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Casa de Habsburgo.

Familia reinante en Austria desde 1278 hasta 1918, cuyo dominio se extendió a otros
territorios, incluida España. Toma su nombre del castillo familiar de Habichtsburg, construido en el siglo
XI en Suiza; en esa época inicial sus dominios se extendían por el norte de Suiza y Alsacia.
Condes de Habsburgo
Guntram el Rico fue el señor de algunos mediocres feudos en Argovia (o Argau), en el antiguo ducado de
Suabia, actualmente un cantón del norte de Suiza (las tierras suizas formaban parte principalmente del Sacro
Imperio Romano Germánico). Su nieto Werner ya se tituló conde de Habsburgo, nombre del castillo que
había hecho construir en el centro de sus tierras (también llamado Habichtsburg, “Castillo del azor o del
halcón”) en 1020, en la confluencia de los ríos Aar y Rin.
Sus descendientes ampliaron enormemente sus posesiones con las dotes y herencias que les llegaban de sus
alianzas matrimoniales. Ya eran terratenientes poderosos, aunque sus dominios no estaban reunidos, sino
que se extendían aquí y allá, con zonas intermedias pertenecientes a otros nobles. Nunca osaron proclamarse
príncipes, aun siendo una de las principales familias de Suabia y dueños de amplias comarcas del sudoeste
de Alemania (principalmente Alsacia, Brisgovia, Argovia y Turgovia) y lo que más tarde sería
la Confederación Helvética.
Tras la muerte de Federico II se produce el gran interregno en el Sacro Imperio Romano Germánico.
En 1273 es elegido emperador el casi desconocido conde Rodolfo de Habsburgo y ahí empezó la gran
historia de esta familia.
Reinado
Primeros emperadores
Accedieron por primera vez a la dignidad imperial de Alemania en 1273, con Rodolfo I (1218-1291), los
electores imperiales, siete príncipes germánicos, entregaron la corona a Rodolfo con la esperanza de que se
plegase mejor a sus intereses que su principal oponente al título: el autoritario Otokar II de Bohemia. Fue
él quien adquirió los ducados de Austria, Estiria y Carniola. Volvieron a poseer la Corona imperial en
tiempos de su hijo Alberto I (1250-1308), elegido en 1298, después del interregno de Adolfo I de Nassau,
al que destronó. Sin embargo, a duras penas consiguió mantenerse como rey de Alemania, gracias al apoyo
de Francia, Bohemia y el Papado, mientras muchos príncipes alemanes le opusieron resistencia hasta que
murió asesinado por su propio sobrino, Juan de Suabia, pasando la Corona imperial a la Casa de
Luxemburgo.
A lo largo del siglo XIV, los Habsburgo completaron sus territorios patrimoniales con la incorporación
de Carintia, Tirol, Friburgo, Trieste y Vorarlberg, al mismo tiempo que una larga lucha con los suizos -
iniciada en tiempos de Alberto I- les hacía perder sus dominios originales del oeste. De nuevo consiguieron
la Corona imperial en 1438, con Alberto II (1397-1439). A partir de entonces, aunque la dignidad imperial
siguió siendo teóricamente electiva, quedó vinculada a la Casa de Habsburgo hasta la desaparición del
Sacro Imperio Romano Germánico en 1806 (con una breve interrupción en 1740- 1745).
Le sucedió al frente de la Casa y del Imperio su primo Federico III (1415-1493), que inició la serie de
enlaces matrimoniales que extendieron los dominios de la Casa hacia Europa occidental, al casar a su
hijo Maximiliano I (1459-1519) con María de Borgoña, que proporcionó a los Habsburgo los amplios
territorios borgoñones de los Países Bajos y el Franco Condado. Su hijo Felipe I, el Hermoso (1478-1506)
fue rey de Castilla por matrimonio con la heredera de los Reyes Católicos, Juana I la Loca.
El hijo de ambos, Carlos V (1500-1558), reinó en España con el nombre de Carlos I, antes de ser elegido
emperador en 1519. La herencia de Carlos reunía en una sola mano Austria, los Países Bajos, el Franco
Condado, Castilla (con Navarra, Granada y las Indias recién descubiertas) y la Corona de Aragón (con
Nápoles, Sicilia y Cerdeña). Con él llegó a su apogeo el poderío de la Casa, llegando a concebir un ideal
de Monarquía cristiana universal, que fracasó ante la resistencia opuesta a sus planes por Francia y por la
reforma protestante, que escindió a la Cristiandad occidental.
Al abdicar, en 1555-56, repartió sus dominios entre su hermano Fernando y su hijo Felipe, creando así dos
ramas de la familia, asentadas respectivamente en Austria y España. Fernando I (1503-64) recibió el
Imperio (1558), junto con los dominios patrimoniales originales de la Casa en Austria. Su matrimonio le
proporcionó, además, Bohemia y Hungría. Al morir, la rama austriaca de la Casa se dividió, a su vez, en
tres líneas: los Habsburgo de Austria (Rodolfo II y Matías, con quien se extingue esta línea en 1619), los
del Tirol (que se extinguen en 1666) y los de Estiria (Fernando II, Fernando III, Leopoldo I, José I…).
Fueron estos últimos los que heredaron la dignidad imperial y acabaron reuniendo en su mano los dominios
repartidos desde la muerte de Fernando I.
Habsburgo de España y Austria
Felipe II (1527-98), hijo de Carlos V, inicia la serie de los Habsburgo de España, conocidos también en
este país como la Casa de Austria. Recibió, además de los reinos de Castilla y Aragón con sus posesiones
americanas, los dominios de la Casa en Italia, los Países Bajos y el Franco Condado, a los que él añadió
Portugal, anexionado por la fuerza haciendo valer los derechos de Felipe en un momento de crisis sucesoria
(1580). Se casó con una princesa de la Casa, Ana de Austria.
Le sucedieron en el Trono español los llamados «Austrias menores», cuyas incesantes guerras exteriores
no pudieron impedir el declive del poderío de los Habsburgo en Europa: Felipe III (casado con Margarita
de Austria), Felipe IV (casado con Mariana de Austria) y Carlos II (1661-1700). La muerte de éste sin
descendencia desencadenó una pugna general en Europa por ocupar el Trono de España, conocida como la
Guerra de Sucesión Española (1701-14). Los Habsburgo defendieron la candidatura del «Archiduque
Carlos», que luego sería emperador con el nombre de Carlos VI (1685-1740). Éste consiguió apoyos en los
reinos de la Corona de Aragón, pero, derrotado por los partidarios del pretendiente francés, Felipe V, hubo
de renunciar al Trono español, que pasó desde entonces a la Casa de Borbón.
DE LA UNIÓN DINÁSTICA DE LOS REYES CATÓLICOS AL IMPERIO HISPÁNICO DE LOS
HABSBURGO
Los dos escudos de armas que nos flanquean pertenecen a los Reyes Católicos (izquierda) y a su sucesor
Carlos I (derecha). No vamos a entrar en un análisis heráldico de los mismos, pero ten en cuenta que cada
símbolo representa un territorio gobernado por el titular del escudo, y creo que comprenderás fácilmente
que los territorios gobernados por los sucesores de los Reyes Católicos se ampliaron enormemente
por la herencia aportada por la familia paterna de Carlos I, la dinastía Habsburgo, también conocida
como Casa de Austria por su territorio de origen.
En este tema vamos a abordar un período clave en la configuración de la España actual, en el que salimos
de la Edad Media y nos adentramos, sin agotarla, en la Edad Moderna. Iremos desde 1469 a 1700, casi dos
siglos y medio de historia en los que se fragua la unidad política de los antiguos reinos medievales
peninsulares, y en los que, en algunos momentos, toda la Península Ibérica vuelve a estar sometida a un
mismo poder político, como la antigua Hispania romana.
Los Reyes Católicos sentaron las bases de un modelo de Estado en el que un mismo soberano
gobernaba territorios bien diferenciados, manteniendo cada uno sus propias leyes, instituciones y
personalidad. Este sistema se extendió a partir de Carlos I a una gran cantidad de territorios europeos,
americanos, africanos y asiáticos gobernados por la Casa de Austria, y que tuvieron en la antigua Castilla
su centro de referencia. Es por ello que, visto desde fuera, este enorme imperio territorial terminó
identificándose con España, y conociéndose como Imperio Hispánico o español.
Pero a veces las palabras encierran trampas, porque en ningún momento de esta etapa de nuestra historia
existió un Estado que podamos llamar España, ni se puede considerar que España dominara el mundo,
como antaño se decía. La mejor manera de entender este imperio es considerarlo como un patrimonio
personal de una dinastía que llegó a gobernar todo el territorio de la Península Ibérica y muchos otros
territorios. Pero esta dinastía no consiguió, tal vez porque ni siquiera lo intentó, dar el paso para construir
un Estado unificado en el que todos sus súbditos estuvieran sujetos a las mismas leyes.
El Imperio hispánico de la casa de Habsburgo
Tras la muerte en 1504 de Isabel la Católica, la unión dinástica entre Castilla y Aragón estuvo a punto
de romperse.
En principio, el derecho al trono castellano
correspondía a la hija mayor de Isabel y
Fernando, Juana de Castilla, que ha pasado
a la historia como Juana la loca. Como
habrás comprobado, el hecho de ser mujer
no hubiera impedido que Juana ejerciera en
Castilla, como su madre, la autoridad
monárquica. Fue el achaque de su
enfermedad mental el que la apartó de los
asuntos de gobierno, y aunque mantuvo
hasta su muerte en 1555 el título de reina de
Castilla, el poder efectivo quedó en diversos
momentos en manos de su padre Fernando,
de su marido Felipe de Habsburgo (Felipe el
Hermoso), del Cardenal Cisneros, comoregente, y, finalmente, de su hijo Carlos de Habsburgo, que reinó
con el nombre de Carlos I
Hasta su muerte en 1516, Fernando el Católico gobernó personalmente la Corona de Aragón. A su muerte
fue su nieto,Carlos de Habsburgo, quien heredó de manera conjunta ambas coronas.
A la herencia de los Reyes Católicos Carlos de Habsburgo sumó la herencia de sus abuelos paternos.

Teniendo en cuenta toda esta herencia puedes


comprobar que Carlos de Habsburgo se convirtió
en el soberano más poderoso de toda Europa, y
esto le hizo asumir sobre sus espaldas el peso
de defender a la Europa cristiana del intento de
expansión del Imperio turco otomano. Más
repercusión para la Historia de España tuvo, tal vez,
que también quiso ejercer de defensor del
catolicismo papal frente a la expansión de la
religión protestante en Europa; una costosa política
de enfrentamientos bélicos continuos que herederon y
mantuvieron sus sucesores.

Los reyes de la Casa de Austria que gobernaron el Imperio


hispánico no son muchos, y sus nombres fácilmente
recordables. Puedes quedarte con la idea de que la dinastía se
inicia y se acaba con un Carlos (Carlos I y Carlos II
respectivamente), y que en medio reinaron tres Felipes bien
ordenados (Felipe II, Felipe III y Felipe IV). Puedes ver su
árbol genealógico simplificado en la imagen de la derecha.
En la siguiente presentación encontrarás un resumen de los
principales aspectos de cada reinado. Pincha sobre la imagen
para verla.
Curiosidad
Aunque genéticamente la línea de los Reyes Católicos
continúa en Carlos I y en sus sucesores, el uso del apellido
paterno (Habsburgo) por parte de Carlos, hace que podamos
hablar de un cambio de dinastía en la Corona de España. La
dinastía de Habsburgo, que también se conoce como Casa de
Austria, regirá los destinos del Imperio hispano hasta 1700,
fecha en la que se extingue al morir Carlos II sin sucesores varones y pasar el trono a un Habsburgo por
parte de abuela, pero Borbón por parte de padre, Felipe V, que inaugura en España la dinastía de Borbón,
actualmente reinante.
2.1. La organización política de un conglomerado de territorios
IMPORTANTE
En el terreno de la organización política y del gobierno de sus territorios, los reyes de la casa de
Austria mantuvieron los principios básicos heredados de los Reyes Católicos:
Cada territorio conservó su personalidad jurídica y legal y se legislaba por separado para cada uno de ellos.
A partir de Felipe II de una capital permanente para la monarquía en Madrid hizo que el centro del
poder se situara en el corazón de Castilla, para bien y para mal de este reino, pues aunque los principales
cargos de la Corte eran castellanos, también lo eran los súbditos que tuvieron que cargar sobre sus espaldas
(por vía de impuestos) el coste del mantenimiento del aparato burocrático del Estado.
Los Austrias no fueron grandes innovadores en el terreno de la administración. En gran parte lo que
hicieron fue perfeccionar los mecanismos que habían puesto en marcha los Reyes Católicos:
 Ampliaron el número y personal de los Consejos sectoriales que asesoraban a los monarcas. Algunos
se dedicaban a todo lo referente a un territorio: el Consejo de Indias (para los asuntos coloniales), y los
Consejos de Castilla, Aragón, Italia, Portugal y Flandes. Otros Consejos se especializaban en temas
sectoriales: Consejo de Hacienda, Consejo de Inquisición, Consejo de Cruzada...
 Crearon una red de secretarios personales que mantenían al rey constantemente informado de lo que se
despachaba en los Consejos.
 Siguieron delegando su autoridad en virreyes (América, Aragón e Italia), gobernadores (Países Bajos y
Milán) o corregidores (ciudades de Castilla) que les representaban en sus territorios.
 Se mantuvo el sistema judicial estructurado en Chacillerías y Audiencias.
Austrias Menores (Felipe III, Felipe IV, Carlos II)
Con el tiempo algunos consejeros próximos a los monarcas entendieron que podía acrecentar la fuerza de
la monarquía imponer la unidad legislativa en el Imperio, al menos en los territorios peninsulares. La idea
de unificar la legislación en Castilla, Aragón y Portugal se barajó en algunos momentos,
proponiéndose incluso crear unas Cortes conjuntas para simplificar y agilizar los trámites legales. Pero esto
no llegó a ponerse en práctica, ya que cuando se dieron algunos pasos en ese sentido se
produjeron rebeliones en algunos territorios.
Portugal consiguió independizarse de la monarquía hispana tras una revuelta en 1640. Eso sí, la
monarquía española no reconoció de hecho dicha independencia hasta 1668. Menos fortuna tuvo el intento
separatista de Cataluña, iniciado también en 1640. La Generalitat de Barcelona, que encabezó la revuelta,
sólo pudo defenderse del ataque de las tropas monárquicas aceptando la soberanía de Francia, cuyo
ejército ocupó gran parte de Cataluña. Hasta 1652 Felipe IV no pudo recuperar Cataluña, aunque en las
negociaciones definitivas con Francia cedió a este país los territorios catalanes del otro lado de los
Pirineos: los condados del Rosellón y Cerdaña.
PARA SABER MAS
El Conde-Duque de Olivares, el principal asesor de Felipe IV, expresó claramente y por escrito su idea
sobre la necesidad de unificar legislativamente los distintos dominios de la monarquía hispana. Aunque su
ambición era mayor, el simple hecho de intentar crear un ejército permanente común con fuerzas aportadas
por todos los territorios de la monarquía, proyecto que se denominó Unión de Armas, fue el origen de la
revuelta separatista en Cataluña. En el siguiente enlace encontrarás más información sobre el proyecto de
creación de un ejército nacional con aportación de todos los territorios de la monarquía.
PARA SABER MAS
Los sucesos de Aragón (1591-1592): la defensa de los Fueros
Durante el reinado de Felipe II Aragón vivió una gran inestabilidad interna: vasallos que se rebelan contra
sus señores, señores que atacan a sus vasallos, bandolerismo... a lo que se suma el enfrentamiento entre el
rey Felipe II y la nobleza. La nobleza era la gran propietaria de tierras y gozaba de enormes privilegios
amparados por los Fueros; y los fueros recortaban el poder del rey.
Durante el verano del año 1591, Zaragoza vivió una época de intensa agitación popular. El móvil aparente
era el caso de Antonio Pérez, pero en el fondo se estaban cuestionando otros asuntos: el enfrentamiento
entre el sistema foral y el autoritarismo del rey.
Antonio Pérez era madrileño, pero descendiente de una familia de conversos de Aragón; acusado de un
asesinato el rey mandó prenderle y juzgarlo. Sentenciado a muerte escapó de Castilla y se refugio en Aragón
solicitando la ayuda del Justicia y acogiéndose al Privilegio de Manifestación, por el que todo aragonés
podía solicitar el ser juzgado según el derecho aragonés.
Detenido por la Inquisición, fue liberado por el pueblo (y parte de la nobleza del reino). Felipe II envío un
ejército que apenas encontró resistencia y aplastó la rebelión. El Justicia, que había defendido el derecho a
que Antonio Pérez fuese juzagado según los fueros de Aragón y se había puesto al frente de la resistencia
a Felipe II, fue ejecutado sin un juicio el 20 de diciembre de 1591 acabando así con la institución del Justicia
Mayor de Aragón. En 1592, en las Cortes de Tarazona y ante la presencia del rey se introdujeron las
reformas en los Fueros favorables al rey sin la menor oposición.
UN GIGANTE CON PIES DE BARRO. LA ECONOMÍA DEL IMPERIO HISPÁNICO
REFLEXION
"... el rey de España conservó durante mucho tiempo los medios para la continuidad de una política de
poder. A pesar de sus bancarrotas, siempre encontró banqueros extranjeros dispuestos a adelantarle
inmediatamente las sumas que necesitaba para pagar a sus soldados y a sus funcionarios en Flandes, en
Alemania, en Italia. Porque estos banqueros especulaban con los reembolsos y los intereses que serían
pagados con magnífica moneda de oro y plata. Los ejércitos del rey de España y sus banqueros desfallecen
cuando el oro y la plata comienzan a faltar después de 1640... Solamente el costo del ejército de tierra se
elevó en 1590 a 1.053.000 ducados. En el mismo año, la contribución de las Indias al tesoro real se elevaba
a 1.835.000 ducados. Ni siquiera dos veces más. En realidad es seguro que los gastos militares totales
superaron el importe de la aportación americana al tesoro real".
Bartolomé Bennasar, La España del Siglo de Oro, Barcelona, 1983, página 111.
Como has visto por las cifras que conocemos, la mayor parte del oro y plata procedentes de América, tal
vez todo, se dedicaba a pagar los gastos militares de la monarquía. En cierto modo esa riqueza era pasajera
y apenas dejaba huella en España. Como diría alguno: las gallinas que entran por las que salen.
"Los banqueros"
Como has podido comprobar con la autoevaluación a pesar de que los reyes de la Casa de Austria fueron
durante el siglo XVI y gran parte del XVII los más ricos de Europa, todo esto era poco para afrontar
los enormes costes defensivos y administrativos que conllevaba el mantenimiento del Imperio, frente a
enemigos cada vez más numerosos y poderosos.
La Corona de España estuvo casi siempre endeudada con banqueros y prestamistas
extranjeros (genoveses y alemanes sobre todo) que adelantaban las sumas para el pago de las tropas y los
gastos de la monarquía mientras llegaban los cargamentos de oro y plata de América.
Esto generó un círculo vicioso en el que antes de llegar a Castilla el oro americano estaba ya gastado, y la
deuda no paraba de crecer. Cualquier incidente o retraso en la flota de América podía suponer, como de
hecho sucedió en varias ocasiones, que los reyes tuvieran que declararse en bancarrota, ante la imposibilidad
de hacer frente a los préstamos recibidos. En estos casos solían pagar a sus acreedores cediéndoles parte
del patrimonio de la Corona, como minas, señoríos, rentas, impuestos, etc.
Algunos banqueros extranjeros, como la familia alemana Fugger, pasaron a controlar de este modo los
principales recursos del reino, como las minas de plata de Guadalcanal (Sevilla) o las minas de mercurio
de Almadén (Ciudad Real).
CURIOSIDAD
Situación económica:
El siglo XVI fue una etapa de cierto crecimiento y expansión económica, pero las débiles bases de la
economía se mostraron a partir del siglo XVII, cuando la economía mundial entró en crisis y afectó de
manera especial a España.
Como sucede en las economías del Antiguo Régimen, las malas cosechas, las epidemias y las guerras
provocaron hambrunas, enfermedades y un importante descenso demográfico. Sólo Sevilla, con la epidemia
de peste de 1647 perdió 65.000 habitantes.
¿COMO AFECTA LA CRISIS A CADA UNO DE LOS SECTORES ECONÓMICOS DE LOS
TERRITORIOS PENINSULARES?
 La agricultura se estancó, con un descenso de la productividad. Sin apenas transformaciones técnicas ni
innovaciones, los métodos tradicionales no permitían mantener una producción suficiente para abastecer a
la población. La decisión tomada en 1609 de expulsar de la península a la población morisca, los
descendientes de los antiguos musulmanes, tuvo un fuerte impacto negativo en la agricultura. Este
colectivo, que suponía en torno a un 3% de la población peninsular, mantenía una rentable agricultura de
regadío, sobre todo en los territorios de la Corona de Aragón. También eran los que dominaban la
técnica de la cría del gusano de seda, que permitía una rentable actividad económica en torno a esta exótica
materia prima. Ambas actividades sufrieron un retroceso notable, tras la marcha de la población que las
había mantenido.
 La artesanía tuvo un escaso desarrollo en Castilla, aunque evolucionó algo más en algunos territorios de
la Corona de Aragón, como Cataluña. Limitada a la elaboración de productos de baja calidad para el
abastecimiento de las empobrecidas poblaciones urbanas, no producía una rentabilidad que permitiera
reinvertir las ganancias en mejorar las técnicas. Los productos de lujo que las clases dirigentes consumían
con ansia procedían mayoritariamente de fuera de la Península Ibérica, de los Paises Bajos e Italia sobre
todo.
 El comercio había sido sin duda la actividad más dinámica y productiva durante el siglo XVI, gracias
al monopolio de los intercambios con América. La suma de Portugal y sus colonias a la Corona española
permitió que existiera un circuito comercial que unía Europa con América y Asia, controlado por la
monarquía hispanica. Sin embargo, a lo largo del siglo XVII se inició la competencia de Inglaterra y
Holandaen el comercio atlántico, y la de Francia en el comercio en el Mediterráneo, lo que causó una
merma sustancial en los beneficios. En cualquier caso, el comercio internacional del Imperio hispánico
estuvo en gran parte en manos de comerciantes y banqueros extranjeros, sobre todo genoveses y
flamencos, que canalizaban hacia otras zonas de Europa gran parte de sus beneficios.
Conforme avanzaba el siglo XVII la producción de metales preciosos de las minas americanas fue
descendiendo, con lo que la principal fuente de ingresos de la monarquía tocaba a su fin. Sin una agricultura
y artesanía productivas, nada pudo contrarrestar a corto y medio plazo el hundimiento de la economía
hispana.
UN MUNDO DE EXTREMOS. LA SOCIEDAD HISPÁNICA EN LOS SIGLOS DE ORO

Como en la mayor parte de la Europa de los siglos XVI y XVII, en los territorios de la Corona de España
la sociedad estaba organizada de forma estamental. Ya debes saber lo que es una sociedad estamental,
pero por si acaso te recuerdo que se basa en la existencia de categorías jurídicas en las que se encuadra a
las personas, que por tanto tienen deberes y privilegios en función del grupo al que pertenecen.
En la sociedad estamental se distinguen dos grupos privilegiados: la nobleza y el clero. Sus miembros
están exentos del pago de la mayor parte de los impuestos, tienen el monopolio de los principales puestos
de la administración del Estado y del ejército, y no pueden ser juzgados por los tribunales ordinarios, entre
otros derechos y privilegios.
El resto de la población, que soporta todas las cargas y obligaciones fiscales, se encuadra en un
estamento que puede denominarse de distinta forma según los países: el pueblo llano, los comunes o el
tercer estado, expresión de origen francés que tal vez es la más popular y conocida.
Una de las peculiaridades de la sociedad española de esta época es el gran número de personas que se
encuadraban en los estamentos privilegiados, y que por ello adoptaban una mentalidad y comportamiento
improductivos, y orientados a la ostentación y el cuidado de las apariencias.
LOS PRIVILEGIADOS
Dentro de la nobleza se distinguía:
 un pequeño grupo constituido por las grandes familias que ostentaban los títulos nobiliarios más
importantes: marqueses, duques y condes.
Este grupo formaba clanes muy cerrados, que establecían alianzas mediante enlaces matrimoniales. Eran
habituales las disputas e intrigas palaciegas entre bandos nobiliarios para controlar la voluntad de los
monarcas y repartirse las rentas y cargos del reino. Este pequeño grupo era también el que controlaba la
mayor parte de la tierra productiva, sobre todo en Castilla, bien por su propiedad directa (latifundios) o
por gozar del señorío de amplios territorios cedidos por la monarquía y que eran hereditarios
(mayorazgos).
En esos señoríos los nobles eran los beneficiarios de los impuestos que pagaban sus habitantes y la máxima
autoridad política y judicial.
 Pero no todos los nobles eran grandes potentados con título nobiliario. Una rasgo peculiar de la sociedad
española es el gran número de personas que gozaba de la consideración de noble pese a no disponer
de rentas ni grandes medios económicos.
Se trataba de la descendencia de los hijos segundones de las familias nobles, que no heredaban los títulos
paternos ni un patrimonio excesivo, y debían ganarse la vida sirviendo a nobles más poderosos, a la
monarquía o en el ejército. Son los hidalgos que por ser nobles rechazaban dedicarse al trabajo manual
o a actividades comerciales ya que se consideraban propias de villanos o judeoconversos.
CURIOSIDAD
La endogamia (tendencia a casarse entre miembros de una misma familia o grupo), era muy habitual entre
la alta nobleza hispana, al igual que entre la familia reinante. Esta estrategia se adoptaba para mantener el
poder y la riqueza siempre en manos de la familia, o para establecer alianzas con otras grandes familias.
Por esta práctica casi todas los miembros de la gran nobleza estaban emparentados, así que el poder y la
riqueza circulaban entre un grupo muy reducido de personas. Esto también provocaba que con el paso del
tiempo distintos títulos nobiliarios recayeran sobre un mismo heredero, que iba así aumentando su grandeza.
Por citar un caso que tal vez te suene, la casa nobiliaria de Alba fue sumando títulos de esta forma. Por
ejemplo, el título de Marqués del Carpio lo obtuvo el Duque de Alba a mediados del siglo XVII, al haberse
casado con la única hija y heredera del Marqués del Carpio, por entonces uno de los nobles más poderosos
de la Corte.
Al igual que la nobleza, el estamento eclesiástico encerraba realidades sociales muy diversas.
Los miembros de las grandes familias nobiliarias accedían directamente a las altas jerarquías de la
Iglesia: obispos, cardenales o abades de monasterios importantes. Esos cargos iban acompañados
de importantes rentas en dinero y propiedades, y además no eran incompatibles con el desempeño
de tareas políticas al servicio de la monarquía.
Sin embargo el estamento eclesiástico era muy numeroso en España, y a él también pertenecía mucha
gente de extracción humilde y que ocupaba puestos mal pagados alejados de todo tipo de lujo.
En cualquier caso, el hecho de ser clérigo convertía a todos estos individuos en personas privilegiadas y
que, por ejemplo, no podían ser acusadas de ningún delito ante la justicia ordinaria, ya que sólo podían ser
juzgados por tribunales eclesiásticos.
LOS NO PRIVILEGIADOS
La inmensa mayoría de la población pertenecía al pueblo llano, sobre cuyas espaldas cargaban todos
los impuestos de los que salían la mayor parte de las rentas de las que disfrutaba la nobleza y el clero, así
como el dinero para mantener el costoso aparato estatal de la monarquía.
Aunque existen diferencias y matices según los territorios de la corona, en general la mayor parte de la
población vivía de la agricultura, de escasos rendimientos y sometida a cargas tributarias que, sólo con
mucha suerte, dejaban lo suficiente para permitir una subsistencia digna. A lo largo de los siglos XVI y
XVII el campesinado hispano, sobre todo el castellano, fue sufriendo un empobrecimiento progresivo,
agravado por el aumento de los impuestos para compensar el descenso de la llegada del oro americano.
Ante esta dura realidad, no es de extrañar que el trabajo se tuviera en poca estima y muchos miembros de
las clases populares optaran por buscarse la vida en los márgenes de la ley: enrolándose en el ejército,
vagabundeando, mendigando o dedicándose directamente a actividades delictivas.
En cuanto a la burguesía en Castilla no tuvo el protagonismo que empezaba a cobrar en otros
territorios europeos en esa época, mientras que en los territorios de Aragón, especialmente en Cataluña y
Valencia, sí tuvo una mayor pujanza y protagonismo.
En general en España faltaron artesanos y comerciantes emprendedores, tal vez porque el sistema
económico y social no invitaba especialmente al esfuerzo y a la inversión, sino a buscar formas de
enriquecimiento rápido para intentar ascender socialmente (anda, que poco hemos cambiado). Y es que
ante las dificultades económicas de la monarquía fue una práctica creciente la venta de títulos de
nobleza, así que las personas que prosperaban con los negocios encontraban más atractivo adquirir un título
de nobleza e imitar la vida de los nobles, que mantener un esfuerzo y riesgo continuo en inversiones de cara
al futuro.
REFLEXION
"Los extranjeros, como más diligentes que los españoles, usan en España casi todos los oficios, de modo
que lo poco que ha quedado que trabajar lo trabajan ellos, y con su natural presteza han excluido de todo a
los españoles, ocupando los puestos de ganar de comer que tenían los moriscos, antes que los nuestros se
pudiesen entablar en ellos, y gastan mejor que los nuestros lo que labran, o por más vistoso y aparente, o
por más nuevo, o por más barato. Punto muy de considerar, porque los españoles andan ociosos, y pobres,
y se enriquecen ellos, y llevan grandes sumas de España, y así importa vedarles usar artes y oficios.
Comunicando esto con hombres entendidos de estas materias, hacen una cuenta que parece llana, porque la
hacen que los extranjeros sacan al año de España más de veinte millones sólo de las mercaderías que
venden, y lo hacen por dos vías. La primera es que los extranjeros venden en España, y para las Indias, de
seis partes las cinco de cuanto se negocia".
Sancho de Moncada, Restauración política de España, 1619.
1. ¿A qué oficios crees que se refiere el texto? ¿Qué oficios no ocupaban los españoles pero los extranjeros
aceptaban de buen grado?
2. ¿Por qué se dice en el texto que los extranjeros "gastan mejor que los nuestros lo que labran"?
3. ¿Qué solución propone el autor para el problema que describe?
4. Según los cálculos de Sancho de Moncada, ¿qué porcentaje del comercio español estaba en manos de
extranjeros? ¿Qué consecuencias tenía esto para la economía española?
1. El autor se refiere a los trabajos artesanales, que tradicionalmente habían sido la ocupación de los
moriscos, y también al comercio, actividad que se vinculaba con los judeoconversos. Este tipo de trabajos,
considerados denigrantes por la mentalidad imperante en España, fueron desempeñados en gran parte por
artesanos y comerciantes extranjeros, que tenían menos remilgos y una mentalidad más práctica y
emprendedora.
2. Vale. Reconozco que esta tiene truco, porque el autor usa la palabra "gastar" con un sentido distinto al
actual. No se refiere a gastar dinero, sino a vender la producción que han elaborado (labrado). Lo que quiere
decir el autor es que los productos elaborados por los extranjeros se vendían mejor y más rápido que los
elaborados por artesanos nacionales. Los motivos creo que sí los deja claros: eran más vistosos, novedosos
y baratos. Esto sólo podía deberse a un trabajo mejor organizado y con mejores técnicas, que permitía que
los productos extranjeros fueran más competitivos. Como ya vimos al hablar de la economía, la artesanía
nacional no podía competir ni en calidad ni en precio con los productos extranjeros.
3. La solución que propone es adoptar una política proteccionista, es decir, vedar (prohibir) a los extranjeros
dedicarse en los territorios de España a la artesanía y al comercio, con lo que tendrían que consumirse los
productos nacionales.
4. Aunque seas de letras, te habrá sido fácil calcular que de seis partes cinco es lo mismo que decir un 83,22
%. Sin duda una cifra muy elevada. La consecuencia más clara de esta realidad es que en gran parte los
beneficios del comercio hispano, incluido el que se mantenía con América, salían fuera de España e
incrementaba los ingresos de la burguesía flamenca e italiana, que a su vez se reinvertían para incrementar
la cantidad y calidad de la producción artesanal en estos territorios. Por lo tanto, las posibilidades de los
artesanos y mercaderes españoles de competir con los extranjeros eran cada vez menores, y el atraso se
acentuaba.
En este mapa conceptual puedes ver de una forma esquematizada las características de esta sociedad:

2.4. La proyección internacional de la Casa de Austria

La política internacional de la monarquía hispana continuó en los siglos XVI y XVII las líneas maestras
trazadas por los Reyes Católicos, aunque algunas de sus apuestas se truncaron y surgieron otras novedades
importantes.
Durante el reinado de Carlos I se iniciaron las dos tendencias más claras de la política internacional de
la Casa de Austria:
 La defensa a ultranza del catolicismo y el enfrentamiento encarnizado con Francia, que seguía
hostigando las posesiones italianas de la Corona de Aragón y ahora, además, los Países Bajos españoles.
LA HERENCIA DE CARLOS I
Antes de abandonar el trono y retirarse a un monasterio, Carlos I comprendió que sus dominios eran
demasiado extensos para ser gobernados por su hijo Felipe. Le pareció más práctico hacer dos lotes y
dividirlos entre su hijo y su hermano menor Fernando. De este modo la familia Habsburgo quedó dividida
en dos ramas:
 La rama austriaca se quedó con los territorios orientales de los dominios de Carlos I, además, gozaría del
título de Emperador del Sacro Imperio Romano-germánico.
 La rama española se quedó con los territorios de Castilla, Aragón y los dominios del ducado de
Borgoña, a los que Carlos había sumado por conquista el ducado de Milán.
En cualquier caso fue una separación amistosa, ya que la alianza entre ambas ramas de la familia se
mantuvo sólida.
CURIOSIDAD
Para que te hagas una idea de la endogamia de la familia Habsburgo, trata de seguir sus enlaces
matrimoniales sin perderte.
Carlos I de Habsburgo se casó con Isabel de Portugal, una prima hermana suya (en este caso de la rama
Trastamara de su madre). Casó a su hija María con Maximiliano, su primo hermano (de Carlos), hijo de su
tío Fernando de Habsburgo y heredero, por tanto, del trono imperial. De este matrimonio nació Ana de
Austria, que se casó con su tío Felipe II de España. Estos engendraron a Felipe III de España, que se casó
con Margarita de Austria, prima de su padre. De este feliz matrimonio nació Felipe IV de España, que
contrajo nupcias con su sobrina Mariana de Austria. De este enlace nació Carlos II, el último rey de la
dinastía Habsburgo española, y que ya sabes que vino al mundo con enormes taras físicas y psíquicas, que
le provocaron a él horribles sufrimientos a lo largo de su vida y a España la aceleración de su declive.
CONFLICTOS DURANTE LOS REINADOS DE CARLOS I Y FELIPE II
 La obsesión por ejercer en Europa de brazo armado de la iglesia católica llevó a la dinastía Habsburgo a
añadir una nuevo enemigo a su lista, esta vez bastante más disperso y complicado que Francia: el
protestantismo. La religión protestante se estaba extendiendo en los principados y territorios del Imperio
alemán, muchos de cuyos gobernantes se habían convertido a la nueva doctrina. El intento de Carlos I de
forzarlos a mantenerse fieles al catolicismo romano provocó las primeras guerras de religión entre católicos
y protestantes, que con el tiempo fueron tiñéndose de enfrentamientos nacionales. Por ejemplo, los súbditos
holandeses de Felipe II eran mayoritariamente protestantes, y su intento por forzarlos a volver al catolicismo
fue el detonante de una interminable guerra en los Países Bajos, que como sabes consumía gran parte del
oro que llegaba de América.
 El mismo argumento les llevó a asumir el peso de la defensa de Europa frente a la formidable expansión
del Imperio Turco. Durante siglos se mantuvo una guerra fronteriza que consiguió detener a duras penas
la penetración turca en Europa. En el siglo XVII incluso Viena llegó a estar cercada por los turcos, y sólo
se salvó por la ayuda en el último momento del rey de Polonia. Incluso en Roma llegó a sentirse el pánico
de la invasión otomana, pues si Viena caía los turcos estaban ya a las puertas de Italia. La monarquía
española asumió la defensa del Mediterráneo, cuya zona oriental estaba totalmente en manos turcas y se
temía su expansión por el Norte de África. El miedo a una invasión a gran escala desapareció cuando una
gran flota turca fue destrozada en la batalla de Lepanto, gracias a la potente flota organizada por una
coalición de estados católicos, en la que los efectivos españoles constituyeron el grueso.
El siglo XVI fue, en general, el de mayor esplendor en cuanto a la proyección internacional de la Casa
de Austria. Carlos I y Felipe II salieron victoriosos de sus enfrentamientos con Francia y mantuvieron
la integridad de las tierras que heredaron, consiguiendo incluso ampliarlas en casi todos los frentes.
Algunos peligros se cernían en el horizonte, como el acoso de Inglaterra al comercio con América o
la rebeldía de los protestantes de Holanda, pero todavía no eran amenazas graves.
EL DECLIVE DEL IMPERIO DE LOS AUSTRIAS (SIGLO XVII):
En el siguiente audiovisual se explica con claridad la situación de Europa en tiempos de Felipe IV. Observa
que casi la mitad de Europa Occidental era patrimonio de las dos ramas de la familia Habsburgo.
Por lo tanto en el siglo XVII las cosas se complicaron mucho para España, coincidiendo con un momento
crítico de su economía. En 1618 se inició una guerra entre protestantes y católicos en los dominios de la
rama austriaca de los Habsburgo, y como no podía ser de otra forma, siendo el brazo armado de la iglesia
católica, el rey de España no dudó en intervenir. La famosa Guerra de los Treinta Años se estaba
iniciando, y en ese momento no podía preverse que iba a convertirse en una guerra en la que terminaron
involucrados casi todos los países de Europa.
Durante esa guerra la monarquía hispana tuvo que mantener demasiados frentes abiertos a un tiempo:
 Inglaterra hostigaba las colonias americanas y las costas españolas, los rebeldes holandeses extendían
cada vez más el territorio que controlaban en los Paises Bajos; Portugal se sublevaba y proclamaba su
independencia, los protestantes alemanes recibían refuerzos de Suecia,Dinamarca y Noruega, y, para
colmo de males, Francia aprovechaba la ocasión y atacaba por los Pirineos, Bélgica y Luxemburgo.
Con las paces de Westfalia y de los Pirineos se pone fin a estas guerras y a la hegemonía del imperio de los
Austrias:
 En la Paz de Westfalia (1648), que puso fin a la Guerra de los Treinta Años, España tuvo que reconocer
finalmente la, aunque mantuvo su dominio sobre Bélgica.
 En el Tratado de los Pirineos (1659), que puso fin momentáneo a la guerra con Francia, España tuvo que
cederle los condados catalanes de Rosellón y Cerdaña, así como el Artois y otros territorios de los Países
Bajos españoles.
 En 1668 se reconoció la independencia de Portugal (con su imperio marítimo).
En resumen, cuando en 1665 un niño enfermo y deforme de 4 años accedía al trono con el nombre
de Carlos II, en muchas cortes de Europa se empezaron a afilar cuchillos para iniciar el reparto de la tarta
que suponía lo que quedaba del Imperio Hispano, que todavía era mucho: Bélgica, Franco condado, Milán,
Nápoles, Sicilia, Aragón y Castilla con su imperio colonial.

LA CASA DE AUSTRIA:LOS HABSBURGOS CARLOS I Y FELIPE II DE ESPAÑA


Con este nombre se conoce a la rama de la dinastía Habsburgo que reinó en España en los siglos XVI y
XVII. Durante ese tiempo se Produjo la espectacular expansión de un imperio en cuyos territorios «no se
ponía el Sol»; sin embargo, debilitado por las incesantes guerras y la crisis económica castellana, los
síntomas de su decadencia empezarían a manifestarse en esta misma etapa.
Los Austrias Mayores: Carlos I y Felipe II de España
Las alianzas matrimoniales concertadas entre Fernando el Católico y Maximiliano de Habsburgo
determinaron la introducción de la dinastía Habsburgo austriaca en el trono español. Fue Carlos de Gante,
nieto de ambos, el que reunió las herencias, convirtiéndose en rey de Castilla y Aragón (con sus posesiones
americanas y mediterráneas) en 1516, en señor de los dominios habsbúrgicos en Europa y en emperador de
Alemania (1519).
Esta compleja herencia determinó la política de Carlos I (V de Alemania). Tuvo que enfrentarse al papado
y a Francia por el dominio de Italia, a tos principados alemanes rebeldes, a la amenaza turca en el
Mediterráneo y a la extensión del protestantismo en Europa. Todos estos problemas le mantuvieron
constantemente ocupado en guerras, pasando más tiempo fuera que dentro de Castilla, y sin una Corte
estable.
El enorme esfuerzo bélico tuvo su coste económico. Las rentas procedentes de la exportación lanera de
Castilla a Flandes y la plata que venía de América no siempre eran suficientes, o no llegaban a tiempo, y el
rey recurrió a numerosos préstamos de banqueros alemanes y genoveses, lo que comprometió gravemente
el futuro económico de sus reinos. Así, su hijo Felipe II tuvo que declarar la bancarrota tres veces a lo largo
de su reinado, en 1557, 1575 y 1597.
De hecho, además de las deudas, Felipe había heredado las guerras de su padre, aunque no el título imperial,
que pasó, junto con las posesiones alemanas Y austriacas, a su tío Fernado (1555). El nuevo rey logró
apartar definitivamente a Francia de sus intereses en Italia (Paz de Cateau-Cambrésis, 1559) y frenar el
avance de los otomanos en el Mediterráneo (batalla de Lepanto, 1571); asimismo, se anexionò Portugal y
sus colonias (1580), con lo que el Imperio ultramarino español adquirió dimensiones colosales, aunque
también iba a resultar más difícil de defender.
Menos afortunado en la lucha contra los protestantes, no pudo impedir la secesión de las Provincias Unidas
del norte de los Países Bajos (la actual Holanda) en 1579, ni contener la expansión marítima de Inglaterra
(derrota de la Armada Invencible, 1588). Estos últimos fracasos marcan el comienzo de la decadencia
española, aunque su hegemonía en Europa todavía se mantuvo durante cierto tiempo. Pero la economía
castellana, principal sostenedora de estos esfuerzos, estaba ya arruinada.
Los Austrias Menores: Felipe III , Felipe IV, Carlos II
El declive se agudizó bajo el reinado de Felipe III, que no pudo continuar la política exterior de sus
antecesores por falta de recursos. Esta precariedad económica se agravó con la expulsión de los moriscos
(1609), la población descendiente de los musulmanes que todavía permanecía en la Península, principal
sostén de la economía agrícola y manufacturera de algunos territorios, sobre todo en la corona de Aragón.
Las medidas que desde el poder se tomaron para hacer frente a la falta de liquidez, como venta de cargos o
la devaluación de la moneda, no hicieron sino agravar la situación, instaurando la corrupción y el
absentismo en la administración, y distorsionan peligrosamente los intercambios mercantiles.
Felipe III, además, carecía de la capacidad de su padre y de su abuelo, y delegó el gobierno en hombres de
confianza; quedó así instituida la figura del valido. Tanto el duque de Lerma, como su hijo y sucesor en el
cargo, el duque de Uceda, se revelaron como mediocres gobernantes, bastante más preocupados por
aumentar su fortuna personal que por solucionar los graves problemas de la monarquía, que desde 1618
estaba embarcada en la guerra de los Treinta Años, apoyando a sus parientes, los emperadores Habsburgo.
El ascenso al trono de Felipe IV (1621) significó la asunción de las tareas de gobierno por un nuevo valido,
el conde-duque de Olivares. Miembro de una rama menor de un importante linaje nobiliario, también se
ocupó de aumentar sus rentas y posesiones personales, aunque en menor medida que sus predecesores.
De hecho, Olivares sí tenía ambiciones políticas y capacidad de estadista; en el Gran Memorial que presentó
al joven Felipe (1624) trazaba las líneas de su programa. Su objetivo era lograr que la monarquía unificase
de forma efectiva todos los recursos económicos, humanos y militares de sus distintos reinos (Unión de
Armas, 1626), para emplearlos en renovar su gloria, lo que significaba básicamente gastarlos en las nuevas
guerras en que estaba embarcada: con Holanda e Inglaterra por el dominio colonial y con diversos Estados
europeos —la Francia de Richelieu y Luis XIII en la sombra— por la supremacía habsbúrgica en el
continente.
Esta orientación suponía trastocar el complejo político que constituía la esencia misma de la monarquía
fundada por los Reyes Católicos, que nació de la confederación de distintos reinos que conservaron sus
peculiaridades jurídicas, económicas y administrativas. Y eso era algo que sus súbditos no estaban
dispuestos a tolerar, especialmente en la corona de Aragón, siempre celosa de sus libertades.
La década de 1640 fue desastrosa para el gobierno de Olivares, y amenazo la misma unidad de la monarquía.
Los portugueses instauraron la dinastía de Braganza, hartos de sufrir en sus colonias las consecuencias de
los conflictos europeos castellanos (1640). Se produjo un levantamiento en Cataluña (1640-1652) qUe a
punto estuvo de separar este territorio de la monarquía española e incorporarlo a Francia, que si logró
anexionarse los condados transpirenaicos del Rosellón y la Cerdaña.
También estallaron conspiraciones y levantamientos en Andalucía (1641),Sicilia (1646-1652) y Nápoles
(1647-1648). Mientras, en el escenario bélico europeo, la batalla de Nórdlingen (1634) representó la última
gran victoria de los ejércitos españoles.
A partir de ese momento, la suerte se volvió adversa para la coalición Habsburgo en la guerra de los Treinta
Años, complicada por la entrada oficial de Francia en el conflicto (1635), acumulándose las derrotas de las
agotadas y mal pagadas tropas españolas.
El año 1643, con la derrota ante los franceses en Rocroi y la caída en desgracia de Olivares, marcó el punto
de inflexión, a partir del cual todo iría de mal en peor: la economía acusaba de nuevo los esfuerzos bélicos,
complicados con las malas cosechas, las continuas devaluaciones de la moneda y la enajenación de cargos;
por otra parte, el problema demográfico causado por la muerte o ausencia de tantos hombres jóvenes se
agudizaba.
Se declararon cuatro bancarrotas (1627, 1647,1656 y 1662), mientras las posesiones y el comercio con
América sufrían el acoso de ingleses y holandeses, y Francia se expandía a costa de las posesiones españolas
en sus fronteras. El tratado de Münster (1648) y el de los Pirineos (1659) ratificaron el fin de la hegemonía
española en Europa, que pasaba a la pujante Francia de Luis XIV.
La muerte de Felipe IV significó la entronización de Carlos II el Hechizado, llamado así por sus síntomas
de retraso mental y físico. Su reinado representó el punto más bajo de la decadencia española, con una corte
llena de intrigas en la que se disputaban el poder la reina madre Mariana de Austria y su confesor, el jesuita
Nithard, con don Juan José de Austria, hijo bastardo de Felipe IV.
Sin embargo, en medio de estas desdichas y del acoso sufrido por las posesiones españolas —muchas de
las cuales cayeron en manos de sus enemigos—, se produjeron los primeros atisbos de recuperación. Los
proyectos de reforma de la administración o la hacienda, propuestos por los arbitristas, y aplicados en parte
por nuevos validos, como el duque de Medinaceli o el conde de Oropesa, serían el preludio de los
importantes cambios introducidos en el siglo XVIII por los ministros ilustrados de la dinastía borbónica.
Precisamente la muerte sin hijos de Carlos II (1700) abrió un periodo de incertidumbre. El testamento del
difunto nombraba heredero a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y bisnieto de Felipe IV de
España. Pero existían otros candidatos con derechos, como Fernando de Baviera y, sobre todo, el
archiduque Carlos de Habsburgo, que no aceptaron esta solución y consiguieron partidarios en España.
Finalmente, tras la Guerra de Sucesión española (1701-1714), Felipe y de Borbón, apoyado por su poderoso
abuelo, se convirtió en el fundador de una nueva dinastía en España.
PARA SABER MAS…
El siglo XVII fue una época de crisis para la monarquía española. A finales del siglo XVI, Felipe II (1556-
98) consiguió la máxima expansión territorial del imperio con la anexión de Portugal y sus colonias en
1580, como fruto de la política de alianzas matrimoniales.
Esta supremacía colonial y europea se vio pronto amenazada por problemas políticos y sociales internos
(malas cosechas, hambre, peste, colapso demográfico, bandolerismo, persecución de protestantes,
expulsión de los moriscos, etc.) y por las necesidades militares y económicas que conllevaba el
mantenimiento de un imperio tan vasto territorialmente, que habían conducido al endeudamiento de las
arcas del estado en un momento que el oro y la plata de América empezaban a escasear.
CONFLICTOS EXTERIORES
El avance de la guerra de los Treinta Años fue claramente negativo para los Habsburgo españoles. En la
paz de Westfalia (1648) España reconoció la independencia de Holanda y cedió Metz, Toul y Verdún a
Francia. Por la paz de los Pirineos (1659) España cedió a Francia Rosellón, el Conflent, parte de la Cerdaña
y el Artois.
Más adelante tuvo que reconocer la independencia de Portugal (1668), país que recibió el apoyo de Francia,
Inglaterra y Holanda. A inicios del siglo XVIII, los tratados de Utretch y Rastatt (1713-14), después de la
guerra de Sucesión española (1701-14), reconocieron la nueva monarquía borbónica de Felipe V, pero
mermaron las posesiones europeas de su corona: los Países Bajos, Luxemburgo, Milán, Sicilia y Ñapóles
pasaron a Austria; Menorca y Gibraltar a Inglaterra; Cerdeña a Saboya. Se conservaba el imperio colonial,
pero las posesiones europeas se habían perdido: la crisis del imperio era irreversible. Durante el siglo XVIII
la política exterior española estará supeditada a los intereses de Francia.
CONFLICTOS INTERNOS
Las revueltas más importantes estallaron en 1640, cuando en el contexto de las necesidades creadas por la
guerra de los Treinta Años, el valido de Felipe FV, el Conde-Duque de Olivares, intentó unificar a los
reinos no castellanos siguiendo el modelo de Castilla y fortalecer el poder del monarca, con el objetivo de
conseguir una mayor colaboración fiscal y militar con la Corona: la “Unión de anuas”.
En Cataluña, el 7 de junio de 1640 estalló la guerra deis Segadors, a causa del asesinato del virrey. La
guerra se convirtió en un escenario local de la guerra de los Treinta Años (enfreinamientos entre Francia y
España), que duró más de doce años (1652, caída de Barcelona) y se acabó con la Paz de los Pirineos
(1659). Pero estallaron revueltas en casi todos los territorios periféricos: Aragón, Andalucía y Portugal, y
más tarde en Sicilia y Ñapóles (1647-48). En 1668, Portugal consiguió la independencia.
LOS MONARCAS
Felipe III (1598-1621) gobernó durante los años de transición hacia la decadencia. La corona española,
debido a sus posesiones en Europa y a su alianza con los Habsburgo de Austria, se vio involucrada en la
guerra de los Treinta Años. En 1609 se expulsó a la población morisca. Felipe FIV( 1621-65) tuvo que
enfrentarse al estallido de los conflictos internos en 1640: guerras y revueltas en Cataluña, Portugal,
Aragón, Andalucía.
Su valido, el Conde-Duque de Olivares, no pudo aplicar su programa político que conducía a la monarquía
absoluta. Durante su reinado se acabó la guerra de los Treinta Años (1648) y se firmó la Paz de los Pirineos
con Francia. El neoforalismo —respeto a las instituciones propias de cada reino—, dominó el reinado de
Carlos II (1665-1700). En 1678 estalló una revuelta campesina en Cataluña.
Francia aumentó la presión territorial sobre las zonas españolas. Previniendo la muerte del rey sin
descendencia, en los últimos años de su reinado las potencias europeas empezaban a repartirse en secreto
las posesiones del imperio español. Cuando el rey murió, estalló la guerra de Sucesión (1701-14).
Su resolución permitió la entrada de la dinastía de los Borbones. Felipe V (1701-46) reforzó el poder del
estado y sentó las bases de la monarquía absoluta siguiendo el modelo francés. Después del reinado de
Fernando VI (1746-59), Carlos III (1759-88) aplicó una política reformista inspirada en las ideas de la
Ilustración: son los años del despotismo ilustrado. El siglo XVIII fue más positivo desde el punto de vista
interno: creció la población, se estimuló el comercio y, en algunas zonas, se sentaron las bases de una
incipiente industrialización, pero el retraso agrícola y la mentalidad poco productiva frenaron el desarrollo
económico.
LOS HABSBURGO
Político
Su política era absolutista hacían todo lo posible por causar diferencias entre instituciones y personas para
su beneficio personal
Durante este gobierno el virrey ejercía su poder en lo político, administrativo, militar y religioso. Era
gobernador del Virreinato, Presidente de la Real Audiencia, Vice patrono de la Iglesia, Capitán General,
Superintendente de la Real Hacienda. Los Alcaldes Mayores eran la máxime autoridad para los españoles
en Nueva España y los Corregidores lo eran para los indígenas. Se funde las primeras instituciones
eclesiásticas y municipales bajo el mando por gracia de los Habsburgo. La hegemonía de los Habsburgo
dependía de un gobierno centralizado, tanto en lo civil como en lo judicial, fiscal y militar representando
en México por los altos funcionarios españoles y en España por los consejos supremos y el rey
Económico
Su sistema económico estaba basado en la diferencia de clases. Sostenido de varia formas como el tributo,
la agricultura, y la ganadería. La economía colonial, durante los Habsburgo era controlada por la iglesia,
que tenia muchos recursos obtenidos mediante limosnas, testamentos, la iglesia era la responsable de
redactarlos por lo que podía heredarse bienes del difunto, y prestamos a los indígenas. El papel económico
de la administración de los Habsburgo estuvo dirigida principalmente a regular las empresas y a las gentes,
ya fuera imponiéndoles tributos, dictando leyes o cediéndoles derechos. Estableció el derecho a obtener la
quinta parte de las riquezas extraídas además de múltiples impuestos. Sin embargo, a pesar de la existencia
de todo un complejo Fiscal, los Habsburgos no contaron con un aparato burocrático-administrativo lo
suficientemente amplio para hacerlo efectivo. De manera que el pago de los impuestos en muchos casos
fue más una situación moral que real. Esta obligación moral, que hoy nos parece ingenua, fue característica
de esta época y de ese sistema basado en la lealtad y el honor. Desde la época de Felipe ll la Corona española
tuvo serios déficits presupuestales, en parte por las múltiples guerras en las que se vio envuelta y, cuando
sobrevino la decadencia de los Habsburgo, por el despilfarro y falta de responsabilidad de reyes y favoritos.
Entonces el Estado tuvo que idear nuevas formas de obtener recursos; y una de éstas fueron las famosas
cédulas sobre las "composiciones de tierras".
Social
Los Habsburgo ampliaron el antiguo imperio azteca convirtiéndolo en el Reino de la Nueva España, en el
centro y sur de México. La sociedad española estaba formada por una pequeña clase alta y una mas pequeña
clase media, se impuso aunque perduro gran parte de la estructura prehispánica de nobles, plebeyos,
campesinos y esclavos. Inicio el desarrollo de una sociedad Mestiza, entre españoles e indígenas. Se da el
crecimiento de los Criollos novohispanos hijos de españoles nacidos en la Nueva España. Se introdujeron
en México muchos esclavos africanos para trabajar en las minas y en las plantaciones costeñas.
Los Borbones
Político
Durante su gobierno, cancelaron la nobleza como forma de gobierno e impusieron la burguesía. La
corporación más poderosa era la iglesia. Los Borbones redujeron la fuerza de poder del clero al prohibir la
fundación de nuevos conventos en América.
Carlos II, último rey de la casa de Habsburgo murió sin dejar descendencia directa, y el trono le quedó a
Felipe V de Anjou de Borbón. La medida que mayores desajustes provocó en la Nueva España fue la real
cédula de 1804 sobre la enajenación de bienes raíces de las corporaciones eclesiásticas (Iglesia), que desató
reacciones violentas en contra del gobierno español. Los virreinatos desaparecieron y el territorio se dividió
administrativamente en provincias y capitanías generales.
Económico
Mandaron recoger los capitales que se sacaron de la renta de los bienes de la iglesia. Se contó con mas
capital y poder, al eliminar al de la iglesia. Tenían un sistema económico sin la participación del estado y
sujeta a la oferta y la demanda, esto debido a las ideas liberales que traían de Francia. Los beneficiados
fueron los comerciantes burgueses, ya que apoyaban a los Borbones por sus ideas liberales. Acabar con
los monopolios comerciales ya que estos afectaban a la corona. Así que todas las ganancias comerciales se
fueron hacia la corona, pero los comerciantes se opusieron a las reformas.
Las reformas borbónicas también afectaron al Consulado de Comerciantes de la ciudad de México; esta
corporación, que había acaparado el comercio exterior e interior del virreinato por medio del sistema de
flotas y del control de los puertos, perdió su enorme monopolio con la expedición de las leyes sobre la
libertad de comercio. Al mismo tiempo, la supresión de los alcaldes mayores, agentes comerciales del
Consulado en los municipios del país y en las zonas indígenas, acabó con la red de comercialización interna
y rompió el lazo político que permitía a los comerciantes de la capital controlar los productos indígenas de
mayor demanda en el mercado exterior e interior. De los puntos más importantes del reformismo borbónico
era acabar con el monopolio comercial ya que los comerciantes tenían una gran ganancia sin tener pérdidas
y esto afectaba a la corona porque no tenía ganancias. La casa de moneda pasó a manos de la corona, de
esa manera los comerciantes se opusieron a las reformas.
Social
Se sustituye de puestos políticos y eclesiásticos a criollos novohispanos para poner a peninsulares
españoles. Desigualdad social entre la población. Exigencia e injusticia por el pago de impuestos hacia los
indígenas. Las reformas intentaron redefinir la relación entre España y sus colonias en beneficio de la
península. Aunque la tributación aumentó, el éxito de las reformas fue limitado; es más, el descontento
generado entre las élites criollas locales aceleró el proceso de emancipación por el que España perdió la
mayor parte de sus posesiones americanas en las primeras décadas del siglo XIX.

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