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El Yoga de la Energía

Los antiguos textos que tratan el tema del Yoga de la Energía, o Kundalini, están
plagados de pasajes crípticos con detalles fantásticos y alusiones ritualistas a
innumerables deidades, ejercicios mentales y físicos extremadamente difíciles y a
menudo peligrosos, conjuros y fórmulas conocidas técnicamente como mantras,
posturas corporales llamadas asanas, e instrucciones detalladas para el control y
regulación de
la respiración, llamada pranayama. Todo esto expresado en un lenguaje difícil de
entender, con gran cantidad de expresiones místicas, las que en lugar de atraer es
posible que repelan al alumno moderno. Hablando sinceramente, no hay ningún
material ilustrativo posible, ni comentarios antiguos ni modernos, que expresen
lúcidamente cuál es la realidad objetiva de los métodos recomendados y cuáles son los
cambios mentales y orgánicos que uno puede esperar al final.

El resultado es que, en lugar de volverse instructiva y pragmática , esta ciencia


estrictamente empírica está cayendo en el abuso y en el desprestigio. Algunas de las
prácticas, que forman parte de un conjunto integrado y sirven como medios para
conseguir un propósito definido – como los asanas y ejercicios de respiración – ahora se
consideran en sí mismas resultados ulteriores y apetecidos, haciendo abandono del
objetivo fundamental para el que fueron concebidas. Este objetivo es desarrollar un tipo
de consciencia que cruza los límites que confinan la mente, llevando la consciencia
desde su ámbito concreto de la vida cotidiana a regiones suprasensibles. Influenciados
por las exigencias condicionantes de la civilización moderna y desalentados por la
actitud generalmente incrédula que predomina en nuestra sociedad hacia la posible
evolución de la consciencia en el hombre, los aspirantes actuales a menudo se contentan
con algunas pocas posturas y ejercicios de respiración, convencidos de que están
practicando un Yoga que los lleva a un desarrollo espiritual.

La descripción de los Chakras o Lotos, de los signos y experiencias sobrenaturales que


acompañan al éxito en la práctica, de los milagrosos poderes alcanzables con ella, del
origen del sistema y de los diversos métodos, son tan exageradas que nos parece que la
idea expresada en la literatura antigua sobre el tema resulta increíble e, incluso, absurda.
Es muy difícil para el investigador moderno discernir a través de ese material un
conocimiento clarificado, separando la tradición sobrenatural y mitológica que lo
acompaña. Si se considera desde el punto de vista de los relatos fantásticos encontrados
no sólo en los textos antiguos originales sino también en libros modernos, la energía
Kundalini no puede ser más que un mito, una quimera nacida del deseo innato del
hombre de escapar a los rigores impuestos por un mundo de causa y efecto rígidamente
estructurado, una piedra filosofal inventada para satisfacer ese anhelo, proporcionando
una forma viable para la adquisición de la riqueza, de la juventud o de la inmortalidad.

En la India, ningún otro tema está tan sumergido en tanta cantidad de literatura como lo
está el Yoga dirigido a lo sobrenatural. En ningún libro sobre el tema se proyecta una luz
penetrante sobre la energía Kundalini, ni ningún experto ha proporcionado más
información que la que se manifiesta en las obras de la antigüedad. El resultado es que,
salvo algunos maestros casi inaccesibles , tan escasos como los alquimistas de antaño,
no hay nadie en toda la India, la cuna de esta ciencia, a quien uno pueda dirigirse para
lograr un conocimiento autorizado del tema.

El sistema de complicados ejercicios mentales y físicos relacionados directamente con


la energía Kundalini se conoce técnicamente como Hatha Yoga, apartado de otras
formas de Yoga conocidas en la India desde tiempos remotos. Hatha en sánscrito es una
palabra compuesta de dos sílabas Ha - tha , las que significan sol y luna
respectivamente. Indica, por lo tanto, que este Yoga es el resultado de la confluencia de
estos dos cuerpos celestes. Como explicación simple, las denominaciones de sol y luna
que se utilizan aquí designan las dos corrientes nerviosas que corren a lo largo de la
médula espinal a su izquierda y derecha. Ellas son llamadas Nadis, o nervios. El de la
izquierda recibe el nombre de Ida y se dice que es frío y que se parece al brillo pálido de
la luna; el segundo se llama Pingala, es caliente y se compara con el resplandor del sol.
El sistema está basado en la suposición de que todo organismo viviente recibe su
existencia gracias a la mediación de una sustancia inmaterial extremadamente sutil, la
que se extiende por todo el universo, y que se denomina prana. Ella es la causa de todo
fenómeno orgánico al que controla por medio del sistema nervioso, manifestándose
como energía vital.

Esta energía adopta varios aspectos para desempeñar distintas funciones en el cuerpo y
circula por el organismo en esas dos corrientes descritas: una que se percibe como
caliente y otra como fría, lo que es claramente detectable para los yoguis como
sensaciones caloríficas o refrescantes. Ellas existen a un lado y otro del sistema, en cada
tejido y en cada célula, fluyendo ambas a través de los nervios superiores. Las pequeñas
ramificaciones de las dos corrientes durante su paso por el organismos nunca se sienten
en el estado normal de consciencia de vigilia, puesto que los nervios están
acostumbrados a su flujo desde el comienzo de la vida.

Debido a su naturaleza sumamente sutil, la energía vital ha sido comparada con el


aliento por las antiguas autoridades del Yoga. Ellos sostienen que el aire que respiramos
está impregnado de Prana y que las corriente Ida y Pingala fluyen alternativamente a
través de ambas fosas nasales, junto con el aire, en el momento de la inhalación. Como
bien sabemos, el aire que respiramos está compuesto principalmente por dos gases,
oxígeno y nitrógeno. El oxígeno es el agente principal de la combustión, quemando las
impurezas de la sangre en su movimiento a través de los pulmones, mientras que el
nitrógeno ejerce un efecto moderador sobre su calor. Considerando que los escritores
antiguos se referían a veces a Prana con el mismo término que usaban para aire – Vayu –
existe la posibilidad que se haya producido la idea equivocada de que Prana y aire son
idénticos. Esto no es así. La vida en la tierra, tal como se presenta, no es posible sin
oxígeno y este elemento es un ingrediente tanto del aire como del agua, los dos
componentes esenciales de la vida en nuestro planeta; lo que fundamenta el hecho de
que en la tierra la energía vital cósmica usa al oxígeno como vehículo principal para su
actividad. Es posible que la bioquímica en el futuro se vea obligada a aceptar el papel
del oxígeno en todo fenómeno orgánico como el representante de Prana.

Nuestro planeta tiene su propia provisión de Prana, el que impregna a cada átomo y a
cada molécula de todo los elementos que constituyen su núcleo ígneo – esas ardientes
regiones fundidas en llamas debajo de su corteza – y el duro estrato superficial con sus
océanos y montañas, más la atmósfera con sus diversas divisiones hasta la franja más
extrema. El Sol, una vasta fuente de energía vital, irradia constantemente un enorme
suministro de esa energía pránica sobre todo su sistema, como parte de su expansión.
Esto hace que las creencias sobre el influjo negativo de los eclipses solares puedan tener
una explicación lógica, ya que en tales eventos se ven parcialmente detenidas las
irradiaciones pránicas durante el tiempo que dura
la interferencia de la Luna. Los cambios en el volumen del vapor y del polvo en la
atmósfera – que provocan alteraciones en ciertos temperamentos muy sensibles – puede
ser que también afecten el flujo de las corrientes pránicas.

Nuestro satélite es otro gran centro de suministro de Prana – recibido del Sol – sobre la
Tierra. Los planetas y estrellas, próximos o lejanos, son todos ellos reservas inagotables
de Prana, vitalizando la Tierra con corrientes de energía transmitidas por su luz. Estas
emanaciones pránicas de los distintos cuerpos celestes no son idénticas, cada cual tiene
su característica propia. Esto se puede comprobar con el análisis que se ha hecho de su
espectro luminoso, el que muestra variaciones peculiares de cada uno de ellos. Resulta
imposible para la mente humana imaginar siquiera en forma vaga las interacciones de
innumerables corrientes de luz emitidas por billones y billones de estrellas, influencias
que se cruzan y vuelven a cruzarse en incontables puntos, llenando la enormidad del
espacio en toda su extensión. De la misma manera, es totalmente imposible describir o
imaginar el mundo inmenso de Prana o energía vital – tal como lo han descrito los
videntes – extendiéndose por todo ese espacio cósmico hasta su último límite – si es que
lo hay – dando origen a toda calidad de vida, tal como surge la espuma sobre las olas de
las corrientes oceánicas en perenne movimiento.

Para explicar la manifestación de la vida en la Tierra, la única alternativa es aceptar la


existencia de un medio vital inteligente que – utilizando los elementos del mundo
material – construye las estructuras orgánicas con tal increíble destreza, en tal profusión
y con tantas formas diversas, que refutan cualquier idea de generación espontánea o
azar, al mostrar una inteligencia y una seguridad de propósito extraordinaria. El ingenio
y la destreza humanos buscan con empeño poder alcanzar logros parecidos, los que aún
están muy distantes.

La estructura completa del Yoga se basa en la validez de Prana como materia suprafísica
cognoscible, lo que es el campo actual de investigación de la física cuántica. Durante
miles de años, generaciones completas de yoguis han ido verificando las afirmaciones
de sus antecesores. La realidad de Prana como el agente principal que conduce al estado
supraconciente denominado Samadhi nunca ha sido puesto en duda por ninguna escuela
de Yoga. Quienes creen en el Yoga, deben primero creer en la existencia de Prana.
Considerando que para llegar a ser un Rishi – sabio – a través del Yoga, no sólo se
deben tener dotes mentales y físicas por sobre el promedio, sino además atributos como
la honradez y la rectitud, mostraría una mente obstinada quien pusiera en duda los
testimonios de numerosos videntes célebres que han atestiguado, por su propia
experiencia, los estados supraconscientes conseguidos a través de Prana, tal como ellos
lo aprendieron de sus instructores.

Según las creencias religiosas de la India, las que se remontan a tiempos prehistóricos,
se ha considerado la existencia de Prana como un medio para la actividad del
pensamiento y la transmisión de sensaciones e impulsos en los organismos vivos. Se la
reconoce como una substancia cósmica imperceptible a los sentidos ordinarios, que está
presente en toda formación de la materia y que puede ser verificable por la práctica del
Yoga, cuando lo realiza de la manera correcta el tipo de hombre adecuado. Según estas
creencias, Prana no es la materia, ni es la mente, ni la inteligencia, ni la consciencia,
sino una parte inseparable de la energía cósmica – o Shakti – que reside en todas ellas y
que es la fuerza conductora que hay detrás de todo fenómeno cósmico, mostrándose
como la fuerza de la materia en todo organismo vivo.

En resumen, es el medio a través del cual la inteligencia cósmica conduce la inmensa


actividad inimaginable del cosmos. Crea, mantiene y destruye las gigantescas
formaciones globulares que arden continuamente en el espacio, tanto como a los
ínfimos microbios –benignos y malignos – que pululan en la tierra. Dicho de otra
manera, Shakti, cuando actúa sobre la materia inorgánica, es fuerza, cuando actúa sobre
la materia orgánica, es vida. El nombre genérico Shakti se aplica a toda forma de
energía cósmica, animada o inanimada, como aspecto creador activo de la Realidad. En
cambio, Prana es aplicado a aquel tipo de energía que actúa en el campo orgánico, como
impulso nervioso y vitalizador.

La ciencia actual está llegando irremediablemente a la conclusión de que la energía es la


substancia fundamental del mundo físico. La duda sobre la existencia de la vida, como
una esencia vital inmortal aparte de los vehículos corporales, es tan antigua como la
civilización. Es provocada principalmente por la naturaleza inexorable de las leyes
físicas que actúan sobre el cuerpo, por la inevitabilidad del debilitamiento de la vejez y
la muerte, por la naturaleza evasiva del principio vital, y por la imposibilidad de
percibirlo –
con los sentidos ordinarios – fuera del campo orgánico. Sobre todo, se debe a la
completa ausencia de alguna prueba demostrable e incontrovertible de supervivencia
después de la muerte corporal. Según los yoguis, sin embargo, la existencia de la
energía vital como entidad inmortal se hace subjetivamente manifiesta en el estado
supraconsciente de Samadhi. Su fluir a través de los nervios se experimenta incluso
antes de llegar al Samadhi, al conseguirse ciertos niveles de estados de consciencia en la
meditación. Cuando ello ocurre, el Prana se concentra en el cerebro al punto que los
órganos vitales lentifican su funcionamiento, el pulso y la respiración se vuelven casi
imperceptibles, y el cuerpo entero parece frío y sin vida. Gracias a este flujo
incrementado de energía vital, el cerebro intensifica su vitalidad; la consciencia habitual
se eleva por encima de las sensaciones corporales y su facultad de percepción se
incrementa en grado sumo, haciendo percibir al sujeto las existencias suprafísicas. En
este estado, lo primero que se detecta es Prana, experimentada como una sustancia
brillante e inmaterial, sintiéndola como una rápida vibración tanto dentro como fuera
del cuerpo, extendiéndose sin límites en todas direcciones.

En el lenguaje del Yoga, Prana es vida, y vida es Prana. Vida y vitalidad no significan el
alma y la chispa divina en el hombre. Prana es simplemente la energía vital a través de
la cual la Divinidad trae a la existencia los reinos de vida orgánica y actúa construyendo
sus estructuras, junto con crear el universo.
Es esencialmente una parte de la realidad, tomando diversas formas y apariencias,
entrando en incontables tipos de formaciones para crear las más complicadas estructuras
orgánicas de la misma manera que la energía física – la otra parte de la Shakti – empieza
con electrones, protones y átomos para construir el enorme edificio del universo físico.

Después de crear los átomos, la energía física se transforma en incontables tipos de


moléculas, produciendo la apariencia del mundo físico, increíblemente diversificada.
Prana, empezando por los protoplasmas y organismos unicelulares, trae a la existencia
el maravilloso reino de la naturaleza, sumamente rico en forma y color, creando clases,
géneros, especies, subespecies y grupos. Ella utiliza los materiales provistos por el
mundo físico y por el medio ambiente, actuando inteligente y decididamente con pleno
conocimiento de las leyes y propiedades de la materia y de las multitudinarias
creaciones orgánicas factibles de traer al mundo.

Prana existe como un enorme universo más vasto y más maravilloso que el percibido
por nuestros sentidos, con sus propias esferas y planos, su propia luz y sombra, leyes y
propiedades, que coexisten con el universo que vemos, entretejida en nuestros
pensamientos y acciones, penetrando los átomos y moléculas de la materia, emitiendo
luz, moviéndose con el viento y las mareas, maravillosamente ágil y sutil, siendo la
textura de nuestras fantasías y sueños, el principio vital de la creación, mezclado
inextricablemente con la esencia de nuestro propio ser.

No nos damos cuenta de esa misteriosa sustancia que anima a nuestras células, causando
reacciones físicas y químicas, regulando nuestra máquina corporal, desarrollándonos en
el útero materno, protegiéndonos de la enfermedad, sosteniéndonos en el peligro,
curándonos cuando nos lastimamos, cuidándonos mientras dormimos o estando
inconscientes, creando deseos y tendencias que nos mueven y nos agitan como el viento
lo hace con la caña. Después de realizar todo esto, hasta el extremo de inducir nuestros
pensamientos, lo más maravilloso es que, a causa de su extraordinaria e incomprensible
naturaleza, se mantiene siempre oculta a la consciencia superficial, a la que sostiene
como el aceite sostiene el pabilo de una llama. Permite que nuestra consciencia
ordinaria piense y actúe como si fuera el amo de la casa, totalmente ignorante de la
increíble actividad del verdadero amo, Prana – Shakti - el aspecto vital de la energía
cósmica.

Los fundadores del Yoga Kundalini, aceptando la existencia de Prana como una realidad
concreta – tanto en sus aspectos individuales como cósmicos – después de los
experimentos que llevaron a cabo generaciones de sabios, fueron conducidos al
descubrimiento trascendental de que era posible lograr el control voluntario del sistema
nervioso hasta el punto de desviar un flujo incrementado de Prana al cerebro. Esto daba
como resultado una intensificación de su actividad. De ahí que concibieron sus métodos
de control corporal y disciplina mental para lograr este objetivo. Tuvieron un éxito
extraordinario, puesto que el ejercicio principal, la concentración – fundamento de todo
el sistema del Yoga - concuerda con los métodos prescritos por la naturaleza para
facilitar la evolución humana.

Descubrieron que al adquirir un cierto nivel de dominio de la mente gracias a la


concentración, podían hacer ascender a través de la médula espinal un resplandor
vivamente brillante, rápido y potente, hasta el cerebro, durante unos cortos intervalos de
tiempo al principio, aumentando la duración con la práctica, lo cual producía un efecto
asombroso sobre la mente, habilitándola para ascender a regiones incomparables, más
allá de cualquier otra vivencia experimentada en este mundo material. (1)

Los yoguis llamaron a este conducto Sushumna, y porque ese fulgor ardiente se sentía
subir desde la base de la columna (el coxis), se refirieron a ese punto (Chakra
Muladhara) como el lugar de reposo de la diosa Kundalini. La visualizaron como una
serpiente dormida, enroscada en tres vueltas y media, y cerrando con su boca la entrada
al conducto espinal. Aunque carecían de los conocimientos más tarde adquiridos por la
ciencia moderna, gracias a su consciencia ampliada por la meditación, postularon como
un hecho cierto la existencia del mundo sutil que compenetra este mundo material. En
sus escritos sobre el Hatha Yoga, abundan las referencias crípticas sobre Prana Shakti, o
energía vital, y su sistema de redes conductoras en el cuerpo físico, las que configuran
el llamado cuerpo vital o etérico, con sus nadis.
(2)

Gopi Krishna

Notas:
(1). En el Yoga chino, esta técnica se llama "la circulación de la luz".
(2). Meridianos de la acupuntura.

Extractado por Ester Silva de


Gopi Krishna.- Kundalini.- Kairós

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