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ACTO 1º DE MAYO

DÍA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES


DÍA DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL

I-INTRODUCCIÓN
Hoy nos reunimos para conmemorar dos hechos importantes: EL DÍA
INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES Y EL DÍA DE LA CONSTITUCIÓN
NACIONAL.

II- BANDERAS
El trabajo es una de las características que distinguen al hombre del resto de las
criaturas, solamente el hombre es capaz de trabajar, solamente él puede llevar esta
actividad a cabo, llenando con el trabajo su existencia sobre la Tierra.
Recibamos con un fuerte aplauso a
La Bandera Nacional de ceremonias portada por su abanderada:
……………………………………….................................................................................
1ª escolta: ………………………………………………………………………………
2ª escolta: ……………………………………………………………………………….
Bandera Provincial portada por ………………………………………………………….
1ª escolta: ………………………………………………………………………………..
2ª escolta: …………………………………………………………………………………

III- HIMNO
A continuación entonaremos las estrofas de nuestro Himno Nacional.

IV- RETIRO DE BANDERAS


Se retira la bandera de ceremonias, la despedimos con respeto.
V-PALABRAS ALUSIVAS
El 1° de Mayo tiene el sentido histórico de la reivindicación de los trabajadores como
tales, frente a la clase poseedora de los medios de producción. Así nace la justa
aspiración de los trabajadores de todo el mundo para obtener una conquista laboral, "la
jornada de ocho horas".
Por otro lado la Constitución Nacional es nuestra ley suprema. Es por ello que todas las
demás normas deben adecuarse a ella.
Recordemos la historia que dio origen a estas conmemoraciones:

La Constitución de la Nación Argentina, que rige actualmente fue aprobada por una
asamblea constituyente el 1º de mayo de 1853 y reformada en diversas oportunidades y,
por última vez, en 1994. Nuestra Constitución tuvo como modelos a las constituciones
de Estados Unidos, de la monarquía española, de Suiza, de Chile, y de Francia. Además
se tuvo muy en cuenta la obra Bases de Juan Bautista Alberdi.
La redacción de la Constitución finalizó en los últimos días del mes de abril de 1853 y
el proyecto fue aprobado el 1º de mayo. Su aprobación puso fin a las guerras civiles y
sentó las bases de la Organización Nacional.

Por otra parte, un 1° de mayo de 1886 la huelga por la jornada de ocho horas estalló de
costa a costa de los Estados Unidos. Más de cinco mil fábricas fueron paralizadas y
340.000 obreros salieron a calles y plazas a manifestar su exigencia. En Chicago los
sucesos tomaron rápidamente un sesgo violento, que culminó en una masacre y en el
posterior juicio contra los dirigentes anarquistas y socialistas de esa ciudad, cuatro de
los cuales fueron ahorcados un año y medio después.

Cuando los mártires de Chicago subían al patíbulo, concluía la fase más dramática de la
presión de las masas asalariadas por limitar la jornada de trabajo. Fue una lucha que
duró décadas y cuya historia ha sido olvidada, ocultada o limpiada de todo contenido
social, hasta el punto de transformar en algunos países el 1° de mayo en un mero día
festivo o en un día franco más.

A propósito de esta fecha, es importante que reflexionemos acerca de los mencionados


hechos y que nos cuestionemos el estado de cosas en que vivimos, en una época en la
que gozamos del fruto de la lucha de innumerables hombres y mujeres, pero en la que,
al mismo tiempo, se evidencia una preocupante contradicción. Los derechos por los que
reclamaban los trabajadores que aludimos están contenidos hoy en el art. 14 bis de
nuestra Constitución Nacional. Sin embargo, ¿qué tan concreta es la letra? Sobran los
ejemplos en que las condiciones laborales están lejos de ser consideradas dignas. Pero lo
más llamativo es el papel de la sociedad, que en ocasiones es la primera en condenar o
dar la espalda a los trabajadores. Si un médico reclama mejoras laborales, es un
irresponsable, pues no nos permite asistir adecuadamente al hospital; si un artista de La
Fiesta de la Vendimia denuncia sus condiciones de trabajo, es un holgazán que no nos
deja apreciar el espectáculo; si un docente pide lo que le corresponde, es un
desconsiderado e irracional que impide que nuestros hijos acudan a la escuela. En
tiempos en los que más de un filósofo proponen con urgencia la necesidad de una ética
de la solidaridad y el bien común, estos disvalores que nos presencian, atentan contra
una verdadera justicia…una justicia para todos. Es momento de meditar sobre esto y de
no bajar los brazos.

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