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méritos que le adornan en una lid bien ganada en los archivos y los
estudios.
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todo lo que dice podría catalogarse como una frase historiográfica.
Hay frases que están dominadas por un conocimiento personal de
primera o de segunda mano. Y lo que se pone en juego no es el uso del
utillaje del historiador, sino la capacidad de construir un relato. El
prólogo es más que una pieza
historiográfica un relato.
Quien lea el prólogo verá que Frank Moya Pons avanza desde el
principio juicios a los que no está acostumbrado. Porque su prólogo
se enmarca en un género literario distinto al historiográfico. Sus
primeras oraciones son biográficas. Aunque la historia sitúa a sus
personajes como seres de carne y hueso, la Historia no se hace con las
acciones personales de los héroes; todo lo contrario, la personalidad
de los héroes sólo es importante para el historiador en la medida en
que sus actos influyen en el espacio público, que es el escenario de las
acciones humanas paradigmáticas. Las acciones gobernadas por la
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psicología sólo son importantes parara el psicólogo. El mismo Juan
Bosch entendió (en Trujillo cusas de una dictadura sin
ejemplo) que la personalidad de Trujillo era compleja y que sus
frustraciones influyeron en su manera de actuar políticamente, pero a
la hora de ver al Dictador con toda su amplitud, no dejó de mirarlo
como un fenómeno de la dominicanidad, como un resultado de las
fuerzas sociales del pueblo dominicano. Sus teorías podrían ser
refutadas. Pero nos llevan a pensar que Bosch no confundía los
hechos personales con los hechos históricos.
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que en muchas acciones Juan Bosch dio ejemplo de ser un hombre
muy equilibrado y muy coherente con lo que pensaba. Por ejemplo, su
visión del país, influida por el positivismo hostosiano, la expone en el
libro de Juan Isidro Jimenes-
Grullón (La república
Dominicana: análisis de su
pasado y su presente, 1940). En
el que —Juan Bosch, con mucha
claridad—, muestra el papel que
juega la oligarquía dominicana
en el proceso social y político del
país. Veintiún años después, lo
que dice en ese prólogo lo puso
en práctica. En la coyuntura de
del 1962, fue coherente en su
visión de que el problema del
trujillismo era un asunto social y
no meramente político, de ahí su
“conciliación” con los
remanentes del trujillato; pero
no claudicó sus ideas de
democracia y libertad y respetó
los derechos humanos. Bosch fue coherente en las negociaciones con
Cyrus Vance en Puerto Rico (véase el libro de Bernardo Vega: Cómo
los americanos ayudaron a colocar a Balaguer en el poder
en 1966) y no cedió por las ambiciones de poder —dicho de paso,
que no les han faltado a sus discípulos—, y a las presiones de sus
enemigos. Ni cometió el error (Bosch) de seguir ciegamente a los
aventureros políticos que llamaron a la calle a un país sin la
organización política que le pudiera dar el triunfo. Dos asuntos más:
en la coyuntura del desembarco de Caracoles no llamó
imprudentemente a la juventud a una lucha ciega sin futuro. Ni
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entregó, luego, a pesar de declarase marxista, el partido nuevo al
marxismo-leninismo al estilo soviético, ni cubano y al socialismo
chino. Bosch fue además, muy coherente en su visión sobre la teoría
del cuento, pues su ensayo sobre el cuento escrito casi veinte años
después de Camino real, presenta una gran unidad con sus
primeros relatos. En fin, Bosch fue en las grandes coyunturas
políticas y en el arte un hombre no solamente coherente, sino
consecuente
con su
pensamiento,
su estilo de vida
sobrio, su
defensa de los
más pobres y
un hombre
capaz de
dedicarse al
servicio de los demás sin esperar nada a cambio.
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Un ensayo biográfico no puede situar, por demás, la verdad de un
personaje si su biógrafo es su partidario, un contrincante, un
contemporáneo, desafecto o litigante. En la historia contemporánea el
historiador pierde la perspectiva histórica y la subjetividad de la
proximidad del objeto invalida sus juicios, así pensaban los
positivistas que buscaban la objetividad y la verdad de la Historia.
Hoy día, no todos los historiadores piensan igual, y la historiografía
es hoy tan política y tan
ideológica y subjetiva como era la
del siglo XIX.
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números del periódico Vanguardia del Pueblo Bosch escribió un
editorial titulado más o menos, “El enemigo está adentro”. Él lo sabía.
Ahora bien, Frank Moya Pons como historiador sabe cuando está
haciendo ciencia y cuando está haciendo ideología. Cuando quiere ser
conciliador o provocador. Los que se creen provocados tienen que
mirar hacia otro lado, en fin no es Frank Moya el que debe quitarle el
sueño. Es el país que los mira, pastando en el jardín de la figura más
extraordinaria que ha dado la política nuestra; uno de los pocos
hombres, como Espaillat, Bonó y Lugo, que supo sobreponer sus
deseos personales a las veleidades del poder.
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