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Universidad Nacional Autónoma De Honduras

UNAH-VS

Docente: Ana Sagastume.

Asignatura: Sociología General

Sección: 1301

Integrantes:
Angel David Nolasco 20182030813
David Melendez Cantarera 20182003176
Eric Ariel Guardado 20182030735
Keily Sarahi Centeno 20182300080
Marcio Alejandro Maldonado 20172030797
Manuel Isaias Pineda 20182001387

Fecha de entrega: 22 de octubre de 2018


INTRODUCCIÓN
La desigualdad de género es lo que la sociedad denomina “machismo”, desde los
tiempos más remotos ya existía esta palabra, es cuando a la mujer se le ve como un
ser inferior, la que tiene que ser sumisa, la que obedece al hombre por la simple
comodidad de pensar que la mujer se hizo para trabajar en los hogares, atender su
casa, el esposo, los hijos. A continuación, se le presenta un resumen sobre la
desigualdad de género en el mundo entero y en Honduras hecho por un grupo de
estudiantes de sociología de UNAH-VS.

Este trabajo tiene como propósito conocer la manera en que es percibida la


desigualdad de género en el ámbito familiar, social, esta comienza por la división
sexual del trabajo, la cual desfavorece a las mujeres. Sin embargo los cambios
culturales como la urbanización e industrialización, pero sobre todo las aspiraciones de
la mujer por colocarse en otros ámbitos de la vida social y darse a notar no sólo como
trabajadora en el hogar sino como un individuo que puede realizar otro tipo de
actividad, incorporándose tanto al ámbito profesional como al laboral. Estas
actividades en algunos casos han dado a la mujer mayor responsabilidad para llevar
un hogar, ya que tienen que cumplir con las actividades domésticas y aparte las
exteriores a la familia, llevándose a cabo esta desigualdad de género.

También se hace mención los siguientes tópicos: una explicación general sobre que es
en si la desigualdad de género, los roles masculinos y roles femeninos que se ejercen
en la sociedad a nivel mundial y en nuestro país y como otra fuente también un
resumen sobre el vídeo de sobre la “Maldición de ser Mujer”. Para que el lector pueda
comprender, analizar la realidad que se vive sobre esta problemática que aun en pleno
siglo 21 se sigue viendo en todo el mundo.
Desigualdad de género

Las desigualdades entre hombre y mujeres han existido durante mucho tiempo en la
mayor parte de las sociedades alrededor del mundo. Las características biológicas de
los individuos, como el sexo, se han utilizado como base para atribuirles ciertos
comportamientos, actitudes, roles, capacidades y posiciones en la sociedad. Es decir,
se han construido géneros, masculinos y femeninos, que implican formas
diferenciadas de vivir para los hombres y las mujeres. Estas atribuciones y formas
diferenciadas para vivir se han llegado a justificar como ´´Naturales´´ aunque en
realidad no lo son. Esto ha originado que muchas sociedades se construyan de
manera jerárquica y basadas en las creencias sobre la superioridad de un sexo y la
inferioridad del otro, sociedades donde las relaciones de poder son sumamente
desiguales entre hombres y mujeres y donde los hombres la mayor parte de las veces
han ocupado una posición dominante. Estas desigualdades han propiciado que las
mujeres ocupen un papel de subordinación, desvalorización y opresión.

La discriminación y la violencia contra las mujeres por el simple hecho de ser mujer
son formas en las que se presentan las desigualdades de género. Las situaciones de
discriminación y violencia de las que han sido objeto las mujeres han originado el
surgimiento de movimientos alrededor del mundo que han buscado otorgarles igualdad
de derechos en relación con los hombres. La lucha por los derechos humanos de las
mujeres ha sido muy extensa y en ocasiones plagadas de obstáculos. Sin embargo, se
han logrado avances a nivel mundial en el reconocimiento de los derechos de las
mujeres.

Las causas de la desigualdad se generan mediante diferentes factores. La primera es


la religión donde desde los antiguos testamentos se pones la mujer debajo del
hombre. La segunda es la organización política de la sociedad en estructuras
patriarcales, donde la mujer se subordina y el hombre cuenta con autoridad, liderazgo
y poder. La tercera causa es la decisión sexual del trabajo donde las mujeres se
dedican a las tareas domésticas y al cuidado de los niños y enfermos mientras que los
hombres salen a trabajar.

Según la Organización Mundial de la Salud el género se refiere a los conceptos


sociales de las funciones, comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad
considera apropiados para los hombres y las mujeres. La desigualdad de género es
estructural y conlleva a otras desigualdades como la económica que tiene un gran
impacto, incluso más amplio que las raciales, etarias y sexuales; el trabajo doméstico,
por ejemplo, además de no ser remunerado, no se comparte de forma equitativa entre
mujeres y hombres.

Del mismo modo, no se ha avanzado en la corresponsabilidad social del Estado y del


mercado laboral. Asimismo, regularmente las mujeres son las responsables del
bienestar familiar a costa del perjuicio de sus derechos humanos, si se entendiera que
el trabajo doméstico no remunerado sostiene al trabajo remunerado. El orden social
del género ha legitimado que las mujeres lleven a cabo el quehacer doméstico,
aparentemente sin vínculo a la economía, pues sólo recibe afectos en el plano privado.
Así, considero que los insuficientes avances de las mujeres en el ejercicio de sus
derechos, y particularmente en materia económica se debe a que el tiempo que
destinan al cuidado y bienestar de otros, les resta tiempo para el ejercicio de su
ciudadanía.

La modificación de las estructuras de mercado laboral son agenda pendiente que debe
acompañarse de infraestructura, ya que el acceso de las mujeres a éste no elimina la
desigualdad respecto a los hombres porque sigue existiendo desigualdad estructural,
es decir, para las mujeres se articulan desventajas que limitan su permanencia y
capacidades para desarrollarse en el mercado laboral, ya que están sobre prestadas
en el autoempleo y trabajo doméstico, lo que conlleva a no tener prestaciones y
pensión al final del ciclo de vida; en promedio reciben salarios más bajos que los
hombres por trabajo igual (sumando que están expuestas al acoso sexual), todas
estas formas de discriminación impiden que las mujeres ejerzan sus derechos en
plenitud.

México en el marco de la plataforma de acciones de Beijing+20 informa que, a raíz de


la Reforma Constitucional del 2011 en materia de derechos humanos y la creación de
instancias especializadas en la defensa de las mujeres, se ha tenido gran avance en la
protección de los derechos de las mujeres; pero si analizamos las diversas políticas
públicas sobre igualdad de género aún no logran traducirse en marcos normativos
presupuestales y programáticos en las diferentes instancias de gobierno, un ejemplo
de esto es que el presupuesto asignado a la igualdad de género alcanza 1% del
presupuesto nacional, lo que se traduce en esquemas de discriminación hacia más de
la mitad de la población que son las mujeres.
Desigualdad de Género Desde Otro Punto de Vista

Socialización en función del sexo provoca la desigualdad de género. Esta socialización


se produce incluso antes del nacimiento: desde el momento en el que en el embarazo
se identifica si el bebé será un niño o una niña se inicia un largo proceso de
socialización cuyo resultado es la diferenciación de las personas como hombres o
mujeres. A partir de la perspectiva de género es posible comprender que la aplicación
del sistema sexo-género en el proceso de socialización construye a nivel social un
conjunto de creencias en las que a cada género se le asignan unos comportamientos
determinados. El sistema sexo-género es un modelo teórico que explica cómo se
produce la socialización de género. Esta teoría identifica lo natural con lo socialmente
construido y establece que el sexo en sí mismo no es la causa de la desigualdad entre
mujeres y hombres, sino su posición de género socialmente construida. Roles que le
da la sociedad al Género

Los roles masculinos: trabajo y ambición

La socialización de los niños en el rol tradicional masculino se centra en producir y


progresar en el ámbito público. Se espera de ellos que obtengan éxitos en este ámbito
ya que se les prepara y educa para que su autoestima y su gratificación provengan del
ámbito público. A los hombres se les reprime en la esfera afectiva potenciando
libertades, talento y ambiciones diversas que faciliten la autopromoción. Reciben
bastante estímulo y poca protección, lo que los orienta hacia la acción, lo exterior, lo
macro social y la independencia. A los hombres se les inculca el valor del trabajo como
una obligación prioritaria y definitoria de su condición.

Los roles femeninos: familia y hogar

En el caso de las niñas el proceso de socialización en el rol tradicional femenino se


centra en su preparación para la reproducción y su permanencia en el ámbito privado.
Se espera de ellas que sus éxitos provengan de este ámbito, que conformará tanto su
fuente de gratificación como de su autoestima. De modo opuesto a los hombres, se
reprimen sus libertades, talentos y ambiciones que faciliten la autopromoción,
fomentando la esfera afectiva. Reciben poco estímulo y bastante protección, lo que las
orienta hacia la intimidad, lo interior, lo micro social, la dependencia y el valor del
trabajo no se les inculca como una obligación prioritaria ni definitoria de su condición.
Todos estos valores y normas son denominados mandatos de género, es decir,
aquellas normas sociales implícitas que no reflejan lo que son los hombres y las
mujeres sino cómo deben o deberían ser y lo que se espera de cada uno de ellos.
Provocando que se hagan notables las diferencias entre el hombre y la mujer y llegan
a repercutir ya a nivel laboral, económico, político, familiar, social y cultural,
provocando una sociedad machista y con muchas desigualdades de género en la
sociedad y que se irán transmitiendo en generación en generación si no se empieza a
enseñar a las nuevas generaciones que tanto mujeres como hombres tienen los
mismos derechos y mismas oportunidades.

Desigualdad de género en Honduras

Los organismos internacionales, como las mismas Naciones Unidas y su recién creada
ONU Mujeres. Y la realidad diaria reconocen los significativos avances logrados en las
últimas dos décadas en la materialización de los derechos de las mujeres y entre ellos
pueden mencionarse un mayor acceso de las niñas a la educación, disminución de la
mortalidad y morbilidad materna, la creación de instituciones y leyes para enfrentar la
desigualdad de género y hasta el castigo contra la discriminación y la violencia contra
las mujeres. Sin embargo las metas de desigualdad de género impulsadas hace 20
años en la capital de China siguen estando lejos de alcanzarse ya que como bien nos
lo recuerda la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo “ningún país ha
alcanzado la igualdad de género”, ya que en los países donde más se ha avanzado
todavía persisten grandes desiguales hasta en una cuestión tan elemental como la que
se da cuando una mujer recibe menor salario realizando el mismo trabajo que un
hombre.

Aunque también son evidentes las mejoras logradas en los últimos 20 años,
obviamente, en países subdesarrollados y mal gobernados como el nuestro, donde la
inmensa mayoría de sus habitantes son víctimas de todo tipo de desigualdades, la
situación de las mujeres y las niñas es todavía más difícil. De hecho, en Honduras la
peor violación de los derechos de las mujeres: los femicídios, han aumentado de forma
escandalosa durante el anterior y actual gobierno, sin que sean esclarecidos los casos
y mucho menos sean castigados los perpetradores. La codena contra una férrea
luchadora por los derechos de las mujeres, Gladys Lanza, en un país donde impera la
impunidad, es otra muestra de la desigualdad existente.
Conclusiones

1. La desigualdad de género es un mal persistente en nuestra sociedad, creado por la


misma y permitido de tal manera que todo se lleva a cabo con ese fin, que no es nada
más y nada menos que la continuación de un trato desigual entre iguales.

2. En definitiva, mientras no haya mayor conciencia de que la mujer es un ser humano


capaz de representarse a sí misma como persona y convivir con el hombre en igual
condiciones no podemos hablar de igualdad, o si ello no llegase a la conciencia social,
no nos queda más remedios que pedirle a los científicos que por favor hagan que el
hombre pueda engendrar igual que la mujer y solo de esta manera podremos
conseguir una sociedad justa e igualitaria, ¿quién sabe? igual lo consiguen.

3. Es importante promover valores comunes como el respeto de los derechos


humanos y la igualdad entre mujeres y hombres, así como la idea compartida de que
los derechos humanos son universales y se aplican a todas las personas, con
independencia de su sexo, entre otras cosas.

4. La Unión dispone de un importante conjunto de legislación para promover el


cumplimiento del principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres en los
ámbitos del empleo y el acceso a bienes y servicios.

5. La igualdad entre mujeres y hombres es un principio fundamental de la Unión de


estados americanos consagrado en los Tratados, así como uno de los objetivos y
tareas de la ONU, y la integración del principio de igualdad entre mujeres y hombres
en todas sus actividades representa una misión específica.
La maldición de ser niña

En Asia, faltan 100 millones de mujeres debido a infanticidio y feticidio, una práctica
que se realiza en nombre de tradición, creencias, pobreza, porque se entiende que las
niñas no sirven para nada, pues, criar una hija es como regar el jardín del vecino, no
sirve para nada. Se constata, así, que el matrimonio es una institución basada en la
alianza económica y las convenciones socio familiares, de lo que se deriva el valor de
cambio de las mujeres.

China, India y Pakistán se caracterizan por ser tres países con una estructura social
patriarcal, donde las mujeres son las encargadas de la reproducción biológica, la
crianza de los hijos y las labores del hogar nada más. Las injusticias contra las
mujeres están extendidas por toda Asia y han modificado la estructura de lo simbólico
sin ser cuestionadas, pues, no se pueden cambiar las costumbres. La consecuencia
es un estancamiento social que deriva en reproducción estructural y anulación del
cambio. Las mujeres, madres, son las encargadas de matar a otras mujeres, sus
propias hijas. La ley penaliza este tipo de actos, pero las prácticas divergen de esa ley,
porque el peso del imaginario colectivo es mayor que el de las sanciones legislativas:
Las tradiciones tienen carácter de ley. Las mujeres están sometidas a las tradiciones.
Son las encargadas del asesinato de sus hijas. Estas tradiciones se mantienen gracias
a falsas creencias enraizadas en el imaginario colectivo, como que matar a una hija
hembra significa que el próximo hijo será varón, o que matar a una hija no es pecado.
Las ONG que luchan contra esta situación siguen la estrategia de crear un vínculo
afectivo entre la madre y la hija neonata para que no la mate ni la deje morir. Sin
embargo, el grupo de iguales crea sus propias estrategias de control social, de manera
que las mujeres que rompen con la norma (tradición, creencias, costumbres) sufren la
exclusión del resto de mujeres de la comunidad, especialmente de las suegras.

La dote es la causa originaria de la estructura social patriarcal, nexo del matrimonio de


naturaleza económica en que los varones gozan de los privilegios sociales, son los
herederos, mientras las hijas necesitan esa dote que su familia entrega a la del esposo
como regalo para sellar el vínculo marital. A la dote, se suman otras razones que
hacen más deseable tener un hijo varón. Económicamente, el varón puede tener un
empleo desde muy pequeño y llevar dinero a casa. Demográficamente, la alta
densidad de población de estos países requiere de políticas de control de la natalidad:
en India, la «ley de familia limitada»; en China, la «regla del hijo único», que se alían
con ignorancia y analfabetismo en la práctica de infanticidio y feticidio.
La dote, causante de infanticidio y feticidio, ha hecho emerger una estructura social
desequilibrada, pues la mortalidad infantil femenina triplica a la masculina. Cada vez
hay menos niñas. En China, hay 136 niños por 100 niñas. De hecho, las estadísticas
del último informe de la ONU sobre políticas abortivas en el mundo señalan que, de
todos los abortos practicados en China, el 97,5% son niñas; en India hay 32 millones
de mujeres menos que de hombres, pues el feticidio femenino afecta a unos 500.000
bebés al año. El problema se agrava con nuevas tecnologías, que posibilita el feticidio,
incontrolable por los intereses económicos de un capitalismo voraz que ha llegado,
también, a Asia. Para hacer más notable la situación, las políticas natalistas chinas
han pasado de la política del hijo único al lema «Mimad a las niñas», que persigue la
igualdad de género. La ausencia de mujeres dificulta la formación de parejas en zonas
retiradas, lo cual ha reforzado su opresión y subordinación.

Ya no son las mujeres pobres, analfabetas, quienes realizan estas prácticas


(infanticidio y feticidio), sino mujeres de clase alta, educadas, que no quieren
reproducir el sufrimiento de sus iguales. De la ignorancia y el analfabetismo se ha
pasado a la agencia, la autonomía intelectual y la toma de decisiones consciente de
las mujeres que han accedido a la educación formal. A ello, se suma el
empoderamiento de las mujeres que se reúnen para poner en común sus problemas,
su sufrimiento y su opresión, y buscar alternativas de resistencia contra la inercia de la
tradición a reproducirse.

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