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La formación del
Estado argentino
Orden, progreso y organización nacional
94 LA FORMACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO
Introducción
“El Estado ha muerto; viva el Estado.” Bien podían haber
sido éstas las palabras del vencedor de Pavón, luego de que su
triunfo produjera el derrumbe de la Confederación Argentina
y despejara el camino para la definitiva organización nacional
sobre las bases impuestas por Buenos Aires.1 La promesa
cierta de un futuro de abundancia y progreso hacía auspicio
so el comienzo de este nuevo experimento de construcción del
Estado nacional. Un ave fénix parecía renacer de las cenizas
de la guerra civil.
Sin embargo, la confirmación de la hegemonía porteña so
bre el resto del territorio nacional argentino, no significó la
resolución del viejo problema de la institucionalización del po
der que el país venía arrastrando prácticamente desde el mo
mento mismo de su independencia. Si los acontecimientos que
desembocaron en la nueva situación institucional tenían una
lógica propia, inexorable, predeterminada, independiente de
los actores —como afirmaba el general Mitre en su primer
mensaje al Congreso—, esta lógica no podía asegurar la vi
gencia continuada de una solución impuesta a sangre y fuego.
96 LA FORMACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO
P enetración represiva
Esta modalidad implica la aplicación de violencia física o
amenaza de coerción, tendientes a lograr el acatamiento a la
voluntad de quien la ejerce y a suprimir toda eventual resis
tencia a su autoridad. En la experiencia argentina, el instru
mento clave empleado por el Estado para imponer esta forma
de control coercitivo fue la institucionalización de un ejército
nacional.
Puede parecer extraño que medio siglo después de iniciado
el movimiento emancipador, y a pesar de la continuidad de los
enfrentamientos armados y la guerra exterior, la organización
del ejército se planteara aún como tarea pendiente. Hubo sin
duda ejércitos: expedicionarios, libertadores, de línea, custo
dios de fronteras interiores. Hubo también intentos orgánicos
de establecer una institución militar permanente, como ocu
rrió bajo las presidencias constitucionales de Rivadavia y Ur-
quiza. Pero hasta 1862, y a todo lo largo del extenso período
de guerras civiles, la conducción del aparato represivo fue un
atributo compartido por el gobierno nacional y las provin
cias.12 Estas mantenían una guardia permanente sobre cuya
r
LA CONQUISTA DEL ORDEN Y LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL ESTADO 105
L A F O R M A C IÓ N D E L E S T A D O A R G E N T IN O
Año I nterior
— 117.925.702
223.826 3.342.347
43.059 3.353.962
1863 962.508
— 7.119.931
280.151 2.983.228
70.255 2.812.948
1864 973.349
— 12.517.146
353.971 7.099.276
79.297 4.019.723
1865 964.879
— 13.745.911
335.718 8.308.221
81.669 4.017.112
1866 1.003.191
14.110.077
404.079 9.292.770 —
77.951 3.412.834
1867 922.443
16.693.434
488.019 10.444.733
83.106 3.296.637
1868 2.380.911
14.953.431
723.321 8.056.666
93.619 4.312.267
1869 1.767.558
19.439.966
882.974 9.259.602
88.452 7.498.289
1870 1.710.649
21.166.230
1.036.157 8.033.617
94.078 9.784.542
2.217.836
26.483.930
1.087.421 6.770.398
97.029 16.027.640
1872 2.480.299
31.025071
1.304.794 11.004.051
99.728 14.423.613
1873 4.192.885
29.784.195
1.397.948 9 416.837
128.306 13.005.967
1874 5.835.137
28.567.861
1.560.499 10.181.116
172.514 9.413.525
1875 7.240.207
L A C O N Q U IS T A D E L O R D E N Y L A IN S T IT U C IO N A L IZ A C IÓ N D E L E S T A D O
1878 3.211.630 169.895 10.627.950 1.119.235 5.712.208 — 20.840.918
Cuadro 2
Gobierno nacionol
Ejecuciones presupuestarias (1863-1890)
1863 64 65 66 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90
I_I Deudapúblico.
□ Guerraymarina.
I Interior.
I hacienda, Justicia, CultoeInstrucciónPública.
LA CONQUISTA DEL ORDEN Y LA INSTITUCIONALIZACIÓN
DEL ESTADO 115
Cuadro 3
A ño D erechos de D erechos oe
Total importación exportación Otros
1863 6.478,7 4.273,4 1.821,7 1 383 6
1864 7.005,3 4.268,7 2.221,7 514 9
1865 8.295,1 5.321,8 2.380,9 592 4
1866 9.568,6 6.686,1 2.164,3 7182
1867 12.040,3 , 8.713,1 2.533,6 793,6
1868 12.496,1 9.660,5 2.281,4 554,2
1869 12.676,7 9.949,8 2.489,3 237,6
1870 14.833,9 12.092,1 1.860,1 8817
1871 12.682,2 10.176,1 1.582,3 923,8
1872 18.172,4 14.464,9 2.621,4 1.086,1
1873 20.217,2 16.516,7 2.488,5 1.212,0
1874 16.526,9 12.512,9 2.303,0 1.711,0
1875 17.206,7 12.893,5 2.616,6 1.696 6
1876 13.583,6 9.577,7 2.591,8 1.414,1
1877 14.824,1 10.843,4 2.324,5 1.656,2
1878 18.451,9 12.033,0 2.299,6 4.119 3
1879 20.961,9 12.844,7 2.887,4 5.229,8
1880 19.594,3 12.055,8 3.520,4
-»4
4.018,1
Fuente: M
emoriasdel MinisteriodeHacienda, RepúblicaArgentina.
Cuadro 4
Gastos presupuestados, ejecuciones presupuestarias e índice de imprevisión 1862-1890
L A F O R M A C IÓ N D E L E S T A D O A R G E N T IN O
Ejecutado D iferenc. I ndice Presupuestado Ejecutado D iferenc. I ndice
Año Presupuestado Ejecutado D iferenc. I ndice Presupuestado
imprev. imprev.
I mprev.
2 1-2=3 3:1.100=4 1 2 1-2=3 3:1.100=4
1 2 1 2=3 3:1.100=4 1
_ — 3.342 — — — — — —
1863 92 — —
I
1874 2.484 5.835 -3.351 -134,8 5.732 9.417 3.684 -64,3 — — — —
L A C O N Q U IS T A D E L O R D E N Y L A IN S T IT U C IO N A L IZ A C IÓ N D E L E ST A D O
1876 2.486 3.840 <■ •994 -40,0 5.649 7.379 -1.729 -30,6 — — — —
1877 1.877 2.149 -272 -14,5 5.016 7.353 -2.337 -46,6 — — — —
1878 2.056 3.212 -1.156 -56,2 5.218 5.712 -494 -9,4 — — — —
1879 2.015 2.371 -357 -17,7 5.110 7.622 -2.512 -49,1 — — — _
1880 2.583 3.844 -1251 -48,4 4.438 11.$9 -6.991 -157,5 r*— — — _
1881 3.262 6.216 - 2.954 -90,5 4.643 8.056 -3412 641 1.263 -622
^ ' 73-5 -97,1
1882 4.886 13.092 -8.206 -167,9 4.841 7.627 -2.786 -57,5 845 2.080 -1.235 -146,1
1883 6.380 16.465 -10.084 ■ 158,0 5.702 8.118 -2.416 -42,4 1.743 2.006 -262 -15,0
1884 6.951 20.259 -13.309 191,4 6.151 7.819 -1.668 -27,1 2.384 2.944 -559 ■ 23,9
1885 10.330 20.675 -10.344 -100,1 7.435 7.734 -299 -4,0 2.549 3.513 -963 - 37,7
1886 8.243 15.902 -7.659 -91,9 6.938 8.332 -393 -16,7 3.514 3.986 -472 13,4
1887 9.878 16.306 -6.428 -65,0 8.121 8.328 -206 -2,5 2.753 3.144 -380 -13,8
1888 12.814 27.799 -14.976 -116,8 7.100 8.764 -1664 -23,4 3.197 3.133 -64 -2,0
1889 15.602 50.309 - 34.707 -222,4 8.311 9.478 -1.167 -14,0 2.769 '4.178 -1.409 -50,8
1890 16.237 42.487 - 26.249 -161,6 9.507 9.697 -190 -2,0 2.908 7.302 - 4.393 •151,0
Fuente: E
laboraciónpropiasobrelabasededatosdelasMemoriasdel MinisteriodeHacienda.
117
118 LA FORMACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO
LA CONQUISTA DEL ORDEN Y LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL ESTADO 119
<
Ministerio
de
GuerrayMarina
(+)
0
(-)
20
40
60
cz
80
22
!
QJ
100
^ 120
140
160
180 ^Diferenciaegresosptesup.Hejec
Egresospresup. x100
200
220 -
l a f o r m a c ió n d e l e s t a d o a r g e n t in o
120
P e n e t r a c ió n c o o p t a t iv a
Cuadro 5
-------------- —
Subsidios del gobierno nacional a las provincias
■ cnuuu IU U J -IU 7 U t e n mués ue pesos rueriesj
228,0 1,52
1870 220,0 1,13
f
1871 i 216,7 1,02
1872 220,0 0,83
1873 225,0 0,73
1874 221,2 0,74
1875 225,0 0,79
1876 154,2 0,70
1877 52,5 0,26
1878 52,5 0,25
1879 52,5 0,23
1880 52,5 0,20
1881 52,5 0,18
1882 52,5 0,09
1883 97,2 0,22
1884 97,0 0,17
1885 57,0 0,10
1886 57,0 0,10
_ 1887 57,0 0,09
1888 340,2 0,45
1889 318,6 0,30
1890 154,9 0,16
Ti/ente'Memoriasdel M
inisteriodeHaciendo, RepúblicoArgentino.
1 26 LA FORMACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO
Cuadro 6
I \ * r rm
i Estimación de funcionarios públicos nacionales en 1876
Fuente: E
laboradosobtelabasededatosdel PresupuestoNacional contenidosenlaMemoriadel MinisteriodeHaciendapatael año
1876.
P e n e t r a c ió n m a t e r ia l
Bajo esta denominación incluiré aquellas formas de avance
del Estado nacional sobre el interior, expresadas en obras,
servicios, regulaciones y recompensas destinados fundamen
talmente a incorporar las actividades productivas desarrolla
das a lo largo del territorio nacional al circuito dinámico de la
economía pampeana.58 Esta incorporación producía dos tipos
LA CONQUISTA DEL ORDEN Y LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL ESTADO 133
das se mantienen tan solo por la virtud de los pueblos y por el prestigio que
el nuevo Gobierno Nacional debe á la grandeza de su orijen y á la sanidad
probada de sus intenciones: empero hay fuerzas irresistibles que obran en
el seno de las sociedades y que las precipitan á veces en abismos descono
cidos, cuando la previsión de los Gobiernos no se anticipa á preparar el re
medio de los males, dando dirección saludable á esa vitalidad exuberante
y peligrosa. Tal es la situación de la República en mi concepto, y pienso que
es necesario ganar meses y días al tiempo para presentarles algo que los
aliente en su abatimiento, que los conforte en su miseria, que moralice sus
sentimientos y los encamine al bien y á la prosperidad común” (Memoria
Ministerio del Interior, 1863).
P e n e t r a c ió n id e o l ó g ic a
C r is t a l i z a c i o n e s in s t it u c io n a l e s
N u e v a d iv is ió n s o c ia l d e l t r a b a jo
R e l a c ió n n a c ió n - p r o v in c ia s <
Hemos visto que las diferentes formas de penetración esta
tal produjeron sustanciales cambios en el carácter de las rela
ciones Estado-sociedad. Por una parte, la creciente apropia
ción por el Estado de nuevos ámbitos operativos y su activo
involucramiento en la resolución de las dos cuestiones centra
les que dominaban la agenda de una sociedad que se consti
tuía paralelamente, dieron lugar a una nueva división social
del trabajo. Por otra parte, el Estado se fue haciendo visible a
través de un aparato burocrático y normativo crecientemente
especializado, en el que se condensaban y cristalizaban los
atributos de la “estatídad”. Naturalmente, estos procesos ten
dieron, al alterarse la relación de poder entre el gobierno na
cional y las provincias, a desplazar los ejes de articulación so
cial e integración política. En esta sección efectuaré algunas
reflexiones sobre esos desplazamientos, sugiriendo que en
menos de dos décadas, no sólo cambió globalmente la correla
ción de fuerzas entre el Estado (o “la Nación” en los términos
de entonces) y las provincias, sino también la situación rela
tiva de cada una de éstas con respecto al primero.
En un cierto sentido, el proceso de formación del Estado im
plicó la gradual sustitución del marco institucional provincial
como principal eje articulador de relaciones sociales. Parte de
este mismo proceso fue la transformación de diversos sectores
dominantes del interior en integrantes de una coalición domi
nante a nivel nacional. Sin embargo, a pesar de que esto dio
lugar a que las bases del poder político tendieran a perder su
estrecha asociación con la dominación local, la provincia conti
nuó siendo —al menos hasta 1880— el otro término de la con
tradicción que planteaba la existencia de un Estado nacional.
170 LA FORMACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO
N otas
1 Las palabras pronunciadas en su primer Mensaje como encargado
del Poder Ejecutivo tenían ese mismo significado: “En él instante en que
los poderes públicos se disolvían y en que la manifestación material de
la unidad argentina se borraba, por decirlo así, era necesario pensar y
decidir que ese eclipse era transitorio, y que esa disolución aparente era
una verdadera labor de regeneración de la que la República surgiría en
breve, fuerte, compacta y libre, reposando en las conquistas laboriosas
de su pasado, en la lisonjera realidad de su presente y en las grandes
promesas de su porvenir” (Mensaje, 1862).
2 La inadecuada caracterización de la clase dominante argentina ha
sido destacada en el artículo de Roberto Etchepareborda, “La estructu
ra socio-política argentina y la generación del ochenta”, L a tín A m e r i c a n
R e se a r c h R e v ie w , vol. XIII, Nu 1, 1978. Entre los trabajos que intentan
cubrir parcialmente este vacío, se incluyen los de Tulio Halperin Dong-
hi, P r o y e c to y c o n s tr u c c ió n d e u n a n a c ió n (A r g e n tin a 1 8 4 6 - 1 8 8 0 ) , Cara
cas, Biblioteca Ayacucho, 1980; Jorge Federico Sábato, “Notas sobre la
formación de la clase dominante en la Argentina moderna (1880-1914)”,
Buenos Aires, C I S E A , 1979; María del Carmen Angueira, “El proyecto
confederal y la formación del Estado nacional argentino 1852-1862”, te
sis de maestría Fundación Bariloche, Segundo Curso de posgrado del
Departamento de Ciencias Sociales, 1978; y Waldo Ansaldi, “Notas sobre
la formación de la burguesía argentina, 1780-1880”, trabajo presentado
al V Simposio de Historia Económica de América Latina, Lima, Perú, 5-
8 de abril de 1978 (m im e o ).
^ Halperin explica este desplazamiento señalando que el grupo mi-
trista “despegó” desde la pista formada por los intereses porteños para
intentar una estrategia de vuelo a nivel nacional. A pesar de su éxito ini
cial (Mitre logró la presidencia), su fuerza dependía estrictamente del
Estado en sus diversas manifestaciones (burocracia, ejército, gobiernos
provinciales), de modo que al carecer de raíces en el seno de la sociedad,
estaba fatalmente destinado a perder predicamento político en cuanto
desaparecieran las circunstancias que le dieron vida. Véase Halperin
(1980), o p . cit.
4 En un mensaje al Congreso Mitre señalaba: “Después de cincuenta
años de lucha no interrumpida había que organizar por la primera vez
la nación Argentina en toda su integridad (...) había que crear en cierto
174 LA FORMACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO
contaba como socios a Urquiza, del Carril y Virasoro, todos ellos promi
nentes políticos y funcionarios en la misma época. También Urquiza se
asoció a Wheelwright, Thornton (ministro británico en Buenos Aires),
Parish (vicecónsul), el gobierno nacional, el gobierno y el Banco de la
Provincia de Buenos Aires para la construcción del ferrocarril Central
Argentino. Para agregar un ejemplo más, la sociedad anónima que dio
origen en 1872 al Banco Nacional fue constituida por varios conocidos
empresarios, políticos y gobernadores, suscribiendo además el gobierno
nacional un importante porcentaje del capital.
12 Estos ejércitos provinciales, como es sabido, tuvieron su origen en
la desmovilización de tropas y la sublevación de batallones de los ejérci
tos revolucionarios, coincidiendo con la culminación de la guerra de la in
dependencia y el fracaso de los sucesivos proyectos de unidad nacional.
El caudillismo, la anarquía y el arraigo de la idea federal son fenómenos
íntimamente vinculados a la constitución de estas fuerzas locales.
13 La permanente movilización del ejército pronto se convertiría en
un fundamental instrumento de penetración y control territorial, sobre
todo una vez que la experiencia de la larga y cruenta guerra con el Pa
raguay le otorgara una mayor aptitud profesional.
14 Por ejemplo, el primer cuerpo de ejército, al mando de W. Paune-
ro, que interviniera en las operaciones contra Peñaloza, caudillo de La
Rioja, fue disuelto un año después de organizado el ejército; pero a par
tir de 1864, la guerra qon el Paraguay exigió armar y equipar un ejérci
to que llegó a contar con 25.000 hombres. Lo mismo ocurrió con la pe
queña fuerza de marina. Reducida en un comienzo a sólo tres buques en
pie de guerra (los demás fueron arrendados a particulares), pronto de
bió redimensionarse con motivo del conflicto bélico.
15 Sobre el primer aspecto, recién en 1866 se expresaría oficialmente
que todas las provincias se hallaban “representadas” en el ejército na
cional (con especial mención de la eternamente rebelde provincia de Co
rrientes), aun cuando ello no significaba todavía una verdadera integra
ción. En cuanto a la distribución jerárquica, se trataba —como en otros
aspectos— de una situación de arrastre. El otorgamiento de grados mi
litares durante la guerra contra España y las disputas locales produjo
una hipertrofia en el escalafón de jefes y oficiales. En 1822 se intentó
‘jubilar” (sin éxito por falta de recursos) un “excedente” de 11 generales,
63 jefes y 180 oficiales. También la Confederación Argentina legó al nue
vo gobierno nacional un crecido número de personal militar que revista
ba en posiciones aparentemente superiores a las que indicaban sus rea
les méritos, situación atribuida a “la prodigalidad de la administración
caduca del Paraná . Es así como en 1864 el escalafón del personal con
goce de sueldo incluía 25 generales y 60 coroneles (Alvarez, 1910). Es ra
zonable suponer, claro está, que además de atacar estos excesos, la “ra
cionalización de los cuadros también perseguía el propósito de depurar
los de aquellos elementos antagónicos a la causa porteña.
176 LA FORMACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO LA CONQUISTA DEL ORDEN Y LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL ESTADO 177
16 A diferencia del viejo ejército de línea, integrado por voluntarios y des inherentes al Poder Ejecutivo Nacional que delegaron en él las
efectivos reclutados a partir de levas forzosas, la Guardia Nacional es provincias de la Confederación y a convocar a elección de un nuevo
taba constituida como reserva y debía cumplir obligaciones militares pe Congreso, cuya apertura tuvo lugar el 25 de mayo de 1862. C f. Adolfo
riódicas en caso de agresión externa o conmoción interior. En su totali Saldías, U n s i g l o d e in s t it u c i o n e s , tomo II, La Plata, Taller de Impre
dad, sus jefes y “tropa” estaban conformados por civiles. siones Oficiales, 1910.
17 Reorganizadas las fuerzas de Buenos Aires después de la bata 18 Declaraciones del senador Nicasio Oroño el 28 de setiembre de
lla de Pavón, Mitre ocupó las ciudades de Rosario y Santa Fe, luego 1868. Citado por J. L. Busaniche, H is t o r ia a r g e n tin a , Buenos Aires, So-
de librar combate en Cañada de Gómez. Urquiza se había retirado a lar-Hachette, 1969.
Entre Ríos y pese a las presiones para que invadiera esta provincia, 19 A pesar de que en ciertas coyunturas el Estado debió atender al
Mitre prefirió evitar el desgaste de su ejército, destinándolo en su lu mismo tiempo estos tres frentes de conflicto, sus esfuerzos en cada uno
gar a cambiar las situaciones políticas de las provincias, de modo que de ellos tendieron a concentrarse en períodos diferentes: la guerra con
el partido gubernista de Buenos Aires contase con gobiernos afines en el Paraguay, al promediar el período presidencial de Mitre; la sofocación
todas ellas. Mitre y Urquiza llegaron a entenderse sobre la base de de los levantamientos fle caudillos (v .g . los Taboada, López Jordán y el
que: 1) la República sería gobernada con la Constitución Federal en propio Mitre), entre los últimos años del gobierno de Mitre y el final de
1853, reformada y jurada en 1860; 2) la provincia de Entre Ríos no se la presidencia de Sarmiento; y las campañas contra el indio, durante la
ría invadida por las fuerzas de Buenos Aires; 3) Urquiza, como gober presidencia de Avellaneda. En parte, esto refleja la creciente capacidad
nador de Entre Ríos, desconocería a las autoridades de la Confedera del Estado nacional para afianzar su poder frente a las situaciones pro
ción, que de hecho había caducado, y la provincia reasumiría su sobe vinciales, concentrando —una vez alcanzado este propósito— sus me
ranía dejando sin efecto las disposiciones relativas a la fijación de la dios de coerción sobre el último escollo que se oponía al pleno control te
capital y territorio federalizado; 4) Urquiza desarmaría las baterías rritorial: la línea de frontera con el indio. Por eso, cuando estaba empe
construidas en el Diamante y la escuadra de la Confederación, e in ñado en esta última campaña, podía afirmar Avellaneda en su mensaje
fluiría sobre Corrientes para que adoptara una actitud similar a la de al Congreso de 1877: “Después de estos dos últimos años, ha quedado co
su provincia; 5) el gobierno de Buenos Aires invitaría a las provincias mo un hecho perfectamente demostrado que no existe ya entre nosotros
a reasumir su soberanía local, retirando sus autoridades del Congre teatro para esas ‘revoluciones’ que cambien con fuerza irresistible la si
so caduco, y convocaría a un nuevo Congreso para reconstruir los po tuación de la Nación o de una provincia”.
deres públicos que habrían de regir la Nación. Posteriormente, las di 20 Véase H. Gorostegui de Torres, o p . cit.
visiones del ejército de Buenos Aires ocuparon casi todas las provin 21 En 1867, divisiones del ejército del Paraguay fueron distraídas de
cias. En la primera, Santa Fe, el presidente de la Confederación huyó la contienda para sofocar rebeliones interiores. El ejército del Norte, al
y el gobernador fue depuesto. En Corrientes, no obstante la actitud mando de A. Taboada y compuesto de Guardias Nacionales de Santiago,
pacífica que asumieron sus autoridades, el gobierno fue derrocado por Tucumán y algunas de Catamarca y La Rioja, combinado con una divi
un movimiento armado. Mientras un batallón mitrista iba a ocupar la sión de otro ejército del interior comandado por W. Paunero, fueron des
provincia, desde Buenos Aires se enviaban dinero, armas y municio tinados a combatir rebeliones en Cuyo y La Rioja. Parte de la Guardia
nes. Cuando se acercaba a Córdoba el primer cuerpo de ejército de Nacional de esas provincias y algunos cuerpos de línea permanecieron
Buenos Aires al mando de Paunero, un grupo de diputados de la Le en dichas regiones en previsión de nuevos alzamientos. También el Ejér
gislatura provincial derrocó al gobierno y declaró su adhesión a la po cito del Norte debió reprimir levantamientos en Salta y Jujuy. Parte del
lítica de Mitre. Desde Córdoba salieron entonces varias divisiones pa ejército» retornó luego a la lucha en el frente paraguayo. Terminada la
ra operar sobre Cuyo, provincias en las que también los gobiernos fue guerra, se libró la orden de licénciamiento del Ejército del Norte. Por su
ron sustituidos por hombres adictos a la política de Buenos Aires. El parte, el ejército de línea destinado a cubrir el servicio de fronteras a su
ataque se centró luego sobre La Rioja, foco de resistencia del general regreso del Paraguay debió acudir a conjurar la rebelión iniciada por Ló
Peñaloza, quien se hallaba auxiliando en Catamarca al general Nava pez Jordán en Entre Ríos, luego del asesinato de Urquiza.
rro. Las fuerzas combinadas de Taboada, Paunero y Rivas derrotaron 22 Por decreto del 27 de enero de 1870, Alsina —vicepresidente de la
a los caudillos que intentaron la resistencia. Por su parte, restableci República— ordenaba que las provincias contribuyeran proporcional
da la paz en las provincias del Litoral, Mitre regresó a Buenos Aires mente, con un total de 2560 hombres, a la remonta de los servicios de lí
con parte de su ejército y reasumió el gobierno de la provincia. La Le nea a fin de cubrir sus fronteras. Se consagraba allí un principio que al
gislatura de Buenos Aires lo autorizó a aceptar y ejercer las faculta teraba la base del servicio de fronteras, al disponerse que todas las pro-
178 LAFORMACIÓNDELESTADOARGENTINO L A C O N Q U IS T A D E L O R D E N Y L A IN S T IT U C IO N A L IZ A C IÓ N D E L E ST A D O 179
vincias, tuvieran o no fronteras que guardar, debían contribuir propor 26 Entre otros, fueron creados el Colegio Militar, la Escuela Naval, la
cionalmente a defenderlas. Fundamentando la constitucionalidad de es Inspectoría General del Ejército, etc.
te principio, la nota con la que el general Martín de Gainza, ministro de 27 Comentando tres victorias obtenidas sobre fuerzas insurrectas del
Guerra, enviaba el decreto a los gobernadores, señalaba que se trataba interior, Sarmiento señalaba que las mismas “...confirmaban un hecho
“de compartir el peso de una carga común..., porque en la vida nacional ya vulgar, pero olvidado por los rebeldes; y es que el vapor y el telégra
no hay antagonismo de intereses, no puede haber indiferencia tampoco, fo andan más de carrera que los caballos en que voltejea el caudillo”
y la riqueza que encierra la provincia de Santa Fe, que es fuente de ren (Sarmiento, Mensaje, 1874).
ta nacional, tiene derecho a ser defendida por el esfuerzo y sacrificio de 28 Denominación genérica de las campañas militares destinadas a re
todos, como riqueza argentina, como riqueza de todos”. Es de hacer no primir las incursiones indígenas y a ganar el control sobre territorios
tar que ya en 1864, Emilio Castro —futuro gobernador de Buenos Ai ubicados fuera de las fronteras interiores. En particular, se aplica al
res— había sostenido en la legislación bonaerense el carácter inconsti conjunto de acciones militares desarrolladas contra eí indio entre me
tucional de este servicio. Y que hacia fines de esa década, el sistema de diados de los años 70 y comienzos de los 80, que culminaron con el defi
contingentes de enganchados, periódicamente enviados a las guarnicio nitivo control del territorio nacional según su actual configuración.
nes de fronteras, daba origen a intensos debates parlamentarios y a una 29 Críticas del diario L a N a c ió n (Buenos Aires, 14-1-76), citadas por
influyente corriente de crítica social, recogida especialmente por la lite Guillermo H. Gasio y María C. San Román, L a c o n q u is ta d e l p r o g r e s o ,
ratura y el periodismo. 1 8 7 4 -1 8 8 0 , Buenos Aires, Ediciones La Bastilla, 1977.
23 Saliendo al paso de las críticas que esta situación ocasionaba, Sar 30 Alberto Martínez, E l ¿ r e s u p u e s t o n a cio n a l, Buenos Aires, 1890.
miento encontraba en la experiencia histórica propia y ajena adecuada 31 Ningún otro rubro —ni siquiera el costo del aparato recaudador-
justificación para esta situación: “Desde las plantaciones avanzadas llegó a constituir durante la presidencia de Mitre una proporción signi
adonde el Gobierno de un país no alcanza, hasta el sistema militar pru ficativa del gasto público.
siano, el deber, la obligación y la necesidad de defender la propiedad y 32 Lucha que a la vez contribuía en buena medida a aquel floreci
la vida, cuando son atacadas, o la integridad y el honor nacional, repo miento. No cabe duda de que el enorme poder de compra del aparato mi
san sobre cada individuo de la sociedad, cualquiera que sea la forma de litar afectó al conjunto de la actividad económica. La alimentación y ves
gobierno. Las poblaciones nuevas en esta y la otra América se armaron tuario de la tropa, la adquisición de armamentos y pertrechos, entre
desde el primer día de su existencia para defenderse, y sólo cuando se otros rubros, contribuyeron a dinamizar la producción y la intermedia
constituyeron en naciones, hicieron de esta defensa local un sistema de ción. Durante la época de mayor gravitación de los gastos militares, la
defensa común, llamándole Guardia Nacional. El ejército regular puede asociación entre intereses económicos y actividades bélicas popularizó al
suplirla o exonerarla; pero toda vez que aquél no esté en proporción con Partido Liberal de Mitre como el “partido de los proveedores”.
la necesidad, la universalidad de los ciudadanos constituye el ejército 33 Según se desprende del cuadro 3, entre 1863 y 1868 los recursos
nacional, llámese milicia, Landwer o reserva. Toda limitación que pon ordinarios —fundamentalmente rentas aduaneras— crecieron en un
ga al poder nacional militar sobre el uso de la Guardia Nacional, es sui- 92,9%. El incremento resulta algo mayor si se consideran los recursos
cidar la Nación y hacer nacer por fuerza lo que con tantos sacrificios des derivados del uso del crédito.
truimos o neutralizamos entre todos, a saber: las milicias que con Ramí 34 El presupuesto militar a partir de la década del 80 continuó cre
rez y Quiroga sublevaron el país y mantuvieron la guerra constante en ciendo en una medida no despreciable, aunque su participación relativa
las provincias; las de Buenos Aires, comandadas por el General D. Juan en el presupuesto ejecutado del gobierno nacional disminuyó en forma
Manuel de Rosas durante veintiséis años, y las veinte mil lanzas de En considerable. Pero a diferencia de décadas previas, el incremento presu
tre Ríos a las órdenes del Capitán General Urquiza. La guerra civil de puestario en valores absolutos se dedicó más a la institucionalización y
cincuenta años fue sólo la antigua milicia localizada bajo un caudillo” equipamiento de las fuerzas armadas que a la atención de conflictos ar
(Sarmiento, Mensaje, 1872). mados. La segunda presidencia de Julio A. Roca (1898-1904) marca la
24 Véanse, por ejemplo, las declaraciones en tal sentido efectuadas en definitiva consolidación de la institución militar y el surgimiento de un
los mensajes al Congreso de 1872 y 1875. ejército profesional y moderno. Se concreta la separación del ejército y
25 Este último problema constituía casi una tradición, al punto de la marina; se fundan la Escuela Superior de Guerra y la Escuela de Su
que el pago de haberes de los 60.000 hombres convocados bajo armas en boficiales y se adquieren los terrenos de Campo de Mayo.
1874, antes de ser licenciados, significó —según lo expresara Avellane 35 C f. Adolfo Saldías, U n s ig lo d e in s titu c io n e s , vol. II, La Plata, Im
da— un “acto administrativo que no tiene hasta hoy precedentes”. presiones oficiales, 1910.
LA FORMACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO
180
que parece una ironía el que aquellos hombres creyeran en serio que es
taban civilizando el continente americano.” Juan Álvarez, H is to r ia s de
la p r o v in c ia d e S a n ta F e (Buenos Aires, 1910).
100 Resulta ilustrativo, en tal sentido, el hecho de que la “cuestión in
dígena” sólo consiguió resolverse definitivamente a partir de la plena
asunción de esta responsabilidad por parte del Estado nacional. Las nu
merosas y célebres campañas llevadas a cabo hasta entonces durante
más de medio siglo, habían resultado infructuosas. El ejemplo de la Con
quista del Desierto muestra, como pocos, la íntima correlación entre or
den y progreso, al combinar en una misma estrategia de penetración es
tatal componentes coercitivos y materiales que permitieron incorporar
amplios territorios al proceso productivo, consolidar la propiedad funda
ría y afianzar institucionalmente al ejército nacional.
101La imitación no se restringió a la esfera organizacional del Esta
do sino que también caracterizó a sus políticas. Sorprende, por el grado
de actualización, la frecuentación de autores de moda, de cuyo juicio se
valían funcionarios y legisladores por igual para avalar sus respectivas
posiciones frente a asuntos en debate. Son ilustrativas en este sentido
las frecuentes polémicas sobre temas económicos, en las que se apelaba
a la autoridad externa o se aludía a exitosas (o fracasadas) experiencias
foráneas. Basta citar los enfrentamientos entre proteccionistas y libre
cambistas, conversionistas y anticonversionistas, partidarios del presu
puesto equilibrado y emisionistas.
102 El hecho de que el líder del autonomismo, Adolfo Alsina, ejercie
ra la vicepresidencia contribuyó sin duda a este mejoramiento de las re
laciones, sometidas a tantas fricciones y enfrentamientos durante la
presidencia de Mitre.
103 La producción de azúcar en Tucumán y de vino en Mendoza ad
quirieron creciente significación para la economía de estas provincias
recién a partir de la década del 70, y sobre todo con la llegada del ferro
carril. La situación de las finanzas de estas provincias entre fines del si
glo pasado y comienzos del actual ha sido estudiada por Balán y López
Nisnovich, “Burguesías y gobiernos provinciales en la Argentina: la po
lítica impositiva de Tucumán y Mendoza entre 1870 y 1974”, D e s a r r o llo
E c o n ó m ic o , vol. 17, N° 67, octubre-diciembre de 1977.
104 De este último grupo corresponderá excluir más adelante a las
provincias que, como ya he indicado, consiguieron crear mercados nacio
nales para su producción agro-industrial.
105 Es el caso de Entre Ríos hasta el asesinato de Urquiza y las rebe
liones de López Jordán, y de Córdoba y Santa Fe en la década del 70,
acompañando la efímera prosperidad que en el orden nacional iniciara
la presidencia de Sarmiento.
106 Por entonces se produjo el comienzo de lo que se conoce como el
segundo gran período de fundación urbana del país. Decidida la erec
ción de pueblos en todos los partidos que no tuviesen centro de pobla
LA CONQUISTA DEL ORDEN Y LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL ESTADO 189
ción, se fundaron en apenas dos años (entre 1863 y 1865) nada menos
que 21, construyéndose en todos ellos los edificios públicos necesarios.
Saldías, o p . cit.
107 Sobre todo, en la organización de los tribunales de justicia y en el
sistema de educación común.
i°8 Descontando los servicios de su deuda pública (que exigían casi
el 50% de los recursos ordinarios), el presupuesto de la provincia de
Buenos Aires para 1877 destinaba un 20% del remanente a la educa
ción secundaria y superior, un 30% a la administración de justicia y
cárceles, más del 20% a la administración de los poderes ejecutivo y le
gislativo, y casi un 10% a obras públicas. En cam bio/la seguridad pú
blica —básicamente el batallón y regimiento provinciales— demanda
ban menos del 10%. .
109 Con esta división funcional la actividad económica de la provincia
se desenvolvería sin mayores sobresaltos, justificando afirmaciones co
mo ésta: “El presupuesto de la provincia... no tiene puede decirse parti
das eventuales. Marca en tódos sus capítulos propósitos decididos, para
obtener resultados, previstos también” (Rufino Varela, en la Memoria
del Ministerio de Hacienda de la Provincia de Buenos Aires, 1877). El
contraste con la siempre incierta situación de las finanzas nacionales re
sulta, en tal sentido, sumamente elocuente.
110 Aunque no siempre eficaz para contrarrestar la influencia de Bue
nos Aires, la fórmula constitucional para la composición del Senado de
la Nación —que asignaba igual representación a todas las provincias-
impuso claras restricciones a la hegemonía porteña y a la discrecionali-
dad del Poder Ejecutivo Nacional. Al menos, mientras este último no
dispuso del aparato represivo y jurídico necesario para anular, median
te el recurso de la intervención federal a las provincias, el poder equili
brador del Congreso. Pero cuando ello ocurrió, ya la base social del Es
tado se había transformado; las burguesías “del interior” se estaban con
virtiendo aceleradamente en burguesía nacional y sólo debían definir
con el sector “ultralocalista” de la burguesía porteña los términos de un
nuevo pacto de dominación.
111 Por ejemplo, las resistencias de los ganaderos del Litoral a la im
posición de derechos sobre las exportaciones, crearon severas restriccio
nes a la capacidad de generación de recursos tributarios del gobierno
nacional. Pese a que la recaudación de estos gravámenes fue perdiendo
importancia en el cuadro de recursos fiscales, el gobierno nacional pudo
resistir la presión de este sector para su eliminación.
Ante el fracaso de la iniciativa de Mitre de declarar a Buenos Ai
res capital de la República, las autoridades nacionales pasaron a residir
en esta ciudad en el carácter de “huéspedes”. Esta situación se prolongó
hasta 1880, cuando luego de la derrota porteña a manos del ejército na
cional se resolvió definitivamente la llamada “cuestión capital”.
ü 9 Además de los ejemplos indicados previamente, pueden mencio-
1 90 LA FORMACIÓN DEL ESTADO ARGENTINO
<
In t r o d u c c ió n
Pocas veces una famosa frase, como la del epígrafe, sinteti
za tan bien un aspecto de la realidad social encerrando, a la
vez, tantas ambigüedades. Si la civilización tiene precio es
porque a “alguien” le cuesta producirla. En este caso, ese al
guien no es una abstracción sino un sujeto social concreto. Un
sistema institucional —el Estado en su manifestación mate
rial— , cuya viabilidad exige el continuado ejercicio de la ca
pacidad de extraer de la sociedad los recursos necesarios pa
ra reproducirse y reproducir un determinado orden social. La
pretensión de ejercer esta capacidad extractiva — la “potestad
fiscal” en términos constitucionalistas— no sólo se halla res
paldada por recursos de coerción sino además por la legítima
invocación de ser el Estado el único actor capaz de garantizar
la vigencia y continuidad de ciertos parámetros de organiza
ción social. Esos parámetros definen un sistema de conviven
cia que nuestra frase denomina “civilización”.
En el presente capítulo propongo estudiar el “precio de la ci
vilización en un contexto y tiempo históricos bastante singu
lares, tanto por la naturaleza del Estado que apropiaba los re
cursos como por el particular significado que la noción de “ci-