
autores de Santa Fe en el contexto de su horizonte cultural y artístico19.
Parto de una conjetura: entiendo que la poesía de Juan Manuel Inchauspe, de Estela Figueroa, de Aldo Oliva y de
Concepción Bertone forman una constelación (Benjamin, 1936, 1940) que construye una poética del envío20 y que ha sido
desatendida desde los estudios académicos sistemáticos21 en parte por el eclipse que las obras de Saer, Gola y Padeletti
provocan en la del resto de sus contemporáneos y también por el descalabro que esta constelación causa en los tics del
regionalismo (razón que motivó su exclusión especialmente desde los proyectos que, animados por un concepto de
¨literatura regional¨, se centraron en textos representativos de la ¨identidad local¨22). Eclipse y exclusión que a su vez se
proyectan sobre las instituciones de enseñanza, salvo en algunos espacios de creación más o menos reciente en el nivel
superior23.
Si bien ha habido otros intentos de cartografiar la literatura de Santa Fe, la de la ciudad de Rosario, la pintura de Santa Fe,
la literatura de la región que re-escribe hechos como la inundación del 2003 (cf. Vittori, 1986; D’Anna, 1992, 1996; Serra,
1977, 1981, Taverna Irigoyen, 1992; Valli, 2006), no obstante en ningún caso la cartografía se ha realizado desde los ejes
que se retoman en este estudio. Además de una lectura del corpus seleccionado esta investigación pretende esbozar

lírica y narrativa¨ (2001: 15). Marca que se cruza con el eje que atraviesa el libro: las figuraciones sobre la muerte en la poesía
contemporánea.
18
Uso el término ¨obra¨ en la acepción derrideana, es decir, para dar cuenta del conjunto de textos firmados por un autor que provocan
operaciones de pensamiento (cf. Gerbaudo, 2005a, Cap. I: ¨Protocolos de lectura y escritura de la desconstrucción filosófica¨, Cap. VI:
¨Derrida, lector de literatura. Una interpretación de sus protocolos escriturarios ‘tardíos’¨).
19
Un antecedente de este tipo de abordajes puede encontrarse en las investigaciones de Dalmaroni sobre Saer que, partiendo de su
literatura, estudia las relaciones que trama con discusiones, polémicas, movimientos artísticos que se producen en el contexto referido (cf.
Dalmaroni, 2006b). Cabe destacar no obstante que el objetivo al que apunta mi trabajo de cartografiado se teje en relación a otras
búsquedas: intenta relevar datos que ayuden a entender el proceso de canonización de la poesía escrita en Santa Fe (operación qu e
siempre implica selección y, simultáneamente, exclusión) y de las perspectivas teóricas a partir de las cuales se la ha abordado. Por
ejemplo, no es un dato menor señalar que actualmente a la ciudad de Santa Fe llega con dificultad el Diario de poesía y es prácticamente
imposible conseguir ediciones de Hablar de poesía, La guacha, La pecera; Poesía de Rosario, Plebella; se sigue que el trabajo que se
ejerce desde la crítica universitaria juega un papel importante en la circulación de textos y en la revisión de los crit erios a partir de los
cuales se decide leer poesía y enseñarla en las aulas de literatura.
20
Marca derivada de los diálogos que estas escrituras traban entre ellas (la poesía de Figueroa envía a la de Inchauspe; la de Bertone, a la
de Inchauspe y a la de Oliva) y también, aunque en segundo plano, con la de otros escritores (Juan José Saer, Hugo Gola, Jorge Conti,
Hugo Padeletti, Juan L. Ortiz, Jorge Luis Borges, Raúl Gustavo Aguirre, Emily Dickinson, César Vallejo, Juan Gelman, Francisc o Urondo,
René Char, Henri Michaux, entre otros). La primera forma de ¨envío¨, la que me interesa profundizar, se liga también a un lazo que se
funda en la herencia y en la deuda poéticas. Herencia y deuda de Estela Figueroa para con Juan Manuel Inchauspe, de Concepció n
Bertone para con Aldo Oliva y para con Juan Manuel Inchauspe. Herencia y deuda ligadas al trabajo escriturario que funda, que hace lugar
a una política de la amistad (Derrida, 1994) desde la poética del envío. Modo indirecto también de armar una constelación a partir de una
lógica espectral de la herencia (Derrida, 1993: 69): es desde una interpretación transformativa de aquello que se hereda y que en este
caso, se transfigura, como se hace lugar a una nueva escritura. Proceso de creación que, mientras reconoce el legado, lo reinventa (cf.
Gerbaudo, 2005a) trayendo como un eco la voz espectral del otro al que se nombra: ¨’Dès lors les absents même sont presents [...] et, ce
qui est plus difficile à dire, les morts vivent’ (Cicéron)¨ (Derrida, 1994: 9). Esta poética del envío se ve reforzada desde los textos críticos
que firman los autores cuyas obras forman la constelación de la que me ocupo. Por ejemplo, cabe atender al trabajo de Figueroa (1994)
prologando la Poesía completa de Juan Manuel Inchauspe; al de Bertone escribiendo sobre Aldo Oliva (2001-2002).
21
Si bien se registran trabajos sobre la poesía de Inchauspe (Herrera, 2000; Battilana, 2002; Aguirre, 2006b), de Oliva (Retamoso, 1997,
2000; García, 2001, 2003; Saer, 2005; Gianera, 2005; Aguirre, 2006a; Dobry, 2006; Barrilla, 2006; Monteleone, 2003, 2006; Piccolli, 2006;
Arteca, 2006; Samoilovich, 2006; Ritvo, 2001, 2004, 2006, Prieto, 2006) y de Bertone (Prieto, 2006; Andrade, 2006; Bellessi, 2006; Bisso,
2006; Cwielong, 2006; Roffé, 2006), no obstante no se incluyen en proyectos de estudio sistemáticos sobre sus obras.
22
Las investigaciones de Eduardo Romano sobre los procesos históricos de canonización de ciertas ¨literaturas regionales¨ por los
supuestos ideológicos que éstas contienen (operación avalada desde el Estado y bajo la ¨complicidad¨ de la crítica) así como también sus
precisas formulaciones respecto de cuándo y cómo la literatura escrita desde las regiones y la crítica literaria han puesto en jaque estas
intervenciones (cf. Romano, 1998, 2004) forman parte de los antecedentes del recorte en zona de borde que esta investigación realiza.
23
Una excepción a esta posición en el marco de las prácticas docentes en la provincia se observa en algunas cátedras de las
universidades nacionales del Litoral y de Rosario. Recupero por un lado la labor docente de Dina San Emeterio (Facultad de Humanidades
y Ciencias, UNL, 1992-1998) y por el otro, de Roberto Retamoso y su equipo que crean la cátedra libre ¨Felipe Aldana¨ (Facultad de
Humanidades y Artes, UNR) gestando paralelamente proyectos de investigación centrados en la poesía de Rosario (cf. Retamoso, 2002,
2007). Por otro lado, como extensión de la cátedra cabe destacar la organización de actividades conjuntas con historiadores y poetas (por
ejemplo, el libro de D’Anna, Nadie cerca o lejos, se escribe a partir de un seminario dado en dicha cátedra).

Universidad Nacional del Litoral TÍTULO ACTIVIDAD EDUCATIVA 8


conjeturas que permitan revisar las decisiones teóricas, axiológicas, epistemológicas, éticas y políticas que se inscriben en
el mismo momento en que se decide leer poesía y enseñar a leer poesía a otros desde un determinado lugar. Rastrear qué
se escribía sobre la poesía de Santa Fe en las revistas universitarias, en los diarios; sobre quiénes se escribía y sobre
quienes no; quién publicaba a los poetas; sobre qué ejes se recortaban los problemas de investigación sobre literatura en
las universidades; cuáles eran los lugares desde los cuales se pensaba la enseñanza de poesía en las carreras
universitarias de letras de la provincia permitirá precisar las consideraciones iniciales que aquí se enuncian.
Agrego otras razones que fundamentan la construcción del corpus. Y deliberadamente uso la palabra ¨construcción¨ porque
doy por supuesto un cierto no saber sobre aquello que se arma al inicio de una investigación. Un no saber sobre ciertos
saberes de los que se parte (la idea de ¨recorte¨ carga con la pretensión de abarcar una suerte de totalidad).
En la construcción del corpus intervienen un conjunto de variables entrecruzadas. En primer lugar se estudia la poesía de
autores que han escrito y hecho circular su obra desde la provincia de Santa Fe, viviendo en la provincia de Santa Fe (esto
excluye, por ejemplo, los trabajos de Padeletti, Gola y Saer que, por otro lado, sí tienen una inscripción fuerte en el canon).
En segundo lugar se han elegido obras que no estén consagradas por el mercado editorial y que advierto ausentes de las
lecturas escolares e incluso, poco presentes entre las realizadas desde la formación universitaria (salvo las excepciones
señaladas). Finalmente se buscó que el corpus tuviera una marca diferencial de toda otra constelación posible en al menos
un punto: creo que la poética del envío constituye esa marca (esto permite explicar, por ejemplo, por qué no ingresa al
corpus una poesía igualmente innovadora escrita y difundida desde Santa Fe como la de Marilyn Contardi -1979, 1992,
2000).
Deliberadamente se decide estudiar toda la obra de los cuatro autores del corpus con el objeto de poder señalar las
oscilaciones que han impuesto los cambios políticos en la lectura de la poesía en la provincia: el vaciamiento de la
Universidad en cada una de las dos dictaduras (la del 66 y la del 76) y la reinstalación democrática en el 83 son los
acontecimientos que atraviesan el análisis de los datos.

Desconstruir los malentendidos en torno de la desconstrucción: apuntes sobre una ¨apropiación¨


Las categorías que uso para diseñar y llevar adelante este proyecto son pocas y están (o pretendo que estén) atravesadas
por la epistemología y la política de la lectura desconstruccionista. Brevemente trato de señalar qué entiendo por esto
recuperando dos pasajes de dos conocidos textos de Derrida24. Uno: en ¨Carta a un amigo japonés¨ Derrida (1985) le
sugiere a su traductor que busque en su idioma una expresión o palabra de su idioma que se acerque al uso que en el
sistema cultural francés tiene la palabra ¨desconstrucción¨. Dos: probablemente respondiendo a los malentendidos
generados en torno de la relación entre desconstrucción y política, Derrida interviene con un texto provocador como
Espectros de Marx25. No me interesa aquí recuperar sus tesis sino un fragmento que pongo en analogía con el anterior,
integrando el conjunto de pasajes en los que Derrida intenta explicar qué es la desconstrucción a partir de una interpelación
o de una precisión respecto de cómo interviene en los sistemas culturales. En esta ocasión retoma una ocurrencia de unos
filósofos soviéticos: ¨me decían, en Moscú, hace unos años: la mejor traducción para perestroika sigue siendo
‘desconstrucción’¨ (1993: 103). Lo que intento con estos ejemplos es mostrar la insistencia derrideana de que un
movimiento que se pretenda desconstruccionista no es tal si no tiene una inscripción concreta en los aparatos, en las
instituciones, en los contextos puntuales y, junto a esto, si no contribuye a descolocar, destartalar, des-ubicar lo que en ese

24
He desarrollado este tema por extenso en mi tesis doctoral, especialmente en el apartado III.7. : ¨Acerca de las instituciones (o las
‘comunidades de práctica’): la política del des-leer como práctica situada¨ y en el capítulo X: ¨Leer literatura desde la de(s)construcción:
replanteos de una nueva epistemología y de una nueva poética¨ (cf. Gerbaudo, 2005a).
25
He dedicado un apartado de mi tesis al análisis de algunos de los malentendidos más frecuentes y más importantes en la teoría literaria
a la hora de leer los supuestos teóricos y políticos del programa desconstruccionista (cf. IX.2. ¨Tergiversaciones, malenten didos y
polémicas: una de las caras más conocidas de la desconstrucción derrideana¨). En la crítica literaria escrita desde Latinoamérica también
es posible registrar estas confusiones, especialmente cuando se consume la versión anglo-norteamericana de la desconstrucción francesa
que, para distinguirla apelando a la diferencia de traducción, he denominado deconstrucción (cf. Gerbaudo, 2005a). Por ejemplo en la
reseña que Carlos García Bedoya prepara de un volumen sobre el estado actual de los estudios culturales editado por Mabel Mor aña no
distingue con la suficiente precisión las diferencias entre la desconstrucción francesa y la deconstrucción anglonorteamericana realizando
equiparaciones entre el ¨programa¨ derrideano (cf. Derrida, 1967) y el anarquismo epistemológico (cuando pocas teorías promueven un
control epistemológico sobre la tensión entre la intencionalidad de quien firma y el texto, sobre las interpretaciones ¨miopes¨ tal como lo
promueve Derrida -cf. 1972-). Al describir el texto de Román de la Campa (que sí distingue el efecto de traducción cultural) se refuerzan
algunos de sus pasajes más problemáticos. Por ejemplo, la equiparación de la revisión de la ¨metafísica de la presencia¨ con el
multiculturalismo obviando las múltiples diferencias entre los modos de trabajar de Derrida (quien realiza exégesis cercanas a los textos, a
las operaciones de construcción de las conjeturas) y de quienes se han apropiado de sus teorías (entre ellos, multiculturalis tas; tal vez el
propio Frazer a quien De La Campa cita incurriendo en el error de monologizar qué se entiende por intervención política -cuestión que he
desarrollado por extenso en relación a las políticas de la desconstrucción en dos artículos recientes -cf. Gerbaudo, 2005b-; 2006c-).
Transcribo un pasaje, la nota 5 del trabajo de García Bedoya, donde de modo equívoco se apoya en una cita de John Ellis arrasando con
las distinciones señaladas y promoviendo confusiones teóricas importantes (los adjetivos que García Bedoya emplea también son clara
muestra de su posición, que no comparto): ¨Una aguda reflexión crítica sobre las repercusiones teóricas del deconstructivismo en la
academia norteamericana puede hallarse en el libro de John M. Ellis, Against Deconstruction (Princeton: Princeton University Press, 1989).
Ellis concluye sus planteamientos señalando que ‘Before deconstruction, theory of criticism worked against the laissez-faire tendencies of
criticism; but now deconstruction, an intensified form of those tendencies, has attempeted to seize the mantle of theory in order to pursue
this antitheoretical program.’¨ (García Bedoya, 2001: 210)

Universidad Nacional del Litoral TÍTULO ACTIVIDAD EDUCATIVA 9


contexto ahoga la emergencia de lo por-venir (cf. Derrida, 1994) o reifica, provocando obstáculos de diferentes tipos que
atentan contra una visión crítica de los problemas en cuestión.
Traigo estos pasajes a los fines de destacar lo que leo como la ocurrencia más original de este ¨programa¨ (Derrida, 1967)
cuyo propósito es desmantelar las dicotomías que, en diferentes coyunturas, con distintos rasgos y contornos, impiden
pensar, discutir, cristalizan conceptos, prescripciones. Su apuesta al acontecimiento (Derrida, 1994) como irrupción
imprevisible de lo por-venir y su llamado a inventar nuevos artefactos que ayuden a descomponer lo que cristalizado,
detiene, es una interpelación a repensar y a reinventar, sin destruir, los sostenes del edificio que se desmorona y que, por lo
tanto, habrá que imaginar desde otros reacomodamientos.
En esta línea inscribo el problema de la tensión literatura nacional/literatura regional que cruza en parte las conjeturas del
proyecto. En la tensión teoría literaria - crítica literaria -crítica cultural / didáctica de la literatura se arma la zona de borde
disciplinar y también allí se anota esta vuelta sobre el locus de enunciación como punto fuerte de la construcción del
corpus. Desconstruir. Des-esencializar. Des-sustanciar. Des-ontologizar (pretensión epistemológica y política que anima el
trabajo ya iniciado).
Otras categorías que juegan en el armado son constelación, poética y bucle extraño junto a las que ya adelanté en párrafos
anteriores y otras que iré retomando en función de los análisis de los textos de cada autor (escritura, contrasignature,
archivo).
Siguiendo a Benjamin el concepto de constelación permite trabajar desde una mirada sobre el tiempo cargada de
tensiones, alejada de cualquier pretensión de linealidad, de homogeneidad y de relación causal. Pensar el ¨tiempo del
ahora¨ como saturado de ¨esquirlas¨ del tiempo pasado pone distancia de los trabajos diseñados desde pretensiones
epistemológicas objetivistas o totalizadoras26.
Cuando hablo de ¨poética¨ no lo hago en el sentido que la teoría literaria (con Jakobson y los formalistas rusos como sus
exponentes más destacados) ha dado a este término, es decir, no pretendo dar cuenta de las líneas generales de ningún
género sino recuperar la conceptualización esbozada en mi estudio de la obra de Jacques Derrida (cf. Gerbaudo, 2005a).
Recuperando el concepto de ¨poética¨ de Grüner que la define como el intento de ¨hacer de la propia palabra una
‘experiencia’¨ (1999: 127), analizo qué singulariza la escritura de cada uno de los autores que forman la constelación (qué
marcas (Derrida, 1972) las vuelven identificables aún sin necesidad de firma (Derrida, 1984)) precisando además por qué la
integran. Busco también en este caso qué hay de acontecimiento (Derrida, 1994) en la irrupción de esa palabra, qué es lo
que dan a luz con la palabra, con su escritura.
Palabra que vuelve sobre sí dibujando los bucles extraños que Hofstadter (1979) encuentra en las litografías de Escher,
en las composiciones de Bach y en las formulaciones lógico-matemáticas de Gödel. Creativo y elegante invento conceptual
a partir del cual Hofstadter revela la confusión entre los niveles que suelen demarcarse con bastante seguridad cuando se
interpretan los sistemas pictóricos, musicales, matemáticos. ¨Bucle extraño¨ es la metáfora que elige para dar cuenta de
cierta ¨jerarquía enredada¨ que se configura cada vez que fracasa todo intento por distinguir lenguaje de metalenguaje,
representante de representado, exterior de interior, superior de inferior, fondo de forma. A partir de las obras mencionadas
explica que esto ocurre ¨cada vez que, habiendo hecho (hacia arriba o hacia abajo) un movimiento a través de los niveles
de un sistema jerárquico dado, nos encontramos inopinadamente de vuelta en el punto de partida¨ (Hofstadter, 1979: 12).
La expresión ¨jerarquía enredada¨ intenta mostrar esta indistinción de bordes que se advierte cada vez que nos vemos
imposibilitados de deslindar entre niveles de enunciación.27
Algunos ejemplos de Hofstadter: Manos dibujando (representación en la que cada mano dibuja a la otra –bucle extraño
de dos pasos–); Galería de grabados (retrato de un retrato que se contiene a sí mismo).
Algunos ejemplos o adelantos míos: Estela Figueroa firma una poesía donde habla de su poesía y de la de Juan Manuel
Inchauspe. Palabra dicha desde la voz siempre otra de la poesía que mientras parece aproximar también aleja dejando
titubeante la identidad de esa voz que se confunde con la del poeta al inscribirse desde la primera persona del singular al
evocar al amigo ausente:
A Manuel Inchauspe, en el hospicio

Las nuestras, mi amigo,

26
El abordaje de la obra de cuatro autores indica el carácter sesgado de esta cartografía: se relevará lo que desde la crítica literaria, desde
los programas universitarios, las reseñas periodísticas, las entrevistas en los medios y la producción artística afecte la lectura de los cuatro
autores cuyas obras conforman el corpus.
27
En el diseño original del proyecto usaba el concepto de metapoesía para describir las vueltas que desde la escritura poética los autores
realizan sobre sus propios escritos. Prefiero retomar la categoría de Hofstadter (1979) ya que su formulación, al apelar a la idea de
¨jerarquía enredada¨, despeja cualquier credo en la posibilidad de un nivel ¨meta¨, objetivo, desde el cual se aborde con ci erta distancia el
nivel anterior. Dado que me ocupo de un movimiento que se realiza desde la poesía sobre la poesía y dado que pretendo hacerlo además
desde una apropiación de los constructos armados por Derrida (que desde los inicios de su programa -cf. 1967- ha mostrado desconfianza
respecto del modo en que el estructuralismo ha pretendido trazar demarcaciones netas intentando separar lo que estos enredos del
lenguaje impiden distinguir con tanta seguridad), entiendo que es más ajustado el uso de esta categoría de Hofstadter.

Universidad Nacional del Litoral TÍTULO ACTIVIDAD EDUCATIVA 10


son obras pequeñas.
Escritas en la intimidad
y como con vergüenza.
Nada de tonos altos.
Nos parecemos a la ciudad
donde vivimos.

Perdiste tus últimos poemas


y yo casi no escribo.

De allí
esos largos silencios
en nuestras conversaciones (Figueroa, 2005)

Agrego: ¿quién habla en esa otra poesía marcada por un yo, generalmente mujer, que repetida y obsesivamente vuelve
sobre la escritura de la poesía (¿la propia y la de otros poetas?) y aparece firmada con el nombre de Concepción Bertone?
¿Quién dice ¨La poesía / Parnaso del perdón: / la miel / del vaso / cuando encuentra sus límites¨ (Bertone, 2003: 58).
Agrego: ¿quién deja oír su voz por medio de esos trazos que alcanzamos a descubrir en la edición manuscrita de un
libro firmado por Juan Manuel Inchauspe y dibujado por su amigo Federico Aymá? ¿Quién dice ¨Hay momentos en que la
palabra / no está en ninguna parte.¨? ¿Es el poeta que se queja por el abandono de la musa? ¿Es él quien habla y nos
acerca ahora su voz fantasmal que nos trae el eco de una fría noche de Santa Fe del año 1969 que se nos vuelve ahora
cercana a través de esos rastros, lejana a través de esos rastros, de esas huellas que la letra prolija y ordenada nos hace
aparecer? ¿Es quien firma quien dice?: ¨Afuera las últimas estrellas tiemblan, / vacilan. La frialdad es perfecta. / Todo
parece estar en su justo lugar. / Sólo yo sé que esta noche no debe volver.¨ (Inchauspe, 1969: 3).
Agrego: ¿quién habla en este poema, aparentemente escrito en 1994 e incluido entre los textos sueltos firmados por
Aldo Oliva? ¿Quién describe y se incluye junto a esos otros, transidos de búsqueda y de ignorancia y movidos, tal vez por
ello, a la poesía?: ¨Si el ser no es la abdicación / de saber, sólo un movimiento / conocemos que se abre como piernas / en
el parto y se ofrece al nacimiento / de una imagen que, virtualmente / amamos consagrar como poema. / Y andar, erectos,
en las titilaciones / de una iluminación, accedemos. / ¿Quiénes? Los que se nieguen / a no saber y parten.¨ (Oliva, 1994:
376).

Crítica literaria/crítica cultural: oscilaciones y preguntas


En este trabajo he tratado de describir los problemas a los que esta investigación se liga, de precisar aquellos de los que se
ocupa y de iniciar un diálogo respecto de algunos de los obstáculos epistemológicos instalados en las aulas de literatura en
relación al modo de leer poesía.
He intentado mostrar que el uso de categorías como ¨literatura infantil¨, ¨literatura femenina¨, ¨literatura regional¨ es
problemático, o mejor, especialmente problemático, en el punto mismo en que termina eclipsando a la literatura como forma
del arte que, con lo que agrega al mundo, desmantela modos de representar(nos) el mundo. En el caso puntual de la
¨literatura regional¨, el obstáculo epistemológico aparece cuando la literatura se subordina a los mandatos
representativistas, es decir, cuando la mera representación de la región habilita juicios de valor, independientemente del
trabajo de construcción estética. Tendencia que en parte reconoce la imposibilidad de fijar una manera ¨santafesina¨ o
¨salteña¨ o ¨jujeña¨ de escribir (una ¨estética salteña¨ o ¨santafesina¨ o ¨jujeña¨28), toda vez que apela a los tics regionalistas
al seleccionar las obras por su referencia a ¨la zona¨ y/o por su su ¨mensaje¨. Es allí mismo cuando se genera un obstáculo,
es decir, cuando la literatura sólo se lee por esto: por ¨representar¨ la región o por el ¨mensaje¨ que deja a partir de su
¨figuración¨.
En este punto la función de la teoría y la crítica literarias es clave porque permite discutir los sustentos de prácticas en
curso sin dejar de abrir la posibilidad de otras nuevas y sin imponer fórmulas de actuación. Creo, al igual que Eagleton, que

28
En sus trabajos sobre los ¨poetas de Rosario¨, Retamoso subraya la imposibilidad de hallar una marca que los reúna desde la estética
(cf. 1995; 2004). En un artículo sobre la obra de la cineasta salteña Lucrecia Martel, Arancibia deja entrever el modo en que desde sus
films se discute no sólo un modo de narrar propio de Salta sino también los valores asociados a la ¨salteñidad¨. Después de caracterizar
sus trabajos, Arancibia recoge diferentes efectos de recepción de sus películas en la propia Salta para resaltar este cuestionamiento
realizado desde una estética que, filmando desde Salta y sobre Salta, desdibuja lo que se espera sea dicho sobre Salta así como también
desfigura los modos más convencionales de la narración cinematográfica. Cito, a modo de muestra, algunas de las valoraciones de los
espectadores de La ciénaga y de La niña santa: ¨‘es espantosa, no muestra ni un paisaje bonito, ni un cardón, ni un poncho, nada de lo
que hace a Salta tan linda’, ‘la Martel inventa cosas que no existen’, ... ‘encima no tiene final’¨ (Arancibia, 2005: 67).

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cada vez que un investigador emprende un trabajo en crítica literaria vale preguntarse sobre sus propósitos, sobre su
destinatario, sobre las funciones que la sociedad atribuye a su trabajo (1984: 9). Según el autor, que en la actualidad la
crítica carezca ¨de toda función social sustantiva¨ no es algo que deba aceptarse como su destino natural (lo que conduciría
a la negación de lo por-venir, de la posibilidad del acontecimiento). Subraya Eagleton: ¨Que esto no ha sido siempre así, y
que ni siquiera hoy tenga por qué ser así, es lo que intento demostrar¨ (1984: 9).
Disiento en parte con Adriana Astutti cuando defiende cierta inutilidad de la crítica apelando a una especie de reclusión en
lo privado (en algún punto acercándose a las irónicas intervenciones de Jorge Panesi -cf. 2004-): ¨El compromiso para los
que no somos poetas o narradores y somos críticos, me parece, es seguir sosteniendo ese lugar, el de la crítica literaria,
reconociéndolo como un espacio de goce y absolutamente inútil como cualquier medio de manifestación artística¨ (Astutti,
2005: 190).
Tal vez este contraste entre opciones críticas que señalo pueda entenderse mejor si apelamos a una distinción entre la
crítica literaria y la crítica cultural siguiendo el concepto derrideano de género (Derrida, 1980), es decir, atendiendo a que un
texto (crítico) pueda participar en la crítica literaria y también en la crítica cultural sin pertenecer con exclusividad a ninguna
de las dos. En este caso sí los adjetivos acotan y sirven para caracterizar una forma de la crítica que se acerca a las
búsquedas de la literatura y otra que sin soslayarla, busca generar un tipo de intervención que, menos preocupada por la
literariedad de su forma, toma partido en temas de borde disciplinar29. Si aceptamos esta distinción podríamos entender que
Adriana Astutti (junto a Nicolás Rosa, Jorge Panesi, entre otros) habla (escribe) desde la primera, o más bien, que ciertos
textos de Adriana Astutti (1998, 1999, 2000, 2001, 2003), de Nicolás Rosa (1987, 1990 [2004], 1992, 1997), de Jorge
Panesi (1980, 1993, 1995, 1996a, 1996b, 1996d, 1997, 2001)30 participan de la primera.31
A partir de estas diferencias de posiciones respecto de la crítica y de sus lugares de intervención, vuelvo a la cuestión del
¨gusto¨. Pienso la figura del lector que enseña literatura como la de un antólogo y me pregunto cómo incide su gusto
personal en la construcción del objeto que diseña en sus propuestas didácticas. Me pregunto también cómo la crítica que
ha leído ha contribuido a formar ese gusto. También la teoría, la literatura. Y por falta, la teoría, la literatura y la crítica que
desconoce.
Como vimos en este caso particular centrado en la poesía, las posiciones teóricas sobre las escrituras de ¨la zona¨
contienen supuestos teóricos, axiológicos, epistemológicos y estéticos muy diferentes y necesariamente imponen
propuestas de transferencia distintas que abarcan desde la selección de los textos a leer hasta el modo de trabajo, desde la
secuencia de actividades hasta la evaluación. Subrayo además: las teorías y la crítica también forman el ¨gusto¨, por lo
tanto es epistemológica y políticamente relevante subrayar este punto, en absoluto neutral, que afecta notablemente el
trabajo en las aulas.
Finalmente, esta vuelta sobre las decisiones de investigación y su puesta en circulación contribuye a armar un marco para
las precisiones que vendrán después: los análisis de las poéticas de los autores seleccionados que, tomando la metáfora
de Osvaldo Aguirre (2006b), se incluyen en la ¨tradición de los marginales¨, intentan inscribirse y escribirse desde una zona
de borde que, sin proponer nuevos modos de leer, no obstante busca realizar algunas operaciones: revisar el canon literario
y crítico instalado en las lecturas de poesía, revisar los modos de leer poesía en la provincia (modo oblicuo de cooperar a
que el otro, el destinatario directo de nuestro trabajo, pueda elegir).
Desde el comienzo, esta investigación está animada por un credo, tal vez también configurado por mi predilección por cierta
teoría que, entiendo, permite pensar mejor la naturaleza excéntrica de la literatura. Creo en la imposibilidad de sostener la
29
Pienso, por ejemplo, en la publicación de un artículo de Sarlo en el penúltimo número de la revista de Didácticas de la lengua y de la
literatura (insisto en remarcar la ¨s¨ ya que busco señalar la nominación de dos disciplinas diferentes) que dirige Gustavo Bombini (cf.
Sarlo, 2003).
30
Los textos que se citan de Astutti, de Rosa y de Panesi intentan aclarar la distinción que se señala, es decir, funcionan más bien como
ejemplos y no como un listado exhaustivo realizado a partir de la obra de cada autor.
31
Coincido con Astutti en el rechazo de los criterios a partir de los cuales se suele distinguir la llamada ¨crítica académica¨ de la crítica
¨periodística¨. En el contexto de una discusión sostenida con Daniel Link, Carlos Gazzera y Miguel Russo respecto de ¨El trabajo de la
crítica: temas, problemas y textos¨ en el marco del Primer Argentino de Literatura (UNL), dice: ¨Crítica académica, crítica literaria, crítica
cultural.... Me irrita esa división. Una buena crítica puede estar hecha en cualquier lado. Yo tengo una editorial, trabajo en la universidad y a
veces hago artículos sobre libros que leo, y mi relación como crítica cuando escribo es con la literatura, con la escritura y con el lenguaje;
en ese sentido, es una relación que no se diferencia de la que tuvieron los que aquí leyeron trabajos -cuando escriben, no cuando vienen a
dar su opinión- y la que tienen los mismos escritores, poetas y narradores. Uno sigue trabajando con muchísimo respeto con el lenguaje
para tratar de variar, crear sentidos y poder explicarse a sí mismo una intuición de lectura. Este tipo de crítico, para mí, es un crítico que
sigue existiendo y del cual nadie habla. Todo el mundo lo vapulea... si es crítica académica porque tiene una nota al pie, o si es crítica
periodística porque se publica en un diario¨ (Astutti, 2005: 190). No obstante creo que esta misma distinción puede hacerse si no lleva
consigo un juicio de valor, es decir, si sólo sirve para señalar el espacio desde el cual se produce: la universidad, los medios. Sí insisto en
la importancia de distinguir la ¨crítica literaria¨ de la ¨crítica cultural¨ ya que advierto diferentes lugares de interpelac ión, distintos modos de
intervenir que no tienen por qué solaparse o eclipsarse pero a la vez remarco que, más allá de las intenciones, en cada caso es necesario
precisar qué textos participan de cada una, cuáles participan de ambas. Pueden advertirse, sin embargo, persistencias que per miten que
hablemos de las búsquedas generalmente literarias de Enrique Pezzoni, de Jorge Panesi, de Nicolás Rosa, de Alberto Giordano (entre
otros) y las búsquedas de intervención, en algunas ocasiones literarias, de Adolfo Prieto, de David Viñas, de Beatriz Sarlo, de Silvia Saítta,
de Claudia Gilman, de Miguel Dalmaroni (entre otros). Ambas necesarias por razones diversas: por las mismas que son necesarias tanto la
literatura como la mirada que sobre la literatura se realiza desde la literatura y desde los aportes de las ciencias sociales para terminar
volviendo a la literatura de la que se parte.

Universidad Nacional del Litoral TÍTULO ACTIVIDAD EDUCATIVA 12


neutralidad axiológica toda vez que se escribe y se investiga sobre un tema como el que toco, que, como vimos, ha
generado tantas controversias, especialmente en algunos de sus ángulos. Y al igual que Neiburg y Plotkin que buscando
zonas intermedias entre las dicotomías intelectual/experto manifiestan su ¨rechazo¨ a toda actitud ¨normativa en beneficio
de una actitud comprensiva¨, desearía que este diálogo que intento abrir respecto de la lectura de la poesía estuviera
alejado de la prescripción y, por el contrario, promoviera el difícil dialogismo (Bajtin, 1959-1961) que en lugar de la
políticamente correcta ¨tolerancia¨ se ensaya desde la no siempre fácil hospitalidad (Derrida, 1997a, 1997b). Espacio
desde el que re-pregunto: ¿O será cuestión de gustos aquello que anima nuestras decisiones aparentemente razonadas
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quedo¨.

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Entrevistas, proyectos, planificaciones


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RETAMOSO, R.: (2002) ¨Proyecto de constitución de la cátedra libre ‘Felipe Aldana’¨ (mimeo)
(2003) ¨La modernización literaria en Rosario: delimitación teórico-histórica de sus manifestaciones
textuales específicas (1940-1970)¨ (Proyecto de investigación trienal, UNR) (mimeo)
(2007) ¨Entrevista¨ (realizada en el marco de la citada investigación de CONICET, mimeo).
SAER, J. J.: (2005) ¨La enseñanza de Aldo Oliva era fascinante¨ [entrevista de Edgardo Dobry] en Diario de poesía, nº 70,
Bs. As., 3-5.

Textos literarios
BERTONE, C.: (2003) ¨La madre¨ en Aria Da Capo, Bs. As., Ed. del Dock, 2005, 50-58.
BORGES, J.L.: (1932) ¨El escritor argentino y la tradición¨ en Discusión en Obras Completas, Tomo I, Barcelona, Emecé,
2000, 267-274.
CONTARDI, M.: (1979) Los espacios del tiempo, Venezuela.

Universidad Nacional del Litoral TÍTULO ACTIVIDAD EDUCATIVA 16


(1992) El estrecho límite, Santa Fe, Ediciones de la Cortada y UNL.
(2000) Los patios, Santa Fe, UNL.
FIGUEROA, E.: (2005) ¨A Manuel Inchauspe, en el hospicio¨ en Argentino de literatura I. Escritores, lecturas y debates,
Santa Fe, UNL, 149.
GRUSS, I.: (ed.) (2006) Poetas argentinas (1940-1960), Bs. As., Ed. del Dock.
INCHAUSPE, J. M.: (1969) ¨Hay momentos en que la palabra¨ en Poesía completa, Santa Fe, UNL, 1994, 13.
OLIVA, A.: (1994) ¨Orlas sísmicas¨ en Poesía completa, Rosario, Ed. Municipal de Rosario, 2003, 376.
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(1964) Responso, Buenos Aires, Seix Barral, 1998.
(1965) Palo y hueso, Buenos Aires, Seix Barral, 2000.
(1966) La vuelta completa, Buenos Aires, Seix Barral, 2001.
(1967) Unidad de lugar, Buenos Aires, Seix Barral, 1996.
ORTIZ, J. L.: (1996) Obra completa [edición a cargo de Sergio Delgado], Santa Fe, UNL.

Universidad Nacional del Litoral TÍTULO ACTIVIDAD EDUCATIVA 17

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