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La memoria es un juego
de espejos internos-externos.
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Cuando uno no acepta las cosas en forma natural, se comienza a estrellar contra el
fruncen la ceja, tuercen la boca y lanzan una mirada severa y amenazadora, esos son
los enojones. Se alteran fácilmente, son como viej@s militares, les encanta dar
órdenes: ¡Ven acá, haz esto, que vuelvas te digo! ¡Ve a poner eso a su lugar! ¡Te he
dicho mil veces que…! Etc. Cada vez que hacen coraje se ponen colorados de un modo
que parece que les va a dar un infarto al miocardio. Cuando se ponen furios@s l@s
subir el tono de la voz, le sacan la factura a uno de toditos los pendientes (como si
fuese un(a) perdonavidas), chillan de cólera en cada palabra para humillar a los
demás, para ultrajar y ponerlos en vergüenza ante los otros; por lo común lo hacen
con inocentes y no inocentes. En fin, los enojones envejecen pronto, no sólo porque no
aflojan el arnés que detiene la lengua, sino que tanta severidad y actitud despótica
para el regaño, que endurecen tanto el corazón, que pronto se les engangrena la
percepción.
Los enojones todo lo critican, al acostumbrarse a tal manía de crítica, se vuelven
duros, estrictos con quien sea o el mundo exterior. Ante tal severidad de carácter, se
les endurece el corazón. Hasta corren el riesgo de volverse cínicos y verdugos de sus
semejantes. En ellos nada parece estar bien, siempre habrá un “pelo de gato en la
la tolerancia.
He observado durante toda mi vida, que los espíritus coléricos toman alcohol,
café y cigarro como una necesidad cotidiana. Claro, hay abstemios que son más
terribles de coléricos. Pero en general, son adictos a una lista increíble de asombrosos
trastornos, como la de no dormir bien (trastornos de sueño). Sí, los enojones duermen
regodea el ego, pues a pesar que discuten por teléfono, carta o de cara con alguien, el
otro se queda perplejo, sin decir “esta boca es mía”, pero si la flema del veneno del
otro reacciona o cae presa del juego del enojón para defenderse de “igual a igual”,
cáncer del resentimiento se les injerta en el alma. Lo más frecuente es que dejan de
hablarle al otro o los otros. Las palpitaciones violentas y brincos del corazón alteran
todo el organismo por cada coraje que se infringen a sí mismos. Es decir, diseñan una
muerte futura espantosa, sufrida, jodida y de una gigantesca lástima. Y es que son
tantas las veces que pierden el juicio los enojones, que parece que ya lo tienen
extraviado.
Como l@s enojones reaccionan como gas butano ante cualquier chispa, son
respondones: ¿qué me miras? ¿por qué te has ido? ¡Ya no me hables!, etc. ¡Ah!, y la
frase mágica de ell@s: ¡A ti qué te importa! Por eso son verdugos de la intranquilidad
meridiana y tiranos despechados de sus miserias, carencias y demás vacíos, entonces
se atrincheran con cualquier motivo como pretexto para crear y generar problemas,
broncas y dificultades. Por eso tienen el rostro duro de palo. Lo que quieren en el
fondo l@s enojones es que se les de su lugar, se les tome en cuenta, en fin, desean ser
aceptados por alguien, por algún grupo, etnia, institución, club o cualquier otra
admitidos a nivel psicológico no sólo implica ser acogidos en el seno materno, sino que
sientan que “por fin encuentro a quien me entiende y me considera”. Como desde a
reaccionan agresivamente y por impulso instantáneo, por eso son violentos, luego son
en una hormiga, en un simple ¡hola!, ¿qué tal?, pueden sentirse apuñalados. Siempre
interpretan las cosas con una actitud a la DEFENSIVA: escuchan aquello que no lo es,
interpretan todo lo contrario a lo dicho, siempre quieren manipular y llevar las riendas
en asuntos domésticos, dar órdenes y no hacer nada. Por eso son sordos, sólo
escuchan lo que su enfermedad les dicta, no lo que dijo realmente el otro. De ahí que
desgraciadas!, como dice una querida amiga. Siempre los escuchamos gruñir entre
dientes cuando algo no les parece. Y realmente son desgraciadas porque perdieron o
ratos, es porque la vida trata de regresarlos a su seno. Para todo, cuando se traban
del coraje, se hinchan como sapos y echan maldiciones, rayos y fuego por la boca.
Difícilmente l@s enojones conocen el secreto más preciado del corazón: la paz.
orgullosos de sus tretas, que es ahí precisamente lo que los hace caer, y no
precisamente en el infierno, sino caer de bruces con todo su orgulloso ego. Se dan
demasiada importancia personal. Cuando no se les toma en cuenta, ahí andan como
almas en pena, buscando a quien zarandear, con quien pelear y darse de mentadas,
corajes y patadas. Por eso, les causa náusea el silencio y la soledad. No soportan estar
solos y callados. Prefieren el escándalo, el ruido, la bulla y todo aquello que l@s pueda
aturdir más. Sin embargo, la cura ideal para tales enfermos del enojo es precisamente
el silencio y la soledad. En el fondo de nuestra alma hay un silencio que nos sacrifica,
hasta nos usa para cerrar cualquier tristeza pendiente. L@s enojones no duermen
bien por falta de silencio interno (mente loca que gira de ideas, preocupaciones y líos).
A duras penas el poco sueño que tienen lo consiguen. Como por lo común padecen de
L@s enojones gritan para sentirse fieros como leones, rugen para pronunciar su
autoridad ante su escasa fragilidad. La verdad, aparentan ser unos monstruos, pero
son tan frágiles, que lloran mientras nadie los mire. Realmente sufren mucho, pero se
han sufrido mucho, pero no escarmientan. Se tragan el honor y todo el sulfuro de sus
corajes, claro, con un chorro de bilis extra, con tal de que se les escuche. Es como si
critican, lo enjuician, son quisquillosos, nada les parece, nada parece satisfacerlos.
Insatisfechos de todo y de nada, se desviven con esa tendencia instintiva por inmolarlo
todo, destruirlo todo, arrasarlo todo bajo la hoguera de sus venganzas. Todo para sus
ojos tiene un defecto, una imperfección, un hueco y algo más que no les parece. En
este nivel de enfermedad, el trastornado de enojo logra algo que le es difícil ver: todo lo
reflejo de sí mismo, y a corto o largo plazo, una enfermedad futura, o le agrega más
densidad a la que ya tiene. De ahí que todo parece cansarlo. Por eso se la pasan toda
gracias. “No veas la paja del vecino ajeno, sino la viga que tienes enterrada”. Cada
quien puede aplicarse ésta vacuna, pero las dosis parecen no ser suficientes. También
dicen l@s enojones: ¡Nada de esto hubiera ocurrido a no ser por fulano, zutana,
perengano!, etc. Son unos profesionales comisarios para repartir responsabilidades
sigan irrefutables como el tumor inmenso del dolor humano, resultará más complejo
aliviar esa pena de l@s enojones. Y es que cuando uno está infectado de esa reacción
su orgullo. L@s enojones son sensibles a las imposiciones de lo que lo rodea, del
mundo en que se vive, de lo que ha tocado en suerte creer e interpretar. Como le duele
el mundo, por lo tanto, le revienta la circunstancia. Para l@s enojones todo le parece
turbio, sucio y canalla. ¿Por qué se detectan sensibles con esa facilidad de pólvora e
que el mundo, según el tipo de enfermo, están hasta la saciedad de repeticiones sin
encrucijada en que se encuentran metidos l@s enojones resulta peligrosa, porque han
trampas, pero sin embargo, ésta es una de las trampas más sofisticadas del
John Lennon decía que “la vida es lo que te sucede mientras estás ocupado
haciendo otros planes”. Y l@s enojones se desviven haciendo planes sin vivir el
presente. Desvelados por el arrebato de un tiempo que nunca está ni estará, sueñan
despiertos mientras siguen con los estragos de sus biografías. Desconocen el mundo
¿Qué se hace cuando nos enfrentamos con l@s enojones en nuestras circunstancias?
Sólo podré decirles una revelación que tuve el jueves 20 de septiembre a las 8:59 de la
mañana mientras iba en el pesero rumbo a la calle Barranca del Muerto: “Vivimos
hechizados bajo una poderosa ilusión de una ficción eterna”. Cuando descubrí esto en
mi conciencia, de inmediato supe, entre otras cosas, de qué sentimiento esclavo viven
l@s enojones. Pero como dicen las cartas del Tarot: “no debe uno dejar de callar mas
que cuando tenga algo que decir que valga más que el silencio”.