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Tres temas más destacados de tan novedosa interpretación del fenómeno de la evolución

biológica, expuestos en El origen de las especies (1859).

1. El principio de la variación: en cualquier población dada, surge una variación entre individuos,
por ejemplo, en lo relativo a sus estructuras físicas.

2. El principio de la herencia: los descendientes se parecen más a sus progenitores que a otros
individuos con los que no están emparentados.

3. El principio de la selección: en cualquier entorno dado, algunas formas de vida logran


sobrevivir y reproducirse con más éxito que otras formas.

Darwin, pues, concebía la evolución como un proceso clasificador de la propia naturaleza que
criba y elimina ciertas formas de vida por un mecanismo de diferencial aptitud reproductiva.
Darwin denominó a ese proceso «selección natural».

El meollo de la teoría de Darwin es la noción de la «selección natural». Darwin inventó ese


concepto para referirse a un proceso hipotético en el mundo natural análogo al proceso de
«selección artificial» empleado por los criadores de ganado o de palomas.

Darwin comenzó a estudiar dichas aves de cría en marzo de 1855 con la intención de
comprender mejor cómo sus criadores conseguían desarrollar en ellas nuevas características,
como, por ejemplo, «cuellos de plumas vueltas». Darwin observó que todas esas razas de
paloma habían evolucionado a partir de un ancestro común: la llamada «paloma silvestre»
(Columba livia).

Si los seres humanos fuimos capaces de introducir semejante variación entre las palomas a lo
largo de apenas unos cientos de años, ¿no podría existir un proceso análogo que funcionase de
modo parecido en la naturaleza, aunque actuando a lo largo de periodos mucho más
prolongados, que, en cualquier caso, produjese cambios comparables?

Darwin publicó El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de
las razas favorecidas en la lucha por la vida. Hoy el libro es universalmente conocido por el más
breve título de El origen de las especies. A continuación, expondré los elementos centrales de
su argumento.

Darwin comienza enunciando tres hechos, confirmados a partir de extensas

observaciones:

1. Toda especie es suficientemente fértil como para que su población crezca si toda su
descendencia sobrevive hasta lograr reproducirse.
2. A pesar de las fluctuaciones periódicas, las poblaciones mantienen más o menos el mismo
tamaño a lo largo del tiempo.
3. Los recursos (el alimento, por ejemplo) son limitados y permanecen relativamente estables a
lo largo del tiempo.

A partir de estos hechos, se extrae la inferencia siguiente: es inevitable que se produzca una
lucha por la supervivencia, pues no hay recursos suficientes para sustentar todas las formas
vivientes. Tanto Darwin como Wallace habían leído el Ensayo sobre el principio de la población
(1797) de Thomas Malthus, donde se recalcaba que el tamaño de la población está limitado por
la disponibilidad de recursos. Darwin y Wallace argumentaban, pues, que las especies vivas
compiten por unos recursos limitados y que eso se traduce en una lucha por la supervivencia.
Ahora bien, a ese argumento hay que incorporar dos conjuntos adicionales de observaciones.
Darwin se basó para ello en sus conocimientos sobre la cría de palomas:

4. Los individuos de una misma población varían significativamente entre sí.


5. Buena parte de esa variación puede transmitirse de una generación a la siguiente (si bien el
mecanismo por el que esto sucedía no estaba claro por aquel entonces).

De todo ello, Darwin extrajo dos inferencias más:

6. Los individuos menos aptos (o sea, los que están peor «adaptados» a su entorno) tienen
menores probabilidades de sobrevivir y, por consiguiente, de reproducirse. Por el contrario, los
individuos mejor adaptados al ambiente tienen mayores probabilidades de sobrevivir y, por lo
tanto, de reproducirse y de legar sus propios rasgos heredables a generaciones futuras. Este es
el «proceso de cribado» que Darwin denominó «selección natural».

7. Este proceso, que se extiende a lo largo de periodos prolongados de tiempo, hace que las
poblaciones cambien para adaptarse a sus entornos, y esas variaciones terminan acumulándose
hasta llegar incluso a dar lugar a nuevas especies.

Un buen ejemplo de esas críticas científicas es el de las dudas planteadas por Henry Charles
Fleeming Jenkin (1833-1885) en torno a la «herencia por mezcla»[179]. Jenkin, que llegó a ser
catedrático «regio» de ingeniería en la Universidad de Edimburgo, detectó lo que el propio
Darwin consideraba que era un defecto potencialmente catastrófico para su teoría.
Concretamente, señaló que, según los conocimientos que se tenían entonces acerca de la
transmisión hereditaria, cualquier novedad surgida en individuos de una generación terminaría
por diluirse, mezclada con el resto de rasgos, en los individuos de las generaciones sucesivas. Y,
claro está, la teoría de Darwin dependía de la transmisión de las variaciones, no de la dilución
de estas. Por decirlo de otro modo, la teoría de Darwin carecía de una explicación viable del
funcionamiento de la genética.

La respuesta, por supuesto, llegaría a través de los escritos del monje austriaco Gregor Mendel,
y sería posteriormente incorporada a la que, a veces, se denomina «síntesis neodarwiniana». La
teoría mendeliana de la genética puso de manifiesto que las características individuales podían
legarse de padres a hijos. Pero ni Darwin ni sus críticos conocían ese avance teórico en su
momento. Aun así, que esas características pasan de progenitores a descendientes era algo de
sobra constatado ya por aquel entonces, aun cuando no se entendiera el mecanismo por el que
tal transmisión tiene lugar. De hecho, la alusión de Darwin a las técnicas y los resultados de la
«selección artificial» aplicada por los criadores de palomas conectó muy bien con los lectores de
sus obras.

Según Ernst Mayr, decano de biología de la Segunda Guerra Mundial, “Cuando se dice que la
mutación o variación es al azar, la declaración simplemente significa que no existe una
correlación entre la producción de nuevos genotipos y las necesidades adaptativas de un
organismo en un entorno determinado”.

La piedra angular de la Teoría de la Evolución: la afirmación de que las mutaciones aleatorias,


filtradas por la selección natural, pueden dar lugar a formas de vida totalmente nuevas, en forma
gradual.
Empecemos por comprobar si las mutaciones, junto con la selección natural, son capaces de
producir toda la información genética necesaria de modo de generar la diversidad de la vida
pasada y la actual en la Tierra.

La información genética es responsable por la forma y la función de un organismo, y está


codificada en su ADN. Incluye la información para producir todos los componentes físicos de un
espécimen. También codifica miles de enzimas y otras proteínas; y hormonas y moléculas
específicas.

La evolución requiere que la información genética específica de cada tipo de animal, planta,
hongo o bacteria haya surgido por medio de mutaciones aleatorias. Y posteriormente, a causa
de los depredadores y otras presiones ambientales, la información genética menos ventajosa
habría sido eliminada, quedando únicamente aquella que beneficia a los organismos que la
contienen.

Dawkins afirma:

“En el caso del ADN, comprendemos bastante bien cómo la información contenida aumenta
durante el tiempo geológico. Darwin lo llamó selección natural”.

A partir de los conocimientos bioquímicos actuales sobre el ADN, pretendo demostrar que las
mutaciones aleatorias y la selección natural son incapaces de producir la información genética
requerida para la evolución de los millones de especies diferentes de seres vivos.

Dentro de las ciencias naturales, el término “evolución” se utiliza para describir los cambios
graduales que pueden ocurrir en una población en un tiempo más o menos largo.

Muchos cambios morfológicos y fisiológicos son el resultado de cambios en la información


genética codificada en el ADN. Los cambios en el ADN se llaman “mutaciones”. Las mutaciones
pueden ser espontáneas o provocadas, y tienen el potencial de provocar significativos cambios
visibles en los organismos.

En teoría, hay tres maneras distintas de cambiar la información genética del ADN por medio de
mutaciones, de manera que estas puedan contribuir a la evolución de los organismos.

Evolución tipo 1: Consiste en la pérdida de información genética preexistente.

Supongamos que una población de ratones conformada por ratones de pelaje claro y de pelaje
oscuro se traslada a un área arenosa de color claro. En esa zona, los depredadores verán y
atraparán con mayor facilidad a los ratones oscuros y, después de un tiempo, pueden llegar a
eliminarlos completamente. Si el color del pelaje es un rasgo genético y el gen para pelaje oscuro
desapareciera de la población, se habrá producido un cambio permanente causado por
selección natural.

Esta situación, sin embargo, es infrecuente en la naturaleza. Muchas veces, los genes que
suponen una desventaja permanecen en la población en proporciones bajas, porque algunos
individuos siguen portando la información en sus genes, aunque esta no siempre se manifieste.
En el ejemplo de los ratones, algunos individuos podrían todavía mantener la información para
pelaje oscuro en su ADN y producir, de vez en cuando, crías de pelaje oscuro. Si en el futuro
algunos ratones migraran a otra zona donde los ratones claros se vieran desfavorecidos, los
ratones oscuros aumentarían en número en la nueva población.
En este ejemplo, no se crea información genética nueva; se observan cambios evolutivos
causados por selección natural, que favorece la supervivencia en un nuevo ambiente por medio
de la eliminación de información genética no favorable.

Este mismo mecanismo explica algunos de los ejemplos típicos utilizados para apoyar la
evolución, como el hecho de que los guppys machos desarrollen colores más brillantes cuando
son liberados en arroyos donde hay pocos depredadores.3
3 Ibíd., pp. 133-139. Ver también: Linda R. Berg, Diana W. Martin y Eldra P. Solomon, Biology, 7“ ed. (Belmont, CA: Thomson, Brooks/Cole,
2005), pp. 349, 350.

En corrientes con una alta densidad de depredadores, los guppys macho más fáciles de ver son
comidos antes de que puedan reproducirse, así que, se reproducen principalmente los peces de
coloración menos vistosa.

No obstante, algunos de los guppys supervivientes de color apagado portan todavía los genes
de los colores brillantes, por lo que de vez en cuando aparece algún macho llamativo; que suele
ser devorado enseguida.

Si algunos de los guppys de colores apagados se liberaran en una laguna con pocos
depredadores, los machos de colores intensos que nazcan podrían sobrevivir hasta la edad
adulta. Como estos atraen más a las hembras, se reproducen de manera más efectiva y producen
más descendencia de colores brillantes. Por lo tanto, la reaparición de peces de colores vivos y
la evolución de la población hacia una mayor abundancia de estos no implica nueva información
genética.

En otras palabras, la pérdida de información genética no resulta en un nuevo tipo de organismo,


sino solo en una variante de este.

La selección natural puede actuar de diferentes maneras sobre la información, sin necesidad de
eliminarla por completo.

Los efectos ambientales pueden provocar cambios en los organismos activando (o desactivando)
la actividad de genes presentes en el ADN.

La activación de un gen implica que la información contenida está disponible para ser expresada
en el organismo. La desactivación de un gen supone que, aunque la información está presente,
no será leída ni estará disponible para ser utilizada.

En el caso de los guppys, la presión ambiental, en forma de estrés por depredación, podría
desactivar los genes responsables por la producción de color, de manera que machos vistosos
aparecerían como apagados. Cuando los depredadores son eliminados de la ecuación, la
disminución de la presión ambiental causaría la reactivación de la información genética
existente para la producción de colores vivos.

Los genes pueden ser activados o desactivados por otros genes o por compuestos químicos en
el entorno de la célula. Por ejemplo, un gen X en particular puede ralentar o incluso apagar un
gen Y. Si un factor ambiental, como una sustancia química o algún tipo de radiación, afectara al
gen X y le impidiera realizar su función de apagar al gen Y, el gen Y se activaría y su información
genética podría expresarse en forma de un nuevo rasgo, como un color distinto.

El mensaje mutado ha activado una acción preexistente, pero aletargada. La técnica de


destruir información genética para producir rasgos nuevos ha sido usada para la mejora
de variedades de cultivo durante muchas décadas. Por esta técnica, miles de semillas son
expuestas a radiación ionizante o a productos químicos que dañan las moléculas de ADN;
luego, esas semillas son germinadas. Después, toda semilla que logre crecer es
examinada, para buscar posibles rasgos beneficiosos como resistencia a la sequía, un
menor índice glucémico, etc.

Destruir genes en especies silvestres incrementa la posibilidad de producir un rasgo beneficioso


en su descendencia. No obstante, debemos recordar que, en todos estos casos, los nuevos
rasgos se deben a la pérdida de información; no se ha creado ninguna información genética
nueva.

Los cambios en el entorno físico de la célula que ejercen presión física sobre el propio ADN
también pueden afectar la actividad de la información genética. En las bacterias, los cambios
ambientales provocan variaciones en la forma en que se pliega y empaqueta la extensa molécula
circular de ADN, y estos cambios afectan la activación o la desactivación de determinados genes.
Esta es una estrategia de las bacterias para sobrevivir a cambios repentinos en su ambiente,
pero esta capacidad también utiliza información genética preexistente. No se crea ninguna
información nueva.5
5 C. J. Dormán, “DNA Topology and the Global Control of Bacterial Gene Expression: Im- plications for the Regulation of Virulence Gene
Expression", Micmbiology, vol. 141 (1995), pp. 1.271-1.280. Ver también: G. W. Hatfield y C. J. Benham, “DNA Topology-mediated Control of
Global Gene Expression in Escherichia coli”, Animal Review ofGenetics, vol. 36 (2002), pp. 175-203.

Los cambios en el ADN que producen desactivación o destrucción de genes también pueden
darse a causa de errores durante la replicación del ADN previo a la reproducción celular, con lo
que las nuevas células poseerán un ADN ligeramente modificado. Como los errores de copia se
producen al azar, lo más probable es que el gen o los genes afectados por el cambio sufran de
alguna alteración en su funcionalidad, o incluso queden inutilizados por completo, lo que
resultará en una pérdida de información y una posible evolución de tipo 1.

Richard Dawkins afirma que las mujeres de Nairobi resistentes al VIH son evidencia de la
“imparable fuerza de la selección natural”.6
6 Dawkins, The Genius of Charles Darwin, parte 1. Documental para televisión (exhibido el 4 de agosto de 2008, en el Canal 4, Reino Unido).

Este es, sin embargo, un claro ejemplo de una mutación que comprende pérdida de información
genética. La resistencia observada resulta de una mutación del gen CCR5 en las mujeres, causada
por la eliminación de 32 pares de bases de información. Como resultado, el receptor celular que
el VIH utiliza para entrar en las células es defectuoso y no es funcional, lo que provoca que la
enfermedad se detenga o, al menos, se ralentice.7
7S. Venkatesan, A. Petrovic, D. L. Van Ryk, et al, “Reduced Cell Surface Expression of CCR5 in CCR5Delta 32 Heterozygotes Is Mediated by
Gene Dosage, Rather Than by Receptor Sequestration”, Journal of Biológica! Chemistiy, vol. 277, N° 3 (2002), pp. 2.287-2.301.

Aunque esta mutación tiene un efecto beneficioso indiscutible para las mujeres que la poseen,
es atribuible a la pérdida de la información genética preexistente, y no sirve como ejemplo de
que la evolución podría producir la información genética necesaria para la evolución de nuevos
órganos.

En la mayoría de los casos, las mutaciones son en realidad perjudiciales,8


8 A. Orr, “Testing Natural Selection”, Sríentific American (enero de 2009), pp. 30-36.

y muchas son responsables por enfermedades genéticas o heredadas.9


9 S. E. Antonarakis, M. Krawezak y D. N. Cooper, “Disease Causing Mutations in the Human Genome”, European Journal of Pediatrics,
vol. 159, supl. 3 (2000), S173- S178.
Muchos cánceres y tumores malignos que afectan a animales y a seres humanos pueden
relacionarse con mutaciones de tipo l.10
10 L. A. Loeb, J. H. Bielas y R. A. Beckman, “Cancers Exhibit a Mutator Phenotype: Clini- cal Implications”, Cáncer Research, vol. 68, N° 10
(2008), pp. 3.551-3.557.

Incluso la mutación CC5 Delta 32, citada por el profesor Dawkins como ejemplo de mutación
beneficiosa en relación con la transmisión del VIH, ha sido recientemente relacionada con un
incremento del riesgo de contraer una grave enfermedad hepática.11
11 R. Eri, J. R. Jonsson, D. M. Pandeya, et ah, “CCR5-.32 Mutation Is Strongly Associated with Primary Sclerosing Cholangitis”, Genes and
Immunity, vol. 5 (2004), pp. 444-450.

Sin embargo, este tipo de evolución no puede crear nuevos órganos ni nuevas clases de
organismos y, por lo tanto, no puede ser un mecanismo para explicar la existencia de los millones
de clases de animales y de plantas que han sido descubiertos.

Evolución tipo 2: Comprende la transferencia de información genética de un ser vivo a otro,


pudiendo ambos pertenecer a especies distintas.

La información genética adicional puede incorporarse al ADN de un organismo a través de virus,


de proteínas que se comportan de manera similar a los virus, o de plásmidos que pueden portar
genes específicos. Por ejemplo, el plásmido R100, que está formado por 90.000 pares de bases,
porta genes para la resistencia frente a la sulfonamida, la estreptomicina y algunos otros
antibióticos. Este plásmido puede transferirse desde una inofensiva bacteria Escherichia a
bacterias patógenas, como la

Salmonella. La inserción de estos genes resulta en la evolución de una nueva especie de la


Salmonella resistente a los antibióticos. De forma semejante, la cepa potencialmente letal de la
Escherichia coli que se conoce con el código 0157:H7 pudo haber evolucionado a partir de una
bacteria E. coli no patogénica, por transferencia de genes codificadores de toxinas de alguna
otra bacteria. De hecho, se cree que muchas de las bacterias responsables por intoxicaciones
alimenticias, que tanto preocupan a los procesadores de alimentos, pudieron haberse
desarrollado en los últimos 50 años como consecuencia de la transferencia entre bacterias de
genes codificadores de toxinas y genes de resistencia a los ácidos.13
13 K. A. Bettelheim, “Enterohaemorrhagic Escherichia coli: A New Problem, an Oíd Group of Organisms”, Australian Veterinary Journal,
vol. 73, N°1 (1996), pp. 20-26.

No implica la creación de información genética totalmente nueva; solo la transferencia de un


organismo a otro de información genética preexistente. Puede producir una nueva cepa de un
organismo, pero no un nuevo tipo de organismo.

Es interesante notar que todas las especies poseen mecanismos responsables por mantener su
integridad. Algunos de estos mecanismos impiden que dos especies diferentes se apareen entre
sí y produzcan un nuevo tipo de ser vivo. Este es un ejemplo de mecanismo antievolutivo que se
puede observar en la naturaleza.

Por ejemplo, en la reproducción sexual que incluye un óvulo y un espermatozoide, la superficie


del óvulo contiene proteínas específicas que se unen solamente a moléculas complementarias
específicas de los espermatozoides de la misma especie. Esto impide, normalmente, la
formación de embriones híbridos.
Evolución tipo 3: Comprende la generación de información genética útil totalmente nueva
dentro del ADN de un organismo, que resulta en una estructura, órgano o función que no existía
anteriormente.

Un ejemplo hipotético sería un gusano que desarrollara patas articuladas junto con un nuevo
tipo de locomoción, o que desarrollara ojos y la percepción sensorial asociada a ellos.

La aparición de un nuevo tipo de patas requeriría cantidades masivas de información genética


para codificar las distintas partes: exoesqueleto, articulaciones, músculos, estructuras
sensoriales, etc.; sus mecanismos de control; y la programación del cerebro para usarlas.

De forma semejante, la formación del primer ojo implicaría la aparición simultánea, en el ADN,
de la información necesaria para el desarrollo y el funcionamiento de todos sus componentes:
las lentes, los mecanismos de enfoque, el nervio óptico, las vías de suministro de sangre, etc.

En realidad, no hay ningún mecanismo conocido que pueda explicar la formación de las grandes
cantidades de información genética que requiere la aparición de miembros articulados durante
la evolución de los artrópodos (crustáceos, insectos y arañas), o la formación de ojos, incluso los
más sencillos, a partir de ancestros que no los poseen. Explicar la aparición de novedades
evolutivas, estructuras u órganos totalmente nuevos es un desafío importante para la Biología
evolutiva.

“Una preocupación de la macroevolución es explicar las novedades evolutivas, que son


grandes cambios fenotípicos [...] La macroevolución también trata de descubrir y de explicar
cambios importantes en la diversidad de las especies a lo largo del tiempo.16
16 Berg, Martin y Solomon, ibíd., p. 377.

Un sitio web educativo de prestigio lo expone de forma mucho más franca: “Los biólogos no
discuten sobre esta conclusión [que la vida sobre la Tierra ha evolucionado]. Pero están tratando
de imaginarse cómo ocurrió la evolución, y ese no es un trabajo fácil”.17
17 Evolution 101!, “The Big Issues”. En línea: www.evolution.berkeley.edu/evosite/evol01/ VIIBigissues. shtml.

Hasta la fecha, los evolucionistas no han encontrado ningún mecanismo capaz de generar estas
novedades evolutivas. Sin embargo, la evolución de tipo 3 se acepta como un hecho porque es
necesaria para generar nuevas clases de organismos cada vez más complejos, tal como propone
la Teoría de la Evolución darwiniana.

Uno de los libros recientes que argumentan a favor de la Teoría de la Evolución con supuestas
evidencias es The Greatest Show on Earth: The Evidence for Evolution [El espectáculo más grande
de la Tierra: Evidencias de la evolución], del profesor Richard Dawkins. En esta obra, de 470
páginas, se cita un único ejemplo de evolución de tipo 3: los experimentos realizados por el
bacteriólogo Richard Lenski y sus colegas de la Universidad del Estado de Michigan.18
18 Dawkins, ibíd., p. 131.

El Dr. Richard Lenski y un equipo de investigadores del Departamento de Microbiología y


Genética Molecular investigaron las mutaciones producidas en 12 poblaciones inicialmente
idénticas de la bacteria Escherichia coli a lo largo de más de tres décadas.

Durante este tiempo, las bacterias produjeron decenas de miles de generaciones y


experimentaron miles de millones de mutaciones. El número total de mutaciones era
superior al número total de bases del ADN de E. coli, así que, podemos decir que cada
uno de los 4,6 millones de pares de bases tuvo la oportunidad de mu- tar al menos una
vez a lo largo del experimento. Sin embargo, el único cambio evolutivo importante,
después de más de 31.500 generaciones, fue el hecho de que una de las poblaciones
adquirió la capacidad de utilizar el ión químico citrato como fuente de alimento, cosa que
la mayoría de las bacterias E. coli no puede hacer.

En realidad, cualquier E. coli tiene el metabolismo interno necesario para utilizar citrato, pero
las cepas no mutantes carecen de una molécula transportadora específica para este compuesto
químico. La cepa mutante, capaz de utilizar citrato, posee una molécula transportadora
funcional.

Una explicación sugerida es que el gen transportador estaba presente pero inactivado por
mutaciones anteriores, y fue reactivado en la cepa mutante. Otra posibilidad, que consideran
más probable, es que “un transportador especifico de otra sustancia ha sido cooptado para el
transporte de citrato”. 19
19 Z. D. Blount, C. Z. Borland y R. E. Lenski, “Historical Contingency and the Evolution of a Key Innovation in an Experimental Population
of Escherichia coli”, Proceedings of the National Academy of Sciences, vol. 105, N° 23 (2008), pp. 7.899-7.906.

(En biología, coopción es la adquisición de una nueva función por parte de una estructura
preexistente.)

En cualquiera de los dos casos, la información genética para el transporte ya estaba presente en
el organismo, por lo que no nos encontramos ante un ejemplo real de evolución tipo 3, sino de
evolución tipo 1. El único ejemplo presentado por Dawkins de que el binomio mutaciones
aleatorias-selección natural puede producir información genética novedosa ha resultado no ser
válido.

Aún así, después de millones y millones de mutaciones individuales ocurridas durante más de
44.000 generaciones, todas las bacterias E. coli del experimento del Dr. Lenski eran todavía
bacterias E. coli, no evolucionaron para transformarse en otro tipo de bacterias. No se
convirtieron en bacterias anaerobias gram-negativas, como la Shigella o la Salmonella. No
desarrollaron núcleo.

Los estudios divulgados en 2008 por el Dr. Lenski y sus coinvestigadores han servido también
para demostrar que la selección natural es, en realidad, un mecanismo muy pobre para
optimizar las tasas de mutación en escenarios de tipo mundo real, donde la adecuación a la
supervivencia en el medio ambiente es compleja.20
20 J. Clune, D. Misevic, C. Ofria, et al, “Natural Selection Fails to Optimise Mutation Rates for Long-Term Adaptation on Rugged Fitness
Landscapes”, PLoS Comput Biology, vol. 4, N° 9 (2008): el000187. En línea: http://www.oMa.com/pubs/2008bCluneEtAl.pdf.

Pongamos por caso la evolución de un organismo similar a la levadura común, la Saccharomyces


cerevisiae, a partir de una bacteria unicelular tipo la E. coli. En primer lugar, necesitaríamos
aumentar el número de pares de bases del ADN, de 4,6 millones a 12,1 millones. Las levaduras
tienen aproximadamente 6.000 genes, casi 50% más que las bacterias, y estos son mucho más
grandes, es decir, contienen mucha más información genética. Si las bacterias evolucionaron
para convertirse en levaduras, miles de nuevos genes tuvieron que formarse por mutaciones
aleatorias.

La evolución de una levadura a uno de estos gusanos requeriría la creación de 13.000 genes
adicionales de información genética nueva, formados por mutaciones aleatorias; y estos genes
son mucho más largos y complejos que los genes de las levaduras.21
21 Human Genome Project Information, Functional and Comparative Genomics Fact Sheet, modificado por última vez el 19 de septiembre
de 2008. Véase http://www.oml.gov/sci/ techresources/HumanJjenome/faq/compgen.shtml.
Y basándose sobre la teoría de las probabilidades y la teoría de la información, afirma que la
mayoría de los cambios provocados por mutaciones aleatorias son perjudiciales para el
organismo, ya que inutilizan parte de la secuencia del ADN.23
23 Spetner, ibíd., pp. 85-160.

Esto es exactamente lo que se observa en el laboratorio. Según puntualizó H. Alien Orr, profesor de
Biología de la Universidad de Rochester, “una abrumadora mayoría de las mutaciones aleatorias son
perjudiciales, es decir, reducen la aptitud; solamente una pequeña minoría es beneficiosa e incrementa la
aptitud”.24
24 Orr, ibíd., pp. 30-36.

De hecho, la mayoría de las especies poseen diversos mecanismos de protección contra las
mutaciones, así como de reparación del ADN erróneo o dañado, con el propósito de minimizar
las mutaciones. Cuando estos mecanismos no funcionan porque la actividad de los genes de
reparación del ADN queda suprimida por alguna razón, el riesgo de cáncer y de otras
enfermedades se incrementa considerablemente.26
26 Loeb, Bielas y Beckman, ibíd., pp. 3.551-3.557.

Un ejemplo más de la incapacidad de las mutaciones para generar diversidad biológica útil es
el llamado “efecto cuello de botella”. En poblaciones relativamente pequeñas, por ejemplo, de
unos 100 individuos, las mutaciones se acumulan como consecuencia de la endogamia. La
salud de los individuos se ve afectada por la presencia de ADN dañado en sus genomas, lo que
disminuye la capacidad reproductora o la supervivencia.

La acumulación de mutaciones no propicia la evolución de una nueva especie, sino que favorece
la extinción de la población. Por esta razón, reducir la acumulación de mutaciones es un factor
clave para salvar de la extinción a especies amenazadas.28
28 J. Sanford, J. Baumgardner, W. Brewer, et al., “Mendel’s Accoimtant: A Biologically Realistic Forward-time Population Genetics
Program”, Scalable Computing: Practice and Experience, vol. 8, N° 2 (2007), pp. 147-165.

La solución para liberar el cuello de botella es introducir información genética nueva


incorporando, al conjunto, individuos reproductores procedentes de otra población. La
desaparición de plantas y de animales por causas antropogénicas ha alcanzado proporciones
realmente preocupantes en los últimos tiempos; pero la extinción de especies no es un
problema nuevo en la historia de la tierra.

Utilizando datos del registro fósil, se ha estimado que alrededor del 98% de todas las especies
que alguna vez han existido están ahora extintas.29
29 Evolution 101!, “Patterns in Macroevolution”. En línea: www.evolution.berkeley.edu/ evosite/evolOl/VIBPatterns.shtml.

En total, estaríamos hablando de 100 a 200 millones de formas de vida diferentes que, de
acuerdo con los defensores de la evolución, evolucionaron en su mayoría durante los últimos
600 millones de años.30
30 Graham Lawton, “Uprooting Darwin's Tree”, New Scientist (24 de enero de 2009), pp. 34-39.

De ser cierto, esto equivale, en promedio, a la aparición de una nueva especie cada tres o cinco
años.

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