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Muchas veces me he preguntado por qué hoy en día esta palabra hay que

buscarla, recalcarla, encontrarle un nuevo sentido. Aunque ya sabemos que no


tiene una nueva definición, ésta como muchas otras cosas de nuestra naturaleza,
está en peligro de “extinción”.

¿Qué significa confianza en la práctica nuestra de cada día? ¿Qué es lo que no


funciona en nuestro diario vivir? ¿Cuál es la diferencia, si es que existe alguna,
entre la época de nuestros abuelos y la actualidad? Según el diccionario de la
Real Academia Española, confianza (que viene de confiar) significa 1. f.
Esperanza firme que se tiene en una persona o cosa. 2. f. Seguridad que alguien
tiene en sí mismo. 3. f. Pacto o convenio hecho oculta y reservadamente entre
dos o más personas, particularmente si son tratantes o del comercio. Pero, ¿Se
siente hoy en día en nuestro entorno la sensación de confianza mutua? ¿Tiene
que ver ésta con la honradez, los valores éticos y morales? Recuerdo que mi
abuelito nos contaba que en sus tiempos la palabra era la firma. Nadie querría
que lo tildaran de deshonesto por no haber cumplido con su palabra. La palabra
era incluso más valiosa que una firma, ya que firmar un papel significaba
“desconfianza”, y entonces no cumplías por honradez sino porque un papel que
te acusa si
No honras tu compromiso. Así vivió mi abuelo. Y ¿nosotros cómo vivimos? En
cualquier caso, firmando papeles de pago. Sin papeles firmados hoy en día no
hay tratos ni acuerdos comerciales. No obstante, ¿qué sucede cuando se pasa
al abuso de confianza y el voto de confianza que depositamos en el otro no se
honra? Surge entonces de manera natural la desconfianza. Y cuando ésta anida
en el corazón es muy difícil que se marche, porque el dolor que produce

Es grande. Si bien en la actualidad vivimos rodeados de personas a quienes no


haríamos depositarias de nuestra confianza, también hay que reconocer que uno
mismo podría estar en ese grupo con relación a otros. ¿Qué hacer? Es agobiante
andar por ahí todo el tiempo mirando de reojos a los demás por falta de
confianza. Podemos, por tanto, asumir nuestra cuota de responsabilidad en el
asunto, y poner nuestro granito de arena, actuando con el otro como nos gustaría
que actuara con nosotros.
Esta sería la famosa “regla de oro”. No. No es un invento mío.
Si algunos se comportaran de acuerdo con ella, creo que se sentarían las bases
nuevamente para que
La “confianza deje de estar en peligro de extinción”. ¿Qué piensas

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