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UNAH-VS
Sección: 1301
Integrantes:
Angel David Nolasco 20182030813
David Melendez Cantarera 20182003176
Eric Ariel Guardado 20182030735
Keily Sarahi Centeno 20182300080
Marcio Alejandro Maldonado 20172030797
Manuel Isaias Pineda 20182001387
También se hace mención los siguientes tópicos: una explicación general sobre que es
en si la desigualdad de género, los roles masculinos y roles femeninos que se ejercen
en la sociedad a nivel mundial y en nuestro país y como otra fuente también un
resumen sobre el vídeo de sobre la “Maldición de ser Mujer”. Para que el lector pueda
comprender, analizar la realidad que se vive sobre esta problemática que aun en pleno
siglo 21 se sigue viendo en todo el mundo.
Desigualdad de género
Las desigualdades entre hombre y mujeres han existido durante mucho tiempo en la
mayor parte de las sociedades alrededor del mundo. Las características biológicas de
los individuos, como el sexo, se han utilizado como base para atribuirles ciertos
comportamientos, actitudes, roles, capacidades y posiciones en la sociedad. Es decir,
se han construido géneros, masculinos y femeninos, que implican formas
diferenciadas de vivir para los hombres y las mujeres. Estas atribuciones y formas
diferenciadas para vivir se han llegado a justificar como ´´Naturales´´ aunque en
realidad no lo son. Esto ha originado que muchas sociedades se construyan de
manera jerárquica y basadas en las creencias sobre la superioridad de un sexo y la
inferioridad del otro, sociedades donde las relaciones de poder son sumamente
desiguales entre hombres y mujeres y donde los hombres la mayor parte de las veces
han ocupado una posición dominante. Estas desigualdades han propiciado que las
mujeres ocupen un papel de subordinación, desvalorización y opresión.
La discriminación y la violencia contra las mujeres por el simple hecho de ser mujer
son formas en las que se presentan las desigualdades de género. Las situaciones de
discriminación y violencia de las que han sido objeto las mujeres han originado el
surgimiento de movimientos alrededor del mundo que han buscado otorgarles igualdad
de derechos en relación con los hombres. La lucha por los derechos humanos de las
mujeres ha sido muy extensa y en ocasiones plagadas de obstáculos. Sin embargo, se
han logrado avances a nivel mundial en el reconocimiento de los derechos de las
mujeres.
La modificación de las estructuras de mercado laboral son agenda pendiente que debe
acompañarse de infraestructura, ya que el acceso de las mujeres a éste no elimina la
desigualdad respecto a los hombres porque sigue existiendo desigualdad estructural,
es decir, para las mujeres se articulan desventajas que limitan su permanencia y
capacidades para desarrollarse en el mercado laboral, ya que están sobre prestadas
en el autoempleo y trabajo doméstico, lo que conlleva a no tener prestaciones y
pensión al final del ciclo de vida; en promedio reciben salarios más bajos que los
hombres por trabajo igual (sumando que están expuestas al acoso sexual), todas
estas formas de discriminación impiden que las mujeres ejerzan sus derechos en
plenitud.
Los organismos internacionales, como las mismas Naciones Unidas y su recién creada
ONU Mujeres. Y la realidad diaria reconocen los significativos avances logrados en las
últimas dos décadas en la materialización de los derechos de las mujeres y entre ellos
pueden mencionarse un mayor acceso de las niñas a la educación, disminución de la
mortalidad y morbilidad materna, la creación de instituciones y leyes para enfrentar la
desigualdad de género y hasta el castigo contra la discriminación y la violencia contra
las mujeres. Sin embargo las metas de desigualdad de género impulsadas hace 20
años en la capital de China siguen estando lejos de alcanzarse ya que como bien nos
lo recuerda la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo “ningún país ha
alcanzado la igualdad de género”, ya que en los países donde más se ha avanzado
todavía persisten grandes desiguales hasta en una cuestión tan elemental como la que
se da cuando una mujer recibe menor salario realizando el mismo trabajo que un
hombre.
Aunque también son evidentes las mejoras logradas en los últimos 20 años,
obviamente, en países subdesarrollados y mal gobernados como el nuestro, donde la
inmensa mayoría de sus habitantes son víctimas de todo tipo de desigualdades, la
situación de las mujeres y las niñas es todavía más difícil. De hecho, en Honduras la
peor violación de los derechos de las mujeres: los femicídios, han aumentado de forma
escandalosa durante el anterior y actual gobierno, sin que sean esclarecidos los casos
y mucho menos sean castigados los perpetradores. La codena contra una férrea
luchadora por los derechos de las mujeres, Gladys Lanza, en un país donde impera la
impunidad, es otra muestra de la desigualdad existente.
Conclusiones
En Asia, faltan 100 millones de mujeres debido a infanticidio y feticidio, una práctica
que se realiza en nombre de tradición, creencias, pobreza, porque se entiende que las
niñas no sirven para nada, pues, criar una hija es como regar el jardín del vecino, no
sirve para nada. Se constata, así, que el matrimonio es una institución basada en la
alianza económica y las convenciones socio familiares, de lo que se deriva el valor de
cambio de las mujeres.
China, India y Pakistán se caracterizan por ser tres países con una estructura social
patriarcal, donde las mujeres son las encargadas de la reproducción biológica, la
crianza de los hijos y las labores del hogar nada más. Las injusticias contra las
mujeres están extendidas por toda Asia y han modificado la estructura de lo simbólico
sin ser cuestionadas, pues, no se pueden cambiar las costumbres. La consecuencia
es un estancamiento social que deriva en reproducción estructural y anulación del
cambio. Las mujeres, madres, son las encargadas de matar a otras mujeres, sus
propias hijas. La ley penaliza este tipo de actos, pero las prácticas divergen de esa ley,
porque el peso del imaginario colectivo es mayor que el de las sanciones legislativas:
Las tradiciones tienen carácter de ley. Las mujeres están sometidas a las tradiciones.
Son las encargadas del asesinato de sus hijas. Estas tradiciones se mantienen gracias
a falsas creencias enraizadas en el imaginario colectivo, como que matar a una hija
hembra significa que el próximo hijo será varón, o que matar a una hija no es pecado.
Las ONG que luchan contra esta situación siguen la estrategia de crear un vínculo
afectivo entre la madre y la hija neonata para que no la mate ni la deje morir. Sin
embargo, el grupo de iguales crea sus propias estrategias de control social, de manera
que las mujeres que rompen con la norma (tradición, creencias, costumbres) sufren la
exclusión del resto de mujeres de la comunidad, especialmente de las suegras.