Está en la página 1de 11

CONCEPTO.

Alzamora Valdez manifiesta que para que pueda nacer la obligación del juez de
proceder sobre las demandas, se requieren algunas condiciones que se llaman
Presupuestos Procesales.

Chiovenda, citado por Carlos Matheus, define a los Presupuestos Procesales


como las condiciones necesarias para conseguir una sentencia cualquiera, sea
favorable o desfavorable a una parte, o como condiciones necesarias para que
la relación jurídica procesal o el proceso civil se desarrolle o constituya
normalmente, es decir, con eficacia.

Para Monroy Gálvez, los Presupuestos Procesales son los requisitos esenciales
para la existencia de una relación jurídica procesal válida.

Tico Postigo manifiesta que fluye del Código Procesal Civil que el proceso es
sinónimo de relación jurídica procesal .( Art. 465 del C.P.C.). Además, agrega el
autor, atendiendo a la naturaleza de dicho tipo de relación jurídica que es
procesal y por ende diferente y autónoma de la relación jurídica sustantiva.

Aclara que la relación jurídica procesal está formada entre las partes y el juez,
existiendo de por medio intereses probados que requieren ser solucionados,
pero por intervenir el Juez administrando justicia a nombre de la nación, la
relación procesal tiene carácter público. En suma, para Ticona Postigo, la
relación jurídica procesal está regulada en el C.P.C. y equivale al proceso en sí,
por lo que el proceso es una relación jurídica procesal y ésta a su vez se forma
entre las partes y el Juez, teniendo por base a los Presupuestos Procesales y a
las Condiciones de la acción.

Bulow consideró que los Presupuestos Procesales son condiciones para que se
consiga un pronunciamiento cualquiera sobre la demanda, sea éste favorable o
desfavorable. De esta afirmación, Alzamora Valdez concluye que si no se cumple
cualquiera de los Presupuestos Procesales, no existe relación jurídica procesal.
Sin embargo, Monroy Gálvez indica que la falta o defecto de un Presupuesto
Procesal no significa que no hay actividad procesal, sino que la ejecución de ésta
se encuentra viciada. Esto es tan cierto –dice el autor- que sólo se detecta la
falta o defecto de un Presupuesto Procesal al interior de un proceso, es decir,
durante su desarrollo. Monroy agrega que conviene precisar que si bien un
proceso está viciado, si se inicia con ausencia o defecto de un presupuesto
procesal, puede presentarse el caso que se inicia válidamente, sin embargo,
bastará que en cualquier momento desaparezca o defecciones un presupuesto
procesal para que la relación jurídica procesal que empezó bien se torne viciada
desde ese momento en adelante.

DETERMINACION DE LOS PRESUPUESTOS PROCESALES.

No es suficiente que el actor presente su demanda ante un organismo


jurisdiccional para que el proceso se constituya y desarrolle validamente, sino
que es imprescindible que se cumpla con determinados requisitos mínimos para
que una relación jurídica procesal nazca validamente. Ya hemos dicho que ha
dichos requisitos Bulow los denominó Presupuestos Procesales, denominación
que prácticamente ha sido acogida en forma unánime por la doctrina.
En efecto –indica Guasp, citado por Carlos Matheus-, dichos requisitos o
condiciones que ha de reunir el proceso para considerarlos válido, ¿se ha
referido a este objeto de conocimiento (proceso) en su totalidad, o por el
contrario, su estudio comprende también el de los actos procesales singulares
que lo integran? Se habla sí de Presupuestos Procesales singulares o especiales
y generales, según se tenga en consideración uno u otro supuesto; sin embargo,
la orientación de doctrina predominante se inclina por la consideración general.

Siguiendo los lineamientos esbozados por el Dr. Eduardo B. Carlos, corresponde


ahora señalar, para una mejor comprensión, cuáles son o qué situaciones
alcanzan los referidos presupuestos procesales. En primer lugar –dice el autor-,
no puede darse proceso válido si no existe un órgano con poder jurisdiccional
(Juez o Tribunal) con aptitudes subjetiva y objetiva para resolver una litis
(competencia). En segundo término se ha de dar una demanda formal y
regularmente presentada, es decir, conforme con los requisitos preordenados
por la ley procesal, por la que se ejercita el derecho de acción. Por último, es
menester que esa demanda se ejercite se dirija por o contra una parte que tenga
capacidad de tal, para realizar actos procesales válidos, o sea que se dé una
capacidad de obrar o de ejercicio (legitimidad ad procesum).

Para otros autores, la demanda solamente tendría aquel carácter, pues por ella
se ejercita la acción que es la que da nacimiento y vida al proceso. Sin embargo,
la mayoría de los autores reconocen en los apuntados, los únicos requisitos para
que se dé un proceso válido, por ello si falta alguno de los mismos, se ha de
declarar su invalidez. La circunstancia de que no pueda entrarse al examen del
mérito o fondo de la causa, cuando el Juez va a dictar sentencia, sin que
previamente se expida sobre los denominados presupuestos procesales, toda
vez que ya sea de oficio o a petición de parte, él mismo ha de decidir acerca de
su concurrencia, constituye el motivo por el cual algunos tratadistas,
preferentemente germanos, sostengan que tales presupuestos lo son de la
sentencia de fondo porque no se llega a ésta sin la previa solución de aquellos.
Empero, no obstante tales criterios, se ha de concluir que la competencia del
órgano jurisdiccional, la capacidad procesal de las partes y la promoción de una
demanda regularmente presentada, constituyen los referidos presupuestos
procesales, los que si no se han cumplido obstan a que se dicte una sentencia
sobre el fondo.

Pacíficamente –dice Monroy Gálvez- se admite como Presupuestos Procesales


la Competencia, la Capacidad Procesal y los Requisitos de la Demanda.

A continuación realizaremos un breve estudio de cada uno de los presupuestos


procesales mencionados, en cuanto a su contenido y delimitación.

A. La Competencia.

1. Concepto.

Es necesario indicar que la jurisdicción es la facultad que concede el Estado a


todos los jueces. En tal sentido, todo juez ejerce jurisdicción, pero no todo juez
es competente para el conocimiento de cualquier caso; el juez ejerce jurisdicción
dentro de los límites de la competencia.
Ticona Postigo considera que la competencia es el deber y el derecho que tiene
cada juez (órgano jurisdiccional), según criterios legales, para administrar justicia
en un caso determinado, con exclusión de otros.

Para Monroy Gálvez la competencia es el ejercicio válido de la jurisdicción, es


decir, es la expresión regular, concreta y autorizada de un órgano jurisdiccional
respecto de un caso concreto. La competencia es una institución procesal cuyo
objetivo es hacer más efectiva y funcional la administración de justicia.

Afirma Pedro Sagástegui que la jurisdicción es el género, mientras que la


competencia viene a ser la especie; todos los jueces tiene jurisdicción, pues tiene
el poder de administrar justicia, pero cada juez tiene competencia sólo para
resolver determinados asuntos.

2. Clasificación.

No nos corresponde ampliarnos en este tema, sin embargo es necesario indicar


que la distribución del trabajo entre los distintos órganos judiciales obedece a
determinados criterios, siendo tres los fundamentales: criterio territorial, criterio
objetivo (materia, cuantía), y criterio funcional.

Todas las disposiciones generales sobre competencia, contenidos en el capitulo


I del Titulo II del C.P.C., de una u otra forma están relacionados con los tres
criterios descritos. En efecto, el criterio territorial se expresa a través de los
artículos 14 al 27; el criterio objetivo se expresa en los artículos 5 al 9 y 34
(materia) y del 10 al 13 (cuantía); criterio funcional se plasma a través de los
artículos 28 al 33, respectivamente.

De los criterios que determinan la competencia, los relacionados con la materia,


la cuantía y el grado son impuestos por la norma con carácter definitivo e
inmodificable, ni siquiera por las partes, por lo que suele decirse que conforman
la llamada competencia absoluta. Sin embargo, por razón de territorio conforma
la competencia relativa, esto es así porque ha sido prevista en favor de la
economía de las partes, por esa razón puede ser convenida en sentido distinto
por las partes o incluso admitida en contrario por una de ellas, con lo que
después ya no se puede discutir su incumplimiento. Esto último se conoce con
el nombre de prórroga de la competencia.

3. Excepción de Incompetencia.

Siguiendo a Elvito Rodríguez, el Juez debe ser competente en atención a los


distintos elementos que determina la competencia. En caso de no serlo, y el Juez
no lo declara de oficio, se puede interponer la excepción de incompetencias, la
misma que se encuentra contemplada ene el inciso 1 del artículo 446 del C.P.C.

La excepción de incompetencia es el instituto procesal que denuncia vicios en la


competencias del juez, siendo procedente cuando se interpone una demanda
ante un órgano jurisdiccional incompetente, es decir que no está facultado para
conocer el asunto litigioso presentado, sea por razón de materia, la cuantía y el
territorio (en este último caso cuando es improrrogable). Puntualizamos que,
pese a no ser invocada como excepción, puede ser declarada de oficio la
incompetencia en cualquier estado y grado del proceso (así lo ordena el primer
párrafo del artículo 35 del C.P.C.). Tal declaración oficiosa es dable tratándose
de irregularidades que afecten la competencia absoluta, atendiendo a su
importancia y al hecho de que sus reglas son de orden publico.

Inexplicablemente la excepción de incompetencia no opera tratándose de


cuestionamiento de la competencia funcional. Así lo indica el tercer párrafo del
artículo 35 del C.P.C, no obstante señalar además, en forma contradictoria, que
la incompetencia podrá ser declarada de oficio o a petición de parte hasta antes
de expedirse el auto de saneamiento procesal.

3.1. Naturaleza Jurídica.

Siendo la competencia una figura estrictamente procesal, el medio para


evidenciar la falta de ella –la excepción que analizamos- constituye, a su vez,
una institución de idéntico carácter.

La excepción de incompatibilidad es de naturaleza dilatoria, pues nada impide al


demandante, cuando se haya declarado fundada y, por ende, dispuesto la
conclusión del proceso, interponer nuevamente su demanda ante el órgano
jurisdiccional competente. En consecuencia, dicha excepción no anula el
ejercicio del derecho de acción.

De acuerdo con Ferrero, esta excepción está dirigida a advertir la falta de un


presupuesto procesal, en el caso de la incompetencia absoluta, y a hacer cumplir
las reglas de la competencia, en el caso de incompetencia relativa.

3.2. Consecuencia Jurídica.

En principio, el juez calificará improcedente la demanda si carece de


competencia, atendiendo a lo preceptuado en el artículo 427, inciso 4 del CPC.
si pese a ello la admite, entonces cabe proponer la excepción correspondiente.

Si la excepción de incompetencia es declarada infundada, se declarará, además


saneado el proceso (tercer párrafo del Art. 449 del CPC.).

Cuando es declarada fundada esta excepción, una vez contenido y ejecutoriado


el auto respectivo, el cuaderno en que se tramitó es agregado al principal,
produciéndose como efecto la anulación de lo actuado y la conclusión del
proceso, en estricta observancia del Art. 451, inciso 5 del CPC., concordante con
el segundo párrafo del numeral 35 del mismo código.

De haber concurso de excepciones, si entre las propuestas figura la de


incompetencia y la declara fundada, el juez se abstendrá de absolver las demás
(Art. 450 del CPC.)

B. Capacidad Procesal de las Partes.

1. Capacidad.

Messineo –citado por Carlos Matheus- escribe que el principal atributo de la


personalidad del sujeto y de su existencia para el derecho, está constituido por
su capacidad jurídica o capacidad de derecho, que es la aptitud o idoneidad para
ser sujeto de derechos subjetivos en general.
En este sentido, la capacidad jurídica la tiene toda persona, sin necesidad de
que esté dotada de una voluntad reflexiva.

La capacidad es la aptitud o posibilidad de ser partícipe de todas las situaciones


jurídicas contempladas en el derecho positivo, y se adquiere con el nacimiento e
inclusive con la concepción, pues el concebido es sujeto de derechos para todo
cuanto le favorece, aunque la atribución de derechos patrimoniales está
condicionada a que nazca vivo (Art. 1 del C.C.).

1.1. Clases de Capacidad.

a. Capacidad de Goce. Esta clase de capacidad viene a ser la posibilidad o


habilitación para ser titular de relaciones jurídicas y es inherente a toda persona
humana, sin distinción.

b. Capacidad de Ejercicio. Constituye la aptitud para ejercer derechos y ser


sujeto de obligaciones por uno mismo, es decir, sin ser asistido por otro individuo.

Fernández Sessarego la entiende como la posibilidad o aptitud del sujeto de


derecho de ejercer por sí mismo los derechos de que goza en cuanto persona.

2. Definición de Parte.

Carnelutti afirma que la palabra parte tiene un doble significado: para evitar
confusión, al sujeto de la litis se le denomina parte en sentido material, y al sujeto
del proceso se le llama parte en sentido procesal.

La noción de parte, dentro de la moderna ciencia procesal, posee básicamente


dos enfoques que buscan definirla a plenitud. Uno primer, para el cual la parte
puede coincidir o no con el sujeto de la relación jurídica sustantiva, objeto del
proceso, siendo para esta postura un concepto puramente procesal. Y uno
segundo, que considera que parte no es sólo el sujeto del proceso, sino también
el sujeto de la relación jurídica sustancial objeto de este último, constituyendo
para este criterio un concepto no sólo procesal, sino también material.

El concepto de parte – dice Marco Tulio Zanzucci- es un concepto


exclusivamente procesal: deriva del concepto de relación jurídica procesal. Parte
es quien precisamente, en nombre propio, actúa o contradice en el proceso, o
en cuyo nombre se actúa o se contradice.

Agrega este autor que parte son los sujetos activos y pasivos de la demanda
judicial, o sea los sujetos que provocan a aquellos frente a los cuales es
provocada la constitución de la relación jurídica procesal.

Sin embargo, siguiendo la doctrina, son plenamente diferenciables la capacidad


para ser parte y la capacidad para estar en juicio, es decir la capacidad procesal,
resultando distintos ambos conceptos, tal como veremos a continuación.

2.1. Capacidad para ser parte.

La capacidad paras ser parte se refiere a la aptitud para ser titular de los
derechos, cargas y obligaciones que se derivan de la realidad jurídica que es el
proceso. Estamos aquí ante el correlativo de la capacidad jurídica, la cual
corresponde a todo aquel a quien el ordenamiento le reconoce o le otorga
personalidad jurídica, capacidad para ser titular de derechos y obligaciones.

Podría quedar fijado el concepto de capacidad para ser parte como aquella
capacidad que se le reconoce a todo el que posee capacidad jurídica o lo que es
lo mismo la capacidad de goce, pudiendo ser por ello sujeto de una relación
jurídica procesal y con ello titular de los derechos, cargas y obligaciones que se
derivan del proceso , correspondiéndole tal aptitud a las personas naturales y
jurídicas, así como a ciertos grupos organizados y patrimonios autónomos.

Nuestro CPC., en su artículo 57, más que definir la capacidad para ser parte,
detalla los sujetos a los cuales les pertenece tal aptitud.

Alberto Hinostroza Mínguez afirma que el hecho de que toda persona tenga
capacidad paras ser parte material en un proceso tiene su fuerte en el artículo 3
del Código Civil, referido a la capacidad de goce de los derechos civiles.

2.2. Capacidad Procesal.

Podemos iniciar este punto afirmando que si la capacidad para ser parte es el
correlativo de la capacidad jurídica, la denominada capacidad procesal (o
capacidad para comparecer en juicio, capacidad para obrar procesal, capacidad
de actuación procesal) es el correlativo de la capacidad de ejercicio. En este
orden de equivalencia –no de identidad-, esta segunda capacidad alude a la
aptitud para realizar válidamente actos procesales, pues la sola capacidad para
ser parte no basta para tener plena aptitud como parte en un proceso.

Como no todos los que poseen capacidad jurídica tienen también capacidad de
obrar, vale decir, de ejercer sus propios derechos, así también no todos los que
poseen la capacidad para ser parte tienen también la capacidad de estar en
juicio, es decir de promover el proceso o de defenderse en este, de cumplir actos
procesales validos.

Goldschmidt –citado por Carlos Matheus- indica que capacidad procesal es la


capacidad para realizar actos procesales , es decir la capacidad para llevar un
proceso como parte, por sí mismo o por medio del apoderado procesal a quien
se le haya encomendado.

Para Monroy Gálvez la capacidad procesal es la aptitud para ejecutar actos


procesales válidos por parte de los elementos activos de la relación jurídica
procesal (el Juez, las partes, los terceros legitimados y los órganos de auxilio
judicial).

Este reconocido procesalista agrega que se le identifica con la capacidad civil de


ejercicio. La capacidad procesal es decidida y delimitada por la propia norma
procesal en atención a la existencia y necesidad de una determinada vía
procedimental, así una madre menor de catorce años puede demandar
alimentos para su hijo, aun cuando sea incapaz absoluta, desde una perspectiva
civil.

En conclusión, podemos decir que la capacidad procesal es la aptitud de realizar


activa o pasivamente actos jurídicos procesales con eficacia, en nombre propio
o por cuenta ajena, que poseen las personas que tienen el libre ejercicio de los
derechos que en el proceso se hacen valer, siendo este concepto el reflejo
procesal de la capacidad de obrar en el derecho civil y, por ende, necesaria la
remisión a este último para conocer en el caso concreto sus alcances. Sin
embargo esta correspondencia no es absoluta, puesto que se admiten algunas
excepciones.

La capacidad procesal implica el ejercicio de tres derechos: comparecer ante el


Juez por su propio derecho, comparecer ante el Juez en nombre de otro y
hacerse representar voluntariamente.

Esta figura está regulada en el Art. 58 del CPC., el cual la denomina “capacidad
para comparecer en un proceso”.

C. Requisitos de la Demanda.

La demanda es el acto procesal que da inicio al proceso. Para Ticona Postigo,


es la forma o modo cómo se ejercita el derecho de acción, por lo tanto, entre
acción y demanda existe una relación de derecho a ejercicio de derecho. Agrega
este autor que, con la sola presentación de la demanda tiene lugar el inicio de la
relación jurídica procesal, pues la presentación importa el ejercicio de un derecho
procesal por parte del demandante.

La demanda es de naturaleza compleja, pues es a la vez: acto iniciador del


proceso, ejercicio inicial del derecho de acción, apertura la instancia, es el acto
principal del actor, es un acto de petición y postulación; sin embargo, como todo
acto procesal, la demanda no puede ser una manifestación del “estilo personal”
– indica Nelson Ramírez-, sino que debe cumplir con los requisitos que señala la
ley.

Monroy Gálvez explica que, quien ejercita su Derecho de acción y lo viabiliza a


través de su demanda, debe cumplir con un conjunto de requisitos al momento
de su interposición. Algunos de estos requisitos son de forma y regularmente
consisten en la obligación de acompañar anexos a la demanda o acompañar a
ésta de algunas formalidades que la hagan viable (la firma del abogado, las tasas
correspondientes son un ejemplo de ello). Por otro lado, hay algunos requisitos
llamados de fondo, porque son intrínsicos, es decir, están ligados a la esencia
de la demanda como acto jurídico procesal (así, identificar con precisión la
pretensión, precisar la calidad con la que se demanda, plantear debidamente
una acumulación, etc.)

El incumplimiento de los requisitos legales origina el rechazo de la demanda. Sin


embargo, es lógico considerar que tal incumplimiento, en todos los casos, no
genera el mismo efecto. Es así que nuestro CPC. permite la subsanación de los
requisitos de forma (Art. 426); en cambio, cuando hay omisión o defecto de un
requisito de fondo, autoriza la declaración motivada de improcedencia y
consiguiente conclusión del proceso.

Ticona Postigo manifiesta que, normalmente –aunque esto no es absoluto- los


requisitos de forma se refieren a la demanda en general, y los requisitos de fondo
a la pretensión en particular. Agrega que los artículos 424 y 425 del CPC. regulan
los requisitos generales de la demanda para todo tipo de procesos contenciosos
y también el Código señala los requisitos para iniciar determinados procesos.

1. Inadmisibilidad de la demanda.

Siguiendo a Nelson Ramírez Jiménez, una demanda será declarada inadmisible


cuando no tenga los requisitos legales (por ejemplo, no se enumeran los hechos
o se indica el domicilio personal del actor), o cuando no se acompañan los
anexos exigidos por la ley, o si el petitorio es incompleto o impreciso, o cuando
la vía procedimental propuesta no corresponde a la naturaleza del petitorio.

Devis Echandía indica que se inadmite la demanda cuando le falta algún


requisito o un anexo o tenga algún defecto subsanable y con el fin de que sea
subsanado en el término que la ley procesal señale.

Si la omisión o defecto en que se incurre es superable, el juez ordenará la


subsanación en un plazo no mayor de diez días, y si así no se hiciere, se rechaza
la demanda y se ordena el archivo del expediente.

2. Improcedencia de la Demanda.

El juez, en este juicio, analiza y verifica si la pretensión tiene todos los requisitos
intrínsicos o de fondo, si constata que no los tiene, declarará improcedente la
demanda, pero si verifica que ésta contiene dichos requisitos, llegara a la
convicción que la demanda es procedente.

En el juicio de procedibilidad, lo que el Juez principalmente analiza y verifica es


que la pretensión propuesta por el actor, se hace valer en un proceso en donde
concurren los tres presupuestos procesales, además que la acción tenga las dos
condiciones, indica Ticona Postigo. Asimismo, agrega este autor que, el juicio
negativo de procedibillidad impide pasar, ulteriormente al juicio de fundabilidad.

Dada la naturaleza de las causas de improcedencia todas ellas referidas a


requisitos de fondo, según lo dispone el artículo 128 del CPC., es evidente que
no son subsanables, por lo que el rechazo de plano, sin conceder plazo alguno.
Pero es necesario aclarar que cuando el juez emite juicio de procedibilidad no
juzga la justicia de la pretensión, es decir que no declara si el actor es o no titular
del derecho que alega en su demanda, sino que simplemente examina si a la
pretensión propuesta le falta uno de sus requisitos intrínsicos, carencia o defecto
que precisamente va a impedir un pronunciamiento de mérito.

En definitiva, se declarará improcedente una demanda cuando no cumpla con


los requisitos que exige el artículo 427 del CPC. No obstante el orden estipulado
en el artículo, consideramos que lo primero que debe examinar el juez es si
resulta o no competente para conocer la demanda que se le presenta y en el
caso de que llegue a la conclusión de que sí lo es, pasará luego a examinar si
concurren o no los demás causales de improcedencia.

Advierte Ticona Postigo que si se da trámite a una demanda que no reúne los
requisitos que la ley exige, el proceso estará condenado al fracaso –a menos
que posteriormente se produzca una oportuna corrección- porque se trata de un
presupuesto procesal de estricto cumplimiento. Sin embargo, este autor
concluye de que no cualquier requisito previsto en los artículos 424 y 425 del
CPC. es presupuesto procesal, sino aquellos requisitos cuya carencia o defecto
llevaría inexorablemente al juzgador a una sentencia inhibitoria, o afecte
gravemente el derecho de defensa de la otra parte. En otras palabras, sólo
configurará presupuesto procesal el requisito que, omitido, imposibilite al juez en
la sentencia, pronunciándose sobre el fondo del litigio. Así, serían presupuestos
procesales que el petitorio sea completo y preciso, que exista conexión lógica
entre los hechos y el petitorio, que el petitorio fuese física y jurídicamente posible.

5. FORMA Y OPORTUNIDAD DE SU DECLARACION.

Si atendemos a las excepciones enumeradas en el Art. 446 del CPC., dentro de


las cuales encontramos, por ejemplo la de Incompetencia, la de Incapacidad del
Demandante o de su representante, entonces se impone lógicamente considerar
ahora si nuestra legislación procesal admite o no la existencia de los
denominados Presupuestos Procesales y si el juez está legalmente autorizado
para declararlos de oficio; o si por el contrario, ellos constituyen excepciones
dilatorias y, como tales, sólo pueden ser alegados por las partes.

Doctrinariamente, el examen de los Presupuestos Procesales, como que se ligan


íntimamente a la constitución regular de la relación jurídica procesal, debe
verificarse en una etapa preliminar. Según lo enseña Calamandrei, en todo
proceso se contiene una fase preliminar (que en ciertas legislaciones está
también formalmente separada del conocimiento sobre el mérito) en la que el
objeto de la indagación del juez no es la acción, sino que es el proceso: un
verdadero y propio proceso.

Fairén Guillén, citado por Carlos B., postula también para la legislación española,
la fijación de una audiencia preliminar, en la que el juez, de oficio, resolverá –
entre otras cuestiones- respecto de la concurrencia de los Presupuestos
Procesales.

Ticona Postigo dice que para una debida calificación de la demanda, es


necesario conocer previamente algunas categorías procesales como:

a. Los tres filtros o diques principales para verificar la existencia, constitución y


desarrollo válido de la relación procesal: la calificación de la demanda, la
resolución de las excepciones y el saneamiento del proceso;

b. Los exámenes y juicios que deben emitirse sobre la demanda y sobre la


pretensión: admisibilidad, procedencia y fundabilidad;

c. Los tres presupuestos procesales; y,

d. Las dos condiciones de la acción.

El autor citado agrega que los tres filtros mencionados tienen tres finalidades la
primera es procurar que el proceso se constituya y desarrolle válidamente, así
como verificar que no haya falta manifiesta de las dos condiciones de la acción,
para que el juez al expedir sentencia. La segunda finalidad para el caso en que
el juez constate un defecto u omisión subsanable, ordene inmediatamente que
sea subsanado por el litigante a quien corresponda tal actividad. La tercera
finalidad consiste en que si el juez verifica en cualquiera de estos tres filtros
principales la existencia de un defecto u omisión de carácter insubsanable,
procederá a declarar la nulidad de todo lo actuado y dar por concluido el proceso
o, en su caso, a declara improcedente la demanda.

Asimismo, Ticona Postigo manifiesta que los aspectos y materia que el juez debe
examinar y constatar en estos filtros no son idénticos; así: en el filtro de la
calificación de la demanda sólo verifica la concurrencia de algunos presupuestos
procesales y las dos condiciones de la acción; en el segundo filtro; resolución de
excepciones, constata –a petición de parte- la concurrencia de los tres
presupuestos procesales y de las dos condiciones de la acción; mientras que en
el tercer filtro, que es el saneamiento del proceso, el juez debe constatar:

a. Que tenga en manos un proceso existente,

b. La concurrencia de los tres presupuestos procesales, para tener un proceso


(o relación jurídica procesal) válidamente constituido,

c. Que se haya observado, hasta ese momento, las normas imperativas que
garantizan un debido proceso,

d. Que no existan otras causales de nulidad absoluta (insubsanable) y, para el


caso de verificar la existencia de causales de nulidad relativas, disponer lo
pertinente para la subsanación de los defectos u omisiones,

e. Constatar la concurrencia de las condiciones de la acción.

Recordemos que la Etapa Postulatoria tiene siete objetivos fundamentales, entre


los que figuran: A) Exigir preliminarmente el cumplimiento de los requisitos para
una relación jurídica procesal válida, y B) Sanear la relación jurídica procesal por
acto del juez o por exigencia de las partes. Concretamente, del artículo 465 del
CPC. se deduce que el juez, de oficio, y aun cuando el emplazado haya sido
declarado rebelde, expedirá resolución declarando: 1) La existencia de una
relación jurídica procesal válida; 2) La nulidad y consiguiente conclusión del
proceso por invalidez insubsanable de la relación, precisando sus defectos; o, 3)
La concesión de un plazo, si los defectos de la relación fueren subsanables,
según lo establecido para cada vía procedimental.

De todo lo expresado anteriormente concluimos diciendo que el juez podrá


declarar de oficio la inexistencia de los presupuestos procesales, de acuerdo con
la doctrina más autorizada –que es la que tiene en cuenta nuestro Código
Procesal Civil-, pero si así no lo hiciera, es decir, si es indispensable la oposición
del demandado, nos encontramos ante las denominadas excepciones dilatorias.

6. PRESUPUESTOS E IMPEDIMENTOS PROCESALES.

La doctrina germana designa con el nombre de impedimentos procesales a


aquellas circunstancias que obstan a la marcha del proceso, diferenciándolos de
los presupuestos procesales en cuanto a la forma o modo de su declaración: si
se efectúa de oficio, nos encontramos en presencia de los denominados
presupuestos procesales; si es a petición de parte, estamos frente a las
excepciones.
Al respecto, Ticona Postigo indica que los impedimentos procesales solamente
son examinados a instancia de parte, por el juzgador. Para este autor, en nuestro
Código, tienen la calidad de tales: el convenio arbitral (es renunciable expresa o
tácitamente: Ley General de Arbitraje, Art. 12), la prescripción extintiva (el Juez
no puede fundar sus fallo en la prescripción si ésta no ha sido invocada por la
parte: Art. 1992 del C.C.). Agrega que la competencia, según sea el caso
concreto, debe ser considerada en dos niveles: como presupuesto procesal y
como impedimento procesal. Explica que los presupuestos procesales –tal como
lo hemos visto anteriormente- son los requisitos mínimos que deben concurrir
para que la relación procesal se halle instaurada válidamente y, por tal razón
deben ser verificados o verificables de oficio y con mayor razón, a instancia de
parte), mientras que el impedimento procesal es oponible a instancia de la parte
interesada o del tercer legitimado (parte demandada o reconvenida) y, si la parte
no la propone, el proceso debe continuar su íter natural. En este sentido, será
impedimento procesal la incompetencia relativa.

7. PRESUPUESTOS PROCESALES Y CONDICIONES DE LA ACCIÓN.

Así como los presupuestos procesales son los elementos básicos para la
existencia de una relación jurídica procesal válida, hay otros elementos
trascendentes para el decurso normal del proceso, que son las denominadas
condiciones de acción.

Es necesario precisar que, mientras que la existencia de los presupuestos


procesales permite que la relación jurídica nazca y se desarrolle válidamente; las
condiciones de la acción son los requisitos procesales mínimos o imprescindibles
que permiten al juez expedir un pronunciamiento válido sobre el fondo del litigio.
Si una condición de la acción fuera omitida o se encontrara, pero de manera
imperfecta, el juez no podrá expedir sentencia refiriéndose a la pretensión
discutida, por lo menos válidamente, debido a que hay un defecto procesal que
se lo impide.

Taramona Hernández explica que no hay que confundir estas condiciones


procesales –se refiere a los presupuestos procesales- necesarias para la
existencia del proceso con las condiciones procesales para obtener una
sentencia la que puede ser favorable o desfavorable.

Ticona Postigo dice que, como norma general, el juez primero examina la
concurrencia de los presupuestos procesales y después las condiciones de la
acción. Esto significa que el juzgador no puede examinar las condiciones de la
acción si previamente no ha constatado que el proceso que está examinado es
válido.

También podría gustarte