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COMISIÓN DE PAZ
CONGRESO DE LA REPÚBLICA
E.S.M.
A dos años de la firma del Acuerdo Final, escribo estas líneas con la esperanza de
que el anhelo de paz que nos ha unido, ansiando poner fin a la larga confrontación
armada y a sus causas estructurales, no se ahogue en el mar de la perfidia. A
nombre de tantos hombres y mujeres que nos levantamos en armas justamente
buscando la paz con justicia social, y que hoy con entereza y dignidad seguimos
luchando para que se concrete lo pactado en La Habana en su espíritu y
contenido, quiero agradecer inmensamente todos los esfuerzos que desde esta
Comisión de Paz se han dirigido durante esta legislatura a contribuir en la
terminación de la guerra, así como todas sus iniciativas impulsadas para la
salvación de los procesos de paz con las insurgencias de FARC y ELN.
En sus manos hay instrumentos de diverso orden que les permite coadyuvar a la
implementación de lo acordado en La Habana respecto a las garantías de
seguridad para excombatientes y pobladores de las áreas sistemáticamente
victimizadas del país. Sí es posible iniciar el desmonte de las poderosas
estructuras paramilitares y mafiosas de distinta naturaleza, que contrariamente a
lo pactado se han venido fortaleciendo, dejando una estela de muerte que además
de vergonzosa e inmoral, es absolutamente incompatible con la perspectiva de
construcción de Paz en nuestra patria.
No les escribo con ninguna aspiración personal. Los invito a aunar fuerzas para
salvar el proceso de paz. Por virtud del Acuerdo Final y las decisiones de mi
partido, tenía la responsabilidad de estar junto a ustedes respaldando la paz y la
reconciliación desde el legislativo, pero la inquina del hoy cuestionado Fiscal
General de la Nación, por ahora lo ha impedido. Pero en sus manos, señores
congresistas, están muchas acciones para avivar nuevamente un proceso de paz
que indudablemente se halla en grave crisis.
Valorando en buena estima sus visitas a varios ETCR, los invito también a ir a las
cárceles, -no para hablar conmigo-, sino para que conozcan la tragedia
humanitaria de 382 excombatientes que tras casi 2 años de la expedición de la
Ley de Amnistía 1820, aún siguen en prisión. Sin duda uno de las situaciones más
indignantes e injustas, es la sufrida por la compañera “Sonia” en el Buen Pastor de
Bogotá, quien continúa privada de su libertad contra todo derecho, luego de 13
años en las mazmorras norteamericanas, a donde fue enviada y condenada sin
prueba alguna con un montaje similar al que crearon contra Simón Trinidad y
contra mí mismo, y por ello, se vio obligada a entrar en huelga de hambre junto a
16 prisioneras el pasado 11 de noviembre.
Quiero ratificar ante ustedes y ante el país que soy inocente de los cargos que me
han imputado. Quiero reiterarles que tras el montaje a 2 manos de la DEA y la
Fiscalía General de la Nación, solo hay la nefanda pretensión de dinamitar el
proceso de paz y esparcir la cizaña de la inseguridad jurídica entre los
excombatientes. No es momento para olvidar, que estoy preso por obra y gracia
del Fiscal Martínez Neira, que fue la “Celestina” jurídica de la corrupción de
Odebrecht, y artífice de múltiples “falsos positivos judiciales” contra el proceso de
paz que progresivamente han ido develando su farsa: contra la familia Mora Urrea,
contra los hermanos Falla, en el caso de Surtifruver, entre tantos otros más. Lo
digo sin eufemismos: un mentiroso pertinaz sin ninguna estatura moral, ha
destruido las confianzas y tiene hoy en vilo, sin prueba alguna de sus acusaciones
temerarias e injuriosas, años de esfuerzos conjuntos de diálogo y construcción de
paz. El derecho síntesis, está amenazado por la síntesis de los males de nuestro
sistema político.
Ustedes y el país saben que cuentan en mí, con un soldado de la paz con justicia
social, presto como siempre a trabajar conjuntamente por la reconciliación de
nuestra patria, y abierto a apoyar lo que la Comisión de Paz estime conveniente,
ávido de conocer su respuesta y de hacer los intercambios que se requieran en
pos de consolidar el proceso. No permitan que se marchite la frágil rama de olivo
de la paz, sin que siquiera fructifique. No dejemos que estos años de esfuerzo
sucumban, lanzando lo conquistado en La Habana al inmenso abismo de los
armisticios fracasados que llenan nuestra historia. Trabajemos por salvar la paz.