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El ácido fólico es una vitamina hidrosoluble que se encuentra dentro del grupo de las vitaminas
B. Su presencia es esencial en el cuerpo humano, ya que es el encargado de formar las proteínas
estructurales y la hemoglobina. La ausencia o carencia de ácido fólico se produce básicamente
porque, al ser hidrosoluble, no se retiene en el organismo y es expulsado por la orina. Los
síntomas más claros por falta de esta vitamina en una persona son: diarreas, pelo cano
prematuro, glositis (hinchazón de la lengua), retraso en el crecimiento, pérdida de apetito, pérdida
de peso, debilidad, irritabilidad, problemas en la conducta, taquicardia, dolor de cabeza, anemia,
y úlceras bucales o pépticas.
El ácido fólico en el embarazo es una realidad necesaria, tanto antes y durante la gestación.
Además también durante la lactancia, ya que la mujer, en este periodo, es más vulnerable a la
pérdida o deficiencia de esta vitamina.
Tomar ácido fólico durante el embarazo es vital, ya que previene la espina bífida en el feto
(defecto en la columna que puede producir parálisis, falta de control en el aparato digestivo, o
dificultades en el aprendizaje). También puede causarle al feto anencefalia (defectos en el
cerebro), bajo peso al nacer, defectos congénitos (como ciertos problemas cardíacos) o incluso
la muerte del niño.
Comer alimentos ricos de esta vitamina, prepara el útero para albergar una placenta fortificada y
una concepción sana, en el que, desde el primer segundo de vida del niño, éste ya puede
desarrollarse sano y sin riesgos para su salud ni para la madre.