Está en la página 1de 27

FINAL DEL JUICIO

Personajes

LETRADO
JALIL
CARLITOS

Ambito

Secretaría de un juzgado. Todo es anacrónico, salvo la ropa de Oscar Jalil.


Clásico escritorio, sillas algo desvencijadas y anaqueles repletos de
expedientes. A foro una puerta imponente, sólida, como la de las cuevas
de los bancos. Del otro lado sesiona el Tribunal Supremo. Hay una salida,
supuestamente a otra oficina que utiliza Carlitos. En escena, JALIL y
LETRADO. Letrado revisa un expediente. Jalil lo observa expectante.
CARLITOS ordena expedientes en los estantes.

LETRADO: Vamos a empezar, señor Jalil. ¿Está dispuesto?

JALIL: De acuerdo, doctor.

LETRADO: (Corrige) Letrado. Señor Letrado, mejor. Aquí la


nomenclatura es fundamental. En eso el Tribunal Supremo es terminante.
Usted debe dirigirse a mí como el señor Letrado. Para que le quede claro,
en la nomenclatura moderna yo sería su abogado defensor. En este Tribunal
Supremo soy el señor Letrado. ¿Está entendido?

JALIL: Muy bien, señor Letrado.

1
LETRADO: Las formas son fundamentales. Bien, señor Jalil. (Abre el
expediente. Se detiene) Carlitos… Falta el certificado de defunción.

Carlitos saca un papel y se lo extiende a Letrado.

CARLITOS: Acaba de llegar.

LETRADO: (Lee) Oscar Luis Jalil, casado, cincuenta y seis años…

JALIL: Setenta y dos. Cuando ocurrió tenía cincuenta y seis.

LETRADO: (Como si no lo escuchara) Cincuenta y seis años, casado,


comerciante. Señor Jalil… ¿Usted sabe bien por qué está acá?

JALIL: Bueno… supongo que sí.

LETRADO: ¿Qué supone?

JALIL: Nunca pensé que iba a estar ante un tribunal. Supongo que… me
juzgarán.

LETRADO: Supone bien. Empecemos, entonces. Señor Jalil… ¿Es usted


homosexual?

JALIL: ¡No!

LETRADO: No, qué.

JALIL: No, señor Letrado.

CARLITOS: Perdón, señor Letrado. Esa pregunta no se hace más.

LETRADO; ¿Cómo que no se hace más?

CARLITOS: El Tribunal Supremo la eliminó. Lo de la homosexualidad no


va más.

LETRADO: Todos los días cambian algo. Es para volverse loco.

JALIL: De todas maneras, no soy homosexual señor Letrado. Supongo que


eso me ayuda.

2
LETRADO: Antes, sí. Ahora… ¿ qué quiere que le diga? ¡No lo sé! Todo
cambia. Todo cambia. Mutatis mutandi, señor Jalil.

Suena un timbre. Carlitos sale apresuradamente hacia la sala del Tribunal


Supremo. Al abrirse la puerta se escuchan, con claridad, compases de
“Las cuatro estaciones” de Vivaldi. Carlitos ingresa y la puerta se cierra
con un estruendoso portazo. Desaparece el sonido.

LETRADO: Bien…sigamos… Vamos a repasar su vida. Por lo que veo en


el expediente, en la infancia no hay nada que importe mucho.

JALIL: ¿Cómo que no? A los doce años le salvé la vida a una abuelita
que…

LETRADO: Ya… Ya…. Está en el expediente, pero mejor no citarlo.

JALIL: Pero… ¿cómo no? Un chico de doce años que arriesga la vida
para…

LETRADO: Mejor no citarlo, señor Jalil. Créame. Sé lo que le digo.

JALIL: Pero ¿por qué? Quiero entender, señor Letrado.. Si me van a


juzgar quiero que ese acto de arrojo figure. Supongo que me va a ayudar y
mucho.

LETRADO: Señor Jalil… ¡Por favor! Déjeme hacer mi trabajo. Hace años
¡muchos años! que estoy en esto. Sé lo que le digo. Non obliviceris me
tecum stare, señor Jalil. ¿De acuerdo?

JALIL: ¿Y eso qué quiere decir?

LETRADO: Que no se olvide que estoy de su lado.

JALIL: Pero no entiendo… Un chico que a los doce años arriesga su vida
para…

LETRADO: No insista. Ese episodio no lo va a ayudar. Sé lo que le digo.


Conozco al Tribunal Supremo mejor que nadie.

JALIL: ¿Pero no le parece significativo que ya a los doce años… ¡un


chico!...tuviera ese gesto… Que arriesgara su vida para salvar otra vida y
nada menos que la vida de una ancianita… un ser dulce…

3
LETRADO: ¡Señor Jalil! La dulce ancianita a la que usted le salvó la vida
era una vieja hija de puta que le cagó la vida a la familia durante cincuenta
años. Después de que usted le salvó la vida, un hijo se suicidó, otro
termina sus días en un hospicio y la hija mujer, que tocaba el piano como
los dioses, murió de una sobredosis. Ni se le ocurra mencionar a la
abuelita.

JALIL: Pero yo no lo sabía… Yo vi a la viejita… vi el camión…

LETRADO: (Duro) Señor Jalil… El Tribunal Supremo no sólo conoce los


hechos, sino también sus consecuencias. Por supuesto que tiene en cuenta
su gesto de arrojo, pero… mejor no mencione lo de la abuelita. Sé lo que le
digo. Los conozco muy bien. Y no se olvide de que estoy de su lado.
Sigamos…

Revisa el expediente Por la puerta que da al Tribunal ingresa Carlitos. Al


abrirse la puerta vuelven a sonar los compases de Las Cuatro Estaciones
de Vivaldi, que cesan cuando la puerta se cierra. Carlitos lleva en sus
manos una escultura dorada (puede ser un antiguo tintero).

CARLITOS: Nada de oro. Los jueces supremos lo acaban de decidir. No


quieren que haya nada con oro en el Tribunal. Con la oposición del juez
Santiago.

Carlitos deja el tintero y recorre los estantes en busca de algo.


Entretanto:

LETRADO: Bien… De su infancia no hay nada reprochable. En la


adolescencia los habituales pecadillos de la pubertad… unos dinerillos que
le robó a la mamá… En fin... Nada para tener en cuenta. Hoy por hoy el
Tribunal Supremo los pasa por alto.

CARLITOS: Señor Letrado… ¿sabe dónde está la partitura del aria de la


Suite número tres de Bach?

LETRADO: Fijate en el cuarto estante… Más hacia la punta. Por ahí.

Carlitos busca.

LETRADO: (A Carlitos) Siguen con el juicio a Bach.

CARLITOS: Y sí. Es el juez Santiago. Insiste en que Bach plagió a


Vivaldi.

4
LETRADO: ¡Qué se dejen de joder! Mirá el tiempo que le dedican a un
caso de plagio.

CARLITOS: El juez Santiago está empeñado. Los demás quieren cerrar el


caso, pero…

LETRADO: ¡Qué ganas de perder el tiempo! Con todo el trabajo que hay.

Carlitos encuentra la partitura y sale hacia la sala del Tribunal Supremo.


Se abre la puerta: Vivaldi y portazo.

LETRADO: Vamos a su época de adulto, señor Jalil. De los siete pecados


capitales no hay datos de soberbia, ni de avaricia. De pereza, tampoco,
aunque en el expediente figura un episodio que… Pero, no. No tiene
importancia. El Tribunal Supremo lo va a pasar por alto. Veamos… Lujuria.
¿Qué me dice?

JALIL: ¿Yo, lujurioso? Para nada.

LETRADO: Una noche de farra corrida con dos prostitutas en un hotel de


Jamaica. ¿Cómo lo llama a eso?

JALIL: ¡Ah, sí, sí… Lo admito. Bueno… una sola vez… Tenía dieciocho
años… Estaba muy solo…una noche tropical… el mar… las palmeras… Se
me ofrecieron. Quise probar. Fue la única vez en mi vida. Se lo juro. Era
muy joven. Pequé esa sola vez.

LETRADO: No se le ocurra decirle eso al Tribunal Supremo. Nada de


pequé una vez. Usted pecó. Qui semel peccavit, semper peccavit, señor
Jalil. Qui semel peccavit, semper peccavit . Es uno de los principios del
Tribunal Supremo.

JALIL: ¿Y qué quiere decir?

LETRADO: Que quién pecó una vez, pecó para siempre.

JALIL: Pero por una sola vez el Tribunal me…

LETRADO: Tribunal Supremo. Recuerde lo de la nomenclatura. Métaselo


en la cabeza. ¡Tribunal Supremo!

JALIL: ¿Y por una sola vez el Tribunal Supremo me puede condenar?

5
LETRADO: El Tribunal Supremo no condena, señor Jalil. Sólo dictamina.
Entiéndalo.

JALIL: ¿Y quién condena?

LETRADO: (Rié) ¡Qué pregunta, señor Jalil! ¡Qué pregunta! ¿Nunca se lo


dijeron? ¿Ni siquiera se lo imagina?

JALIL: La verdad que no.

LETRADO: (Ríe) ¡Hay, señor Jalil…! Ya se va a enterar. Los ignorantes


me producen ternura. Sigamos: Gula.

JALIL: Siempre fui muy austero para la comida.

LETRADO: Si, pero todos los domingo iba a la casa de su tía Mecha y
se comía de a diez… de a doce canelones de verdura.. ¿Cómo lo llama a
eso?

JALIL: Es verdad… es verdad… pero mis comilonas en la casa de mi tía


Mecha no eran por gula. Eran por obligación.

LETRADO: ¿Cómo por obligación?

JALIL: Mi tía Mecha es el ser más bueno del mundo y me quiere mucho. Y
me cocinaba los canelones con tanto cariño… No son muy ricos. Pero yo
no podía decirle que no. Sentía que la despreciaba. Y me servía… cuatro,
cinco canelones… Y… “¿están ricos, nene?”. Y yo: “sí tía, muy ricos”.
“¿Querés más, nene?” ¿Y qué le iba a decir? “Sí, tía. Están muy ricos” Y
vuelta a servir. Y no podía decirle que no.¡Me daba no sé qué! Es más… a
veces, cuando no me veía, me metía algunos canelones en los bolsillos. Un
acto de piedad, señor Letrado.

LETRADO: ¿Un acto de piedad?

JALIL: Créame. Para ella los canelones eran una muestra de amor. Y yo…
no podía despreciar.

LETRADO: ¡Bueno…! No es común… Al menos yo no tengo memoria de


un caso así. Pero, bueno… Cuando el Tribunal Supremo le pregunte:
“Gula, ¿cómo se declara?” Usted responda: “Culpable, pero por piedad”.

6
JALIL: ¿Por qué culpable?

LETRADO: Sé lo que le digo. Y no se olvide que estoy de su lado. Esa es


mi tarea. Defenderlo. Cuando el Tribunal Supremo le pregunte: “cuarto
pecado capital, gula, ¿cómo se declara?”, responda con voz firme:
culpable, pero por piedad.

JALIL: ¿Así son las reglas? El Tribunal Supremo pregunta…

LETRADO: Y usted tiene que responder. Culpable o inocente. ¡Y no se le


ocurra mentir! Sería su perdición.

JALIL: Y si en el caso de la gula, yo respondo: culpable, pero por piedad.


¿Eso me salva?

LETRADO: No lo sé. Todo lo que remita a la piedad los conmueve. Lo


único que… Pensándolo bien… No sé si conviene lo de la piedad.

JALIL: ¿Por qué?

LETRADO: Me temo que se enfrasquen en una discusión interminable.


Los conozco muy bien. Alguno de los jueces va a decir que, cuando usted
esconde los canelones de su tía Mecha, no es un acto de piedad, sino de
picardía. ¡Desprecian a los pícaros! Y se van a remitir a las comilonas de
los Borgia. ¡Me lo veo venir! El pecado de la gula es todo un tema, señor
Jalil. Hace años y años que están discutiendo si más de un plato de comida
es gula. Fíjese.

JALIL: ¿Pero me van a condenar por los canelones de mi tía Mecha?

LETRADO: Condenar, no. No exagere. Ya se lo expliqué. El Tribunal


Supremo no condena, dictamina. Pero me temo que los canelones de su tía
Mecha le pueden jugar en su contra. De todas maneras, señor Jalil,
arriesgamos. Alea jacta est, dijo Julio César. Con firmeza: Soy culpable,
pero fue un acto de piedad. ¿Estamos?

JALIL: Lo que usted diga, señor Letrado.

LETRADO: Sigamos. Quinto pecado capital: la ira ¿Qué me dice?

JALIL: Sí, ya sé… Varios casos. Cuando le pegué al taximetrero que…

7
LETRADO: Y al empleado de la Aduana… Y cuatro veces se agarró a
trompadas en una tribuna de fútbol…

JALIL: Soy un poco fanático. Es cierto.

LETRADO: Y a un vecino, por una estupidez, le quebró la nariz. Está en el


expediente.

JALIL: Él me pegó primero.

LETRADO: ¿No oyó hablar de que hay que poner la otra mejilla?

JALIL: Ya sé. Soy un calentón. Pero soy una persona muy pacífica.

LETRADO: Bueno… no tan pacífica. (Pausa) Señor Jalil… ¿Quiere que


le diga? Para el Tribunal Supremo el problema no está en que usted haya
cometido el pecado de ira. El problema es que lo cometió equivocado. Para
el Tribunal Supremo no está mal pegar. Depende a quién se le pegue. Usted
golpeó siempre a desconocidos. Por motivos nimios. Una ira irracional,
digamos. Ira pura. Si le hubiera pegado a su mujer… ¡bué!, el Tribunal
Supremo podría contemplarlo. Pero la suya es una ira que no tiene una
explicación. Es pegar porque sí… Para el Tribunal Supremo, ese es un
punto en contra. Declárese culpable.

Desde la sala del Tribunal ingresa Carlitos con una caja. Esta vez no
suena Vivaldi. Portazo.

CARLITOS: No hubo plagio. Caso cerrado.

LETRADO: ¡Por fin!

CARLITOS: Seis votos a uno. El juez Santiago se mantuvo en sus trece. Y


ahora quiere abrir una causa contra Maurice Ravel por plagio a Claude
Debussy.

LETRADO: Que se deje de joder. Para el juez Santiago el mayor crimen es


el plagio. Y los engancha a los otros. ¿Qué llevás en esa caja?

CARLITOS: Zapatos. Decidieron no usar más zapatos colorados. Salvo el


juez Santiago.

LETRADO: ¿Pero cómo no van a usar zapatos colorados? ¡Son los jueces
supremos! Es la tradición.

8
CARLITOS: Es lo que les dijo el juez Santiago. El va a seguir usando
zapatos colorados.

LETRADO: ¡Es un disparate!

Carlitos saca los zapatos y los irá reemplazando por mocasines negros
rotosos. Sale hacia el Tribunal Supremo.

JALIL: Son siete los jueces. Digo… Seis votos a uno. Deduzco.

LETRADO: Deduce bien.

JALIL: ¿Y qué tal son? Los jueces.

LETRADO: Son jueces supremos. ¿Cómo quiere que sean?

JALIL: ¿Son muy viejos?

LETRADO: ¿Usted vio alguna vez un juez supremo joven?

JALIL: Son… ¿indulgentes?

LETRADO: Son justos.

JALIL: Y mi caso…. ¿Cómo lo ve…? Qué sé yo… Todos dicen que soy un
buen tipo.

LETRADO: Todavía no lo sabemos. No hemos terminado. Pasemos al


sexto pecado capital. La envidia.

JALIL: Si algo no soy, es envidioso.

LETRADO: Sin embargo… (Recorre el expediente). Según el expediente,


usted escribió “envidio a Dios”. ¿Sabe lo que eso significa para el Tribunal
Supremo? ? ¿Envidiar a Dios? Van a decir que usted quiere ser Dios. Y
eso es una blasfemia.

JALIL: Yo nunca dije que envidiaba a Dios. Lo puedo jurar.

LETRADO: ¡Está en el expediente, señor Jalil! (Lee) “Envidio a Dios que


un día te tendrá a su lado eternamente”. ¿Lo escribió o no lo escribió?

9
JALIL: ¡Acabáramos! Es un verso que le escribí a mi mujer cuando era mi
novia. Éramos muy jóvenes.

LETRADO: Hágaselo entender al Tribunal Supremo.

JALIL: Estaba enamorado… Yo le escribía versitos…

LETRADO: No sólo envidia a Dios, sino que decide quien va a estar a su


lado eternamente. ¡No se lo van a perdonar!

JALIL: Era una metáfora.

LETRADO: (Grita) ¡No le ocurra mencionar esa palabra! ¡Odian las


metáforas! ¡Por Dios! ¡No se le ocurra! Sé lo que le digo. Dictamen en
contra. Seguro.

JALIL: Pero bueno… un verso inocente… sin intención…

LETRADO: Para el Tribunal Supremo siempre hay una intención. No sé si


me entiende. A ver cómo salimos de ésta. La blasfemia es indisimulable.
No tiene arreglo.

JALIL: ¿Quiere decir que estoy condenado?

LETRADO: No, señor Jalil. No lo tome tan a la tremenda. Hay cosas a su


favor y cosas en contra. El Tribunal Supremo sabe que no hay seres
perfectos. Non sunt perfect entes. Lo saben muy bien y equilibran.
Comprehendum est justitiam faciendi tempore.

JALIL: ¿Eso qué quiere decir?

LETRADO: Perdón. La vieja costumbre del latín. Quiere decir que hay
que ser comprensivos a la hora de hacer justicia.

Portazo. Ingresa Carlitos. Trae un cuadro grande con una imagen


religiosa conocida, tipo Capilla Sixtina. La coloca a un costado y toma
otro con la imagen de una mujer desnuda en la versión de algún pintor
impresionista. Carlitos sale hacia la sala del Tribunal llevando el cuadro.
Portazo.

LETRADO. Bue… señor Jalil… Terminamos con los pecados capitales.


¿Alguna pregunta?

10
JALIL: Y… ¡qué sé yo! ¿Cómo me ve? De acuerdo a su experiencia, señor
Letrado.. digo… No soy una mala persona.

LETRADO: Nadie dice eso. Pero aquí no se trata de buena o mala


persona, sino de persona pecadora o no pecadora. No sé si entiende cuál es
la diferencia.

JALIL: Creo que sí. Y… bueno… no soy un gran pecador. Eso creo.

LETRADO: Deje que el Tribunal Supremo lo decida. Son muy rígidos


cuando de pecados se trata. Pero últimamente están más comprensivos. Eso
juega a su favor. Me preocupa el pecado de la envidia. Envidio a Dios…
Quiero serle sincero. No puede decirles que es una metáfora. Las metáforas
los vuelve locos.

JALIL: Y si… ¿eliminamos el poema?

LETRADO: ¿Ocultarlo? ¿Mentir? ¡Ese es un pecado mayor, señor Jalil! ¿Y


me quiere convertir en un pecador a mí?

JALIL: No, señor Letrado, por favor. No fue mi intención. Fue una idea.

LETRADO: ¡Ni se le ocurra! Además, está en el expediente. Y lo que vale


es lo que está en el expediente. Así es la ley. Dura lex sed lex, señor Jalil.
Dura lex sed lex. Lo único que podemos hacer es atenuar la blasfemia.

JALIL: ¿Qué quiere decir?

LETRADO: En el expediente no queda claro a quién está dirigido el verso.


Diga que el verso se lo dedicó a su madre.

JALIL: ¿Y cuál es la diferencia?

LETRADO: Eliminamos el sexo. No lo salva del todo, pero puede atenuar


la pena. La madre… eternamente junto a Dios… ¡Bueno…! Eso lo pueden
entender. Acuérdese. Cuando lo increpen…

JALIL: ¿Por ese verso inocente me van a increpar?

LETRADO: Puede que sí o puede que no. Está en el expediente, señor


Jalil. Y ellos se guían por lo que está en el expediente. Pero si lo increpan
diga que el verso se lo dedicó a su madre. ¿Estamos?

11
JALIL: Lo que usted diga, señor Letrado.

LETRADO: Bien…Terminamos con los pecados capitales. Vamos a los


Diez Mandamientos. Conoce los Diez Mandamientos, supongo.

JALIL: Más o menos.

LETRADO: Está bien. Lo importante es que los cumpla. Empecemos:


mandamiento número uno, amarás a Dios por sobre todas las cosas. (Lo
mira) ¿Y?

JALIL: Por supuesto. Creo en Dios. No voy mucho a misa. La verdad, casi
nada. De chico, sí, pero últimamente, nada, para ser sincero. No quiero
mentir. Supongo que eso será un punto en contra.

LETRADO: No vaya a creer. En este momento está en discusión. Hasta


hace poco lo hubiera perjudicado, pero últimamente… No hay
jurisprudencia. Y cuando no hay jurisprudencia votan a favor del acusado.
In dubio pro reo, señor Jalil. In dubio pro reo. (Jalil lo mira) Quiere decir
que ante la duda se está a favor del acusado. Pero dejemos lo del culto y
vamos al grano: ¿Ama usted a Dios por sobre todas las cosas?

JALIL: Sí… claro… De alguna manera, amo a Dios por sobre todas las
cosas.

LETRADO: ¿De alguna manera?

JALIL: Bueno, sí… Pero Dios es algo que está…. (Gesto)

LETRADO: Señor Jalil… ¡Usted se cagó en Dios quince mil novecientas


veinticuatro veces! Está en el expediente.

JALIL: ¡¿Yo?! Yo… yo….bueno… no quise… Es una manera de hablar…


de decir… pero eso no significa que uno se vaya a… ¡Por Dios! No sabía lo
que decía. Explíquele al Tribunal Supremo que… son maneras de decir.
Todo el mundo lo dice… Bah… es un dicho popular. ¡Qué sé yo! Uno lo
dice sin mala intención. Por favor, señor Letrado. Explíqueselo al Tribunal
Supremo.

LETRADO: Yo no tengo nada que explicarle al Tribunal Supremo. El que


se lo va a tener que explicar es usted. Usted se cagó en Dios casi dieciséis
mil veces.

12
JALIL: Es que no me refería a Dios… al…Señor… al… a Dios. Quiero
decir… . ¡Me he cagado en tantas cosas! Son maneras de hablar. (Explota)
¡Estoy perdido! Pero no era mi intención, señor Letrado…¡Créame! Yo…
yo… ¡No sabía lo que decía.! (Se echa a llorar) Explíquele al Tribunal
Supremo. A lo mejor ellos no saben que la gente… hoy por hoy….
(Explota) ¡Estoy perdido!

LETRADO: Bueno.. bueno… Cálmese. No lo tome tan a la tremenda. Hay


jurisprudencia. Hace poco compareció un gran teólogo, además de doctor
en filología, que les explicó que cagarse en Dios es también una manera
de honrarlo. Les explicó que en tiempos de tanto agnosticismo, al menos
cagarse en Dios reafirma la existencia del Hacedor. No quedaron muy
convencidos pero, ante la duda, le dieron la razón. Por cuatro votos a tres.
In dubio pro reo.

JALIL: Entonces… ¿usted cree que…?

LETRADO: No está todo dicho, pero es un antecedente. Lo puede ayudar.


Un juez gritará “¡Blasfemo” y otro responderá “¡Reconoce al Señor!”.
Suele ocurrir. Sigamos. Segundo mandamiento: no dirás el nombre de Dios
en vano. Bueno… después de haberse cagado en Dios dieciséis mil veces…
¡qué quiere que le diga! Pero si lo absuelven del primero, incluye al
segundo.

Carlitos ingresa desde la sala el Tribunal Supremo con una caja.

CARLITOS: Decidieron no usar más corbata.

LETRADO: Se les está yendo la mano con los cambios.

CARLITOS: Salvo el juez Santiago. Dijo que va a pedir una cautelar.


Estaba enojado.

LETRADO: Y tiene razón. Un juez supremo sin corbata no es serio. (A


Jalil) Vamos al tercer mandamiento: santificarás las fiestas.

JALIL: ¡Jamás dejé de celebrar la Navidad ni la Semana Santa!

LETRADO: (A Carlitos) Y sí… no sé por qué insisten con el tercero.

CARLITOS: Todos responden lo mismo.

13
LETRADO: Se los dije, pero no hay caso. Insisten. Insisten. Y después lo
pasan por alto. (Remeda) Señores jueces supremos… No hay uno que no
conteste lo mismo. “Jamás dejé de celebrar la Navidad y la Semana Santa”.
¿Por qué insisten con este mandamiento?

CARLITOS: Le aviso que últimamente lo están discutiendo, señor


Letrado. El juez Santiago preguntó si emborracharse a fin de año y salir de
vacaciones en Semana Santa es santificar las fiestas. Lo pasaron a
comisión.

Carlitos sale hacia el Tribunal llevando una caja de pizza. Portazo.

LETRADO: ¡Ah! No lo sabía. Si lo pasan a comisión quiere decir que lo


tendrán en cuenta. Pero, bueno… Si le preguntan si usted santifica las
fiestas diga que pasa el fin de año en familia y que pone el pesebre. Creo
que con eso será suficiente. Si el juez Santiago le pregunta qué hace
durante la Semana Santa no le diga que se la pasa rezando porque no le
van a creer. En todo caso diga que… ¿a ver…? Que va a las aguas termales.
Suena a… qué sé yo… paz, recogimiento. No sé si me entiende.

JALIL: Lo que usted diga, señor Letrado.

LETRADO: Vayamos al cuarto: honrarás a tu padre y a tu madre.

JALIL: Soy un hijo ejemplar.

LETRADO: Con su padre, puede ser. A su madre la mandó al carajo


ochenta y cuatro veces. Está computado en el expediente.

JALIL: Bueno… pero mi vieja… con la comida… con el estudio… con la


ropa.. .con mi mujer… ¡Es insoportable! Pero la mando al carajo con
cariño. Sin intención. Amo a mi madre más que a nadie. Salvo a Dios, por
supuesto.

LETRADO: Está bien. En esto no son tan rígidos. Se han dado cuenta de
que, hoy por hoy, no hay hijo que alguna vez no mande al carajo a los
padres. Son más rígidos cuando los mandan a la mierda. Ahí, no es lo
mismo. Pero.. ¿Usted mandó a la mierda alguna vez en a sus padres?

JALIL: Alguna vez…debo admitirlo. ¿Es grave?

LETRADO: (Recorre el expediente) Es grave, pero… No… ¡No! No


figura. Al carajo, sí. A la mierda, no. Y lo que no figura en el expediente no

14
es tenido en cuenta. No tiene por qué preocuparse. Así es la ley. El quinto:
no matarás.

JALIL: ¡Bueno! Lo cumplo a la perfección. Nunca maté a nadie.

LETRADO: (Revisa el expediente) Sí… sí… pero aquí tenemos computado


que su mujer, Susana Balboa, alias Susy…

JALIL: Señor Letrado… perdóneme… ¿Por qué le dice alias Susy? Ni que
fuera una delincuente. Es un apodo. Mi mujer es la persona más…

LETRADO: Señor Jalil… Es la nomenclatura. No la va a cambiar de un día


para otro. Lo entiendo, créame que lo entiendo. Pero no se le ocurra
cuestionar las formalidades del Tribunal Supremo. Le va su futuro. Créame.
(Pausa) Le decía… hay computadas mil doscientos catorce denuncias de
alias Susy gritando “me matás”.

JALIL: ¿Mil doscientas catorce denuncias de mi mujer de que yo…? ¡Eso


es un disparate, señor Letrado! ¡Un disparate! ¿Mil doscientas
denuncias…? ¡Un verdadero disparate!

LETRADO: ¡No se le ocurra poner en duda lo que está en el expediente,


señor Jalil! Si el expediente dice que usted quiso matar a su mujer en mil
doscientas catorce oportunidades es porque usted quiso matar a su mujer
mil doscientas catorce veces. Todo lo que está en el expediente es
inapelable. Lo cierto es que alias Susy denuncia que usted la está matando.
Y no una vez. ¡Mil doscientas catorce veces! ¿Cómo lo explica?

JALIL: Pero… ¡yo nunca quise matar a mi mujer! Se lo juro. Nunca le


levanté la mano.

LETRADO: (Lee) Susana Balboa… alias Susy… (Lo mira)

JALIL: Mi mujer, sí.

LETRADO: (Lee)Me matás… me matás. Mil doscientos catorce


registros.

JALIL: No puede ser…

LETRADO: Está en el expediente. “Me matás, me matás”.

15
JALIL: ¿Qué me…? ¡Ah, pare! Sí… sí… Susy… bueno, alias Susy… es…
¿cómo se lo puedo decir?... sí… sí… suele decir me matás cuando…
bueno… cuando…. cuando… usted me entiende…

LETRADO: No, no lo entiendo. Y trato de entenderlo.

JALIL: Es que me cuesta, señor Letrado. No se si usted oyó hablar… si


alguien confesó antes que yo… alguna mujer, tal vez.

LETRADO: Cada vez entiendo menos.

JALIL: Bueno.. es algo que alias Susy dice cuando… bueno cuando…
hacemos el amor. Yo soy muy fogoso y ella… bueno…

LETRADO: ¿Cuándo hacen el amor? ¿Ella se muere?

JALIL: No… al revés… siente que ¡vive!.

LETRADO: ¿Y por qué le dice que la está matando?

JALIL: ¡Qué sé yo! Cosas de mujeres.

LETRADO: A ver… quiero entenderlo, señor Jalil. ¿En el momento en que


ella siente que vive dice que se muere?

JALIL: Creo que es algo así como una metáfora.

LETRADO: ¡Ah, no! ¡Metáforas no! Vade retro, Satanás. ¡Se lo dije! Es
una de las palabras que más odian. ¡No, no, no! ¡Metáfora, no! No la
entienden. Ese es el problema. (Pausa) A ver cómo lo explico…. (Piensa)
No… no… Sexo y metáfora… no lo van a entender. Condena segura. Señor
Jalil: escúcheme bien. Cuando le pregunten si usted quiso matar a su
mujer… acéptelo.

JALIL: ¿Pero cómo voy a admitir que quise matar a Susy… porque Susy es
Susy… No, alias Susy. ¡Y no me joda más! Mi amor de toda la vida.
¿Usted está loco?

LETRADO: Cálmese, señor Jalil. Cálmese. Yo estoy de su lado.

JALIL: ¡Menos mal!

16
LETRADO: Estoy de su lado. Primero, porque es mi función y, segundo,
porque me cae bien. Es una de las personas más inocentes que traté
últimamente.

JALIL: ¡Y tengo que declarar que quise matar a mi mujer, a la que adoro,
mil doscientas no se cuántas veces! ¡Mire qué inocente que soy!

LETRADO: Señor Jalil… usted tiene que entender a este Tribunal. Es un


Tribunal Supremo. Tiene sus códigos. ¡Metáfora y sexo! Es demasiado. A
ver si soy claro: lo importante es no confundirlos. ¿Me entiende? ¡Odian la
ambigüedad! (Pausa) Señor Jalil… se lo pido: declárese culpable.

JALIL:¿De querer matar a mi mujer? ¡Eso sí que no!

LETRADO: ¿Y qué les va a confesar, que cuando usted fornicaba con alias
Susy ella le decía “me matás, me matás”. No se lo van a creer. Y eso es lo
peor. ¡La ambigüedad! Condena segura.

JALIL: ¿Y qué debo confesar? ¿Qué quise matarla?

LETRADO: Y sí.

JALIL: ¡Eso jamás!

LETRADO: Señor Jalil… hágame caso. Se lo digo por experiencia. No hay


un solo acusado que haya pasado por este Tribunal Supremo que no haya
confesado que alguna vez quiso matar a su mujer. Para el Tribunal Supremo
es un caso… le diría… habitual. En estos tiempos, nadie es condenado por
eso. Pero, por Dios, no los confunda. Sería su perdición. De última, vamos
a decir que usted quiso matarla, pero no la mató. Está en el expediente. Y
eso está a su favor.

Ingresa Carlitos, con aire divertido. Le hace una seña a Letrado para
hacer un aparte. Letrado va hacia él.

CARLITOS: El juez Tomás me acaba de pedir que lo tutee. Me emocionó.

LETRADO: ¿Cómo que lo tutees?

CARLITOS: Y sí… Me lo dijo. En un aparte… a solas, eso sí. Yo me


dirigí a él como siempre: Señor juez supremo Tomás… Y me sorprendió:
Carlitos, podés tutearme, me dijo.

17
LETRADO: ¡Es un disparate! ¿Cómo un meritorio va a tutear a un juez
supremo? ¡No sé lo que pretenden! No los entiendo.

Carlitos sale hacia su oficina. Letrado vuelve hacia Jalil

LETRADO: Me matás… me matás… ¿y es un canto a la vida? No lo van a


entender. Y yo tampoco lo entiendo. Carlitos, haceme acordar que cuando
me vaya me lleve el expediente del Marqués de Sade. Hágame caso, señor
Jalil. (Pausa) Y no se olvide: Non obliviceris me tecum stare, señor Jalil.
Estoy de su lado. Veamos el quinto. No cometerás adulterio. Este
mandamiento también está en discusión. Algunos jueces creen que hay
que… digamos… soslayarlo, dado los tiempos que corren. Otros, se niegan
a pasarlo por alto. Y hay algún juez que dice que es el peor de los pecados.
Pero está en minoría. Y usted, señor Jalil, ¿cómo se declara?

JALIL: Totalmente inocente.

LETRADO: ¿Y la historia de Jamaica?

JALIL: Era soltero.

LETRADO: Si… tiene razón. Está en el expediente. (Piensa) ¿Ni un solo


adulterio?

JALIL: Ninguno.

LETRADO: Ay… señor Jalil… ¿Ni un solo adulterio? ¡Qué quiere que le
diga!

JALIL: Supongo que eso es a mi favor. Un mandamiento cumplido


plenamente.

LETRADO: Sí… sí… En parte, sí. Nadie lo niega. Pero…

JALIL: ¿Qué pasa?

LETRADO: ¿Ni un solo adulterio?

JALIL: Ni uno solo. Puedo jurarlo. Le soy fiel a Susy…. Bueno… a alias
Susy.

LETRADO: Ya… ya… Está en el expediente. Pero ¿sabe qué? A los jueces
les va a ser difícil creerlo.

18
JALIL: ¿Pero no dice usted que el expediente es infalible? ¿Que lo que está
en el expediente no se discute?

LETRADO: Sí… casi siempre. ¿Pero que alguien no cometa adulterio en


los tiempos que corren? Hummm… Van a aceptar lo que dice el
expediente, pero van a pedir una auditoría. ¿Y sabe lo que eso significa?
Años. Años de años. Y usted se va a quedar colgado esperando la sentencia.
No, señor Jalil. Diga que usted cometió adulterio… una vez… Sólo una
vez. Y que se arrepiente.

JALIL: ¿Pero cómo voy a confesar un pecado que no cometí?

LETRADO: Pecar por omisión, también es pecar. Omissione peccare,


etiam peccare, señor Jalil ¿O usted se cree un santo, un hombre libre de
pecado?

JALIL: Por supuesto que no. Soy un pecador. Pero nunca cometí adulterio.

LETRADO: ¡Justo ese pecado no cometió! ¿Cómo se lo explica al Tribunal


Supremo?

JALIL: Con la verdad.

LETRADO: ¡La verdad! Como si fuera tan fácil. Señor Jalil: hágame caso.
Confiese que una vez, sólo una vez, cometió adulterio y que se arrepiente.
Sé lo que le digo. Cuando le pregunten: mandamiento número seis,
¿Cometió usted adulterio? Usted responda: una sola vez y me arrepiento.
El Tribunal Supremo es más comprensivo con un arrepentido que con un
inocente.

JALIL: Lo que usted diga, señor Letrado.

LETRADO: Vamos al séptimo: no robarás. En el expediente no figura nada


importante. Unos dinerillos a su madre cuando estaba en sexto grado… una
bolita a su amigo Cachito… Nada importante.

JALIL: Para ser sincero con usted, señor Letrado, y con el Tribunal
Supremo, debo confesar que alguna vez… bueno… Nunca robé, pero
alguna vez, ¡sólo una vez!, eludí pagar impuestos. No siempre, pero
alguna vez…

19
LETRADO: Para el Tribunal Supremo no pagar impuestos no es robar. Los
jueces supremos no entienden muy bien qué es eso de pagar impuestos. No
lo van a tener en cuenta. Sigamos. Octavo: no dirás falso testimonio. ¿Qué
me dice?

JALIL: Bueno… no sé bien qué quiere decir… Pero, no. Creo que no.
Nunca estuve en un juicio.

LETRADO: No hace falta estar en un juicio para dar falso testimonio,


señor Jalil. Según el expediente, usted dio falso testimonio a favor de Julio
Jalil en veinticuatro oportunidades.

JALIL: Julito, mi hermano. Pero… ¡si Julito nunca tuvo un juicio por
nada!

LETRADO: Olvídese de los juicios, señor Jalil. Los hombres no sólo dan
falso testimonio en los tribunales. ¡Más de veinte veces usted le aseguró a
la mujer de Julio Jalil que su hermano había ido a la cancha de fútbol con
usted y Julio Jalil estaba en la cama con su amante! ¿Cómo lo llama a eso?

JALIL: Pero yo… Julito… Mi hermano… ¿Cómo no lo iba a ayudar? La


mujer es muy celosa y él… bueno… usted sabe…

LETRADO: Eso se llama falso testimonio, señor Jalil. Y le aviso que así lo
va a juzgar el Tribunal Supremo. Sin atenuantes. Cuando le pregunten por
el noveno mandamiento, no dude. Declárese culpable y diga que se
arrepiente. ¿De acuerdo?

JALIL: De acuerdo, señor Letrado.

LETRADO: Vamos al mandamiento noveno. No consentirás


pensamientos ni deseos impuros. ¿Qué me dice?

JALIL: ¿Pensamientos? Bueno… he tenido pensamientos impuros…


¡Como todo el mundo! Todos tenemos pensamientos impuros.

LETRADO: No hablamos de todos, señor Jalil. Déjelos a todos de lado.


Hablamos de usted. Por ejemplo, de sus deseos incontenibles de que su
suegro se muriera.

JALIL: Ah, sí. Es que… era muy mala persona. Me hizo la vida
imposible.. Sentía que era poca cosa para su hija. Me despreciaba… me
humillaba.

20
LETRADO: Y usted llegó a pensar en matarlo.

JALIL: ¿Está en el expediente?

LETRADO: Está

JALIL: Pero no fue más que una idea. Jamás lo hubiera hecho.

LETRADO: El noveno mandamiento castiga los pensamientos, señor Jalil.


No los hechos.

JALIL: Si, lo pensé. Soy culpable.

LETRADO: De todas maneras, le aclaro que desde hace un tiempo una


comisión está estudiando si el Tribunal Supremo tiene que tener en cuenta
los pensamientos de los acusados. Hay quienes dicen que los pensamientos
son actos en sí mismos y los que sostienen que una cosa es pensar y otra
cosa es actuar. No creo que el Tribunal Supremo ponga el acento en este
mandamiento. En cualquier caso, usted diga: pequé y me arrepiento. ¿De
acuerdo?

JALIL: De acuerdo.

LETRADO: Bien… Vamos al décimo y último mandamiento: no codiciarás


los bienes ajenos. ¿Qué me dice?

JALIL: ¿Qué quiere que le diga? Codiciar… codiciar… No creo. Como


cualquiera, siempre quise estar mejor.

LETRADO: Eso no es pecar. Pero, según el expediente, usted estaba


económicamente bien y sin embargo adquirió una deuda enorme. ¿Por qué
motivo? No figura en el expediente.

JALIL: La cuatro por cuatro de mi cuñado… ¡Me volvía loco! La


codiciaba, debo admitirlo. Quise tener una igual. Y cometí el error de mi
vida. Me metí en un préstamo grande, pero me agarró la crisis…

LETRADO: ¡No! No se le ocurra mencionar ninguna crisis. Para el


Tribunal Supremo los casos son individuales. Nada de responsabilidades
sociales. Ese tema vuelve locos a los jueces. Sin atenuantes.

JALIL: ¿Y qué debo decir? ¿Por qué pedí el préstamo?

21
LETRADO: Diga que intentó ampliar el negocio para darle trabajo a más
gente. Les encantan los patrones que dan trabajo. Pero quédese tranquilo.
Para el Tribunal Supremo usted no es un hombre codicioso. Pero declárese
culpable y diga que se arrepiente.

JALIL: ¿Pero por qué tengo que decir que soy culpable de violar un
mandamiento que no violé?

LETRADO: ¡Por qué… por qué! A ver cómo se lo explico. Este es uno de
los mandamientos que está en estudio. Algunos dicen que hay que
eliminarlo directamente, que no es un pecado. Que la codicia es el motor
de la civilización. Y están los otros que sostienen que la codicia es
destructiva. Que el motor de la civilización es la ambición. Y ahí andan.
Enfrascados en discusiones interminables. Si usted se declara inocente, su
caso pasa a comisión y… ¿sabe qué, señor Jalil? Audiencias… papeleos…
(Se exalta) ¿Y quiere que le diga? ¡Estoy podrido! ¡Podrido de audiencias
y papeles! ¡De sellos y de expedientes! ¡¡Po-dri-do!! Si usted supiera lo que
eran estos juicios antes: culpable, inocente, culpable, inocente. Los juicios
duraban diez minutos. Y eran en latín. Y nadie discutía nada. Ahora… Nos
están matando a trabajo. Hágame el favor. Declárese culpable. No le va a
jugar en contra. Este mandamiento no es importante.

JALIL: Lo que usted diga, señor Letrado.

LETRADO: Y bien... Hasta aquí los Diez Mandamientos.

JALIL: ¿Terminamos?

LETRADO: Bueno, no. Falta hablar de su vida. Comerciante, ¿no?

JALIL: Sí, señor Letrado.

LETRADO: Según el expediente tiene un restaurante.

JALIL: Sí…“ A la gran comilona” en la avenida…

LETRADO: Ya… ya… Está en el expediente. Vamos al grano. Usted abre


el restaurante…

JALIL: Y sí… Lo hablamos con los muchachos del café… con la barra…,
bah. Somos cuatro amigos, amigos desde que éramos chicos. Una noche,
me acuerdo, estábamos en el bar tomando unas ginebras y les propuse:

22
Muchachos… ¿Por qué no ponemos un restaurante? Aquí en el barrio. Nos
entusiasmamos. Y lo pusimos. Y nos va muy bien. Cacho es un cocinero de
primera… yo en la caja… Beto y el Flaco de mozos…Las mujeres
ayudan… ¡La pasamos bárbaro!

LETRADO: Todo eso está claro. Ahora… ¿qué es eso de que el pan se
entrega gratis? Está en el expediente. “A la gran comilona, el pan es gratis”.

JALIL: Bueno… fue una manera de atraer clientes… Dijimos: el pan no se


cobra.

LETRADO: Ay, señor Jalil… Ay, señor Jalil… Esto sí que es un problema.

JALIL: ¿Pero qué pasa, señor Letrado?

LETRADO: El Tribunal Supremo va a decir que usted quiere imitar a


Jesús, repartiendo los panes. Ya lo veo venir al juez Santiago gritando:
“¿Usted se cree Jesús?”

JALIL ¡Pero, no! ¿Cómo me voy a creer Jesús? No era nuestra intención.
Apenas una medida publicitaria, para atraer a los clientes.

LETRADO: ¡Explíqueselo al Tribunal Supremo! En el expediente dice que


usted reparte el pan gratis. No toleran que nadie mencione el nombre de
Dios en vano ¿y usted, encima, asume el rol de Jesús repartiendo los panes?
¿Cómo se lo explica al Tribunal Supremo?

JALIL: ¿Es tan grave?

LETRADO: Muy grave. Y, encima, no hay antecedentes. Y si no hay


antecedentes, no hay jurisprudencia. Ay, señor Jalil… señor Jalil… ¡En la
que nos metimos! En realidad, en la que se metió usted.

JALIL: Pero, de última, fue una decisión generosa.

LETRADO: ¿Cómo es eso? ¿Cómo es eso?

JALIL: Que nosotros quisimos hacer un bien.

LETRADO: ¿Hacer un bien…? Ah… ah… ah… ¡Espere! Está bien lo que
usted dice. Porque… podríamos revertir su conducta. Usted puede decir
que no fue su intención imitar a Jesús, sino que sólo quiso tomar su

23
ejemplo. Nunca ocurrió hasta ahora pero, quizás el Tribunal Supremo lo
tenga en cuenta.

JALIL: ¿Le parece que puedo zafar?

LETRADO: Es posible. Pero, no. Olvídelo. Puede que acepten la


distribución de los panes…pero ya me imagino al juez Santiago
preguntándole ¿y la multiplicación de los peces?

JALIL: ¿Qué es eso?

LETRADO: Jesús repartió los panes y multiplicó los peces.

JALIL: ¡Pero es que yo tengo una parrilla!

LETRADO: ¿Y qué? ¿Usted distribuiría gratis chorizos y morcillas?

JALIL: No. Me fundiría.

LETRADO: ¿Entonces? No. Mejor no hablar de la distribución de los


panes. Ahí está el problema. Además, los actos bondadosos a medias, no
funcionan. Es más: al Tribunal Supremo le molestan. “¿Distribuye el pan y
no los peces?” ¿Por qué? Dejémoslo así. Diga que no es más que una
medida publicitaria. Y diga que se arrepiente. Sigamos… En el expediente
hay algo confuso. Dice que ustedes dividen los beneficios en partes iguales.
¿Es así?

JALIL: Somos una cooperativa, señor Letrado.

LETRADO: ¿Una cooperativa? ¡Ay, no! No se lo diga al Tribunal


Supremo.

JALIL: Pero… ¿por qué no?

LETRADO: No lo van a entender.

JALIL: ¿Pero quiere algo más justo? Todos somos patrones y todos somos
trabajadores.

LETRADO: ¡Eso es lo que no van a entender! Para el Tribunal Supremo


hay patrones y hay trabajadores. Patrones pecadores y patrones inocentes.
Trabajadores pecadores y trabajadores inocentes. Hasta ahí está bien ¿Pero
qué es eso de patrones que también son trabajadores? ¡No lo van a

24
entender! Sé lo que le digo. ¡Son muchos años aquí! Y no se olvide de que
estoy de su lado. No hable de la cooperativa. Olvídelo.

JALIL: Lo que usted diga, señor Letrado.

Letrado revisa el expediente.

LETRADO: ¡Ah… ah…! Aquí tenemos otro problema. En el expediente


se dice que en una oportunidad la firma Mac Donald’s le ofreció comprar
el local y que pagaba buen dinero.

JALIL: Una fortuna. Me salvaba para toda la vida. Y salvaba a los


muchachos. Lo pensamos… Pero dijimos: nos gusta lo que hacemos… la
pasamos bien… los clientes son amigos… Disfrutamos.

LETRADO: Ya… ya…Pero si Mac Donald’s ponía un negocio le daba


trabajo a cincuenta personas. ¿Lo pensó?

JALIL: Bueno… pero nosotros cuatro quisimos seguir juntos. Nos


llevamos bien. Somos felices en el restaurante.

LETRADO: Una actitud egoísta.

JALIL: No lo entiendo.

LETRADO: Va tener que entenderlo, señor Jalil. El Tribunal Supremo


respeta mucho a los patrones que dan trabajo. De última, usted privó de
trabajo a cincuenta personas. Eso es lo que le va a decir el Tribunal
Supremo. Créame. El Tribunal Supremo está muy preocupado por el tema
del trabajo.

JALIL: ¿Y qué debo decir? ¿Por qué rechacé la propuesta de Mac


Donald’s?

LETRADO: Es una buena pregunta. Déjeme pensarlo.

JALIL: ¿No basta con decir que hacemos lo que nos gusta?

LETRADO: Para nada. Simpatizan con la gente que se sacrifica. Los


satisfechos les caen mal.

JALIL: ¿Entonces?

25
LETRADO: ¡Qué sé yo! Estos casos no son comunes.

JALIL: ¿No se puede decir que la oferta de Mac Donald`s era baja?

LETRADO: ¡Está en el expediente, señor Jalil! No… no… (Pausa)


Dígales que fue por un principio ideológico. Que usted no estaba dispuesto
a vender su negocio a una empresa imperialista.

JALIL: ¿Cómo que no quise vender mi negocio a una empresa


imperialista? ¡¿Cómo voy a decir eso?! Van a decir que soy comunista.

LETRADO: ¿Y? Para el Tribunal Supremo, hoy por hoy, ser comunista no
es un pecado. Pero eso… lo que ustedes hacen… el restaurante… todos
iguales… ¡No sé! Al Tribunal Supremo no le va a caer bien.

JALIL: Créame que no lo entiendo, señor Letrado.

LETRADO: Señor Jalil…. El Tribunal Supremo no soporta la ambigüedad.


Son capaces de absolver a un pecador, pero jamás dejarían de condenar a
un ambiguo. Hágame caso. Dígale que fue por motivos ideológicos.

JALIL: Pero entonces… yo… a los veinte años… tenía un primo


comunista. Me quiso convencer. Le dije que no. Que nunca me haría
comunista. ¿Me equivoqué? ¿Fue un error en mi vida?

LETRADO: No lo sé, señor Jalil. En estos tiempos que corren no lo sé.


Créame que no lo se. Mutatis mutandi.

Ingresa Carlitos desde la sala del Tribunal Supremo.

CARLITOS: (Anuncia) Caso Oscar Luis Jalil.

LETRADO: Bueno…señor Jalil. Llegó su hora.

Carlitos saldrá hacia su lugar y volverá con ropaje litúrgico. Carlitos se


lo entrega a Letrado que se irá colocándoselo.

JALIL: ¿Cómo cree que me va a ir? ¿Me van a condenar? ¿Me van a
perdonar? Por favor, señor Letrado. ¡Quiero saber! Usted tiene experiencia.
¿Cuál puede ser la sentencia?

LETRADO: El Tribunal Supremo no sentencia. Sólo dictamina.

26
JALIL: ¿Y cuál puede ser el dictamen? Yo siempre fui un buen tipo. En el
barrio lo dicen todos.

El Letrado ha terminado de vestirse. Su actitud cambia.

JALIL: Usted tiene experiencia.

LETRADO : Mysterium est, señor Jalil.

Letrado avanza hacia la sala del Tribunal. Jalil, lo sigue.

JALIL: ¿Misterio? ¿Qué misterio? Tengo miedo, señor Letrado. Mucho


miedo.

LETRADO: (Rezo en latín)

JALIL: No lo entiendo, señor Letrado.

LETRADO: (Sigue rezo en latín)

JALIL: (Desesperado) ¡No lo entiendo!

Ingresan a la sala del Tribunal Supremo. Del interior llega un canto


gregoriano que va adquiriendo una fuerza solemne. Entretanto, Carlitos
se ha transformado en un mozo. Carga una bandeja con siete vasos, una
botella de whisky y una hielera. Y así ingresa a la sala.
Portazo y apagón.

27

También podría gustarte