Entonces aparecerá la visión. Abres la puerta que era tu escudo, Y sales para adentrarte en el tumulto del viento Y entre borrosos tatuajes de la luz que estropean el suelo. El día te hace sentir el frío sobre la piel. «Apártese —dices a lo que sea que espere—, apártese». Al momento se retira el trueno púrpura, el tulipán deja caer Sus pétalos, el camino se despeja. Te diriges al oeste, hacia la Divisoria Continental 5 y por las encañadas abajo hacia un valle interminable. El aire es puro, las casas están vacías. A lo lejos, el viento —todo hielo y sentimientos— Se inventa un árbol y un arpa y empieza a tocar. ¿Habría algo mejor? Largas frases de aire moviendo las hojas, ¿Hojas que amarillean? Pero, escucha de nuevo. ¿De verdad es el viento O será alguien corriendo Un paso por delante de la oscuridad? Y si lo es y nada ocurre, Como pensabas, entonces, ¿qué diferencia hay Entre la ceguera perdida y la ceguera recuperada?