Como seres humanos, somos conscientes de la trascendencia individual y social del
trabajo en tanto aplicación de nuestras potencias físicas y espirituales, pues obedece a
nuestra vocación personal como medio de realización y manifestación de dignidad frente a los demás seres. Fueron los hechos del siglo XIX como la Revolución Industrial y la Cuestión Obrera los que propiciaron (después de manifestaciones, sabotajes y huelgas al interior de las fábricas) la regulación jurídica de la mencionada actividad humana, dando origen a lo que después se denominaría como Derecho del Trabajo o Derecho Laboral. A consecuencia del grado de protección concedido por el Derecho del Trabajo, muchos empleadores, en perjuicio del trabajador, actuaron fraudulentamente en diversas formas para evitar su aplicación, por lo cual surge el principio de primacía de la realidad destinado a privilegiar los hechos por encima de las formas para reconocer la existencia del contrato de trabajo.