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2.

El mapa no es el territorio, y el nombre no es la cosa


nombrada

Este principio, hecho célebre por Alfred Korzybski, tiene


referencia con muchos niveles. De un modo general, nos
recuerda que cuando pensamos en cocos o en cerdos, no
tenemos cocos o cerdos en el cerebro. Pero, en un sentido
más abstracto, el enunciado de Korzybski nos dice que en
todo pensamiento, o percepción, o comunicación de una
percepción, hay una trasformación, una codificación,
entre la cosa sobre la cual se informa, la Ding an sich, y
lo que se informa sobre ella. En especial, la relación entre
esa cosa misteriosa y, el informe sobre ella suele tener la
índole de una clasificación, la asignación de una cosa a
una clase. Poner un nombre es siempre clasificar, y trazar
un mapa es en esencia lo mismo que poner un nombre.
Korzybski hablaba en líneas generales, como filósofo,
tratando de persuadir a la gente para que disciplinara su
manera de pensar. Pero llevaba las de perder. Cuando
queremos aplicar su precepto a la historia natural del
proceso espiritual humano, la cuestión no resulta tan
simple. En realidad, tal vez sólo el hemisferio dominante
del cerebro traza la distinción entre el nombre y la cosa
nombrada, o entre el mapa y el territorio; el hemisferio
simbólico y afectivo (que normalmente está del lado
derecho) es probablemente incapaz de hacer esas
distinciones. No le interesan, por cierto. Así sucede que
en la vida humana estén presentes necesariamente ciertos
tipos no racionales de conducta. De hecho tenemos dos
hemisferios y nos es imposible zafarnos de ello, de hecho,
cada hemisferio opera de un modo algo distinto que el
otro, y no podemos librarnos de los embrollos que esa
diferencia plantea.
Por ejemplo, con el hemisferio dominante podemos
considerar que una bandera es una especie de nombre del
país o institución que esa bandera representa; no obstante,
el hemisferio derecho no traza ese distingo y para él la
bandera es sacramentalmente idéntica a aquello que
representa. Así pues, la "enseña patria" de Estados Unidos
es Estados Unidos. Si alguien la pisa. Provocará la ira de
los demás, y esta ira no disminuirá con una explicación de
las relaciones entre el mapa y el territorio. (Después de
todo, el hombre que pisotea la bandera la identifica
también con aquello que la bandera representa.) Siempre
habrá, necesariamente, muchísimas situaciones en las que
la respuesta no está guiada por la distinción lógica entre el
nombre y la cosa nombrada.

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