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CAPITULO I:
ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA LEGISLACION PENAL DOMINICANA
A partir de 1492 nuestro territorio, al igual que toda América, pasó a ser colonia
española. Sin embargo, nuestra isla no se mantuvo todo el tiempo bajo el
imperio español, como sí ocurrió con la mayoría de los países americanos. De
este modo, la parte de la isla de Santo Domingo2 que hoy corresponde a
República Dominicana fue colonia de modo sucesivo de España (1492-1801),
Francia (1801-1809), España (1809-18213) , Independencia Efímera (1821-1822)4 ,
y de Haití (1822-1844)1.
Desde esta época nuestro Código Penal no ha sido sometido a ningún tipo de
modificación significativa. La más reciente de ellas fue la incorporada mediante la
ley 24 del año 1997, que inserta nuevas infracciones en aspectos muy
particulares, especialmente en lo relativo a la violencia de género e intrafamiliar.
1
Vega, Wenceslao, Historia del Derecho Dominicano. Impresora Amigo del Hogar. Santo Domingo,
Republica Dominicana, 2004, p.18.
2
Ibidem, pag.216
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Uno de los principales instrumentos penales utilizados en esa época fue la ley
que prohibía la práctica comunista. Claro está que bajo el concepto de comunista
se consideraba a todo aquel que, de algún modo, manifestara oposición al
gobierno de turno. Evidentemente que al sistema político instaurado por
Balaguer le resultaba más útil un Código Penal como el nuestro de neto corte
inquisitorial y, en consecuencia, más en sintonía con un régimen aparentemente
democrático, pero ciertamente despótico.
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El año 1997 se inicia con una importante modificación al Código Penal. Se trata
de la ley 24-97 que inserta importantes cambios, sobre todo, en lo relativo a los
delitos de violencia de género e intrafamiliar. Esta modificación tiene como
fundamento el compromiso contraído por la República Dominicana en el ámbito
de la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia
contra la mujer –Convención Belém do Pará. Pero no cabe duda que esta
reforma tuviera lugar, principalmente, gracias al interés que en ella tenían los
movimientos feministas locales que lograron imprimir el impulso necesario para
lograr la atención del legislador.
Por todo lo expuesto hasta ahora podemos darnos cuenta que las reformas
penales en República Dominicana sólo se han llevado a efecto cuando el poder
político se encuentra presionado, bien sea por una causa coyuntural, por el
interés de la comunidad internacional o por la voluntad de los más importantes
bloques de la sociedad civil.
Influencias comparadas
Los debates doctrinales que se dieron a partir de la segunda mitad del siglo XIX
influyeron para que cada una de las corrientes del derecho penal –la francesa, la
alemana, etc.- definiera su propia escuela. Así Francia se vio fuertemente
influenciada por corrientes filosóficas como las teorías utilitarias de Bentham y la
moral de la justicia absoluta de Kant; mientras que, la corriente alemana, resulta
influenciada por la corriente filosófica encabezada por Hegel y luego por la
escuela positivista de von Liszt.
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Sin duda alguna, la principal razón por la cual nuestro derecho penal se ha
mantenido estático obedece a que los grupos de poder que han dominado en la
República Dominicana se han encontrado cómodos con el viejo sistema y no han
considerado su prioridad reformarlo13. Los grupos de poder no se han percatado
de que el avance hacia un verdadero sistema democrático implica,
necesariamente, el uso racionalizado del poder punitivo y la estructuración de
una política criminal clara y que obedezca a las necesidades y principios propios
de un sistema democrático.
3
Esta corriente puede ser ubicada, dentro de la dogmática, entre Hegel y von Listz
4
En esto se asemeja a la teoría dogmática hegeliana en la cual no se manejaba el concepto de tipo. Para
esta teoría la acción es voluntaria y libre. Cfr. Zaffaro ni, Eugenio Raúl; Alagia , Alejandro ; Slokar,
Alejandro . Manual de Derecho Penal, Parte General. Ediciones Ediar, Buenos Aires Argentina, 2005, p.
223 y ss y p. 326 § 103
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Como el derecho penal es una rama de las ciencias jurídicas, su estudio debe ser
emprendido mediante un método jurídico, que consiste en el análisis,
interpretación y comprensión de los textos de ley.
A estos fines el denominado método dogmático propuesto por Von Jhering para
el derecho privado y que luego pasó a ser utilizado en las demás ramas jurídicas
resulta el más conveniente y adecuado. Este método consiste en la
descomposición del texto de ley en elementos simples o dogmas con los que se
procederá a la elaboración de una teoría de interpretación que responda a reglas
fundamentales:
5
Zaffaroni, Eugenio Raúl, Manual de Derecho Penal. Parte General, Ediar. Buenos Aires, Argentina,
2005, p.69
6
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CAPITULO II.-
En otras ocasiones, cuando los anteriores mecanismos sociales fallan, hay otros
que tratan de garantizar directamente el orden social, procurando que los
comportamientos individuales se ajusten, en todo caso, al orden de convivencia
establecido.
Cada uno de estos sistemas de control social actúa, desde luego, en sectores
diferentes, y con metodologías diversas: la familia, el sistema educativo, el
ámbito laboral y profesional, el de las relaciones sociales, la esfera religiosa, las
relaciones jurídicas, etc.
El Derecho Penal es también un sistema de control social que opera junto a los
anteriores mecanismos sociales y que persigue, como estos, idéntica finalidad. Se
diferencia, sin embargo, de los mismos, en primer lugar, en que se concentra en
los comportamientos que se consideran más inadmisibles, esto es, en los ataques
más graves contra el sistema social. En segundo lugar, en que las sanciones que
aplica son las más rigurosas. Y, en tercer lugar, en que el procedimiento
empleado para imponerlas es el más formalizado.
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Los límites del ius puniendi, que se traducen en los denominados principios
penales que, por su importancia, han alcanzado consagración constitucional o
legal expresa: principio de protección, de lesividad, de culpabilidad, in dubio pro
reo, de no exigibilidad, etc.
Las teorías legitimantes de la pena respecto a la relación del delito con el autor,
se presentan en base a concebir al delito como una infracción o lesión jurídica,
en donde el desvalor se agota en el acto mismo (derecho penal de acto), o si se
visualiza como el signo o síntoma de una inferioridad moral, biológica o
psicológica, en donde el acto es sólo una lente que permite ver una característica
del autor en la que se deposita el desvalor (derecho penal de autor: inferioridad
moral vs. Inferioridad mecánica).
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El derecho penal de acto que concibe al delito como un conflicto que produce
una lesión jurídica, provocado por un acto humano como decisión autónoma de
una persona responsable que se le puede reprochar, según Zaffaroni tiene como
ventajas en el plano penal respecto al del autor las siguientes: a) requiere que los
conflictos se limiten a los provocados por acciones humanas; b) exige una estricta
delimitación de los mismos en la criminalización primaria, porque no reconoce
ningún delito natural; y c) la culpabilidad por el acto opera como límite de la
pena; y en el plano procesal: a) exige un debate de partes ceñido a lo que sea
materia de acusación, y por ende, b) separa las funciones del acusador, del
defensor y del juez, aunque ninguno de estos principios se cumplen
estrictamente.
6
Zaffaroni, Eugenio Raúl, “Manual de derecho penal, parte general”, Segunda edición, Sociedad
Anónima Editora, Comercial, Industrial y Financiera, páginas 49-51.
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para el reforzamiento del estado derecho, dependerá del objetivo político que lo
oriente.
No podemos confundir las fuentes de la legislación penal con las del derecho
penal, partiendo de que objeto del saber penal es la primera, y el saber penal es
7
Ibidem, Zaffaroni, página 75
8
Ibidem, Zaffaroni, página 83
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la segunda, por ello, las fuentes del conocimiento de la legislación penal son las
que nos permiten conocerla, en tanto que fuentes de producción son los órganos
de los que emanan o producen las leyes.
El derecho penal comparado también es fuente del derecho penal, puesto que el
saber jurídico penal no conoce fronteras en la actualidad, y las bases
constructivas tienen el limite común del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos.
9
Ibidem, Zaffaroni, página 90
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Son fuentes de información del derecho penal las que permiten conocer el estado
del saber jurídico-penal presente (contemporáneo) o pasado (histórico), es lo
que se denomina como bibliografía penal, siendo su volumen extraordinario y
creciente en diversos países, aún cuando en República Dominicana no ocurra lo
mismo. Las obras generales que exponen la totalidad de la disciplina suelen
dividirse en tratados, cursos, manuales, estructuras, síntesis y principios.
La norma penal
Las normas penales suelen expresarse a través de preceptos legales. Pero, deben
diferenciarse claramente ambos conceptos. La norma jurídica es un mensaje
prescriptivo, que transmite a los ciudadanos un mandato o prohibición de actuar
o de no hacerlo, y que transmite a los jueces y fiscales unas indicaciones precisas,
ordenándoles la imposición de penas o medidas cuando las personas incurran en
determinados comportamientos. Desde esta perspectiva, por lo tanto, todas las
normas penales que están recogidas en la parte especial del Código Penal y que
contienen la descripción de un comportamiento delictivo contienen, en realidad,
dos normas jurídicas: la dirigida al ciudadano y la dirigida a jueces y fiscales.
En los supuestos en que los preceptos legales que recogen el supuesto de hecho y
la consecuencia jurídica están en íntima conexión, como ocurre cuando son
artículos consecutivos o cuando están en la misma sección o capítulo del Código
Penal, también pueden considerarse normas penales completas.
mata a otro, se hace reo de homicidio”. Por su parte, el art. 328 CP precisa que
“no hay crimen ni delito, cuando el homicidio, las heridas o los golpes se infieran
por la necesidad actual de la legítima defensa de sí mismo o de otro.”. Si este
último precepto no se pone en conexión con el anterior, no es posible conocer
su sentido y alcance.
Por su parte, este mismo carácter tiene los preceptos que definen y precisan la
consecuencia jurídica. Así, por ejemplo, los arts. 15 a 18 y 29 CP, Estos preceptos
únicamente cobran su sentido si se los relacionan y se leen integradamente con
algunos de los preceptos de la parte especial que asocia la pena de trabajos
públicos, como consecuencia jurídica. El fundamento de estos preceptos es una
simple razón de técnica y economía legislativa.
Un ejemplo de ello sería el art. 314 CP: “El que fabrique o venda estoques,
verduguillos o cualquiera clase de armas prohibidas por la ley o por los
reglamentos de administración pública, será castigado con prisión de seis días a
seis meses.
Las normas penales en blanco se emplean en los casos en que la conducta que
constituye el supuesto de hecho está estrechamente relacionada con otras ramas
del ordenamiento jurídico distintas del penal, que tienen un alcance y un
contenido distintos de éstas.
En todo caso, la norma penal en blanco, una vez completada en cuanto a su
supuesto de hecho con la norma extrapenal, es una norma penal íntegra o
completa.
Lo anterior no quiere decir que la norma penal en blanco sea un recurso técnico
al que el legislador penal pueda acudir libre y discrecionalmente. Este recurso no
ayuda, desde luego, a la certeza y seguridad jurídica y, en ocasiones, puede
suponer una infracción del principio de legalidad penal, en cuanto el carácter
delictivo o no de una conducta está definido, en última instancia, por una
autoridad ejecutiva, que constitucionalmente no está legitimada para ello,
mediante el simple y expeditivo recurso de dictar una norma reglamentaria.
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a) Castigando con una pena la lesión o puesta en peligro del bien jurídico
protegido (retribuyendo el mal causado y, de esta manera, ratificando
determinados valores sociales).
b) Previniendo ese mal antes de que llegue a producirse, una vez constatada la
probabilidad de que tenga lugar. En este caso, el Derecho Penal tendría una
función preventiva.
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La legitimidad del Derecho Penal entre los partidarios del criterio legitimante de
la justicia (teorías absolutas) y los que proponían como único criterio el de la
utilidad (teorías relativas).
Teorías absolutas
Desde otra perspectiva, sin embargo, las teorías retribucionistas ven en la pena
un límite de garantía para el ciudadano: la pena ha de guardar proporción con el
delito, sin que se pueda castigar más allá de la gravedad del delito cometido, ni
siquiera porque sea útil desde un punto de vista preventivo. Y ello porque a esta
“utilización” del individuo para conseguir penas que le rebasan y trasciende se
opone la dignidad humana.
Teorías relativas
Las teorías relativas atienden al fin que se persigue con la pena, que es la misión
de prevenir delitos como medio de protección de bienes jurídicos. No se pena
porque se ha delinquido (quia pecatum est) y como mera respuesta retributiva
frente al delito cometido, sino para que no se delinca (sed ne peccetur), como
instrumento dirigido a prevenir delitos futuros.
Estas teorías, que fueron introducidas por Feuerbach, sitúan como finalidad de la
pena la intimidación de la generalidad de los ciudadanos. Esta intimidación o
coacción psicológica no se sitúa en la ejemplaridad de la ejecución de la pena,
sino en la conminación penal contenida en la ley. La amenaza contenida en la
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El principal representante de esta teoría fue Von Liszt, para quien la función de la
pena es la intimidación de quien ha delinquido, por medio de la intimidación, la
corrección y la inocuización.
Teorías de la unión
Límites Garantisticos
Estos límites no tienen que ver únicamente con las normas constitucionales que
regulan los procedimientos mediante los que se crean y apruebas leyes, ni con los
procedimientos mediante los que se actúa el Derecho Penal, recogidos en
Códigos Procesales o Leyes de Enjuiciamiento, sino con el propio contenido del
Derecho Penal. Así, si partimos de la concepción del Estado como Estado
democrático de derecho, veremos que, de un lado, el Estado de derecho impone
la sujeción de la potestad punitiva al derecho, dando lugar a los límites que se
derivan del principio de legalidad, también impone una serie de límites al
Derecho Penal, en cuanto sitúa en su centro al ciudadano y el respeto a su
dignidad. Tales son los principios de intervención mínima, lesividad y
culpabilidad.
El principio de legalidad
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a) Garantía criminal
b) Garantía penal
La garantía penal exige que la ley señale también la pena que corresponde al
autor del hecho (nulla poena sine lege). Está también comprendida también en
los arts. 40.13 CRD y, especialmente, en el art. 4 CP.
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c) Garantía jurisdiccional
La garantía jurisdiccional dispone que nadie puede ser condenado sino en virtud
de un juicio formal ante sus jueces naturales, en el que se respeten las garantías
establecidas por la ley (“Nemo damnetur sine per legale iudicium”). Está
concebido en los artículos 2 y 3 CPP.
d) Garantía de ejecución
De acuerdo con esta última garantía, no puede ejecutarse pena alguna sino en la
forma prevista en la ley. La garantía de ejecución está consagrada en el art. 7
CPP, que dispone que la necesidad de ley previa al hecho imputado rige además
en lo concerniente a la ejecución de la pena o medida de seguridad ordenada
por los tribunales, del que se deduce con naturalidad que la ejecución de la pena
debe sujetarse a la ley.
Ley certa
Ley stricta
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1) Analogía in malam partem, esto es, la desfavorable al reo, que castiga hechos
no previstos en la ley, aplicando otra norma penal a falta de una regla legal
exactamente aplicable.
2) Analogía in bonam partem, que es la favorable al acusado, admitiendo
eximentes o atenuantes no definidas por el legislador.
Ley scripta
La ley formal es la única fuente directa del Derecho Penal, estando prohibido
fundamentar la punibilidad en la costumbre. Esta exclusión de la costumbre rige
estrictamente en la fundamentación de la punibilidad. Ello no impide, sin
embargo, que pueda admitirse como fuente indirecta in bonam partem.
Ley praevia
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En relación con sus efectos, que son la pena y la medida de seguridad, son
privativos del Derecho Penal, estando su uso reservado al mismo y siendo, por
lo tanto, una disciplina independiente en cuanto a su configuración y aplicación.
Ello no quiere decir, sin embargo, que la potestad sancionadora sea exclusiva del
Derecho Penal. Las sanciones privativas penales coexisten, de hecho, con otras de
naturaleza diferente, civil o, más generalmente, administrativas.
El principio non bis in idem tiene, en otras palabras, una doble dimensión: a) la
material o sustantiva, que impide sancionar al mismo sujeto “en más de una
ocasión por el mismo hecho con el mismo fundamento”, y que “tiene como
finalidad evitar una reacción punitiva desproporcionada en cuanto dicho exceso
punitivo hace quebrar la garantía del ciudadano de previsibilidad de las
sanciones, y b) la procesal o formal, que proscribe la duplicidad de
procedimientos sancionadores en caso de que exista una triple identidad de
sujeto, hecho y fundamento, y que tiene como primera concreción la regla de la
preferencia o precedencia de la autoridad judicial penal sobre la administración.
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El principio de culpabilidad
Significa que únicamente debe ser castigado con una pena criminal el autor de
una conducta típica y antijurídica cuando le pueda ser personalmente
reprochada. Sólo en este caso puede afirmarse que el sujeto es culpable.
Cuando no se aplica este principio se está condenando a una persona por una
acción que ciertamente ha realizado o por un resultado lesivo que ha producido,
pero sin dolo ni culpa. Son los casos de “responsabilidad objetiva.
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Principio de Lesividad
Esta idea de lesividad o dañosidad social del bien jurídico puede enunciarse
afirmando que “No hay hecho punible sin bien jurídico vulnerado o puesto en
peligro”. Este principio, enseña Ferrajoli, impone a la ciencia y a la práctica
jurídica precisamente la carga de la demostración de la lesividad de la conducta.
La ley penal formal es la única fuente directa del Derecho Penal. Para que pueda
hablarse en sentido material de ley es preciso, además de que exista la
disposición de carácter general aprobada por el Poder Legislativo, que la misma
contenga una norma. Pero desde el punto de vista penal la cuestión del
contenido de la ley no es irrelevante.
El principio de legalidad penal, por otra parte, impone, por otra parte,
exigencias concretas en cuanto al contenido de la ley, en cuanto la ley penal
debe contener un presupuesto de hecho, que incorpora el mandato o la
prohibición, y la consecuencia jurídica. La sanción se impone, por tanto, por
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El Código Penal no es la única fuente directa del Derecho Penal. Puede haber
otras normas que componen el ordenamiento punitivo y que gozan de la misma
eficacia creadora de normas penales.
Son aquellas leyes distintas del Código Penal que contienen tipos penales y penas
y medidas de seguridad. Entre estas leyes pueden distinguirse dos clases:
1) Leyes penales especiales propias, cuyo único fin es definir delitos y establecer
penas.
2) Leyes penales especiales impropias, que son las que no poseen esa exclusiva
finalidad, pero que contienen una parte especialmente destinada a configurar
delitos y asociarles penas, específicamente relacionados con la materia sustantiva
a la que la ley está referida.
Son aquellas que desde el momento de su aprobación establecen que tienen una
vigencia limitada al período de tiempo que se fija en la propia ley.
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b.- Principio de vigencia: de acuerdo con el cual, entre dos interpretaciones del
mismo precepto es preferible aquélla que da valor al contenido dispositivo de las
palabras de la ley, que la que se ve forzada a negárselo.
Erratas de imprenta
Errores de redacción
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Esta comparación: Debe hacerse en bloque, es decir, aplicando los marcos legales
en su integridad debe hacerse en relación con el caso concreto que se juzga, lo
que implica que no basta con comparar las penas aplicables con carácter
abstracto para ver cuál es más grave, sino que debe tomarse en cuenta la ley en
su totalidad.
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- Principio territorial
La ley penal del Estado se aplica a los hechos punibles cometidos dentro de su
territorio, abstracción hecha de la nacionalidad del autor.
a) Teoría de la acción
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El delito debe reputarse cometido tanto donde se produce el resultado como allí
donde se ha ejecutado la acción. El fundamento de esta teoría, también
siguiendo a BACIGALUPO, reside en la unidad que constituyen, típicamente
considerados, la acción y el resultado, lo que impediría su separación y
consideración aislada.
b.- principios que justifican la aplicación de la ley penal a hechos cometidos fuera
del territorio del Estado:
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BIBLIOGRAFIA
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CAPITULO III:
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Las cuatro grandes categorías a las que se ha hecho referencia, como conceptos
fundamentales del Derecho penal, estaban prácticamente fijadas a comienzos del
s. XX. Ahora bien, la dogmática, como también se ha señalado, no se ha limitado
a describir su contenido y función, sino también a analizar y reflexionar las
relaciones que guardaban entre sí.
Los precursores de esta teoría fueron a principios del s.XX Beling y Von Liszt,
inspirados por el positivismo científico. Las notas esenciales del sistema clásico es
que, partiendo de un concepto causal de acción, realiza una gran bipartición
entre la parte externa de la conducta reservada para la tipicidad, que la describe,
y para la antijuridicidad, que la valora, y la parte interna de la conducta,
reservada para la culpabilidad.
A principio de los años 40 del s. XX, Welzel, por influencia de las corrientes
filosóficas fenomenológicas, apunta un nuevo concepto de acción en que lo
esencial es que el hombre determina su conducta de modo final controlando el
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Hasta los años 70 del s. XX pervivió la defensa de la teoría causalista a la vez que
se iba consolidando y evolucionando la teoría finalista. A partir de ese momento
la doctrina mayoritaria ha venido a defender una posición de síntesis,
caracterizada esencialmente por el rechazo de un concepto final de acción, pero
una defensa de su principal consecuencia sistemática: la pertenencia del dolo al
tipo, propiciada a partir del concepto social de acción. En esta posición de
síntesis se ha llegado a un cierto consenso dogmático sobre que el injusto, como
categoría unificadora de la tipicidad y la antijuridicidad, se caracteriza por el
desvalor del hecho –acción y, en su caso, resultado- y la culpabilidad, por el
desvalor de la actitud del sujeto hacia el hecho.
LA TIPICIDAD
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garantía, una función delimitadora entre los diversos delitos, que sirve de
base para la labor sistemática.
b) Función de motivación: La delimitación normativa de las conductas
sancionadas a través de los elementos típicos que la configuran no sólo
permite establecer una garantía del ciudadano frente al ejercicio del Ius
puniendi del Estado, sino que, además, con el fin de mantener la
indemnidad de los bienes jurídicos, también tiene la misión de motivar,
con la imposición de la pena asociada a su comisión, para que no se
realicen dichas conductas.
c) Función indiciaria: El Derecho penal tiene como fin evitar la lesión de
bienes jurídicos y, por ello, tipifica las conductas que suponen los más
graves ataques a los intereses sociales primordiales. De ese modo, la
delimitación normativa de las conductas sancionadas contenida en las
normas penales tiene también la función de indicar que dichas conductas
son antijurídicas. Esta función indiciaria de la antijuridicidad supone, desde
una perspectiva metodológica, que, en principio, una vez constatada la
tipicidad del hecho, también esa conducta es antijurídica, excepto si
concurre, como excepción, una causa de justificación.
El tipo penal, con carácter general, puede quedar estructurado en una parte
objetiva y otra subjetiva. En la objetiva se encuentra la conducta, los sujetos y el
objeto, y en la subjetiva los factores internos del comportamiento humano,
también existen elementos descriptivos y normativos del tipo, los cuales pasamos
a analizar:
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Serán elementos descriptivos del tipo aquellos que el legislador utiliza para
expresar realidades aprehensibles por los sentidos, por ello, el operador jurídico
para su interpretación deberá acudir al sentido que tenga esa expresión en el
lenguaje común u ordinario. En cambio, los normativos, son los que refieren
realidades sociales o de valoración jurídica, por tanto, si se refiere a realidades
sociales, el interprete deberá intentar derivar su significado acudiendo al común
sentir social, y si es a lo segundo, su contenido es fijado en otra norma del
ordenamiento jurídico, por ejemplo, las agravantes del homicidio, que lo tipifica
como asesinato, en donde el homicidio está descrito en el artículo 295CP, en
cambio sus agravantes en los artículos 296 y 297 de la indicada norma.
4.- Delitos de omisión propia y de comisión por omisión: dentro de los delitos
de omisión, si el mandato de se limita a ordenar un no hacer sin exigir un
resultado, este es de omisión propia (ej. Denegación de auxilio a la autoridad
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civil del artículo 234 del Código Penal Dominicano). Por el contrario, si el
mandato de no hacer se concreta en la obligación de evitar un resultado, este se
denomina omisión impropia o comisión por omisión (ej. Delito de omisión de
proveer avituallamiento con paralización del servicio público del artículo 430 del
CPD).
1.- Delitos comunes y delitos especiales: cuando el autor del delito puede ser
cualquier persona se denominan comunes, regularmente se utiliza en la
descripción de los mismos “el que”, “aquel que”, “cualquiera que”, “toda
persona”, “todo individuo” o “todo ciudadano”. Y cuando el tipo penal está
delimitado a un determinado grupo de personas, como por ejemplo,
funcionarios, agentes o delegados del gobierno (art.114CPD), funcionarios
públicos (119, 166 a 199CP), alcaides, guardiantes, conserjes de cárceles (120CP),
jueces, fiscales o suplentes (127CP), posaderos, fondistas o mesoneros (154CP), o
incluso, sacerdotes y ministros de culto (201 a 208CP), se denominan como
delitos especiales.
2.- Delitos especiales propios e impropios: los propios son aquellos que sólo y
exclusivamente pueden ser cometidos por ese delimitado grupo de sujetos
activos, de tal modo que si la conducta la desarrolla cualquier otra persona no
tendrían relevancia penal, ejemplo, la prevaricación. Y los impropios son
aquellos que también pueden ser cometidos por el resto de personas, pero por
determinadas circunstancias se establece una sanción distinta si se lleva a cabo
por un ámbito concreto de sujetos activos (atenuándola o agravándola), como
por ej. El delito de falsedad, que si bien es cometido por empleado o funcionario
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1.- Delitos de lesión y de peligro: los primeros exigen que se produzca una
efectiva lesión del bien jurídico protegido, en cambio, los segundos, se consumen
con la mera constatación del peligro para el bien jurídico, con ello, se visualiza la
producción de un resultado de las conductas imprudentes. Este último tipo de
delito se divide en peligro concreto, cuando la acción quepa apreciar un
concreto peligro de lesión inmediata del bien jurídico, como por ejemplo el caso
de la posesión de instrumentos para cometer robos (art.277CP), o de peligro
abstracto, en que el riesgo es solamente potencial o génerico, como sucede con
la violación de reglamentos relativos a la calidad de los productos que se
exporten al extranjero (art.413CP).
Teorías Causalistas
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Se han formulado diversas teorías de la causalidad para determinar cuáles son los
requisitos para poder afirmar la existencia del nexo causal. Las principales son:
Esta fue formulada por Juluis Glaser a mediados del Siglo XIX, siendo acogida
por Von Buri, la cual sostiene que es causa del resultado toda condición de la
cual depende su producción, siendo indiferente que sea directa o indirecta,
cercana o remota, ya que todas las condiciones son equivalentes. Es decir, todas
las condiciones necesarias para la producción de un resultado son causa del
mismo. Para desarrollar esta se concibieron: a) la condición sine qua non; y b) el
conocimiento conforme a las leyes de la naturaleza.
Con la condición sine qua non, se establece que bastaría con ponerse en la
hipótesis de suprimir mentalmente la conducta para verificar si, en tal caso,
también desaparecería el resultado. Esta fórmula a pesar de su éxito
jurisprudencial por la sencillez de su aplicación, sin embargo, desde la perspectiva
lógica, fue objeto de una severa crítica, al incurrir en una petición de principio,
ya que presupone el conocimiento de lo que precisamente se intenta demostrar
con ella; al igual que desde el punto de vista jurídico, por no dar respuesta
satisfactoria en grupos concretos de casos, como son los llamados procesos de
causalidad hipotética y de causalidad cumulativa.
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donde coinciden dos o màs condiciones que por sí solas y de forma separada,
podrían producir el mismo resultado.
a.- Las Teorías Individualizadoras: estas fueron defendidas por Binding, siendo su
presupuesto metodológico la existencia de una diferencia ontológica entre el
concepto de condición y el de causa, definición a esta última, como aquella
condición que se distingue del resto por su preponderancia y eficacia en la
producción de un resultado, por ello, utilizaron formulaciones como la del factor
decisivo o la última condición.
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1.- Teoría de la Causalidad Adecuada, la cual fue formulada por Johannes Von
Kries a finales del s.XIX, la cual considera que sólo es causa aquella conducta que
tiene la tendencia general -resulta adecuada- para provocar el resultado. Así,
aquéllas que han provocado el resultado por causalidad o azar serían
irrelevantes. Para determinar cuando una conducta es adecuada esta teoría ha
venido utilizando como concepto central de previsibilidad. Siendo objeto de
duras críticas la misma al no saber si debía ser objetiva o subjetiva, o si debía
valorarse desde una perspectiva ex ante o ex post, y por último, cuál es el grado
de posibilidad que lleva a afirmar la previsibilidad. Esta teoría dio lugar a una
normativización de la relación de causalidad a través de la imputación objetiva,
sin embargo, para llegar a la imputación objetiva, todavía era necesario un
precursor màs, el representado por la segunda de las teorías generalizadoras: la
teoría de la relevancia.
Esta supone una necesaria corrección normativa de las insuficiencias a las que
abocaba la mera comprobación de la relación de causalidad conforme a la teoría
de la equivalencia de condiciones, aunque esta no prescinde de la relación de
causalidad, sino que se superpone a ella. Para determinar la existencia de la
misma como elemento típico de los delitos de resultado es necesario, primero,
comprobar que la conducta es condición de la que depende dicho resultado –
causalidad material, que es un problema procesal de prueba-; pero en segundo
lugar, debe haber una relación normativa –imputación objetiva- que es un
problema estrictamente de subsunción jurídica, por ello, se agota en la
imputación de resultados, y lógicamente, los tipos a los que alcanza se limitan a
los que exigen un resultado material –delitos de lesión-, sean estos dolosos o
imprudentes.
Para poder afirmar que un resultado puede quedar atribuido a una conducta es
necesario que dicho resultado sea el reflejo del riesgo creado por la conducta;
entonces, la imputación objetiva necesita, primero, poder imputar a la conducta
un riesgo. Esta creación de un riesgo se determina por un lado, a través del
criterio de adecuación, que proviene de la teoría de la causalidad adecuada, y
por otro, el del riesgo permitido o adecuación social que proviene de la teoría
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La imputación del resultado, una vez tomado como presupuesto que existe una
relación causal entre la conducta y el resultado, y verificado que la conducta del
sujeto ha creado un riesgo jurídico-penalmente relevante, tiene por objeto
determinar si fue la peligrosidad de la conducta del sujeto la que se realizó en el
resultado y no cualquier otra. Esto es lo que se denomina la relación de riesgo.
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los tipos de autoría, amenazando en convertirse en una teoría total del tipo de
injusto.
Ejemplo Caso:
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CAPITULO IV:
TIPO SUBJETIVO
La relación entre los citados elementos subjetivos de los tres estratos del delito
opera a modo de círculos concéntricos, en el sentido de que la afirmación del
dolo presupone la de una acción voluntariamente realizada y, a su vez, la
culpabilidad sólo cabe plantearse una vez afirmado un previo conocimiento (o
conocimiento potencial) de los efectos de la acción.
EL DOLO
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CLASES DE DOLO
Dolo intencional
10
Ragues, I Valles, “El dolo y su prueba en el proceso penal”, ed. JM, Bosch, 1999, páginas 33-35, citado
en el Libro Teoría del Delito de la ENJ, página 145-147.
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Dolo directo
Ejemplos:
El propietario de un barco coloca un explosivo para hacerlo estallar cuando el
barco se halle en alta mar con la finalidad de cobrar el seguro en caso de
hundimiento. Como consecuencia de la explosión, además del efectivo
hundimiento fallece la tripulación del barco.
Dolo eventual
Para ello se han venido desarrollando diversas teorías de delimitación, las cuales,
aun manteniendo diferencias entre sí, pueden adscribirse a una de las dos
grandes concepciones siguientes -que se corresponden con las dos grandes teorías
sobre el dolo mencionadas en páginas anteriores-: la teoría del consentimiento
(o de la voluntad) y la teoría de la representación.
Ejemplos:
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Ejemplo:
Caso del integrista religioso. Un miembro de una violenta organización terrorista
islámica decide ocultar una bomba con un dispositivo de explosión retardada en
una estación de metro. Media hora antes de que el artefacto explote, el sujeto se
arrepiente de su acción, pero decide no dar aviso a la policía por temor a ser
descubierto y opta por recurrir a otra solución: es tal su fe en Dios, que le
implora mediante rezos que detenga la explosión de la bomba, llegando a
quedar plenamente convencido de que así ocurrirá. No obstante, la bomba
estalla y mata a varias personas.
LA IMPRUDENCIA
La doctrina suele partir del presupuesto de que los tipos legales, recogidos en el
catálogo de delitos del Código Penal recogen la realización dolosa del hecho,
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La infracción del deber de cuidado como elemento central del tipo imprudente
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porque sólo cabe exigir la evitación de una situación de peligro cuando resulta
posible prever ese riesgo. Tal deber de previsión del peligro es que resulta
infringido en la llamada imprudencia inconsciente. En esta modalidad de la
imprudencia, como ya hemos afirmado, el autor no prevé la situación de riesgo,
si bien cabe atribuirle la vulneración de un deber de cuidado porque ese riesgo
resultaba previsible para cualquier persona situada en su lugar, con lo que
también él podría haberlo previsto (y, con ello, evitado el resultado) si hubiera
prestado la atención debida.
El contenido del deber de cuidado se basa en tres supuestos: 1.- existe un deber
básico de omitir acciones peligrosas, como por ejemplo, un estudiante de
medicina no puede realizar por sí mismo una complicada operación quirúrgica;
2.- el derecho establece un determinado margen de riesgo permitido,
autorizando entonces la realización de actividades en sí mismas peligrosas,
siempre que se ejecuten cumpliendo determinadas medidas de precaución; y 3.-
Cabe encontrar supuestos en los que el contenido de la norma de cuidado se
concentrará en un deber de preparación e información previa, ejemplo antes de
operar, el cirujano debe examinar el estado del paciente y consultar su historial
clínico.
La gravedad de la imprudencia
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PRETEINTENCIONALIDAD
ERROR DE TIPO
Ejemplos:
a) Error de tipo: A compra una pistola y decide probarla disparando contra
la pared de una cabaña abandonada que ha encontrado paseando por la
montaña. Los disparos de A causan la muerte de un vagabundo que se
había refugiado en la cabaña y que dormía en ese momento.
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Establecer tal diferenciación es importante porque según de qué error se trate las
consecuencias jurídicas serán distintas. Así, en el caso del error de tipo, como ya
hemos afirmado, habremos de negar la concurrencia de dolo y, según si el error
era evitable o no, podrá apreciarse una imprudencia e imputar el resultado a la
falta de un deber de cuidado. Por ello, a la hora de establecer los límites entre el
conocimiento (dolo), el desconocimiento evitable (imprudencia) y el no evitable
(caso fortuito impune), serán dichos criterios generales los que serán de
aplicación.
A la hora de describir las conductas prohibidas, los tipos legales se sirven tanto
de elementos descriptivos como de elementos normativos. Los primeros se
caracterizan por referirse a objetos, hechos o circunstancias fácticas y propias de
la realidad exterior aprehensible, en consecuencia, por los sentidos. Los
segundos, en cambio, aluden a una realidad a su vez determinada por normas,
ya sean sociales o jurídicas.
Mientras en los elementos descriptivos no cabe dudar de que un error sobre los
mismos constituye un error de tipo, los errores acerca de la concurrencia de
elementos normativos, precisamente debido a que vienen definidos en virtud de
normas, plantean en ocasiones el problema de si nos hallamos ante un error de
tipo o ante un error de prohibición.
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Así, en el ejemplo que antes hemos mencionado sobre la ajenidad del reloj,
tendremos que concluir en la existencia de un error de tipo excluyente del dolo,
porque el agente desconocía la ajenidad del reloj, al creer que adquiría la
propiedad por haber permanecido seis meses en su casa.
El error puede referirse a cualquier elemento del tipo, también, por tanto al
objeto de ataque, o al curso causal.
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en concurso ideal, por un delito imprudente (si el error fue vencible) del art.
403.
Para establecer si esa desviación del curso causa es esencial, un sector doctrinal
utiliza la siguiente regla: el error será irrelevante cuando el resultado se produzca
en virtud de la clase de riesgo que el autor se representó con su acción.
Ejemplos:
• Un sujeto golpea a otro con un hacha con intención de matar, y éste muere
por la infección de las heridas dado que el hacha se hallaba impregnada de una
sustancia infecciosa (sin que A supiera esto).
• A arroja a B desde lo alto de un precipicio a un río caudaloso con la intención
de que muera ahogado, pero B se golpea en su caída con un saliente rocoso y
muere antes de caer al agua.
Podríamos concluir que en estos ejemplos la desviación del curso causal sería
relevante, porque la clase de riesgo que el sujeto se representó (matar por los
golpes el hacha, ahogamiento) no es la que ha dado lugar a los respectivos
resultados (infección, golpe con las rocas). Sin embargo, en ambos casos
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podríamos concluir que los resultados producidos son los que formaban parte de
la “realización del plan”.
Aberratio ictus
Constituye igualmente una forma de desviación del curso causal, con la
diferencia de que en la aberratio ictus (error en el golpe) esa desviación conlleva
que el resultado se materialice en un objeto de ataque distinto. En este sentido,
este grupo de supuestos guarda similitud con el error in persona (o in objecto),
puesto que en ambos casos el sujeto quiere o asume, por ejemplo, matar a A, y
termina por matar a B. La diferencia es precisamente que en el error in objecto
no hay desviación el curso causal, ya que el agente mata al sujeto que se
representaba, errando sólo sobre su identidad. En cambio, en la aberratio ictus,
el curso causal termina por dirigirse a un sujeto distinto del previsto.
Ejemplos:
a) A prepara una bomba y la pone el coche de su enemigo para que estalle
cuando éste encienda el motor. En lugar de hacerlo éste, lo hace su hijo,
muriendo a consecuencia de la explosión.
b) A dispara desde lejos a B, pero en ese momento se cruza C y es a éste a quien
mata.
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CAPITULO V:
TIPO OMISIVO
Concepto:
Tal como señala Silvestroni11 “la doctrina distingue entre dos clases de delitos de
omisión, los propios (o de omisión pura) y los impropios (o comisión por
omisión). Si bien la utilidad es meramente académica, ya que no se deriva en
ninguna consecuencia práctica, es necesario hacer referencia a ella para situarse
en el lenguaje que domina la discusión sobre este tema”. La noción de omisión
no debe entenderse como el concepto antónimo del de “acción”, equiparando
con ello la omisión con “pasividad” o con “no hacer”, ya que la omisión es un
concepto normativo, que presupone la existencia de una norma (no
necesariamente jurídica), por ello significa no hacer algo determinado prescrito
por una norma.
11
Silvestroni, Mariano H. “Teoría Constitucional del Delito”, Latino gráfica SRL, Argentina, 2004,
Primera Edición, Página 233.
12
Welzel, Hans “Derecho Penal Alemán, Parte General”, Editora Roque Desalma, Buenos Aires, 1956,
página 279, el cual establece “los delitos de omisión impropios se diferencian de los otros grupos de
delitos de omisión (se refiere a los propios) solamente en que no están tipificados por la ley misma. Por
consiguiente, la diferencia no es de carácter material, sino meramente de derecho positivo. Sobre todo la
diferencia no consiste en que los delitos de omisión propios, se requiera únicamente una simple actividad,
en cambio, en los delitos de omisión impropios, se exija el evitar un resultado”.
13
Zaffaroni, Luiggi, Tratado de Derecho Penal, Parte General, Titulo III, pagina 459 –citado por
Silvestroni-, quien sostiene que “entre ambos tipos (propios e impropios de omisión) media una diferencia
en cuanto al autor (…) en los propios el autor puede ser cualquiera, no se requiere que se encuentre en
ninguna relación especial respecto al bien jurídico (…), en los impropios delitos de omisión, pues el autor
se encuentra en posición jurídica de cuidador, vigilante, conservador, evitador de peligros por el bien
jurídico, es decir, garantiza ese bien jurídico”.
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Un mismo delito puede ser realizado tanto por acción como por una omisión,
por lo que es necesario establecer algún criterio para distinguir cuándo estaremos
en presencia de una acción o ante una omisión.
14
Novoa Montreal, pagina 452, citado por Silvestroni, sostiene que “la esencia del delito de
comportamiento omisivo se halla precisamente en la naturaleza de la norma jurídica subyacente a la
comisión punible: una norma de prohibición”
15
Bacigalupo, Derecho Penal Parte General, Ediciones Hammurabi, Buenos Aires,
1987, pagina 385 –citado por Silvestroni-
16
Silvestroni, Mariano H. “Teoría Constitucional del Delito”, Latino Gráfica SRL,
Argentina, 2004, Primera Edición, página 234.
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La estructura típica de los delitos omisivos es la siguiente, cabe resaltar que las
tres primeras son comunes tanto en los de omisión pura, como los de comisión
por omisión:
a.- La situación típica generadora del deber de actuar: se trata del peligro que
amenaza a un bien jurídico, y que genera (no por sí sola en los delitos de
omisión impropia), la obligación jurídica de actuar de determinada forma;
b.- La realización de una acción distinta a la debida: por ello la realización de la
acción diferente a la ordenada es el elemento esencial del tipo objetivo omisivo,
la ejecución de dicha acción elimina la tipicidad, aun cuando el resultado se
produzca de todos modos, porque lo que cuenta a estos efectos del mandato
normativo es el intento de evitarlo;
c.- La posibilidad real física de ejecutar la acción debida;
d.- La producción del resultado: este es un elemento característico de los tipos
impropios de omisión que asocian la producción de un resultado a la no
realización de la conducta ordenada;
e.- El nexo causal hipotético o nexo de evitación: como en todo tipo de
resultado, se presenta el problema de la relación causal; la relación causal
adquiere importancia como hipótesis, como el curso causal que debió haber
interrumpido el resultado; y f.- La posición de garante: que es el deber de cuidar
el bien jurídico tutelado e incluye a obligación de evitar el modo de afectación
descrito en el tipo penal.
17
GIMBERNAT ORDEIG, “Causalidad, omisión e imprudencia”, pagina 196-197 –citado en el Libro
Teoría del Delito de la ENJ.
18
MIR PUIG, Derecho Penal, Parte General, página 310-311 –Ibidem-
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19
Silvestroni, Mariano H. “Teoría Constitucional del Delito”, Latino gráfica SRL, Argentina, 2004,
Primera Edición, Página 235.
60
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20
Stratenwerth, Derecho Penal, Parte General, Titulo I, pagina 437 –citado por Silvestroni-
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Evolución Dogmática:
Con el surgimiento de la metodología causalista y su enfoque naturalista, que
concebía el delito como la realización de un movimiento corporal que causa una
modificación en el mundo exterior, es cuando la omisión se convirtió en un
problema para el derecho penal. Tras fracasados intentos de hallar en la omisión
una causalidad en sentido naturalista, la doctrina termino por renunciar a situar
la causalidad como núcleo de responsabilidad penal en la omisión, pasando a
concebir la esencia del ilícito de la omisión en la infracción de un deber
cualificado y especifico de evitar el resultado. Surge con ello, la teoría del deber
de garante (ley, contrato, injerencia), que parcialmente imperará en nuestros
días.
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En los supuestos en los que la acción precede a la omisión pero poseen diferente
gravedad penal, si la acción realizada tiene un menor tipo de injusto subjetivo,
solo podría atribuírsele al sujeto activo la responsabilidad por la omisión
posterior. En cambio, si la acción realizada no es antijurídica por estar amparada
en una causa de justificación, y el sujeto activo posterior a dicha acción, omite
realizar la acción prescrita para evitar el resultado lesivo, habría que imputársele
el resultado lesivo y la responsabilidad penal a la fase omisiva.
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CAPITULO VI:
AUTORIA Y PARTICIPACION
Tomando en cuenta que autor es según Mir Puig “un sujeto que se encuentra en
una relación especialmente importante respecto de alguno de los hechos
previstos como delitos en la Parte Especial o que constituyen fases de imperfecta
ejecución de los mismos”; o como señala Welzel “es autor él quien anónimo de
los tipos legales”. En definitiva, autor es aquél a quien se le puede imputar el
hecho como propio.
Para determinar si una persona puede ser considerada autor de un delito surgen
diversas teorías, una que tiene un Concepto unitario de autor, la cual sostiene
que será considerado autor aquellos que han contribuido causalmente a la
realización de la conducta descrita en el tipo legal, con independencia de la
importancia que corresponda a su contribución en el marco de la totalidad del
suceso, ya que el único criterio de imputación al hecho es la causalidad.
21
Muñoz Conde, Francisco, “Teoría del Delito”, página 203. 3era Edición. Tirant Lo Blanch Editora,
Valencia 2004
64
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La Teoría restrictiva del dominio del hecho, la misma establece como autor del
hecho a quien ostente el dominio final sobre el acontecer de la acción típica
hacia el resultado lesivo, por ello, incluye no solo a aquellos que realizan los
actos ejecutivos del tipo, sino también a quienes, aún no ejecutando actos
estrictamente típicos, ostentan un papel preponderante en la realización del
delito, dependiendo de tal contribución la producción del resultado. Pudiendo
existir la coautoría entre los intervinientes en un hecho típico, la cual se configura
cuando ha habido un reparto de funciones, en donde cada una de las cuales
resulta esencial para la consecución del fin delictivo, dándose una imputación
recíproca del hecho, por existir un acuerdo tácito y actual.
Las diferencias básicas entre las dos vertientes de teorías restrictivas del delito se
encuentran:
1.- La teoría objetivo formal dice que solo quien realiza todos o algunos de los
actos ejecutivos expresamente previsto en el tipo podrá ser considerado autor, o
sea quien practica de propia mano actos típicos, sin importar la contribución
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efectiva realzada para la totalidad del hecho, mientras que la teoría del dominio
del hecho entiende que autor del hecho será quien ostente el dominio final sobre
el acontecer de la acción típica hacia el resultado lesivo;
Formas de autoría:
Los perfiles de las tres formas de autoría manejados por la doctrina científica a
partir de la concreción de la teoría restrictiva del dominio del hecho, son: autoría
directa individual, coautoría y autoría mediata.
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Con ayuda de este criterio también puede considerarse coautores al jefe y a los
miembros de una banda que asumen funciones directivas u organizativas
estrechamente relacionadas, o que son parte integrante fundamental en la
realización del delito, aunque no estén presentes en su ejecución.
Cada coautor responde del hecho, siempre que éste permanezca en el ámbito de
la decisión común acordada previamente. Cualquier tipo de exceso de uno de
los coautores repercutirá en la forma de imputación subjetiva del resultado que
se haya cometido por exceso; así unos pueden responder a título doloso y otros
de imprudencia, o no responder en absoluto del exceso.
También cabe autoría mediata en los casos en los que el instrumento no actúa
típicamente, porque falta en él una especial cualificación o un elemento subjetivo
que exija el tipo delictivo. Por igual, cuando el instrumento actúa
justificadamente puede existir este tipo de autoría, por ejemplo, cuando un
enfermo mental ataca a una persona ocasionándole lesiones a consecuencia de la
inducción provocada por otro quien se configura como autor mediato, aunque
22
Ibidem, página 206-208.
67
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También cabe resaltar que cuando un sujeto se sirva del comportamiento atípico
o lícito de alguien para cometer un delito se le podrá castigar, pero no como
partícipe, sino como autor mediato, como ya habíamos mencionado, ya que en
estos casos es él quien domina la realización del hecho, y el que actúa atípica o
lícitamente se convierte en un mero instrumento en sus manos.
Si existe un error del partícipe, éste debe ser tratado conforme a las reglas
generales, pero como no cabe la participación imprudente, cualquier tipo de
error, ya sea vencible o invencible, sobre un elemento esencial del tipo delictivo
cometido por el autor excluirá la responsabilidad del partícipe por su
participación en el delito, aunque puede quedar subsistente su responsabilidad
por autoría en un delito imprudente o como partícipe en otro delito distinto.
23
Ibidem, páginas 208.
68
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69
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CAPITULO VII:
LA ANTIJURIDICIDAD
Las normas imperativas, que son las “principales” del sistema normativo del
derecho penal y las que definen o estipulan un deber de actuar (cuya lesión da
lugar a los delitos de omisión) o de omitir (cuya lesión da lugar a los delitos de
comisión).
También existen las normas permisivas, que son las que definen un permiso o
facultad para actuar, aún cuando ese ejercicio o facultad implique la lesión de
una norma imperativa. En la teoría del delito estas normas dan lugar a las
eximentes denominadas “causas de justificación”.
24
Welzel, Hans “Derecho Penal, Parte General”, Editora Roque Desalma, Buenos Aires, 1956, página 95
70
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25
Roxin, Claus “Política Criminal y Sistema de Derecho Penal”, Introducción, Segunda Edición, Primera
Reimpresión, Volumen 2, Editora Hanmulabi, Argentina
26
Idem., página 91
27
Idem., página 91 “agresión es la amenaza de lesión mediante una acción humana, de intereses vitales
jurídicamente protegidos (bienes jurídicos)”
28
Idem, Silvestroni, página 288 y 293
71
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LEGITIMA DEFENSA
Fundamento.
29
Así lo resalta Cobo del Rosal y Vives Antón en Derecho Penal Parte General. 5ta Edición.
Tirant lo Blanch. Valencia 1999. P 502.
30 Jiménez Díaz María José. El exceso intensivo en la legítima defensa. Biblioteca Comares de
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Para que la legítima defensa exista han de concurrir los requisitos siguientes: a.-
agresión ilegítima y actual a bienes individuales; b.- la necesidad de la defensa; y
c.- la voluntad de defensa.
Jiménez de Asúa, define la agresión como el acto con el cual el agente tiende a
poner en peligro o lesionar un interés jurídicamente tutelado. Para Welsel, por
agresión se entiende la amenaza de lesión de intereses vitales jurídicamente
protegidos, proveniente de una conducta humana31, pudiendo ser una conducta
positiva pero también puede tener lugar la agresión por comisión por omisión.
Igualmente se entiende que la agresión debe ser actual o inminente. Para la
doctrina más socorrida: “Agresión ilegítima equivale a agresión antijurídica. Ello
significa que no basta que sea típica, pero también que no es preciso que sea
personalmente imputable a su autor: cabe también legítima defensa frente a la
agresión antijurídica de un inimputable o de quien actúa bajo una causa de
exculpación. Siendo el dolo o la imprudencia elementos que condicionan el
injusto en nuestro esquema finalista, la agresión ilegítima deberá ser dolosa o
imprudente. No cabrá legítima defensa frente a una agresión en caso fortuito,
pues tal agresión no será antijurídica”.- (Ver Santiago Mir Puig: “Derecho Penal
Parte General”, Pág. 432). A esto hay que agregar, que esta agresión ilegítima de
la que se defiende la persona afectada o de la que se defiende a un tercero, ha
de ser actual, y sobre todo necesaria y proporcional a los bienes que se persigue
resguardar, para lo cual es preciso hacer un balance con los medios empleados en
cada caso en concreto. Este requisito es considerado esencial pues sin el no son
posibles los demás32.
Conforme a lo anterior, se visualiza que para que la agresión pueda dar lugar a
la legítima defensa se necesita:
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No. 15, correspondiente a la Cuarta Época.- Citada por Luis E. Señor: Código
Penal Dominicano Anotado 1865-1985, Primera Edición 1989, Santo Domingo,
República Dominicana, Pág. 130.
ESTADO DE NECESIDAD
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Para que opere el estado de necesidad, se han de reunir tres (3) requisitos
básicos, a saber:
2.- El mal causado no es mayor que el que se trata de evitar.- Opera el estado de
necesidad cuando con su accionar el sujeto actúa para evitar un mal mayor. Para
poder establecer esto, se hace un balance entre la conducta del sujeto y el bien
jurídico que ha tratado de resguardar.
Ejemplo Caso:
ANA contrajo matrimonio canónico con Juan en 1970 y tuvieron dos hijos. A
partir de 1980 comienzan a producirse malos tratos y actitudes vejatorias de Juan
sobre su esposa e hijos. Dicha situación se veía agravada los sábados por la noche
cuando Juan volvía a casa, frecuentemente en estado de embriaguez y arremetía
contra su esposa achacándola que no atendía correctamente la casa, a sus hijos y
a él mismo. Con motivo de alguna de esta palizas Ana ingresó dos veces en el
servicio de urgencias, la primera de ellas con fractura de nariz y diversos
hematomas y erosiones en cara y cuello; la segunda con fractura de tibia que le
obligo a estar escayolada durante tres semanas. En ambos casos no presentó
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33
Silvestroni, Mariano H. “Teoría Constitucional del Delito”, Latino gráfica SRL, Argentina, 2004, Primera
Edición, Página 297: “La agresión es actual e inminente desde que comienza y mientras se mantiene el
peligro que amenaza el bien jurídico. El inicio de la agresión no es condición necesaria para la existencia
de agresión ilegítima; la amenaza contra un bien jurídico alcanza para habilitar la defensa…”
34
Idem, Silvestroni, Página 297 “…Es admisible la defensa incluso frente a amenazas de un mal futuro,
cuando no existe posibilidad de que la autoridad estatal lo conjure efectivamente y a tiempo. Si existe
posibilidad de que la actuación estatal evite la agresión de forma efectiva…
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CAPITULO VIII:
LA CULPABILIDAD
Como hemos visto las dos valoraciones esenciales que se realizan en el sistema
del delito son la relativa a la contrariedad del hecho al ordenamiento jurídico-
penal, de una parte, y la responsabilidad del autor por tal hecho. La primera de
ellas se corresponde con las categorías de tipicidad y la antijuricidad; con ellas se
enjuicia el hecho, sin atender a las circunstancias personales del autor; estas son
objeto del análisis propio de la categoría de la culpabilidad.
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La del libre albedrío, sostiene que el fundamento del reproche consiste en que el
autor podría haber actuado de otro modo a como lo hizo, ya que el hombre
tiene capacidad de decidir sobre su actuación, siendo considerado el libre
albedrío en sus fundamentaciones cuasimetafísicas, como un hecho
ontológicamente evidente, pero indemostrable empíricamente, y a partir de
posturas menos drásticas, como un presupuesto inherente a nuestra propia
comprensión como seres humanos. En cambio, el fundamento material de la
culpabilidad basado en razones preventivas, rechaza la anterior, al sostener que
siendo el libre albedrío indemostrable no puede servir como pilar desde el que
construir el derecho penal de la culpabilidad, sostienen que el fundamento de la
misma debe ser la necesidad de pena. Posteriormente surge una posición
intermedia a las dos anteriores, quienes al mismo tiempo que asume que el
fundamento de la culpabilidad sólo puede radicar en razones preventivas, de
necesidad de pena, no funda esta conclusión en un rechazo del libre albedrío,
que es la culpabilidad como atribución intersubjetiva, ya que sostiene que sin
libertad no cabe afirmar la culpabilidad, por cuanto sólo de lo elegido puede ser
hecho uno responsable.
Ahora bien, hay ocasiones en las cuales esa atribución de libertad de actuar a los
demás debe ponerse en duda, porque concurran en la persona –o en el contexto
en que se realiza la acción- determinadas circunstancias especiales que, a estos
efectos, nos obliguen a dudar de que ha podido decidir libremente la realización
de la acción. Pero lo fundamental es que no está en condiciones de
“motivabilidad normal”, de “asequibilidad normativa” (Roxin), no ha tenido
capacidad para elegir libremente entre infringir o respetar la norma (entre
realizar o no realizar la acción prohibida u ordenada), y es debido a ello por lo
que no cabe atribuirle responsabilidad penal.
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REQUISITOS LA CULPABILIDAD
37
CEREZO MIR, Curso de Derecho Penal español, Parte General, III, pp. 51 y 52.
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Supuestos de inimputabilidad
El primer elemento exige que para atribuir responsabilidad penal por un hecho el
sujeto agente haya sido capaz de comprender el significado antijurídico del
hecho; a sensu contrario, faltará ese requisito cuando la capacidad mental del
sujeto le impida acceder a ese significado. Por su parte, la capacidad de dirigir su
actuación con arreglo a ese conocimiento presupone un poder de autocontrol
del agente con relación a su actuar. Este último elemento faltará siempre que esté
ausente el primero, pero cabe que se dé el primer elemento y, sin embargo, el
sujeto no tenga capacidad para controlar su actuación; así, por ejemplo, ante
algunos casos de enfermedades como la esquizofrenia.
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Por lo que respecta al trastorno mental transitorio, estaremos ante una diferente
causa biológica que ante supuestos de anomalía psíquica, si bien en cualquier
caso lo fundamental será, en ambos casos, que sobre la persona que los sufre
generen, en el momento de realización del hecho, una situación de incapacidad
de culpabilidad; en este sentido, la única característica relevante que, en el plano
penal, diferenciaría al trastorno mental transitorio con respecto a las anomalías
psíquicas es, como su propio nombre indica, su duración, estando en estos casos
ante episodios temporales o puntuales.
Ciertamente, aquellas personas afectadas por diversas patologías pueden ser más
sensibles a sufrir una alteración de la conciencia ante situaciones emocionales
extremas, por ejemplo, pero ello no debe erigirse en requisito inherente a esta
modalidad de la inimputabilidad. En realidad, y máxime en el ámbito del
derecho dominicano, donde no existe una noción de “trastorno mental
transitorio” acuñada por el derecho positivo, lo determinante,
independientemente de las causas, exógenas o endógenas, es que pueda
afirmarse en el caso concreto una situación mental del sujeto tal que le haya
impedido guiarse por la norma y dirigir su actuación en relación con el mensaje
prescriptivo.
En este sentido, afirma con razón el autor dominicano Artagnan Pérez Méndez
que “El Código se refiere a la palabra demencia con alcance amplio de toda
enajenación mental, por lo que, en sí misma, la demencia no incluye a la
embriaguez, pero, dada la estrechez con que se redactó el artículo 64 del Código
Penal, nadie duda que un estado pleno de embriaguez debe asimilarse a la
“demencia” y hace irresponsable a quien, bajo ese efecto, actúa delictivamente”
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Sostiene Alcacer Guirao que “Desde una concepción amplia, la alic puede
definirse como el conjunto de situaciones en las que un sujeto lesiona (o intenta
lesionar) un bien jurídico en un estado o situación que impide la imputación de
responsabilidad penal (en sentido amplio), pero habiendo provocado él mismo,
dolosa o imprudentemente, ese estado defectuoso”38
Minoría de Edad
Ejemplo Caso I: “ A desea entrar a una banda que se dedica al sicariato, la cual le
exige para ingresar que haya violado a una mujer, por ello, decide ingerir
alcohol y drogas para tener valentía para cometer dicho hecho. Estando drogado
y alcoholizado A encuentra a una muchacha caminando en la noche en un
parque, y decide atacarla, logrando perpetrar la violación contra la misma”.
Obviemos la concreta regulación legal del CP de la Rep. Dom. y partamos de
que desde el principio de culpabilidad existiera una eximente de responsabilidad
que dijera algo así: “Quedarán exentos de pena los que al tiempo de cometer el
38
Alcácer Guirao, R. Actio libera in causa dolosa e imprudente. Página 21, citada por Libro Teoría del
Delito de la ENJ.
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Cabe señalar que Roxin40 para determinar la existencia del actio libera in causa
(alic), identifica dos criterios, uno denominado el “modelo de la excepción”, que
Thuschka ha sido el primero en desarrollar con el máximo énfasis, la punibilidad
de la alic representa una excepción justificada por el derecho consuetudinario al
principio del &20 de que el sujeto ha de ser imputable durante la comisión del
hecho (…); en cambio, según el “modelo del tipo”, que predomina en la
jurisprudencia y la doctrina, la imputación no se conecta con la conducta durante
la embriaguez, sino con el hecho de embriagarse o con la conducta que de
cualquier modo provoca la exclusión de culpabilidad. Esta conducta previa se
interpreta como causación dolosa o culposa, y por tanto, en su caso, punible del
39
Alcacer Guirao, Actio Libera in causa, -citado en el material estudiado-
40
Roxin, Clauss, Derecho Penal. Parte General, T. I, cit. página 851 –citado por Silvestroni-
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El Error de Prohibición
Concepto:
41
Silvestroni, Mariano H. “Teoría Constitucional del Delito”, Latino gráfica SRL, Argentina, 2004, Primera
Edición, Página 340
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También Silvestroni indica que el error debe ser considerado evitable cuando: a)
el sujeto tuvo razones para dudar sobre la antijuridicidad; b) contaba con una
fuente de información a la que acudir para disipar el error; y c) le era exigible
acudir a esa fuente para salir del error. Si no se presentan estos tres requisitos el
error debe ser considerado inevitable43.
La creencia errada del error “indirecto” viene dada por dos motivos distintos,
que conllevan lo siguiente:
1.- “Error de Permisión”, en donde el autor yerra sobre la existencia o alcance de
una causa de justificación, creyendo que existe una causa de justificación
objetivamente inexistente en el Código Penal aplicable a su acción, o creyendo
42
Silvestroni, Mariano H. “Teoría Constitucional del Delito”, Latino gráfica SRL,
Argentina, 2004, Primera Edición, Página 340
43 Idem, Silvestroni, página 344
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que una causa de justificación sí existe puede aplicarse a su caso por darle un
alcance mayor del que objetivamente tiene; y
2.- “Error sobre los presupuestos fácticos de una causa de justificación”, en la cual
el autor cree erróneamente que en el caso concreto concurren los elementos de
una causa de justificación objetivamente existente en el Código Penal.
Teoría del Dolo: La doctrina referida anteriormente del “error iuris nocet” fue
rechazada por la doctrina primero que por la jurisdicción y el legislador, al
defender la llamada “teoría del dolo”443, bajo la sistemática causalista, en donde
la conciencia de la antijuridicidad formaría parte del dolo, entendido éste como
“dolos malus”. Así un error de prohibición excluiría el dolo, y con él la
culpabilidad, y si fuera vencible se trataría desde los parámetros de la
imprudencia, o como refiere Mir Puig –citado en el material didáctico estudiado-
“la naturaleza dogmática del error de prohibición coincide con la del error de
tipo, por cuanto ambas formas de error excluyen el dolo, y reciben, por tanto,
idéntico tratamiento”.
44 Idem, Welzel, página 173, refiere que en la “teoría del dolo, el dolo es un
elemento de la culpa… que tiene como contenido, no solamente el
conocimiento de las características del tipo, sino también de la antijuridicidad”.
45Idem, Welzel, página 167, refiere que en la “teoría de la culpabilidad, el error
de tipo excluye el dolo, y el error de prohibición excluye la culpabilidad”.
46 Cerezo Mir, Curso de Derecho Penal Español, Parte General III, p.121 –citado
Libro Teoría del Delito ENJ.
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restringida considera que el error sobre los presupuestos fácticos de una causa de
justificación no constituye un error de prohibición, sino que es un error de tipo,
o bien que debe ser tratado como tal, y tal como afirma Cerezo, “…se trata de
un error sobre un elemento –negativo- del tipo...; si es vencible estamos ante un
delito imprudente, o debe aplicarse la pena de dicho delito; y si es invencible
exime de responsabilidad criminal”
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CAPITULO IX:
a.- Circunstancias agravantes que son aquellos hechos que, uniéndose a los
elementos materiales o morales del delito, aumentan la criminalidad de la acción
o la culpabilidad del autor, las cuales no se encuentran en ningún apartado
especial en el Derecho Penal Dominicano, sino que están establecidas de manera
especial y con relación a ciertas y determinadas infracciones. Estas se clasifican en:
a) Objetivas, que son aquellas en la que es posible apreciar una mayor gravedad
del daño producido por el ilícito o bien de la mayor facilidad de ejecución; y
subjetiva, aquellas que no están relacionadas directamente con el hecho
cometido, sino que el autor se ve reprochado con mayor pena por situaciones
relacionadas con su persona o con circunstancias de su vida anterior; b)
Generales, son las que recaen sobre cualquier tipo penal, como ocurre con la
reincidencia y la condición de funcionario público; y especiales, son las que
recaen sobre determinados o algunos tipos penales; y c) Legales, se encuentran
contenidas de manera expresa en el texto de la ley; y judiciales, son las impuestas
por el juez al momento de juzgar el hecho.
b.- Circunstancias Atenuantes: son circunstancias accidentales del tipo que tienden
a disminuir o atenuar la pena imponible, y en algunos casos, hasta impiden la
imposición de una pena. Estas pueden clasificarse como: 1.- Atenuantes
propiamente dichas, que son circunstancias accidentales del tipo, no descritas
expresamente en la norma, que tienden a disminuir la pena establecida para el
hecho prohibido y cuyo apreciamiento se realiza de manera unilateral por el juez
o tribunal; y 2.- Atenuantes Especiales o Excusas, son una circunstancia accidental
en el tipo que unidas a sus elementos generales y especiales tiene como efecto
atenuar la pena o eximir al imputado de la misma. Estas se encuentran
determinadas limitativamente por la ley y la sentencia que la reconozca debe
establecer que se verifican suficientes condiciones para constituirlas.
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Abordar dicha agravante, debe ser desde dos ángulos, el primero indica que para
aplicar la reincidencia como agravante, es necesario la existencia de una condena
anterior que haya adquirido la autoridad de la cosa irrevocablemente juzgada ,
unida a la comisión de una nueva infracción que tenga por consecuencia una
segunda condena.
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del Código Penal Dominicano, que contiene una escala de disminución, en base
a la excusa legal de la provocación.
1.- Concurso real o material, existe cuando el autor del hecho reprochable
penalmente ha cometido varios actos que, de manera separada y por sí mismos,
constituyen un ilícito distinto.
El sistema adoptado por el Código Penal Dominicano, es copia fiel del sistema
francés, por ello, es el que hemos aplicado desde nuestros orígenes es el de no
cúmulo o absorción de penas, aún cuando fue excluido en el Código de
Procedimiento Criminal el artículo 365 que era el que contenía que “en caso de
condenación por muchos crimines y delitos se aplicaría la pena más grave”, pero
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esto fue subsanado por vía jurisprudencial, siendo constante nuestra Suprema
Corte de Justicia el considerar que este régimen ha sido implícitamente adoptado
por el legislador dominicano. Por último, cabe destacar que con la entrada en
vigencia del Código Procesal Penal dicha regla ha sido reconocida, más aún,
cuando vemos que el artículo 441 de la referida normativa, consagra la figura de
la “unificación de penas o condenas”, otorgando la facultad legal de llevar a
cabo dicho procedimiento al Juez de Ejecución de la Pena.
Por último, cabe indicar que existen excepciones a la regla del no cúmulo de
penas, tal es el caso de las contravenciones, cuya pena es imponible de manera
acumulada, al igual que las penas de multa, las cuales se suman unas a otras.
También algunos casos contenidos en la ley, como es el caso del artículo 49 de la
Ley 36, sobre Comercio, Porte y Tenencia Ilegal de Armas, al igual que el
artículo 245 del Código Penal Dominicano, que sanciona la evasión de
prisioneros. La doctrina y la jurisprudencia son unánimes en afirmar que el no
cúmulo de pena no tiene aplicación para el caso en que un condenado de
manera irrevocable, cometiere nueva infracción, caso en el cual la pena impuesta
por la nueva infracción deberá comenzar a computarse cuando finalice el
cómputo de la primera impuesta.
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