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Alzamora Valdez manifiesta que para que pueda nacer la obligación del juez de
proceder sobre las demandas, se requieren algunas condiciones que se llaman
Presupuestos Procesales.
Para Monroy Gálvez, los Presupuestos Procesales son los requisitos esenciales
para la existencia de una relación jurídica procesal válida.
Tico Postigo manifiesta que fluye del Código Procesal Civil que el proceso es
sinónimo de relación jurídica procesal .( Art. 465 del C.P.C.). Además, agrega el
autor, atendiendo a la naturaleza de dicho tipo de relación jurídica que es
procesal y por ende diferente y autónoma de la relación jurídica sustantiva.
Aclara que la relación jurídica procesal está formada entre las partes y el juez,
existiendo de por medio intereses probados que requieren ser solucionados,
pero por intervenir el Juez administrando justicia a nombre de la nación, la
relación procesal tiene carácter público. En suma, para Ticona Postigo, la
relación jurídica procesal está regulada en el C.P.C. y equivale al proceso en sí,
por lo que el proceso es una relación jurídica procesal y ésta a su vez se forma
entre las partes y el Juez, teniendo por base a los Presupuestos Procesales y a
las Condiciones de la acción.
Bulow consideró que los Presupuestos Procesales son condiciones para que se
consiga un pronunciamiento cualquiera sobre la demanda, sea éste favorable o
desfavorable. De esta afirmación, Alzamora Valdez concluye que si no se cumple
cualquiera de los Presupuestos Procesales, no existe relación jurídica procesal.
Sin embargo, Monroy Gálvez indica que la falta o defecto de un Presupuesto
Procesal no significa que no hay actividad procesal, sino que la ejecución de ésta
se encuentra viciada. Esto es tan cierto –dice el autor- que sólo se detecta la
falta o defecto de un Presupuesto Procesal al interior de un proceso, es decir,
durante su desarrollo. Monroy agrega que conviene precisar que si bien un
proceso está viciado, si se inicia con ausencia o defecto de un presupuesto
procesal, puede presentarse el caso que se inicia válidamente, sin embargo,
bastará que en cualquier momento desaparezca o defecciones un presupuesto
procesal para que la relación jurídica procesal que empezó bien se torne viciada
desde ese momento en adelante.
Para otros autores, la demanda solamente tendría aquel carácter, pues por ella
se ejercita la acción que es la que da nacimiento y vida al proceso. Sin embargo,
la mayoría de los autores reconocen en los apuntados, los únicos requisitos para
que se dé un proceso válido, por ello si falta alguno de los mismos, se ha de
declarar su invalidez. La circunstancia de que no pueda entrarse al examen del
mérito o fondo de la causa, cuando el Juez va a dictar sentencia, sin que
previamente se expida sobre los denominados presupuestos procesales, toda
vez que ya sea de oficio o a petición de parte, él mismo ha de decidir acerca de
su concurrencia, constituye el motivo por el cual algunos tratadistas,
preferentemente germanos, sostengan que tales presupuestos lo son de la
sentencia de fondo porque no se llega a ésta sin la previa solución de aquellos.
Empero, no obstante tales criterios, se ha de concluir que la competencia del
órgano jurisdiccional, la capacidad procesal de las partes y la promoción de una
demanda regularmente presentada, constituyen los referidos presupuestos
procesales, los que si no se han cumplido obstan a que se dicte una sentencia
sobre el fondo.
A. La Competencia.
1. Concepto.
2. Clasificación.
3. Excepción de Incompetencia.
1. Capacidad.
2. Definición de Parte.
Carnelutti afirma que la palabra parte tiene un doble significado: para evitar
confusión, al sujeto de la litis se le denomina parte en sentido material, y al sujeto
del proceso se le llama parte en sentido procesal.
Agrega este autor que parte son los sujetos activos y pasivos de la demanda
judicial, o sea los sujetos que provocan a aquellos frente a los cuales es
provocada la constitución de la relación jurídica procesal.
La capacidad paras ser parte se refiere a la aptitud para ser titular de los
derechos, cargas y obligaciones que se derivan de la realidad jurídica que es el
proceso. Estamos aquí ante el correlativo de la capacidad jurídica, la cual
corresponde a todo aquel a quien el ordenamiento le reconoce o le otorga
personalidad jurídica, capacidad para ser titular de derechos y obligaciones.
Podría quedar fijado el concepto de capacidad para ser parte como aquella
capacidad que se le reconoce a todo el que posee capacidad jurídica o lo que es
lo mismo la capacidad de goce, pudiendo ser por ello sujeto de una relación
jurídica procesal y con ello titular de los derechos, cargas y obligaciones que se
derivan del proceso , correspondiéndole tal aptitud a las personas naturales y
jurídicas, así como a ciertos grupos organizados y patrimonios autónomos.
Nuestro CPC., en su artículo 57, más que definir la capacidad para ser parte,
detalla los sujetos a los cuales les pertenece tal aptitud.
Alberto Hinostroza Mínguez afirma que el hecho de que toda persona tenga
capacidad paras ser parte material en un proceso tiene su fuerte en el artículo 3
del Código Civil, referido a la capacidad de goce de los derechos civiles.
Podemos iniciar este punto afirmando que si la capacidad para ser parte es el
correlativo de la capacidad jurídica, la denominada capacidad procesal (o
capacidad para comparecer en juicio, capacidad para obrar procesal, capacidad
de actuación procesal) es el correlativo de la capacidad de ejercicio. En este
orden de equivalencia –no de identidad-, esta segunda capacidad alude a la
aptitud para realizar válidamente actos procesales, pues la sola capacidad para
ser parte no basta para tener plena aptitud como parte en un proceso.
Como no todos los que poseen capacidad jurídica tienen también capacidad de
obrar, vale decir, de ejercer sus propios derechos, así también no todos los que
poseen la capacidad para ser parte tienen también la capacidad de estar en
juicio, es decir de promover el proceso o de defenderse en este, de cumplir actos
procesales validos.
Esta figura está regulada en el Art. 58 del CPC., el cual la denomina “capacidad
para comparecer en un proceso”.
C. Requisitos de la Demanda.
1. Inadmisibilidad de la demanda.
2. Improcedencia de la Demanda.
El juez, en este juicio, analiza y verifica si la pretensión tiene todos los requisitos
intrínsicos o de fondo, si constata que no los tiene, declarará improcedente la
demanda, pero si verifica que ésta contiene dichos requisitos, llegara a la
convicción que la demanda es procedente.
Advierte Ticona Postigo que si se da trámite a una demanda que no reúne los
requisitos que la ley exige, el proceso estará condenado al fracaso –a menos
que posteriormente se produzca una oportuna corrección- porque se trata de un
presupuesto procesal de estricto cumplimiento. Sin embargo, este autor
concluye de que no cualquier requisito previsto en los artículos 424 y 425 del
CPC. es presupuesto procesal, sino aquellos requisitos cuya carencia o defecto
llevaría inexorablemente al juzgador a una sentencia inhibitoria, o afecte
gravemente el derecho de defensa de la otra parte. En otras palabras, sólo
configurará presupuesto procesal el requisito que, omitido, imposibilite al juez en
la sentencia, pronunciándose sobre el fondo del litigio. Así, serían presupuestos
procesales que el petitorio sea completo y preciso, que exista conexión lógica
entre los hechos y el petitorio, que el petitorio fuese física y jurídicamente posible.
Fairén Guillén, citado por Carlos B., postula también para la legislación española,
la fijación de una audiencia preliminar, en la que el juez, de oficio, resolverá –
entre otras cuestiones- respecto de la concurrencia de los Presupuestos
Procesales.
El autor citado agrega que los tres filtros mencionados tienen tres finalidades la
primera es procurar que el proceso se constituya y desarrolle válidamente, así
como verificar que no haya falta manifiesta de las dos condiciones de la acción,
para que el juez al expedir sentencia. La segunda finalidad para el caso en que
el juez constate un defecto u omisión subsanable, ordene inmediatamente que
sea subsanado por el litigante a quien corresponda tal actividad. La tercera
finalidad consiste en que si el juez verifica en cualquiera de estos tres filtros
principales la existencia de un defecto u omisión de carácter insubsanable,
procederá a declarar la nulidad de todo lo actuado y dar por concluido el proceso
o, en su caso, a declara improcedente la demanda.
Asimismo, Ticona Postigo manifiesta que los aspectos y materia que el juez debe
examinar y constatar en estos filtros no son idénticos; así: en el filtro de la
calificación de la demanda sólo verifica la concurrencia de algunos presupuestos
procesales y las dos condiciones de la acción; en el segundo filtro; resolución de
excepciones, constata –a petición de parte- la concurrencia de los tres
presupuestos procesales y de las dos condiciones de la acción; mientras que en
el tercer filtro, que es el saneamiento del proceso, el juez debe constatar:
c. Que se haya observado, hasta ese momento, las normas imperativas que
garantizan un debido proceso,
Así como los presupuestos procesales son los elementos básicos para la
existencia de una relación jurídica procesal válida, hay otros elementos
trascendentes para el decurso normal del proceso, que son las denominadas
condiciones de acción.
Ticona Postigo dice que, como norma general, el juez primero examina la
concurrencia de los presupuestos procesales y después las condiciones de la
acción. Esto significa que el juzgador no puede examinar las condiciones de la
acción si previamente no ha constatado que el proceso que está examinado es
válido.