Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DEL AMOR
____________________________________________________
A rreg u i / Benedetti
C o n teris/D ía z
M aggi/M artínez M oreno
O n etti/Paganini
Prólogo: Arm onía Som ers
29 Edición aumentada
© 1971 A rc a E d ito ria l
C olonia 1263. M ontevideo
Q u e d a hecho el d epósito q u e m a rc a l a ley
Im preso en U ru g u a y - P rinted in U ru g u a y
LA OTKA
MITAD DEL AMOR
A rreg u i/ Benedetti
Cositeris/D iaz
M aggi/M artinez M oreno
O netti/Paganini
bolsilihros A R C A 50
P R O L O G O
7
no universal (Juan Carlos Onetti, Matías el telegrafis
ta); y a punto de volver a atarse al cuello el
hizo que el propio verdugo le ha aflojado (Alberto
Paganini, Retrospectiva del' amor), la novela había
dado su vuelta redonda. Sólo le faltaba para quedar
compuesta echar mano a alguna triquiñuela'del oficio a
trn de que un solo hombre, transfigurándose en cada hito
de la peripecia, pudiese estam par -m o jad a en esa mez-
fondnPd ! í ST 6n y q u e q u ed a al
ondo del cahz— la consabida firma.
munl?0’ -5“1 embaiS°- ya no tan susceptible de experi-
" ° ? T i Para Cl V¡r£osismo creador,
surgía en la zona donde hasta la novela term inada res
guarda sus misterios, Y ello consistía en preguntarse si
narTa’Seen
nana m„°e?t10S ^
estos cuentos. ^ dfeenda ™ «*P^
Sabido es que existió y existirá siempre para todas
las cosas ^que impliquen un riesgo el recurso del “perro
piobador , se trate del veneno de los Borgia, de la fiebre
espacial o de los injertos de órganos. Pero el perro ca-
c o L e l 'm l SU! , mr 0rÍaS desde d0S Sexos Sucesivos,
como el Orlando d e Vu-ginia Woolf, aún no ha nacido
Y entonces no hubo mas recurso que el de confrontar Y
sucedió que La mitad del amor contada por seiTm „V
d tL e S de^eda^no0 W d ^ á
s S s
volver trasquilados uno
í s s
& a *g 5 un ** Por lana y
í
asquxlados, una apariencia de dicotomía .amoro-
8
sa que el amor .practicado echaba al desván de los tras
tos viejos.
Pero, a pesar de todo, qué duro y falto de compa
sión deja las cosas en ese punto muerto de la experien
cia. Los relatos estaban allí como heridas de un solo
cuerpo, es claro, el cuerpo del amor entero. Tras cada
uno, en su absoluta soledad, en desmañada confesión, se
desgarraba un hombre. Y entonces fueron vueltos suce
sivamente a su condición autónoma y primigenia. Só
lo que empezó a parecer tan redundante y gratuito el
invento de un infierno ulterior y por añadidura, cuan
do los que amasen a esas mujeres de tan distinto
pelo? tacto de piel, calor de sexo y calidad de alma, ten
drían la totalidad de sus deudas saldadas en este m un
do.
Armonía Somers