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Personajes
LETRADO
JALIL
CARLITOS
Ambito
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LETRADO: Las formas son fundamentales. Bien, señor Jalil. (Abre el
expediente. Se detiene) Carlitos… Falta el certificado de defunción.
JALIL: Nunca pensé que iba a estar ante un tribunal. Supongo que… me
juzgarán.
JALIL: ¡No!
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LETRADO: Antes, sí. Ahora… ¿ qué quiere que le diga? ¡No lo sé! Todo
cambia. Todo cambia. Mutatis mutandi, señor Jalil.
JALIL: ¿Cómo que no? A los doce años le salvé la vida a una abuelita
que…
JALIL: Pero… ¿cómo no? Un chico de doce años que arriesga la vida
para…
LETRADO: Señor Jalil… ¡Por favor! Déjeme hacer mi trabajo. Hace años
¡muchos años! que estoy en esto. Sé lo que le digo. Non obliviceris me
tecum stare, señor Jalil. ¿De acuerdo?
JALIL: Pero no entiendo… Un chico que a los doce años arriesga su vida
para…
3
LETRADO: ¡Señor Jalil! La dulce ancianita a la que usted le salvó la vida
era una vieja hija de puta que le cagó la vida a la familia durante cincuenta
años. Después de que usted le salvó la vida, un hijo se suicidó, otro
termina sus días en un hospicio y la hija mujer, que tocaba el piano como
los dioses, murió de una sobredosis. Ni se le ocurra mencionar a la
abuelita.
Carlitos busca.
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LETRADO: ¡Qué se dejen de joder! Mirá el tiempo que le dedican a un
caso de plagio.
LETRADO: ¡Qué ganas de perder el tiempo! Con todo el trabajo que hay.
JALIL: ¡Ah, sí, sí… Lo admito. Bueno… una sola vez… Tenía dieciocho
años… Estaba muy solo…una noche tropical… el mar… las palmeras… Se
me ofrecieron. Quise probar. Fue la única vez en mi vida. Se lo juro. Era
muy joven. Pequé esa sola vez.
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LETRADO: El Tribunal Supremo no condena, señor Jalil. Sólo dictamina.
Entiéndalo.
LETRADO: Si, pero todos los domingo iba a la casa de su tía Mecha y
se comía de a diez… de a doce canelones de verdura.. ¿Cómo lo llama a
eso?
JALIL: Mi tía Mecha es el ser más bueno del mundo y me quiere mucho. Y
me cocinaba los canelones con tanto cariño… No son muy ricos. Pero yo
no podía decirle que no. Sentía que la despreciaba. Y me servía… cuatro,
cinco canelones… Y… “¿están ricos, nene?”. Y yo: “sí tía, muy ricos”.
“¿Querés más, nene?” ¿Y qué le iba a decir? “Sí, tía. Están muy ricos” Y
vuelta a servir. Y no podía decirle que no.¡Me daba no sé qué! Es más… a
veces, cuando no me veía, me metía algunos canelones en los bolsillos. Un
acto de piedad, señor Letrado.
JALIL: Créame. Para ella los canelones eran una muestra de amor. Y yo…
no podía despreciar.
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JALIL: ¿Por qué culpable?
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LETRADO: Y al empleado de la Aduana… Y cuatro veces se agarró a
trompadas en una tribuna de fútbol…
LETRADO: ¿No oyó hablar de que hay que poner la otra mejilla?
JALIL: Ya sé. Soy un calentón. Pero soy una persona muy pacífica.
Desde la sala del Tribunal ingresa Carlitos con una caja. Esta vez no
suena Vivaldi. Portazo.
LETRADO: ¿Pero cómo no van a usar zapatos colorados? ¡Son los jueces
supremos! Es la tradición.
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CARLITOS: Es lo que les dijo el juez Santiago. El va a seguir usando
zapatos colorados.
Carlitos saca los zapatos y los irá reemplazando por mocasines negros
rotosos. Sale hacia el Tribunal Supremo.
JALIL: Son siete los jueces. Digo… Seis votos a uno. Deduzco.
JALIL: Y mi caso…. ¿Cómo lo ve…? Qué sé yo… Todos dicen que soy un
buen tipo.
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JALIL: ¡Acabáramos! Es un verso que le escribí a mi mujer cuando era mi
novia. Éramos muy jóvenes.
LETRADO: Perdón. La vieja costumbre del latín. Quiere decir que hay
que ser comprensivos a la hora de hacer justicia.
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JALIL: Y… ¡qué sé yo! ¿Cómo me ve? De acuerdo a su experiencia, señor
Letrado.. digo… No soy una mala persona.
JALIL: Creo que sí. Y… bueno… no soy un gran pecador. Eso creo.
JALIL: No, señor Letrado, por favor. No fue mi intención. Fue una idea.
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JALIL: Lo que usted diga, señor Letrado.
JALIL: Por supuesto. Creo en Dios. No voy mucho a misa. La verdad, casi
nada. De chico, sí, pero últimamente, nada, para ser sincero. No quiero
mentir. Supongo que eso será un punto en contra.
JALIL: Sí… claro… De alguna manera, amo a Dios por sobre todas las
cosas.
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JALIL: Es que no me refería a Dios… al…Señor… al… a Dios. Quiero
decir… . ¡Me he cagado en tantas cosas! Son maneras de hablar. (Explota)
¡Estoy perdido! Pero no era mi intención, señor Letrado…¡Créame! Yo…
yo… ¡No sabía lo que decía.! (Se echa a llorar) Explíquele al Tribunal
Supremo. A lo mejor ellos no saben que la gente… hoy por hoy….
(Explota) ¡Estoy perdido!
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LETRADO: Se los dije, pero no hay caso. Insisten. Insisten. Y después lo
pasan por alto. (Remeda) Señores jueces supremos… No hay uno que no
conteste lo mismo. “Jamás dejé de celebrar la Navidad y la Semana Santa”.
¿Por qué insisten con este mandamiento?
LETRADO: Está bien. En esto no son tan rígidos. Se han dado cuenta de
que, hoy por hoy, no hay hijo que alguna vez no mande al carajo a los
padres. Son más rígidos cuando los mandan a la mierda. Ahí, no es lo
mismo. Pero.. ¿Usted mandó a la mierda alguna vez en a sus padres?
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es tenido en cuenta. No tiene por qué preocuparse. Así es la ley. El quinto:
no matarás.
JALIL: Señor Letrado… perdóneme… ¿Por qué le dice alias Susy? Ni que
fuera una delincuente. Es un apodo. Mi mujer es la persona más…
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JALIL: ¿Qué me…? ¡Ah, pare! Sí… sí… Susy… bueno, alias Susy… es…
¿cómo se lo puedo decir?... sí… sí… suele decir me matás cuando…
bueno… cuando…. cuando… usted me entiende…
JALIL: Bueno.. es algo que alias Susy dice cuando… bueno cuando…
hacemos el amor. Yo soy muy fogoso y ella… bueno…
LETRADO: ¡Ah, no! ¡Metáforas no! Vade retro, Satanás. ¡Se lo dije! Es
una de las palabras que más odian. ¡No, no, no! ¡Metáfora, no! No la
entienden. Ese es el problema. (Pausa) A ver cómo lo explico…. (Piensa)
No… no… Sexo y metáfora… no lo van a entender. Condena segura. Señor
Jalil: escúcheme bien. Cuando le pregunten si usted quiso matar a su
mujer… acéptelo.
JALIL: ¿Pero cómo voy a admitir que quise matar a Susy… porque Susy es
Susy… No, alias Susy. ¡Y no me joda más! Mi amor de toda la vida.
¿Usted está loco?
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LETRADO: Estoy de su lado. Primero, porque es mi función y, segundo,
porque me cae bien. Es una de las personas más inocentes que traté
últimamente.
JALIL: ¡Y tengo que declarar que quise matar a mi mujer, a la que adoro,
mil doscientas no se cuántas veces! ¡Mire qué inocente que soy!
LETRADO: ¿Y qué les va a confesar, que cuando usted fornicaba con alias
Susy ella le decía “me matás, me matás”. No se lo van a creer. Y eso es lo
peor. ¡La ambigüedad! Condena segura.
LETRADO: Y sí.
Ingresa Carlitos, con aire divertido. Le hace una seña a Letrado para
hacer un aparte. Letrado va hacia él.
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LETRADO: ¡Es un disparate! ¿Cómo un meritorio va a tutear a un juez
supremo? ¡No sé lo que pretenden! No los entiendo.
JALIL: Ninguno.
LETRADO: Ay… señor Jalil… ¿Ni un solo adulterio? ¡Qué quiere que le
diga!
JALIL: Ni uno solo. Puedo jurarlo. Le soy fiel a Susy…. Bueno… a alias
Susy.
LETRADO: Ya… ya… Está en el expediente. Pero ¿sabe qué? A los jueces
les va a ser difícil creerlo.
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JALIL: ¿Pero no dice usted que el expediente es infalible? ¿Que lo que está
en el expediente no se discute?
JALIL: Por supuesto que no. Soy un pecador. Pero nunca cometí adulterio.
LETRADO: ¡La verdad! Como si fuera tan fácil. Señor Jalil: hágame caso.
Confiese que una vez, sólo una vez, cometió adulterio y que se arrepiente.
Sé lo que le digo. Cuando le pregunten: mandamiento número seis,
¿Cometió usted adulterio? Usted responda: una sola vez y me arrepiento.
El Tribunal Supremo es más comprensivo con un arrepentido que con un
inocente.
JALIL: Para ser sincero con usted, señor Letrado, y con el Tribunal
Supremo, debo confesar que alguna vez… bueno… Nunca robé, pero
alguna vez, ¡sólo una vez!, eludí pagar impuestos. No siempre, pero
alguna vez…
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LETRADO: Para el Tribunal Supremo no pagar impuestos no es robar. Los
jueces supremos no entienden muy bien qué es eso de pagar impuestos. No
lo van a tener en cuenta. Sigamos. Octavo: no dirás falso testimonio. ¿Qué
me dice?
JALIL: Bueno… no sé bien qué quiere decir… Pero, no. Creo que no.
Nunca estuve en un juicio.
JALIL: Julito, mi hermano. Pero… ¡si Julito nunca tuvo un juicio por
nada!
LETRADO: Olvídese de los juicios, señor Jalil. Los hombres no sólo dan
falso testimonio en los tribunales. ¡Más de veinte veces usted le aseguró a
la mujer de Julio Jalil que su hermano había ido a la cancha de fútbol con
usted y Julio Jalil estaba en la cama con su amante! ¿Cómo lo llama a eso?
LETRADO: Eso se llama falso testimonio, señor Jalil. Y le aviso que así lo
va a juzgar el Tribunal Supremo. Sin atenuantes. Cuando le pregunten por
el noveno mandamiento, no dude. Declárese culpable y diga que se
arrepiente. ¿De acuerdo?
JALIL: Ah, sí. Es que… era muy mala persona. Me hizo la vida
imposible.. Sentía que era poca cosa para su hija. Me despreciaba… me
humillaba.
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LETRADO: Y usted llegó a pensar en matarlo.
LETRADO: Está
JALIL: Pero no fue más que una idea. Jamás lo hubiera hecho.
JALIL: De acuerdo.
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LETRADO: Diga que intentó ampliar el negocio para darle trabajo a más
gente. Les encantan los patrones que dan trabajo. Pero quédese tranquilo.
Para el Tribunal Supremo usted no es un hombre codicioso. Pero declárese
culpable y diga que se arrepiente.
JALIL: ¿Pero por qué tengo que decir que soy culpable de violar un
mandamiento que no violé?
LETRADO: ¡Por qué… por qué! A ver cómo se lo explico. Este es uno de
los mandamientos que está en estudio. Algunos dicen que hay que
eliminarlo directamente, que no es un pecado. Que la codicia es el motor
de la civilización. Y están los otros que sostienen que la codicia es
destructiva. Que el motor de la civilización es la ambición. Y ahí andan.
Enfrascados en discusiones interminables. Si usted se declara inocente, su
caso pasa a comisión y… ¿sabe qué, señor Jalil? Audiencias… papeleos…
(Se exalta) ¿Y quiere que le diga? ¡Estoy podrido! ¡Podrido de audiencias
y papeles! ¡De sellos y de expedientes! ¡¡Po-dri-do!! Si usted supiera lo que
eran estos juicios antes: culpable, inocente, culpable, inocente. Los juicios
duraban diez minutos. Y eran en latín. Y nadie discutía nada. Ahora… Nos
están matando a trabajo. Hágame el favor. Declárese culpable. No le va a
jugar en contra. Este mandamiento no es importante.
JALIL: ¿Terminamos?
JALIL: Y sí… Lo hablamos con los muchachos del café… con la barra…,
bah. Somos cuatro amigos, amigos desde que éramos chicos. Una noche,
me acuerdo, estábamos en el bar tomando unas ginebras y les propuse:
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Muchachos… ¿Por qué no ponemos un restaurante? Aquí en el barrio. Nos
entusiasmamos. Y lo pusimos. Y nos va muy bien. Cacho es un cocinero de
primera… yo en la caja… Beto y el Flaco de mozos…Las mujeres
ayudan… ¡La pasamos bárbaro!
LETRADO: Todo eso está claro. Ahora… ¿qué es eso de que el pan se
entrega gratis? Está en el expediente. “A la gran comilona, el pan es gratis”.
LETRADO: Ay, señor Jalil… Ay, señor Jalil… Esto sí que es un problema.
JALIL ¡Pero, no! ¿Cómo me voy a creer Jesús? No era nuestra intención.
Apenas una medida publicitaria, para atraer a los clientes.
LETRADO: ¿Hacer un bien…? Ah… ah… ah… ¡Espere! Está bien lo que
usted dice. Porque… podríamos revertir su conducta. Usted puede decir
que no fue su intención imitar a Jesús, sino que sólo quiso tomar su
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ejemplo. Nunca ocurrió hasta ahora pero, quizás el Tribunal Supremo lo
tenga en cuenta.
JALIL: ¿Pero quiere algo más justo? Todos somos patrones y todos somos
trabajadores.
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entender! Sé lo que le digo. ¡Son muchos años aquí! Y no se olvide de que
estoy de su lado. No hable de la cooperativa. Olvídelo.
JALIL: No lo entiendo.
JALIL: ¿No basta con decir que hacemos lo que nos gusta?
JALIL: ¿Entonces?
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LETRADO: ¡Qué sé yo! Estos casos no son comunes.
JALIL: ¿No se puede decir que la oferta de Mac Donald`s era baja?
LETRADO: ¿Y? Para el Tribunal Supremo, hoy por hoy, ser comunista no
es un pecado. Pero eso… lo que ustedes hacen… el restaurante… todos
iguales… ¡No sé! Al Tribunal Supremo no le va a caer bien.
JALIL: ¿Cómo cree que me va a ir? ¿Me van a condenar? ¿Me van a
perdonar? Por favor, señor Letrado. ¡Quiero saber! Usted tiene experiencia.
¿Cuál puede ser la sentencia?
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JALIL: ¿Y cuál puede ser el dictamen? Yo siempre fui un buen tipo. En el
barrio lo dicen todos.
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