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Índice general

1. Números Reales 3
1.1. Presentación
√ axiomática de los números reales . . . . . . . . . . . . . . . . . 4
1.2. 2∈/Q . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
1.3. Representación geométrica de R. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
1.4. Supremo, ı́nfimo; máximo y mı́nimo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
1.5. Propiedad Arquimediana de la recta real . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
1.6. Valor absoluto y Desigualdad Triangular . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
1.7. Representación decimal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
1.8. Numerabilidad de Q . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
1.9. Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31

2. Topologı́a de R 35
2.1. Sucesiones de números reales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
2.2. Sucesiones monótonas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
2.3. El número e . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
2.4. A manera de “intermezzo”: Teorema del Sandwich. . . . . . . . . . . . . . . 49
2.5. Subsucesiones. Teorema de Bolzano-Weierstrass. . . . . . . . . . . . . . . . 51
2.6. Sucesiones de Cauchy. Completitud de R. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
2.7. Lı́mites inferior y superior. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
2.8. Conjuntos abiertos y cerrados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
2.9. Punto de acumulación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
2.10. Conjuntos compactos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
2.11. Apéndice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
A. Sobre el Axioma de Completitud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
B. Todo abierto de R es unión finita o numerable de intervalos abiertos
disjuntos dos a dos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
C. Teorema de Heine-Borel. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
D. Series de números reales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
E. Construcción de los números reales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
2.12. Ejercicios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89

3. Funciones Reales de una Variable Real. 95


3.1. Funciones continuas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
3.2. Propiedades fundamentales de las funciones continuas . . . . . . . . . . . . 106

1
3.3. Continuidad uniforme. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
3.4. Funciones monótonas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
3.5. Apéndice: El Teorema de Bolzano. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
3.6. Ejercicios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121

4. La Derivada 125
4.1. Extremos locales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
4.2. Teoremas del Valor Medio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
4.3. Regla de De L’Hôpital. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
4.4. Derivadas de orden superior. Teorema de Taylor. . . . . . . . . . . . . . . . 137
4.5. Ejercicios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147

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Capı́tulo 1

Números Reales

La evidencia, basada en la experiencia que hasta aquı́ hemos acumulado, nos lleva a
afirmar que los números reales existen y tienen las propiedades que usamos de manera
rutinaria cuando realizamos operaciones con ellos. ¿Cómo dudar de la existencia de los
números reales si los usamos en nuestro dı́a a dı́a de todos los dı́as? Sin embargo, a menos
que nuestra experiencia incluya la demostración de la existencia de los números reales
y de sus propiedades fundamentales, la nuestra más que una afirmación es una suerte de
apuesta. Creemos que los números reales existen y apostamos por ello. Al hacerlo damos el
primer paso hacia lo que se conoce como “presentación axiomática de los números reales”.
En breve estaremos en capacidad de reproducir la construcción de los números reales
que diera Cantor y deducir a partir de ella las propiedades básicas de los números reales.
Pero, hasta entonces, nos limitaremos a asumirlas bajo la forma de axiomas o leyes.
El tratamiento que de esta forma damos a los números reales encuentra paralelos
interesantes en la historia de la matemática. Un ejemplo notable es el de los axiomas
y postulados de los Elementos de Euclides, que constituyen los pilares sobre los cuales
los matemáticos griegos edificaron la geometrı́a. Los postulados de la geometrı́a euclidea
son“requerimientos” que convenimos en aceptar cuando iniciamos el estudio de la discipli-
na a fin de que los razonamientos sucesivos no susciten objeciones. De los tres axiomas y
los cinco postulados propuestos por Euclides, el V Postulado o Postulado de las Paralelas
siempre despertó dudas, y el hecho de que fuese enunciado después del XXVIII Teorema
da la impresión de que Euclides se hubiera visto forzado a incluirlo sólo porque no habı́a
conseguido demostrarlo. Hoy sabemos que el V Postulado no es consecuencia de los cuatro
anteriores pero el problema de su independencia de los otros postulados desafió los esfuer-
zos de los matemáticos por más de dos milenios. Una forma equivalente del V Postulado,
que es la que reportamos aquı́, es que en un plano, por un punto fuera de una recta, se
puede trazar una y sólo una recta paralela a la recta dada (entendiéndose, siguiendo a
Euclides, que dos rectas son paralelas cuando no se “encuentran”). El hecho que aquı́ que-
remos subrayar, para no extendernos más allá de los que son los propósitos de estas notas,
es que los fundamentos de la geometrı́a euclidea no son demostrables y pueden ser reem-
plazados por otros, para dar lugar a nuevos principios y nuevas geometrı́as. No ası́ los
axiomas o leyes de los números reales que, como ya indicamos, pueden ser demostrados a
partir de la construcción misma de los números reales.

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Otro ejemplo admirable que queremos apuntar aquı́, para mostrar la similitud de nues-
tro tratamiento de los números reales con otras circunstancias y situaciones que provee la
historia de la matemática, es la llamada Hipótesis de Riemann. Bien puede decirse que
la Hipótesis de Riemann es uno de los problemas más importantes de la matemática con-
temporánea. El problema, formulado por Riemann en 1859 bajo la forma de conjetura, en
conexión con la distribución de los números primos, se refiere a la ubicación en el plano de
los puntos donde cierta función, la función zeta de Riemann, se anula. Según adelantó Rie-
mann, esos puntos han de encontrarse distribuidos en una recta. La Hipótesis de Riemann
tiene profundas consecuencias y una gran variedad de resultados muy importantes pueden
obtenerse bajo la condición de que la hipótesis sea cierta. Hay una larga lista de tentativos
de demostrarla junto a diversos proyectos computacionales que la han verificado para los
primeros trillones de ceros, pero hasta que estas lı́neas escribimos nadie ha podido recla-
mar el millón de dólares que ha ofrecido el Instituto Clay (http://www.claymath.org/)
por su demostración.

1.1. Presentación axiomática de los números reales


En lo que sigue vamos a suponer que existe el conjunto de los números reales. A este
conjunto lo denotaremos por R. Suponemos que en R están definidas dos operaciones
binarias: la adición y la multiplicación. La adición es una operación que a dos números
reales (de allı́ la denominación de “binaria”) u y v les hace corresponder un número real,
que llamamos suma de u y v e indicamos por u + v; la multiplicación es una operación
que a dos números u, v ∈ R les hace corresponder un número real, que llamamos producto
de u y v y denotamos u · v. Estas operaciones asumimos que verifican las propiedades que
damos a continuación bajo la forma de axiomas o leyes:

A1 (Ley conmutativa para la suma).

u + v = v + u para todo u, v ∈ R.

A2 (Ley asociativa para la suma).

(u + v) + w = u + (v + w) para todo u, v, w ∈ R.

A 3 (Existencia del elemento neutro para la suma). Existe un número real, que
indicamos por 0, tal que
0 + u = u para todo u ∈ R.

A 4 (Existencia de inverso aditivo). Para cada u ∈ R, existe un número real, que


indicamos por −u, tal que
−u + u = 0.

A5 (Ley conmutativa para el producto).

u · v = v · u para todo u, v ∈ R.

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A6 (Ley asociativa para el producto).

(u · v) · w = u · (v · w) para todo u, v, w ∈ R.

A7 (Existencia del elemento neutro para el producto). Existe un número real, que
indicamos por 1, tal que 1 6= 0 y

1 · u = u para todo u ∈ R.

A8 (Existencia de inverso multiplicativo). Para cada u ∈ R, u 6= 0, existe un número


real, que indicamos por u−1 , tal que

u−1 · u = 1.

A9 (Ley distributiva).

u · (v + w) = u · v + u · w para todo u, v, w ∈ R.

Quedan por incluir cuatro axiomas pero, antes de proceder a hacerlo, conviene que nos
detengamos brevemente sobre los axiomas que ya hemos enunciado.
Las leyes asociativas (A2 y A6) indican que, cuando sumamos o multiplicamos tres
números reales u, v y w, podemos omitir paréntesis y escribir simplemente, según sea el
caso, u + v + w o u · v · w, entendiéndose que

u + v + w = u + (v + w) = (u + v) + w,

u · v · w = u · (v · w) = (u · v) · w.
Estas relaciones, junto con la leyes conmutativas (A1 y A5), establecen que en la suma
u + v + w y en el producto u · v · w de tres números reales u, v y w, podemos intercambiar
el orden de los factores y el orden de las operaciones.
El número 0 indicado en A3 es el único número real con la propiedad allı́ señalada.
En otras palabras, si y0 ∈ R es tal que

y0 + u = u (1.1)
para todo u ∈ R, entonces y0 = 0. Mas aún:
Teorema 1. Sean y0 , u0 ∈ R tales que y0 + u0 = u0 , entonces y0 = 0.
Es ası́ que, según el Teorema 1, para que sea y0 = 0 basta que valga (1.1) para “algún”
u0 ∈ R en particular (lo que constituye una hipótesis más débil que requerir que (1.1)
valga en general para “todo” u ∈ R).

Demostración. Está claro que también podemos escribir

u0 + y0 = u0

(por A1). De acuerdo con A4, existe −u0 ∈ R que verifica −u0 + u0 = 0. Ası́

−u0 + u0 + y0 = −u0 + u0

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o
0 + y0 = 0.
Según A3, 0 + y0 = y0 , de donde
y0 = 0.

Análogamente, 1 es el único número real que verifica 1 · u = u para todo u ∈ R, como


señalado en A7.

Teorema 2. Sean y0 , u0 ∈ R tales que u0 6= 0 e y0 · u0 = u0 . Entonces y0 = 1.

La demostración se deja como ejercicio.


A primera vista el suponer 1 6= 0 en el axioma A7 luce redundante y, a la vez, extraño.
Antes que nada conviene subrayar que, en el enfoque que hemos adoptado, no conocemos
los números reales ni conocemos las operaciones de adición y multiplicación. Sólo supo-
nemos que los números reales existen y suponemos que las referidas operaciones están
definidas. Resulta ası́ que nada de lo que hasta aquı́ hemos señalado permite deducir que
los números reales 1 y 0 son distintos. Es como que el aserto 1 6= 0 no puede omitirse en
cuanto, al omitirlo, no es posible deducirlo de los axiomas A1-A9, de la misma manera
que el V Postulado de los Elementos de Euclides no es posible obtenerlo de los axiomas y
postulados restantes.
Por otro lado, R con las operaciones de adición y multiplicación no es el único conjunto
que, con dos operaciones binarias similares, verifica los axiomas A1-A9. Los que ası́ lo
hacen se denominan cuerpos. Un ejemplo está dado por el conjunto {a} (que consta del solo
def def
elemento a) con las operaciones a + a = a y a · a = a. Queda como ejercicio verificar que
en efecto {a} con las operaciones especificadas es un cuerpo. En este caso, los elementos
neutros para la suma (en A3) y para el producto (en A7) coinciden y son iguales a a. Otro
ejemplo, más interesante, lo proveen los número racionales Q con las operaciones usuales
de adición y multiplicación. Conviene subrayar que, a diferencia de R y sus operaciones,
es posible definir Q y sus operaciones con todo rigor a partir de Z, el conjunto de los
números enteros. Al hacerlo no necesitamos suponer los axiomas A1-A9 porque ellos son
deducibles, bajo forma de propiedades, a partir de las definiciones del conjunto Q y sus
operaciones de adición y multiplicación. En este contexto, 1 6= 0. Es decir, interpretados
como números racionales los números 1 y 0 son distintos.
En cuanto al axioma A8, vale señalar que el hecho que excluyamos al 0 de los números
que tienen inverso multiplicativo es indispensable en vista del axioma A7.
A manera de ejercicio, supongamos por un momento que 0 tienen inverso multiplicativo,
digamos s. Entonces

s · 0 = 1. (1.2)
Pero, por A3,

0+0=0

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y, por A9,

s · 0 = s · (0 + 0) = s · 0 + s · 0. (1.3)
Si hacemos y0 = u0 = s · 0 entonces podemos reescribir (1.3) como
u0 = y0 + u0
y aplicar el Teorema 1, para obtener y0 = 0, es decir,

s · 0 = 0. (1.4)
Ası́, de comparar (1.2) con (1.4), obtenemos
1 = 0.
¡Una contradicción!
Escondida en los argumentos anteriores está la demostración del siguiente:
Teorema 3. Para todo u ∈ R, u · 0 = 0.
Queda como ejercicio encontrar la demostración en la discusión anterior.
El axioma A8 tiene otra consecuencia importante. A saber:
Teorema 4. Si u · v = 0, entonces u = 0 o v = 0.
Demostración. Si u · v = 0 y u 6= 0 entonces, por A8 y en vista del Teorema 3,
u−1 · u · v = 0
Es decir,
1 · v = 0,
de donde, por A7,
v = 0.

A manera de resumen podemos decir que R con las operaciones de adición y multipli-
cación es un cuerpo. En el cuerpo (R, +, ·) también están definidas otras dos operaciones
que constituyen las operaciones inversas correspondientes. Son estas la sustracción y la
división. Están definidas, respectivamente, por:
def
u − v = u + (−v)
y
u def
= u · v −1
v
para cualesquiera u, v ∈ R, con v 6= 0 en el caso de la división. El número real u − v se
llama la resta de u y v y el número uv se llama el cociente de u y v (v 6= 0).
Para enunciar los restantes axiomas hemos de suponer que existe un subconjunto de
los números reales, subconjunto que indicamos por P , tal que se satisfacen las siguientes
propiedades (leyes o axiomas):

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A 10 (Ley de tricotomı́a). Para cada u ∈ R vale una y sólo una de las siguientes
afirmaciones:

u ∈ P,

−u ∈ P ,

u = 0.

A11 (La suma es cerrada en P ). Para todo u, v ∈ P , u + v ∈ P.

A12 (El producto es cerrado en P ). Para todo u, v ∈ P , u · v ∈ P.

La existencia del conjunto P con las propiedades A10, A11 y A12 provee un orden
en R. Un orden en cualquier conjunto no vacı́o X es una relación binaria, que se suele
indicar por ≤, tal que:

(i) x ≤ x para todo x ∈ X.

(ii) Si x ≤ y e y ≤ x entonces x = y.

(iii) Si x ≤ y e y ≤ z entonces x ≤ z.

Las propiedades (i), (ii) y (iii) señalan que ≤ es una relación reflexiva, antisimétrica
y transitiva, respectivamente.
En el caso que nos ocupa, hacemos
def
u < v ⇐⇒ v − u ∈ P

y
def
u ≤ v ⇐⇒ u < v o u = v. (1.5)
Es un fácil ejercicio comprobar que (1.5) define una relación de orden ≤ en R. En
cuanto a <, vale:

Proposición 5. Si u < v y v < w entonces u < w.

Demostración. Por definición, u < v si y sólo si v − u ∈ P y v < w si y sólo si w − v ∈ P .


Ası́, por A11,
(v − u) + (w − v) ∈ P.
Puesto que, por definición, v − u = v + (−u), w − v = w + (−v), w − u = w + (−u), y
v − v = v + (−v) = 0 (esto último por A4), vale que

(v − u) + (w − v) = v + (−u) + w + (−v)
= w + (−u) = w − u.

Se sigue que w − u ∈ P , lo que demuestra que u < w.

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Alternativamente escribimos v > u (con el mismo significado de u < v) y v ≥ u (con
el mismo significado de u ≤ v). En particular vemos que v > 0 si y sólo si v ∈ P .
Resulta ası́ que el conjunto P , cuya existencia suponemos a manera de acto de fe y
cuyas propiedades aceptamos bajo forma de axiomas, provee un orden, y el orden, a su
vez, determina al conjunto P . En términos del orden podemos reescribir los axiomas A10,
A11 y A12, de la manera siguiente:
A10. Para cada u ∈ R vale una y sólo una de las siguientes afirmaciones:
u > 0,
u < 0,
u = 0.
A11. Si u > 0 y v > 0 entonces u + v > 0.
A12. Si u > 0 y v > 0 entonces u · v > 0.
Hasta aquı́ lo que hemos señalado puede resumirse diciendo que R es un cuerpo orde-
nado.
Establecemos un orden en Q a partir del signo de los números enteros: si p, q ∈ Z con
q 6= 0 entonces
p def
> 0 ⇐⇒ p, q ∈ N o − p, −q ∈ N
q
donde N ⊆ Z es el conjunto de los números naturales. De esta manera queda definido (y
plenamente identificado) el conjunto que para Q juega el papel que tiene P para R. Una
vez más, como antes para las propiedades de cuerpo, las correspondientes propiedades del
orden, A10, A11 y A12, pueden demostrarse en Q a partir de las definiciones. Resulta
ası́ que Q es también un cuerpo ordenado. Cabe entonces preguntarse si hay alguna pro-
piedad que R no comparta con Q y caracterice a R como el conjunto único e indiscutible
con esa propiedad.
Esa propiedad existe y es el llamado Axioma del Supremo. Para enunciarlo necesitamos
algunas nociones previas. Antes que nada vamos a repetir que, en nuestro enfoque, N, Z
y Q son conjuntos que conocemos. De Q conocemos además las operaciones binarias de
adición y multiplicación, como también las operaciones inversas de sustracción y división,
y ası́ mismo el orden. Es ası́ que (Q, +, ·), con su orden ≤, es un cuerpo ordenado. Sabemos
que N ⊆ Z ⊆ Q. En cuanto a R, sus operaciones y su orden, suponemos que verifican todas
las propiedades indicadas en los axiomas A1-A12. Suponemos también, en un sentido que
va a quedar claro más adelante, que Q ⊆ R.
Definición. Si A es un subconjunto no vacı́o de R, decimos que A es acotado superior-
mente si existe α ∈ R tal que a ≤ α para todo a ∈ A. El número α es una cota superior
de A.
Ejemplos:
1. El conjunto A = {−1, −2, −3, ...} de los enteros negativos está acotado superiormente
por 310 y 310 es, por tanto, una cota superior de A. También -1 es una cota superior
de A, de hecho, la menor de las cotas superiores de A.

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2. N no es acotado superiormente. Volveremos sobre este ejemplo más adelante. Por
ahora nos limitamos a asumir la afirmación como si se tratase de un axioma. No lo
incluimos entre los axiomas de los números reales porque, como veremos más tarde,
puede obtenerse como consecuencia del Axioma del Supremo (de hecho, son asertos
equivalentes).

3. Sea A = {x ∈ Q : x > 0 y x2 < 2}. Aquı́ x2 = x · x y, en general, xn es el producto


de n-veces x para todo x ∈ R y todo n ∈ N. Afirmamos que:

Si u > v y v > 0 entonces u2 > v 2 . (1.6)

Posponemos la demostración de este aserto y pasamos a usarlo en el caso particular


que x > 2 para establecer por contrarrecı́proco que si x ∈ A entonces x ≤ 2. En
efecto, si fuese x > 2 entonces serı́a x2 > 4 y, en consecuencia, x ∈
/ A. Resulta ası́ que
A es un subconjunto acotado de R y que 2 es una cota superior de A.

Escribamos (1.6) bajo forma de proposición y procedamos a demostrarla.

Proposición 6. Si u > v y v > 0 entonces u2 > v 2 .

Demostración. Si u > v entonces u − v > 0. Como u > v y v > 0, entonces, de acuerdo


con la Proposición 5, u > 0. Ası́

u2 − u · v = u · (u − v) > 0

y
u · v − v 2 = (u − v) · v > 0.
Es decir,
u2 > u · v y u · v > v 2 .
Aplicamos nuevamente la Proposición 5 y obtenemos el resultado.

En la demostración hemos usado que

u · (−v) = −(u · v) para todo u, v ∈ R.

Comprobar la validez de este aserto lo dejamos como ejercicio.

Definición. Sea A un subconjunto no vacı́o de números reales. Decimos que α es el


supremo de A y escribimos α = sup A si α es cota superior de A y para cualquier cota
superior β de A vale α ≤ β.

En otras palabras, el supremo de A es la cota superior mı́nima de A.


Hablamos de “el ” supremo de A a manera de concesión provisional porque no hemos
aclarado que debe ser único. De hecho lo es y es muy fácil verlo: si α = sup A y β = sup A
entonces α ≤ β puesto que β es cota superior de A y α = sup A. Ası́ mismo, β ≤ α puesto
que α es cota superior de A y β = sup A. Por tanto, α = β.
Si A no es acotado superiormente entonces A no tiene cota superior en absoluto y es
evidente que A no tiene supremo.

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¿Y si A es acotado superiormente?
En la definición de conjunto acotado superiormente hemos considerado conjuntos no
vacı́os. La motivación para ello es que ∅ es trivialmente acotado superiormente y todo
número real es cota superior de A: si x ∈ R entonces y ≤ x para todo y ∈ ∅ simplemente
porque no existe y alguno en el conjunto vacı́o. Bajo este punto de vista, ∅ es un ejemplo
de conjunto acotado superiormente que no tiene supremo y la pregunta que formulamos
se refiere entonces a conjuntos no vacı́os. La respuesta viene dada precisamente por el
Axioma del Supremo.

A13 (Axioma del Supremo). Todo conjunto no vacı́o de números reales acotado supe-
riormente tiene supremo.

Es esta la propiedad básica crucial de R.


Resulta ası́ que el conjunto A = {x ∈ Q : x > 0 y x2 < 2} del Ejemplo 3 tiene supremo.
Es decir, existe α ∈ R tal que α = sup A. ¿Podemos decir algo más acerca de α?
Sea β ∈ R tal que β 2 = 2. Un tal β es, de acuerdo con el Teorema de Pitágoras, la
longitud de la diagonal de un cuadrado unitario (Figura 1.1).


Figura 1.1: β = 2

Es claro que la versión de la Proposición 6 que se obtiene de reemplazar > por ≥


también es válida:
si u ≥ v y v ≥ 0 entonces u2 ≥ v 2 .
En cuanto al recı́proco, se verifica:

Proposición 7. Sean u ≥ 0 y v ≥ 0. Si u2 ≥ v 2 , entonces u ≥ v.

De aquı́ se sigue que x ≤ β para todo x ∈ A, de modo que β es cota superior de A.


Puesto que α = sup A, debe ser α ≤ β. Descartamos que sea α < β porque, como veremos
más adelante, entre dos números reales cualesquiera siempre hay un número racional y,
en consecuencia, infinitos números racionales. Ası́, si fuese α < β entonces existirı́a x ∈ Q
tal que α < x < β. Un tal x no puede ser elemento de A ya que α < x y α = sup A.
Pero, puesto que α < x < β, resulta que x > 0 y x2 < 2, lo que indica que x ∈ A. La

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contradicción viene de suponer que α < β, de modo que podemos concluir que α = β. Por
tanto, √
sup{x ∈ Q : x > 0 y x2 < 2} = 2.

Que 2 ∈ / Q es un hecho conocido y su demostración es muy sencilla.


1.2. 2∈
/Q
Todo número natural n puede escribirse o bien de la forma n = 2k o bien de la forma
n = 2k + 1, para algún entero k = 0, 1, 2, .... Ello es consecuencia del Teorema de la
División que establece que si n, m ∈ N y n > m entonces

n = q · m + r,

donde q ∈ N y r es algún entero entre 0 y m − 11 .


Los números de la forma n = 2k son pares, los de la forma n = 2k + 1 son impares.
Si n es par entonces n2 también es par:

(2k)2 = 4k 2 = 2(2k 2 ),

y si n es impar entonces n2 también es impar:

(2k + 1)2 = 4k 2 + 4k + 1 = 2(2k 2 + 2k) + 1.

Es ası́ que
n es par si y sólo si n2 es par.

En esta sencilla observación se basa la demostración de que 2∈
/ Q.

Teorema 8. 2 ∈ / Q.
Demostración. Supongamos, por el contrario, que existen m, n ∈ N tales que
 n 2
= 2.
m
Podemos suponer que n y m no tienen divisores comunes.
Tenemos ası́ que
n2 = 2m2 ,
lo que indica que n2 es par. Entonces n mismo es par, digamos n = 2k, y

4k 2 = n2 = 2m2 .

Por tanto
m2 = 2k 2 .
Entonces m2 es par y, en consecuencia, m también es par. Pero que ambos n y m sean pares
contradice la elección que hicimos de ellos al suponer que no tienen divisores comunes. Esta
contradicción demuestra el resultado.
1
Si n = 1 entonces n = 2 · 0 + 1 (k = 0) y 1 es impar; si n = 2 entonces n = 2 · 1 (k = 1) y 2 es par; si
n ≥ 3, aplicamos el Teorema de la División con n dado y m = 2.

12
Como comentario valga reiterar que {x ∈ Q : x > 0 y x2 < 2} es un conjunto no vacı́o
de números racionales acotado superiormente
√ y que no existe número racional alguno
√ que
sea su supremo. Establecimos que 2 es su supremo y acabamos de demostrar que 2 ∈ / Q.
El conjunto considerado provee un ejemplo que muestra que el Axioma del Supremo no
es una propiedad de los números racionales, mientras que, como tendremos ocasiones de
constatar muchas veces a lo largo del curso, es una propiedad destacada de los números
reales.

1.3. Representación geométrica de R.


Los números reales pueden pensarse como puntos de una recta, la llamada recta real,
obteniéndose de esta manera una representación gráfica de R. Una tal representación
resulta muy útil ya que permite interpretar proposiciones acerca de los números reales
desde un punto de vista “geométrico”.
Probablemente ya estamos familiarizados con el método de considerar los números
reales como puntos de la recta real y lo que haremos a continuación vale a manera de
repetición.
Consideramos una recta y sobre ella un punto arbitrario, al que indicamos por 0. A la
derecha de 0 consideramos otro punto cualquiera, al que denotamos por 1, y ası́ estable-
cemos la unidad de medida.

Figura 1.2: Unidad de medida

De esta forma -1 es el punto que dista de 0 una unidad pero está situado a la izquierda
de 0. Ası́ mismo, quedan marcados sobre la recta los puntos cuya distancia a 0 es 2, 3, 4, . . .
unidades, tanto a la derecha como a la izquierda de 0. Estos puntos son la representación
en la recta real de los números enteros correspondientes.

Figura 1.3: Los enteros

Los números racionales x > 0 los representaremos a la derecha de 0 y los números


racionales x < 0 a la izquierda de 0. Dibujamos, a manera de ejemplos, los números
1 11 −5
2 , 3 y 6 (Figura 1.4).

Figura 1.4: Los racionales

13
Podemos admitir que los números irracionales también
√ quedan marcados como puntos
de la recta. Mostramos, por ejemplo, cómo ubicar 2 haciendo uso de regla y compás
(Figura 1.5).


Figura 1.5: Ubicación de 2 en la recta real

Sin intentar justificarlo rigurosamente podemos decir que a cada número real le corres-
ponde un punto de la recta y, viceversa, que a cada punto de la recta le corresponde un
número real. De allı́ que al hablar de números reales nos refiramos a ellos como “puntos”.
En esta representación, el conjunto P que invocamos en los axiomas de orden es la
semirecta, que excluye a 0, a la derecha de 0, y u < v si el punto v está ubicado en la recta
real a la derecha de u (Figura 1.6).

Figura 1.6: Relación de orden en la recta

Si a ∈ R entonces por |a| se indica la distancia de a a 0. Es claro que


(
def a si a ≥ 0
|a| = .
−a si a < 0
Evidentemente, |a| ≥ 0 y |a| = 0 únicamente cuando a = 0.
Al número real |a| se le llama valor absoluto de a. En este esquema, si u < v entonces
v − u > 0 es la distancia de u a v : la longitud del segmento de la recta real que tiene por
extremos a los puntos u y v (Figura 1.7).

Figura 1.7: Distancia de u a v

14
De aquı́ y de intercambiar u con v resulta que |v − u| es la distancia entre u y v.
Un ejemplo que merece mención especial es el conjunto de los números v que satisfacen
|v − u| < , para  > 0 dado. Este es el conjunto de los puntos v cuya distancia a u es
menor que . Está representado por el segmento que tiene por extremos a los puntos u − 
y u +  pero no los incluye. Este segmento es el conjunto {v ∈ R : u −  < v < u + }
(Figura 1.8).

Figura 1.8: El conjunto {v ∈ R : u −  < v < u + }

Al conjunto de la forma {x ∈ R : a < x < b}, donde a, b son números reales dados, se
le llama intervalo abierto de a y b. Se suele indicar por (a, b) y corresponde, en nuestro
esquema geométrico, a un segmento de recta. Notemos que si a ≥ b entonces (a, b) = ∅ y
si a < b entonces (a, b) es precisamente el segmento que tiene extremos a y b pero no los
incluye (Figura 1.9).
El conjunto {x ∈ R : a ≤ x ≤ b} se le llama intervalo cerrado de a y b, se indica por
[a, b] y está representado por el segmento de extremos a y b, incluyéndolos (Figura 1.9).
Si a > b entonces [a, b] = ∅, de modo que, por lo general, asumimos a ≤ b. En el caso
a = b, el segmento degenera en el punto a y el intervalo es el conjunto {a}. Los conjuntos
{x ∈ R : x < b}, {x ∈ R : a < x}, {x ∈ R : x ≤ b} y {x ∈ R : a ≤ x} se indican como los
intervalos
(−∞, b), (a, ∞), (−∞, b] y [a, ∞),
respectivamente. Los sı́mbolos “∞” y “−∞” no son más que eso: sı́mbolos; y no indican
punto o número alguno. El entero conjunto de los números reales también se indica a veces
como el intervalo (−∞, ∞).
De manera análoga
(a, b] = {x ∈ R : a < x ≤ b}
y
[a, b) = {x ∈ R : a ≤ x < b}.
Los intervalos arriba mencionados están representados por los segmentos que mostra-
mos a continuación (Figura 1.9).

1.4. Supremo, ı́nfimo; máximo y mı́nimo


Sean a, b ∈ R, a < b, y consideremos el intervalo (a, b). Para todo γ ≤ a y todo
x ∈ (a, b) vale que γ ≤ x.

15
Figura 1.9: Intervalos

Figura 1.10: γ ≤ x para todo x ∈ (a, b)

Decimos que (a, b) está acotado inferiormente y que todo γ ≤ a es cota inferior de
(a, b). En general:

Definición. Sea A un subconjunto no vacı́o de números reales. Decimos que A está acotado
inferiormente si existe γ ∈ R tal que γ ≤ a para todo a ∈ A. El número γ es una cota
inferior de A.

De todas las cotas inferiores de (a, b) es evidente que γ = a es la mayor.

Definición. Sea A un subconjunto no vacı́o de números reales. Decimos que γ es el ı́nfimo


de A y escribimos γ = ı́nf A si γ es cota inferior de A y para cualquier cota inferior δ de
A vale δ ≤ γ.

Como antes para el supremo, puede verse que el ı́nfimo de A, si existe, es único. El
Axioma del Supremo tiene una versión correspondiente para el ı́nfimo:

A13. Todo conjunto no vacı́o de números reales acotado inferiormente tiene ı́nfimo.

16
En el caso del intervalo (a, b) : a = ı́nf(a, b). También vale ı́nf[a, b] = a. Si el supremo
de un conjunto A ocurre en un punto α ∈ A es corriente que se le llame máximo de A y se
escriba α = máx A. De manera análoga, si el ı́nfimo de A es un punto γ ∈ A entonces se
dice que γ es el mı́nimo de A y se indica por γ = mı́n A. Ası́, por ejemplo, a = mı́n[a, b].
En particular, si A = {a, b} consta de dos puntos a y b, el sı́mbolo máx{a, b} indica el
mayor entre los números a y b, y mı́n{a, b} denota el menor entre los números a y b.
Notemos que sup(a, b) = b. Si c > b y 0 = 31 (c − b)

Figura 1.11: sup(a, b) = b

entonces c − 0 es un punto entre b y c: b < c − 0 < c. Es evidente que c − 0 también es


cota superior de (a, b):
x ≤ c − 0 para todo x ∈ (a, b).
Podemos expresar lo anterior diciendo que para 0 > 0 como fue elegido, c − 0 es cota
superior de (a, b).
Para b, en cambio, no existe elección posible de  > 0 para el cual b− sea cota superior
de (a, b). Ello es ası́ simplemente porque b −  < b y b es la menor de las cotas superiores.
Podemos expresar lo anterior diciendo que, dado cualquier  > 0, existe x ∈ (a, b) tal
que b −  < x.

Figura 1.12: sup(a, b) = b

Esta es una propiedad que tiene b y caracteriza a b como el supremo de (a, b). Más
generalmente:

Teorema 9. Sea A ⊆ R un conjunto no vacı́o acotado superiormente. Sea α una cota


superior de A. Entonces α = sup A si y sólo si, dado cualquier  > 0, existe a ∈ A tal que
α −  < a.

Demostración. Son dos las afirmaciones que debemos demostrar: la “directa” y la “recı́pro-
ca”.
La primera corresponde a demostrar:
Si α = sup A entonces, dado cualquier  > 0, existe a ∈ A tal que α −  < a.

17
Supongamos pues que α = sup A y sea  > 0 arbitrario. Como α −  no puede ser cota
superior de A, ha de existir a ∈ A tal que α −  < a.
La segunda afirmación es:
Sea α cota superior de A. Supongamos que, dado cualquier  > 0, existe a ∈ A tal que
α −  < a. Entonces α = sup A.
Sea β = sup A y, contrariamente a lo que queremos concluir, supongamos que β < α.
Sea  = α − β. Por hipótesis, existe a ∈ A tal que α −  < a. Pero α −  = β, de modo
que un tal a ∈ A verifica β < a. Esto contradice el hecho que β es el supremo de A, en
particular, cota superior de A. La contradicción viene de suponer que β < α. Por tanto,
β = α.

El resultado correspondiente para el ı́nfimo se demuestra de manera similar.

Teorema 10. Sea A ⊆ R un conjunto no vacı́o acotado inferiormente. Sea γ una cota
inferior de A. Entonces γ = ı́nf A si y sólo si, dado cualquier  > 0, existe a ∈ A tal que
a < γ + .

Ahora estamos en condiciones de demostrar que N no es acotado superiormente. Este


hecho tiene consecuencias profundas por lo que bien vale destacarlo, más que como ejemplo,
a manera de teorema.

Teorema 11. N no es acotado superiormente.

Demostración. Por reducción al absurdo, supongamos que N está acotado superiormente.


Entonces, por el Axioma del Supremo, existe α ∈ R tal que α = sup N. Vale entonces que

n ≤ α para todo n ∈ N.

En consecuencia
n + 1 ≤ α para todo n ∈ N
puesto que n + 1 ∈ N si n ∈ N (este hecho se conoce como Propiedad Inductiva de N).
Se sigue que
n ≤ α − 1 para todo n ∈ N
lo que significa que α − 1 < α es cota superior de N, en contradicción con el hecho de que
α = sup N.

Al Teorema 11 se le indica también bajo el nombre de Propiedad Arquimediana de la


recta real.
En la próxima sección daremos una versión equivalente de dicha propiedad, la que
adoptaremos cuando queramos referirnos a ella, y veremos algunas de sus consecuencias.

1.5. Propiedad Arquimediana de la recta real


La propiedad debe su nombre al geómetra y fı́sico griego Arquı́medes de Siracusa. La
afirmación que hiciera Arquı́medes, bajo forma de axioma, es que, dado un segmento de
longitud x, existe n ∈ N tal que n > x. En la afirmación reconocemos el Teorema 11 ya

18
que el hecho de que N no sea acotado superiormente puede reformularse como que, dado
cualquier número real x > 0, existe n ∈ N tal que n > x.
Que se le indicara bajo el nombre de Axioma de Arquı́medes no ha de engañarnos,
puesto que el propio Arquı́medes se lo acreditó a Eudoxo de Cnidos. Sin embargo, vamos
a mantener el nombre de Propiedad Arquimediana, que es bajo el cual se le conoce. Pero,
al referirnos a ella, usaremos más frecuentemente la siguiente formulación:

Teorema 12 (Propiedad Arquimediana de R). Dado cualquier número  > 0, existe


1
n ∈ N tal que < .
n
Entre los ejercicios que proponemos al final del capı́tulo incluimos demostrar que:

Si u > v > 0 entonces 0 < u−1 < v −1 .

Usaremos el resultado en la demostración del Teorema 12.

Demostración. Supongamos, por el contrario, que existe 0 > 0 tal que, para todo n ∈ N,
1 1
n ≥ 0 . Entonces n ≤ 0 para todo n ∈ N, en contradicción con el Teorema 11.

La Propiedad Arquimediana permite demostrar que entre dos números reales√cuales-


quiera existe un número racional, hecho este que usamos para establecer que 2 es el
supremo del conjunto {x ∈ Q : x > 0 y x2 < 2}.
Para demostrarlo conviene antes observar que si u y v son dos números reales tales que
|v − u| > 1 entonces existe m ∈ Z entre u y v. Para fijar ideas, supongamos que 0 < u < v.
Entonces el segmento de extremos u y v tiene longitud mayor que 1.

Figura 1.13: v − u > 1

Sabemos que existe n ∈ N tal que v ≤ n.


El Principio de Buena Ordenación establece que todo conjunto no vacı́o de números
naturales tiene un elemento mı́nimo. Es posible demostrar el Principio de Buena Ordena-
ción a partir del Principio de Inducción (de hecho son equivalentes) pero no lo haremos
aquı́.
Lo invocaremos, sin embargo, para justificar la existencia del menor número natural p
tal que v ≤ p. Afirmamos que u < p − 1 < v. Debido a la elección de p, la única forma de
que nuestra afirmación no sea cierta es que p − 1 ≤ u < v ≤ p.
Pero, como bien puede verse con la ayuda de la Figura 1.14, esto no es posible. Ası́ m =
p − 1 es el número entero que buscábamos.

Teorema 13. Entre dos números reales existe un número racional.

19
Figura 1.14: v − u ≤ 1

Demostración. Sean u, v ∈ R con u < v. Entonces  = v − u > 0. Por la Propiedad


Arquimediana de R, existe n ∈ N tal que n1 < . Ası́  − n1 > 0 y n − 1 > 0. Es decir,
nv − nu = n > 1. En consecuencia, existe m ∈ Z tal que nu < m < nv. Se sigue entonces
que u < m
n < v, lo que completa la demostración.
1
El argumento que empleamos para demostrar que si n <  entonces n > 1 puede
repetirse para demostrar en general que

Si a < b y c > 0 entonces ac < bc. (1.7)


Si a < b ( n1 < ) entonces b − a > 0 ( − n1 > 0) y puesto que c > 0 (n > 0),
bc − ac = (b − a)c > 0 (n − 1 = n( − n1 ) > 0) de donde ac < bc (n > 1). En todo lo que
sigue usaremos (1.7) de manera rutinaria
√ sin detenernos a mencionarlo.
Ya hemos establecido que 0 < 2 < 2 (lo hicimos cuando √
discutimos acerca del
2
conjunto {x ∈ Q : x > 0 y x < 2}). Resulta ası́ que 0 < 2 < 1. Si 0 < r < 1 y p1 < 
2

entonces pr < . Por tanto, la Propiedad Arquimediana también permite establecer que,
dados 0 < r < 1 y  > 0, existe p ∈ N tal que pr < .

m 2
En particular, si u < n < v entonces existe p ∈ N tal que 2p < v− m m
n (aquı́  = v − n
√ √
y r = 22 ). Tenemos ası́ que u < m m 2
n < n + 2p < v. Alentamos al lector a demostrar que
si x ∈√ Q e y ∈
/ Q entonces x + y ∈ / Q y, a menos que sea x = 0, x · y ∈
/ Q. Es ası́ que
m 2
n + 2p ∈/ Q y de la discusión anterior obtenemos el siguiente:

Teorema 14. Entre dos números reales existe un número irracional.

Los Teoremas 13 y 14 suelen enunciarse en los siguientes términos:

El conjunto de los números racionales y el conjunto de los números irracionales


son ambos densos en R.

1.6. Valor absoluto y Desigualdad Triangular


Recordemos que definimos el valor absoluto de a, |a|, por
(
a si a ≥ 0
|a| =
−a si a < 0
y que |a| es la distancia en la recta real entre los puntos 0 y a.

20
Es claro que
a ≤ |a| para todo a ∈ R. (1.8)
Un hecho importante sobre los valores absolutos es la Desigualdad Triangular. Debe su
nombre a la afirmación geométrica que establece que en un triángulo la longitud de uno
cualquiera de sus lados es menor que las sumas de las longitudes de los otros dos lados.

Figura 1.15: c < a + b

Teorema 15 (Desigualdad Triangular). Para todo u, v ∈ R


|u + v| ≤ |u| + |v|.
Entre los ejercicios que proponemos al final del capı́tulo incluimos demostrar que:
a2 ≥ 0 para todo a ∈ R. (1.9)
En la demostración del Teorema 15 vamos a usar (1.9) y la siguiente observación:

Para todo a, b ∈ R, |a| · |b| = |a · b|. (1.10)


Para establecer (1.10) procedemos a considerar por separado distintos casos (puesto
que |a| se define por casos). Estos son:
1. a, b ≥ 0.
2. a ≥ 0 y b < 0.
3. a < 0 y b ≥ 0.
4. a, b < 0.
En el Caso 1, |a| = a, |b| = b y |a| · |b| = a · b. Puesto que a ≥ 0 y b ≥ 0, vale que
a · b ≥ 0 y |a · b| = a · b. Por tanto, |a| · |b| = a · b = |a · b|.
En el Caso 2, |a| = a, |b| = −b y |a| · |b| = a · (−b) = −(a · b). Por otra parte, si a ≥ 0
y b < 0 entonces −(a · b) = a · (−b) ≥ 0, de modo que a · b ≤ 0 y |a · b| = −(a · b). Se sigue
que |a| · |b| = −(a · b) = |a · b|.
El Caso 3 se obtiene directamente del Caso 2 con a y b intercambiados.
En el Caso 4, |a| = −a, |b| = −b y |a| · |b| = (−a) · (−b) = a · b. ¿Por qué? Por otro
lado, si a < 0 y b < 0 entonces −a > 0, −b > 0 y a · b = (−a) · (−b) > 0. En consecuencia,
|a · b| = a · b. Ası́ |a| · |b| = a · b = |a · b|.

21
Demostración del Teorema 15. De acuerdo con (1.9) y (1.10),
|a|2 = |a| · |a| = |a · a| = |a2 | = a2
para todo a ∈ R. En particular, para todo u, v ∈ R,
|u + v|2 = (u + v)2 = u2 + 2u · v + v 2 = |u|2 + 2u · v + |v|2 ,
donde, en vista de (1.8),
u · v ≤ |u · v|.
Ası́
|u + v|2 ≤ |u|2 + 2|u · v| + |v|2 .
De aquı́ y aplicando nuevamente (1.10), se sigue que
|u + v|2 ≤ |u|2 + 2|u| · |v| + |v|2 = (|u| + |v|)2 .
Puesto que |u + v| ≥ 0 y |u| + |v| ≥ 0, la Proposición 7 permite concluir que
|u + v| ≤ |u| + |v|.

Pasemos a analizar cuándo vale la igualdad en la Desigualdad Triangular.


Si u = 0 entonces u + v = v, de modo que
|u + v| = |v|,
de aquı́ y puesto que |u| = 0, se concluye que
|u + v| = |u| + |v|.
En la demostración de la Desigualdad Triangular usamos (1.8) para afirmar que
u · v ≤ |u · v| para todo u, v ∈ R. Es aquı́ donde ocurre la única desigualdad en los
argumentos que expusimos para obtener la desigualdad y es aquı́ que debemos detenernos
para analizar cuándo vale que u · v = |u · v|.
Por definición |u · v| = u · v si u · v ≥ 0. Sabemos que u · v = 0 si y sólo si u = 0 o v = 0
(Teoremas 3 y 4).
El caso cuando u = 0 o v = 0 ya lo consideramos arriba (discutimos el caso u = 0, el
caso v = 0 se despacha fácilmente intercambiando u y v). En consecuencia, sólo debemos
preguntarnos cuando vale que u·v > 0. Sabemos que este es el caso si u, v > 0 o si u, v < 0.
Definición. Sea u ∈ R. Decimos que u es un número positivo si u > 0; un número negativo
si u < 0.
Definición. Sean u, v ∈ R. Decimos que u y v tienen el mismo signo si ambos son positivos
o ambos son negativos; signos opuestos si uno es positivo y el otro es negativo.
Con la notación recién introducida, podemos decir que vale la igualdad en la Desigual-
dad Triangular, esto es,
|u + v| = |u| + |v|
cuando u = 0 o v = 0 o u y v tienen el mismo signo.

22
1.7. Representación decimal
Formalmente (sin pretenciones de justificación alguna) una serie de potencias es una
expresión de la forma
a0 + a1 r + a2 r2 + · · · + an rn + · · · , (1.11)
donde r, a0 , a1 , . . . , an , . . . son números reales.
Si a0 = N ∈ N y cada uno de los restantes aj es uno de los dı́gitos 0, 1, 2, . . . , 9 y
1
r = 10 , la serie de potencias (1.11), en un sentido que quedará claro cuando estudiemos
sucesiones, representa un número real x:
a1 a2 an
x=N+ + 2 + ··· + n + ··· . (1.12)
10 10 10
Escribimos
x = N, a1 a2 . . . an . . . (1.13)
y decimos que (1.13) es la representación decimal de x.
Ha de entenderse que (1.13) es otra manera de expresar (1.12). Por los momentos (1.12)
no tiene un significado claro, sin embargo, nos resultan familiares expresiones como

x = 0, 45

o
y = −1, 3333 . . . ,
que suele abreviarse
y = −1, 3
para indicar que el dı́gito 3 se repite indefinidamente, o

π = 3, 1415926535897932384626433832795028841971 . . . .

Son ellas casos particulares de (1.13). Reformuladas en términos de (1.12), obtenemos


4 5
x=0+ + 2,
10 10
 
3 3 3
y =− 1+ + + ··· + n + ··· ,
10 102 10
1 4 1 5 9 2 6 5 8
π =3+ + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 + 8 + 9 + ....
10 10 10 10 10 10 10 10 10
Es claro que de los tres ejemplos indicados, el primero es el más simple. No es necesario
recurrir a la noción, por ahora obscura, de serie, ya que, para obtener el número x cuya
representación decimal es 0, 45, sumamos un número finito de términos, precisamente los
4
números racionales 10 = 52 y 1052 = 20
1
y el resultado es el número racional

4 5 2 1 9
x= + 2 = + = .
10 10 5 20 20

23
Pasemos a considerar el segundo ejemplo. La expresión
3 3 3
+ 2 + ··· + n + ···
10 10 10
asumimos que representa un número real, digamos s.
Formalmente
 
3 3 3 1 1 1
s= + + ··· + n + ··· = 3 · + + · · · + n + · · · = 3t,
10 102 10 10 102 10

donde
1 1 1
t= + 2 + ··· + n + ··· .
10 10 10
Ası́
1 1 1 1
· t = 2 + ··· + n + ··· = t −
10 10 10 10
de donde  
9 1 1
t= 1− t= ,
10 10 10
esto es,
1
t= .
9
Por tanto, s = 3t = 39 = 1
3 y el número cuya representación decimal es −1, 3 es el
número racional dado por
 
1 4
y = −(1 + s) = − 1 + =− .
3 3

Consideremos 0, 449. La aritmética puramente formal empleada para obtener y puede


usarse también en este caso:
 
4 4 9 9 9 2 1 9 1 1 1
0, 449 = + + + +· · ·+ n +· · · = + + 2 + + ··· + n + ···
10 102 103 104 10 5 25 10 10 102 10

11 9 11 9 1 11 1 45 9
= + 2t = + 2 = + 2 = = .
25 10 25 10 9 25 10 100 20
9
Resulta ası́ que x = 20 tiene dos representaciones decimales:

x = 0, 45 y x = 0, 449.

Puede demostrarse que la representación decimal de un número real u es única salvo


cuando u es un número racional de la forma u = 2np5m , con p ∈ Z y n, m números naturales
o 0, en cuyo caso una representación termina en ceros y la otra termina en nueves. Es
ası́ que, por ejemplo, 1 también puede representarse como

1 = 0, 9

24
y
7 7
= 0, 14 a la vez que = 0, 139.
50 50
Consideremos el número racional 23
7 . El algoritmo para la división establece que

23
= 3, 285714,
7
es decir, el bloque de dı́gitos “285714” se repite indefinidamente.
Es ası́ que los números racionales son los únicos con esta caracterı́stica en su represen-
tación decimal. √
Se conoce que π es irracional pero, a diferencia de 2, para el cual la demostración
de la irracionalidad es muy sencilla, la demostración en el caso de π no es fácil. Por
ser irracional, π tiene una expansión decimal infinita en la que los dı́gitos se repiten sin
obedecer patrón alguno. El número racional que se obtiene de truncar a π con 39 decimales
exactos es suficiente para calcular la circunferencia 2πr de cualquier cı́rculo de radio r con
una precisión que, en el universo observable2 , es comparable al tamaño de un átomo de
hidrógeno. En aplicaciones elementales no se requieren más que unos pocos decimales.
Sin embargo, el atractivo que ha ejercido π desde su descubrimiento por el Hombre ha
llevado a que, a través de los siglos, se buscaran mejorar sus aproximaciones hasta que,
recientemente, con el uso de procesadores de inmensa capacidad y velocidad de cálculo,
haya sido posible determinar más de 1012 decimales. Con toda justicia, π tiene un lugar
destacado en la matemática. La historia de π es fascinante y bien podrı́amos hablar sobre
ella largamente. Aquı́ nos limitaremos a mencionar que π, √ además de ser irracional, es un
número trascendental. Esto significa que, a diferencia de 2, que es raı́z de la ecuación
x2 − 2 = 0, π no es raı́z de polinomio alguno que tenga coeficientes racionales. Como
consecuencia de la trascendencia de π, es imposible la cuadratura del cı́rculo, es decir, es
imposible, con el solo uso de regla y compás, construir un cuadrado cuya área sea igual al
área de un cı́rculo dado.

1.8. Numerabilidad de Q
Recordemos que una función viene dada por una terna (A, B, f ) donde A es un con-
junto, que suele llamarse dominio de la función, B es otro conjunto, llamado codominio
de la función, y f es una relación o regla que a cada elemento a de A le hace corresponder
un único elemento b de B. Escribimos

f : A −→ B

para indicar la función, con su domino A y su codominio B, y ası́ mismo

b = f (a)

para indicar que b es el elemento de B que corresponde al elemento a de A a través de


la relación o regla que establece f . Decimos que b es la imagen de a por f . El rango de
2
El universo observable es la región del espacio alrededor de un observador en la que la luz o cualquier
forma de radiación emitida por un objeto alcanza al observador.

25
f es el conjunto de todas las imágenes f (a) cuando a recorre el dominio A, es decir, el
conjunto {f (a) : a ∈ A}.
La relación que a cada cuadrado de lado l > 0 le hace corresponder su área l2 es una
función de l:
f : (0, ∞) ⊆ R −→ R,
f (l) = l2 .
En este caso el dominio es el intervalo (0, ∞), el codominio es R y el rango es el intervalo
(0, ∞).
La función del ejemplo no ha de confundirse con la función

g : R −→ R,

g(x) = x2 ,
que a cada x ∈ R le asocia su cuadrado x2 . El dominio y el codominio de g son R y el
rango de g es el intervalo [0, ∞).
En general no hay razón alguna para limitar nuestra atención a funciones cuyo dominio
y codominio son conjuntos de números reales. Una función, por ejemplo, es aquella que
a cada producto a la venta en una tienda le asigna su código de barras: los productos
constituyen el dominio, los códigos de barra constituyen el codominio y cada producto
tiene asignado un único código de barras, de modo que en el rango de la función están
todos los códigos de barras de los diferentes productos a la venta en la tienda.
Sin embargo, nuestro mayor interés está en las funciones cuyo dominio y codominio son
conjuntos de números reales. Es el caso que en esta sección recibirán particular atención
las funciones
f : A −→ N,
donde A es un conjunto de números reales y N es el conjunto de los números naturales.
Recordemos que, en general, una función f : A −→ B se dice inyectiva si las imágenes
por f de elementos distintos de A son elementos distintos de B. Equivalentemente, f :
A −→ B es inyectiva si f (a) = f (a0 ) implica a = a0 .
La función que a cada producto le asigna su código de barras le hace corresponder
el mismo código a todos los ejemplares de un mismo producto y, en particular, si dos
productos tienen el mismo código de barra entonces son dos ejemplares de un mismo
producto. La función f del primer ejemplo es inyectiva no ası́ g del segundo ejemplo
(g(−1) = g(1) = 1 pero 1 6= −1).
Una función f : A −→ B se dice sobreyectiva si el rango de f coincide con el codominio
B de f .
Ninguna de las funciones de los ejemplos (tal como han sido señaladas) es sobreyectiva.
Lo es, en cambio, la función h : A −→ N cuyo dominio es el conjunto A de los números
naturales pares y que viene dada por

h(2k) = k.

Esta función a cada número natural par, es decir, de la forma 2k, le hace corresponder el
número natural k. Si n ∈ N es cualquier número natural dado, entonces 2n es un número

26
natural par y h(2n) = n. Es decir, cada n ∈ N es la imagen por h de un número natural
par, a saber, el número natural 2n.
Decimos que f : A −→ B es biyectiva cuando es inyectiva y sobreyectiva.
Es fácil comprobar que la función h dada arriba es también inyectiva. Por tanto,
biyectiva.
Definición. Decimos que un conjunto A es numerable si existe una función biyectiva
f : A −→ N.
Empı́ricamente, un conjunto es numerable si podemos hacer una lista con sus elementos
de manera que a cada elemento de A le corresponda un lugar en la lista como el primero,
segundo, tercero o n-ésimo elemento de la lista y, recı́procamente, cada posición en la lista
esté ocupada por un elemento de A.
El conjunto A de los números naturales pares es numerable. La función

h : A −→ N,

h(2k) = k
es una biyección y provee una lista para A en la que 2, 4, 6, . . . , 80 ocupan, en orden, los
primeros 40 lugares de la lista y tal que la posición 34 está ocupada por el número 68.
Otros ejemplos de conjuntos numerables son N, el conjunto de los naturales impares, el
conjunto de los números naturales que son múltiplos de 3, el conjunto de todos los números
naturales que divididos entre 3 arrojan, por el Teorema de la División, resto igual a 2.
Proponemos como ejercicio demostrar que los conjuntos arriba indicados son, tal como
afirmamos, conjuntos numerables.
Supongamos que hemos dado con un hotel que tiene tantas habitaciones como hay
números naturales, de modo que el número de cada habitación es un número natural y,
recı́procamente, a cada número natural le corresponde una única habitación. Este es el
Hotel “Hilbert”, ası́ llamado en honor al matemático alemán David Hilbert. Una pecu-
liaridad del Hotel “Hilbert” es que siempre tiene habitaciones para los viajeros que en él
deseen hospedarse. Si llega un viajero y hay habitaciones libres, entonces el recién llegado
pasa a ocupar una de las habitaciones libres. Si todas las habitaciones están ocupadas
entonces la estrategia que adopta el personal del hotel para asignarle una habitación al
recién llegado es la siguiente: el huésped que está en la habitación 1 es trasladado a la
habitación 2, el que está en la habitación 2 a la habitación 3, y ası́ sucesivamente, de
manera que el huésped que ocupa la habitación n pasa a ocupar la habitación n + 1. De
esta forma todos los huéspedes que tenı́an habitación en el hotel siguen teniendo una ha-
bitación donde pernoctar, quedando libre la habitación 1 que es la que pasa a ocupar el
nuevo huésped. Una estrategia similar permite hospedar a cualquier número finito m de
nuevos huéspedes: el huésped de la habitación 1 es trasladado a la habitación m + 1, el de
la habitación 2 a la habitación m + 2, y ası́ sucesivamente, de manera que el huésped que
ocupa la habitación n pasa a ocupar la habitación m + n. De esta forma todos los huéspe-
des que tenı́an habitación en el hotel siguen teniendo una habitación donde quedarse y
cada uno de los nuevos huéspedes pasa a ocupar una de las primeras m habitaciones que
ahora están libres. En la estrategia de la administración del “Hotel Hilbert” está incluida
la demostración del siguiente:

27
Teorema 16. Si A es un conjunto finito y B es un conjunto numerable entonces A ∪ B
es numerable.

Si un conjunto numerable de viajeros ha de hospedarse en el hotel y todas las habita-


ciones se encuentran ocupadas, entonces una estrategia para resolver el problema consiste
en trasladar el huésped que ocupa la habitación n a la habitación 2n, de esta forma pasan
a estar ocupadas únicamente las habitaciones pares y a los nuevos huéspedes les asignamos
las habitaciones impares.
La estrategia empleada contiene, ası́ mismo, la demostración del siguiente:

Teorema 17. Si A y B son conjuntos numerables entonces A ∪ B es numerable.

Vamos a invocar los Teoremas 16 y 17 para demostrar que Q es numerable.


Empezamos por hacer un arreglo por filas con los números racionales positivos.
En la primera fila colocamos todos los números naturales que son de la forma
1 2 3 n
1 , 1 , 1 , . . . , de manera que la n-ésima entrada es 1 .

1 2 3 4 n
1 1 1 1 ··· 1 ···
p
En la segunda fila colocamos los números de la forma 2 con p = 1, 2, 3, . . . , de manera
que la n-ésima entrada es n2 .
1 2 3 4 n
1 1 1 1 ··· 1 ···

1 2 3 4 n
2 1 2 2 ··· 2 ···
Proseguimos colocando por filas los números de la forma pq donde p, q ∈ N, de manera
p
que en la m-ésima fila están todos los que son de la forma m con p = 1, 2, 3, . . ..
1 2 3 4 n
1 1 1 1 ··· 1 ···

1 2 3 4 n
2 2 2 2 ··· 2 ···

1 2 3 4 n
3 3 3 3 ··· 3 ···

1 2 3 4 n
4 4 4 4 ··· 4 ···

.. .. .. .. .. .. ..
. . . . . . .

1 2 3 4 n
m m m m ··· m ···

.. .. .. .. .. .. ..
. . . . . . .
En nuestro arreglo hay repeticiones pero (1) es evidente que en él están dispuestos
todos los números racionales positivos y (2) si tenemos éxito en el propósito de hacer una
lista con sus entradas entonces los números racionales positivos constituyen un conjunto
numerable. En términos precisos: (1) todos los elementos de A = {x ∈ Q : x > 0} están

28
en el arreglo y (2) si E es el conjunto con todos los elementos del arreglo y demostramos
que E es numerable entonces A también lo es, puesto que A es infinito (¡demuéstrelo!) y
todo subconjunto infinito de un conjunto numerable E es numerable (demostraremos este
aserto en el Capı́tulo 2).
La manera en que disponemos las entradas en la lista pasamos a describirla gráfica-
mente:

De lo aquı́ expuesto resulta que si A = {x ∈ Q : x > 0} entonces A es numerable.


Ahora bien, si B = {x ∈ Q : x < 0} entonces B = {−x : x ∈ A} y B es numerable puesto
que A lo es. Por el Teorema 17, A ∪ B es numerable. Para obtener Q a partir de A ∪ B
sólo hemos de agregar 0, es decir, Q = A ∪ B ∪ {0}. Puesto que A ∪ B es numerable y {0}
es un conjunto finito (consta de un único elemento: 0) se sigue, a partir del Teorema 16,
que Q es numerable.
Del ideal de conjunto numerable que es N hemos pasado a considerar otros conjuntos
que lucen numerables de forma evidente, como los números naturales pares, para sorpren-
dernos con el hecho de que Q es numerable. Hay tantos conjuntos numerables que bien
cabe preguntar si R mismo es numerable. A continuación vamos a demostrar que este no
es el caso. Para ello consideramos el intervalo (0, 1) y pasamos a establecer que (0, 1) no
es numerable.
Procedemos por reducción al absurdo. Suponemos ası́ que los números en el intervalo
(0, 1) pueden disponerse en una lista, digamos

x1 = 0, a11 a12 a13 . . .


x2 = 0, a21 a22 a23 . . .
..
. ,
xn = 0, an1 an2 an3 . . .
..
.

donde 0, aj1 aj2 aj3 . . . es la representación decimal del número xj .

29
Evitaremos las representaciones decimales que terminan en nueves, de esta forma cada
número tiene una única representación decimal y si dos representaciones decimales difieren
en el dı́gito de alguna posición decimal, digamos la m-ésima, entonces corresponden a
números distintos.
Teniendo esto presente vamos a exhibir un número x ∈ (0, 1) que no está en la lista,
lo cual arrojará una contradicción.
Consideremos
x = 0, b1 b2 b3 . . .
donde los dı́gitos bj satisfacen b1 6= a11 , b2 6= a22 , b3 6= a33 , y ası́ sucesivamente.
De la definición misma de x se sigue que x no es número alguno de la lista. Ello es
ası́ puesto que, para cada j, bj 6= ajj de modo que x 6= xj .
Se debe a Cantor la demostración que acabamos de dar de la no numerabilidad de
(0, 1) y, por consiguiente, del entero conjunto de los números reales.
El descubrimiento que recién realizamos pone de manifiesto un hecho profundo: la
totalidad de los números reales, racionales e irracionales, es infinito de una manera distinta
que el conjunto de los solos números racionales. El tipo de “infinito” no numerable que
corresponde a los números reales se conoce bajo el nombre de continuo y se indica por
la letra c. Para indicar el “infinito” numerable de Q se usa el sı́mbolo ℵ0 (pronunciado
“aleph cero”).
De la mano de George Cantor nos hemos asomado a un universo matemático, el de la
teorı́a de conjuntos, del que nos llevamos dos objetos interesantı́simos: ℵ0 y c.

30
1.9. Ejercicios
(1) Demuestre:

(a) Sean y0 , u0 ∈ R tales que u0 6= 0 e y0 · u0 = u0 . Entonces y0 = 1.


(b) Sean u, v, w ∈ R tales que u 6= 0 y u · v = u · w. Entonces v = w.
(c) Para todo u ∈ R, u · 0 = 0.

(2) Sean u, v ∈ R. Demuestre que (−u) · v = −(u · v), u · (−v) = −(u · v) y si u 6= 0 entonces
(−u)−1 = −(u−1 ).

(3) Demuestre que el conjunto {a} (que consta del solo elemento a) con las operaciones
def def
a+a = a y a·a = a es un cuerpo cuyos elementos neutros para la suma y el producto
coinciden y son iguales a a.

(4) Demuestre que la relación ≤ que definimos en R es una relación de orden, en el sentido
que verifica, tal como señalamos, las siguientes propiedades:

(i) x ≤ x para todo x ∈ R (≤ es reflexiva).


(ii) Si x, y ∈ R, x ≤ y e y ≤ x entonces x = y (≤ es antisimétrica).
(iii) Si x, y, z ∈ R, x ≤ y e y ≤ z entonces x ≤ z (≤ es transitiva).

(5) Demuestre que si n es un número natural que no es cuadrado perfecto, entonces n
no es racional.

/ Q a menos que sea n = mk para algún m ∈ N.
(6) Demuestre que si n ∈ N entonces k n ∈

(7) Demuestre que si x satisface

xn + an−1 xn−1 + · · · + a1 x + a0 = 0

para algunos enteros an−1 , . . . , a1 , a0 , entonces x ∈


/ Q a menos que x sea entero. ¿Por
qué es esta una generalización de la afirmación contenida en el Ejercicio 6?

(8) Demuestre:
Sea A ⊆ R un conjunto no vacı́o que está acotado inferiormente. Sea γ ∈ R una cota
inferior de A. Entonces γ = ı́nf A si y sólo si, dado cualquier  > 0, existe a ∈ A tal
que a < γ + .

(9) Demuestre:

(a) Si a < b y c < 0 entonces ac > bc.


(b) Si a < b y c < d entonces a + c < b + d.
(c) Si 0 < a < b entonces a−1 > b−1 > 0.
(d) Si a < b < 0 entonces 0 > a−1 > b−1 .

31
(10) Demuestre que si x ∈ Q, x 6= 0, e y ∈
/ Q entonces x + y ∈
/ Q y x·y ∈
/ Q.
¿Es la suma de números irracionales un número irracional?
¿Es el producto de números irracionales un número irracional?

(11) Definimos 2 como la longitud β de la diagonal de un cuadrado unitario, recurriendo
para ello al Teorema de Pitágoras. Sin invocar el Teorema de Pitágoras, demuestre
que existe un único número real β > 0 tal que β 2 = 2.
Sugerencia: considere el conjunto

A = {x ∈ R : x > 0 y x2 < 2}

y demuestre que A es acotado superiormente y que si β = sup A entonces β > 0 y


β 2 = 2.

(12) Use la misma idea del Ejercicio 11 para demostrar que si n es par y a > 0 entonces
existe un único número real positivo β tal que β n = a.

(13) Sean a, b ∈ R tales que 0 < a < b. Demuestre que


√ a+b
a< ab < < b.
2

(14) Demuestre que, para todo a ∈ R, a2 ≥ 0 y |a| = a2 .

(15) Vimos que |a · b| = |a| · |b| para todo a, b ∈ R.


Demuestre:

(a) |x−1 | = |x|−1 para todo x ∈ R, x 6= 0.


|x|
(b) | xy | = |y| para todo x ∈ R y todo y ∈ R, y 6= 0.

(16) Demuestre que | − a| = |a| para todo a ∈ R.

(17) Demuestre que |x| ≤ a si y sólo si −a ≤ x ≤ a.

(18) Use los Ejercicios 16 y 17 para dar una nueva demostración de la Desigualdad Trian-
gular: Para todo u, v ∈ R, |u + v| ≤ |u| + |v|.

(19) Demuestre:

(a) |u − v| ≤ |u| + |v| para todo u, v ∈ R.


(b) ||u| − |v|| ≤ |u − v| para todo u, v ∈ R.

Sugerencia: es posible dar demostraciones muy cortas a partir de la Desigualdad Trian-


gular y los Ejercicios 16 y 17.

(20) Halle el número real cuya expansión decimal es 0,41.

(21) Halle la representación decimal de − 21


6 .

32
(22) Demuestre que son numerables los siguientes conjuntos:
(a) Los números naturales impares.
(b) Los números naturales que son múltiplos de 3.
(c) Los números naturales de la forma n = 3k + 2, con k = 0, 1, 2, · · · .
(23) Demuestre:
(a) Si A es finito y B es numerable entonces A ∪ B es numerable.
(b) Si A y B son numerables entonces A ∪ B es numerable.
(c) Si A1 , A2 , A3 , . . . son numerables entonces A1 ∪ A2 ∪ A3 ∪ . . . es numerable.
Sugerencia: adapte a esta situación el artificio que empleamos para demostrar que
Q es numerable.
(24) Repase los conceptos de supremo e ı́nfimo. Halle el supremo e ı́nfimo de cada uno de
los siguiente conjuntos:
(a) A = { n1 : n ∈ N}.
1 1
(b) B = { 2p + 3q : p, q ∈ N}.
(c) C = {x ∈ R : x2 − 2 < 0}.
(d) D = {u + v : u ∈ U, v ∈ V }, si α = sup U , γ = ı́nf U , β = sup V y δ = ı́nf V .
(25) Si E = {u · v : u ∈ U, v ∈ V } y α, β, γ y δ son como en el Ejercicio 24, (d), ¿es
sup E = α · β? ¿Es ı́nf E = γ · δ?
(26) Halle el ı́nfimo y el supremo de A y B, donde A = {0, 1, 0, 11, 0, 111, 0, 1111, · · · } y
B es el conjunto de los números reales entre 0 y 1 en cuya representación decimal los
dı́gitos son unicamente 0 y 3.
(27) Sea A 6= ∅ un conjunto acotado de números reales. Demuestre:
(
λ sup A si λ ≥ 0
(a) sup{λx : x ∈ A} = .
λı́nf A si λ < 0
(
λı́nf A si λ ≥ 0
(b) ı́nf{λx : x ∈ A} = .
λ sup A si λ < 0
(28) Sean A, B 6= ∅ conjuntos acotados de números reales tales que x ≤ y para todo x ∈ A
y todo y ∈ B. Demuestre:
(a) sup A ≤ y para todo y ∈ B.
(b) sup A ≤ ı́nf B.
(29) Sean A, B 6= ∅ conjuntos de números reales tales que B ⊆ A. Demuestre que si A es
acotado entonces B es acotado, ı́nf A ≤ ı́nf B y sup B ≤ sup A.
(30) Sean A, B 6= ∅ conjuntos acotados de números reales. Demuestre que A∪B es acotado,
ı́nf A ∪ B = mı́n{ı́nf A,ı́nf B} y sup A ∪ B = máx{sup A, sup B}.

33
34
Capı́tulo 2

Topologı́a de R

En el Capı́tulo 1 presentamos a R como un cuerpo ordenado en el que vale el Axioma


del Supremo. Una manera de expresar lo que acabamos de señalar es decir que “R es
un cuerpo ordenado completo”. Que R es completo significa entonces que en él vale el
Axioma del Supremo. El conjunto Q de los números racionales, que también es un cuerpo
ordenado, no es completo.
A R podemos pensarlo como el espacio o lugar donde viven los números reales. En
la representación geométrica de R el valor absoluto permite definir la distancia entre dos
cualesquiera de sus elementos, lo que hace de R un espacio métrico. La completitud de R,
provee a R, en cuanto espacio métrico, con caracterı́sticas globales y locales. Estudiar la
naturaleza del espacio R y su estructura es lo que nos proponemos acometer en el presente
capı́tulo.

2.1. Sucesiones de números reales.


Una sucesión de números reales es una función

a : N −→ R

cuyo dominio es el conjunto N de los números naturales y cuyo codominio es el conjunto


R de los números reales. Es usual que, para designar la imagen de n ∈ N por a, se use
la notación con subı́ndice an , en lugar de la notación a(n), y que la sucesión misma se
indique por la colección de sus imágenes como {an }∞
n=1 o a1 , a2 , a3 , . . . , an , . . ..
Ejemplos:
(1) { n1 }∞
n=1 .

(2) {rn }∞
n=1 , donde r es un número real dado.
 
(3) a1 = 2 y an+1 = 12 an + a2n , n ∈ N.

Los términos de la sucesión del Ejemplo 1 son


1 1 1
1, , , , . . . ,
2 3 4

35
de modo que el N -ésimo término es N1 , N ∈ N.
Si r = 1 en el Ejemplo 2, entonces los términos de la sucesión son

1, 1, 1, 1, . . . .

Si r = −1 entonces obtenemos la sucesión alterna

−1, 1, −1, 1, . . .

ası́ los n-ésimos términos de la sucesión son todos iguales a 1 para n par y todos iguales
a −1 para n impar. Si r = 12 entonces obtenemos la sucesión { 21n }∞ n=1 o

1 1 1 1
, , , ,....
2 4 8 16
La sucesión del Ejemplo 3 es una sucesión recursiva. Sus términos se van obteniendo
de los anteriores, es decir, para conocer el n-ésimo término an necesitamos recursivamente
ir conociendo a2 a partir de a1 , a3 a partir de a2 y ası́ sucesivamente hasta obtener an−1 .
A partir de an−1 , es entonces que podemos obtener an . Vemos que los primeros cuatro
términos de la sucesión del ejemplo son:

a1 = 2, 
a2 = 12 a1 + 2
a1  = 1
2 (2 + 1) = 3
2,

a3 = 12 a2 + 2 1 3 4 17

a2  = 2 2 + 3 = 12 ,

a4 = 12 a3 + 2 1 17 24 577

a3 = 2 12 + 17 = 408 .

Dada una sucesión {an }∞ n=1 , es conveniente “visualizar” algunos de sus términos en la
recta real, siempre y cuando, claro está, sea posible hacerlo.
En el caso de la sucesión del Ejemplo 1 obtenemos la siguiente representación geométri-
ca de los primeros 10 términos:

Figura 2.1: la sucesión { n1 }∞


n=1

Observamos que la distancia de los términos al punto 0 se va haciendo cada vez más
pequeña a medida que vamos incrementando n de 1 a 10.
A partir de nuestra observación, avanzamos la conjetura de que, fijado un número
 > 0, hemos de representar, a partir de cierto N ∈ N, el N -ésimo término y todos los
términos sucesivos, como puntos a la izquierda de . En otras palabras, nuestra conjetura
es que:
1
Dado  > 0, existe N ∈ N tal que <  para todo n ≥ N . (2.1)
n

36
Definición. Decimos que la sucesión {an }∞
n=1 converge a a ∈ R si y sólo si, dado  > 0
cualquiera, existe N ∈ N tal que |an − a| <  para todo n ≥ N.

Una sucesión {an }∞ n=1 es convergente si converge a algún a ∈ R; es divergente si no es


convergente.
Si la sucesión {an }∞
n=1 converge a a escribimos

lı́m an = a,
n→∞

que leemos “el lı́mite de an es a cuando n tiende a infinito,” o también

an → a cuando n → ∞,

que leemos “an tiende a a cuando n tiende a infinito”.


A partir de las definiciones y la notación recién introducidas, nuestra conjetura puede
reformularse como
1
lı́m = 0. (2.2)
n→∞ n

Para demostrarla invocamos la Propiedad Arquimediana de la recta real.


Sea  > 0 dado. Existe N ∈ N tal que N1 < . Si n ≥ N entonces n1 ≤ N1 . Por tanto,
1
n <  para todo n ≥ N . Hemos establecido (2.2).
Ha de quedar claro que
lı́m an = a
n→∞

no es más que una forma abreviada para decir que

dado  > 0 cualquiera, existe N ∈ N tal que |an − a| <  para todo n ≥ N .

Es ası́ que (2.2) es la forma abreviada de (2.1).


¿Podemos escribir lı́m an = a y lı́m an = b con a, b ∈ R y a 6= b?
n→∞ n→∞
La respuesta es un rotundo NO.

Teorema 1. El lı́mite de una sucesión convergente es único.

Demostración. Supongamos que lı́m an = a y lı́m an = b, con a, b ∈ R y a 6= b. Sea


n→∞ n→∞

 = |a − b|. Entonces  > 0 y, puesto que lı́m an = a, existe L ∈ N tal que |an − a| < 2
n→∞

para todo n ≥ L. Ası́ mismo, puesto que lı́m an = b, existe M ∈ N tal que |an − b| < 2
n→∞
para todo n ≥ M . Sea N = máx{L, M } (el mayor número entre L y M ). Es claro que
|an − a| < 2 y |an − b| < 2 para todo n ≥ N.
En particular, |aN − a| < 2 y |aN − b| < 2 .
Por la Desigualdad Triangular,
 
|a − b| = |(a − aN ) + (aN − b)| ≤ |a − aN | + |aN − b| < + =  = |a − b|.
2 2
La contradicción |a − b| < |a − b| viene de suponer que a 6= b. Por tanto, a = b.

37
Recordemos que los puntos x ∈ R tales que |x − a| < , para  > 0 dado, constituyen
el intervalo (a − , a + ). Por tanto, que sea lı́m an = a significa que, dado  > 0, todos
n→∞
los términos de la sucesión viven en el -intervalo (a − , a + ) salvo por un número finito
de ellos. Los términos que quedan fueran del -intervalo serán más o menos dependiendo
de la magnitud de  > 0 pero si lı́m an = a siempre habrá un número finito.
n→∞
Volvamos a considerar la sucesión {an }∞ n
n=1 del Ejemplo 2: an = r para cada n ∈ N,
con r ∈ R dado.
Es claro que la sucesión constantemente igual a 1 es convergente y converge a 1. Por
tanto, {an }∞n=1 converge a 1 cuando r = 1.
Cuando r = −1 obtenemos la sucesión alterna {(−1)n }∞ n=1 que es divergente. Notemos
que la distancia entre −1 y 1 es igual a 2. Si 0 < 0 < 2 entonces el intervalo (−1 − 0 , −1 +
0 ) excluye todos los términos de la sucesión con subı́ndice par mientras que el intervalo
(1 − 0 , 1 + 0 ) excluye a todos los términos de la sucesión con subı́ndice impar.

Figura 2.2: 1 6∈ (−1 − 0 , −1 + 0 ) y −1 6∈ (1 − 0 , 1 + 0 ) si 0 < 0 < 2

Por tanto, mal puede pensarse que uno entre −1 y 1 es el lı́mite de la sucesión. Si a es
cualquier otro número real entonces |a + 1|, |a − 1| > 0 y 0 = 12 mı́n{|a + 1|, |a − 1|} es un
número positivo tal que −1, 1 ∈
/ (a − 0 , a + 0 ).

1
Figura 2.3: −1, 1 ∈
/ (a − 0 , a + 0 ) si a 6= ±1 y 0 = 2 mı́n{|a + 1|, |a − 1|}

No cabe entonces considerar que cualquier otro número real a pueda ser lı́mite de la
sucesión.
La sucesión {(−1)n }, es por tanto, divergente, tal como habı́amos afirmado.
Posponemos el análisis de la sucesión {rn } para otros valores de r. Consideremos, en

38
su lugar, la sucesión
3n + 7
an = , n ∈ N.
4n + 9
Notamos que
1
3+7· n
an = 1 , n ∈ N.
4+9· n
Usando esta expresión para los términos de la sucesión, estamos dispuestos a afirmar
que
3
lı́m an = .
n→∞ 4
La confirmación de que estamos en lo cierto está dada por el siguiente:

Teorema 2. Si lı́m an y lı́m bn ambos existen entonces:


n→∞ n→∞

1. lı́m λan = λ lı́m an para todo λ ∈ R.


n→∞ n→∞

2. lı́m (an + bn ) = lı́m an + lı́m bn .


n→∞ n→∞ n→∞

3. lı́m (an · bn ) = lı́m an · lı́m bn .


n→∞ n→∞ n→∞

4. Si lı́m bn 6= 0 entonces bn 6= 0 para todo n ≥ N , con N algún número natural, y


n→∞
1
lı́m = lı́m1 bn .
n→∞ bn n→∞

Demostración. Dejamos como ejercicio las demostraciones de 1 y 2, y pasamos a demostrar


3 y 4.
Primero veamos 4.
Sea b = lı́m bn . Como b 6= 0, entonces |b| > 0, de modo que 0 = 12 |b| > 0.
n→∞

Figura 2.4: existe N ∈ N tal que bn y b tienen el mismo signo para todo n ≥ N

Si b > 0 entonces b − 0 = b − 12 |b| = b − 21 b = 12 b > 0; si b < 0 entonces


b + 0 = b + 12 |b| = b − 21 b = 21 b < 0. Existe N ∈ N tal que |bn − b| < 0 para todo n ≥ N . Se

39
sigue que si b > 0 entonces bn > 0 para todo n ≥ N (ya que 0 < 12 b = b − 0 < bn < b + 0 )
y si b < 0 entonces bn < 0 para todo n ≥ N (puesto que b − 0 < bn < b + 0 = 12 b < 0).
Hemos establecido que si b 6= 0 entonces existe N ∈ N tal que bn 6= 0 para todo n ≥ N
(véase la Figura 2.4).
Resulta ası́ que está definido el cociente b1n para todo n ≥ N . Vamos entonces a
considerar la sucesión
1 1 1
, ,..., ,....
bN bN +1 bn
Como queremos estudiar su comportamiento cuando n → ∞, poco importa que los
términos de la sucesión estén definidos únicamente para n ≥ N .
Queremos demostrar que lı́m b1n = 1b : dado  > 0 cualquiera, existe M ∈ N tal que
n→∞
| b1n − 1b | <  para todo n ≥ M ( ha de ser M ≥ N para que el cociente 1
bn esté bien
definido).
Observamos que
− = |b − bn | ,
1 1
bn b |b||bn |
donde si n ≥ N entonces
1
|bn | = |b − (b − bn )| ≥ ||b| − |b − bn || ≥ |b| − |b − bn | > |b| − 0 = |b|
2
(aquı́ hemos usado que |u − v| ≥ ||u| − |v|| y |u| ≥ u para todo u, v ∈ R), por tanto

1
− 1 ≤ 2 |b − bn |.

(2.3)
bn b |b|2
Sea  > 0 dado. Existe L ∈ N tal que

|b|2
|b − bn | <  para todo n ≥ L. (2.4)
2
Sea M = máx{N, L}. Si n ≥ M entonces n ≥ N y vale (2.3); también n ≥ L y vale
(2.4). Por tanto,
1 1
− <  para todo n ≥ M.
bn b
Esto demuestra 4.
En cuanto a 3, sea a = lı́m an (y sea b = lı́m bn ). Queremos demostrar que lı́m (an bn ) =
n→∞ n→∞ n→∞
ab : dado  > 0 cualquiera, existe M ∈ N tal que |an bn − ab| <  para todo n ≥ M.
Observamos que

|an bn − ab| = |an bn − abn + abn − ab| = |bn (an − a) + a(bn − b)|

≤ |bn ||an − a| + |a||bn − b|.


Dado 0 = 1, existe N ∈ N tal que |bn − b| < 1 para todo n ≥ N.
Ası́, si n ≥ N entonces

|bn | = |(bn − b) + b| ≤ |bn − b| + |b| < 1 + |b|.

40
En consecuencia, si n ≥ N entonces

|an bn − ab| < (1 + |b|)|an − a| + |a||bn − b|.

Sea α = máx{1 + |b|, |a|}. Entonces α ≥ 1 + |b| ≥ 1. Con esta elección de α es claro
que
|an bn − ab| < α(|an − a| + |bn − b|) para todo n ≥ N . (2.5)
Sea  > 0 dado. Existe M1 ∈ N tal que

|an − a| < para todo n ≥ M1 (2.6)

y existe M2 ∈ N tal que

|bn − b| < para todo n ≥ M2 . (2.7)

Sea M = máx{N, M1 , M2 }. Si n ≥ M entonces valen (2.5), (2.6) y (2.7), de modo que
 
 
|an bn − ab| < α(|an − a| + |bn − b|) < α + = .
2α 2α

Esto es,
|an bn − ab| <  para todo n ≥ M
y 3 queda demostrado.

Como directa consecuencia del Teorema 2, tenemos también que:

Si lı́m an y lı́m bn ambos existen, entonces


n→∞ n→∞

5. lı́m (an − bn ) = lı́m an − lı́m bn .


n→∞ n→∞ n→∞

lı́m an
an n→∞
6. Si lı́m bn 6= 0 entonces lı́m = lı́m bn .
n→∞ n→∞ bn n→∞

En las demostraciones de 3 y 4 usamos un argumento que permite demostrar que

Si {an } es una sucesión convergente entonces {an } es acotada, (2.8)

en el sentido que existe A > 0 tal que |an | ≤ A para todo n, y también que

Si {an } es una sucesión acotada y lı́m bn = 0, entonces lı́m an · bn = 0. (2.9)


n→∞ n→∞

En efecto, si lı́m an = a entonces existe N ∈ N tal que |an | < 1 + |a| para todo n ≥ N .
n→∞
Por tanto, si A = máx{1 + |a|, |a1 |, |a2 |, . . . , |aN −1 |} entonces |an | ≤ A para todo n.
Por otra parte, si |an | ≤ A para todo n, con A algún número real positivo, entonces

|an bn | = |an ||bn | ≤ A|bn |,

41
y si lı́m bn = 0 entonces, dado cualquier  > 0, existe N ∈ N tal que
n→∞

|bn | < para todo n ≥ N.
A
Por tanto,
|an bn | ≤ A|bn | <  para todo n ≥ N.
Puesto que (2.8) y (2.9) son muy útiles, nos molestamos en indicarlos como proposi-
ciones.
Proposición 3. Si {an }∞ ∞
n=1 es una sucesión convergente, entonces {an }n=1 es acotada.
Proposición 4. Si {an }∞
n=1 es una sucesión acotada y lı́m bn = 0, entonces
n→∞
lı́m an bn = 0.
n→∞
En particular,
Si lı́m an = 0 entonces lı́m (−1)n an = 0. (2.10)
n→∞ n→∞
n n
o∞
Por tanto, la sucesión (−1)n converge a 0.
n=1
3n+7
Para concluir esta primera sección comprobemos que, efectivamente, si an = 4n+9 ,
n ∈ N, entonces lı́m an = 34 . Vemos que
n→∞
7
3+ n
lı́m an = lı́m 9,
n→∞ n→∞ 4 +
n
1 7 1 9
donde lı́m = 0. Por tanto, lı́m = 7 · lı́m = 7 · 0 = 0 y, análogamente, lı́m =0
n→∞ n n→∞ n n→∞ n n→∞ n
(por 1). También
7 7
lı́m 3 + = lı́m 3 + lı́m =3+0=3
n→∞ n n→∞ n→∞ n
y, de manera similar,
9
lı́m 4 + =4
n→∞ n
(por 2). Por último,
7
3+ 7 lı́m 3 + n 3
n n→∞
lı́m 9 = 9 =
n→∞ 4 +
n lı́m 4 + n
4
n→∞
(por 6).
La aritmética de los lı́mites que hemos empleado minuciosamente ha de volverse ru-
tinaria (aquı́ hemos incluido todos los detalles con el objeto de irnos familiarizando con
ella), sin embargo, nunca debemos dejar de tener presente que la hipótesis de existencia
de los lı́mites involucrados es esencial. Por ejemplo, vale que
(−1)n
lı́m =0
n→∞ n
pero no es cierto que
(−1)n 1
lı́m = lı́m (−1)n lı́m
n→∞ n n→∞ n→∞ n
puesto que la sucesión alterna {(−1)n }∞
n=1 diverge (no tiene lı́mite).

42
2.2. Sucesiones monótonas.
Si 0 < r < 1 entonces
rn+1 = r · rn < rn para todo n ∈ N,
de modo que
. . . ≤ rn+1 ≤ rn ≤ . . . ≤ r2 ≤ r.
Definición. Decimos que una sucesión {an } es:
monótona creciente si an ≤ an+1 para todo n ∈ N;
monótona decreciente si an+1 ≤ an para todo n ∈ N.
Decimos que la sucesión es monótona cuando es monótona creciente o decreciente.
En las primeras lı́neas de esta sección reconocemos la sucesión {rn }∞ n=1 del Ejemplo
2 de la sección anterior. A partir de la definición recién introducida, podemos decir que,
cuando 0 < r < 1, la sucesión es decreciente.
Anteriormente expresamos que una sucesión {an }∞ n=1 es acotada si existe A > 0 tal
que |an | ≤ A para todo n ∈ N. Ello es equivalente a decir que existen α, β ∈ R tales
que α ≤ an ≤ β para todo n ∈ N. Un dibujo con las representaciones de los intervalos
involucrados deberı́a bastar para convencernos.
Definición. Decimos que una sucesión {an }∞
n=1 es:
acotada superiormente si existe β ∈ R tal que an ≤ β para todo n ∈ N;
acotada inferiormente si existe α ∈ R tal que α ≤ an para todo n ∈ N.
Decimos que la sucesión es acotada cuando es acotada superior e inferiormente.
En el caso de {rn }∞
n=1 , para 0 < r < 1, la sucesión está acotada inferiormente por 0.
Notemos que una sucesión {an }∞ n=1 es acotada superior o inferiormente si el conjunto
de sus imágenes
{an : n ∈ N}
es un conjunto acotado superior o inferiormente según sea el caso.
Sea {an }∞
n=1 una sucesión creciente y acotada superiormente. Puesto que es acotada
superiormente y por el Axioma del Supremo, existe a ∈ R tal que
a = sup{an : n ∈ N}.
Dado  > 0, existe un elemento en el conjunto {an : n ∈ N}, llamémoslo x provisio-
nalmente, tal que a −  < x. Un tal x ha de ser de la forma x = aN para algún N ∈ N.
Por consiguiente, la afirmación anterior la podemos reformular como: dado  > 0, existe
N ∈ N tal que a −  < aN .
Puesto que {an }∞ n=1 es creciente, vale que aN ≤ an para todo n ≥ N . Se sigue que
a −  < an para todo n ≥ N . Por otra parte, an < a +  para todo n ∈ N, ya que a es cota
superior de {an : n ∈ N} y a < a + . En conclusión, dado  > 0, existe N ∈ N tal que
a −  < an < a +  para todo n ≥ N.
Hemos ası́ establecido que {an }∞ n=1 converge y converge a a, donde
a = sup{an : n ∈ N}.

43
Teorema 5. Si {an }∞ n=1 es una sucesión creciente y acotada superiormente, entonces
{an }∞
n=1 es convergente. Más aún, lı́m an = a, con a = sup{an : n ∈ N}.
n→∞

Un enunciado análogo vale si {an }∞


n=1 es decreciente y acotada inferiormente.

En efecto, si {an }n=1 es decreciente y acotada inferiormente, entonces la sucesión
{−an }∞n=1 es creciente y acotada superiormente. Ası́, por el Teorema 5, es convergente y,
más aún, lı́m −an = sup{−an : n ∈ N}. Pero
n→∞

lı́m an = lı́m −(−an )) = − lı́m −an = − sup{−an : n ∈ N}


n→∞ n→∞ n→∞

y (
λ sup A si λ ≥ 0
sup{λx : x ∈ A} = ,
λı́nf A si λ < 0
de modo que, en particular,

sup{−an : n ∈ N} = −ı́nf{an : n ∈ N}.

Por tanto,
lı́m an = ı́nf{an : n ∈ N}.
n→∞

Teorema 5’. Si {an }∞ n=1 es una sucesión decreciente y acotada inferiormente, entonces

{an }n=1 es convergente. Más aún, lı́m an = a, con a = ı́nf{an : n ∈ N}.
n→∞
A partir del Teorema 5’ podemos decir que, cuando 0 < r < 1, lı́m rn existe y es igual
n→∞
a l = ı́nf{rn : n ∈ N}.
Es notable que no es necesario conocer l a priori. El Axioma del Supremo (en este caso
la versión correspondiente para el ı́nfimo) garantiza que l existe y, a la vez, tal como fue
empleado en la demostración del Teorema 5 (y, por consiguiente, en la del Teorema 5’)
implica que lı́m rn = l. A partir de estos dos hechos es posible obtener l: por un lado,
n→∞

lı́m rn+1 = l
n→∞

y, por otra parte,


lı́m rn+1 = lı́m r · rn = r · l;
n→∞ n→∞

es ası́ que, puesto que el lı́mite es único, debe ser l = rl o (1 − r)l = 0; como 0 < r < 1, se
sigue que l = 0.
Concluimos entonces que lı́m rn = 0 si 0 < r < 1, y, a partir de allı́, que
n→∞
ı́nf{rn : 0 < r < 1, n ∈ N} = 0.
Cuando r = 0 la sucesión converge a 0. Cuando −1 < r < 0, vale que r = −s para
0 < s < 1 y rn = (−1)n sn para cada n ∈ N; puesto que lı́m sn = 0, se sigue que
n→∞
lı́m rn = lı́m (−1)n sn = 0 (cf. (2.10)).
n→∞ n→∞
Resulta, en definitiva, que lı́m rn = 0 si |r| < 1.
n→∞
En el Teorema 5 la hipótesis de que {an }∞
n=1 es acotada superiormente es esencial. Si
{an }∞
n=1 no está acotada superiormente, entonces, tanto si es creciente como si no lo es, no

44
podemos confinar sus términos a un -intervalo (a − , a + ) de punto alguno a de la recta
real y, en consecuencia, {an }∞ ∞
n=1 es divergente. Análogamente, si {an }n=1 no es acotada
inferiormente, entonces {an }∞n=1 es divergente.
Queda como ejercicio demostrar que {rn }∞ n=1 no es acotada superiormente si r > 1 y
no es acotada inferiormente si r < −1.
De la discusión anterior obtenemos el análisis exhaustivo de la sucesión {rn }∞
n=1 . Po-
demos resumirlo en la siguiente:
(
0 si |r| < 1
Proposición 6. lı́m rn = . En cualquier otro caso la sucesión {rn }∞ n=1
n→∞ 1 si r = 1
diverge.

De las tres sucesiones de los ejemplos con los que abrimos el capı́tulo resta por analizar
la sucesión recursiva del Ejemplo
√ 3. Puede verse que la sucesión es monótona decreciente
y acotada inferiormente por 2. Demostrar los asertos está propuesto como ejercicio entre
los que complementan el capı́tulo. A partir del Teorema 50 concluimos entonces que la
sucesión converge, digamos lı́m an = a. Como an+1 = 12 (an + a2n ), se sigue que a verifica
n→∞
la relación  
1 2
a= a+ ,
2 a

de donde resulta a = 2.

2.3. El número e
Recordemos que si n ∈ N entonces n! indica el número que se obtiene de multiplicar
todos los números naturales m ≤ n :

n! = 1 · 2 · 3 · . . . · (n − 1) · n,

y que se impone por definición que sea 0! = 1.


Ası́ mismo recordemos que si a, b ∈ R y n ∈ N entonces
n
n
X n!
(a + b) = an−j bj ,
j!(n − j)!
j=0

fórmula esta asociada al nombre de Isaac Newton y conocida como Fórmula del Binomio.
Tengamos esto en mente y consideremos la sucesión

1 n
 
an = 1 + , n ∈ N.
n

De acuerdo con la Fórmula del Binomio,


n
1 n X
 
n! 1
an = 1 + =
n j!(n − j)! nj
j=0

45
n
n! n! 1 X1 n! 1
= ·1+ · + ,
0!n! 1!(n − 1)! n j! (n − j)! nj
j=2

donde
n! = (n − 1)!n
y, para todo 2 ≤ j ≤ n,

n! = (n − j)!(n − j + 1) · . . . · (n − 1) · n.

Es ası́ que podemos escribir


n
X 1 n · (n − 1) · . . . · (n − j + 1)
an = 1 + 1 +
j! nj
j=2
n     
X 1 1 2 j−1
= 2+ 1− 1− ··· 1 −
j! n n n
j=2

Análogamente
n+1     
X 1 1 2 j−1
an+1 = 2+ 1− 1− ··· 1 −
j! n+1 n+1 n+1
j=2
n     
X1 1 2 j−1
= 2+ 1− 1− ··· 1 −
j! n+1 n+1 n+1
j=2     
1 1 2 n
+ 1− 1− ··· 1 −
(n + 1)! n+1 n+1 n+1
Nos proponemos demostrar que la sucesión {an }∞ n=1 es creciente. De comparar las
expresiones para an y an+1 obtenidas arriba vemos que
n     
X 1 1 2 j−1
an+1 ≥2+ 1− 1− ··· 1 − .
j! n+1 n+1 n+1
j=2

k k
Como n+1 < n < 1 para todo n ∈ N y todo k = 1, 2, . . . , n − 1, se sigue que
         
1 2 j−1 1 2 j−1
1− 1− ··· 1 − ≥ 1− 1− ··· 1 −
n+1 n+1 n+1 n n n

para todo n ∈ N y todo j = 2, . . . , n.


Por tanto
an+1 ≥ an
para todo n ∈ N.

46
Pasemos a ver que la sucesión {an }∞
n=1 es acotada superiormente. Observamos que

n     
X 1 1 2 j−1
an = 2 + 1− 1− ··· 1 −
j! n n n
j=2
n
X 1 1 1 1
≤2+ =2+ + + ··· +
j! 2 2·3 2 · 3···n
j=2
 
1 1 1 1
=2+ 1+ + + ··· +
2 3 3·4 3 · 4···n
 
1 1 1 1
≤2+ 1 + + 2 + · · · + n−2
2 3 3 3
1 1 1
Si sn = 1 + 3 + 32
+ ··· + 3n−2
entonces

1 1 1 1 1 1
sn = + 2 + · · · + n−2 + n−1 = sn − 1 + n−1 ,
3 3 3 3 3 3
de donde 23 sn = 1 − 3n−11
.
1 3
Puesto que 1 − 3n−1 < 1 para todo n ∈ N, se sigue que sn ≤ 2 para todo n ∈ N. Por
tanto, an ≤ 2 + 12 sn ≤ 2 + 34 = 11
4 para todo n ∈ N.
Hemos ası́ obtenido que
11
an ≤ para todo n ∈ N.
4
Como {an }∞ n=1 es una sucesión monótona creciente y acotada superiormente,
lı́m an = lı́m (1 + n1 )n existe.
n→∞ n→∞

Definición.
1 n
 
e = lı́m 1 + .
n→∞ n
El número e que hemos ası́ definido es otra constante matemática importante. Conocida
también como la constante de Napier, por el matemático escocés John Napier a quien se
debe la primera tabla de logarı́tmos, está representada por la letra ‘e’ muy probablemente
en honor al matemático Leonard Euler, aunque en realidad, las razones exactas de la
notación se desconocen. Tiene diferentes representaciones y caracterizaciones y la que
aquı́ hemos dado es sólo una de ellas. De la que hemos dado se desprende que 2 ≤ e ≤ 11 4 . En
realidad, vale que 2 < e < 114 ya que se sabe que e es irracional y, más aún, trascendental.
Observamos que si p ∈ N entonces

1 m p 1 mp p mp
       
p
e = lı́m 1 + = lı́m 1 + = lı́m 1 +
m→∞ m m m→∞ mp

p n
 
= lı́m 1 + ,
n→∞ n

47
de donde, para todo q ∈ N,
p nq
p nq
  
q
ep = lı́m 1+ = lı́m 1 + .
n→∞ nq n→∞ n
 p
n
q
Si bn = 1 + n , n ∈ N, entonces bn ≥ 1 y

q−1
p X jp
bqn − ep = bn − e q bq−j
n e ,
q

j=1
Pq−1
ya que aq − bq = (a − b) j=1 aq−j bj para cualesquiera a, b ∈ R y todo q = 2, 3, . . .. Ası́
q−1
X −1
p jp
bn − e q = (bqn − ep ) bq−j
n e
q ,
j=1

donde
q−1 q−1 q−1
X jp X jp X jp
bq−j
n e
q ≥ eq ≥ 2 q = A,
j=1 j=1 j=1

con A > 0 constante. Por tanto,


q−1
X −1
jp
bnq−j e q ≤ A−1
j=1

y, puesto que lı́m bqn − ep = 0,


n→∞
p
lı́m bn − e q = 0.
n→∞
Es decir,
 p n
p
q
lı́m 1 + = eq ,
n→∞ n
identidad esta que vale para todo p, q ∈ N.
Por otro lado
1 n 1 n 1 n 1 n
        
lı́m 1 + 1− = lı́m 1 − 2 = lı́m 1− 2 − 1 + 1,
n→∞ n n n→∞ n n→∞ n
donde, para todo n ∈ N,
 n−1   n−1 
1 n 1 n−j 1 n−j
     
1 X 1 1X
1− 2 −1= − 2 1− 2 =− 1− 2 .
n n n n n n
j=1 j=1

Observamos que
n−1  n−1
1 n−j

1X 1X n−1
1− 2 ≤ 1= ≤ 1,
n n n n
j=1 j=1

48
1
de aquı́ y puesto que lı́m = 0, se sigue que
n→∞ n

 n−1 
1 n−j
 
1 1X
lı́m 1− 2 = 0.
n→∞ n n n
j=1

Resulta ası́ que  n


1
lı́m 1− 2 −1=0
n→∞ n
y en consecuencia, que  n  n
1 1
lı́m 1+ 1− = 1.
n→∞ n n
 n
1
Como lı́m 1 + n = e, obtenemos que
n→∞

 n
1
lı́m 1− = e−1 .
n→∞ n

Es ası́ que  n
x
lı́m 1+ = ex para todo x ∈ Q.
n→∞ n
Por ejemplo,
3 n
 
lı́m 1 − = e−3
n→∞ n
y  n
2 2
lı́m 1+ = e3 .
n→∞ 3n

2.4. A manera de “intermezzo”: Teorema del Sandwich.


Establecimos que si una sucesión es convergente entonces es acotada. El recı́proco no
es cierto pues la sucesión alterna {(−1)n }∞
n=1 provee un ejemplo de sucesión acotada que es
divergente. Observamos también que si una sucesión no es acotada entonces es divergente.
En breve veremos que la condición de ser acotada provee a toda sucesión que la satisfaga
de una caracterı́stica destacada. Ahora nos proponemos considerar otra forma en que el
comportamiento de una sucesión puede estar restringido. Nos referimos al resultado que
lleva el nombre sugestivo de Teorema del Sandwich.

Teorema 7 (Teorema del Sandwich). Sean {an }∞ ∞ ∞


n=1 , {bn }n=1 y {cn }n=1 sucesiones de
números reales tales que
an ≤ bn ≤ cn para todo n ∈ N. (2.11)
Si lı́m an = lı́m cn = l entonces {bn }∞
n=1 converge y lı́m bn = l.
n→∞ n→∞ n→∞

49
En otras palabras, si una sucesión está como en “sandwich” entre dos sucesiones con-
vergentes al mismo lı́mite l entonces la sucesión es convergente y converge a l.
Puesto que nuestro análisis se refiere al comportamiento de las sucesiones cuando
n → ∞, basta que la condición (2.11) valga a partir de algún N ∈ N, es decir, para todo
n ≥ N con N algún número natural.

Demostración. Para todo n ∈ N,

an − l ≤ bn − l ≤ cn − l.

Como lı́m an = l, dado  > 0, existe N1 tal que


n→∞

− < an − l <  para todo n ≥ N1 .

Ası́ mismo, puesto que lı́m cn = l, para  > 0 dado, existe N2 ∈ N tal que
n→∞

− < cn − l <  para todo n ≥ N2 .

Si N = máx{N1 , N2 } y n ≥ N entonces

− < an − l ≤ bn − l ≤ cn − l < .

Es decir, para  > 0 dado, existe N ∈ N tal que

|bn − l| <  para todo n ≥ N.

Pasemos a considerar algunos casos concretos.

Ejemplos:

(1) lı́m n a = 1 para todo a > 0.
n→∞

Si a > 1 entonces, para todo n ∈ N, n
a > 1, de modo que

n
a = 1 + bn ,

donde bn > 0.
Para todo n ∈ N, a = (1 + bn )n .
Dejamos como ejercicio demostrar por inducción que si b > 0 entonces, para todo
n ∈ N, vale la desigualdad (1 + b)n > nb. A partir de ella obtenemos

a = (1 + bn )n > nbn para todo n ∈ N.

Ası́
a
0 ≤ bn ≤ para todo n ∈ N.
n

50
De aplicar el Teorema del Sandwich se sigue entonces que

lı́m bn = 0,
n→∞

de donde resulta √
n
lı́m a = lı́m 1 + bn = 1.
n→∞ n→∞
1
Si 0 < a < 1 entonces a > 1 y, en vista de la discusión anterior,
r
n 1
lı́m = 1.
n→∞ a
q
n 1 1
Pero a = √
n a
para todo n ∈ N. Ası́

1
lı́m √
n
=1
n→∞ a

de donde √
n
lı́m a = 1.
n→∞

n
(2) lı́m n = 1.
→∞
√ p√ √
Para todo n, n > √1, de modo que n n = 1+bn , con bn > 0 y n = (1+bn )n > nbn ,
es decir, 0 < bn < nn < √1n . Se sigue que, para todo n ∈ N,
2
√ √
q
2 1
= (1 + bn )2 = 1 + 2bn + b2n < 1 + √ + .
n n
1< n= n
n n

Aplicamos el Teorema del Sandwich y obtenemos que



lı́m n n = 1.
n→∞

2.5. Subsucesiones. Teorema de Bolzano-Weierstrass.


La sucesión {an }∞ n
n=1 dada por an = (−1) , n ∈ N, es tal que a2k = 1 y a2k−1 = −1,
k ∈ N. Observemos que si nk = 2k, k ∈ N, entonces n1 = 2, n2 = 4, n3 = 6, . . . y

n1 < n2 < n3 < · · · < nk < nk+1 < · · · , (2.12)

mientras que an1 = an2 = an3 = · · · = 1.


De manera similar, si ahora nk = 2k − 1, k ∈ N, entonces n1 = 1, n2 = 3, n3 = 5, . . . ,
ası́ que vale (2.12) y, en este caso, an1 = an2 = an3 = . . . = −1.
Las sucesiones {ank }∞k=1 según sea nk = 2k o nk = 2k − 1, k ∈ N, son subsucesiones de
la sucesión alterna dada.
Con precisión:

51
Definición. Una subsucesión de una sucesión {an }∞
n=1 es una sucesión de la forma

an1 , an2 , an3 , . . . , ank , ank+1 , . . .


donde {nk }∞
k=1 es una sucesión de números naturales tal que

n1 < n2 < . . . < nk < nk+1 < . . . .


El concepto de subsucesión es la herramienta que usamos para demostrar que si E es un
conjunto numerable y A es un subconjunto infinito de E entonces A también es numerable,
hecho este que empleamos cuando establecimos que Q es numerable. Razonamos como
sigue: Si E es numerable entonces E = {xn }∞ n=1 . Sea

J = {n ∈ N : xn ∈ A}
y sea n1 el menor número natural en J. Definamos n2 como el menor número natural en
J \ {n1 }. Es claro que n1 < n2 . Supongamos que hemos obtenido n1 < n2 < · · · < np
tales que xn1 , xn2 , · · · , xnp ∈ A. Elegimos entonces np+1 como el menor número natural en
J \ {n1 , n2 , · · · , np }. El procedimiento provee una sucesión {nk }∞
k=1 de números naturales
tal que
n1 < n2 < . . . < nk < nk+1 < . . .
y A = {xnk }∞
k=1 , lo que establece, a su vez, que A es numerable.
A manera de otro ejemplo, consideremos la sucesión
1 1 2 1 2 3 1 2 3 4
, , , , , , , , , ,....
2 3 3 4 4 4 5 5 5 5
Observamos que si n1 = 1 y nk+1 = nk + 4k, k ∈ N, entonces
1
ank = para todo k ∈ N.
2
Podemos hacer un arreglo por filas con los términos de la sucesión de manera que en
la fila n-ésima y la columna j-ésima, para n ∈ N y j = 1, 2, . . . , n, la entrada sea igual a
j
n+1 :

1
2

1 2
3 3

1 2 3
4 4 4

1 2 3 4
5 5 5 5

1 2 3 4 5
6 6 6 6 6

1 2 3 4 5 6
7 7 7 7 7 7

1 2 3 4 5 6 7
8 8 8 8 8 8 8

... .

52
Es claro que 12 ocurre por vez primera en la fila 1 y la columna 1 y es el primer término
de la sucesión. El arreglo permite deducir que 12 = 24 ocurre luego en la fila 3 y la columna
2 y es el término de la sucesión que corresponde al subı́ndice 1 + 2 · 1 + 2 = 5, puesto que
tenemos que saltar la fila 2 que tiene 2 · 1 entradas y desplazarnos 2 columnas en la fila 3;
ası́ mismo deducimos que 21 = 63 vuelve a ocurrir en la fila 5 y la columna 3 y es el término
de subı́ndice 5 + 1 + 2 · 2 + 3 = 13, puesto que tenemos que desplazarnos 1 columna en
la fila 3, saltar la fila 4 que tiene 2 · 2 entradas y desplazarnos 3 columnas en la fila 5; en
general, si 12 = 2kk
ocurrió por última vez en la fila 2k − 1 y la columna k y es el término
de subı́ndice nk , entonces 21 = 2(k+1)
k+1
vuelve a ocurrir en la fila 2k + 1 y la columna k + 1
y es el término de subı́ndice nk+1 = nk + (k − 1) + 2 · k + (k + 1) = nk + 4k, puesto que
tenemos que desplazarnos k − 1 columnas en la fila 2k − 1, saltar la fila 2k que tiene 2 · k
entradas y desplazarnos k + 1 columnas en la fila 2k + 1.
El arreglo y las deducciones que podemos hacer a partir de él no son importantes sino
en la medida que muestran que la sucesión dada, cuyas imágenes son de la forma pq , con
q ∈ N, q ≥ 2, y p ∈ N tal que 1 ≤ p ≤ q − 1, tiene subsucesiones de todo tipo, algunas
constantes como la que exhibimos, otras obtenidas de elegir cualesquiera sucesiones de
números naturales {nk }∞ k=1 con n1 < n2 < · · · < nk < nk+1 < · · · , o la subsucesión

1 1 1 1
, , , ,...
2 3 4 5
que converge a 0, o la subsucesión
1 2 3 4
, , , ,...
2 3 4 5
que converge a 1.
Lo que ha de quedar claro es que si {an }∞ n=1 es una sucesión entonces una subsucesión
{ank }∞
k=1 de {a } ∞
n n=1 se obtiene a partir de una sucesión de números naturales {nk }∞
k=1
con n1 < n2 < n3 < · · · nk < nk+1 < · · · .
Toda subsucesión {ank }∞ ∞
k=1 de una sucesión dada {an }n=1 es a su vez una sucesión en
el sentido que es una función que a k ∈ N le hace corresponder el número real ank :

k ∈ N 7→ ank ∈ R.

De allı́ que valga preguntarnos si existe lı́m ank , es decir, si la subsucesión {ank }∞
k=1 , como
k→∞
sucesión en k ∈ N, es convergente. Si este es el caso y lı́m ank = a entonces, dado  > 0
k→∞
cualquiera, existe K ∈ N tal que |ank − a| <  para todo k ≥ K.

Definición. Decimos que a ∈ R es punto de acumulación de la sucesión {an }∞


n=1 si esta
tiene una subsucesión {ank }∞
k=1 tal que lı́m ank = a.
k→∞

Por ejemplo, los puntos de acumulación de la sucesión alterna {(−1)n }∞


n=1 son −1 y 1
y puntos de acumulación de la sucesión
1 1 2 1 2 3 1 2 3 4
, , , , , , , , , ,....
2 3 3 4 4 4 5 5 5 5

53
son todos los números racionales en el intervalo [0, 1], es decir, 0,1 y todos los números de
la forma pq con q ∈ N, q ≥ 2, y p ∈ N tal que 1 ≤ p ≤ q − 1. ¿Son todos? Si x ∈ (0, 1) y
x∈ / Q, ¿es x punto de acumulación de la sucesión?
Si {an }∞
n=1 es convergente y n→∞lı́m an = a entonces a es punto de acumulación de la
sucesión y es su único punto de acumulación. Que a es punto de acumulación es evidente
ya que
1 > 2 > 3 > ... > n > n + 1 > ...
es una sucesión creciente de números naturales: la sucesión creciente de todos los núme-
ros naturales, y la sucesión {an }∞
n=1 puede entonces interpretarse como subsucesión de
sı́ misma. Que a es el único punto de acumulación también es claro ya que si lı́m an = a
n→∞
entonces lı́m ank = a para toda subsucesión {ank }∞ ∞
k=1 de {an }n=1 (si |an − a| < , para
k→∞
 > 0 dado y todo n ≥ N , sea K ∈ N tal que nK ≥ N ; entonces nk ≥ nK ≥ N, para todo
k > K y |ank − a| < ).
A continuación veremos que de toda sucesión {an }∞
n=1 podemos extraer una sucesión
monótona, o bien creciente o bien decreciente.
Procedemos como a continuación:
Sea C = {n ∈ N : am < an para todo m > n}.

Figura 2.5: 2, 4, 7 ∈ C

Pueden ocurrir sólo dos casos:

(1) C tiene infinitos elementos, o

(2) C tiene un número finito de elementos (o ninguno).

En el Caso 1, sean n1 < n2 < . . . < nk < nk+1 < . . . los elementos de C (podemos
ordenar los elementos de C de la manera indicada en virtud del Principio de Buena Or-
denación). Por construcción, an1 > an2 > . . . > ank > ank+1 > . . . . Es {ank }∞
k=1 una
subsucesión decreciente y es ası́ una subsucesión como la que buscábamos.
En el Caso 2, hacemos n1 = 1, si C = ∅, o elegimos n1 ∈ N tal que n1 es mayor que
cualquiera de los elementos de C, si C 6= ∅. Puesto que n1 ∈ / C, existe n2 > n1 tal que

54
an2 ≥ an1 . Análogamente, existe n3 > n2 tal que an3 ≥ an2 y ası́ sucesivamente, con lo
que obtenemos la subsucesión creciente {ank }∞
k=1 .
En resumen:
Lema 8. Toda sucesión de números reales tiene una subsucesión monótona.
Las sucesiones convergentes; insistimos en señalarlo, son acotadas. Toda subsucesión,
acotada o no, tiene, como acabamos de ver, una subsucesión monótona.
Toda sucesión monótona y acotada es convergente, como establece el Axioma del Su-
premo e indicamos en los Teoremas 5 y 5’.
De hilar las observaciones anteriores obtenemos el resultado que lleva el nombre de
Teorema de Bolzano-Weierstrass. Es este un resultado fundamental de los números reales.
Teorema 9 (Teorema de Bolzano-Weierstrass). Toda sucesión acotada tiene una
subsucesión convergente.
En la terminologı́a de los puntos de acumulación, una forma equivalente del Teorema
de Bolzano-Weierstrass es que:
Toda sucesión acotada tiene un punto de acumulación.
La sucesión alterna {(−1)n }∞
n=1 que es acotada (pero divergente) tiene en las subsuce-
siones
1, 1, 1, . . .
y
−1, −1, −1, . . .
dos subsucesiones convergentes. Ası́ mismo, 1 y −1, que son los lı́mites de esas subsuce-
siones, son los dos puntos de acumulación de la sucesión {(−1)n }∞
n=1 .

2.6. Sucesiones de Cauchy. Completitud de R.


Sea {an }∞
n=1 una sucesión convergente y sea a = lı́m an . Dado  > 0, existe N ∈ N
n→∞

tal que |an − a| < 2 para todo n ≥ N. Ası́, si n, m ≥ N entonces
 
|an − am | = |(an − a) + (a − am )| ≤ |an − a| + |a − am | < + =
2 2
Definición. Decimos que {an }∞ n=1 es una sucesión de Cauchy si, dado  > 0, existe N ∈ N
tal que |an − am | <  para todo n, m ≥ N.
Acabamos de establecer que si una sucesión es convergente entonces es de Cauchy. El
recı́proco también es cierto:

Toda sucesión de Cauchy de números reales converge. (2.13)


La afirmación se conoce bajo el nombre de Completitud de R.
Es ası́ que decir que
R es completo
es exactamente lo mismo que (2.13).

55
Que R es completo es la propiedad más destacada de R. En el Apéndice que com-
plementa este capı́tulo veremos que la Completitud de R es equivalente al Axioma del
Supremo. Es por ello que al Axioma del Supremo se le conoce también como Axioma de
Completitud.

Teorema 10 (Axioma de Completitud de R). Una sucesión de números reales es


convergente si y sólo si es de Cauchy.

Demostración. Resta por establecer que

Si {an }∞
n=1 es una sucesión de Cauchy entonces es convergente.

Sea {an }∞
n=1 una sucesión de Cauchy: dado  > 0, existe N ∈ N tal que |an − am | <  para
todo n, m ≥ N.
En particular, existe N ∈ N tal que

|an − aN | < 1 para todo n ≥ N

(aquı́  = 1 y m = N ). Como

|an | − |aN | ≤ |an | − |aN | ≤ |an − aN |,

se sigue que
|an | < 1 + |aN | para todo n ≥ N .
Por tanto, si A = máx{|a1 |, . . . , |aN −1 |, 1 + |aN |} entonces

|an | ≤ A para todo n ∈ N

Hemos ası́ establecido que:


Lema 11. Toda sucesión de Cauchy es acotada.
En virtud del Teorema de Bolzano-Weierstrass, existe una subsucesión {ank }∞
k=1 de

{an }n=1 y un número real a tales que lı́m ank = a.
k→∞
Proponemos como ejericio demostrar que:
Lema 12. Si una sucesión de Cauchy {an }∞ ∞
n=1 tiene un subsucesión {ank }k=1 convergente

y a = lı́m ank , entonces la propia sucesión {an }n=1 es convergente y lı́m an = a.
k→∞ n→∞

Es ası́ que, en conclusión, {an }∞


n=1 converge y, más aún, converge a a.

El Teorema 10 provee un criterio de convergencia para sucesiones: en el caso de que


podamos establecer que la sucesión es de Cauchy, entonces podemos afirmar que la sucesión
es convergente.

56
2.7. Lı́mites inferior y superior.
Sea {an }∞n=1 una sucesión acotada. De acuerdo con el Teorema de Bolzano-Weierstrass,
la sucesión {an }∞
n=1 tiene un punto de acumulación. Se sigue entonces que el conjunto A
de los puntos de acumulación de {an }∞ n=1 es no vacı́o.
Puede verse que si β ≤ an ≤ α para todo n ∈ N, con α, β ∈ R, entonces α es cota
superior de A y β es cota inferior de A. Ello es ası́ puesto que:

Teorema 13. Sea {an }∞ n=1 una sucesión de números reales tal que β ≤ an ≤ α para todo
n ∈ N, con α, β ∈ R. Si lı́m an = a entonces β ≤ a ≤ α.
n→∞

Omitimos la demostración pero usamos el resultado para concluir que si a ∈ A, es


decir, si a = lı́m ank para alguna subsucesión {ank }∞ ∞
k=1 de {an }n=1 entonces β ≤ a ≤ α,
k→∞
lo que a su vez nos lleva a demostrar la afirmación que hiciéramos justo antes de enunciar
el Teorema 13.
Resulta ası́ que si {an }∞
n=1 es una sucesión acotada entonces el conjunto A de sus
puntos de acumulación es no vacı́o y acotado.
En virtud del Axioma del Supremo, existen ı́nf A y sup A.

Definición. El lı́mite inferior de {an }∞


n=1 , que denotamos

lı́m inf an
n→∞

o
lı́m an ,
n→∞

se define por
lı́m an = ı́nf A;
n→∞

el lı́mite superior de {an }∞


n=1 , que indicamos por

lı́m sup an
n→∞

o
lı́m an ,
n→∞

se define por
lı́m an = sup A.
n→∞

Tenemos ası́ que, en el caso de la sucesión alterna {(−1)n }∞


n=1 , el conjunto A de sus
puntos de acumulación viene dado por A = {−1, 1} de manera que

lı́m (−1)n = −1 y lı́m (−1)n = 1.


n→∞ n→∞

De las definiciones es inmediato que

lı́m an ≤ lı́m an .
n→∞ n→∞

57
Por otro lado, si {an }∞ lı́m an , entonces A = {a} y evidente-
n=1 es convergente y a = n→∞
mente
lı́m an = lı́m an .
n→∞ n→∞

También vale:
Teorema 14. Sea {an }∞
n=1 una sucesión acotada de números reales. Si lı́m an = lı́m an =
n→∞ n→∞
a entonces {an }∞
n=1 es convergente y lı́m an = a.
n→∞

La afirmación contenida en el enunciado del Teorema 14 no es tan fácil de demostrar,


como sı́ lo fue su recı́proca. De un primer paso en el tentativo de demostrarla, obtenemos
a partir de la hipótesis ( lı́m an = lı́m an = a) que A = {a}. No puede ser de otra forma
n→∞ n→∞
puesto que la hipótesis establece que el supremo y el ı́nfimo de A coinciden y son iguales
a a.
Quedarı́a por ver que {an }∞n=1 converge a a.

Demostración. Supongamos, por el contrario, que {an }∞ n=1 no converge a a. En otras


palabras, existe 0 > 0 tal que para todo N ∈ N existe n > N tal que |an − a| ≥ 0 .
En consecuencia, para N = 1, existe n1 > 1 tal que |an1 − a| ≥ 0 ; dado N = n1 ,
existe n2 > n1 tal que |an2 − a| ≥ 0 ; dado N = n2 , existe n3 > n2 tal que |an3 − a| ≥ 0 ,
y ası́ recursivamente. De esta forma queda establecida la existencia de una subsucesión
{ank }∞ ∞
k=1 de {an }n=1 con la propiedad de que

|ank − a| ≥ 0 para todo k ∈ N. (2.14)

A la subsucesión {ank }∞
k=1 podemos interpretarla como una sucesión de k ∈ N : k 7→
bk = ank , k ∈ N. Puesto que {an }∞ ∞
n=1 es una sucesión acotada, {bk }k=1 también lo es. En
virtud del Teorema de Bolzano-Weierstrass, existe una subsucesión {bkj }∞ ∞
j=1 de {bk }k=1
que es convergente. Puesto que A = {a}, debe ser lı́m bkj = a. Sin embargo, de acuerdo
j→∞
con (2.14),
|bk − a| > 0 para todo k ∈ N,
de donde
|bkj − a| > 0 para todo j ∈ N. (2.15)

Figura 2.6: bkj < a − 0 o bkj > a + 0

Lo expresado en (2.15) contradice que sea lı́m bkj = a.


j→∞
La contradicción viene de suponer que {an }∞
n=1 no converge a a, por tanto, ha de ser

que {an }n=1 converge a a.

58
Corolario 15. Sea {an }∞
n=1 una sucesión acotada de números reales. Son equivalentes:
(a) lı́m an = a.
n→∞

(b) lı́m an = lı́m an = a.


n→∞ n→∞
El corolario provee un criterio de convergencia. Es ası́ que si {an }∞
n=1 es una sucesión

acotada y lı́m an < lı́m an , entonces {an }n=1 diverge y si lı́m an = lı́m an = a entonces
n→∞ n→∞ n→∞ n→∞
lı́m an = a.
n→∞
Los lı́mites inferior y superior pueden expresarse en términos de la sucesión como
establece el siguiente:
Teorema 16. Sea {an }∞
n=1 una sucesión acotada de números reales. Entonces

lı́m an = sup ı́nf {am } (2.16)


n→∞ n≥1 m≥n
y
lı́m an = ı́nf sup {am }. (2.17)
n→∞ n≥1 m≥n

Antes de pasar a demostrar el Teorema 16, aclaremos su enunciado.


En (2.16) y (2.17) cuando escribimos, respectivamente,
ı́nf {am } y sup {am },
m≥n m≥n

queremos indicar que consideramos el conjunto


Rn = {an , an+1 , an+2 , . . .}
y tomamos
ı́nf Rn y sup Rn .
Es ası́ que
ı́nf {am } = ı́nf Rn y sup {am } = sup Rn .
m≥n m≥n
Conviene observar que cada Rn es un conjunto acotado puesto que es subconjunto de
R = {a1 , a2 , a3 , . . . , an , an+1 , . . .} y R es acotado. Más aún, vale que
R = R1 ⊇ R2 ⊇ R3 ⊇ . . . ⊇ Rn ⊇ Rn+1 ⊇ . . . .
Por tanto, para cada n ≥ 1, existe bn = ı́nf Rn y, además,
ı́nf R = b1 ≤ b2 ≤ b3 ≤ . . . ≤ bn ≤ bn+1 ≤ . . . ≤ sup R
y, ası́ mismo, existe cn = sup Rn y, más aún,
sup R = c1 ≥ c2 ≥ c3 ≥ . . . ≥ cn ≥ cn+1 ≥ . . . ≥ ı́nf R.
De modo que
sup ı́nf {an } = lı́m bn
n≥1 m≥n n→∞
e
ı́nf sup {an } = lı́m cn .
n≥1 m≥n n→∞

59
Demostración. De la discusión anterior obtenemos que

b1 = ı́nf{a1 , a2 , . . .},

de modo que existe n1 > 1 tal que

b1 + 1 > an1 ≥ b1 .

Vale
bn1 = ı́nf{an1 , an1 +1 , . . .},
por tanto, existe n2 > n1 tal que
1
bn1 + > an2 ≥ bn1 .
2
Puesto que bn2 = ı́nf{an2 , an2 +1 , . . .}, existe n3 > n2 tal que
1
bn2 + > an3 ≥ bn2 .
3
Prosiguiendo de esta forma hallamos subsucesiones {bnk }∞ ∞ ∞
k=1 de {bn }n=1 y {ank }k=1

de {an }n=1 tales que

1
bnk + > ank+1 ≥ bnk para todo k ∈ N.
k+1
Como lı́m bnk = lı́m bn , se sigue por el Teorema del Sandwich que
k→∞ n→∞

lı́m ank = lı́m bn .


k→∞ n→ ∞

Esto demuestra que lı́m bn es un punto de acumulación de {an }∞


n=1 .
n→∞
Sea l un punto de acumulación de {an }∞ ∞
n=1 . Entonces existe una subsucesión {anj }j=1

de {an }n=1 tal que lı́m anj = l. Es claro que
j→∞

anj ≥ bnj = ı́nf{anj , anj +1 , . . . , } para todo j ∈ N.

Se sigue entonces que l ≥ lı́m bn . Esto demuestra que lı́m bn es el menor de los puntos
n→∞ n→∞
de acumulación de {an }∞
n=1 , lo que establece que

lı́m bn = lı́m an .
n→∞ n→∞

Hemos ası́ demostrado (2.16).


De manera similar podemos demostrar (2.17).

60
2.8. Conjuntos abiertos y cerrados.
En el Capı́tulo 1 cuando estudiamos la recta real, al conjunto {x ∈ R : a < x < b} lo
denotamos por (a, b) y lo llamamos intervalo abierto de a y b. El nombre, como veremos
en breve, no es casual y responde a una noción topológica1 que es fundamental.

Definición. Decimos que un conjunto X ⊆ R es abierto si, para cada x ∈ X, existe 0 > 0
tal que (x − 0 , x + 0 ) ⊆ X.

Ejemplos claros de conjuntos abiertos son X = R y X = ∅. Si a < b entonces (a, b)


es un conjunto abierto (cuando a ≥ b, (a, b) = ∅ es abierto). Para establecer la afirmación
apelamos a la representación geométrica de (a, b) en la recta real como el segmento de
extremos a y b que excluye a los puntos a y b.

Figura 2.7: x − a = |x − a| > 0 y b − x = |b − x| > 0 si x ∈ (a, b)

Si x ∈ (a, b) entonces x − a, b − x > 0. Ası́, si d = mı́n{x − a, b − x} entonces d > 0 y


si 0 = 12 d entonces (x − 0 , x + 0 ) ⊆ (a, b).

Figura 2.8: (x − 0 , x + 0 ) ⊆ (a, b) si 0 = 21 d y d = mı́n{x − a, b − x}

En efecto: y ∈ (x − 0 , x + 0 ) si y sólo si x − 0 < y < x + 0 , de modo que


1 x−a x+a a+a
y > x − 0 = x − d ≥ x − = > =a
2 2 2 2
a la vez que
1 b−x x+b b+b
y < x + 0 = x + d ≤ x + = < = b.
2 2 2 2
Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que la noción de conjunto abierto de R
es una generalización de la de intervalo abierto. De hecho, todo conjunto abierto de R
puede representarse como unión de una colección finita o numerable de intervalos abiertos
disjuntos dos a dos. La afirmación que hacemos se apoya en parte en el siguiente:
1
Topologı́a (de las palabras griegas “topos” (lugar) y “logos” (estudio)) es una rama de la matemática
que tiene distintas subáreas y, en términos muy aproximados, estudia la naturaleza y la estructura de los
espacios.

61
Teorema 17. (a) R y ∅ son conjuntos abiertos.

(b) Si X e Y son abiertos entonces X ∪ Y y X ∩ Y son abiertos.

(c) Si X1 , X2 , . . . , Xn , . . . es una colección numerable de abiertos entonces ∪∞


n=1 Xn es
abierto.
Demostración. Ya apuntamos que vale (a). En cuanto a (b), conviene observar que X ∪Y =
∪∞n=1 Xn si X1 = X, X2 = Y, Xn = Y (o Xn = X) para todo n ≥ 3, de modo que para la
unión X ∪ Y de dos conjuntos abiertos X e Y la condición de ser un conjunto abierto es
consecuencia de (c). De allı́ que nos propongamos demostrar sólo el aserto referente a la
intersección X ∩ Y en (b) para luego pasar a demostrar (c).
Si x ∈ X ∩ Y, con X e Y abiertos, entonces, por un lado, existe 1 > 0 tal que
(x − 1 , x + 1 ) ⊆ X y, por otra parte, existe 2 > 0 tal que (x − 2 , x + 2 ) ⊆ Y . Si
0 = mı́n{1 , 2 } entonces (x − 0 , x + 0 ) ⊆ (x − j , x + j ) para j = 1, 2. Por tanto,
(x − 0 , x + 0 ) ⊆ X y (x − 0 , x + 0 ) ⊆ Y , de donde (x − 0 , x + 0 ) ⊆ X ∩ Y . Puesto que
x ∈ X ∩ Y es arbitrario, se sigue que X ∩ Y es abierto.
Si x ∈ ∪∞ ∞
n=1 Xn , con {Xn }n=1 colección de abiertos, entonces x ∈ Xm para algún m y
existe 0 > 0 tal que (x − 0 , x + 0 ) ⊆ Xm ⊆ ∪∞ ∞
n=1 Xn . Queda ası́ establecido que ∪n=1 Xn
es abierto.

El sencillo argumento que demuestra (c) se adapta al caso en que la colección de


abiertos es arbitraria (no necesariamente numerable). Podemos entonces afirmar que:
La unión de una colección arbitraria de conjuntos abiertos es un conjunto abierto.
En general no vale que si {Xn }∞ n=1 es una colección numerable  de 1abiertos
 ∞ entonces
∞ 1
∩n=1 Xn es abierto. Un ejemplo lo provee la colección de intervalos − n , n n=1 , ya que
∩∞ 1 1

n=1 − n , n = {0} y {a} no es abierto cualquiera que sea el número real a. Que {a}
∞ 1 1

no es abierto es evidente; que ∩n=1 − n , n = {0} puede establecerse vı́a el Teorema del
Sandwich de la manera siguiente: Supongamos que x ∈ ∩∞ 1 1 ∞
n=1 − n , n y sea {xn }n=1 la
sucesión cuyos términos son constantes e iguales a x; entonces
1 1
− < xn < para todo n ∈ N,
n n
de donde, puesto que lı́m ± n1 = 0,
n→∞

x = lı́m xn = 0.
n→∞

Otros ejemplos de conjuntos abiertos son los intervalos (abiertos) (a, ∞) y (−∞, a)
para a ∈ R cualquiera. No son conjuntos abiertos los intervalos [a, b), (a, b], [a, b], [a, ∞)
y (−∞, a], puesto que, en la definición de conjunto abierto, es requerido que para cada
uno de sus puntos exista algún -intervalo alrededor de él que esté totalmente contenido
en el conjunto y, en el caso del conjunto [a, b), por ejemplo, no existe -intervalo alguno
(a − , a + ) alrededor de a que esté contenido en [a, b), situación esta que se repite para
(a, b] con el punto b, al igual que para [a, b] con ambos puntos a y b, y para [a, ∞) y
(−∞, a] con el punto a.

62
Observemos que
R \ [a, b] = (−∞, a) ∪ (b, ∞)
y que (−∞, a) ∪ (b, ∞) es un conjunto abierto puesto que (−∞, a) y (b, ∞) son conjuntos
abiertos.

Figura 2.9: R \ [a, b] = (−∞, a) ∪ (b, ∞)

Ası́ mismo, R \ [a, ∞) = (−∞, a) y R \ (−∞, a] = (a, ∞).

Definición. Decimos que un conjunto X ⊆ R es cerrado si su complemento R \ X es


abierto.

A partir de la definición y de la discusión anterior, concluimos que los intervalos (cerra-


dos) [a, b], [a, ∞) y (−∞, a] son todos conjuntos cerrados de R, para a, b ∈ R cualesquiera.
En particular, si a es cualquier número real entonces {a} = [a, a] es un conjunto cerrado
(notemos también que R \ {a} = (−∞, a) ∪ (a, ∞)).
Los intervalos [a, b) y (a, b] con a < b, son ejemplos de conjuntos que no son abiertos
ni cerrados. Es ası́ que no son abiertos y si fuesen cerrados entonces

R \ [a, b) = (−∞, a) ∪ [b, ∞) y R \ (a, b] = (−∞, a] ∪ (b, ∞)

serı́an abiertos y también resultarı́an abiertos

[b, ∞) = (R \ [a, b)) ∩ (a, ∞) y (−∞, a] = (R \ (a, b]) ∩ (−∞, b),

lo cual es falso.
De las Leyes de Morgan obtenemos que

R \ (X ∪ Y ) = (R \ X) ∩ (R \ Y )

y

\ ∞
[
R\ Xn = (R \ Xn )
n=1 n=1

para cualesquiera X, Y conjuntos de R y {Xn }∞


n=1 colección numerable de conjuntos de R.
De aquı́ y el Teorema 17 se sigue de manera inmediata el siguiente:

Teorema 18. (a) R y ∅ son conjuntos cerrados.

(b) Si X e Y son cerrados entonces X ∪ Y y X ∩ Y son cerrados.

(c) Si X1 , X2 , . . . , Xn , . . . es una colección numerable de cerrados entonces ∩∞


n=1 Xn es
cerrado.

63
Observemos que ∪∞ 1
n=1 [ n , ∞) = (0, ∞), de modo que en general no vale que la unión
de una colección numerable de conjuntos cerrados es un conjunto cerrado. Sı́ vale que:

La intersección de conjuntos cerrados en una colección arbitraria es un conjunto cerrado.

Es claro, por otra parte, que X ⊆ R es abierto si y sólo si R \ X es cerrado.


Para terminar esta breve discusión sobre los conjuntos abiertos y cerrados de R, reite-
ramos que vale:

Teorema 19. Todo conjunto abierto de R es unión de una colección finita o numerable
de intervalos abiertos disjuntos dos a dos.

Remitimos al Apéndice que acompaña a este capı́tulo para la demostración.

2.9. Punto de acumulación


Consideremos el intervalo (a, ∞) para a ∈ R dado. Para todo  > 0, en el -intervalo
(a − , a + ) alrededor de a encontramos puntos u ∈ (a, ∞) : u ∈ (a, ∞) y |u − a| < .

Figura 2.10: para todo  > 0 existe u ∈ (a, ∞) tal que |u − a| < 

De igual forma, para cualquier x ∈ (a, ∞) y todo  > 0, en el -intervalo


(x − , x + ) alrededor de x encontramos puntos u ∈ (a, ∞) tales que u 6= x : u ∈ (a, ∞) y
0 < |u − x| < .

Figura 2.11: para todo x ∈ (a, b) y todo  > 0 existe u ∈ (a, ∞) tal que 0 < |u − x| < 

Definición. Sea X ⊆ R. Decimos que x ∈ R es un punto de acumulación de X si, dado


cualquier  > 0, existe u ∈ X tal que 0 < |u − x| < .

Equivalentemente, x es punto de acumulación de X si, para todo  > 0,


((x − , x + ) \ {x}) ∩ X 6= ∅.
El conjunto de los puntos de acumulación de X se llama conjunto derivado de X y se
suele denotar X 0 . Es ası́ que [a, ∞) es el conjunto derivado de (a, ∞). Notemos que [a, ∞)
es un conjunto cerrado. No es este un caso especial puesto que:

64
Proposición 20. Para todo X ⊆ R, X 0 es un conjunto cerrado.

Demostración. Queremos ver que R\X 0 es abierto. Observemos antes que nada que x ∈ / X0
si y sólo si existe 0 > 0 tal que ((x − 0 , x + 0 ) \ {x}) ∩ X = ∅. Si establecemos que
(x − 0 , x + 0 ) ⊆ R \ X 0 , queda demostrado que R \ X 0 es abierto.
Para ver que (x − 0 , x + 0 ) ⊆ R \ X 0 tenemos que comprobar que si y ∈ (x − 0 , x + 0 )
entonces y ∈ / X 0 . Si y = x, no hay nada que demostrar. Si y 6= x entonces |x − y| > 0 y si
1
δ0 = 2 |x − y| entonces
(y − δ0 , y + δ0 ) ⊆ (x − 0 , x + 0 )
yx∈
/ (y − δ0 , y + δ0 ).

Figura 2.12: (y − δ0 , y + δ0 ) ⊆ (x − 0 , x + 0 ) si 0 < |x − y| < 0 y δ0 = 12 |x − y|

Por construcción

(y − δ0 , y + δ0 ) \ {y} ⊆ (x − 0 , x + 0 ) \ {x}.

De aquı́ y puesto que ((x−0 , x+0 )\{x})∩X = ∅ se sigue que ((y−δ0 , y+δ0 )\{y})∩X =
∅. Esto prueba que y ∈ / X 0 con lo que concluye la demostración.

Es evidente que {a}0 = ∅ para todo a ∈ R. Ası́ mismo, puesto que a es un punto de
acumulación de (a, ∞), es claro que los puntos de acumulación de un conjunto de números
reales no necesariamente son puntos del conjunto. Por otra parte:

Proposición 21. Un conjunto de números reales es cerrado si y sólo si contiene a todos


sus puntos de acumulación.

Demostración. Supongamos que X es cerrado. Si X 0 = ∅ no hay nada que probar. Si


X 0 6= ∅ y x ∈ X 0 , queremos ver que x ∈ X. Supongamos, por el contrario, que x ∈ / X.
Entonces x ∈ R \ X, con R \ X abierto (puesto que X es cerrado) y, en consecuencia, existe
0 > 0 tal que (x − 0 , x + 0 ) ⊆ R \ X. Obtenemos ası́ una contradicción: x es punto de
acumulación de X pero existe 0 > 0 tal que (x − 0 , x + 0 ) ∩ X = ∅.
Recı́procamente, supongamos que X 0 ⊆ X y veamos que X es cerrado, es decir, que
R \ X es abierto. Supongamos, por el contrario, que R \ X no es abierto. Entonces existe
y ∈ R \ X tal que ningún -intervalo alrededor de y está totalmente contenido en R \ X.
Es decir, para todo  > 0, (y − , y + ) ∩ X 6= ∅. Puesto que y ∈ / X, vale que, para todo
 > 0,
((y − , y + ) \ {y}) ∩ X 6= ∅.
Esto dice que y ∈ X 0 . Pero y ∈ R \ X y, puesto que, X 0 ⊆ X, vale R \ X ⊆ R \ X 0 , de
modo que y ∈ R \ X 0 . ¡Contradicción!

65
Hay una caracterización de los puntos de acumulación de un conjunto dado en términos
de sucesiones.

Proposición 22. Sea X ⊆ R. Entonces x ∈ X 0 si y sólo si existe una sucesión {xn }∞


n=1
de puntos distintos de X tal que lı́m xn = x.
n→∞

Demostración. Sea x ∈ X 0 . Queremos encontrar una sucesión {xn }∞


n=1 de puntos distintos
de X tal que lı́m xn = x.
n→∞
Existe x1 ∈ X tal que 0 < |x1 − x| < 1.

Figura 2.13: si x ∈ X 0 entonces existe x1 ∈ X tal que 0 < |x1 − x| < 1

Para 1 = 12 |x1 − x|, existe x2 ∈ X tal que 0 < |x2 − x| < 1 . Es decir,

1 1
0 < |x2 − x| < |x1 − x| < .
2 2
Por tanto (tal como puede verse en la Figura 2.14) x2 6= x1 : |x1 − x2 | > 0 ya que

|x1 − x2 | = |(x1 − x) − (x2 − x)| ≥ |x1 − x| − |x2 − x| ≥ |x1 − x| − |x2 − x|

y
|x1 − x| − |x2 − x| > 2|x2 − x| − |x2 − x| = |x2 − x| > 0.

Figura 2.14: si 0 < |x2 − x| < 1 = 21 |x1 − x| entonces 0 < |x2 − x| < 1
2 y x2 6= x1

Para 2 = 12 |x2 − x|, existe x3 ∈ X tal que 0 < |x3 − x| < 2 . Ası́,

1 1
0 < |x3 − x| < |x2 − x| < 2 .
2 2
Además, para j = 1, 2,
|xj − x3 | ≥ |xj − x| − |x3 − x|,
de donde

|x2 − x3 | ≥ |x2 − x| − |x3 − x| > 2|x3 − x| − |x3 − x| = |x3 − x| > 0

66
y
|x1 − x3 | ≥ |x1 − x| − |x3 − x| > 2|x2 − x| − |x3 − x| =
= |x2 − x| + |x2 − x| − |x3 − x| > |x2 − x| > 0.
Prosiguiendo de esta forma obtenemos una sucesión {xn }∞
n=1 de puntos distintos de x
tal que, para todo n ∈ N,
1
0 < |xn+1 − x| < |xn − x|,
2
de modo que
1
0 < |xn − x| < n−1 .
2
Claramente lı́m xn = x.
n→∞
Recı́procamente, supongamos que existe una sucesión {xn }∞ n=1 de puntos distintos de
X tal que lı́m xn = x. Dado  > 0, existe N ∈ N tal que |xn − x| <  para todo n ≥ N.
n→∞
Puesto que xn 6= xm si n 6= m, a lo más sólo uno de los términos de la sucesión es igual a
x. Por tanto, ((x − , x + ) \ {x}) ∩ X 6= ∅ para todo  > 0 y x es punto de acumulación
de X.

La Proposición 22, junto con la Proposición 21, da a su vez una caracterización de los
conjuntos cerrados de R en términos de sucesiones.

Teorema 23. Son equivalentes:

(a) X ⊆ R es un conjunto cerrado.

(b) Toda sucesión de puntos de X que es convergente converge a un punto de X.

Demostración. Supongamos (a) y pasemos a demostrar (b). Sea {xn }∞


n=1 tal que xn ∈ X
para todo n ∈ N y lı́m xn = x. Queremos ver que x ∈ X. Supongamos, por el contrario,
n→∞
que x ∈
/ X, es decir, x ∈ R \ X. Como X es cerrado, R \ X es abierto. Luego existe 0 > 0
tal que (x − 0 , x + 0 ) ⊆ R \ X. Por otra parte, puesto que lı́m xn = x, para ese 0 > 0,
n→∞
existe N ∈ N tal que |xn − x| < 0 para todo n ≥ N , es decir, xn ∈ (x − 0 , x + 0 )
para todo n ≥ N. Pero xn ∈ X para todo n ≥ N y, como (x − 0 , x + 0 ) ⊆ R \ X,
(x − 0 , x + 0 ) ∩ X = ∅. ¡Contradicción! La contradicción viene de suponer que x ∈
/ X. En
consecuencia, x ∈ X y queda establecido (b) a partir de (a).
Recı́procamente, supongamos (b). Entonces (a) sigue de las Proposiciones 21 y 22.

2.10. Conjuntos compactos


La noción de conjunto compacto es de gran importancia en análisis, especialmente en
conexión con el estudio de funciones continuas (Capı́tulo 3).
Vamos a adoptar una definición de conjunto compacto que es equivalente a la que
usualmente viene dada en la literatura pero que se adapta mejor, por ser menos compleja,
a los propósitos de estas notas.

Definición. Decimos que un conjunto K ⊆ R es compacto si es cerrado y acotado.

67
Valga subrayar que la definición se refiere a conjuntos de números reales y que, en
general, no encuentra paralelos en el ámbito de otros espacios que no sean R. Los espacios
topológicos para los cuales la noción de compacidad tiene una versión equivalente análoga
a la que hemos adoptado en el contexto de R son, en verdad, especiales.
Es claro que valen las siguientes:

Proposición 24. Si K ⊆ R es compacto y F ⊆ K es cerrado entonces F es compacto.

Proposición 25. Si K ⊂ R es compacto y F ⊂ R es cerrado, entonces K ∩F es compacto.

El intervalo abierto (0, 1) no es compacto, puesto que, si bien es un conjunto acotado,


no es cerrado. Consideremos la colección numerable de intervalos abiertos de la forma
1 1
N. Veamos que (0, 1) ⊆ ∪∞ 1 1

n , 1 − n , n ∈ n=1 n , 1 − n . Si 0 < x < 1 entonces, por la
Propiedad Arquimedeana de la recta real, existe p ∈ N tal que p1 < x. Ası́ mismo, puesto
que 0 < 1 − x, existe q ∈ N tal que 1q < 1 − x. Si p ≥ q entonces p1 ≤ 1q , de modo que
1 1 1 ∞ 1 1 1 1

p < 1 − x; luego p < x < 1 − p y x ∈ ∪n=1 n , 1 − n . Si p < q entonces q < p , ası́ que
1 1 1 ∞ 1 1

q < x; por tanto q < x < 1 − q y, nuevamente, x ∈∪n=1 n , 1 − n . De la breve discusión
se desprende que, en efecto, (0, 1) ⊆ ∪∞ 1 1
n=1 n , 1 − n .

Definición. Sea X ⊆ R. Decimos que una colección C de conjuntos abiertos de R es un


cubrimiento abierto de X si X está contenido en la unión de todos los conjuntos de la
colección C: [
X⊆ C.
C∈C

En base a la definición recién introducida podemos decir que


  
1 1
C= ,1 − :n∈N
n n

es un cubrimiento abierto de (0, 1). Otros cubrimientos abiertos de (0, 1) son
D = − n1 , 1 + n1 : n ∈ N y E = {(a, b) : a, b ∈ R, 0 < a, b < 1}. De hecho, (0, 1)
está contenido en cada intervalo abierto de la forma − n1 , 1 + n1 ) con n ∈ N, por consi-
guiente, en la unión de todos ellos. Por otra parte, si x ∈ (0, 1) entonces existen a, b ∈ Q
tales que 0 < a < x < b < 1 (recuerde que Q es denso en R) de modo que x ∈ (a, b), lo
que confirma que (0, 1) ⊆ ∪a,b∈R (a, b).
¿Será posible que de C, D o E podamos extraer una subcolección finita que también sea
cubrimiento de (0, 1)? En otras palabras, existirá un número finito de conjuntos de C, D o E
cuya unión “cubra” o contenga a (0, 1)? En el caso de D la respuesta es inmediata y afirma-
tiva. Decimos que D contiene un subcubrimiento finito. Si fuese  cierto para C entonces exis-
1 1
tirı́an n1 , n2 , . . . , nm ∈ N tales que (0, 1) ⊆ ∪m
j=1 nj , 1 − nj , si n = máx{n1 , n2 , . . . , nm }
1 1 1 m 1 1

entonces n ≤ nj para todo j = 1, . . . , m, de modo que n+1 ∈ / ∪n=1 nj , 1 − nj . Sin em-
1
bargo, n+1 ∈ (0, 1) y ello arroja una contradicción, contradicción esta que proviene de
suponer que C contiene un subcubrimiento finito. Por tanto en el caso de C la respuesta
a la pregunta planteada es negativa. Puede verse que es negativa también para E y el
razonamiento que nos lleva a concluirlo es similar al empleado para C.

68
El Teorema de Heine-Borel afirma que un conjunto K ⊆ R es compacto (cerrado y
acotado) si y sólo si todo cubrimiento abierto de K tiene un subcubrimiento finito.
En el Apéndice demostramos el Teorema de Heine-Borel pero lo enunciamos a conti-
nuación como parte del siguiente:

Teorema 26. Son equivalentes:

(a) K ⊆ R es cerrado y acotado.

(b) Todo cubrimiento abierto de K tiene un subcubrimiento finito.

(c) Todo subconjunto infinito de K tiene un punto de acumulación en K.

La equivalencia de (a) y (b) es el Teorema de Heine-Borel. Es un resultado especı́fico


de R y de aquellos “espacios especiales” a los que hemos hecho referencia al comienzo de
la sección.
La equivalencia de (b) y (c) es más general y vale para una amplia clase de espacios.
Para lo que sigue y dentro de los que son los propósitos de estas notas, sólo nos interesa
la equivalencia de (a) y (c).
El haber incluido el concepto de cubrimiento abierto, el enunciado del Teorema de
Heine-Borel y los breves comentarios que los acompañan busca agregar generalidad al
material sobre la topologı́a de R pero, en cuanto puede agregar dificultades a los objetivos
del curso para el que esta notas sirven de referencia, bien puede el lector pasar someramente
sobre esos temas. De hacerlo, sólo considere los asertos (a) y (c) en el Teorema 26.

Demostración. Veamos que (a) implica (c).


Sea A ⊆ K un conjunto infinito. Entonces en A existen puntos distintos

x1 , x2 , . . . xn , . . . .

Obtenemos ası́ un sucesión {xn }∞n=1 de puntos distintos de A. Puesto que K es acotado,
la sucesión {xn }n=1 es acotada también. Por el Teorema de Bolzano-Weierstrass, {xn }∞

n=1
tiene una subsucesión convergente {xnk }∞ k=1 . Sea x = lı́m x n k
.
k→∞
De acuerdo con la Proposición 22, x es punto de acumulación de A. Como K es cerrado,
entonces, en virtud de la Proposición 21, x ∈ K.
Queda ası́ demostrado que A ⊆ K tiene un punto de acumulación en K, lo que establece
(c).
Veamos ahora que (c) implica (a).
Si K no es acotado entonces K contiene puntos

x1 , x2 , . . . , xn . . .

tales que |xj | > j y |xj+1 | > |xj | para todo j ∈ N (existe x1 ∈ K tal que |x1 | > 1;
sea α1 = máx{2, |x1 |}, entonces existe x2 ∈ K tal que |x2 | > α1 , de modo que |x2 | > 2
y |x2 | > |x1 |; si α2 = máx{3, |x2 |}, entonces existe x3 ∈ K tal que |x3 | > α2 , luego
|x3 | > 3 y |x3 | > |x2 |; procediendo de esta forma hallamos los puntos señalados con
las propiedades indicadas). La sucesión {xn }∞n=1 diverge, puesto que no es acotada, y el

69
conjunto A = {x1 , x2 , . . . , xn , . . .} es infinito pero no tiene punto de acumulación ninguno.
Esto contradice (c). La contradicción muestra que K ha de ser acotado.
Falta ver que K es cerrado. Supongamos, por el contrario, que K no es cerrado. Enton-
ces, en virtud de la Proposición 21, existe x0 ∈ K 0 tal que x0 ∈ / K. Pero, de acuerdo con la
Proposición 22, existe una sucesión {xn }∞ n=1 de puntos distintos de K tal que lı́m xn = x0 .
n→∞
El conjunto A = {x1 , x2 , . . . , xn . . .} es infinito y x0 es su único punto de acumulación. Por
(c), x0 ∈ K. Se tiene ası́ una contradicción. Esta viene de suponer que K no es cerrado.
Por tanto, K ha de ser cerrado.

2.11. Apéndice
A. Sobre el Axioma de Completitud
Hemos mencionado que el Axioma del Supremo también recibe el nombre de Axioma
de Completitud. Este último puede expresarse diciendo que R es completo, en el sentido
que:

Una sucesión de números reales es convergente si y sólo si es de Cauchy.

El teorema, cuyo enunciado es el aserto anterior, fue demostrado en el Teorema 10. Si revi-
samos lo que allı́ hicimos encontramos que la demostración se obtuvo a partir de resultados
anteriores cuyo punto de partida es precisamente el Axioma del Supremo. La justificación
de llamar al Axioma del Supremo alternativamente como Axioma de Completitud y los
argumentos que empleamos para demostrar que R es completo están contenidos en el
siguiente:

Teorema 27. Son equivalentes:

(a) Axioma del Supremo: todo conjunto no vacı́o de números reales acotado superior-
mente tiene supremo.

(b) Toda sucesión de números reales monótona creciente y acotada superiormente es con-
vergente.

(c) Teorema de Bolzano-Weierstrass: toda sucesión de números reales que es acotada


tiene una subsucesión convergente.

(d) Axioma de completitud: una sucesión de números reales es convergente si y sólo


si es de Cauchy.

Demostración. Hasta aquı́ hemos establecido que


(a) implica (b) implica (c) implica (d).
Para demostrar el teorema vamos a completar la cadena de implicaciones y establecer que
(d) implica (a).

70
Supongamos, pues, que vale (d) y sea A ⊆ R un conjunto no vacı́o de números reales
acotado superiormente. Queremos ver que existe sup A.
Recordemos que α = sup A es un número (de hecho, el único número) con las siguientes
propiedades:

(i) α es cota superior de A: a ≤ α para todo a ∈ A, y

(ii) α es la menor de las cotas superiores de A: si β es cota superior de A entonces


α ≤ β.

Equivalentemente, α = sup A es el único número real que verifica (i) y

(ii)’ Dado cualquier  > 0, existe a ∈ A tal que α −  < a.

Sean a1 ∈ A y b1 cota superior de A (recordemos que A 6= ∅ y que A es acotado


superiormente).
Si a1 = b1 entonces a1 = sup A (¿por qué?) y no queda nada que demostrar.
Por tanto, el caso a1 < b1 es el que nos ocupa.
Si a1 < b1 entonces a1 < a1 +b
2
1
< b1 .
Puede presentarse uno y sólo uno de los siguientes casos:
a1 +b1
(1) Entre 2 y b1 no hay puntos de A.
a1 +b1
(2) Entre 2 y b1 hay un número finito de puntos de A.
a1 +b1
(3) Entre 2 y b1 hay infinitos puntos de A.
a1 +b1
En el Caso 1 definimos a2 = a1 y b2 = 2 .

Figura 2.15: Caso 1

En el Caso 2 el mayor de los puntos de A en a1 +b


 
2 , b1 es sup A (¿por qué?) y no
1

queda nada por demostrar.


En el Caso 3 consideramos a2 ∈ A, a1 +b
2
1
< a2 < b1 y definimos b2 = b1 .
Notemos que en los Casos 1 y 3 vale que

0 ≤ a2 − a1 ≤ b1 − a1 ,
b1 − a1
0 ≤ b2 − b1 ≤ ,
2

71
Figura 2.16: Caso 3

b1 − a1
0 < b2 − a2 ≤ ,
2
con a2 ∈ A y b2 cota superior de A.
Si repetimos los argumentos, ahora para a2 y b2 , o bien encontramos sup A o bien
encontramos a3 ∈ A y b3 cota superior de A tales que

0 ≤ a3 − a2 < b2 − a2 ,
b2 − a2
0 ≤ b3 − b2 < ,
2
b2 − a2
0 < b3 − a3 < .
2
Prosiguiendo recursivamente resulta que o bien encontramos sup A en alguno de los
pasos o bien quedan definidas dos sucesiones {an }∞ ∞
n=1 de puntos de A y {bn }n=1 de cotas
superiores de A tales que, para todo n ∈ N,

0 ≤ an+1 − an < bn − an ,
bn − an
0 ≤ bn+1 − bn < ,
2
bn − an
0 < bn+1 − an+1 < .
2
Consideremos la sucesión

a1 , b1 , a2 , b2 , . . . , an , bn , . . . ,

y pasemos a verificar que es una sucesión de Cauchy.


Notemos que si cn es el n-ésimo término de dicha sucesión entonces c2k−1 = ak y
c2k = bk para todo k ∈ N.
Si n ∈ N entonces
bn−1 − an−1 bn−2 − an−2 b1 − a1
0 ≤ an+1 − an < bn − an ≤ ≤ 2
≤ · · · ≤ n−1 ,
2 2 2
de donde
bn − an b1 − a1
0 ≤ bn+1 − bn ≤ ≤ ,
2 2n

72
bn − an b1 − a1
0 < bn+1 − an+1 ≤ ≤ .
2 2n
Luego, si n, m ∈ N y m > n entonces
am − an = (am − am−1 ) + (am−1 − am−2 ) + · · · + (an+1 − an ) ≥ 0;
por otro lado,

am − an = (am − am−1 ) + (am−1 − am−2 ) + · · · + (an+1 − an )


b1 − a1 b1 − a1 b1 − a1
≤ m−2 + m−3 + · · · + n−1
2 2 2
(b1 − a1 )  1 1 
= 1 + + · · · +
2n−1 2 2m−n−1
b1 − a1
= n−1 sn,m ,
2
donde
1 1
sn,m = 1 + + · · · + m−n−1 ,
2 2
de modo que
1 1 1 1
sn,m = + · · · + m−n = sn,m − 1 + m−n
2 2 2 2
1 1
sn,m = 1 − m−n ≤ 1,
2 2
y ası́
b1 − a1 b1 − a1
am − an ≤ n−1
sn,m ≤ 2 · n−1 .
2 2
De manera análoga, si m, n ∈ N y m > n entonces
b1 − a1 b1 − a1
0 ≤ bm − bn < 2 · n
< 2 · n−1
2 2
y
b1 − a1 b1 − a1
0 < bm − an < 2 · < 2 · n−1 .
2n 2
Ası́, si m, n ∈ N y m > n entonces
b1 − a1
|cm − cn | ≤ 2 · .
2n−1
b1 −a1
Dado  > 0, sea N ∈ N tal que 2 · 2N −1
< . Entonces, para todo m > n ≥ N, vale que
b1 − a1 b1 − a1
|cm − cn | ≤ 2 · ≤ 2 · N −1 < ,
2n−1 2
lo que indica que {cn }∞
n=1 es una sucesión de Cauchy. Por tanto, existe α ∈ R tal que
α = lı́m cn .
n→∞
En particular, lı́m an = α = lı́m bn . Que sea α = lı́m bn dice que α verifica (i); que
n→∞ n→∞ n→∞
sea α = lı́m an , con {an }∞
n=1 sucesión de puntos de A, dice que α verifica (ii)’.
n→∞
Se sigue entonces que α = sup A.

73
Observación. Los intervalos [an , bn ] son encajados, en el sentido que

[an , bn ] ⊇ [an+1 , bn+1 ] para todo n ∈ N.


b1 −a1
Además la longitud de cada intervalo [an , bn ] es ln = bn − an , con 0 < ln ≤ 2n−1
, de modo
que ln → 0 cuando n → ∞.
Es el caso que ∩∞n=1 [an , bn ] = {α}. Más generalmente:

(d) Teorema de los intervalos encajados: Sea {[an , bn ]}∞ n=1 una sucesión de intervalos
cerrados tal que
[an , bn ] ⊇ [an+1 , bn+1 ] para todo n ∈ N
y
lı́m bn − an = 0.
n→∞

Entonces

\
[an , bn ] = {α}.
n=1

Si demostramos que
(d) implica (e) (2.18)
y
(e) implica (a) (2.19)
entonces obtenemos que cualquiera de los asertos (a),(b),(c) y (d) en el Teorema 27 es
equivalente a (e).
Para la demostración de (2.18) basta observar que la sucesión

a1 , b1 , a2 , b2 , . . . , an , bn , . . .

es de Cauchy si [an , bn ] ⊇ [an+1 , bn+1 ] para todo n ∈ N y lı́m bn − an = 0. Verificarlo


n→∞
queda como ejercicio.
En la demostración de (2.19), una vez definidas las sucesiones {an }∞ ∞
n=1 y {bn }n=1 por el
procedimiento indicado en la demostración del Teorema 27, en lugar de usar la completitud
de R (aserto (d)) usamos (e) y obtenemos igualmente que lı́m an = α = lı́m bn (ya que,
n→∞ n→∞
por un lado, ∩∞n=1 [an , bn ] = {α}, de donde an ≤ α ≤ bn para todo n ∈ N, y, por otra parte,
lı́m bn − an = 0).
n→∞

B. Todo abierto de R es unión finita o numerable de intervalos abiertos


disjuntos dos a dos.
La afirmación que le da el tı́tulo a esta parte del Apéndice es lo que a continuación nos
proponemos demostrar (véase el Teorema 19 de la Sección 2.8).
Sea A ⊆ R un abierto cualquiera.
Si x ∈ A entonces existe y ∈ R tal que [x, y) ⊆ A. Ello es ası́ puesto que existe x > 0
tal que [x, x + x ) ⊆ A. Si Yx = {y ∈ R : [x, y) ⊆ A} entonces x + x ∈ Yx , de modo que

74
Yx 6= ∅. Puede ser que Yx no sea acotado superiormente; si este es el caso, Ix = [x, ∞) es
un intervalo tal que Ix ⊆ A.
Si Yx es acotado superiormente, entonces, por el Axioma del Supremo, existe αx =
sup Yx . Veamos que si Ix = [x, αx ) entonces Ix ⊆ A. Dado cualquier u ∈ Ix , sea  = αx − u.
Puesto que αx = sup Yx , existe y ∈ Yx tal que u = αx −  < y. Por tanto, u ∈ [x, y) para
algún y ∈ Yx . Pero que y ∈ Yx significa que [x, y) ⊆ A, de modo que u ∈ A.
Hemos ası́ demostrado que, para cada x ∈ A, existe un intervalo Ix de la forma Ix =
[x, ∞) o Ix = [x, αx ) tal que Ix ⊆ A e Ix es el mayor intervalo de esta forma que contiene
a x (como extremo izquierdo) y está totalmente contenido en A. De manera análoga
encontramos que, para cada x ∈ A, existe un intervalo Jx de la forma Jx = (−∞, x] o
Jx = (γx , x] tal que Jx ⊆ A y Jx es el mayor intervalo de esta forma que contiene a x
(como extremo derecho) y está totalmente contenido en A.
Para cada x ∈ A, sea Kx = Ix ∪ Jx . Entonces Kx ⊆ A es un intervalo abierto. Más
aún, por construcción, es el mayor intervalo abierto que contiene a x y está contenido en
A.
Está claro que Kx es de la forma Kx = (−∞, ∞) o Kx = (−∞, αx ) o Kx = (γx , ∞) o
Kx = (γx , αx ) con αx ∈ R y γx ∈ R (y γx < αx en el cuarto caso). Conviene tener presente
que (−∞, ∞) es un intervalo abierto y que R = (−∞, ∞).
Sean x, y ∈ A tales que Kx ∩ Ky 6= ∅. Nos planteamos demostrar que Kx = Ky . Si dos
intervalos abiertos tienen intersección no vacı́a entonces su unión también es un intervalo
abierto (posiblemente (−∞, ∞)). Como Kx ⊆ Kx ∪ Ky ⊆ A y Ky ⊆ Kx ∪ Ky ⊆ A,
debe ser Kx = Kx ∪ Ky , puesto que Kx es el mayor intervalo abierto que contiene a x y
está contenido en A, y Ky = Kx ∪ Ky, puesto que Ky es, ası́ mismo, el mayor intervalo
abierto que contiene a y y está contenido en A. Luego Kx = Ky como querı́amos demostrar.
Obtenemos ası́ que A = ∪x∈A Kx , donde, para cualesquiera x, y ∈ A, Kx ∩ Ky = ∅ o
Kx = Ky .
Si para algún x ∈ A resulta que Kx = (−∞, ∞) entonces A = (−∞, ∞) (es decir,
A = R). Si este es el caso no hay nada que probar.
Sabemos que en cada Kx hay un número racional. Ası́, a cada uno de los intervalos
disjuntos dos a dos cuya unión es A podemos hacerle corresponder un número racional y
de esta forma obtenemos una biyección entre la colección de esos intervalos y un conjunto
de números racionales. Puesto que Q es numerable, la colección de los intervalos abiertos
disjuntos dos a dos cuya unión es A es, a lo más, numerable.

C. Teorema de Heine-Borel.
Aquı́ retomamos el estudio de los conjuntos compactos como continuación de lo que
presentamos en la Sección 2.10. De allı́ necesitamos revisar, en particular, las nociones de
cubrimiento abierto y subcubrimiento finito. Reproponemos el Teorema de Heine-Borel y
pasamos a demostrarlo.

Teorema de Heine-Borel. Son equivalentes:


(a) K ⊆ R es cerrado y acotado.

(b) Todo cubrimiento abierto de K tiene un subcubrimiento finito.

75
Demostración. Consideremos primero el caso que K ⊆ R es cerrado y acotado y pasemos
a demostrar que todo cubrimiento abierto de K tiene un subcubrimiento finito ((a) implica
(b)).
Puesto que K ⊆ R es acotado, existen γ = ı́nf A y α = sup A. Entre los ejercicios que
complementan el capı́tulo se pide demostrar que si K ⊆ R es, además de acotado, cerrado,
entonces γ, α ∈ K.
Sea E el conjunto de los puntos de x ∈ K tales que el conjunto Kx = [γ, x] ∩ K tiene
la propiedad de que todo cubrimiento abierto de él tiene un subcubrimiento finito. Puesto
que γ ∈ K y Kγ = {γ} tiene la propiedad señalada, se tiene que γ ∈ E. De modo que
E 6= ∅. Como E ⊆ K y K es acotado, E es acotado. Sea β = sup E.
Veamos que β ∈ E. Sea C un cubrimiento abierto cualquiera de Kβ = [γ, β] ∩ K. Existe
A ∈ C tal que β ∈ A, de modo que existe 0 > 0 tal que (β − 0 , β + 0 ) ⊆ A. Por otro lado,
existe x ∈ E tal que β − 0 < x. Puesto que C es un cubrimiento abierto de Kx = [γ, x] ∩ K
y x ∈ E, existen A1 , . . . , Ap ∈ C tales que Kx ⊆ ∪pj=1 Aj .
Vemos que
[γ, β] = [γ, x] ∪ (β − 0 , β] ⊆ [γ, x] ∪ (β − 0 , β + 0 ),
de donde
Kβ = [γ, β] ∩ K ⊆ Kx ∪ ((β − 0 , β + 0 ) ∩ K) ⊆ Kx ∪ (β − 0 , β + 0 ) ⊆ ∪pj=1 Aj ∪ A,
lo que demuestra que, en efecto, β ∈ E. También tenemos que Kβ+r = [γ, β + r] ∩ K ⊆
∪pj=1 Aj ∪ A para todo 0 < r < 0 . Como sup E = β, debe ser (β, β + 0 ) ∩ K = ∅.
Si K es el intervalo [γ, α] entonces que sea (β, β + 0 ) ∩ K = ∅ dice que α ≤ β. De aquı́,
puesto que β ≤ α por ser β ∈ K, se sigue que β = α. Por tanto, para K intervalo de la
forma [γ, α] queda establecido (d).
Si K ⊂ [γ, α] y C es un cubrimiento abierto de K, entonces D = C ∪ {R \ K} es un
cubrimiento abierto de [γ, α] por lo que acabamos de establecer, existen A1 , . . . , Aq ∈ D
tales que [γ, α] ⊆ ∪qj=1 Aj . Se sigue que K ⊆ ∪qj=1 Aj . Si alguno de los conjuntos A1 , . . . , Aq
es R \ K, digamos Aq , entonces A1 , . . . , Aq−1 ∈ C y K ⊆ ∪q−1 j=1 Aj , lo que prueba que C
tiene un subcubrimiento finito. Si ninguno de los conjuntos A1 , . . . , Aq es R \ K entonces
todos ellos pertenecen a C y no queda nada por demostrar ya que K ⊆ ∪qj=1 Aj , lo que
indica que {A1 , . . . , Aq } es un subcubrimiento finito de C.
Pasemos ahora a demostrar el recı́proco ((b) implica (a)). Supongamos que todo cu-
brimiento abierto de K ⊆ R tiene un subcubrimiento finito.
Queremos demostrar que K es cerrado y acotado o, equivalentemente, que todo sub-
conjunto infinito de K tiene un punto de acumulación en K.
Supongamos, por el contrario, que E ⊆ K es un subconjunto infinito de K que no
tiene puntos de acumulación en K. Ası́, para cualquier x ∈ K existe x > 0 tal que
((x−x , x+x )\{x})∩E = ∅. Es claro que C = {(x−x , x+x ) : x ∈ K} es un cubrimiento
abierto de K. Existen entonces x1 , . . . , xn ∈ K tales que K ⊆ ∪nj=1 (xj − xj , xj + xj ).
Puesto que E ⊆ K, vale que E ⊆ ∪nj=1 (xj − xj , xj + xj ), de modo que
 
[ n [n
E =  (xj − xj , xj + xj ) ∩ E = ((xj − xj , xj + xj ) ∩ E).
j=1 j=1

76
Como ((xj − xj , xj + xj ) \ {xj }) ∩ E = ∅,
n
[ n
[
((xj − xj , xj + xj ) ∩ E) ⊆ {xj } = {x1 , . . . , xn }.
j=1 j=1

Se sigue que E ⊆ {x1 , . . . , xn }, lo cual es una contradicción puesto que E es infinito.


La contradicción demuestra que E ha de tener un punto de acumulación en K.

D. Series de números reales.


Dada una sucesión {xn }∞
n=1 de números reales, consideremos la sucesión

x1 , x1 + x2 , x1 + x2 + x3 , . . . .

Si indicamos por sn el término n-ésimo de la nueva sucesión y empleamos la notación con


sumatorias, obtenemos
Xn
sn = xj , n ∈ N. (2.20)
j=1

Bien vale preguntarse si la sucesión {sn }∞


n=1 converge. Si este es el caso y n→∞
lı́m sn = s,
decimos que:

Definición. La serie ∞
P
n=1 xn converge (o tiene suma) y su suma es s. Escribimos entonces


X
xn = s. (2.21)
n=1

Es ası́ que (2.21) ha de entenderse como que la sucesión {sn }∞


n=1 definida en (2.20) es
convergente y converge a s.

Definición.
P∞ La sucesión {sn }∞ n=1 se llama sucesión de las sumas parciales de la serie

Pn=1 xn y el n-ésimo término se llama, a su vez, la n-ésima suma parcial de la serie



n=1 xn .
P∞
P∞ adoptado el nombre de “serie” para indicar a n=1 xn pero bien puede ocurrir
Hemos
que “ n=1 xn ” no sea más que un sı́mbolo hueco, en el sentido que no representa número
real alguno. Ello ocurre cuando la sucesión de las sumas parciales {sn }∞ n=1 diverge. De ser
ası́ decimos que:

Definición. La serie ∞
P
n=1 xn diverge.
P∞
Por abuso de lenguaje estamos llamando serie P∞ e indicando por n=1 xn tanto a las
series convergentes, para las cuales el sı́mbolo P n=1 xn representa un número, como a

las series divergentes, para las cualesP∞ el sı́mbolo n=1 xn no representa número alguno.
Lo que está claro es que la serie n=1 nx ha de tratarse como un caso particular de
sucesión, en el sentido, ya señalado arriba y que volvemos a reiterar, de que es la sucesión
de sumas parciales {sn }∞ n=1 , con sn como en (2.20), la que debemos estudiar. Por tanto,

77
las herramientas a nuestra disposición para tratar las sucesiones pueden emplearse para
abordar el estudio de las series. Para las series, sin embargo, hay criterios especı́ficos de
convergencia que son más fáciles de aplicar y tienen, a su vez, mayor alcance. Esta no
pretende ser más que una muy breve introducción a las series, ası́ que no nos detendremos
a considerar más que un par de ellos. P∞
Vale observar que la sucesión {sn }∞n=1 de las sumas parciales de la serie n=1 xn
verifica la relación
sn+1 = sn + xn para todo n ∈ N. (2.22)
P∞
Ası́, si la serie n=1 xn converge a s, entonces

lı́m xn = lı́m sn+1 − sn = s − s = 0


n→∞ n→∞
P∞
(ya que n=1 xn = s si y sólo si lı́m sn = s).
n→∞
En conclusión:

Criterio del Resto: Si ∞


P
n=1 xn converge entonces lı́m xn = 0.n→∞

El criterio del resto


P es un criterio de divergencia ya que,Ppor contrarrecı́proco, si
lı́m an 6= 0 entonces ∞ a
n=1 n diverge. Es ası́ que, por ejemplo, ∞
n=1 r n diverge si |r| ≥ 1,
n→∞
puesto que lı́m rn = 1 6= 0 si r = 1 y lı́m rn no existe si r > 1 o r ≤ −1. El recı́proco del
n→∞ n→∞
teorema no es cierto y el ejemplo más emblemático es la seria armónica ∞ 1
P
n=1 n . Recibe
este nombre por el hecho de que las longitudes de onda de los sobretonos de una cuer-
da vibrante sonP proporcionales a 1, 21 , 13 , . . . . La n-ésima suma parcial o n-ésimo número
armónico sn = nk=1 k1 puede demostrarse (no lo haremos aquı́) que crece como ln(n), el
logaritmo natural de n. De hecho,

lı́m sn − ln(n) = γ,
n→∞

donde γ es una constante, la constante de Euler-Mascheroni, ası́ llamada en honor a los


matemáticosP Leonhard Euler y Lorenzo Mascheroni.
La serie ∞ n
n=1 r se conoce bajo el nombre de serie geométrica y, como acabamos de
señalar, diverge para |r| ≥ 1. En la serie geométrica, el número r se llama razón y el
nombre se debe a que si xn = rn , n ∈ N, entonces xxn+1
n
= r para todo n ∈ N, es decir, la
razón entre un término (sumando) de la serie y su inmediato anterior es siempre igual a r.
Es claro que, para todo r ∈ R y todo n ∈ N,

sn = r + r 2 + · · · + r n

y
rsn = r2 + · · · + rn + rn+1 = sn − r + rn+1 ,
de donde
(1 − r)sn = r − rn+1 = r(1 − rn ).
Ası́, si |r| < 1 entonces
1 − rn
sn = r ·
1−r

78
y puesto que lı́m rn = 0 (en el caso |r| < 1), es
n→∞

r
lı́m sn = .
n→∞ 1−r
P∞ n r
Por tanto la serie geométrica n=1 r converge si |r| < 1 y su suma es 1−r :


X r
rn = si |r| < 1.
1−r
n=1

Es frecuente considerar ∞
P n
P∞ n
n=0 r y también n=p r para p > 1. Estas seres pueden
interpretarse como casos particulares de la serie ∞ n
P
1 p−1
n=1 ar , con a, Pr∞∈ R.n En el primer
caso, a = r ; en el segundo, a = r . Es inmediato que la serie
P∞ n=1 ar diverge para
ar
para |r| < 1. Por tanto, ∞ n y n , p > 1 divergen si
P
|r| ≥ 1 y converge a 1−r n=0 r n=p r
|r| > 1, mientras que, cuando |r| < 1,
∞ ∞
X
n 1 X rp
r = y rn = .
1−r n=p
1−r
n=0
P∞ n P∞ n
Lo corriente es considerar
P∞ n=0 r . La serie geométrica n=0 r es el arquetipo de
las series de la forma n=0 an rn , donde r ∈ R y {an }∞ n=0 es una sucesión de números

reales (aquı́ la sucesión {an }n=o es una función de n ∈ N ∪ {0} : n ∈ N ∪ {0} 7→ an ).
Estas series se conocen bajo el nombre de series de potencias. Su comportamiento puede
estudiarse exhaustivamente a partir del comportamiento de la serie geométrica, de allı́ que
nos hayamos referido a esta última como su “arquetipo”.
En la representación decimal de un número real x ∈ R nos encontramos con la serie

X 1
an ,
10n
n=1

donde
P∞ cada an es uno de los dı́gitos 0,1,2,3,4,5,6,7,8, o 9. Ahora podemos demostrar que
1
n=1 a n 10 converge y su suma es el número 0 ≤ s ≤ 1 que entonces designamos por
n

0, a1 a2 a3 . . . de allı́ que escribiéramos

x = ±N, a1 a2 a3 , . . . ,

donde N = 0 o N ∈ N, con el mismo significado de



!
X 1
x=± N+ an n .
10
n=1

Notemos que, para todo n ∈ N,


n
X 1
sn = aj ,
10j
j=1

79
de modo que
n ∞ 1
X 1 X 1
10
0 ≤ sn ≤ 9 ≤ 9 = 9 1 = 1.
10j 10j 1 − 10
j=1 j=1

Por otro lado, para todo n ∈ N


1
sn+1 = sn + an+1 ≥ sn .
10n+1
Se sigue entonces que {sn }∞
n=1 , la sucesión de las sumas parciales de la serie

X 1
an ,
10n
n=1

es creciente y acotada superiormente. Por tanto, {sn }∞ n=1 converge y si s = n→∞


lı́m sn entonces
0 ≤ s ≤ 1.
En general, si {xn }∞ n=1 es una sucesión de números reales no negativos entonces, P∞ en
virtud de la relación (2.22), la sucesión {sn }∞
n=1 de las sumas parciales de la serie n=1 xn
es una sucesión creciente y, en consecuencia, converge si, y sólo si, es acotada. Lo que
acabamos de señalar es el enunciado del siguiente:

Criterio de acotación: Sea {xn } una sucesión de números reales no negativos. En-
tonces ∞
P
n=1 n converge si y sólo si su sucesión de sumas parciales es acotada.
x

A diferencia de la serie armónica ∞


P 1 P∞ 1
n=1 n , que diverge, la serie n=1 n2 converge. Para
establecer el resultado apelamos al criterio de acotación. En el caso que nos ocupa, xn = n12
para cada n ∈ N. Claramente, xn ≥ 0 para todo n ∈ N. Por otra parte, n2 ≥ n(n − 1) para
todo n ∈ N y si n ≥ 2 entonces
1 1 1 1
2
≤ = −
n n(n − 1) n−1 n
y
n n n  
X 1 X 1 X 1 1
sn = =1+ ≤1+ − ,
j2 j2 j−1 j
j=1 j=2 j=2

donde
n        
X 1 1 1 1 1 1 1 1
− = 1− + − + ··· + − = 1 − ≤ 1,
j−1 j 2 2 3 n−1 n n
j=2

de modo que
sn ≤ 2.
P∞ 1 1

La serie n=2 n−1 − n es un ejemplo
P de serie telescópica.
Las series telescópicas son de la forma ∞ ∞
n=1 (yn −yn+1 ), donde {yn }n=1 es una sucesión
de números reales. La n-ésima suma parcial de una serie telescópica viene dada por
n
X
sn = (yj − yj+1 ) = y1 − yn+1 , n ∈ N.
j=1

80
Es evidente que {sn }∞ sólo si {yn }∞
n=1 converge si y P n=1 converge y que, si este es el caso,
lı́m sn = y1 − lı́m yn . En particular, ∞ n=2 n−1
1
− 1
n = 1.
n→∞ n→∞
Puede verse que, en general, la serie ∞ 1
P
n=1 np converge para p > 1 y el argumento
que lleva a demostrar este hecho no difiere sustancialmente del que empleamos  para de-
mostrarlo en el caso particular cuando p = 2 n1p ≤ p−1 1 1
(n−1)p−1
− 1
np−1
para todo

n
P∞ ≥ 2 y todo p > 1 . La discusión, en todo caso, establece la convergencia de la serie
1
n=1 n2 pero indica poco o nada sobre su suma. Cerramos esta parte del Apéndice con
la demostración elemental que diera Leonhard Euler del hecho que

X 1 π2
= .
n2 6
n=1
Pm m!
Recordemos que (a + b)m = n=1 j!(m−j)! am−j bj para cualesquiera a, b ∈ R y todo
n ∈ N. Escribimos m m!

j = j!(m−j)! para cualesquiera m ∈ N y j = 0, 1, . . . , m. Usaremos la
identidad
n  
k 2n + 1
X
sen(2n + 1)θ = (−1) (cos θ)2(n−k) (sen θ)2k+1 ,
2k + 1
k=0

válida para todo θ ∈ R y todo n ∈ N. Ella es consecuencia directa de la combinación de la


Fórmula del Binomio y una identidad fundamental de los números complejos, la llamada
Fórmula de De Moivre. El lector familiarizado con los números complejos recordará que

eiθ = cos θ + i sen θ

(es esta, precisamente, la Fórmula de De Moivre) y obtendrá ası́ que

sen(2n + 1)θ = Im e(2n+1)iθ = Im (cos θ + i sen θ)2n+1 .


  

Tenemos entonces que


 2n+1
X 2n + 1 
2n+1−j j j
sen(2n + 1)θ = Im (cos θ) · i · (sen θ)
j
j=0

donde i2k = (−1)k y, en consecuencia, i2k+1 = i(−1)k . De aquı́ concluimos, finalmente,


que
n  
k 2n + 1
X
sen(2n + 1)θ = (−1) (cos θ)2(n−k) (sen θ)2k+1 .
2k + 1
k=0

Valiéndonos de esta identidad, obtenemos que si sen θ 6= 0 entonces


n
2n + 1 (cos θ)2(n−k)
X  
k
sen(2n + 1)θ = (−1) (sen θ)2n+1
2k + 1 (sen θ)2(n−k)
k=0

n  
k 2n + 1
X
= (−1) (cot θ)2(n−k) (sen θ)2n+1
2k + 1
k=0

81

En particular, si θj = 2n+1 para j = 1, 2, . . . , n entonces sen θj 6= 0, sen(2n + 1)θj = 0
y
n  
X 2n + 1
0= (−1)k (cot θj )2(n−k) ,
2k + 1
k=0

de modo que xj = (cot θj )2 es raı́z del polinomio de grado n


n  
X 2n + 1 n−k
p(x) = (−1)k x .
2k + 1
k=0

Es un hecho conocido que, para cualquier polinomio de grado n

an xn + an−1 xn−1 + · · · + a0 ,

la suma de sus n raı́ces es igual a − an−1


an . En el caso que nos ocupa

n
(−1) 2n+1 2n+1
 
X
2 3 3 (2n + 1)! (2n)!1!
(cot θj ) = − 2n+1
 = 2n+1 = ·
(2n − 2)!3! (2n + 1)!

j=1 1 1

(2n − 2)! · (2n − 1) · 2n n(2n − 1)


= = .
(2n − 2)!2 · 3 3
π
Si 0 < t < 2 entonces 0 < sen t ≤ t ≤ tan t.

Luego, para todo j = 1, 2, . . . , n,

0 < sen θj ≤ θj ≤ tan θj ,

de donde
0 < (sen θj )2 ≤ (θj )2 ≤ (tan θj )2
y
1
0 < (cot θj )2 ≤ ≤ (cosec θj )2 .
θj2
1 (2n+1)2
Puesto que θj2
= j 2 π2
y (cosec θj )2 = 1 + (cot θj )2 , se sigue que

n
n(2n − 1) (2n + 1)2 X 1 n(2n − 1) 2n(n + 1)
≤ 2 2
≤n+ = ,
3 π j 3 3
j=1

82
de donde resulta
n
π 2 n(2n − 1) X 1 π 2 2n(n + 1)
≤ ≤ ,
3(2n + 1)2 j2 3(2n + 1)2
j=1

relación esta que vale para todo n ∈ N. Aplicamos el Teorema del Sandwich y obtenemos
el resultado, a saber

X 1 π2
= .
n2 6
n=1

La demostración que acabamos de reproducir es ingeniosa y, a la vez, elemental. Sim-


plemente hermosa como hermoso es el resultado que demuestra.

E. Construcción de los números reales.


Concluimos con un esbozo de la construcción de los números reales debida a Georg
Cantor. Quedará al lector interesado completar los detalles. Empezamos por considerar el
conjunto Q de los números racionales. En Q están definidas las operaciones binarias de
adición y multiplicación: si m, n, p, q ∈ Z y n, q 6= 0 entonces
m p def mq + pn
+ = (adición) (2.23)
n q nq
y
m p def mp
· = (multiplicación), (2.24)
n q nq
de manera que (Q, +, ·) es un cuerpo. Ası́ mismo, en Q está definida una relación de orden:
si m, n, p, q ∈ Z y n, q 6= 0 entonces
p def
> 0 ⇐⇒ p, q ∈ N o − p, −q ∈ N. (2.25)
q
y
p m def p m p m
≥ ⇐⇒ − >0o = .
q n q n q n
Cuando decimos que (Q, +, ·) es un cuerpo nos referimos, valga recordarlo, a que las
operaciones binarias (2.23) y (2.24) satisfacen las propiedades A1-A9 que dimos con
carácter de axiomas en la presentación axiomática de los números reales (Sección 1.1).
Queda como ejercicio verificar que se cumplen para Q y sus operaciones de adición y
multiplicación las referidas propiedades. Ha de tenerse presente que, para todo n ∈ Z,
n 6= 0,
0
0=
n
y
n
1= .
n
El orden en Q, por otro lado, está dado por el conjunto P = { pq ∈ Q : pq > 0}, de
acuerdo con (2.25), y resulta ası́ que P verifica las propiedades A10, A11 y A12 en la

83
presentación axiomática de los números reales. Comprobarlo queda como ejercicio. Ha de
tomarse en cuenta que − pq = (−p) p
q = (−q) para p, q ∈ Z y q 6= 0.
Consideremos ahora la colección C[Q] de todas las sucesiones de Cauchy de números
racionales. Es decir, C[Q] consta de todas las sucesiones x = {xn }∞
n=1 tales que

1. xn ∈ Q para cada n ∈ N;

2. dado  > 0 (en Q), existe N ∈ N tal que |xn − xm | <  para todo n, m ≥ N.
En C[Q] definimos la siguiente relación binaria: si x = {xn }∞ ∞
n=1 , y = {yn }n=1 ∈ C[Q]
entonces
def
x ∼ y ⇐⇒ lı́m |xn − yn | = 0, (2.26)
n→∞

entendiéndose que lı́m |xn − yn | = 0 si y sólo si, dado  > 0 (en Q), existe N ∈ N tal que
n→∞
|xn − yn | <  para todo n ≥ N.
En todo lo anterior, si p, q ∈ Z y q 6= 0 entonces
(
p def pq si pq ≥ 0

= .
q − pq si pq < 0

Definición. Sea A 6= ∅ un conjunto. Un par ordenado es de la forma (a, a0 ) con a, a0 ∈ A,


y A × A es el conjunto de todos los pares ordenados. Es decir,

A × A = {(a, a0 ) : a, a0 ∈ A}.

En la noción de par ordenado ha de entenderse que, por lo general, (a, a0 ) 6= (a0 , a), de
allı́ el adjetivo “ordenado.”
Definición. Sea A 6= ∅ un conjunto. Una relación R en A es un subconjunto de A × A.
Un ejemplo de relación R en el conjunto A = C[Q] es

R = {(x, y) : x ∼ y}

con x ∼ y como en (2.26).


Definición. Una relación R en un conjunto A 6= ∅ se dice que es una relación de equiva-
lencia si es:
(i) reflexiva: para cada a ∈ A, (a, a) ∈ R;

(ii) simétrica: si (a, b) ∈ R entonces (b, a) ∈ R;

(iii) transitiva: si (a, b) ∈ R y (b, c) ∈ R entonces (a, c) ∈ R.


Si R es una relación de equivalencia, en lugar de escribir que (a, b) ∈ R, lo corriente es
que escribamos a ∼ b.
Puede demostrarse que si m, n, p, q ∈ Z y n, q 6= 0 entonces

m p m p
+ ≤ + .
n q n q

84
Teniendo esto en cuenta y a partir de las definiciones es posible demostrar que (2.26)
define una relación de equivalencia en C[Q]. Proponemos la demostración a manera de
ejercicio.

Definición. Dada una relación de equivalencia ∼ en un conjunto A 6= ∅, definimos la


clase de equivalencia de un elemento (cualquiera) a ∈ A, que denotamos por [a], como el
conjunto de todos los elementos b ∈ A que son equivalentes a a:
def
[a] = {b ∈ A : b ∼ a}.

Observemos que:

para cada a ∈ A, a ∈ [a];

[a] = [b] si y sólo si a ∼ b

si [a] 6= [b] entonces [a] ∩ [b] = ∅.

Estas propiedades de las clases de equivalencia se obtienen, como puede comprobar el


lector a manera de ejercicio, a partir de las propiedades de ∼.
El conjunto que consta de todas las clases de equivalencia, para una relación de equi-
valencia ∼ en A dada, se suele indicar por A/ ∼:
def
A/ ∼ = {[a] : a ∈ A}.

Ahora bien, si x = {xn }∞ ∞


n=1 e y = {yn }n=1 son dos sucesiones de números racionales (no
necesariamente de Cauchy) definimos:
def
x + y = {xn + yn }∞
n=1

y
def
x · y = {xn · yn }∞
n=1 .

Puede verse que si x, y ∈ C[Q] entonces x + y, x · y ∈ C[Q] (ejercicio).


Si [x], [y] ∈ C[Q]/ ∼ definimos:
def
[x] + [y] = [x + y] (2.27)

y
def
[x] · [y] = = [x · y]. (2.28)
Las operaciones en (2.27) y (2.28) están bien definidas, en el sentido que si u ∼ x y
v ∼ y entonces [x + y] = [u + v] y [x · y] = [u · v]. Es ası́ que no dependen del elemento
que elijamos en cada clase [x] e [y]. En efecto, si u ∼ x y v ∼ y entonces puede verse
que u + v ∼ x + y y u · v ∼ x · y (ejercicio), de modo que si u ∈ [x] y v ∈ [y] entonces
[u + v] = [x + y] y [u · v] = [x · y].

85
Notemos que si w = pq es la sucesión constantemente igual a pq , es decir, w = {wn }∞
n=1
p p ∞
con wn = q para todo n ∈ N, entonces y ∈ q si y sólo si y = {yn }n=1 es una sucesión de
Cauchy de números racionales tal que lı́m |yn − pq | = 0. Por consiguiente,
n→∞
   
p ∞ p
= y = {yn }n=1 : yn ∈ Q para cada n ∈ N y lı́m yn = .
q n→∞ q

Destacan las clases [0] y [1].


Resulta que si + y · son las operaciones definidas en (2.27) y (2.28), entonces
(C[Q]/ ∼, +, ·) es un cuerpo (ejercicio).
Si x = {xn }∞
n=1 es una sucesión de números racionales (no necesariamente de Cauchy)
definimos:
def
x > 0 ⇐⇒ existen λ > 0 (en Q) y N ∈ N tales que xn > λ para todo n ≥ N .

Puede verse que si x > 0 e y > 0 entonces x + y > 0 y x · y > 0 (ejercicio).


Si [x] ∈ C[Q]/ ∼ definimos:
def
[x] > 0 ⇐⇒ u > 0 para toda u ∈ [x]. (2.29)

Ası́, si [x], [y] ∈ C[Q]/ ∼ entonces


def
[x] ≥ [y] ⇐⇒ [x] − [y] > [0] o [x] = [y].

Puede verse que, vı́a (2.29), queda establecido un orden en (C[Q], +, ·).
Consideremos la función

a ∈ Q 7→ T (a) = [a] ∈ C[Q]/ ∼ .

Entonces T es un monomorfismo de (Q, +, ·) en (C[Q]/ ∼, +, ·) que preserva el orden,


es decir, T es una función inyectiva y, para todo, a, b ∈ Q,

T (a + b) = T (a) + T (b);

T (a · b) = T (a) · T (b); y

si a ≥ b entonces T (a) ≥ T (b).

Lo anterior (verificarlo queda como ejercicio) dice que Q, por medio de la función T ,
puede “verse” como una parte de C[Q]/ ∼.
En todo lo que sigue usaremos también las letras griegas (α, β, γ, etc.) para indicar los
elementos de C[Q]/ ∼. Ası́, que sea
 > [0]
significa que  ∈ C[Q]/ ∼ y para cada v = {vn }∞
n=1 ∈  existen λ > 0 y N ∈ N tales que
vn > λ para todo n ≥ N ; ası́ mismo, que sea

|α − β| < 

86
significa que α, β,  ∈ C[Q]/ ∼,  > [0] y − < α − β < .
Veamos que dados α,  ∈ C[Q]/ ∼,  > [0], existe a ∈ Q tal que |T (a) − α| < . Es
decir, existe a ∈ Q tal que para cualesquiera u = {un }∞ ∞
n=1 ∈ T (a), y = {yn }n=1 ∈ α y

v = {vn }n=1 ∈ , existe P ∈ N tal que |un − yn | < vn para todo n ≥ P.
Fijemos x = {xn }∞n=1 ∈ α.

Dada v = {vn }n=1 ∈ , existen λ > 0 y N ∈ N tales que vn > λ para todo n ≥ N.
Dada y = {yn }∞ λ
n=1 ∈ α, existe M ∈ N tal que |xn − yn | < 3 para todo n ≥ M (ya que
lı́m |xn − yn | = 0).
n→∞
Por otra parte, existe L ∈ N tal que |xn − xm | < λ3 para todo n, m ≥ L (puesto que
x = {xn }∞
n=1 es una sucesión de Cauchy de números racionales).
Fijemos m ≥ L y sea a = xm .
Si u = {un }∞ λ
n=1 ∈ [a] entonces existe K ∈ N tal que |un − a| < 3 para todo n ≥ K
(por ser u = {un }∞
n=1 una sucesión de números racionales tal que lı́m un = a).
n→∞
Si P = máx{K, L, M, N } y n ≥ P entonces

|un − yn | ≤ |un − a| + |a − xn | + |xn − yn | =

λ λ λ
= |un − a| + |xm − xn | + |xn − yn | < + + = λ < vn .
3 3 3
Hemos ası́ demostrado que |T (a) − α| < . Más aún, el argumento prueba que dados
α,  ∈ C[Q]/ ∼,  > [0], para cada x = {xn } ∈ α, existe L ∈ N tal que |T (xm ) − α| < 
para todo m ≥ L.
Por un lado obtenemos que T (Q) es denso en C[Q]/ ∼ y, por otra parte, que lı́m T (xm ) =
m→∞
α, para todo α ∈ C[Q]/ ∼ y toda x = {xn }∞ n=1 ∈ α.

Para {αn }n=1 , sucesión en C[Q]/ ∼, y α ∈ C[Q]/ ∼, el significado que le damos a

lı́m αn = α
n→∞

es, claro está, que dado  > [0] cualquiera, existe N ∈ N tal que |αn − α| <  para todo
n ≥ N.
Ası́ mismo, decimos que {αn }∞ n=1 , sucesión en C[Q]/ ∼, es de Cauchy si dado  > [0]
cualquiera, existe M ∈ N tal que |αn − αm | <  para todo n, m ≥ M .
Si n ∈ N y α ∈ C[Q]/ ∼, escribimos nα para indicar la suma de n veces α :

nα = α {z· · · + α}
| +α+
n veces

Veamos que si  > [0] entonces existe n ∈ N tal que n > [1].
De acuerdo con lo que acabamos de demostrar, existe a ∈ Q tal que |T (a)| < 
(aquı́ α = [0]).
Si a > 0 entonces a = pq , con p, q ∈ N, y si n = 2q entonces n ∈ N y n · a = 2 · p > 1.
Se tiene ası́ que [1] = T (1) < T (n · a) = nT (a) < n. Dejamos como ejercicio ver que, sin
pérdida de generalidad, podemos siempre asumir a > 0.

87
Definición. Sea (F, +, ·) un cuerpo ordenado e indiquemos por 0 y 1 sus elementos neutros
aditivo y multiplicativo, respectivamente. Decimos que F es arquimediano si dado cualquier
x ∈ F, x > 0, existe n ∈ N tal que nx > 1 (aquı́ nx indica la suma de n-veces x:
nx = x| +x+ {z· · · + x}).
n veces

Acabamos de establecer que (C[Q]/ ∼, +, ·) es un cuerpo ordenado arquimediano. Para


probarlo vimos que (Q, +, ·) es un cuerpo arquimediano ordenado.
Ahora nos proponemos demostrar que C[Q]/ ∼ es completo, esto es, que una sucesión
{αn }∞
n=1 en C[Q]/ ∼ es convergente si y sólo si es de Cauchy.
Aquı́ sólo nos ocuparemos de ver que si {αn }∞
n=1 es una sucesión de Cauchy en C[Q]/ ∼
entonces existe α ∈ C[Q]/ ∼ tal que lı́m αn = α. El recı́proco queda como ejercicio.
n→∞
(n)
Dada una sucesión de Cauchy {αn }∞en C[Q]/ ∼, fijemos x(n) = {xp }∞
n=1 p=1 ∈ αn
para cada n ∈ N.
(n)
Puesto que lı́m T (xp ) = αn , para cada n ∈ N, entonces, dado  > [0], existe Nn ∈ N
p→∞
(n) (n)
tal que |T (xNn ) − αn | < . Puede verse que {T (xNn )}∞
n=1 también es una sucesión de
(n)
Cauchy en C[Q]/ ∼. Se sigue que x = {xNn }∞
n=1 es una sucesión de Cauchy de núme-
(n) (n)
ros racionales. Sea α = [x]. Entonces αn − α = (αn − T (xNn ) + (T (xNn ) − α), donde
(n) (n)
|αn − T (xNn )| <  para cada n ∈ N y lı́m T (xNn ) = α. Por tanto, lı́m αn = α.
n→∞ n→∞

Definición. Definimos R como C[Q]/ ∼ .


La construcción que produjo (C[Q]/ ∼, +, ·) a partir de (Q, +·) se llama completación
de Q. Es ası́ que R es la completación de Q. Podemos adaptar la construcción que esbo-
zamos a cualquier cuerpo ordenado arquimediano (F, +, ·) para obtener su completación
(C[F]/ ∼, +, ·).
Definición. Un cuerpo ordenado arquimediano (G, +, ·) es completo si toda sucesión de
Cauchy en G converge en G.
Resulta que R es el “único” cuerpo ordenado arquimediano completo, en el sentido que
cualquier otro cuerpo ordenado arquimediano completo es “esencialmente indistinguible”
de R.
En matemáticas es corriente pensar que dos conjuntos son indistinguibles si existe una
biyección de uno sobre el otro que preserva las estructuras y las caracterı́sticas que tienen
estos conjuntos. En el caso de cuerpos ordenados la biyección ha de preservar la estructura
de cuerpo y el orden.

Teorema B. Sea (G, +, ·) un cuerpo ordenado arquimediano completo. Entonces existe


una biyección σ : G −→ R tal que, para cualesquiera x, y ∈ G
σ(x + y) = σ(x) + σ(y);
σ(x · y) = σ(x) · σ(y);
si x ≤ y entonces σ(x) ≤ σ(y).

88
2.12. Ejercicios.
(1) Suponga que lı́m an y lı́m bn ambos existen. Demostramos que lı́m an ·bn = lı́m an ·
n→∞ n→∞ n→∞ n→∞
lı́m bn y que, cuando lı́m bn 6= 0, existe N ∈ N tal que bn 6= 0 para todo n ≥ N y
n→∞ n→∞
1 1
lı́m = lı́m bn .
n→∞ bn n→∞

Demuestre:

(a) lı́m λ · an = λ · lı́m an para todo λ ∈ R.


n→∞ n→∞
(b) lı́m (an + bn ) = lı́m an + lı́m bn .
n→∞ n→∞ n→∞
(c) lı́m (an − bn ) = lı́m an − lı́m an .
n→∞ n→∞ n→∞
lı́m an
an n→∞
(d) Si lı́m bn 6= 0 entonces lı́m = lı́m bn .
n→∞ n→∞ bn n→∞

(2) Suponga que lı́m an existe. Demuestre:


n→∞

(a) Si lı́m (an + bn ) existe, entonces lı́m bn existe.


n→∞ n→∞
(b) Si lı́m (an · bn ) existe y lı́m an 6= 0 entonces lı́m bn existe.
n→∞ n→∞ n→∞

(3) Provea contraejemplos que muestren que:

(i) La hipótesis sobre le existencia de lı́m an y lı́m bn no puede ser omitida en el


n→∞ n→∞
Ejercicio 1.
(ii) lı́m an 6= 0 es hipótesis esencial en el Ejercicio 2,(b).
n→∞

(4) Demuestre que, para cualesquiera p, q ∈ N,


1
lı́m p = 0.
n→∞ nq
1 1
Sugerencia: dado  > 0, existe N ∈ N tal que n < q ¿Qué dice esto sobre lı́m 1 ?
n→∞ n q
¿Será cierto que lı́m apn = ap si lı́m an = a?
n→∞ n→∞

(5) Compruebe cada uno de los siguientes lı́mites:


1
(a) lı́m p = 0 para cualesquiera p, q ∈ N.
n→∞ (n+1) q
3n3 +5n2 −n+8
(b) lı́m 3 2 = 35 .
n→∞ 5n −n +8n+3
√ √
(c) lı́m n+1− n = 0.
n→∞

(6) Demuestre que {rn } no es acotada superiormente si r > 1 y no es acotada inferiormente


si r < −1.

89
(7) Demuestre que la sucesión recursiva
 
1 2
a1 = 2, an+1 = an + , n ∈ N,
2 an

es monótona decreciente y acotada inferiormente por 2.
Sugerencia: 2an an+1 = a2n + 2, de donde a2n+1 = a2n − 2an an+1 + a2n+1 + 2
= (an − an+1 )2 + 2 ≥ 2; también 0 = a2n − 2an an+1 + 2 = an (an − an+1 ) − (an an+1 − 2),
de donde an (an − an+1 ) = an an+1 − 2.

(8) Demuestre:
√ √
(a) Si lı́m an = a > 0 entonces lı́m an = a.
n→∞ n→∞

(b) Si 0 < a < 2 entonces a < 2a < 2.
√ √
(c) La sucesión recursiva a1 = 2, an+1 = 2an , n ∈ N, converge y lı́m an = 2.
n→∞
Sugerencia: La sucesión es monótona y acotada; use (a) para obtener el lı́mite.

(9) La sucesión {an }∞


n=1 está dada recursivamente por

αβ
a1 = α + β, an+1 = α + β − , n ∈ N,
an
con α > β > 0.

(a) Demuestre que


αn+1 − β n+1
an = para todo n ∈ N
αn − β n
y determine lı́m an .
n→∞
(b) Discuta el caso α = β > 0.

(10) La sucesión {an }∞


n=1 está dada por

a1 = h, an+1 = a2n + k, n ∈ N,

donde 0 < k < 41 y h está entre las raı́ces a y b de la ecuación x2 +x+k = 0. Demuestre
que a < an+1 < an < b y determine lı́m an .
n→∞

(11) Demuestre:
p
n
(a) Si lı́m |xn | = a con 0 < a < 1, entonces lı́m xn = 0.
n→∞ n→∞
nk
(b) lı́m = 0 para todo |b| > 1 y todo k ∈ N.
n→∞ bn
p(n)
(c) lı́m n = 0 para todo |b| > 1 y todo polinomio real p.
n→∞ b

90
(12) Demuestre:

(a) Si existen 0 < K < 1 y N ∈ N tales que |xn | ≤ K|xn−1 | para todo n ≥ N ,
entonces lı́m xn = 0.
n→∞
an
(b) lı́m = 0 para todo a ∈ R.
n→∞ n!
(13) Halle los siguientes lı́mites:
3n
(a) lı́m 1 − n1 ;
n→∞
4 n
 2
(b) lı́m 1 + n2
;
n→∞
3 n+1

(c) lı́m 1 + 2n .
n→∞

(14) Compruebe cada uno de los siguientes lı́mites:



(a) lı́m n n2 + n = 1.
n→∞

(b) lı́m n an + bn = máx{a, b}.
n→∞
α(n)
(c) lı́m n = 0 donde α(n) es el número de números primos que dividen a n.
n→∞
Sugerencia: el hecho que todo número primo p verifica que p ≥ 2 provee la esti-
mación n ≥ 2α(n) .

(15) Si lı́m an = l entonces


n→∞
a1 + a2 + · · · + an
lı́m = l.
n→∞ n
(16) Si lı́m an+1 − an = l entonces
n→∞
an
lı́m = l.
n→∞ n

Sugerencia: si an = u1 + u2 + · · · + un , entonces an+1 − an = un+1 ; use el Ejercicio 15.

(17) Si an = 21 [1 − (−1)n ], n ∈ N, entonces a1 +a2 +···+a


n
n
→ 12 cuando n → ∞ pero {an }∞
n=1
diverge. ¿Vale el recı́proco del aserto del Ejercicios 15?

(18) Halle todos los puntos de acumulación de cada una de las siguientes sucesiones:

(a) 1, 2, 1, 2, 3, 1, 2, 3, 4, 1, 2, 3, 4, 5, . . ..
1 1 2 1 2 3 1 2 3 4
(b) , 3 , 3 , 4 , 4 , 4 , 5 , 5 , 5 , 5 , . . ..
2  ∞
(−1)n 1 + n1 n=1 .

(c)

(19) Demuestre que si {an }∞ ∞


n=1 es una sucesión de Cauchy y {ank }k=1 es una subsucesión
∞ ∞
convergente de {an }n=1 , entonces la propia sucesión {an }n=1 es convergente. Más aún,
si a = lı́m ank entonces lı́m an = a.
k→∞ n→∞

91
(20) Sea {[an , bn ]}∞
n=1 una sucesión de intervalos cerrados (an < bn para cada n ∈ N) tal
que
[a1 , b1 ] ⊇ [a2 , b2 ] ⊇ · · · ⊇ [an , bn ] ⊇ [an+1 , bn+1 ] ⊇ · · ·
y
lı́m bn − an = 0.
n→∞
Demuestre que la sucesión
a1 , b1 , a2 , b2 , a3 , b3 , · · ·
es de Cauchy, por tanto, convergente. Si α es su lı́mite, demuestre que

\
{α} = [an , bn ].
n=1

(21) Demuestre que si β ≤ an ≤ α para todo n ∈ N y lı́m an = a, entonces β ≤ a ≤ α.


n→∞
11
Deduzca que 2 < e < 4 .

(22) Halle lı́m an y lı́m an para cada una de las sucesiones {an } en los Ejercicios 17,18-(b)
n→∞ n→∞
y 18-(c).
(23) Halle lı́m an y lı́m an en cada uno de los siguientes casos:
n→∞ n→∞
 (−1)n
 n
 si n = 3k
(a) an = 2 si n = 3k + 1 .
1 n
 
1+ si n = 3k + 2

√ n
n


 n si n = 4k
 1 − 1 n si

n = 4k + 1
(b) an = n .
1
 si n = 4k + 2


−1 si n = 4k + 3
√ √
(c) an = n + 1 − n.
(24) Sea {xn }∞
n=1 una sucesión acotada. Demuestre:

(a) Si c > 0 entonces lı́m cxn = c lı́m xn y lı́m cxn = c lı́m xn .


n→∞ n→∞ n→∞ n→∞
(b) Si c < 0 entonces lı́m cxn = c lı́m xn y lı́m cxn = c lı́m xn .
n→∞ n→∞ n→∞ n→∞

Sugerencia: recuerde que


(
λı́nf A si λ > 0
ı́nf{λx : x ∈ A} =
λ sup A si λ < 0
y (
λ sup A si λ > 0
sup{λx : x ∈ A} = .
λı́nf A si λ < 0

92
(25) Sean {an }∞ ∞
n=1 y {bn }n=1 sucesiones acotadas. Demuestre:

(a) lı́m an + lı́m bn ≤ lı́m (an + bn ).


n→∞ n→∞ n→∞
(b) lı́m (an + bn ) ≤ lı́m an + lı́m bn .
n→∞ n→∞ n→∞

(26) Demuestre que, para a ∈ R cualquiera, (a, ∞) y (−∞, a) son conjuntos abiertos.

(27) ¿Cuáles conjuntos de números reales son a la vez abiertos y cerrados?

(28) ¿Es Q un conjunto abierto? ¿Cerrado?

(29) Halle los puntos de acumulación de cada uno de los siguientes conjuntos:

(a) Z;
(b) Q;
(c) (−1)n 1 + n1 : n ∈ N ;
  

(d) {x ∈ Q : x > 0 y x2 < 2};


(e) {x ∈ R : x2 − 2x − 3 < 0};
(f) {x ∈ R : x ≤ 0 y x2 − 2x − 3 < 0};
(g) {2, 3}.

(30) Demuestre que si x ∈ A0 entonces todo intervalo abierto que contiene a x contiene
infinitos puntos de A. Si A ⊆ R es finito, ¿tiene A puntos de acumulación?

(31) Sea A 6= ∅ un conjunto de números reales cerrado y acotado superiormente (inferior-


mente). Demuestre que sup A ∈ A (ı́nf A ∈ A, respectivamente).

(32) Construya un conjunto acotado de números reales con exactamente tres puntos de
acumulación.

(33) Demuestre:

(a) Si A ⊆ B entonces A0 ⊆ B 0 .
(b) (A ∪ B)0 = A0 ∪ B 0 .
(c) (A ∩ B)0 ⊆ A0 ∩ B 0 .

Muestre con un ejemplo que puede ocurrir (A ∩ B)0 6= A0 ∩ B 0 .

(34) Clausura de un conjunto.


Si A ⊆ R, considere A = A ∪ A0 . El conjunto A se denomina clausura de A.
Demuestre:

(a) A es un conjunto cerrado para todo A ⊆ R.


(b) Si A ⊆ B y B es cerrado entonces A ⊆ B.
(c) A es un conjunto cerrado si y sólo si A = A.

93
(d) Si A ⊆ B entonces A ⊆ B.
(e) A ∩ B ⊆ A ∩ B.

Muestre con un ejemplo que puede ocurrir A ∩ B 6= A ∩ B.

(35) Demuestre que todo conjunto finito de números reales es compacto.


1
(36) Sean x0 = 0 y xm = m , m ∈ N. Para j = 0, 1, 2, . . . , sea Aj = {xj +xn : n = 0, 1, 2, . . .}.
Considere A = ∪j=1 Aj . Halle A0 . ¿Es A0 numerable? ¿Es A compacto?

(37) Dé un ejemplo de conjunto compacto cuyos puntos de acumulación forman un conjunto
numerable.

94
Capı́tulo 3

Funciones Reales de una Variable


Real.

Recordemos que una función es una terna (A, B, f ), donde A y B son conjuntos, el
dominio y el codominio de la función, respectivamente, y f es una relación o regla que a
cada a ∈ A le hace corresponder un único b ∈ B.
En este capı́tulo concentramos nuestra atención en las funciones reales de una variable
real, que es el caso cuando A y B son subconjuntos de números reales. En lo que sigue,
a menos que se den explı́citamente otras indicaciones, suponemos que B = R, de manera
que consideramos funciones f : A ⊆ R −→ R. A veces de una función se indica únicamente
la regla o relación que la define y, si este es el caso, es menester establecer el conjunto A
de números reales para los cuales la referida regla “tiene sentido” o está definida. Para
señalar la conexión entre f y su dominio A escribiremos también A = dom(f ). Ası́, si
√ 1
f (x) = x y g(x) = ,
x
entonces dom(f ) = {x ∈ R : x ≥ 0} y dom(g) = R \ {0}. De igual forma, las funciones

f : [−1, 1] −→ R,

f (x) = x2
y
g : R −→ R,
g(x) = x2
tienen dominios dom(f ) = [−1, 1] y dom(g) = R, de manera que, si bien comparten la
misma regla, son funciones distintas. Como distintas son las funciones

x2 − 1
f (x) =
x−1
y
g(x) = x + 1.

95
La primera está definida en R \ {1} mientras que la segunda está definida en todo R.
De los cursos de cálculo recordamos que

lı́m f (x) = l
x→a

si y sólo si, dado  > 0, existe δ > 0 tal que si x ∈ dom(f ) y 0 < |x − a| < δ entonces
|f (x) − l| < .
El punto a no necesariamente pertenece a dom(f ) pero en el δ-intervalo (a − δ, a + δ)
ha de existir x ∈ dom(f ), x 6= a. El δ-intervalo varı́a al variar  > 0, de manera que se
debe garantizar la existencia de x ∈ dom(f ) tal que 0 < |x−a| < δ para δ > 0 de cualquier
magnitud. Es ası́ que ha de garantizarse que, para todo δ > 0, ((a−δ, a+δ)\{a})∩dom(f ) 6=
∅. En lo anterior reconocemos la noción de punto de acumulación. Es por ello que, cuando
estudiamos el comportamiento de una función f (x) en las cercanı́as de a, asumimos que
a es un punto de acumulación de dom(f ).
Si existe un intervalo I = (c, d), con c < a < d, tal que I \ {a} ⊆ dom(f ), entonces
ciertamente a es un punto de acumulación de dom(f ). Esta es una situación común.
Aclaramos entonces que:
Si f está definida en un intervalo alrededor de a con la posible excepción de a, entonces

lı́m f (x) = l
x→a

si y sólo si, dado  > 0, existe δ > 0 tal que si 0 < |x − a| < δ entonces |f (x) − l| < .

√ f (x) sólo esté definida para puntos x ≥ a. Por ejemplo,


Puede ocurrir que la función

si a = 0 entonces f (x) = x + 1 − x está definida en [0, 1] y f (x) = √1x en (0, ∞).
Escribimos entonces lı́m f (x) = l, entendiéndose que x → a bajo la restricción de
n→a+
que sea x > a.
Es ası́ que:
Si f está definida en un intervalo de la forma (a, d) con a < d, entonces

lı́m f (x) = l
x→a+

si y sólo si, dado  > 0, existe δ > 0, tal que si 0 < x − a < δ entonces |f (x) − l| < .
De forma similar, cuando escribimos

lı́m f (x) = l
x→a−

consideramos que x → a y x < a.


Tenemos entonces que:
Si f está definida en un intervalo de la forma (c, a) con c < a, entonces

lı́m f (x) = l
x→a−

si y sólo si, dado  > 0, existe δ > 0, tal que si 0 < a − x < δ entonces |f (x) − l| < .

96
Las que hemos indicado son las situaciones que usualmente encontramos. Cuando es-
cribamos
lı́m f (x) = l
x→a

daremos por descontado que una de ellas es la que está planteada, a veces sin discernir
cual, por lo que no descartaremos que el lı́mite haya de entenderse como un lı́mite lateral.
La noción de lı́mite, valga subrayarlo, es fundamental: todo lo que hagamos de aquı́ en
adelante va a depender de ella.

3.1. Funciones continuas.


Consideremos la función f (x) = cos x y pasemos a analizar si existe lı́m f (x). En base
x→0
al gráfico de f (x) = cos x nos animamos a afirmar que lı́m cos x = 1.
x→0

Figura 3.1: el gráfico de f (x) = cos x

Demostrar nuestra conjetura es demostrar que, dado  > 0, existe δ > 0 tal que si
0 < |x| < δ entonces | cos x − 1| < . Es decir que, dado el -intervalo (1 − , 1 + ), existe
δ > 0 tal que si 0 < |x| < δ entonces cos x ∈ (1 − , 1 + ).
La interpretación gráfica en términos del gráfico de f (x) = cos x se muestra en la
Figura 3.2.
De ella se desprende que, dada la banda 1− < y < 1+, es posible hallar δ > 0 tal que
la porción del gráfico de f (x) = cos x que corresponde a tomar 0 < |x| < δ está totalmente
contenida en la banda, lo cual a su vez, reproduce lo que queremos demostrar.
Para demostrarlo, observemos que si 0 < |x| < π2 entonces

1 − cos x ≤ |x|.
π
Luego, dado  > 0, si 0 < |x| < 2 y 0 < |x| <  entonces

| cos x − 1| = 1 − cos x ≤ |x| < .

97
Figura 3.2: si 0 < |x| < δ entonces cos x ∈ (1 − , 1 + )

Puesto que estamos estudiando el comportamiento de f (x) = cos x en puntos próximos


π
 πa x ∈ R tal que 0 < |x| < 2 es razonable. Con todo
a 0, restringir nuestras consideraciones
rigor, podemos decir que si δ = mı́n 2 ,  y 0 < |x| < δ entonces | cos x − 1| < . Hemos
demostrado que lı́m cos x = 1.
x→0

π
Figura 3.3: si 0 < |x| < 2 entonces 1 − cos x ≤ |x|

Notemos que si f (x) = cos x entonces f (0) = 1, de modo que vale lı́m f (x) = f (0).
x→0

Definición. Sea f : A ⊆ R −→ R. Decimos que f es continua en a si lı́m f (x) = f (a).


x→a
Decimos que f es continua en B ⊆ A si f es continua en cada a ∈ B.

En base a la definición y a partir de la discusión anterior, podemos decir que


f (x) = cos x es continua en a = 0.

98
En realidad, f (x) = cos x es continua en todo R. Para demostrarlo debemos ver que
lı́m cos x = cos a para cada a ∈ R. Observamos que
x→a
         
x+a x−a x+a x−a x+a x−a
cos x = cos + = cos cos − sen sen
2 2 2 2 2 2
y
         
x+a x−a x+a x−a x+a x−a
cos a = cos − = cos cos + sen sen
2 2 2 2 2 2

En consecuencia
   
x+a x−a
cos a − cos x = 2 sen sen ,
2 2

donde  
sen x + a ≤ 1

2
y  

sen x − a x − a

x − a π
2 si 0 < 2 < 2

2
(nos remitimos a la Figura 3.4). Es ası́ que si 0 < |x − a| < π entonces
   
x + 2 x − 2
| cos x − cos a| = 2 sen sen ≤ |x − a|.
2 2

π
Figura 3.4: si 0 < |x| < 2 entonces |sen x| ≤ |x|

Claramente, dado  > 0, si δ = mı́n{π, } y 0 < |x − a| < δ entonces | cos x − cos a| < .
Hemos demostrado que lı́m cos x = cos a.
x→a
La discusión anterior es la argumentación rigurosa de la continuidad de f (x) = cos x
en cada a ∈ R.
Alternativamente hubiésemos podido apelar a la idea intuitiva de que f (x) = cos(x),
y, como ella, todas la funciones que son continuas, son aquellas cuyos gráficos podrı́amos

99
dibujar con un trazo, valga la redundancia, continuo. La intuición nos dice, en efecto, que
una función es continua si su gráfico no contiene interrupciones ni saltos ni oscilaciones
incontrolables. Sin embargo, supone que tenemos la habilidad de trazar el gráfico de la
función bajo examen, circunstancia esta que es ideal. Valga, para ilustrar el punto, el
siguiente ejemplo.
Consideremos para x ∈ (0, 1) la función
(
0 si x ∈
/Q
f (x) = 1 (3.1)
n si x = m
n fracción irreducible

(aquı́ mn , con n ∈ N, es fracción irreducible si m y n no tienen divisores comunes).


Es evidente que no contamos con el gráfico de la función, a lo más, con una aproxima-
ción poco satisfactoria del mismo.
Es conocido que, cualquiera que sea a ∈ (0, 1), lı́m f (x) = 0, de modo que f (x) es
x→a
continua en los números irracionales del intervalo (0, 1).
Para demostrar que lı́m f (x) = 0 cualquiera que sea a ∈ (0, 1), recurrimos a la defi-
x→a
nición y consideramos números cualesquiera a ∈ (0, 1) y  > 0. Sea N el menor número
natural tal que N1 <  (la existencia de un tal N está garantizada por la Propiedad Ar-
quimediana y el Principio de Buena Ordenación). Si n ≥ N entonces n1 < , de modo que
si x = m 1
n , con n ≥ N, es fracción irreducible, entonces |f (x)| = n < . Por otro lado,
el conjunto A = {x ∈ [0, 1] : x = pq es fracción irreducible y q < N } es finito ya que si
q = 1, 2, . . . , N − 1 hay a lo más q − 1 fracciones irreducibles entre los puntos
1 2 3 q−1
, , ,..., .
q q q q
Por ejemplo, si q = 4 las fracciones irreducibles son
1 3
,
4 4
y si q = 5 son
1 2 3 4
, , , .
5 5 5 5
Sea δ = mı́n{|x − a| : x ∈ A, x 6= a}. Entonces δ > 0. Es claro que si x ∈ (0, 1) y
0 < |x − a| < δ entonces x ∈ / A. Puede ser que x ∈ / Q, en cuyo caso |f (x)| = 0 < , como
puede ser que x ∈ Q, pero, bajo esta circunstancia, ha de ser x = m n , con n ≥ N, fracción
1
irreducible, y |f (x)| = n < .
Hemos ası́ demostrado que, para cualquier a ∈ (0, 1), dado  > 0, existe δ > 0 tal que
si x ∈ (0, 1) y 0 < |x − a| < δ entonces |f (x)| < . Dado  > 0 hemos conseguido N tal que
1
N < ; con el N obtenido y el punto a, hemos considerado el conjunto A y, en términos
de A, hemos definido el δ > 0 que nos permite demostrar el aserto.
Hay distintas maneras en las que deja de ser cierto que
lı́m f (x) = f (a). (3.2)
x→a

Una es que la función f (x) no esté definida en a, en cuyo caso la ecuación (3.2) carece
de sentido (por cuanto no existe f (a)).
Ejemplos de esta situación están dados por las funciones

100
1
(1) g(x) = x2
,
|x|
(2) h(x) = x ,
1

(3) j(x) = sen x ,
1

(4) k(x) = x sen x .
Ninguna de ellas está definida para a = 0. Por tanto, ninguna de ellas es continua en
a = 0.
Puede ocurrir que lı́m f (x) no exista (aún cuando exista f (a)) y nuevamente, si este
x→a
es el caso, la ecuación (3.2) no tiene sentido.
Es ası́ que, si b ∈ R entonces las funciones
(
1
2 si x 6= 0
(5) ge(x) = x ,
b si x = 0
(
|x|
si x 6= 0
(6) eh(x) = x ,
b si x = 0
(
sen( x1 ) si x 6= 0
(7) ej(x) =
b si x = 0
están definidas en todo R pero, como aclararemos en breve, ninguna de ellas tiene lı́mite
cuando x → 0. Por consiguiente, ninguna de ellas es continua en a = 0.
Por último, aún existiendo f (a) y lı́m f (a), puede ser que no valga (3.2), es decir, que
x→a
el lı́mite no sea igual a f (a).
La función
(
1

x sen x si x 6= 0
(8) e k(x) =
b si x = 0
1

es continua en a = 0 (y, de hecho, en todo R) sólo si b = 0, puesto que lı́m x sen x = 0.
x→0
Para verificar esto último basta observar que si x 6= 0 entonces
   
x sen 1 = |x| sen 1 ≤ |x|.

x x
En el caso que lı́m f (x) existe pero o bien f (x) no está definida en a o bien f (a) existe
x→a
y lı́m f (x) 6= f (a), decimos que la discontinuidad en a es evitable o removible. La evitamos
x→a
o removemos si, en lugar de la función f (x) dada, consideramos la función
(

f (x) si x 6= a
f (x) = .
lı́m f (x) si x = a
x→a

Si la función original f (x) no está definida en a, entonces f ∗ (x) es su extensión, en el


sentido que f ∗ (x) coincide con f (x) en el dominio de esta última. Si f (x) está definida en

101
a pero tiene en a una discontinuidad evitable, entonces f ∗ (x) es una redefinición de f (x)
que coincide con f (x) en todos los puntos x 6= a. En cualquiera de las dos circunstancias,
f ∗ (x) es continua en a.
En el Ejemplo 4, la discontinuidad en a = 0 es evitable; en el Ejemplo 8, si b 6= 0
entonces la discontinuidad en a = 0 también es evitable. En ambos ejemplos, la función
(
x sen x1

∗ si x 6= 0
k (x) =
0 si x = 0

remueve la discontinuidad en a = 0. Su gráfico es el que mostramos a continuación.

Figura 3.5: −|x| ≤ k ∗ (x) ≤ |x|

La función de Riemann f (x) dada en (3.1) (que no ha de confundirse con la función


zeta de Riemann) tiene discontinuidades evitables en los números racionales del intervalo
(0, 1) y f ∗ (x) ≡ 0, para x ∈ (0, 1), es la función correspondiente que remueve todas las
discontinuidades.
Los Ejemplos 1, 2 y 3 y, ası́ mismo, sus contrapartes 5, 6 y 7 muestran tres tipos distintos
de discontinuidad. En ninguno de estos casos existe el lı́mite de la función correspondiente
cuando x → 0, pero la no existencia del lı́mite responde a diferentes comportamientos
alrededor de a = 0.
Definición. Decimos que lı́m f (x) = ∞ ( lı́m f (x) = −∞) si dado cualquier A > 0, existe
x→a x→a
δ > 0 tal que si 0 < |x − a| < δ entonces f (x) > A (respectivamente, f (x) < −A).
Resulta que en los Ejemplos 1 y 5,
1
lı́m = ∞.
x→0 x2

102
1
Figura 3.6: lı́m 2 =∞
x→0 x

Definición. Decimos que lı́m f (x) = ∞ ( lı́m f (x) = ∞) si dado cualquier A > 0,
x→a+ x→a−
existe δ > 0 tal que si 0 < x − a < δ (respectivamente, 0 < a − x < δ) entonces f (x) > A.

De manera análoga se introducen las nociones de lı́m f (x) = −∞ y lı́m f (x) = −∞.
x→a+ x→a−
Es fácil comprobar que
1 1
lı́m = ∞ y lı́m = −∞.
x→0+ x x→0 x

1
Figura 3.7: y = x

103
(
1 si x ≥ 0
1
Las funciones de los Ejemplos 1 y 5, las funciones g1 (x) = x y g2 (x) = 1
si x < 0
x
tienen todas discontinuidades infinitas en a = 0: una función f (x) tiene una discontinuidad
infinita en a si alguno de los lı́mites

lı́m f (x), lı́m f (x) o lı́m f (x)


x→a x→a+ x→a−

es ±∞.
La función h(x) del Ejemplo 2 viene dada por
(
1 si x > 0
h(x) =
−1 si x < 0

y su gráfico, por tanto, tiene un salto en a = 0.

|x|
Figura 3.8: y = x

La función h(x) del Ejemplo 2, la función e


h(x) del Ejemplo 6 y las funciones h1 (x) = [x]
y h2 (x) = [1 − |x|], donde [x] (parte entera de x) denota el mayor entero n tal que n ≤ x,
tienen todas discontinuidades de salto en a = 0: una función f (x) tiene una discontinuidad
de salto en a si los lı́mites
lı́m f (x) y lı́m f (x)
x→a+ x→a−

104
ambos existen pero son distintos o bien son iguales pero son distintos a f (a).
Notemos que

lı́m h1 (x) = lı́m [x] = 0 6= −1 = lı́m [x] = lı́m h1 (x),


x→0+ x→0+ x→0− x→0−

mientras que

lı́m h2 (x) = lı́m [1 − |x|] = 0 = lı́m [1 − |x|] = lı́m h2 (x),


x→0+ x→0+ x→0− x→0−

pero h2 (x) = 1.
Los gráficos de h1 (x) y h2 (x) muestran que estas funciones tienen discontinuidades de
salto no sólo en a = 0 sino, en general, en todos los puntos a ∈ Z. En el caso de la función
h2 (x) y el punto a = 0 la discontinuidad es evitable.

Figura 3.9: los gráficos de h1 (x) = [x] y h2 (x) = [1 − |x|]

El comportamiento de las funciones j(x) del Ejemplo 3 y e j(x) del Ejemplo 7 no cae en
ninguno de los casos anteriores.
Ambas funciones están acotadas puesto que | sen θ| ≤ 1 para todo θ ∈ R. Si t ∈ [−1, 1]
1
y θ ∈ R es tal que sen θ = t entonces, dado δ > 0, existe n ∈ N tal que < δ.
θ + 2nπ
Vemos que
   
1 1
j
e =j = sen(θ + 2nπ) = sen θ = t.
θ + 2nπ θ + 2nπ

Lo que hemos puesto de manifiesto es que, en cualquier δ-intervalo (−δ, δ) alrededor de


0, las funciones j(x) y ej(x) toman todos los valores en [−1, 1]. Ocurre que estas funciones
oscilan incontrolablemente alrededor de 0, por lo que es impensable que existan los lı́mites
correspondientes a cada una de ellas cuando x → 0.
Las funciones j(x) y ej(x) tienen una discontinuidad oscilatoria en a = 0: si a ∈ R es un
punto de discontinuidad de f (x), entonces se dice que la discontinuidad en a es oscilatoria
si no es infinita o de salto.

105
1

Figura 3.10: y = sen x ,x>0

Por último, queremos agregar que una discontinuidad en a es simple o de primera es-
pecie si lı́m f (x) y lı́m f (x) ambos existen. Son simples, por tanto, las discontinuidades
x→a+ x→a−
evitables y las discontinuidades de salto. En cualquier otro caso, la discontinuidad es de
segunda especie.

3.2. Propiedades fundamentales de las funciones continuas


Hemos revisado conceptos que lucen familiares por haberlos estudiado en los cursos de
cálculo. De las propiedades de las funciones continuas recogemos a continuación algunas
que ya hemos encontrado y otras que probablemente nos resulten novedosas. De todos
los resultados incluimos la demostración o bien en estas páginas o en el Apéndice que las
complementa.
Teorema 1. Sean f y g funciones continuas en a y sea λ ∈ R. Entonces:
1. λf, f + g, f · g son continuas en a
1
2. Si g(a) 6= 0 entonces g es continua en a.
Demostración. Puesto que f y g son continuas en a, vale que

lı́m f (x) = f (a) y lı́m g(x) = g(a).


x→a x→a

Hemos de recordar entonces que

lı́m λf (x) = λf (a), para todo λ ∈ R,


x→a

106
lı́m f (x) + g(x) = f (a) + g(a),
x→a
y
lı́m f (x) · g(x) = f (a) · g(a),
x→a

lo que demuestra 1. Por otro lado, si g(a) 6= 0 entonces


1 1
lı́m = ,
x→a g(x) g(a)

lo que prueba 2.

Teorema 2. Si f es continua en a y g es continua en b = f (a), entonces g ◦ f es continua


en a.

Demostración. Vale que


lı́m f (x) = b y lı́m g(y) = g(b),
x→a y→b

de modo que, por un lado, dado  > 0, existe λ > 0 tal que si 0 < |y − b| < λ entonces
|g(y) − g(b)| < , y, por otra parte, existe δ > 0 tal que |f (x) − b| < λ si 0 < |x − a| < δ.
En consecuencia, dado  > 0, existe δ > 0 tal que si 0 < |x − a| < δ entonces
|g(f (x)) − g(b)| < .
Es decir,
lı́m g(f (x)) = g(b) = g(f (a)),
x→a

lo que indica que g ◦ f es continua en a.

Teorema 3. Sea f : A ⊆ R −→ R y sea a un punto de acumulación de A. Son equivalen-


tes:

(a) lı́m f (x) = l.


x→a

(b) Para toda sucesión {xn }∞n=1 de puntos de A tal que xn 6= a para cada n ∈ N y
lı́m xn = a, vale que lı́m f (xn ) = l.
x→∞ x→∞

Demostración. Sea a un punto de acumulación de A. Entonces la existencia de una sucesión


{xn }∞
n=1 de puntos distintos de A tal que lı́m xn = a está garantizada.
x→∞
Supongamos que lı́m f (x) = l y sea {xn }∞
n=1 una sucesión como en (b). Queremos ver
x→a
que lı́m f (xn ) = l.
n→∞
Por un lado, dado  > 0, existe δ > 0 tal que si 0 < |x − a| < δ entonces |f (x) − l| < .
Por otro lado, puesto que lı́m xn = a, existe N ∈ N tal que |xn − a| < δ para todo n ≥ N.
n→∞
Se sigue que si n ≥ N entonces 0 < |xn − a| < δ, de modo que |f (xn ) − l| < , lo que
demuestra que, en efecto, lı́m f (xn ) = l.
n→∞
Recı́procamente, supongamos que vale (b). Queremos demostrar que lı́m f (x) = l.
x→a
Asumamos, por el contrario, que existe 0 > 0 tal que para todo δ > 0 existe x ∈ A
tal que 0 < |x − a| < δ pero |f (x) − l| ≥ 0 . Ası́, para cada n ∈ N, existe xn ∈ A tal que
0 < |xn − a| < n1 pero |f (xn ) − l| ≥ 0 .

107
Es claro que {xn }∞
n=1 es una sucesión de puntos de A tal que xn 6= a para cada n ∈ N
y lı́m xn = a. Debe valer lı́m f (xn ) = l. Sin embargo, |f (xn ) − l| ≥ 0 para cada n ∈ N.
n→∞ n→∞
La contradicción planteada demuestra el resultado.

Corolario. Sea f : A ⊆ R −→ R. Entonces f es continua en a si y sólo si, para toda


sucesión {xn }∞
n=1 de puntos de A tal que n→∞ lı́m xn = a, vale que lı́m f (xn ) = f (a).
n→∞
El Teorema 3 es muy útil ya que provee un criterio de fácil aplicación para establecer
que lı́m f (x) no existe: Si {un }∞ ∞
n=1 y {vn }n=1 son dos sucesiones tales que un 6= a y vn 6= a
x→a
para cada n ∈ N, lı́m un = a = lı́m vn , pero lı́m f (un ) 6= lı́m f (vn ), entonces lı́m f (x)
n→∞ n→∞ n→∞ n→∞ x→a
no existe.
Por ejemplo, sea j(x) = sen x1 (la función que encontramos en el Ejemplo 5). Si

−1
un = (2nπ)−1 y vn = π2 + 2nπ para n ∈ N, entonces lı́m un = 0 = lı́m vn , pero
n→∞ n→∞
π 
lı́m j(un ) = lı́m sen(2nπ) = 0 6= 1 = lı́m sen + 2nπ = lı́m j(vn ).
n→∞ n→∞ n→∞ 2 n→∞

1

Por tanto, lı́m sen x no existe.
x→0
Por su parte, el Corolario, además de formular el concepto de continuidad de una
función en un punto de manera alternativa, en términos de sucesiones, constituye una
herramienta para calcular lı́mites de sucesiones de la forma {f (xn )}∞
n=1 si f es una función
continua y lı́m xn es conocido.
n→∞
Consideremos, a manera de ejemplo,

1 n
   
π
lı́m cos 1+ .
n→∞ e n

Puesto que cos x y πe x son funciones


n continuas, es también continua la función f (x) =
cos πe x . Por otro lado, lı́m 1 + n1 = e. Ası́
n→∞

1 n
   
π π 
lı́m cos 1+ = cos e = cos π = −1.
n→∞ e n e

En general, si f (x) es una función continua, entonces

1 n
  
lı́m f 1+ = f (e).
n→∞ n

Es ası́ que, en particular, si x ∈ Q entonces


 x
1 n

 x n  x nx
lı́m 1+ = lı́m 1 + = lı́m 1+ = ex .
n→∞ n n→∞ nx n→∞ n

Teorema 4 (Teorema del Valor Intermedio (Bolzano)). Sea f una función continua en
el intervalo [a, b] tal que f (a) < 0 < f (b) (o f (a) > 0 > f (b)). Entonces existe x0 ∈ (a, b)
tal que f (x0 ) = 0.

108
El Teorema de Bolzano encaja perfectamente con la noción intuitiva de función conti-
nua: su gráfico es una curva continua que, para pasar de un punto por debajo del eje x a
un punto por encima del eje x (o viceversa), ha de cruzar en algún punto el eje x. Para la
demostración remitimos al Apéndice del presente capı́tulo.
Si, en lugar del eje x (la recta y = 0), consideramos cualquier recta horizontal y = c
con f (a) < c < f (b) (o f (a) > c > f (b)), el aserto contenido en el Teorema de Bolzano
sigue siendo cierto, en el sentido que existe x0 ∈ (a, b) tal que f (x0 ) = c.
Aunque, a simple vista, esta que acabamos de dar pareciera una versión más general del
Teorema de Bolzano en realidad es una consecuencia inmediata (por tanto, una formulación
equivalente): Si f es continua en [a, b] y f (a) < c < f (b), entonces g = f − c es una función
continua en [a, b] y g(a) < 0 < g(b); por tanto, existe x0 ∈ (a, b) tal que g(x0 ) = 0, es
decir, tal que f (x0 ) = c.

Figura 3.11: el Teorema de Bolzano

Teorema 5. Si f es continua en [a, b] entonces f es acotada en [a, b]. Es decir, existen


m, M ∈ R, tales que m ≤ f (x) ≤ M para todo x ∈ [a, b].
El Teorema 5 constituye un caso particular de un resultado que enunciaremos y de-
mostraremos en breve.
En el Teorema de Bolzano la hipótesis de continuidad es esencial: la función
(
−1 + x si −1 ≤ x < 0
f (x) =
1+x si 0 ≤ x ≤ 1

tiene un salto en 0, de modo que no es continua en [−1, 1]. Aun cuando vale que
f (−1) = −2 < 0 < 2 = f (1), no existe x alguno en (−1, 1) tal que f (x) = 0 (remı́tase a la
Figura 3.12).

109
Figura 3.12: en el Teorema de Bolzano la hipótesis de continuidad es esencial

En el Teorema 5 no pueden relajarse ni la hipótesis sobre el intervalo: ha de ser cerrado


y acotado, ni la hipótesis sobre f : ha de ser continua.
Por ejemplo, f (x) = tan x es continua en (− π2 , π2 ) pero no es acotada en (− π2 , π2 ) y
f (x) = x es continua en [0, ∞) pero no existe M ∈ R tal que f (x) ≤ M para todo
x ∈ [0, ∞) (vale, evidentemente, que 0 ≤ f (x) para todo x ∈ [0, ∞)).

Figura 3.13: en el Teorema 5 el intervalo ha de ser cerrado y acotado: f (x) = tan x no es acotada
en (− −π π
2 , 2 ) y f (x) = x no es acotada en [0, ∞)

Por otro lado, f (x) = x1 no es continua en [−1, 1] y tampoco es acotada en ese intervalo
(Figura 3.14).
Si f es continua en [a, b] entonces, de acuerdo con el Teorema 5, el rango de f , es decir
el conjunto
ran(f ) = {f (x) : x ∈ [a, b]},

110
1
Figura 3.14: en el Teorema 5 la función ha de ser continua: f (x) = x no es acotada en [−1, 1]

es acotado. Sean
A = ı́nf ran(f ) y B = sup ran(f ).
1
Si f (x) 6= A para todo x ∈ [a, b], entonces f (x) > A en [a, b] y la función g(x) =
f (x) − A
es continua en [a, b]. Por el Teorema 5, existen s, S ∈ R tales que s ≤ g(x) ≤ S para todo
x ∈ [a, b]. Es ası́ que
1
0< < S para todo x ∈ [a, b].
f (x) − A
1
Se sigue que A + S >Ay
1
A+ ≤ f (x) para todo x ∈ [a, b],
S
lo cual es imposible puesto que A = ı́nf ran(f ).
La contradicción arroja la siguiente conclusión: existe x1 ∈ [a, b] tal que f (x1 ) = A.
De manera análoga puede demostrarse que existe x2 ∈ [a, b] tal que f (x2 ) = B y ello
establece el siguiente:
Teorema 6 (Weierstrass). Si f es continua en [a, b] entonces existen x1 , x2 ∈ [a, b] tales
que f (x1 ) ≤ f (x) ≤ f (x2 ) para todo x ∈ [a, b].

111
En otras palabras, si f es continua en [a, b] entonces f es acotada en [a, b] y alcanza
en [a, b] su valor mı́nimo y su valor máximo.
El Teorema 5 se usó en la argumentación que llevó a demostrar el Teorema de Weiers-
trass. En ambos teoremas el intervalo cerrado y acotado puede ser reemplazado por un
conjunto cerrado y acotado, es decir, un conjunto compacto. Obtenemos ası́ un resultado
que incluye a ambos teoremas.

Teorema 7. Sea K ⊆ R un conjunto compacto. Si f : K −→ R es una función continua,


entonces existen x1 , x2 ∈ K tales que f (x1 ) ≤ f (x) ≤ f (x2 ) para todo x ∈ K.

La demostración del Teorema 7 apela al siguiente:

Teorema 8. Si K ⊆ R es un conjunto compacto y f : K −→ R es una función continua,


entonces f (K) es un conjunto compacto.

Demostración. Queremos demostrar que f (K) es cerrado y acotado.

f (K) es cerrado: Recordemos que F ⊆ R es cerrado si y sólo si toda sucesión {un }∞


n=1
de puntos de F que es convergente converge a un punto de F . Sabemos que F = K es
cerrado (y acotado) y queremos demostrar que F = f (K) es cerrado.
Toda sucesión de puntos de f (K) es de la forma {f (xn )}∞ ∞
n=1 con {xn }n=1 una suce-

sión de puntos de K. Supongamos que {f (xn )}n=1 es convergente y sea y = lı́m f (xn ).
n→∞
Buscamos establecer que y ∈ f (K), es decir, que existe x ∈ K tal que y = f (x). Como
K es compacto, {xn }∞n=1 es una sucesión acotada, de modo que existen una subsucesión
{xnk }∞
k=1 de {x ∞
n n=1 y x ∈ K tales que lı́m xnk = x. Puesto que f es continua en x,
}
k→∞
lı́m f (xnk ) = f (x). Como y = lı́m f (xnk ), se sigue, por unicidad del lı́mite, que y = f (x).
k→∞ k→∞

f (K) es acotado: Supongamos, por el contrario, que f (K) no es acotado. Entonces,


para cada n ∈ N, existe xn ∈ K tal que |f (xn )| > n. Luego, existen {xnk }∞ k=1 y x ∈ K
tales que lı́m xnk = x. Vale ası́ que lı́m f (xnk ) = f (x). Por otra parte, |f (xnk )| > nk
n→∞ k→∞
para cada k ∈ N, de donde lı́m |f (xnk )| = ∞. La contradicción demuestra que f (K) ha
k→∞
de ser acotado.

Demostración del Teorema 7. De acuerdo con el Teorema 8, f (K) es un conjunto com-


pacto. En particular, f (K) es acotado. Sean

A = ı́nf f (x) y B = sup f (K).

Como f (K) es cerrado, se sigue que A, B ∈ f (K). Es ası́ que existen x1 , x2 ∈ K tales
que A = f (x1 ) y B = f (x2 ).

3.3. Continuidad uniforme.


La continuidad es una propiedad local por cuanto f es continua en todo un conjunto
A ⊆ R si f es continua en cada a ∈ A.

112
Ubicamos a a ∈ A; una vez ubicado a, estudiamos el comportamiento de f localmente
para puntos próximos a a, y, siempre y cuando f sea continua en a, encontramos que,
dado  > 0, existe δ > 0 tal que si |x − a| < δ entonces |f (x) − f (a)| < .
El número δ > 0, que, por lo general, depende de  > 0 dado, puede ocurrir que
dependa también del punto a en cuyas cercanı́as estamos estudiando el comportamiento
de f .
Por ejemplo, si 
(x + 2)2 si x ≤ −1

f (x) = 1 si −1 < x < 1


(x − 2)2 si x ≥ 1
entonces |f (x) − f (0)| = 0 <  si |x| < 1 (δ = 1) y |f (x) − f (2)| = (x − 2)2 <  si
√ √
|x − 2| <  (δ = ).


2 si x ≤ −1
(x + 2)

Figura 3.15: y = f (x) = 1 si −1 < x < 1

(x − 2)2 si x ≥ 1

Para la misma función y el mismo  > 0, vemos que, dependiendo del punto en cuya
proximidad analizamos la función, la magnitud de δ > 0 varı́a. Si f es la función del
ejemplo y  = 10−10 , entonces δ = 1 cumple con la tarea de hacer que si |x| < δ entonces
|f (x) − f (0)| < , y, en cambio, para que sea |f (x) − f (2)| < , debe ser |x − 2| < δ con δ
a lo más igual a 10−5 .
Definición. Decimos que f es uniformemente continua en A ⊆ R si y sólo si, dado  > 0,
existe δ > 0 tal que |f (x) − f (y)| <  para cualesquiera x, y ∈ A tales que |x − y| < δ.
En otras palabras, dado  > 0, existe δ > 0 tal que no importa donde en A estén
“localizados” los puntos x e y, siempre que sea |x − y| < δ, vale que |f (x) − f (y)| < .
Si f es uniformemente continua en A entonces, para  > 0, hay un δ > 0 (digamos
“universal”) que permite establecer la continuidad de f en todo a ∈ A : |f (x) − f (a)| < 
si |x − a| < δ.
Es claro entonces que:
Teorema 9. Si f es uniformemente continua en A, entonces es continua en A.

113
El recı́proco, valga subrayarlo, no es cierto.
Para empezar conviene indicar qué entendemos cuando queremos decir que f no es
uniformemente continua en A. La negación de la continuidad uniforme es decir que existe
0 > 0 tal que, para todo δ > 0, existen x, y ∈ A tales que 0 < |x − y| < δ y |f (x) − f (y)| ≥
0 .
Consideremos la función f (x) = x2 . Esta es una función continua en todo R. Dado δ > 0
cualquiera, existe n ∈ N tal que n1 < δ. Si x = n + n1 e y = n entonces 0 < |x − y| < n1 < δ y
|f (x) − f (y)| = 2 + n12 > 2. Por tanto, sea 0 = 2 (cualquier 0 < 0 ≤ 2 puede ser elegido).
Para todo δ > 0, existen x, y ∈ R (x = n + n1 e y = n, con n1 < δ) tales que 0 < |x − y| < δ
y |f (x) − f (y)| ≥ 0 .
Hemos demostrado que f (x) = x2 no es uniformemente continua en R.
De la discusión anterior se sigue que si restringimos f (x) = x2 a los puntos x de un
conjunto compacto K, entonces, dado δ > 0 pequeño, perdemos la posibilidad de elegir
y = n para n1 < δ, porque, al ser δ > 0 pequeño, n es posiblemente un punto fuera de K :
K es acotado y, por tanto, existe n0 ∈ N tal que si n ≥ n0 entonces n ∈ / K; por otra parte,
1
cuanto más pequeño es δ, más grande es n ∈ N tal que n < δ.
De hecho, si K es compacto y, x, y ∈ K entonces

|f (x) − f (y)| = |x2 − y 2 | = |x + y||x − y| ≤ (|x| + |y|)|x − y|,

de modo que, si α = máx |t| entonces


t∈K

|f (x) − f (y)| ≤ 2α|x − y|.



Ası́, dado  > 0, sea δ = 2α+1 . Entonces δ > 0 y, para cualesquiera x, y ∈ K tales que
|x − y| < δ,

|f (x) − f (y)| ≤  < .
2α + 1
El ejemplo bajo examen no es un caso especial.
Teorema 10. Si K ⊆ R es un conjunto compacto y f es un función continua en K
entonces f es uniformemente continua en K.
Demostración. Supongamos, por el contrario, que f no es uniformemente continua en K.
Entonces existe 0 tal que para todo δ > 0, existen x, y ∈ K tales que 0 < |x − y| < δ y
|f (x) − f (y)| ≥ 0 .
Ası́, para cada n ∈ N, existen xn , yn ∈ K tales que
1
0 < |xn − yn | < y |f (xn ) − f (yn )| ≥ 0 .
n
Existen subsucesiones {xnk }∞ ∞
k=1 y {ynk }k=1 y existen x, y ∈ K tales que lı́m xnk = x y
k→∞
1
lı́m ynk = y. Puesto que 0 < |xnk − ynk | < nk para cada k ∈ N, pasando al lı́mite cuando
k→∞
k → ∞, obtenemos x = y.
Por un lado, 0 > 0 y, por otra parte,

0 = |f (x) − f (y)| = lı́m |f (xnk ) − f (ynk )| ≥ 0 .


k→∞

114
La contradicción se desprende de suponer que f no es uniformemente continua en K
y ello establece que ha de serlo.

Ha de quedar claro que hay diferencias notables entre las nociones de continuidad y
continuidad uniforme.
Insistimos, una vez más, que la continuidad de una función es un propiedad local, mien-
tras que la continuidad uniforme es una propiedad global : una función es uniformemente
continua en un conjunto, y preguntarse si es uniformemente continua en un punto carece
de sentido.
El Teorema 10 establece la equivalencia de los dos conceptos cuando la función bajo
examen está definida en un conjunto compacto.
Una propiedad interesante de las funciones uniformemente continuas es que la imagen
por una función uniformemente continua de una sucesión de Cauchy es a su vez una
sucesión de Cauchy. Entre los ejercicios que complementan el capı́tulo se pide demostrar
el aserto. Este deje de ser válido si la función es solamente continua. Un ejemplo sencillo lo
provee la función f (x) = x1 para x ∈ (0, 1). Es esta una función continua en todo (0, 1). La
n o∞  
1 1
sucesión n+1 converge a 0, por tanto, es de Cauchy, sin embargo, f n+1 =n+1
n  o∞ n=1
1
y f n+1 diverge.
n=1

3.4. Funciones monótonas.


Recordemos que una función f definida en un intervalo I ⊆ R es:

monótona creciente si, para cualesquiera x, y ∈ I, x < y implica f (x) ≤ f (y);

monótona decreciente si, para cualesquiera x, y ∈ I, x < y implica f (x) ≥ f (y).

Una función f : I ⊆ R −→ R es monótona en I si es o bien monótona creciente o bien


monótona decreciente en todo I.
En esta sección nos ocuparemos de analizar las funciones monótonas en relación con
la continuidad.
Supongamos que I es un intervalo abierto de la forma I = (a, b) y supongamos que
f : I ⊆ R −→ R es, para fijar ideas, monótona creciente.
Si a < x < b entonces f (t) es creciente en (a, x) y acotada por f (x) en (a, x). Sea
B = sup{f (t) : t ∈ (a, x)}. Evidentemente, B ≤ f (x). Por otro lado, dado  > 0, existe
u ∈ (a, x) tal que B −  < f (u). Ası́, si δ = x − u entonces δ > 0 y si 0 < x − t < δ entonces
u<ty
B −  < f (u) ≤ f (t) ≤ B < B + .
Hemos demostrado que lı́m f (t) = B : dado  > 0, existe δ > 0 tal que si 0 < x−t < δ
t→x−
entonces |f (t) − B| < .
De manera similar podemos demostrar que lı́m f (t) = A, donde A = ı́nf{f (t) : t ∈
t→x+
(x, b)}. Claramente, f (x) ≤ A.

115
Teorema 11. Sea f una función monótona creciente en (a, b). Para cada x ∈ (a, b) existen
lı́m f (t) y lı́m f (t) y, más precisamente,
t→x− t→x+

sup{f (t) : t ∈ (a, x)} = lı́m f (t) ≤ f (x) ≤ lı́m f (t) = ı́nf{f (t) : t ∈ (x, b)}.
t→x− t→x+

Más aún, si a < x < y < b entonces

lı́m f (t) ≤ lı́m f (t).


t→x+ t→y −

Demostración. Sólo nos resta por demostrar el segundo aserto en el enunciado del teorema.
Si a < x < y < b y x < u < y entonces

lı́m f (t) = ı́nf{f (t) : t ∈ (x, b)} ≤ f (u) ≤ sup{f (t) : t ∈ (a, y)} = lı́m f (t).
t→x+ t→y −

El Teorema 11 señala que una función monótona creciente en (a, b) sólo tiene discon-
tinuidades de salto. Un resultado análogo vale para funciones monótonas decrecientes.

Teorema 11’ Sea f una función monótona decreciente en (a, b). Para cada x ∈ (a, b)
existen lı́m f (t) y lı́m f (t) y, más precisamente,
t→x− t→x+

ı́nf{f (t) : t ∈ (a, x)} = lı́m f (t) ≥ f (x) ≥ lı́m f (t) = sup{f (t) : t ∈ (x, b)}.
t→x− t→x+

Más aún, si a < x < y < b entonces

lı́m f (t) ≥ lı́m f (t).


t→x+ t→y −

Demostración. Consideramos g = −f y aplicamos el Teorema 11. Los detalles quedan


para consideración del lector meticuloso.

Puede demostrarse que, en general, el conjunto donde una función f : (a, b) −→ R


tiene discontinuidades simples es a lo más numerable. En el caso particular de una función
monótona establecer el resultado no es tan complicado.
Teorema 12. Si f : (a, b) −→ R es una función monótona entonces el conjunto de puntos
de (a, b) donde f no es continua es a lo más numerable.
Demostración. Supongamos que f es monótona creciente en (a, b) y sea E el conjunto de
puntos de (a, b) en los que f no es continua. En virtud del Teorema 11, si x ∈ E entonces

lı́m f (t) < lı́m f (t).


t→x− t→x+

A cada x ∈ E asociémosle un número racional r(x) tal que

lı́m f (t) < r(x) < lı́m f (t).


t→x− t→x+

116
Si x, y ∈ E y x < y, entonces, de acuerdo con el Teorema 11,

r(x) < lı́m f (t) ≤ lı́m f (t) < r(y).


t→x+ t→y −

El caso cuando y < x se despacha a partir del anterior intercambiando x e y. Es ası́ que
concluimos que E está en correspondencia inyectiva con un subconjunto de Q. Puesto que
Q es numerable, E es a lo sumo numerable.
El argumento anterior puede adaptarse, en virtud del Teorema 11’, a toda función
monótona decreciente en (a, b). Queda al lector interesado comprobarlo.

De repasar los argumentos empleados concluimos que en los Teoremas 11, 11’ y 12
podemos considerar R = (−∞, ∞) o intervalos de la forma (a, ∞) o (−∞, b), en lugar del
intervalo (a, b).
El Teorema 12 tiene su recı́proco: si {an }∞
n=1 es una sucesión de números reales y

{dn }∞
P
n=1 es una sucesión de números positivos tal que dn converge, entonces existe
n=1
f : R −→ R monótona creciente tal que el conjunto de discontinuidades de f es precisa-
mente {an : n ∈ N} y, para cada n ∈ N,

dn = lı́m f (x) − lı́m f (x)


x→a+
n x→a−
n

El conjunto {an : n ∈ N} puede ser finito, digamos

{an : n ∈ N} = {an1 , an2 , an3 , . . . , anp }.

Si este es el caso entonces podemos suponer que an1 < an2 < · · · < anp .
Hacemos (
0 si x < anj
gj (x) = , j = 1 , . . . , p,
1 si x ≥ anj
y definimos
p
X
f= dnj gj .
j=1

Si x < an1 , entonces gj (x) = 0 para todo j = 1, . . . , p y f (x) = 0.


Pp
Si x ≥ anp , entonces gj (x) = 1 para todo j = 1, . . . , p y f (x) = dnj .
j=1
Si ank−1 ≤ x < ank para algún k = 2, . . . , p, entonces gj (x) = 1 para todo j =
k−1
P
1, . . . , k − 1, gj (x) = 0 para todo j = k, . . . , p y f (x) = dnj .
j=1
k−1
P
Por tanto, si Dk = dnj , k = 1, . . . , p, entonces D1 < D2 < · · · < Dp y
j=1

0
 si x < an1
f (x) = Dk−1 si ank−1 ≤ x < ank y k = 2, . . . , p .

Dp si x ≥ anp

117
Figura 3.16: f creciente con discontinuidades de salto en {an1 , an2 , an3 , . . . , anp }

Encontramos ası́ que el gráfico de f es una suerte de escalera (Figura 3.16).


De interpretar el gráfico de f se sigue que f es monótona creciente, el conjunto de
discontinuidades de f es precisamente el conjunto dado {an1 , an2 , . . . , anp } y

lı́m f (x) − lı́m f (x) = Dj − Dj−1 = dnj para cada j = 1, . . . , p.


x→a+
nj x→a−
nj

La construcción propuesta puede adaptarse al caso de una sucesión general {an }∞


n=1 ,
la cual, sin pérdida de generalidad, podemos suponer verifica

a1 < a2 < · · · < an < an+1 < · · ·

Si esta es la situación planteada hemos de analizarla en el ámbito de las series y, en


primer lugar, garantizar que, para cada x ∈ R fijo (pero arbitrario), si
(
0 si x < an
gn (x) = , n ∈ N,
1 si x ≥ an

entonces la serie

X
dn gn (x) (3.3)
n=1
converge.
La breve exposición sobre series de números reales presentada en el Apéndice del
Capı́tulo 2 contiene todos los ingredientes que hacen falta para comprobar que la serie
(3.3) converge para cada x ∈ R. Su suma define f (x) :

X
f (x) = dn gn (x), x ∈ R.
n=1

De esta forma obtenemos una función f : R −→ R, la cual, puede demostrarse, tiene


todas las propiedades requeridas.

118
3.5. Apéndice: El Teorema de Bolzano.

Teorema de Bolzano. Si f : [a, b] −→ R es continua y f (a) < 0 < f (b) (o f (a) > 0 >
f (b)) entonces existe x0 ∈ (a, b) tal que f (x0 ) = 0.

Demostración. Supongamos que f : [a, b] −→ R es continua y f (a) < 0 < f (b).


Sea
X = {x ∈ [a, b] : f (t) < 0 para todo t ∈ [a, x]}.
Claramente a ∈ X, por lo que X 6= ∅. Puesto que X ⊆ [a, b], X es acotado.
Sea x0 = sup X. Entonces a ≤ x0 ≤ b.
Existe una sucesión de puntos de X, digamos {xn }∞
n=1 , tal que x0 = lı́m xn . Enn→∞
−f (a)
consecuencia, f (x0 ) = lı́m f (xn ) ≤ 0. Puesto que f (a) < 0, entonces dado  = 2 ,
n→∞
existe δ > 0 tal que si a < t < a + δ entonces |f (t) − f (a)| < . Ası́, si a < t ≤ a + 2δ
entonces f (a) f (a) f (a)
2 < f (t) − f (a) < − 2 , de donde f (t) < 2 < 0. Se sigue que f (t) < 0 para
todo t ∈ [a, a + 2δ ], lo que señala que a + 2δ ∈ X. Por tanto, a < a + 2δ ≤ x0 . También vale
x0 < b. Por tanto, concluimos que x0 ∈ (a, b).
Veamos que f (x0 ) = 0. Sabemos que f (x0 ) ≤ 0. Si fuesef (x0 ) < 0 entonces, por un
razonamiento similar al empleado arriba con f (a), encontrarı́amos δ > 0 tal que f (t) < 0
para todo t ∈ [x0 − 2δ , x0 + 2δ ]. Existirı́a, ası́ mismo, x ∈ X tal que x0 − 2δ < x. Resultarı́a
f (t) < 0 para todo t ∈ [a, x0 + 2δ ], ya que f (t) < 0 para todo t ∈ [a, x] y todo t ∈
[x0 − 2δ , x0 + 2δ ]. Se tendrı́a ası́ que x0 + 2δ ∈ X.

Figura 3.17: f (t) < 0 para todo t ∈ [a, x0 + 2δ ]

δ
Pero esto es imposible puesto que x0 + 2 > x0 y x0 = sup X. La contradicción indica
que ha de ser f (x0 ) = 0.

El Teorema de Bolzano, como ya aclaramos, afirma que si f es continua en [a, b] y


f (a) < c < f (b) o f (a) > c > f (b) entonces existe x0 ∈ (a, b) tal que f (x0 ) = c. Podemos
reformular lo anterior en términos de cualquier intervalo I.
Los intervalos I de la recta real son los únicos conjuntos de números reales con la
siguiente propiedad: si x, y ∈ I y x < z < y o x > z > y, entonces z ∈ I.
Es ası́ que el Teorema de Bolzano afirma que si f es una función continua en un
intervalo I entonces f (I) es un intervalo.

119
Demostrar esta formulación es muy sencillo.
Si f (I) = {u} entonces f (x) = u para todo x ∈ I y no hay nada que demostrar:
f (I) = [u, u] es un intervalo.
Si u, v ∈ f (I) y u 6= v, digamos u < v, entonces existen a, b ∈ I tales que f (a) = u <
v = f (b). Demostrar que f (I) es un intervalo es demostrar que si f (a) < c < f (b) entonces
c ∈ f (I), es decir, existe x0 ∈ I tal que f (x0 ) = c. Un tal x0 existe y verifica a < x0 < b o
a > x0 > b.
Puesto que I es un intervalo, x0 ∈ I.
La propiedad que caracteriza a los intervalos permite afirmar que son ellos los únicos
conjuntos conexos de números reales. Conexos, en cuanto “están hechos de una sola pieza
sin fracturas o huecos”. Más precisamente:

Definición. Sea C ⊂ R. Decimos que C es disconexo cuando existen dos conjuntos abier-
tos A y B tales que:

(i) A ∩ B = ∅,

(ii) A ∩ C 6= ∅, B ∩ C 6= ∅, y

(iii) C ⊆ A ∪ B.

Decimos que C es conexo si C no es disconexo, es decir, no existen dos conjuntos


abiertos A y B que verifiquen (i),(ii) y (iii) como arriba.
Por ejemplo, (1, 2] ∪ [3, 4) y (1, 2) ∪ (2, 3) son disconexos.
Las nociones topológicas que fueron introducidas para R en el Capitulo 2 se extienden
a los espacios métricos, que son aquellos para los cuales, como para R, está definida una
métrica, es decir, una relación o regla que establece la distancia entre dos cualesquiera de
sus elementos. En el caso de R, la distancia entre dos puntos cualesquiera x e y de la recta
real viene dada, como sabemos, por |x − y|.
Es ası́ que, en cualquier espacio métrico, podemos referirnos, en particular, a conjuntos
abiertos y conjuntos conexos como también a funciones continuas.
En este ámbito más general el Teorema de Bolzano tiene una versión que afirma que si
f es una función continua en un conjunto conexo E entonces f (E) es un conjunto conexo.

120
3.6. Ejercicios.
(1) Dé ejemplos de funciones (mediante gráficos y fórmulas) tales que:

(i) f : [0, 2] −→ R es continua salvo en a = 0 y a = 1.


(ii) f : R −→ R no es continua en exactamente tres puntos.
(iii) f : R −→ R no es continua en a = 0 pero g(x) = (f (x))2 es continua en todo R.
(iv) f, g : R −→ R no son continuas en a = −1 pero h(x) = f (x) · g(x) es continua
en todo R.
(v) f : R \ {2} −→ R tiene una discontinuidad evitable en a = 2.
(vi) f : R \ {−2} −→ [−3, 3] toma todos los valores y ∈ [−3, 3] en un intervalo
alrededor de a = −2.
(vii) f : R \ { 21 } −→ R tiene una discontinuidad infinita en a = 12 .
(viii) f : R \ {− 21 } −→ R tiene una discontinuidad de salto en a = − 12 .
(ix) f está definida en a = 0 pero tienen allı́ una discontinuidad de salto.

(2) Sean f, g y h definidas en [0, 1] como sigue:

f (x) = g(x) = h(x) = 0 si x ∈ Q,


f (x) = 1 y g(x) = x si x ∈ Q,
1 m
h(x) = si x = n fracción irreudicible, h(0) = 1.
n
Demuestre que f no es continua en ningún punto de [0, 1], g es continua únicamente
en a = 0 y h es continua únicamente en los puntos irracionales de [0,1].
(
x si x ∈ Q
(3) Para x ∈ [0, 1], sea f (x) = . Demuestre que f toma todos los valores
1 − x si x ∈
/Q
y ∈ [0, 1]. ¿Dónde es f continua?

(4) Sea f : R −→ R. Suponga que existe al menos un punto a ∈ R en el cual f es continua.


Suponga, además, que f verifica la ecuación

f (x + y) = f (x) + f (y)

para todo x, y ∈ R.
Demuestre que existe una constante k ∈ R tal que f (x) = kx para todo x ∈ R.

(5) Sea f : (a, b) −→ R y sea x ∈ (a, b). Considere los siguientes dos asertos:

(i) lı́m |f (x + h) − f (x)| = 0.


h→0
(ii) lı́m |f (x + h) − f (x − h)| = 0.
h→0

(a) Demuestre que (i) implica (ii).

121
(b) Dé un ejemplo que muestre que puede valer (ii) y no valer (i).
(c) Si f es continua en x, ¿vale (i)?
 ∞
(6) Sea f : R −→ R tal que, para cada a ∈ R, la sucesión f na n=1 coverge a 0. ¿Vale


que lı́m f (x) = 0? Demuestre o refute con un contraejemplo.


x→0

(7) Se dice que una función real definida en (a, b) es convexa si, para x, y ∈ (a, b) y
t ∈ (0, 1) cualesquiera,

f (tx + (1 − t)y) ≤ tf (x) + (1 − t)f (y).

Demuestre:

(a) Toda función convexa es continua.


(b) Si f es una función continua en (a, b) tal que
 
x+y f (x) + f (y)
f ≤
2 2

para todo x, y ∈ (a, b), entonces f es convexa.

(8) Establezca en cada caso la naturaleza de las discontinuidad en a = 0 :

(a) f (x) = [1 − x2 ];
(b) f (x) = [x] − [−x];
1

(c) f (x) = [x] + sen x ;
sen x
(d) f (x) = x ;
(e) f (x) = cosec x;
q
(f) f (x) = 3 x1 ;
q
(g) f (x) = x1 ;
(h) f (x) = sen x1 · cosec 1
 
x .

(9) Sea f una función continua en (a, b) tal que f (x) = 0 cuando x ∈ (a, b) es racional.
Demuestre que f (x) = 0 para todo x ∈ (a, b).

(10) Sea f una función


√ 
continua en (−1, 1) que sólo toma valores racionales. Si f (0) = 3,
2
¿cuánto vale f 2 ?

(11) Sea f : A ⊆ R −→ R una función uniformemente continua. Demuestre que si {xn }∞n=1
es una sucesión de Cauchy de puntos de A entonces {f (xn )}∞
n=1 también es una su-
cesión de Cauchy. Busque un ejemplo que muestre que la hipótesis de continuidad
uniforme no puede ser omitida.

122
(12) Sea A ⊆ R un conjunto acotado. Demuestre que si f es uniformemente continua en A
entonces f es acotada en A. Busque un ejemplo que muestre que la hipótesis de ser A
acotado no puede ser omitida. Si A es acotado, ¿es f acotada en A bajo la hipótesis
más débil de ser continua en A?

(13) Si f es una función continua en un conjunto cerrado E ⊆ R, demuestre que existe una
función continua g : R −→ R tal que g(x) = f (x) para todo x ∈ E.
Sugerencia: si E ⊆ R es cerrado entonces R \ E es abierto, por tanto, R \ E es unión,
a lo más numerable, de intervalos abiertos; el gráfico de g es rectilı́neo en cada uno de
esos intervalos.

(14) Demuestre que el aserto en el Ejercicio 12 es falso si E ⊆ R no es cerrado.

(15) Sea f : A ⊆ R −→ R una función continua. Defina N (f ) (el conjunto de ceros de f )


por
N (f ) = {x ∈ A : f (x) = 0}.
Demuestre que N (f ) es cerrado.

(16) Una función f : R −→ R es abierta si f (X) es un conjunto abierto cuando X es un


conjunto abierto. Demuestre que si f es una función continua abierta entonces f es
monótona.

(17) Suponga que f : R −→ R es monótona y satisface las conclusiones del Teorema de


Bolzano en todo intervalo [a, b] con a < b. Demuestre que f es continua.

(18) Use el Teorema de Bolzano para demostrar:

(i) Dado a > 0 cualquiera, existe x ∈ R tal que x2 = a.


(ii) Para cada polinomio no nulo p(x), la ecuación |p(x)| = ex tiene al menos una
solución.
(iii) Sean f y g funciones continuas en [a, b] tales que f (a) < g(a) y f (b) > g(b).
Existe x ∈ (a, b) tal que f (x) = g(x).
(iv) Si f : [0, 1] −→ [0, 1] es continua entonces existe x ∈ [0, 1] tal que f (x) = x.
(v) No existe función continua alguna f : R −→ R que tome exactamente dos veces
cada uno de sus valores.

(19) Demuestre que cualquier polinomio real de grado impar tiene al menos un cero real.
¿Es el resultado cierto para polinomios de grado par? Dé una demostración o un
contraejemplo.

(20) Dé un ejemplo de una función continua biyectiva f : (0, 1) −→ (0, 1) tal que f (x) 6= x
para todo x ∈ (0, 1). Dé un ejemplo de una función biyectiva (pero necesariamente
discontinua) g : [0, 1] −→ [0, 1] tal que g(x) 6= x para todo x ∈ [0, 1].

123
(21) Sea f : (a, b) −→ R una función continua. Sean x1 , x2 , · · · , xn ∈ (a, b) cualesquiera.
Demuestre que existe x0 ∈ (a, b) tal que
1
f (x0 ) = (f (x1 ) + f (x2 ) + · · · + f (xn )).
n

(22) Sea C una curva cerrada simple.

Figura 3.18: 1.- curva que ni es cerrada ni es simple; 2.- curva que es cerrada pero no es
simple; 3.- curva simple que no es cerrada; 4.- curva cerrada simple

Use el Teorema de Bolzano para demostrar que:

(a) Existe un cuadrado cuyos lados son tangentes a la curva C.


(b) La región encerrada por C puede dividirse en cuatro partes de igual área mediante
dos rectas perpendiculares.

124
Capı́tulo 4

La Derivada

De todos los paralelogramos con lados asignados a y b, ¿cuál es el de mayor área?

Figura 4.1: un problema de máximo

Si a es la base del paralelogramo y h es la altura relativa, entonces el área del parale-


logramo es A = ah, donde 0 < h ≤ b, y es claro que A es máxima cuando h = b, es decir,
cuando el paralelogramo es un rectángulo y A = ab.
El que acabamos de resolver es un problema de geometrı́a elemental, como elemental
es que la curva más corta que une dos puntos dados es el segmento de recta que tiene a
esos puntos como extremos.
Propiedades de máximo y mı́nimo, similares a las que acabamos de apuntar, se cono-
cen desde épocas remotas y es del todo natural que el Hombre se haya interesado en ellas.
Muchos problemas de interés práctico y muchos problemas cuyo interés no es otro que la
discusión y la reflexión están planteados en estos términos. La variedad de problemas ex-
tremales es abrumadora. Surgen en economı́a, tecnologı́a, ingenierı́a, las ciencias naturales
y en todas las áreas de las matemáticas.
Fermat investigó problemas extremales en los que han de encontrarse máximos y mı́ni-
mos de funciones de una variable real y dio con la condición necesaria que hoy se conoce
como Principio de Fermat. Es en virtud de estas sus investigaciones sobre máximos y
mı́nimos que Lagrange no dudó en considerar a Fermat el inventor del cálculo.

125
El método de Fermat, que evolucionó en el cálculo de variaciones iniciado por Johann
Bernoulli, Euler y Lagrange, sigue siendo fructı́fero al dı́a de hoy, aun cuando nuevas clases
de problemas extremales han determinado modificaciones sustanciales.
La derivada, que es la noción fundamental del cálculo diferencial, es la protagonista de
una historia fascinante que inició con los trabajos de Fermat, Newton y Leibniz y hoy en
dı́a, especialmente a raı́z de la aparición del Análisis Funcional a comienzos del siglo XX,
sigue escribiendo capı́tulos sorprendentes por su riqueza intelectual y por sus admirables
aplicaciones.

4.1. Extremos locales


Definición. Decimos que una función f tiene:

un mı́nimo local (o relativo) en x0 si existe un intervalo I que contiene a x0 tal que


f (x0 ) ≤ f (x) para todo x ∈ I;

un máximo local (o relativo) en x0 si existe un intervalo I que contiene a x0 tal que


f (x) ≤ f (x0 ) para todo x ∈ I.

Decimos que f tiene un extremo local (o relativo) en x0 si f tiene en x0 o bien un


mı́nimo local o bien un máximo local.

Figura 4.2: y = f (x)

La función f cuyo gráfico se muestra en la Figura 4.2 tienen un mı́nimo local en x2 y


máximos locales en x1 y x3 .
La función f está definida en el intervalo [a, b]. Observamos que f (a) es el mı́nimo global
(o absoluto) de la función f y que f es constante e igual a f (b) en [x4 , b]. En particular, en
términos relativos, en todos los puntos de (x4 , b] la función f tiene un mı́nimo local y en
todos los puntos de [x4 , b] la función f tiene un máximo local. Es ası́ que si ζ es un punto
fijo (pero arbitrario) tal que x4 < ζ ≤ b entonces I = (x4 , b] es un intervalo tal que ζ ∈ I;
por un lado, f (ζ) ≤ f (x) para todo x ∈ I, lo que indica que en ζ la función f tiene un

126
mı́nimo relativo, y, por otra parte, f (x) ≤ f (ζ) para todo x ∈ I, lo que indica que en ζ la
función f tiene un máximo relativo. Si d y e son los puntos que se indican en la Figura 4.2,
entonces J = (d, e) es un intervalo contenido en [a, b] tal que x4 ∈ J y f (x) ≤ f (x4 ) para
todo x ∈ J, de donde f tiene un máximo relativo en x4 . Como lı́m f (x) = c < f (x4 ), es
x→x−
4
claro que hay puntos próximos a x4 donde la función tiene valores menores que f (x4 ) lo
que excluye que en x4 la función pueda tener un mı́nimo local. Además c = ı́nf f (x) pero
x∈J
no existe punto alguno x en las cercanı́as de x4 tal que f (x) = c. El gráfico de f indica
que en el punto (x1 , f (x1 )) la curva y = f (x) no tienen recta tangente, mientras que en
los puntos (x2 , f (x2 )) y (x3 , f (x3 )) las rectas tangentes a la curva y = f (x) son rectas
horizontales.
El ejemplo propuesto busca señalar que los puntos donde una función dada f tiene
extremos locales, si es que los tiene, han de encontrarse entre:
los puntos ζ tales que en (ζ, f (ζ)) la curva y = f (x) no tiene recta tangente;
los puntos ζ tales que en (ζ, f (ζ)) la recta tangente a la curva y = f (x) es la recta
horizontal y = f (ζ);
los extremos del intervalo [a, b], si es el caso que la función f está definida en un tal
intervalo.
Recordemos que f es derivable en ζ si existe
f (ζ + h) − f (ζ)
lı́m
h→0 h
y que, si este es el caso, la derivada de f en ζ, f 0 (ζ), viene dada por el lı́mite:
f (ζ + h) − f (ζ)
f 0 (ζ) = lı́m .
h→0 h

Figura 4.3: recta tangente a la curva y = f (x) en el punto (ζ, f (ζ))


Recordemos también que si f es derivable en ζ, entonces la recta tangente a la curva
y = f (x) en el punto (ζ, f (ζ)) tiene pendiente f 0 (ζ), de modo que su ecuación viene dada
por
y = f 0 (ζ)(x − ζ) + f (ζ).

127
Los puntos donde una función f no es derivable se suelen llamar puntos crı́ticos, mien-
tras que los puntos ζ tales que f 0 (ζ) = 0 – que son aquellos para los cuales la recta tangente
tiene la ecuación y = f (ζ) – es corriente llamarlos puntos estacionarios.

Figura 4.4: 0 es punto crı́tico de f (x) = |x|; 0 es punto estacionario de f (x) = x2

En consecuencia, los extremos de una función dada f han de buscarse entre los puntos
crı́ticos, los puntos estacionarios y los extremos del intervalo [a, b], si es el caso que la
función f está definida en un tal intervalo. No hemos justificado nuestra estrategia. El
Principio de Fermat es el que interviene.
Teorema 1 (Fermat). Sea f una función definida en [a, b]. Si f tiene un extremo local
en un punto ζ ∈ (a, b) y si f 0 (ζ) existe, entonces f 0 (ζ) = 0.
Demostración. Supongamos que f tiene un máximo local en ζ. Sea δ > 0 tal que I =
(ζ − δ, ζ + δ) ⊆ (a, b) y f (x) ≤ f (ζ) para todo x ∈ I.
Si −δ < h < 0 entonces ζ − δ < ζ + h < ζ y
f (ζ + h) − f (ζ)
≥ 0,
h
de donde
f (ζ + h) − f (ζ)
0 ≤ lı́m = f 0 (ζ).
h→0 h
Si 0 < h < δ entonces ζ < ζ + h < ζ + δ de modo que
f (ζ + h) − f (ζ)
≤ 0,
h
y
f (ζ + h) − f (ζ)
0 ≥ lı́m = f 0 (ζ).
h→0 h
Se sigue que f 0 (ζ) = 0.
Para el caso en que f tiene un mı́nimo local en ζ, cambiar f por −f permite dar con
el resultado de forma inmediata a partir del caso anterior.
El Teorema de Fermat sólo establece una condición necesaria para que en un punto la
función dada tenga un extremo local y ello bajo la hipótesis de derivabilidad de la función
en el punto. Por tanto, si f 0 (ζ) = 0, no está garantizado que en ζ la función f tenga un
extremo local. Puede tratarse de que el punto ζ sea de inflexión, es decir, en (ζ, f (ζ)) la
curvatura de la curva y = f (x) cambia de signo, pasando de curvatura positiva (la curva
es convexa) a curvatura negativa (la curva es cóncava) o viceversa.

128
Figura 4.5: ζ = 0 es punto de inflexión de la curva y = x3 : la curva es cóncava para x < 0
y convexa para x > 0

4.2. Teoremas del Valor Medio


Teorema 2 (Rolle). Sea f una función continua en [a, b] y derivable en (a, b) tal que
f (a) = f (b). Entonces existe ζ ∈ (a, b) tal que f 0 (ζ) = 0.

La interpretación gráfica del Teorema del Valor Medio de Rolle es que, bajo las hipótesis
del teorema, existe un punto ζ ∈ (a, b) tal que en el punto (ζ, f (ζ)) la tangente a la curva
y = f (x) es la recta horizontal y = f (ζ).

Figura 4.6: interpretación gráfica del Teorema de Rolle

La hipótesis de derivabilidad en todo (a, b) es esencial, como ilustra el ejemplo que


damos a continuación.

Figura 4.7: en el Teorema de Rolle la hipótesis de derivabilidad es esencial

129
Demostración. Puesto que f es continua en [a, b], f alcanza en [a, b] sus valores mı́nimo y
máximo.
Alguno de estos valores o ambos pueden ocurrir en los extremos a y b del intervalo
[a, b].
Si ocurren ambos entonces f es constante (e igual a f (a)) en todo [a, b] y no hay nada
que demostrar: en todos los puntos x ∈ (a, b) se tiene que f 0 (x) = 0.
Si f tiene un mı́nimo o un máximo en a y b pero no ambos, entonces f tiene, respec-
tivamente, un máximo o un mı́nimo en un punto ζ ∈ (a, b). Por el Teorema de Fermat, ha
de ser f 0 (ζ) = 0.
Si f alcanza sus valores extremos en dos puntos ζ1 , ζ2 ∈ (a, b) entonces volvemos a
apelar al Teorema de Fermat y encontramos que f 0 (ζ1 ) = f 0 (ζ2 ) = 0.

Figura 4.8: 1.- f 0 (x) = 0 ∀x ∈ (a, b); 2.- f 0 (ζ) = 0; 3.- f 0 (ζ1 ) = f 0 (ζ2 ) = 0

El Teorema de Rolle es un caso particular del Teorema del Valor Medio de Lagrange,
a la vez que provee una demostración muy sencilla de este último (por lo que son equi-
valentes). El Teorema de Lagrange establece que si recorremos 75 kilómetros en una hora
entonces en algún instante estuvimos viajando a exactamente 75 kilómetros por hora. En
términos geométricos en algún punto (ζ, f (ζ)) la tangente a la curva y = f (x) es paralela
a la recta que une (a, f (a)) con (b, f (b)).
Teorema 3. Sea f continua en [a, b] y diferenciable en (a, b). Entonces existe ζ ∈ (a, b)
tal que
f (b) − f (a)
f 0 (ζ) = .
b−a

Figura 4.9: el Teorema de Lagrange

130
Demostración. La recta
f (b) − f (a)
y = f (a) + (x − a)
b−a
es el gráfico de la función

f (b) − f (a)
g(x) = f (a) + (x − a).
b−a
Claramente, g(a) = f (a) y g(b) = f (b).
Por tanto, si h(x) = f (x) − g(x) entonces h es continua en [a, b], derivable en (a, b) y
h(a) = h(b) = 0.
En virtud del Teorema de Rolle, existe ζ ∈ (a, b) tal que h0 (ζ) = 0.
Tenemos ası́ que
f (b) − f (a)
0 = h0 (ζ) = f 0 (ζ) − ,
b−a
es decir,
f (b) − f (a)
f 0 (ζ) = .
b−a

En el Teorema de Lagrange podemos reescribir la tesis y decir que existe ζ ∈ (a, b) tal
que
(b − a)f 0 (x) = f (b) − f (a) (4.1)
Si g(x) = x entonces (4.1) toma la forma

(g(b) − g(a))f 0 (ζ) = (f (b) − f (a))g 0 (ζ),

relación que vale para algún ζ ∈ (a, b).

Teorema 4 (Cauchy). Sean f y g funciones continuas en [a, b] y derivables en (a, b).


Entonces existe ζ ∈ (a, b) tal que

(g(b) − g(a))f 0 (ζ) = (f (b) − f (a))g 0 (ζ).

De la breve discusión que precede el enunciado del Teorema del Valor Medio de Cauchy
resulta que este incluye, como caso particular, al Teorema de Lagrange (g(x) = x para
x ∈ [a, b]). Como estableceremos a continuación el Teorema de Lagrange permite demostrar
el Teorema de Cauchy. Es ası́ que los Teoremas de Rolle, de Lagrange y de Cauchy son
equivalentes.

Demostración. Sea

h(x) = (g(b) − g(a))f (x) − (f (b) − f (a))g(x), x ∈ [a, b].

Es claro que h es continua en [a, b] y derivable en (a, b). Además,

h(b) = (g(b) − g(a))f (b) − (f (b) − f (a))g(b) =

131
= −f (b)g(a) + f (a)g(b) = (g(b) − g(a))f (a) − (f (b) − f (a))g(a) = h(a).
En virtud del Teorema de Lagrange, existe ζ ∈ (a, b) tal que

h0 (ζ) = 0,

es decir, tal que


(g(b) − g(a))f 0 (ζ) = (f (b) − f (a))g 0 (ζ).

Los Teoremas del Valor Medio constituyen la herramienta fundamental para establecer
algunos hechos fundamentales del cálculo diferencial.

Teorema 5. Sea f una función diferenciable en (a, b).

(i) Si f 0 (x) = 0 para todo x ∈ (a, b), entonces f es constante.

(ii) Si f 0 (x) ≥ 0 para todo x ∈ (a, b), entonces f es creciente.

(iii) Si f 0 (x) ≤ 0 para todo x ∈ (a, b), entonces f es decreciente.

Demostración. Sean u, v ∈ (a, b) cualesquiera y supongamos que u < v. Entonces existe


u < ζ < v tal que
f (v) − f (u) = f 0 (ζ)(v − u).
Ası́, si f 0 (x) = 0 para todo x ∈ (a, b), entonces f (u) = f (v). Relación esta que vale para
cualesquiera u, v ∈ (a, b).
Se sigue entonces que f es constante, lo que muestra (i).
Si f 0 (x) ≥ 0 para todo x ∈ (a, b), entonces f (u) ≤ f (v), y si f 0 (x) ≤ 0 para todo
x ∈ (a, b), entonces f (u) ≥ f (v). Quedan demostrados (ii) y (iii).

Definición. Sea f una función definida en [a, b]. Decimos que f es derivable en [a, b] si f
es derivable en (a, b) y existen

f (a + h) − f (a) f (b + h) − f (b)
lı́m y lı́m .
h→0+ h h→0− h

A los lı́mites los denotamos, respectivamente, por f+0 (a) y f−0 (b) o, simplemente, por
f 0 (a)y f 0 (b).

El Teorema 5 vale para f derivable en [a, b]. En particular:

Corolario. Si f y g son dos funciones derivables en [a, b] tales que f 0 (x) = g 0 (x) para
todo x ∈ [a, b], entonces f − g = c para alguna constante c ∈ R.

Consideremos las función


(
1
x2 sen

x si x 6= 0
f (x) = .
0 si x = 0

132
Si x 6= 0 entonces    
1 1
f 0 (x) = 2x sen − cos
x x
mientras que
f (h) − f (0) 1
lı́m = lı́m h sen = 0.
h→0 h h→0 h
Por tanto, la función f 0 (x) viene dada por
(
2x sen x1 − cos x1
 
0 si x 6= 0
f (x) = .
0 si x = 0

Puesto que cos x1 oscila entre −1 y 1 en proximidad de 0, es claro que f 0 (x) (si bien


definida para todo x ∈ R) no es continua en 0.


El ejemplo muestra que una curva puede tener recta tangente en cada punto pero que
la pendiente de la tangente puede no variar continuamente.
La función derivada f 0 (x), sin embargo, no puede tener discontinuidades como las
indicadas a continuación.

Figura 4.10: la función derivada f 0 (x) NO tiene discontinuidades como las indicadas

Teorema 6. Sea f continua en c y supongamos que f 0 (x) existe para todo x 6= c en un


intervalo abierto I que contiene a c.
(i) Si f es derivable en c y existen lı́m f 0 (x) y lı́m f 0 (x), entonces lı́m f 0 (x) = f 0 (c).
x→c− x→c+ x→c

(ii) Si lı́m f 0 (x) existe entonces f 0 (c) también existe y f 0 (c) = lı́m f 0 (x).
x→c x→c

Demostración. Sea δ > 0 tal que [c − δ, c + δ] ⊂ I.

133
(i) Escribamos α = lı́m f 0 (x), β = lı́m f 0 (x) y γ = f 0 (c).
x→c− x→c+
Sea 0 < h < δ fijo (pero arbitrario) y consideremos la restricción de f a [c − h, c].
Puesto que f es continua en [c − h, c] y derivable en (c − h, c), en virtud del Teorema
del Valor Medio, existe ζh ∈ (c − h, c) tal que
f (c) − f (c − h)
f 0 (ζh ) = .
h

Cuando h → 0, ζh → c− de manera que lı́m f 0 (ζh ) = lı́m f 0 (x) = α. Por otro lado
h→0 x→c−

f (c) − f (c − h)
lı́m = f 0 (c) = γ.
h→0 h
Por tanto, α = γ.
De manera similar, β = γ.
(ii) Sea 0 < h < δ fijo (pero arbitrario). Existe ζh ∈ (c − h, c) tal que
f (c) − f (c − h)
= f 0 (ζh ).
h
Pasando al lı́mite cuando h → 0, obtenemos
f (c) − f (c − h)
lı́m = lı́m f 0 (x).
h→0 h x→c

Análogamente
f (c + h) − f (c)
lı́m = lı́m f 0 (x).
h→0 h x→c

En consecuencia, f 0 (c) existe y es igual a lı́m f 0 (x).


x→c

Podemos decir que la única discontinuidad simple de f 0 (x) ocurre en un punto c donde
f no es derivable (f 0 (c) no existe). Es el caso de la función f (x) = |x| en c = 0.

Figura 4.11: la única discontinuidad simple de f 0 (x) para f (x) = |x| ocurre en c = 0
(donde f NO es derivable)

Si f es derivable en (a, b) entonces f 0 no tiene discontinuidades simples o de primera


especie en (a, b).

134
4.3. Regla de De L’Hôpital.
La regla, como recordamos de los cursos de cálculo, es muy útil en la evaluación de
lı́mites.
Para establecer su validez recurrimos al Teorema del Valor Medio de Cauchy.

Teorema 7 (Regla de De L’Hôpital). Supongamos que f y g son funciones derivables en


(a, b) y g 0 (x) 6= 0 para todo x ∈ (a, b). Sea c ∈ (a, b).

(i) Supongamos que

f 0 (x) f 0 (x) f 0 (x)


lı́m =l∈R o lı́m =∞ o lı́m = −∞.
x→c g 0 (x) x→c g 0 (x) x→c g 0 (x)

Si lı́m f (x) = lı́m g(x) = 0 o lı́m g(x) = ∞ o lı́m g(x) = −∞, entonces
x→c x→c x→c x→c

f (x) f 0 (x)
lı́m = lı́m 0 .
x→c g(x) x→c g (x)

(ii) Resultados análogos valen cuando, en lugar de x → c, consideramos x → a+ o


x → b− .

Demostración. (i) Sea δ > 0 tal que (c − δ, c + δ) ⊆ (a, b) y sea 0 < |x − c| < δ cualquiera.
Si lı́m f (x) = lı́m g(x) = 0, entonces f (c) = g(c) = 0.
x→c x→c
Por el Teorema del Valor Medio de Cauchy, existe ζ entre c y x tal que g(x)f 0 (ζ) =
f (x)g 0 (ζ). Por tanto
f (x) f 0 (ζ)
lı́m = lı́m 0 .
x→c g(x) ζ→c g (ζ)

Si lı́m g(x) = ∞ entonces, dado A > 0, existe δ1 > 0 tal que si 0 < |y −c| < δ1 entonces
x→c
g(y) > A.
Sea 0 < |y − c| < δ1 fijo, de modo que g(y) > A > 0.
Podemos asumir que δ > 0 como arriba es tal que si 0 < |x − c| < δ entonces g(x) >
g(y).
Por el Teorema del Valor Medio de Cauchy, existe ζ entre x e y tal que

(g(x) − g(y))f 0 (ζ) = (f (x) − f (y))g 0 (ζ).

Luego
f (x) f (x) − f (y) f (y) (f (x) − f (y))g 0 (ζ) f (y)
lı́m = lı́m + = lı́m +
x→c g(x) x→c g(x) g(x) x→c g(x) · g 0 (ζ) g(x)

(g(x) − g(y)) f 0 (ζ) f (y)


= lı́m · 0 +
x→c g(x) g (ζ) g(x)
 0
f 0 (ζ)

g(y) f (ζ) f (y)
= lı́m 1 − · 0 + = lı́m 0 .
x→c g(x) g (ζ) g(x) x→c g (ζ)

135
Si lı́m g(x) = −∞ y h(x) = −g(x) para x ∈ (a, b), entonces de acuerdo con la discusión
x→c
anterior
f (x) f (x) f (x) f 0 (x) f 0 (x) f 0 (x)
lı́m = lı́m − = − lı́m = − lı́m 0 = lı́m − 0 = lı́m 0 .
x→c g(x) x→c h(x) x→c h(x) x→c h (x) x→c h (x) x→c g (x)

(ii) Sea δ > 0 tal que (a, a + δ) ⊆ (a, b) o (b − δ, b) ⊆ (a, b), según sea que consideremos
x → a+ o x → b− , y sea a < x < a + δ o b − δ < x < b, respectivamente. (
f (y) si y > a
Si lı́m f (x) = g(x) = 0, entonces definimos f ∗ (y) = y
x→a +
0 si y = a
(
∗ g(y) si y > a
g (y) = , de modo que f ∗ y g ∗ son continuas en [a, x] y derivables en
0 si y = a
(a, x). (
f (y) si y < b
Análogamente, si lı́m f (x) = lı́m g(x) = 0, hacemos f ∗ (y) = y
x→b− x→b −
0 si y = b
(
g(y) si y < b
g ∗ (y) = , obteniendo ası́ que f ∗ y g ∗ son continuas en [x, b] y derivables
0 si y = b
en (x, b).
La demostración sigue como para el caso cuando x → c y c ∈ (a, b).
Si lı́m g(x) = ∞ o lı́m g(x) = ∞, entonces elegimos y > a o y < b, según sea el
x→a+ x→b−
caso, tal que g(y) > A, para A > 0 fijo, y procedemos como en (i).
Si lı́m g(x) = −∞ o lı́m g(x) = −∞, la demostración del resultado se sigue, como
x→a+ x→b−
antes cuando x → c y c ∈ (a, b), de los respectivos casos anteriores.

Definición. Decimos que lı́m f (x) = l ∈ R si, dado  > 0, existe A > 0 tal que si x > A
x→∞
entonces |f (x) − l| < .
Decimos que lı́m f (x) = ∞ (o lı́m f (x) = −∞) si, dado A > 0, existe B > 0 tal que
x→∞ x→∞
si x > B entonces f (x) > A (respectivamente, f (x) < −A).
De manera análoga definimos lı́m f (x) = l ∈ R y lı́m f (x) = ±∞.
x→−∞ x→−∞
1
Observemos que lı́m f (x) = lı́m f x y lı́m f (x) = lı́m f x1 . De estas observa-
 
x→∞ x→0+ x→−∞ x→0−
ciones y a partir del Teorema 7 obtenemos
Teorema 8. Sea a > 0 y supongamos que f y g son funciones derivables fuera de [−a, a]
y g 0 (x) 6= 0 para todo |x| > a.
(i) Supongamos que
f 0 (x) f 0 (x) f 0 (x)
lı́m =l∈R o lı́m =∞ o lı́m = −∞.
x→∞ g 0 (x) x→∞ g 0 (x) x→∞ g 0 (x)

Si lı́m f (x) = lı́m g(x) = 0 o lı́m g(x) = ∞ o lı́m g(x) = −∞, entonces
x→∞ x→∞ x→∞ x→∞

f (x) f 0 (x)
lı́m = lı́m 0 .
x→∞ g(x) x→∞ g (x)

136
(ii) Un resultado análogo vale cuando x → −∞.

Demostración. Sea δ < a1 y para 0 < |x| < δ, sean F (x) = f x1 y G(x) =g x1 . Entonces
 

F y G son funciones derivables en (−δ, 0) ∪ (0, δ) y G0 (x) = g 0 x1 − x12 6= 0 para todo


0 < |x| < δ.
Además
f 0 x1

F 0 (x) f 0 (x)
lı́m 0 = lı́m 0 1  = lı́m 0
x→0+ G (x) x→0+ g x→∞ g (x)
x
y
f0 1

F 0 (x) x f 0 (x)
lı́m 0 = lı́m 0 = lı́m .
x→0− G (x) x→0− g 1 x→−∞ g 0 (x)
x

4.4. Derivadas de orden superior. Teorema de Taylor.


Si f tiene derivada f 0 en un intervalo abierto, entonces f 0 es una función y si f 0 misma es
derivable entonces, recordemos, su derivada es f 00 . Continuando de esta manera obtenemos

f, f 0 , f 00 , f (3) , . . . , f (n) ,

de modo que f 0 es la derivada de f , f 00 = (f 0 )0 , f (3) = (f 00 )0 y, en general, cada función de


la lista es la derivada de la función que la precede.
Para que f (n) (x), la n-esima derivada de f en el punto x, exista, ha de existir f (n−1) (t)
para t en un intervalo abierto que contiene a x y f (n−1) ha de ser derivable en x.
Si en lugar de un intervalo abierto, f está definida en un intervalo que contiene a
alguno de sus extremos o ambos, entonces las derivadas en los extremos han de entenderse
como derivadas laterales. Por ejemplo, si f está definida en [a, b] entonces f (n) (a) existe si
f (n−1) (t) existe en un intervalo de la forma [a, c), con a < c ≤ b y f (n−1) es derivable en
a, en el sentido que
f (n−1) (a + h) − f (n−1) (a)
lı́m
h→0+ h
existe, en cuyo caso f (n) (a) es el valor del lı́mite.
Si f es derivable en x0 , consideremos la función lineal

P1 (x) = f (x0 ) + f 0 (x0 )(x − x0 ).

La recta y = P1 (x) es la recta tangente a la curva y = f (x) en el punto (x0 , f (x0 )).
Observemos que
f (x) − P1 (x) f (x) − f (x0 )
= − f 0 (x0 ),
x − x0 x − x0
de donde
f (x) − P1 (x)
lı́m = 0.
x→x0 x − x0

137
Esto dice que P1 (x) es una “buena” aproximación lineal a f (x) en proximidad de x0 ,
en el sentido que, para x cerca de x0 , P1 (x) está más cerca de f (x) de lo que el propio x
está de x0 .
De hecho de todas las aproximaciones lineales a f (x) en proximidad de x0 , P1 (x)
es la mejor. Si P (x) = a0 + a1 x entonces P (x0 ) = a0 + a1 x0 , de modo que P (x) =
P (x0 ) + a1 (x − x0 ) y si P (x0 ) = f (x0 ) entonces
f (x) − P (x) f (x) − f (x0 )
= − a1 ,
x − x0 x − x0
de donde
f (x) − P (x)
lı́m = f 0 (x0 ) − a1 .
x→x0 x − x0
Ası́ si P (x) 6= P1 (x) (equivalentemente a1 6= f 0 (x0 )) entonces f (x) − P (x) se comporta
como x − x0 cuando x → x0 .
Definición. Sea φ una función definida en un intervalo abierto que contiene a x0 , con la
posible excepción de x0 . Decimos que φ es de m-ésimo orden cuando x → x0 si
φ(x)
lı́m = l 6= 0
x→x0 (x − x0 )m
Por tanto, si P (x) 6= P1 (x) entonces f (x) − P (x) es de primer orden cuando x → x0 .
Definición. Sean φ y ψ funciones definidas en un intervalo abierto que contiene a x0 , con
la posible excepción de x0 . Escribimos φ = o(ψ) cuando x → x0 para indicar que
φ(x)
lı́m = 0.
x→x0 ψ(x)
En consecuencia, f (x) − P1 (x) = o(x − x0 ).
En general:
Teorema 9. Supongamos que f es una función para la cual

f (x0 ), f 0 (x0 ), . . . , f (n) (x0 )

existen. Definamos
n
X f (k) (x)
Pn (x) = (x − x0 )k .
k!
k=0
Entonces
f (x) − Pn (x) = o((x − x0 )n )
cuando x → x0 .
Demostración. Obtenemos
n n−1
f (k) (x0 ) f (k) (x0 )
− x0 )k − x0 )k
P P
f (x) − k! (x f (x) − k! (x
f (x) − Pn (x) k=0 k=0 f (n) (x0 )
= = − .
(x − x0 )n (x − x0 )n (x − x0 )n n!

138
n−1
f (k) (x0 )
− x0 )k y G(x) = (x − x0 )n . Entonces
P
Sean Pn−1 (x) = k! (x
k=0

f (x) − Pn (x) f (x) − Pn−1 (x) f (n) (x0 )


= −
(x − x0 )n G(x) n!
Queremos demostrar que

f (x) − Pn−1 (x) f (n) (x0 )


lı́m = .
x→x0 G(x) n!
Observemos que, para k = 0, 1, . . . , n − 1,
(k)
Pn−1 (x0 ) = f (k) (x0 )
n!
y G(k) (x) = (n−k)! (x − x0 )n−k . En consecuencia, para k = 0, 1, . . . , n − 1,

(k) (k)
lı́m f (k) (x) − Pn−1 (x) = f (k) (x0 ) − Pn−1 (x0 ) = 0
x→x0

y
lı́m G(k) (x) = 0.
x→x0

Podemos aplicar la Regla de De L’Hôpital n − 1 veces para ası́ obtener


(n−1)
f (x) − Pn−1 (x) f (n−1) (x) − Pn−1 (x0 )
lı́m = lı́m
x→x0 (x − x0 )n x→x0 n!(x − x0 )

f (n−1) (x) − f (n−1) (x0 ) f (n) (x0 )


= lı́m = .
x→x0 n!(x − x0 ) n!

Definición. Sea f una función para la cual

f (x0 ), f 0 (x0 ), . . . , f (n) (x0 )

existen. El polinomio
n
X f (k) (x0 )
Pn (x) = (x − x0 )k
k!
k=0
recibe el nombre de polinomio de Taylor de grado n para f alrededor de x0 . Para indicar
la dependencia de f y x0 habrá ocasiones en que resultará conveniente indicarlo por
Pn,x0 ,f (x). Si sólo queremos destacar la dependencia de x0 , entonces lo denotaremos por
Pn,x0 (x).
Proposición 10. Si Pn (x) es el polinomio de Taylor de grado n para f alrededor de x0 ,
entonces
Pn (x)(k) (x0 ) = f (k) (x0 )
para todo k = 0, 1 . . . , n, y es el único polinomio de grado n con esta propiedad.

139
Demostración. El polinomio Pn (x) se ha definido de modo que tenga la propiedad señala-
da.
Sea P (x) = a0 + a1 (x − x0 ) + . . . + an (x − xn )n , an 6= 0, un polinomio cualquiera. Es
claro que, para todo k = 0, 1, . . . , n,

P (k) (x0 ) = k!ak .

Ası́, si P (k) (x0 ) = f (k) (x0 ) para todo k = 0, 1, . . . , n, entonces

f (k)(x0 )
ak =
k!
y
P (x) = Pn (x).

El Teorema 9 señala el comportamiento del polinomio de Taylor de grado n para f


alrededor de x0 , Pn (x), cuando x → x0 . En lo que sigue vamos a comparar Pn (x) y f (x)
para x fijo.

Teorema 11 (Taylor). Supongamos que f, f 0 , . . . , f (n+1) están definidas en (a, b). Sean
x, x0 ∈ (a, b) fijos con x 6= x0 . Si
n
X f (k) (x0 )
Pn (u) = (u − x0 )k
k!
k=0

es el polinomio de Taylor de grado n para f alrededor de x0 y Rn (u) = f (u) − Pn (u),


entonces
f (n+1) (ζ)
(a) Rn (x) = (n+1)! (x − x0 )n+1 para algún ζ entre x y x0 ;

f (n+1) (ζ)
(b) Rn (x) = n! (x − ζ)n (x − x0 ) para algún ζ entre x y x0 .

Demostración. (a) Escribamos

f (x) = Pn (x) + M (x − x0 )n+1 ,

con M el número real dado por

Rn (x)
M=
(x − x0 )n+1

y definamos
g(u) = f (u) − Pn (u) − M (u − x0 )n+1 , u ∈ (a, b).
Debemos demostrar que (n + 1)!M = f (n+1) (ζ) para algún ζ entre x y x0 . Observemos
que, para todo u ∈ (a, b),

g (n+1) (u) = f (n+1) (u) − (n + 1)!M,

140
(k)
de modo que buscamos ζ entre x y x0 tal que g (n+1) (ζ) = 0. Como f (k) (x0 ) = Pn (x0 )
dk dk

n+1

y dx k (x − x0 ) = 0 para todo k = 0, 1, . . . , n (recordemos que φ(x) es la
k

x=x0 dx x=x0
notación de Leibniz para la derivada k-ésima de la función φ en x0 ), entonces

g(x0 ) = g 0 (x0 ) = · · · = g (n) (x0 ) = 0.

Por otro lado, nuestra elección de M muestra que g(x) = 0. Por el Teorema de Rolle,
existe ζ1 entre x y x0 tal que g 0 (ζ1 ) = 0. Nuevamente, en virtud del Teorema de Rolle,
existe ζ2 entre ζ1 y x0 tal que g 00 (ζ2 ) = 0. Al cabo de n + 1 pasos, obtenemos ζn+1 entre
ζn y x0 tal que g (n+1) (ζn+1 ) = 0. Haciendo ζ = ζn+1 obtenemos un punto entre x y x0 con
la propiedad requerida.
(b) Definamos
n
X f (k) (u)
h(u) = f (x) − (x − u)k , u ∈ (a, b).
k!
k=0

Recordemos que x ∈ (a, b), x 6= x0 , está fijo, de modo que f (x) es una constante.
Ası́ mismo, observemos que h(u) = f (x) − Pn,u (x), u ∈ (a, b). Entonces

h(x) = f (x) − f (x) = 0,


n
X f (k) (x0 )
h(x0 ) = f (x) − (x − x0 )k = f (x) − Pn (x) = Rn (x),
k!
k=0
n n
0
X f (k+1) (u) X f (k) (u)
h (u) = − (x − u)k + (x − u)k−1
k! (k − 1)!
k=0 k=1
n n−1
X f (k+1) (u) X f (k+1) (u)
=− (x − u)k + (x − u)k
k! k!
k=0 k=0

f (n+1) (u)
=− (x − u)n .
n!
Por el Teorema de Lagrange, existe ζ entre x y x0 tal que

Rn (x) h(x) − h(x0 ) f (n+1) (ζ)


− = = h0 (ζ) = − (x − ζ)n ,
x − x0 x − x0 n!
esto es, tal que
f (n+1) (ζ)
Rn (x) = (x − ζ)n (x − x0 ).
n!

Las fórmulas para el n-ésimo resto Rn (x) (que mide el error que cometemos al apro-
ximar f (x) por Pn (x)) dadas en (a) y en (b) se conocen, respectivamente, por forma de
Lagrange y forma de Cauchy.
Observemos que para x, x0 ∈ (a, b) fijos y x 6= x0 , la forma de Lagrange (o la forma de
Cauchy) para el n-ésimo resto Rn (x) permite estimar el grado n del polinomio de Taylor

141
para f alrededor de x0 , Pn (x), para que sea |Rn (x)| < , con  > 0 dado, siempre que f
posea derivadas de orden superior y en la medida que dispongamos de información sobre
el comportamiento de las mismas.
Ilustremos el punto con algunos ejemplos.

1. Sea f (x) = sen x. Observemos que f 0 (x) = cos x y f 00 (x) = − sen x, de modo que

f (2k+1) (x) = (−1)k cos(x) y f (2k) (x) = (−1)k sen x

para todo k = 0, 1, 2, . . . y todo x ∈ R.


En particular
f (2k+1) (0) = (−1)k y f (2k) (0) = 0
para todo k = 0, 1, 2, . . . .
Por tanto, si Pn (x) = Pn,f,0 (x) es el polinomio de Taylor de grado n para f (x) = sen x
alrededor de x0 = 0, entonces
m
X (−1)k 2k+1
P2m+1 (x) = x , m = 0, 1, 2, . . . .
(2k + 1)!
k=0

y
m−1
X (−1)k 2k+1
P2m (x) = x = P2m−1 (x), m = 1, 2, . . . .
(2k + 1)
k=0

Ası́, por ejemplo,


P1 (x) = x = P2 (x),
x3
P3 (x) = x − = P4 (x),
3!
x3 x5
P5 (x) = x − + = P6 (x)
3! 5!
y
x3 x5 x7
P7 (x) = x −
+ − = P8 (x).
3! 5! 7!
1

Supongamos que queremos aproximar sen 2 con 2 decimales exactos. Buscamos n
1 −2

tal que |Rn 2 | < 10 .
Sabemos que |f (n+1) (x)| ≤ 1 para todo n y todo x ∈ R.
De acuerdo con la fórmula de Lagrange para Rn 21 , obtenemos


(n+1) (ζ)| 1 n
   
Rn 1 = |f

2 (n + 1)! 2

para algún 0 < ζ < 12 .

142
En consecuencia, buscamos n tal que sea
1 1
n
< 2,
(n + 1)!2 10
es decir
(n + 1)!2n > 102 .
1
Si n = 3 entonces (n + 1)!2n = 192 > 100 = 102 , lo que indica que P3

2 es una
aproximación de sen 12 con 2 decimales exactos:
 
1 1 1 1 23
P3 = − · = .
2 2 6 8 48

2. Sea f (x) = ex . Para todo k ∈ N y todo x ∈ R,

f (k) (x) = ex .

En particular, f (k) (0) = 1 para todo k = 0, 1, 2, . . . . Se sigue que Pn (x) = Pn,f,0 (x)
está dado por
x2 x3 xn
Pn (x) = 1 + x + + + ··· +
2! 3! n!
También
x2 x3 xn
ex = 1 + x + + + ··· + + Rn (x)
2! 3! n!
de donde
1 1 1
e = 2 + + + ··· + + Rn (1).
2! 3! n!
Teorema 12. e ∈
/ Q.

p
Demostración. Supongamos, por el contrario, que e = q con p, q ∈ N. Sea n ∈ N tal
que n > 3 y n > q. Entonces
p n! n! n!
n! = 2 · n! + + + ··· + + n!Rn (1).
q 2! 3! n!
Por un lado, existe ζ ∈ (0, 1) tal que


Rn (1) = ,
(n + 1)!
de modo que
1 e
< Rn (1) < .
(n + 1)! (n + 1)!

Sabemos que e < 3, de modo que


1 3 3
0< < n!Rn (1) < < < 1,
n+1 n+1 4

143
es decir, n!Rn (1) es un número entre 0 y 1.
Por otro lado, n! pq ∈ N (puesto que n > q) y 2 · n! + n! n!
2! + 3! + · · · +
n!
n! ∈ N. En
consecuencia
 
p n! n! n!
n!Rn (1) = n! − 2 · n! + + + ··· + ∈ Z.
q 2! 3! n!

¡Una contradicción! La contradicción viene de suponer que e es racional, por tanto,


e es irracional.

3. Si f (x) = a0 + a1 x + · · · + an xn es un polinomio de grado n entonces f (n+1) (x) = 0


para todo x ∈ R. Por tanto, si x, x0 ∈ R entonces
f (n) (x0 )
f (x) = f (x0 ) + f 0 (x0 )(x − x0 ) + · · · + (x − x0 )n .
n!
4. Sea f una función dada y supongamos que x0 ∈ R verifica que f (x0 ) = f 0 (x0 ) =
· · · = f (k−1) (x0 ) = 0 pero f (k) (x0 ) 6= 0 para k ∈ N.
Si x 6= x0 entonces
f (x) f (k) (x0 ) f (x) − Pk,f,x0 (x)
k
− = ,
(x − x0 ) k! (x − x0 )k
de modo que si  f (x)
 (x−x )k
0
si x 6= x0
g(x) = ,
 f (k)(x0 )
k! si x = x0
entonces g continua en x0 y g(x0 ) 6= 0. Además
f (x) = g(x)(x − x0 )k (4.2)
para todo x en un intervalo abierto que contiene a x0 . Si f es un polinomio y x0 es
un cero de f de multiplicidad k, entonces f tiene una representación como en (4.2),
válida para todo x ∈ R y con g un polinomio de grado n − k tal que g(x0 ) 6= 0. Por
tanto (4.2) provee una generalización de un hecho conocido para polinomios cuando f
es una función no necesariamente polinómica, bajo la condición que x0 ∈ R verifique
que f (x0 ) = f 0 (x0 ) = · · · = f (k−1) (x0 ) = 0 y f (k) (x0 ) 6= 0. De allı́ que tomemos
prestada la notación para polinomios y sea corriente que digamos que un tal x0 es
un cero de f de multiplicidad k.
5. Las funciones de los Ejemplos 1, 2 y 3 poseen derivadas de todos los órdenes en el
entero conjunto de los números reales. Supongamos ahora que f (x) es una función
que tiene derivadas de todos los órdenes en un δ-intervalo (x0 − δ, x0 + δ) alrededor
de x0 . Entonces, de acuerdo con la forma de Lagrange del resto, para todo x ∈
(x0 − δ, x0 + δ), x 6= x0 , y todo n ∈ N,
n
X f (k) (x0 ) f (n+1) (ζn )
f (x) = (x − x0 )k + (x − x0 )n+1
k! (n + 1)!
k=0

144
donde ζn es algún número entre x y x0 .
Si
f (n+1) (ζn )
lı́m Rn (x) = lı́m (x − x0 )n+1 = 0
n→∞ n→∞ (n + 1)!

entonces
n ∞
X f (k) (x0 ) X f (k) (x0 )
f (x) = lı́m (x − x0 )k = (x − x0 )k .
n→∞ k! k!
k=0 k=0

El desarrollo

X f (k) (x0 )
(x − x0 )k
k!
k=0

se conoce bajo el nombre de serie de Taylor para f alrededor de x0 . Cuando x0 = 0,


el desarrollo se reduce a

X f (k) k
f (x) = x
k!
k=0

y se denomina serie de McLaurin.


Hay que guardarse bien de suponer que la existencia de todas las derivadas de f (x)
garantiza la validez del desarrollo en serie de Taylor. En cada caso hay que estudiar
el comportamiento de Rn (x).
Para las funciones de los Ejemplos 1 y 2, obtenemos los desarrollos en serie de
McLaurin
x3 x5 x7
sen x = x − + − + ···
3! 5! 7!
y
x2 x3
ex = 1 + x + + + ···
2! 3!
válidos en ambos casos para todo x ∈ R.
En el primer caso, la función f (x) = sen x verifica que |f (n+1) (x)| ≤ 1 para todo los
valores de x y n.
En el caso de la función f (x) = ex vale que f (n+1) (x) = ex para todos los valores de
x y n. Si 0 < ζn < x, entonces 1 < eζn < ex , si x < ζn < 0 entonces ex < eζn < 1;
por tanto, para cada x ∈ R, mı́n{1, ex } < f (n+1) (ζn ) < máx{1, ex }.
Puesto que, para cada x ∈ R,
xn
lı́m = 0,
n→∞ n!

se sigue que, en ambos casos,

xn+1
lı́m Rn (x) = lı́m f (n+1) (ζn ) = 0.
n→∞ n→∞ (n + 1)!

145
1
Consideremos ahora la función f (x) = 1+x 2 . Es claro que esta función tiene derivadas
de todos los órdenes en el entero conjunto de los números reales. Sin embargo, el
desarrollo en serie de McLaurin
1
= 1 − x2 + x4 − x6 + · · · (4.3)
1 + x2
es válido únicamente para |x| < 1.
Para comprobarlo, recurrimos a la fórmula famliar (puesto que ya la hemos usado
muchas veces)
1 rn+1
= 1 + r + r2 + · · · + rn + ,
1−r 1−r
válida para todo r ∈ R/{1}, y reemplazamos r por −x2 para obtener

1 2 4 6 n 2n (−1)n+1 x2n+2
= 1 − x + x − x + · · · + (−1) x + .
1 + x2 1 + x2
Puesto que
(−1)n+1 x2n+2
lı́m =0
n→∞ 1 + x2
sólo cuando |x| < 1, queda establecido el aserto.
1
Hemos anticipado que (4.3) es el desarrollo en serie de McLaurin de f (x) = 1+x 2
para |x| < 1, pero no hemos recurrido a la correspondientes fórmulas del polinomio
de Taylor Pn (x) y del resto Rn (x). El método que hemos empleado, mucho más
sencillo, ha sido otro. El procedimiento es correcto y ello se apoya en el hecho (que
no demostraremos aquı́) que las series de potencias pueden ser derivadas término a
término en el intervalo de convergencia.
Las consideraciones con las que hemos concluido estas notas sugieren un estudio
más profundo de las sucesiones de la forma {fn (x)}, donde cada fn es una función y
x ∈ R es un punto en el dominio de todas ellas. Realizar ese estudio es otro recorrido.
El nuestro finaliza aquı́.

146
4.5. Ejercicios.
(1) Considere la función racional

ax2 + 2bx + c
f (x) = ,
αx2 + 2βx + γ

donde a > 0, α > 0 y el polinomio αx2 + 2βx + γ no tiene raı́ces reales.


Suponga que bα − aβ 6= 0. Demuestre:
a a a
(i) lı́m f (x) = α; f (x) > α para x >> 0 y f (x) < α para x << 0 o, viceversa,
x→±∞
a a
f (x) < α para x >> 0 y f (x) > para x << 0, según sea bα − βa > 0 o
α
bα − βa < 0. (Aquı́ x >> 0 significa que x > 0 es un número grande y x << 0
significa que −x >> 0).
(ii) Existe un único x0 ∈ R tal que f (x0 ) = αa .
(iii) La ecuación
(ax + b)(βx + γ) − (bx + c)(αx + β) = 0
debe tener dos raı́ces reales x1 y x2 tales que x1 < x0 < x2 . En x2 hay un
máximo y en x1 un mı́nimo o, viceversa, en x2 hay un mı́nimo y en x1 hay un
máximo, dependiendo de si bα − aβ > 0 o bα − aβ < 0.
(iv) Los valores máximo y mı́nimo de f corresponden a los valores de λ para los
cuales
ax2j + 2bxj + cxj − λ(αx2j + 2βxj + γ)
es un cuadrado perfecto según sea j = 1 o j = 2.
Sugerencia: considere la recta y = λ.

(2) Para f como en el Ejercicio 1, discuta el caso cuando bα − aβ = 0.

(3) Considere la función racional

ax2 + 2bx + c
f (x) = ,
αx2 + 2βx + γ

donde a > 0, α > 0 y el polinomio αx2 + 2βx + γ tiene raı́ces reales.


Suponga que bα − aβ 6= 0. Demuestre:
a 2λx + µ
(i) f (x) − = , donde λ = bα − aβ y µ = cα − aγ.
α α(αx2 + 2βx + γ)
 
α
(ii) Si y = f (x), u = 2λx + µ y v = (αy − a), entonces la ecuación
4λ2

a 2λx + µ
y− =
α α(αx2 + 2βx + γ)

147
se reescribe en la forma
u
v= ,
(u − p)(u − q)
de modo que un extremo de y, como función de x, corresponde a un extremo de
v, como función de u y recı́procamente.
(iii) No hay extremos si p y q tienen signos opuestos. Si p y q tienen el mismo signo

entonces los extremos se alcanzan en ± pq.

(4) Para f como en el Ejercicio 2, discuta el caso bα − aβ = 0.


sen(mx)
(5) Demuestre que los extremos de , donde m ∈ Z, están en los puntos x ∈ R
sen x
tales que tan(mx) = m tan x. Deduzca que sen2 (mx) ≤ m2 sen2 x para todo x ∈ R.
Sugerencia: observe que en los puntos de máximo o mı́nimo

sen2 (mx) 2
2 cos (mx) 2 1 + tan x
2 2
2 1 + tan x
= m = m = m .
sen2 x cos2 x 1 + tan2 (mx) 1 + m2 tan2 x

(6) Determine la altura mı́nima h que puede tener la puerta de una torre para que, a
través de ella, se pueda introducir en la torre una barra rı́gida de longitud l. El ancho
de la torre es d < l.

Figura 4.12: l es la longitud de la barra rı́gida M N y d < l es el ancho de la torre


2 2 3
Sugerencia: la respuesta es h = (l 3 − d 3 ) 2 .

(7) Demuestre que si


a0 a1 an
+ + ··· + =0
1 2 n+1
entonces
a0 + a1 x + · · · + an xn = 0
para algún x ∈ [0, 1].
Sugerencia: use el Teorema de Rolle.

148
(8) Demuestre que la función
fm (x) = x3 − 3x + m
nunca tiene dos ceros en [0, 1] (no importa cuál m se elija).
Sugerencia: suponga que fm (x) tiene dos ceros en [0, 1] y obtenga una contradicción.

(9) Suponga que f es continua en [0, 1], derivable en (0, 1), 0 ≤ f (x) ≤ 1 para todo
x ∈ [0, 1] y f 0 (x) 6= 1 para todo x ∈ (0, 1). Demuestre que existe ζ ∈ [0, 1] tal que
f (ζ) = ζ y que es único.

(10) Suponga que f es continua en [0, ∞), derivable en (0, ∞), f (0) = 0 y f 0 es creciente
en (0, ∞). Demuestre que

f (x)
g(x) = , x ∈ (0, ∞),
x
es creciente.

(11) Sea f : R −→ R derivable tal que f (0) = 0 y |f 0 (x)| ≤ |f (x)| para todo x ∈ R.
Demuestre que f (x) = 0 para todo x ∈ R. (Nota: este problema es difı́cil).

(12) Sean f y g funciones derivables que satisfacen f 0 g − g 0 f = 0. Demuestre que si a y b


son ceros de f y, además, g(a) y g(b) no son simultaneamente nulos, entonces g(x) = 0
para algún x entre a y b. Como esto vale también intercambiando f y g, se sigue que
los ceros de f y g se intercalan.

(13) Suponga que f (x) es n-veces derivable y que f (x) = 0 para n + 1 valores distintos de
x. Demuestre que existe ζ ∈ R tal que f (n) (ζ) = 0.

(14) Verifique que


1 √ 1
< 66 − 8 <
9 8

sin calcular 66.

(15) Demuestre que | sen x| ≤ |x| para todo x ∈ R.

(16) Demuestre que ex ≥ x + 1 para todo x ≥ 0.

(17) Sea f una función continua en [0, 1] y 


derivable en
(0, 1) tal que |f 0 (x)| < 1 para todo
 ∞
1
x ∈ (0, 1). Demuestre que la sucesión f converge.
n+1 n=1
Sugerencia: demuestre que es una sucesión de Cauchy.

(18) Halle f 0 (0) si 


 g(x)
si x 6= 0
f (x) = x ,
0 si x = 0
con g tres veces derivable en 0, g(0) = g 0 (0) = 0 y g 00 (0) = 1.

149
(19) Demuestre que si f es derivable en a entonces
f (a + h) − f (a − h)
lı́m = f 0 (a).
h→0 2h

(20) Demuestre que si f 00 (a) existe entonces


f (a + h) − 2f (a) + f (a − h)
lı́m = f 00 (a).
h→0 h2

(21) Demuestre que


3 sen2t 4
= t + t5 + o(t5 )
2(2 + cos 2t) 45
cuando t → 0.

(22) Halle aproximaciones de e y e2 con tres decimales exactos.

(23) Cálculo de lı́mites


1 − 4 sen2 16 πx 1 √
(a) Demuestre que lı́m 2
= π 3.
x→1 1−x 6
(b) Calcule los lı́mites cuando x → 0 de
   
1 1 x 1 1 x
cosecx − − , cotgx − + .
x3 x 6 x3 x 3

(24) Método de Newton de aproximación de raı́ces.


Sea f (x) un polinomio y sea ζ una aproximación a la raı́z ζ +h de la ecuación f (x) = 0.
Entonces
1
0 = f (ζ + h) = f (ζ) + hf 0 (ζ) + h2 f 00 (ζ + θ2 h),
2
para algún 0 < θ2 < 1. Por tanto, si f 0 (ζ) 6= 0 entonces

f (ζ) 1 2 f 00 (ζ + θ2 h)
h=− − h .
f 0 (ζ) 2 f 0 (ζ)
(a) Si ζ + h es una raı́z simple de f (x) = 0, entonces existen δ > 0 y M > 0 tales
que |f 0 (x)| > M para todo |ζ + h − x| < δ. En particular, si |h| < δ entonces
|f 0 (ζ)| > M y

1 f 00 (ζ + θ2 h) 1 2 f 00 (ζ + θ2 h)
 
f (ζ)
ζ +h= ζ − 0 − h2 = ζ 1 − h .
f (ζ) 2 f 0 (ζ) 2 f 0 (ζ)

(b) ¿Por qué ζ1 es una mejor aproximación a ζ + h que ζ?


3
(c) Aplique el proceso a la ecuación x2 = 2, tomando ζ = 2 como primera aproxima-
ción y obtenga ζ1 = 17
12 .
577
(d) Repita el proceso reemplazando ζ por ζ1 para obtener ζ2 = 408 .

150

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