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Era una noche que se iluminaba con los relámpagos. Los tejados eran
regidos por los aguaceros con que el cielo mojaba los suelos de
Guatemala.

Pese a la oscuridad, la tormenta y el ruido del agua, el doctor Pedro


Molina recorrió los barrios de El Calvario, Santo Domingo y el que se
llamó de La Habana (hoy, en las proximidades del mercado La Placita).

Francisco Barrundia, en compañía de un finquero de apellido Chúa y de


un artesano cuyo nombre la historia olvidó, recorrió la Parroquia Vieja, y
don Mariano de Aycinena tomó a su cargo los barrios de San Sebastián,
Santa Teresa y La Recolección. Su cometido era invitar a una reunión
urgente al día siguiente.

Sin embargo, muchos personajes que militaban en las filas de los


independientes se mantuvieron en sus hogares, debido a la rudeza del
tiempo.

Ecos de otros lares


Las noticias de la aplicación del Plan de Iguala en Chiapas llegaron,
precisamente, a la Ciudad de Guatemala el 14 de septiembre de 1821 y
alteraron el ánimo de los grupos políticos, y se constituye en el motivo
principal para adelantar la independencia del Reino de Guatemala.

El brigadier Gabino Gaínza, colocado en la encrucijada para dar


seguimiento al Plan de Iguala, convoca a una reunión de urgencia al día
siguiente, sábado 15 de septiembre de 1821, en el Real Palacio. Su sentir se
puede percibir en el Manifiesto de Independencia: “Guatemala, colocada
en medio de una y otra América, era espectadora alegre y tranquila de
ambas.

Sus hijos oían con placer las voces: observaban con gozo los pasos de los
que siempre han creído hermanos suyos; y si no publicaban con el labio
los sentimientos que había en el pecho, eran sin embargo americanos:
amaban lo que era amado: deseaban lo que era ansiado.

El movimiento que se propaga en lo físico con celeridad, marcha también


en lo político con rapidez; y era imposible que conmovida al Sur y al Norte
toda la masa de este continente, siguiese el centro en reposo. Las noticias
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de Nueva España la aumentaban á cada correo. Se movió Oaxaca; y el


movimiento pasó á Chiapa, que es contacto con ella.

Era natural que se comunicase á todas las Provincias, porque en todas


ellas es una voluntad, uno el deseo. Mantenerse indiferentes era quedarse
aislados: exponerse á divisiones funestas: cortar relaciones: y sufrir todos
los riesgos. Este discurso de los hijos de Guatemala produjo los efectos del
rayo. Abrazo los pechos: encendió los deseos, y el Gobierno, espectador de
ello, consultó al instante á la Excma. Diputación.
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Conforme con su acuerdo, mandé que al día siguiente 15 de este mes, se


reuniesen en Palacio, el Ilmo. Señor Arzobispo, los SS. Que diputase la
Excma. Audiencia territorial, el Excmo. Ayuntamiento, el venerable Señor
Deán y Cabildo, el muy ilustre Claustro, el Consulado, el muy ilustre
Colegiado de Abogados, los Jefes Militares y Rentas, los prelados
regulares, y los funcionarios públicos”.
El doctor Pedro Molina, en la edición extraordinaria del periódico El
Genio de la Libertad, publicado la tarde del 15 de septiembre de 1821,
explica que Gaínza “convocó a una junta numerosa para el día de hoy. La
junta se celebró a puerta abierta, con un concurso numeroso del pueblo”.

Según el manifiesto de Independencia, la situación fue esta: el pueblo no


fue indiferente a un asunto que era suyo. Se reunió frente al palacio, en la
calle, en el atrio, en el corredor y ante la sala. Manifestó la modelación que
le ha distinguido siempre, pero acreditó que sabe amar su causa y celebrar
sus intereses. Esa mañana del 15 de septiembre de 1821, varios de los
convocados llegaban al Palacio Real sin percatarse de lo que harían.
Aunque había mucha gente en el edificio, solo 13 serían signatarios del
acta.

El primero en oponerse al proyecto de Independencia fue el arzobispo


Ramón Casaus y Torres, y José Cecilio del Valle opinó que el voto de las
provincias era necesario antes de tomar una determinación drástica. Sin
embargo, privó la idea independentista. El doctor Pedro Molina, en El
Genio de la Libertad, menciona que “la pluralidad de votos de la Junta
estuvo por jurar la Independencia”.

Cuando aceptó la Independencia, Gabino Gaínza se convierte en el jefe


superior político, y se formó la Junta Provisional Consultiva, la cual
estaba integrada por Miguel de Larreinaga, por León; José Cecilio del
Valle, por Comayagua; el Marqués de Aycinena, por Quetzaltenango; José
Valdés (tesorero de la Catedral), por Sololá y Chimaltenango; Ángel María
Candina, por Sonsonete y Antonio Robles, por la Ciudad Real. Dicho
documento, que es de suma importancia histórica, se compone de 19
artículos en cuyo original no aparece el numeral 9o., pues se pasó del
punto ocho al 10. En el impreso que publicó Gabino Gaínza, el 16 de
septiembre de 1821, se hizo la corrección necesaria.

El arzobispo Ramón Casaus y Torres


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Acudió a la reunión del 15 de septiembre de 1821, pero no quiso firmar el


Acta de Independencia. De hecho, era conocido por su postura
conservadora. Llegó a Guatemala en 1811, tras un penoso viaje.

Al igual que muchos prelados, Casaus debía fidelidad a la Corona


española, debido a su origen. Sin embargo, algunos sacerdotes sí
perseguían la causa independentista.

Días después de la declaratoria, Casaus se adhirió a ella, para bien de las


almas, según consignó. De hecho, en el acta se establecía que el
catolicismo sería defendido por los firmantes. En 1829, fue expulsado por
Mariano Gálvez, y falleció en La Habana.

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