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QUÉ DICEN LOS TEXTOS

1.- No es fácil la lectura del libro de DANIEL.


2.- Surge el libro de Daniel en un momento muy difícil.
3.- La forma como está viviendo el pueblo de Dios (opresión, pobreza,
injusticia, etc.), contrasta fuertemente con el modo de vivir de los paganos
injustos quienes viven gozando de todos los privilegios que les da el poder y
su riqueza.
4.- Parecía que el orden del mundo estaba al revés, en cambio, La Sabiduría
decía que eso no era el proyecto de Dios, pero el pueblo de Israel, que está
soportando la injusticia, no entiende que los pobres tengan que adaptarse a la
forma como los ricos quieren que ellos vivan: envueltos en la miseria y llenos
de injusticias… poco a poco el pueblo va perdiendo la esperanza de que un día
Dios pueda intervenir en favor de ellos. Por ello, La Sabiduríaal final, queda
para seres también especiales: para aquellos que a pesar del dolor en el que
viven, siguen poniendo su esperanza en la intervención divina. Esos hombres,
saben que al final, ha de triunfar la verdad y la justicia, pero esto ha de ser a
través de una fuerte transformación (resurrección) de la que surgirá un mundo
nuevo.
5.- Esta forma de hablar y de expresar la esperanza, basada en ese Orden Nuevo
en el que reina la justicia, no es posible hacerlo con un lenguaje normal y
entonces ha de echar mano a símbolos: Números, Colores, Dragones…
6.- El libro de Daniel presenta, por eso, un mensaje de esperanza para tiempos
de crisis y de hundimiento de todos los valores espirituales y ofrece una teología
de la historia, afirmando que todo está orientado a un fin, que es la liberación
final, donde desaparecerán todos aquellos obstáculos que han impedido la
implantación del reinado de Dios.
7.- Si la victoria nos aguarda (como lo expresa el profeta Daniel), es porque
Cristo derramó su sangre (literal y teológicamente) en beneficio de "los
muchos" y ello le significó la entronización a la diestra del Padre. Es el Cordero
degollado el símbolo del poder de Dios. Mediante su sacrificio se han
derrumbado todas las estructuras opresoras que el mismo hombre ha levantado
con la pretensión de gobernar su mundo.
8.- También el Señor Jesús habla de “Aquellos Días” que vendrán al final de
los tiempos. Utilizando el lenguaje apocalíptico, Jesús anuncia una catástrofe
cósmica que pone en evidencia la inestabilidad de todo aquello que parece ser
tan firme y estable. Se contemplaba la violencia y la crueldad como algo
sólido… y la injusticia y la maldad como algo inalterable… Algo así como
cuando vemos que el sol siempre está ahí, de manera permanente,
invariable…como de manera firme están en el cielo la luna y las estrellas… así,
la injusticia, la violencia, la maldad… todo el sistema inhumano en el que se
vive, tiene la apariencia de que es muy sólido…
9.- Pero dice el evangelio (con lenguaje apocalíptico) que un día el sol se va a
apagar y el universo entero se va a desmoronar… ¡Lo que parecía tan seguro,
se caerá! Es el símbolo de que esos sistemas de pecado y de perversión, un día
habrán de tambalearse.
10.- Aquellos días terriblemente angustiosos para los que no han seguido el
proyecto de Dios, no serán sino la antesala de la venida triunfal del Hijo del
hombre, Cristo mismo. Él entonces volverá con gran poder y gloria. Su poder
está por encima de las fuerzas inhumanas y de los sistemas crueles que han
estado lastimando a los que son de Cristo. Y esto es PALABRA DEL MISMO
SEÑOR: su Palabra habrá de cumplirse y el viejo sistema de pecado habrá de
acabarse de una vez para siempre.
10.- Los que intentamos día con día vivir de la Palabra de Dios, nada tenemos
que temer cuando venga esas señales de las que habla el evangelio, pues nuestos
nombres están inscrito en el Libro de la Vida.
QUÉ NOS DICEN LOS TEXTOS
El Evangelio de hoy:
No es el anuncio de desgracias.
No es el anuncio de miedos y espantos.
No es el anuncio de dejarnos dominar por la destrucción.
Porque, detrás de todos esos signos y señales de muerte, se anuncia la esperanza.
Porque, detrás de esas señales de catástrofes, se anuncia “la venida de Jesús”.
Porque, detrás de esas señales siniestras, se anuncia el triunfo de los elegidos.
Porque, detrás de esas señales de muerte, se anuncia el triunfo de la vida.
Porque, detrás de esas señales del final, se anuncia el comienzo de lo nuevo.
“Entonces verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y
majestad”.
“Enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de
horizonte a horizonte”.
No me gustan, insisto, en esas religiones que solo saben anunciar desgracias.
Ni me gustan esos anuncios de catástrofes.
Yo prefiero la Palabra de Dios:
Que siempre es Buena Noticia.
Que siempre es anuncio de vida.
Que siempre es anuncio de esperanza.
Que siempre es anuncio de lo nuevo.
Yo prefiero la Cruz de Jesús:
Que no anuncia muerte sino vida.
Que no anuncia el final sino el comienzo.
Que no anuncia el término de una vida sino el comienzo de otra nueva.
Que no anuncia el fracaso sino el triunfo del Evangelio.
“El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán”.
Las palabras de los hombres pasarán.
Los anuncios de los hombres pasarán.
Los anuncios de Dios no pasarán.
Los prejuicios de los hombres pasarán.
Los planes de Dios no pasarán.
Las palabras de Dios no pasarán.
Las nubes ocultan el sol.
Pero no apagan la luz y el brillo del sol.
Las nubes vistas desde la tierra son oscuridad.
Las nubes vistas desde el avión que vuela alto son un paisaje de espuma y de
blanca lana.

Todos podemos cometer el error de no atajar un mal cuando aparecen los


primeros síntomas. A veces por pereza, otras veces por descuido, quizás
confiando que las cosas se solucionen por sí mismas, no siempre reaccionamos
a tiempo cuando los primeros síntomas nos avisan de la proximidad de un mal.
Por ejemplo, ante los primeros síntomas de un catarro, de un enfriamiento, no
siempre reaccionamos tomando los medicamentos adecuados y permaneciendo
en casa. Luego al no hacer caso a esos síntomas, el problema se agrava.
En nuestra vida personal, familiar, parroquial y social, hay síntomas que hay
que tomarlos muy en serio. Quien piensa que no tienen importancia y deja pasar
el tiempo sin tomar las medidas adecuadas tendrá que contar con la posibilidad
de verse afectado por un mal mayor. Los problemas se van haciendo cada vez
más graves y cuando menos lo pensamos ya estamos en una situación crítica de
la que no podemos salir.
En este domingo, Jesús en el texto del evangelio nos advierte que tenemos que
aprender a leer los signos de nuestra vida. ¿Qué síntomas en mi vida personal
están haciéndome ver que las cosas no están bien? ¿Qué señales están
apareciendo en mi familia que me están pidiendo que atienda ya, de mejor
manera a mis seres queridos? Y, ¿en mi comunidad parroquial? Aprender a
descifrar los signos de los tiempos es poner mucha atención a esos indicios, a
esas señales y luego sacar las consecuencias de lo que puede ocurrir y no sólo
lamentarse o quejarse después, de los males que pudimos haber evitado.
Hoy día todos vemos señales de que muchas cosas a nuestro alrededor no
funcionan bien. Son indicios que dicen que tenemos que cambiar algunas
costumbres de nuestra vida personal... ¡Hay que detenerse un buen momento y
pensar...! ¿A qué señales tengo que hacer caso para cambiar cosas de mí mismo?
No hay más que esta alternativa: a) Podemos continuar arrastrando los síntomas
hasta que las disfunciones desarrollen males peores. b) O podemos intentar
modificar y atajar los primeros síntomas. La respuesta está en cada uno de
nosotros.

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