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La concertación, fuente del derecho administrativo

Es innegable que el Estado sea la única persona (Jurídica) con la potestad de administrar

justica. Como teoriza Roseau; el contrato social cedió una parte de nuestra libertad, para que

sea esta figura la encargada de brindarnos garantías necesarias para el bien estar del individuo

nacional o extranjero residente en el territorio.

A propósito; en la línea temporo-espacial, “El feudalismo como modo de producción se

definía originariamente por una unidad orgánica de economía y política, paradójicamente

distribuida en una cadena de soberanías fragmentadas a lo largo de toda la formación social

[…] nivel molecular […] explotación económica, coerción político-legal […] unidad celular

de la opresión política y económica “(Perry Anderson, 1998, p.14).

Sin retroceder más en el tiempo, entendemos que efectivamente existía un PODER

unilateral coercitivo por parte del Estado; como se dijo en el primer enunciado de este ensayo,

pero… ¿Existe un derecho a participar del administrado? o tal vez, ¿se olvida al administrado,

dentro de los esquemas normativos rígidos e ineficaces? Sera interés de este ensayo, resolver

la dicotomía expresada previamente; sin ánimo de enfatizar con precisión detalles

innecesarios para el correcto desarrollo del eje epistémico por el cual se rige el presente

escrito.

Para llegar al tema propuesto, cabe destacar que “un gobierno absoluto es, en el fondo,

siempre débil, como lo es un temperamento pletórico; pero cuando ese gobierno absoluto no

es autocrático sino representativo, su debilidad lo vuelve casi pueril […] En otros términos:

el gobierno general de una república debe ser entero, pero no complicado o redundante”

(Rafael Nuñez, 1886, p. 25).

Jhon Edinson Rodriguez Melo


Así, algunos escritores teorizan que el derecho administrativo y la participación de los

administrados por la vía política en las tareas administrativas, cuestiona la disciplina. El

profesor Brewer Carías, ve a esta participación como “el fenómeno que ha penetrado al

Estado contemporáneo […] ésta tocando a las puertas de la administración, y cuestionando

los cimientos tradicionales” (Allan R. Brewe-Carías, 1986, p. 278 a 279). Pero como

contraposición, concuerdo con Alejandro Nieto al señalar que la participación social “puede

propiciar el cualitativo de regenerar estructuras y funcionalizar órganos que la circulación

periférica de la burocracia nunca podría vitalizar” (Alejandro Nieto, 1984, p.79).

La crítica a nuestra democracia es la de imponer inconsultamente normas rígidas e

ineficaces, olvidando que las normas deben coincidir con la realidad social en la que desee

aplicarse. Hoy día, “la población establece, de manera autónoma y por medio de un proceso

de democracia directa, la forma de funcionamiento […] La sociedad instituye

simultáneamente tanto un proceso de cogestión de la ciudad como un mecanismo de control

social sobre el Estado” (Miguel Alejandro, 2008, p.399)

Así, “La participación ciudadana y el control social son un derecho político, que consiste

en participar libremente en la formación, ejercicio y control del poder político, directamente

o por medio de representantes, de manera individual o colectiva” (Mario Galindo Soza, 2015,

p.12.). Inminentemente para “el logro del desarrollo social del municipio o de la ciudad,

además de la adecuada gestión pública, también se requiere de una adecuada “gestión civil”,

fundamentada en la disponibilidad de los ciudadanos para participar en procesos educativos

y desarrollar buenas prácticas de convivencia ciudadana; en donde el interés colectivo

siempre esté por encima de los intereses individuales, generando la costumbre de la

colectividad”. (Álvarez et al, 2010, p. 60).

Jhon Edinson Rodriguez Melo

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