Es un fármaco sedante e hipnótico que se introdujo en el mercado mundial en
1957 (en España llegaría más tarde) para tratar la ansiedad, el insomnio y las náuseas y vómitos en mujeres embarazadas. El laboratorio fabricante, Chemie Grünenthal, lo comercializaba ya en 48 países de Europa y África, así como en Japón, Australia y Candá apenas dos años más tarde. En EEUU, sin embargo, la supervisora de la agencia del medicamento (FDA), la doctora Frances Oldham, se negó a darle el visto bueno a la espera de tener más datos sobre su seguridad. Apenas un par de años más tarde, las malformaciones congénitas que comenzaron a detectarse en Europa y el resto del mundo le dieron la razón.
En 1962, el pediatra alemán Widukind Lenz publicó un trabajo alertando de la
posible relación entre la ingesta del fármaco durante los primeros meses de embarazo y las malformaciones en los hijos de aquellas mujeres. Concretamente, los hijos de la talidomida nacían con graves malformaciones, sobre todo en los brazos y antebrazos. La unión directa de las manos a los hombros, que les daba un aspecto semejante a las aletas de una foca, dio pie a que se denominase 'focomelia', aunque no eran los únicos defectos relacionados con el medicamento, que también ocasionó problemas en órganos internos.
Los hallazgos del doctor Lenz provocaron su inmediata retirada en 1962, en
Alemania y posteriormente en el resto de países (en España fue en 1963), con un balance que el pediatra alemán estimaba en al menos unos 3.900 afectados (con evidencias claras de exposición) a los que habría que sumar casi 2.000 víctimas mortales porque Lenz calculó que la mortalidad infantil en el primer año de vida en menores expuestos a la talidomida durante la gestación era del 40%.