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R E V I S TA M E X I C A N A D E

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NUEVA ÉPOCA
OTOÑO 2017

la logoterapia en el mundo

El cuidado de sí, del que cuida


Juan Pablo Díaz del Castillo B.

Viktor Frankl y Max Scheler


Un ensayo a dos voces (o dos ensayos a un solo espíritu)
Felipe Miramontes / Alejandro Salomón Paredes

Estudio sobre dos notas con que V. E. Frankl describe


el ser personal
Juan Fernando Sellés

la logoterapia en méxico

Sismo. Una vivencia más


Leticia Ascencio de García

Contemplar la belleza: una puerta al espíritu


Luis Mariano Acévez

Saberme vivo y espiritual


Ruth Baron Charney

Zona cero
Adriana León Portilla

Cuando lo dulce se vuelve amargo


Maribel Martínez De Manero
Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia, S. C.
Directora
Leticia A. de García

Revista Mexicana de Logoterapia


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Adriana León Portilla

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Noviembre de 2017

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Titular: Leticia Ascencio Villanueva.
número 8 • n o v i e m b r e 2017

2 Editorial
Felipe Miramontes

la logoterapia en el mundo

5 El cuidado de sí, del que cuida


Juan Pablo Díaz del Castillo B.

13 Viktor Frankl y Max Scheler


Un ensayo a dos voces (o dos ensayos a un solo espíritu)
Felipe Miramontes / Alejandro Salomón Paredes

37 Estudio sobre dos notas con que V. E. Frankl describe el ser personal
Sentido y amor
Juan Fernando Sellés

la logoterapia en méxico

51 Sismo. Una vivencia más


Leticia Ascencio de García

54 Contemplar la belleza: una puerta al espíritu


Luis Mariano Acévez

60 Saberme vivo y espiritual


Ruth Baron Charney

66 Zona cero
Adriana León Portilla

69 Cuando lo dulce se vuelve amargo


Maribel Martínez De Manero
El corazón en alto
Felipe Miramontes

E
Tienes miedo.
Tienes el valor de tener miedo.
No sabes qué hacer,
pero haces algo.
...
[Eres] El que todavía respira.
El que levantó un puño
para pedir silencio.
Los que le hicieron caso.
Los que levantaron el puño.
Los que levantaron el puño
para escuchar
si alguien vivía.
[Eres] Los que levantaron el puño para
escuchar si alguien
vivía y oyeron
un murmullo.
Los que no dejan de escuchar.
Juan Villoro, El puño en alto

Escribo esto pudiendo no escribirlo, respiro por suerte, porque me


tocó continuar vivo después de los sismos del 19 de septiembre,
pero este de hace poco, el del 2017, este más cercano, este es el
que precisamente aún sigue replicando cada día en mi ser. Pero
no porque viva en una de las colonias afectadas por esa grieta que
atraviesa la ciudad y se hace presente, no. Sus efectos continúan en
mí porque, a diferencia de hace 32 años, hoy mi conciencia tuvo la
luz necesaria para ver y saber que podíamos morir. Así, de la nada.
Entonces, escribo esta palabras pudiendo no estar para escri-
birlas. Y también, hablando con sinceridad, las escribo no que-
riendo escribirlas. ¿Por qué? Porque todavía queda en mí, además
de la sorpresa de seguir vivo y el miedo por estarlo, un sentimien-
to que ha estado presente desde entonces: se llama culpa. Alguien
la llamará “la culpa del sobreviviente” -porque eso existe- y no
estará tan alejado de mi realidad. ¿Me siento culpable de seguir
vivo, cuando aquellos niños de la primaria no lo están porque la
ambición así lo quiso? ¿Y porque esa señora que ayudaba man-
teniendo limpia una casa ajena no fue importante para nadie y
quedó sepultada bajo su no-hogar? ¿O será que me siento culpa-

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ble por poder mirar cómo la política de los políticos -no así la de la gente solidaria- usa y abusa una
y otra vez, sin descanso, del sufrimiento humano? Sí, de eso me siento culpable. Con eso me basta
para sentirme mal por estar escribiendo esto y por estar respirando. Culpa política creo que la llama-
ría Karl Jaspers.
¿Recuerdan la estancia de Viktor Frankl en los campos de concentración nazis? Pues al final,
cuando él pudo sobrevivir pero no así su familia, escribió en un poema sus sentimientos de entonces.
Predominaba la culpa, simple y llanamente por estar vivo… y los demás no. Y es que así se siente.
Aunque al mismo tiempo –a Frankl también le ocurrió-, se escucha un llamado personal, una
pregunta, un murmullo que denota que estás vivo y que te insta a responder “para qué”. “Si estoy
vivo debe ser para algo”, pensaba ese Frankl de 1945: para qué.
Esta pregunta es para mí el grito silencioso de la culpa, la conciencia de responsabilidad que
aparece en mí por ser ser humano y estar vivo. Esta culpa es ya en sí una invitación, y según Frankl
la culpa es parte de mi dignidad porque sin ella no sería capaz de reflexionar si he hecho bien o mal.
La culpa, pues, debe ser bienvenida, porque es un atisbo de conciencia ética.
Siguiendo a Martin Heidegger en su conferencia ¿Qué es eso, la filosofía?, podríamos decir que
la culpa es en sí misma ya la respuesta, es decir la res-puesta, la “cosa puesta” ante nosotros, la ventana
abierta, la situación reconocida en conciencia. Entonces, la culpa abre los ojos a nuevas posibilidades
de hacer y sobre todo de ser. Porque a partir de esta culpa puedo yo decidir convertirme en una perso-
na distinta, reconocer nuevas responsabilidades, comprometerme con otros valores. La tarea existen-
cial ante la culpa, a decir de Frankl, es la conversión: la posibilidad de elegir quién debo llegar a ser.
Para ello debo ver en mí, cuidarme, porque soy “cuidador”. Hago terapia, acompaño a otros…
y necesito ser acompañado. Por otros, desde luego… y también por mí mismo. Esta reflexión pode-
mos ampliarla y profundizarla con el artículo que abre nuestra revista, escrito por Juan Pablo Díaz
del Castillo, quien nos convoca a poner la mirada en el cuidado del que cuida. En este caso podría
referirse al terapeuta, pero más ampliamente quizá se refiera a todo aquel que cuide de alguien más.
Entonces, el cuidado de sí como respuesta ante el estar vivo.
Pero, ¿a que dar importancia en nuestra vida, qué elegir como valioso, qué “preferir”? En nuestro
segundo artículo, escrito a cuatro manos y dos almas, Alejandro Salomón del Perú y yo rescatamos
un faro olvidado que puede darnos luz en medio de la tempestad de la existencia. Ese faro se llama
Max Scheler, fenomenólogo y filósofo del siglo XX, maestro indiscutible de Viktor Frankl. Nuestro
texto reflexiona de manera general acerca del contexto histórico y la influencia ejercida por este autor
para el análisis existencial y la logoterapia; aunque quizá la aportación principal sea la descripción
del uso terapéutico de esa propuesta filosófica basada en la fenomenología de los valores, la ética, la
antropología, entre otras disciplinas. La respuesta ante ese cualquier “para qué” descrito arriba para
poder saber mi cosmovisión, y esta refleja lo que es valioso para mí, lo que prefiero y elijo.
Esto último refleja algo de mí mismo en lo particular, pero también en cuanto a un carácter ge-
neral: lo que el ser humano es y puede ser. En este sentido entonces, desde estas notas antropológicas
y ontológicas, es decir, en nuestras características distintivas como seres humanos, la propuesta de
Juan Fernando Sellés estudia dos características destacables cuando Frankl habla de la persona del
ser humano: el sentido y el amor. En su aporte, Sellés aborda con profundidad y erudición los textos
franklianos en busca de saber a qué se refieren estas dos categorías del ser humano.
Otra nota distintiva de este ser humano, según la concepción de la logoterapia y el análisis
existencial, es la voluntad de sentido, o sea la motivación humana fundamental ante la conciencia
de su vida y su finitud. Leticia Ascencio de García nos invita a movilizar esta voluntad después de
los sismos ocurridos en México en el mes de septiembre. Ella nos recuerda que la necesidad de una
logoterapia para México surgió precisamente hace 32 años, en aquel otro sismo. Hoy nos convoca a
todos quienes nos formamos en esta psicoterapia a participar ayudando.
Un relato de esa ayuda y su impacto en una terapeuta es la colaboración de Adriana León Por-
tilla, quien vivió un par de días en las entrañas del dolor humano, acompañando a quien sufría, a

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quien esperaba a que su familiar fuera rescatado de entre los escombros. Un ejemplo admirable de
humanidad y de acompañamiento, con el riesgo de salir afectados al mismo tiempo, pero con la
conciencia de deber hacerlo. Leamos con Adriana si la vida es igual después de esta”intervención”.
De igual forma ante la adversidad, Ruth Barón nos recuerda la importancia no sólo de “saber-
me vivo” sino de reconocer nuestro puesto en el cosmos, vivos y espirituales diría ella, o al menos
eso podemos deducir de su aportación a esta revista.
Asimismo, Luis Mariano Aceves, maestro de muchos y muchas, abre una puerta, otra más
-además de las ya habladas aquí: el sufrimiento, la culpa, la responsabilidad, la conciencia- la de
la espiritualidad humana. Dicha puerta quizá sea más atractiva que las anteriores, pero es igual de
importante abrirla de vez en cuando: siempre que la “belleza” nos sorprende, una nueva puerta a lo
espiritual del ser humano nos invita a pasar. Existimos entre “la belleza y el espanto” diría el poeta
Rilke. Con una sensibilidad y una sabiduría que se “sienten” en sus letras, Aceves no lleva camino a
un descubrimiento que si experimentamos en nuestro ser, nos marcará de manera profunda para la
cotidianidad de nuestras vidas.
Por último, Maribel Martínez también nos habla de su experiencia como madre y cómo ser
humano ante la diabetes de un hijo. Recorremos con ella el camino tortuoso que esta vivencia trae
consigo, pero no terminaremos cansados al leerla, sino esperanzados, como “sabiendo más” y sin-
tiéndonos acompañados en nuestro encuentro inevitable con la enfermedad en nuestras vidas.
Finalmente y para cerrar esta editorial, les comparto una reflexión en la que me sigo sosteniendo
después de estos sismos, agradeciendo a quienes han estado allí, amorosamente, acompañándonos
en este tránsito de la reconstrucción -interna y externa, material y espiritual- que apenas comienza.
Desnudo
en la calle
pero contigo
Crecí con la idea de que lo peor era quedarse sin trabajo, sobre todo porque eso podría significar quedarse
“en la calle”. Fracasar. Ser un don nadie.
Cuidaba mis trabajos y cumplía al 100%, quizá no porque estuviera satisfecho o porque ello representara
un aporte mío al mundo, sino porque ello me impedía “quedarme en la calle”.
Un día allá por el 2003, habiendo terminado la universidad, viviendo solo y trabajando en lo que pudiera, leí
en un libro una frase que fue liberadora de algo que venía cargando por lo menos 27 años, decía algo así como:
“Puedes perderlo todo, incluso tu trabajo, puedes quedarte absolutamente desnudo en medio de la calle, pero al
final te tendrás a ti y eso es todo lo que se necesita para comenzar de nuevo”.
Esta imagen puso frente a mí una confianza hasta entonces desconocida. “¿Entonces no era cierto que quedarse
en la calle era lo peor?” No, absolutamente. Quedarse sin uno mismo era lo peor.
Hoy, con los sismos y huracanes que están azotando a México, aprendo algo más: lo peor sería quedarme
sin el otro, sin los otros que están ahí porque miran e intuyen que les necesito.
Antes pensaba que la empatía era lo más importante, pero hoy sé que lo es la solidaridad.
Esta solidaridad nos lleva a un camino común, y eso, según aprendí con Viktor Frankl, es lo que nos convierte
en una verdadera comunidad, y no sólo en una masa de individuos indiferenciados unos con otros.
En la comunidad sigue siendo la libertad y la responsabilidad individual el sello de mi humanidad.
Estemos bien siendo comunidad a partir de ahora, sin discriminaciones, sonriendo al desconocido
cotidianamente. Recuperemos nuestra profunda humanidad conviviendo en comunidad.
¡Abrazo conmovido y solidario!
Escribo pues estas palabras, agradecido de poder escribirlas.

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la logoterapia en el mundo

El cuidado de sí,
del que cuida
Juan Pablo Díaz del Castillo B. (c) Ph.D.

Recuerde que el terapeuta tiene varios pacientes


y el paciente un terapeuta.
Irvin Yalom

Ser un testigo auténtico de las vidas privadas


y ofrecer un consejo prudente sobre los misterios de la vida
es una responsabilidad que danza con la reverencia.

L
Michael Mahoney

Psicólogo y Publicista Colombiano Las personas que han tomado la decisión de dedicarse a la
con un Doctorando en Psicología de psicoterapia en muchos casos lo han hecho más por una voca-
la Universidad del Salvador (Buenos
Aires, Argentina) en la línea de psico-
ción que por una profesión (Yalom, 2007), ya que es una ac-
logía clínica y logoterapia (tesis entre- tividad en donde se descubren valores en el acompañamiento
gada), con Posgrados en Logoterapia a personas que sufren, que buscan un nuevo camino para ese
y Análisis Existencial y en Logoterapia
Clínica. Pertenece al Consejo de
dolor que desean calmar y buscan compartirlo con otro que
Fundadores de SAPS, donde trabaja lo comprenda y les brinde esperanza; ya que la psicoterapia
como Director Académico, Psicotera- es una confrontación con uno mismo, donde más que una
peuta e Investigador. Es docente de
la Maestría en Psicología Clínica de
lucha hay una reconciliación (Frankl, 2003c), porque hay
la Universidad del Norte y SAPS, en una gran diferencia entre sentir tristeza estando solo y sentirla
la Formación en Coaching Logo- acompañado en un momento de profunda intimidad, donde
terapéutico y en la Formación en
Logoterapia Clínica. Con la Pontificia
dos personas buscan poder sostenerla, dejarla estar y poderla
Universidad Javeriana en Logotera- comprender; por eso estas personas desean que la hora de la
pia y Resiliencia ha sido docente en terapia sea uno de los hechos más importantes en la vida de
Argentina, Italia, Guatemala y Perú.
Ha sido conferencista en Argentina,
sus consultantes (Yalom, 2007).
Perú, Uruguay, Austria, España, Brasil, El término terapeuta1 viene del griego therapeutes que
México y Colombia. Es coautor de los quiere decir ‘servidor’, a su vez deriva del griego therapeutikós
libros “Vivir a la manera existencial” y
“Encontrando y realizando sentido”,
que se define ‘que cuida de alguien’. El término cuidar deriva
es coautor del capítulo sobre Preven- por los años 1140 del latín cōgîtare que quiere decir ‘pensar’
ción de la Iatrogenia en el Manual de y más adelante ‘prestar atención’ y ‘asistir a alguien’; del latín
Psicoterapia con Enfoque Logotera-
péutico y ha publicado artículos en
revistas de logoterapia y psicología 1 Coromines, J. (2011). Breve diccionario etimológico de la lengua caste-
clínica.
llana. Madrid. Editorial Gredos.

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cogitatum aparece ‘reflexión’, ‘cuidadoso’ y ‘cuidador’. Por otro lado, el término cura proviene
del latín cūra que quiere decir ‘asistencia que se presta a un enfermo’. Teniendo esto, se podría
definir al terapeuta como una persona que ejerce una profesión que viene de una larga tra-
dición desde los antiguos griegos, que se dedica al acompañamiento que busca ofrecerles un
cuidado a los otros. Hay que recordar que Heidegger (2009) manifiesta que una de las caracte-
rísticas del Dasein es el sorge o cuidado, por lo tanto, los pacientes podrían buscar el espacio de
la terapia cuando sienten que no pueden cuidarse por sí solos y buscan retomar su capacidad
de cuidarse (Romero, 2011), es decir, que se podría decir que buscan aprender a cuidarse de
nuevo, como si ese cuidado se recupera en parte en la reconciliación consigo mismo.
En esta labor se pasan largas horas sentado con una libreta o sólo escuchando atenta-
mente la vida de otros, que entran y salen de la vida por espacios de tiempo, el terapeuta se
convierte en un invitado a la vida privada de quienes lo buscan, generando una sensación de
satisfacción y de alegría por el trabajo realizado, pero también generando una sensación con-
traria, al estar expuestos repetidamente a historias de sufrimiento, tragedias, falta de humani-
dad y provocaciones de dolor deliberadas, se convierten en un desafío a la fe en la humanidad
(Mahoney, 2005). La labor de psicoterapeuta, como muchas otras profesiones de ayuda, pue-
den generar importantes beneficios a quienes las desarrollan, pero también pueden generar
agotamiento psicológico y/o físico que es conocido con el término burnout. En la actualidad
es claro que la persona y la personalidad del terapeuta es de mucha importancia en su ejerci-
cio profesional (Díaz del Castillo & Martínez, 2013), por eso es clave ayudar a “cuidar al que
cuida” (De Barbieri, 2014), porque lo que cura es la relación (De Barbieri, 2010) y lo que se
cura es la relación. Es decir, que el cuidado que se expresaba arriba es el cuidado que ejerce el
ser-en-el-mundo, que muchas veces se pierde por un exagerado o reducido cuidado de sí, que
le restringe la posibilidad de estar en relación. De esta manera hace aparición la ecuación que
Frankl (2001a): “Ψ = x + y”, es decir, la psicoterapia es la respuesta a la relación sumatoria
del ser único del paciente y el ser único del terapeuta; por lo tanto la relación de ambos es lo
que hace la terapia, pero es esta a la vez la que le suma a la relación permitiendo el cambio;
ese ‘+’ es el eje del cambio, porque está en relación directa con el ‘en’ del ser-en-el-mundo, ese
‘en’ que permite una relación directa entre el ser y el mundo, permitiendo una ampliación del
mundo del paciente, una ampliación del campo fenomenológico.
Se dice entonces que el rol como terapeutas es estar al servicio de esa tarea personal del
paciente facilitando las situaciones y recursos que puedan servirle a tal fin (García Pintos,
2002), pero como se vio antes, una de las características de la relación terapéutica es el ser úni-
co del terapeuta y esta es una invitación al cuidado de sí del terapeuta, porque el cuidado de sí
del terapeuta está en relación con el objetivo de acompañar al paciente en ese volver a cuidar
de sí. Existen estudios sobre el estilo personal del terapeuta, que arrojan resultados sobre las
características personales de este, que son puestas de manifiesto en el acto de la psicoterapia
y juegan un papel en el resultado final (Fernández-Álvarez, García, Lo Bianco & Corbella,
2003), entonces es clave cuidar esas características propias de cada terapeuta para realizar con
mejor capacidad esta vocación de servicio.

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El sentido de vida del psicoterapeuta
El existencialista francés Jean-Paul Sartre (2003) dice “el hombre empieza por existir, se en-
cuentra, surge en el mundo y que después se define… sólo será después, y será tal como se
haya hecho… el hombre no es otra cosa que lo que él se hace… y el hombre será ante todo lo
que habrá proyectado ser”, por tanto, se puede decir que lo que hace la persona con su vida va
definiendo su ‘identidad’ y lo que hace en su trabajo no escapa a esta sentencia existencialista.
García Pintos (2003) manifiesta que el ser humano está llamado a redimir su existencia, a ha-
cer de ella una historia con sentido; no sólo el trabajo hace parte de lo que define –parcialmen-
te– sino que el trabajo colabora en la realización de un sentido a la existencia del ser humano.
Desde la logoterapia se propone que se encuentran tres caminos para el encuentro de
este sentido: valores de creación, experiencia y actitud (Frankl, 2001a, 2001b, 2002, 2003a,
2003b, 2012). Se puede llegar a creer que el ejercicio de la psicoterapia reduce las posibilidades
a los valores de creación, aunque no son los únicos. Para ningún terapeuta es ajena la maravilla
de observar a un paciente que va logrando cambios en su proceso y empieza a moverse de una
manera diferente en el mundo, es poder encontrar valores en que el otro descubra por sí solo
nuevos valores, sentido, que se convierta en una persona en búsqueda de darle un sentido a
su existencia; desarrollar valores de experiencia (Frankl, 2001a) en las posibilidades humanas,
un ser libre y responsable de sus decisiones que escribe su historia y puede volverla a reescribir,
estos valores se realizan por medio de la vida misma (García Pintos, 2013), es aquello que la
vida le da a la persona, es el regalo descubierto a través del sentido del amor que permite ver
lo único e irrepetible de esa persona que entra en la vida del terapeuta. Otra forma de realizar
valores de experiencia se encuentra en el proceso de formación como psicoterapeuta, es un es-
pacio de tiempo donde lo creado por otras personas es transmitido como un regalo del legado
que dejaron al mundo.
Como solía decir Frankl en algunas conferencias o entrevistas, él había encontrado el
sentido de su vida, ayudando a otros a descubrir el sentido de su vida, a través de los valores de
creación se realizan en la tarea realizada, en aquello que se hace para mejorar el mundo (García
Pintos, 2013). Las personas al ir descubriendo un sentido de vida, encuentran profesiones en
donde realizar su proyecto existencial, donde realizar valores (Frankl, 1994; 2012), pero no
es tanto la profesión como tal, sino la tarea que se desarrolla con la misma y el ‘cómo’ se lleva
a cabo, el sentido del trabajo es la forma de realización de los valores de creación, porque el
trabajo puede representar el espacio en el que la peculiaridad de la persona se enlaza con la
comunidad, cobrando con ello su sentido y valor (Frankl, 2001a), porque “lo importante no
es, en modo alguno, la profesión que se ejerce, sino el modo como se la ejerce; que es de no-
sotros mismos, y no de la profesión concreta en cuanto tal, de quienes depende el que se haga
valer en nuestro trabajo es algo personal y específico que da un carácter único e insustituible a
nuestra existencia, y con ello un sentido a la vida” (Frankl, 2001a, p. 170). El sentido no sólo
se da al haber escogido una profesión u oficio en especial, sino en el ‘modo’ como se realiza, es
decir que tiene relación con esa ‘individualidad’ planteada manifiesta en la ‘unicidad’ de quien
ejecuta la labor, su sello particular y que nadie más podría realizarlo de esa forma.
Los valores de actitud hacen parte del proceso de crecimiento y formación de un psicote-
rapeuta desde la logoterapia. Para nadie es una sorpresa que la lectura y entrenamiento desde

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este modelo se develan temas ocultos en la biografía del terapeuta: hacerse consciente y libre
también es parte de la formación de un logoterapeuta y en esos momentos empiezan a desa-
rrollarse los valores de actitud; estos son la oportunidad de una personas de hacerse responsa-
ble de un destino ineludible (Frankl, 2003c), el pasado se hace presente y es el momento de
asumir y dar una respuesta. Es el momento donde se hace conciencia de su vida y la forma en
que se aproxima al mundo a través de su campo fenomenológico, esto permitirá que el pasado
no afecte las futuras relaciones terapéuticas. Por otro lado, el ejercicio terapéutico enfrenta a
quien la ejerce, con temas con una fuerte carga afectiva, historias llenas de dolor y experiencias
que lo confronten con las partes más oscuras del ser humano, el desarrollo de valores de acti-
tud le permite descubrirse y asumir una posición ante esos acontecimientos. La posible muer-
te de un paciente lo enfrentará con la triada trágica y sus mismos límites, mantener el sentido
o redescubrir nuevos sentidos hacen parte del ser del terapeuta que también se encuentra en
un constante devenir.

El cuidado de sí
Es clave tener en cuenta que el trabajo como terapeuta exige una constante evolución, muchas
veces, de formas y en momentos que no se podían haber anticipado o que no se habrían ele-
gido. Igual que los pacientes, los terapeutas también necesitan descanso, ánimo, ocio, apoyo
emocional, risa, amor, propósitos y almas gemelas… es necesario cuidarse a sí mismo. No sólo
para garantizar la calidad de nuestro trabajo con los pacientes. También es necesario cuidar-
se para disfrutar la vida personal (Mahoney, 2005), recuerde que cada consultante tiene un
terapeuta y usted tiene muchos consultantes, entre más enserio se tome la psicoterapia, sus
consultantes lo harán de la misma manera (Yalom, 2007).
Algunas recomendaciones para mejorar la calidad de vida y que van enfocadas a cada di-
mensión:
A nivel físico: el cuidado del cuerpo es importante, para ello se recomienda hacer ejerci-
cio cuatro veces por semana, principalmente ejercicio cardiovascular, una sesión de masajes
profesionales por lo menos una vez al mes ayuda a mantener los músculos con bajo nivel de
tensiones, para ello puede ayudar igualmente los ejercicios de estiramiento o pilates. Descan-
sar diez minutos entre sesiones es una forma de ayudarse a usted y a su consultante (Mahoney,
2005; Yalom, 2007) para ello es recomendable el cambio de espacio físico, caminar por el con-
sultorio o el lugar donde se encuentre para cambiar los estímulos percibidos, oír una canción,
realizar alguna actividad que permita una modificación en la percepción. La alimentación
es clave, mantener una rutina de cinco comidas al día: desayuno, almuerzo y cena, con dos
meriendas de cosas pequeñas ayuda al cuidado del sistema digestivo, disminuir la ansiedad y
mejora el rendimiento, es importante evitar jornadas donde el psicoterapeuta no se alimente,
tener hambre no ayuda a estar presente cuando el consultante está en plena sesión. Las horas
de sueño ayudan a vivir mejor, estar descansado permite mayor rendimiento físico y psicoló-
gico, ya que muchas de las recomendaciones nombradas anteriormente serán también apoyos
en la dimensión psicológica del psicoterapeuta.
A nivel psicológico: para nadie es secreto que las conversaciones que se oyen al interior de
un consultorio no siempre son de felicidad y esperanza, la mayoría –sino la totalidad– de per-

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sonas que asisten a terapia lo hacen porque algo anda mal en su vida y muchas veces, para el
terapeuta, salir de un día de trabajo donde se ha oído problemas de la gente, situaciones sin es-
peranza, sin humanidad y que muchas veces provocan la rabia en la gente o dolor al oírlas no lo
hacen regresar a casa tranquilo y es importante tener un espacio o un estilo de vida que lo ayu-
de a enfrentarse a esta situación, por eso psicoterapeutas reconocidos dicen que hacer terapia es
clave en la vida del terapeuta, ya sea individual o grupal (Mahoney, 2005; Yalom, 2007); hasta
Freud señala que cada cinco años es clave realizar un nuevo análisis (Yalom, 2007), por eso hay
que recordar que la autoexploración es un proceso que dura toda la vida y se recomienda que
la terapia sea lo más profunda y prolongada posible, y que el terapeuta haga terapia en distintas
etapas de su vida (Yalom, 2007). Otras recomendaciones que se encuentran en el libro El don
de la terapia de Yalom (2007) son: el cultivo de las amistades y de las relaciones familiares son
claves en el cuidado del terapeuta. Es paradójico descubrir como los terapeutas trabajan en
ayudar a personas que se relacionen de una mejor manera, amplíen su círculo social, pero ellos
son solitarios, se la pasan encerrados con una sola persona y evitan las actividades grupales;
como que creyeran que la intimidad de la consulta es necesaria para su vida, pero es diferente
esa intimidad para el otro, a tener una relación con intimidad para parte y parte. También se
recomienda tener un equilibrio y diversidad en la práctica profesional, los terapeutas que tra-
bajan con un solo tipo de práctica clínica, pueden generar mayor cansancio o desmoralización;
“si uno desarrolla un conocimiento profundo de sí mismo, elimina la mayoría de los puntos
ciegos y tiene una buena base de experiencia como paciente” (Yalom, 2007, p. 84).
Se puede acudir a psicoterapia, no porque se tenga problemas psicológicos, sino por la
misma naturaleza de la profesión que lo retan constantemente ya que “los desafíos que se
encuentran en el trabajo terapéutico exigen un evolución por parte del terapeuta y que los
diferentes ritmos y direcciones de este desarrollo suelen provocar dificultades en las relaciones
humanas” (Mahoney, 2005, p. 283), es cotidiano encontrar que
el terapeuta promedio, con un buen funcionamiento, sufre la mayoría de los problemas que
cualquier otro ser humano. La ansiedad es habitual, y la ansiedad aguda puede predominar en los
primeros años de ejercicio profesional. La depresión también es frecuente, especialmente después
de pérdidas personales o en pleno agotamiento crónico físico o emocional. Los sentimientos de
soledad son comunes, quizá por estar aislado de la intimidad durante gran parte del día. Los
problemas de salud recorren toda la gama, sin ninguna excepción aparente en comparación con
el resto de la población. Los problemas relacionales parecen ser una fuente habitual de preocu-
pación personal para los psicoterapeutas (Mahoney, 2005, p. 282).

Es importante tener en cuenta que lo visto en las anteriores dimensiones contribuyen al


trabajo con el organismo psicofísico, que permiten la expresión de la dimensión espiritual,
pero que esta se puede potenciar con otro tipo de prácticas que van en pro de las relaciones,
de afinar afectivamente con el otro, en pro de su libertad, es una forma de ayudar al despliegue
de los recursos espirituales de autodistanciamiento y autotrascendencia, que tendrían como
finalidad un afinar de la conciencia.
Para hablar de una de las recomendaciones es necesario tener claro que la forma en que se
comprende lo espiritual en Frankl es diferente a lo que viene a continuación, porque esta es otra
forma de comprender la palabra ‘espiritual’ y ‘espíritu’ que derivan del latín ‘spiritus’ que signi-

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fica soplo o aire, de ahí viene la palabra latina ‘spirare’ que significa espirar: soplar o respirar2.
De aquí proceden las asociaciones de lo espiritual con la respiración, el aliento vital, la energía
vital, la consciencia o el alma, que por lo general se toman como dones divinos que han sido
otorgados; en el sentido más profundo, la respiración es el don último del espíritu (Kabat-Zin,
2009). Este tipo de definiciones lleva a pensar en ejercicios centrados en la respiración, como
la meditación o la atención plena. Por lo tanto, el desarrollo de la meditación contribuye al
despliegue de la dimensión espiritual, ya que, a través de la meditación, la consciencia puede
‘limpiarse’ y llegar a comprenderse a sí misma y a sus condicionamientos. El resultado no es
solamente un sentimiento profundo de bienestar personal, sino también la posibilidad de una
forma más evolucionada de ser humano (Siegel, Germen & Olendzki, 2011). Cuando se habló
de la importancia de realizar psicoterapia, hay que decir que esta podría ser potenciada, ya que
esta tiende a centrarse principalmente en el contenido de la consciencia y no en la transforma-
ción más radical que propone la atención plena (Didonna, 2011). En otras palabras, se diría
que la atención plena puede ser un camino para afinar la propia percepción, las propias pers-
pectivas y la propia consciencia (Kabat-Zin, 2009), permitiendo tener una mayor aceptación
y compasión (Siegel, Germen, & Olendzki, 2011; Gilbert & Tirch, 2011), hacia sí mismo y
los otros. “Una de las tareas más importantes de la terapia es prestar atención a nuestros senti-
mientos más inmediatos ya que representan datos de mucho valor” (Yalom, 2007, p. 84).
La religiosidad como un medio y no como un fin, pertenece al ser humano y es otro ca-
mino que se encuentra debido a la dimensión espiritual, Frankl (1999) plantea que esta es una
decisión existencial, es un ‘decidirse’ hacia valores y no un impulso u obligación. La vivencia
religiosa es un factor protector de los terapeutas ya que pueden tener menos dificultades para
hacer frente a historias de sufrimiento, esta podría ser la explicación de porqué terapeutas que
no son religiosos comienzan a interesarse por las tradiciones espirituales en el mundo (Ma-
honey, 2005). La búsqueda de una vida espiritual se convierte en una herramienta clave en el
cuidado de sí.
El estilo de vida que el psicoterapeuta adquiera será un factor importante en la prevención
del estrés laboral, pero la postura que se tome ante los límites inexorables de todos los seres hu-
manos son clave ya que “a veces, los clientes necesitan creer que la vida personal del terapeuta
sigue un guión de Hollywood, con un bienestar seguro; un apoyo estructurado de la familia,
los amigos; un tiempo de ocio satisfactorio y enriquecedor; un régimen saludable de nutrición,
ejercicio, y de oración o meditación; y un sueño reparador, lleno de dulces sueños sobre anti-
guos tesoros y placeres futuros. Puede ser ‘Humano, demasiado Humano’ (Nietzsche), que los
clientes necesiten creer ese tipo de cosas” (Mahoney, 2005, p. 283), entre más se logre acercarse
a ese ideal, mejores beneficios recibirán los terapeutas y sus consultantes. “El peligro real de
estas creencias es que pueden favorecer que los terapeutas crean finalmente que sus vidas per-
sonales deberían ser perfectas. Cuando no es así pueden, inclinarse a pensar y a sentir que ‘algo
va mal’ (frecuentemente, en ellos mismos, pero también en sus relaciones interpersonales, en
su trabajo terapéutico o en el mundo)” (Mahoney, 2005, p. 283), estas vivencias pueden ser un
llamado para hacer una revisión de su vida y su forma de relacionarse con su profesión. Hay

2 Coromines, J. (2011). Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Madrid. Editorial Gredos.

10
que recordar que un terapeuta es un cobijador de secretos, que cada cita los consultantes los
honran con sus secretos, con frecuencia nunca antes compartidos y que recibir tales secretos
es un privilegio dado a muy pocos (Yalom, 2007), esto es tradicional en esta profesión, ya que
muchas veces esos secretos son dichos por primera vez, hasta a ellos mismos.
La búsqueda de ayuda por parte del psicoterapeuta es una de las preguntas que se pueden
presentar, pero también puede ser simplemente un llamado de aceptación de los límites de
todo ser humano, porque tradicionalmente la sociedad parece creer que el terapeuta es una
persona especialmente dotado para tratar los asuntos humanos e inmune a problemas de esa
naturaleza. Y aunque, de hecho, el terapeuta sepa mucho de la vida, no solo porque ha en-
contrado todo tipo de desórdenes emocionales, sino porque ha percibido una extraordinaria
variedad de creencias y estilos de vida, no se puede arrancar de su condición de mortal (Peter,
2003), la supervisión por parte de profesionales con mayor experiencia le puede ayudar a des-
cubrir esta realidad; no buscarse como perfecto, sino como un ser humano.
Por el hecho de ser profesionales de la salud mental y de la forma en que se viva la profe-
sión también será un riesgo para la adquisición de estrés laboral; cuando el terapeuta es quien
cura a la persona y por esa razón debe curar a las personas, pone en sí una responsabilidad casi
imposible de cumplir, ya que no mide la realidad de su propia naturaleza y de la persona que
trata de ayudar, esta posición de omnipotencia hace que sufra choques con la realidad que van
minando progresivamente la energía y los recursos cognitivos del terapeuta (Pérez, 2005).
La profesión de ayudar a otros es una elección que muchas veces hace a las personas entrar
en procesos de cambio muy importantes en la vida, ya que los hace confrontarse en la cotidia-
nidad del trabajo consigo mismo, y se convierte en un camino de crecimiento constante. El
psicoterapeuta norteamericano Michael Mahoney (2005) quien durante su carrera profesional
se desempeñó como terapeuta de terapeutas, ha escrito una serie de recomendaciones, basadas
en su experiencia, para mejorar la calidad de vida de estos profesionales de la salud mental.
1. Tenga consideración de usted mismo; respete su propio proceso.
2. Descanse adecuadamente.
3. Póngase cómodo.
4. Muévase con frecuencia.
5. Elabore un ritual de transición para dejar atrás el trabajo en el consultorio.
6. Reciba masajes profesionales regularmente.
7. Valore la amistad y la intimidad con su familia.
8. Cultive su compromiso con la ayuda; honre el privilegio de nuestra profesión.
9. Pida y acepte consuelo, ayuda y consejo.
10. Desarrolle una red de apoyo entre sus colegas.
11. Diviértase.
12. Siga su corazón y acoja su búsqueda espiritual.
Toda psicoterapia, y por lo tanto todo psicoterapeuta, debe asumir que la persona con la que
trabaja le reclama un compromiso ético fundamental (García Pintos, 2002). Yalom (2007)
manifiesta que los terapeutas son parte de una tradición que no sólo se remonta a los antepa-
sados psicoterapeutas Freud y Jung, sino también a Nietzsche, Schopenhauer, Kierkegaard,

11
como a Jesús, Buda, Platón, Sócrates, Galeno, Hipócrates y otros líderes religiosos, filósofos y
médicos que desde principio de los tiempos se han ocupado de la desesperación humana.
Para cerrar se puede hacer mención de una reflexión del poeta y dramaturgo irlandés Wi-
lliam Butler Yeats (1865-1939), que se siente muy propia en los caminos de la psicoterapia:
“Podemos transformar nuestras mentes para ser como el agua calma, alrededor de la cual los
seres se reúnan y puedan ver sus propios reflejos y vivir por un momento una vida clara, y
quizá más feroz debido a nuestra calma”.

Referencias
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Yalom, I. (2007). El Don de la Terapia, carta abierta a una nueva generación de terapeutas y a sus pa-
cientes. Buenos Aires. Editorial Emecé.
Butler Yeats, W. http://www.masterenmindfulness.com/frases/

12
la logoterapia en el mundo

Viktor Frankl y Max Scheler


Un ensayo a dos voces
(o dos ensayos a un solo espíritu)
Por Felipe Miramontes / Alejandro Salomón Paredes

1. Iluminando la relación entre Viktor Frankl y Max Scheler1


Felipe Miramontes (derecha)
Licenciado en Psicología, UNAM.
Especialista en Análisis Existencial y Logo- A Max Scheler, por ser el faro al que los logoterapeutas

E
terapia (SMAEL). Psicoterapeuta existencial y analistas existenciales debemos volver la mirada
individual y de grupos por el Círculo de Es- para orientarnos en la construcción de nuestro proyecto común.
tudios en Psicoterapia Existencial (México).
Diplomado en Educación de la Sexualidad.
Estudiante de la Maestría en Filosofía por El pasado 19 de mayo se cumplieron 89 años de la muerte
la Universidad Iberoamericana y de la Li- del filósofo alemán Max Scheler y coincidió con mi conferen-
cenciatura en Historia en la UNAM. Docente
titular en SMAEL. Docente voluntario de cia homónima en el Congreso Colombiano de Logoterapia y
CARDI, A.C. Miembro del Consejo Editorial Análisis Existencial organizado por SAPS (Sociedad para el
de The Annual Review of Logotherapy and
Existential Analysis, del Viktor Frankl Institut
Avance de la Terapia Centrada en el Sentido) llevado a cabo
en Viena. Miembro del Comité Científico, en Bogotá, Colombia. En esta oportunidad pude corroborar
del Consejo Editorial y Corrector de estilo la importancia y la necesidad de conocer más acerca de este
de la Revista Mexicana de Logoterapia.
Autor del libro Encuentro y relación de filósofo y su influencia en Viktor Frankl.
Frankl, Allers y Schwarz en el surgimiento de En el congreso conocí a Alejandro Khaled Salomón Pa-
la logoterapia y el análisis existencial (Edicio-
nes LAG, 2014) y Volver a los escritos de Viktor
redes, logoterapeuta y analista existencial peruano, estudioso
E. Frankl (Ediciones LAG, 2017). de la relación y la aplicación terapéutica de la filosofía de Max
Email: felipemiramontes@yahoo.com.mx Scheler en el análisis existencial logoterapéutico frankliano.
Alejandro Khaled Salomón Paredes A raíz de este encuentro decidimos colaborar profundizando
(izquierda) en dicha temática, por lo que este ensayo doble (esta doble
Lic. en Psicología por la Universidad Inca
Garcilaso de la Vega. Estudiante de la Maes-
llama) es un primer ofrecimiento mutuo para el desarrollo y
tría en psicología clínica y de la salud en estudio profundo de la logoterapia y el análisis existencial en
UNIFE. Docente de la Facultad de Psicología
su vena filosófica esencial.
de la Universidad Femenina del Sagrado
Corazón. Formación en Logoterapia clínica En esta parte del ensayo presentaremos de manera sucin-
en la Sociedad para el Avance de la Psico- ta, aunque muy específica, un recorrido histórico-contextual
terapia Centrada en el Sentido (SAPS), Co-
lombia. Formación en Psicoterapia Gestalt.
acerca de cómo Viktor Frankl conoció y utilizó la obra de
Diplomado en Programación Neurolingüís- Max Scheler para fundamentar su propuesta terapéutica. Asi-
tica por la UIGV. Director del Centro Psico-
terapéutico Logos en Lima, Perú. Coautor 1 Pronto
del libro Encontrando y realizando sentido.
verá la luz de parte de los autores un libro que aludirá de ma-
Diálogo socrático y ejercicios vivenciales en nera más amplia a la influencia scheleriana en el pensamiento franklia-
logoterapia, Perú, Unifé, 2015. no respecto al análisis existencial y la logoterapia, así como a su aplica-
Email: asolomon@cpllogoterapia ción práctica en psicoterapia.

13
mismo, se citarán diversos textos de terapeutas, psicólogos y filósofos destacando sus aportes
al estudio de esta temática.

Presentación del tema


Quizá sorprendería saber que en 1925 Viktor Frankl, con apenas veinte años de edad, escribió
un artículo titulado Psicoterapia y cosmovisión. Para una crítica fundamental de sus relaciones
(Frankl, 2007), el cual fue publicado en el órgano de mayor difusión de la psicología indivi-
dual adleriana, el Internationale Zeitschrift für Individualpsychologie (la Revista Internacional de
Psicología Individual). Porque en esas fechas, el bachiller Viktor Frankl, a punto de ingresar a
estudiar medicina a la famosa Universidad de Viena, conoció el trabajo del psiquiatra vienés
Alfred Adler y se interesó en formarse en su perspectiva teórica.
Por aquel entonces, aunque joven, Frankl se ocupaba de formarse en diversas áreas del
conocimiento, particularmente en psicología, psicoanálisis... y en filosofía, sobre todo en filo-
sofía. Pues aunque aún no decidía su futura especialidad médica, coqueteaba con la psiquia-
tría, por la que se sentía fuertemente atraído. Enamoramiento que devendría amor. Intuía que
las relaciones entre la filosofía y la medicina, o más particularmente entre el existencialismo y
la psiquiatría podrían brindarle un campo de estudio desde donde podría ayudar y también
aportar de manera creativa e innovadora.
La muestra inicial de sus futuros aportes es el artículo antes mencionado. En él, Frankl
propone, entre otras cuestiones fundamentales, tomar en cuenta en la psicoterapia la relación
posible con la filosofía y sus aportes mutuos. Propone, en síntesis, una especie de terapia fi-
losófica –no ya psicológica ni médica–, la cual reconoce en un solo estatus a terapeuta y pa-
ciente, tal es el de ser humano sostenido cada uno por su visión de mundo, o en otras palabras,
por su jerarquía de valores, a través de la cual mira la vida entera. Una verdadera discusión a
la altura de las necesidades del paciente sólo sería posible si se tomaba en cuenta y se respetaba
al mismo tiempo su manera de ver la vida, en una comunicación profundamente existencial.
Discusión filosófica o los inicios de lo que hoy conocemos como asesoramiento filosófico.
Dicha propuesta tomó por sorpresa a más de uno, y hubo quien la vio con buenos ojos,
como una aportación digna de ser tomada en cuenta seriamente. Por otro lado, también hubo
quien no se veía a sí mismo en su trabajo terapéutico fuera de su área de poder y conocimiento
para compartir las profundidades existenciales de sus pacientes. De entre los que sí tomaron
esta propuesta como un avance en la naciente psicoterapia, estuvo Oswald Schwarz, médico
urólogo y filósofo perteneciente al círculo adleriano y maestro del joven Frankl. Él aquilató
esta nueva visión e hizo todo lo posible para promover estas ideas, al punto de buscar ayuda
para la publicación de un libro de Frankl en donde se extendiera en estas consideraciones. El
mismo Schwarz se ofreció a escribir el prólogo de dicho proyecto de libro, en el cual mencio-
naba que las aportaciones de este joven a la psicoterapia eran análogamente importantes a las
realizadas por Immanuel Kant para la filosofía. Exageración o mirada justa para las necesida-
des de la época, el tiempo le dio la razón, pues lo dicho a partir de entonces por Frankl fue
novedoso y revolucionario para la psicoterapia del siglo XX y aún hoy en día.
Quizá hoy el trabajo relacional en psicoterapia, el respeto por la humanidad del paciente,
por su ser persona, la comunicación existencial profunda, parezcan cosa de todos los días, pero

14
en aquel momento en que Freud, Adler y Jung aún ejercían su poderosa influencia en esta
ciencia naciente que era la psicoterapia la horizontalidad del encuentro terapéutico era una
verdadera novedad.
Entonces filosofía y psicoterapia. Psicoterapia y filosofía. No una sin la otra para el emer-
gente pensamiento frankliano. Análisis existencial y logoterapia. Logoterapia y análisis exis-
tencial en forma explícita y explicados a partir de 1938 (cf. Frankl 2007, particularmente sus
dos escritos de 1938 y otro de 1939).
Pero, ¿qué autores influyeron en el pensamiento frankliano? Veamos.

Introducción. Donde Frankl conoce a Max Scheler


En el año 1927 el pensamiento de nuestro joven estudiante de medicina y por entonces psi-
cólogo individual vienés se vio revolucionado y enriquecido por la perspectiva de un filósofo
alemán de nombre Max Ferdinand Scheler. A partir de entonces, la historia de la psicoterapia
se encaminaría por nuevos derroteros, paralelos a los de la psiquiatría existencial. Surge una
nueva aproximación terapéutica cuya propuesta significa un giro copernicano –giro antropo-
lógico, espiritual y fenomenológico en búsqueda del sentido de la vida de cada ser humano–
en relación a lo que se hacía hasta entonces en esta disciplina.
Dicha propuesta está fundada en sólidos pilares filosóficos, como el antedicho Scheler y
otros más, de corte existencial –Kierkegaard, Heidegger, Jaspers, Marcel, Buber, etcétera–, en
cuya summae se encuentra un nuevo paradigma filosófico-terapéutico. Como ya dijimos, su
nombre es análisis existencial y logoterapia, y su particularidad consiste en un diálogo constante
entre sus bases teóricas y sus constataciones prácticas, las cuales se retroalimentan y corrigen
entre sí, mutuamente.
En esta oportunidad se hablará del filósofo que, entre todos los mencionados –y otros–
influyó de manera categórica en Viktor Frankl para la creación de su propia perspectiva tera-
péutica. Haremos un poco de historia, a manera de introducción e invitación a la lectura, para
contextualizar las circunstancias que dieron con el encuentro –espiritual e intelectual– entre
Frankl y Scheler.
Decíamos que era el año 1927, Viktor Frankl contaba ya 22 años y se formaba como
médico en la prestigiosa Universidad de Viena, donde había estudiado su padre y sus prime-
ros maestros: Freud y Adler; asimismo, allí estudiaron dos de sus grandes maestros y amigos,
quienes influyeron en su desarrollo académico y profesional, se trata de Rudolf Allers y el ya
mencionado Oswald Schwarz. Ambos pertenecían a la escuela adleriana de psicología del
individuo, y si bien no casaban enteramente con las ideas de Alfred Adler, sí encontraban en
su pensamiento una buena inspiración para seguir reflexionando por sí mismos. Debido a
aquellas diferencias sustanciales, el año mencionado abandonaron el círculo adleriano. Unos
meses después, a raíz de su fidelidad a estos maestros, Frankl es expulsado del seno dirigido
por Adler.
En ese tiempo, Allers hizo una de las aportaciones más valiosas para la formación intelec-
tual de su alumno y amigo, le presentó la obra de Max Scheler. Desde ese momento, en pala-
bras de Frankl (2016: 59), llevaba consigo bajo el brazo –cual texto sagrado– a dondequiera
que fuese, del filósofo muniqués su Der Formalismus in der Ethik und die materiale Wertethik.

15
Neuer Versuch der Grundlegung eines ethischen Personalismus (es decir, El formalismo en la ética
y la ética material de los valores. Nuevo ensayo de fundamentación de un personalismo ético). O
para nuestra fortuna en la nueva edición castellana, sencillamente Ética (2001).
Del mismo modo, Frankl (Klingberg Jr., 2002: 75) bebió de otra obra fundamental tam-
bién de este autor, su Vom Ewigen im Menschen (De lo eterno en el hombre), cuyo contenido
hoy es imposible conseguir en una edición tal como lo leyera Frankl. Afortunadamente, han
ido apareciendo por separado traducciones al castellano de cada uno de los textos incluidos
en aquella obra scheleriana. Es importante aclarar cuáles eran los cinco escritos que integra-
ban originalmente este libro, para así darnos una idea exacta de qué fue lo que leyó Frankl en
Scheler, y así conocer qué fue lo que tradujo de esta filosofía para su psicoterapia.
La primera vez que aparecieron reunidos los siguientes trabajos en un solo tomo, bajo la
denominación común de De lo eterno en el hombre, fue en 1920:

a) Reue und Wiedergeburt (Arrepentimiento y nuevo nacimiento) (1917)


b) Vom Wesen der Philosophie und der moralischen Bedingung des philosophischen Erkennens
(La esencia de la filosofía y la condición moral del conocer filosófico) (1917)
c) Problem der Religion. Zur religiösen Erneuerung (Problemas de la religión. Para la reno-
vación religiosa) (1917-1918)
d) Die christliche Liebesidee und die gegenwärtige Welt (La idea del amor cristiano y el mun-
do presente) (1917)
e) Vom kulturellen Wiederaufbau Europas (De la reconstrucción cultural de Europa) (1917-
1918).

De estos trabajos, los primeros cuatro cuentan ya con una traducción al castellano, no así
el último. De esta forma, en su revisión tendremos una amplia idea de la influencia scheleriana
en Frankl. Así, podemos vislumbrar, texto a texto, comparándolo con la obra logoterapéutica,
la presencia del pensamiento scheleriano y su transmutación en material para la terapéutica a
manos de Frankl.
Además de los libros mencionados, podemos inferir por sus referencias explícitas que
Frankl leyó otros textos de Scheler, como Cosmovisión filosófica y Muerte y supervivencia. Más
allá de estas lecturas, no tenemos conocimiento certero –al menos yo no encontré información
al respecto–, de que Frankl haya leído otras obras schelerianas, aunque se puede advertir que
operan en la logoterapia y el análisis existencial otros constructos del pensador muniqués, pre-
sentes en otras obras, tales como El sentido del sufrimiento (1923), El puesto del hombre en cos-
mos (1928), Ordo amoris (1933), entre otros. Es probable, aunque poco verificable, que Frankl
haya tenido acercamiento a estos textos. Sobre todo por el impacto que causara la lectura de
los dos libros mencionados, es probable que Frankl haya buscado profundizar aún más en su
filósofo predilecto, y además porque en esos años (1927-28) Scheler era un filósofo que gozaba
de cierto reconocimiento y difusión, por lo cual es probable que en los círculos académicos
en que se movía Frankl se haya encontrado en más de una ocasión mencionado a Scheler.
(Aunque un argumento contrario a esto, a más del desconocimiento que tenemos de las lec-
turas schelerianas que realizó Frankl, es el extraño silencio al que fue relegado este importante

16
e influyente filósofo poco después de su muerte en 1928. Sabemos, además, que debido a su
procedencia judía, sus libros fueron prohibidos a la llegada del nacionalsocialismo al poder.)
Aún tenemos una deuda de estudio profundo de la presencia de Max Scheler en la obra
de Viktor Frankl, porque más allá de las alusiones que este último hace de Scheler en sus
libros, es más lo que no dice, lo que da por sentado, lo que incorpora implícitamente. Nos
toca a nosotros, todos, develar esta influencia. Muchas de las biografías dedicadas a la vida y
obra de Frankl destacan insuficientemente, según mi opinión, la influencia fundamental que
reviste el descubrimiento de Scheler por parte de Frankl y su importancia en la formación
intelectual y espiritual del fundador de la logoterapia. Esta poca atención biográfica acentúa
la poca profundidad que existe en el estudio de la presencia de Scheler en la obra de Frankl y
en su vida misma.
Deseamos que este trabajo sea un primer paso para el comienzo de tal empresa.

Max Scheler, filósofo. Donde se presenta de manera sucinta a este autor
De este filósofo nacido en Munich el 22 de agosto de 1874, hijo de madre judía y de padre
protestante convertido al judaísmo (aunque sin ser un devoto practicante), se dice que era toda
una potencia filosófica desbordada y desbordante, apasionada y caótica, profundo y extenso.
Sin embargo, también se guarda recuerdo de él como de un filósofo poco sistemático, resisten-
te a permanecer demasiado tiempo en una intuición filosófica porque su atención había sido
captada por otra, y luego por otra y así sucesivamente. No obstante estas características de su
personalidad y de su pensamiento, de él dice Eusebi Colomer (1990: 407) que es el “pensador
más genial que la fenomenología ha producido”, y añade: “Husserl superó sin ninguna duda a
su discípulo en exactitud científica. Heidegger le superaría en capacidad de análisis y en cons-
trucción sistemática. Max Scheler, a mitad de camino entre Husserl y Heidegger, es superior a
ambos por el poder y la amplitud de su genio”. Y es que la alta estima que se tenía de Scheler
mientras vivía, tenía ecos en ámbitos tan diversos como el filosófico, antropológico, axiológi-
co, sociológico, político, pedagógico, fenomenológico y religioso.
No obstante, la figura de Scheler no fue siempre bien recordada en estos ámbitos, debido
a sus pasiones contradictorias y muchas veces personales que influyeron en su pensamiento
y en su vida privada. Es probable que debido al alejamiento del pensamiento católico que se
dio en la última etapa de su vida haya sido relegado al olvido; asimismo se mencionó arriba
que por su origen judío y su muerte temprana sus textos fueron proscritos en la época nazi,
con lo cual se disipó la posible influencia que tuvo en su época. Ahora experimentamos un
resurgimiento de su pensamiento con traducciones nuevas de sus textos y algunas reimpresio-
nes y revisiones de otras traducidas en la segunda mitad del siglo XX en lengua castellana (en
España, Argentina y Uruguay). En España gracias en primera instancia a Ortega y Gasset y
José Gaos, y más actualmente a estudiosos y traductores como Juan Miguel Palacios, Sergio
Sánchez-Migallón, entre otros. Crece entonces el conocimiento del pensamiento scheleriano
para ámbitos extra académicos, pues sólo en idioma alemán existe la publicación de las obras
completas de este filósofo.
A decir del propio Scheler en su Puesto del hombre en el cosmos (2003: 21-24), su tarea
filosófica tuvo como hilo conductor la búsqueda, o quizá sería mejor decir construcción de

17
una idea clara y abarcadora, completa, de lo que es el ser humano, una antropología filosófica.
Lo oportuno de esta tarea la resume en la siguiente frase del libro citado: “Cabe decir que en
ninguna época de la historia ha resultado el hombre tan problemático para sí mismo como en
la actualidad”. Siguiendo la propuesta de Mandrioni (1965: 9-11), la antropología sería uno
de los dos polos –el otro sería la ética axiológica–, que en el ser humano confluyen en uno de
los conceptos más notorios y novedosos que propone Scheler para el abordaje de lo humano
del ser humano, su categoría de espíritu (o espiritualidad).
La metodología para abordar esta nueva problemática Scheler argumentaba que los
llamada “ser humano” fue, en un primer momento, la feno- contenidos espirituales son
menología de inspiración husserliana. No obstante, Scheler captados por la conciencia, ya
devino en una fenomenología propia, y he aquí otro de sus que se presentan a ella en un a
geniales aportes, pues argumentaba que los contenidos espi- priori emotivo –es decir, antes
rituales son captados por la conciencia, ya que se presentan a de cualquier experiencia sensible
ella en un a priori emotivo –es decir, antes de cualquier expe- o racional–. Entonces, tales
riencia sensible o racional–. Entonces, tales contenidos dados contenidos dados a un centro de
a un centro de actos espirituales, la persona del ser humano, se- actos espirituales, la persona del
rían los valores, captados en una emotividad espiritual, o para ser humano, serían los valores,
decirlo mejor con Scheler, en un sentimiento de valor. Con captados en una emotividad
ello, tendríamos que decir también que para este autor existen espiritual, o para decirlo mejor con
estratos de profundidad del sentir (cf. su Ética y su Sentido del Scheler, en un sentimiento de valor.
sufrimiento) que coinciden con la tridimensionalidad humana
biológica, psicológica y espiritual.
Estos últimos párrafos nos servirían de agenda para un proyecto de estudio de la influen-
cia de Scheler en Viktor Frankl, aunque aún no abarcaría todo lo que creemos posible como
relación entre estos dos autores.
Max Ferdinand Scheler fallece inesperadamente el 19 de mayo de 1928, a los 54 años
de edad, cuando se había trasladado a Fráncfort para ocupar un nuevo puesto docente en la
universidad de esa ciudad alemana. Con él termina, a decir de Martin Heidegger, con quien
tenía una buena relación, “toda una época de la filosofía alemana, del mundo entero”, es decir
que “un camino de la filosofía había quedado a oscuras. Había muerto pues “el más grande
animal philosophicum de su época (Heinemann en Llambias de Azevedo, 1966: 15).

Viktor Frankl, analista existencial y logoterapeuta. Donde se evidencia


el influjo del filósofo en la vida y el pensamiento del psiquiatra y neurólogo
Tal como dijimos al inicio de este artículo, es probable que Frankl haya comenzado a leer a
Max Scheler en 1927 y en él haya encontrado un asidero del cual sostenerse en épocas de cri-
sis. Por ejemplo, la crisis psicologista que Frankl refiere en sus memorias y ante la que estuvo
a punto de sucumbir (2016: 59). Es preciso decir que para Frankl todo ismo que amenace
la comprensión total del ser humano es un reduccionismo y asimismo un determinismo.
Entonces, este psicologismo ante el cual Frankl se sentía amenazado reducía al ser humano
a una serie de reacciones emocionales que tenían por finalidad devolverle a este un supues-
to equilibrio que se identificaba con la salud y la normalidad, también conocido como

18
homeostasis. Además, esta mirada hacia el ser humano lo explicaba como un ser cerrado
al mundo, inmanentista, o mejor, solispisista, pues todo estaba al servicio del mentado su-
puesto equilibrio, el mundo y los demás seres humanos estaban al servicio de esa búsqueda,
y sólo para eso.
Ante esta mirada, con la cual Frankl no estaba en nada de acuerdo, no le quedaban ya
fuerzas para luchar, y es por esto mismo que cobra una importancia colosal la entrada de
Scheler en el universo frankliano, pues con su mirada espiritual del ser humano, abierto al
mundo, capaz de vivir hacia y para otros, acorde a su conciencia captadora de valores, daba
un fundamento a “las intuiciones juveniles” de Frankl de que el ser humano sí era más que
cualquier determinismo que se le quiera infligir. Podemos citar oportunamente aquí la frase
de Octavio Paz que dice “Tienes los sueños demasiado claros, ahora te hace falta una filosofía
fuerte”, pues parece que describe la vivencia frankliana en aquella época de construcción de su
pensamiento. Sus “sueños claros” del ser humano espiritual encontraron en la de Max Scheler
una “filosofía fuerte” que lo sacó de ese psicologismo y se convirtió en el fundamento de su
análisis existencial y logoterapia.
Recordemos cinco momentos en los que Frankl deja claro que de entre todos fue Max
Scheler su filósofo guía, su faro en la aventura a la que zarpo desde 1925 con su texto sobre
psicoterapia y filosofía.
En su libro Fundamentos y aplicaciones de la logoterapia (2014) Frankl menciona que “la
logoterapia es la aplicación de los conceptos de Max Scheler en psicoterapia”. En sus memo-
rias tituladas Lo que no está escrito en mis libros (2016) reitera lo ya mencionado antes: “Fui
sacudido por Max Scheler, cuyo Formalismo en la Ética llevaba conmigo como una Biblia”. Y
en una entrevista publicada como En el principio era el sentido (2001) responde certeramente a
una pregunta “Siempre me viene a la memoria una bella y sabia frase de mi gran maestro, con
el que, desgraciadamente, nunca llegue a tener trato personal, pero que fue entre todos el que
más influyó en mí, Max Scheler, quien dijo una vez que mirando al faro nos orientamos”. De
igual manera, en un diálogo con el logoterapeuta Eugenio Fizzotti, comenta que “el filósofo y
fenomenólogo alemán Max Scheler es el que más ha influido en mi Weltanchauung (visión del
mundo) personal y ejerció gran impacto en mi formación”. Y por último, Haddon Klingberg
Jr. rescata de sus entrevistas y grabaciones para una biografía frankliana que “los escritos de
Scheler cayeron en las manos de Viktor en un momento crucial. [...] Buena parte de las ideas
de Viktor se deben a Scheler, como las experiencias fruto del descubrimiento que bautizaría
como ‘orgasmos espirituales’”.
Con estos ejemplos esperamos dejar clara la preeminencia que tiene el filósofo Scheler
para esta psicoterapia.

Correspondencias. Donde se menciona y comprende


los temas coincidentes entre ambos autores
Especialistas en logoterapia y análisis existencial de todo el mundo han resaltado y profun-
dizado algunas ideas schelerianas presentes en la obra de Frankl, o en coincidencias entre los
pensamientos de ambos autores. A continuación destacamos algunas de estas temáticas y (al-
gunos de) los estudiosos que las presentan.

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Uno de estos temas destaca la postura humana como un ser responsable, es decir, como
aquel que responde ante la vida, más que cuestionarla (Pareja Herrera, 1989; Klingberg Jr.,
2002). De la misma manera, se comprende la tridimensionalidad del ser humano, en contra-
posición, o mejor dicho, como complemento a la mirada tradicional psicofísica, con lo que
dicha tridimensionalidad pretende superar el reduccionismo psicofísico al que se ha sometido
la realidad humana (Klingberg Jr., 2002; García Pintos, 2007; Bruzzone, 2008). En esta
mirada de triple posibilidad de ser del ser humano, se pone de manifiesto su dimensión par-
ticular, humana, que es la espiritualidad, vista como centro existencial de la persona misma
(Fizzotti, 2006; Bruzzone, 2011). Esta espiritualidad hace al ser humano capaz de enfrentarse
al mundo e incluso a sí mismo, a su propia realidad del entorno pero también a su propia
realidad individual (psicofísica), lo cual en logoterapia y análisis existencial se conoce como
antagonismo psiconoético (o antagonismo noopsíquico, según la traducción consultada), así
como el poder desafiante del espíritu (Pareja Herrera, 1989; Längle, 2000; Klingberg Jr., 2002;
Fizzotti, 2006).
Visto en su calidad de existente (no sólo de ser vivo) el ser humano espiritual se caracteriza
por su apertura al mundo, es decir, estar dirigido al mundo (más allá de sí mismo), y también
estar para el mundo en actitud valoral; dicha capacidad ontológica la conocemos como auto-
trascendencia (Pareja Herrera, 1989; Fizzotti, 2006). En dicho estar para el mundo (y no sólo
hacia él) hay una vivencia particular que responde a la situaciones vitales que se presentan día
a día, la cual, según esta teoría, parte de la conciencia (intuitiva y emocional, que se explicará
más adelante en la segunda parte del artículo) captadora de valores (Längle, 2000; Bruzzone,
2011). A partir de la captación de valores y su vivencia en la realidad concreta se fundamenta
la “doctrina del sentido” y las tres categorías de valores: creación, vivencia y actitud construc-
tiva ante el sufrimiento (Längle, 2000). Por último, se considera al ser humano como ‘persona
espiritual’, definida entonces como centro de actos espirituales, de libertad y responsabilidad,
y cuya espiritualidad puede ser vivida de manera consciente o inconsciente (Pareja Herrera,
1989; Martínez y Martínez, 2016).
A partir de estas directrices (entre muchas otras que existen pero que no mencionamos
aquí, por ser esto sólo una presentación a manera de ejemplo) podemos profundizar en la
relación innegable entre los autores de este texto. Sin embargo, consideramos que no son las
únicas correspondencias existentes, que hay más aún en espera de ser descubiertas, resaltadas
y estudiadas a profundidad, ampliadas y aplicadas en psicoterapia. Veremos a continuación un
ejemplo de ello.

Nuevas correspondencias. Donde se proponen nuevos caminos


para el estudio de la influencia del filósofo en el terapeuta
Creemos encontrar las nuevas relaciones antedichas en la obra de Frankl y en el conocimiento
de la obra de Max Scheler. Incluso podríamos decir, de manera imaginativa, que si leyéramos
a Scheler después de haber leído a Viktor Frankl pensaríamos que el pensamiento del filósofo
alemán es ‘muy logoterapéutico’.
Propongamos pues, sin más demora, algunas nuevas directrices temáticas del análisis exis-
tencial y la logoterapia que, creemos, podríamos comprender mejor acudiendo directamente

20
a los textos schelerianos. Nombraremos tales temáticas acompañadas del libro de Scheler al
cual podríamos acudir en busca de sustento (interpretando que Frankl pudo, o no, haber leído
dicho texto, lo cual al final no importa, pues es algo que quizá no sabremos con precisión, más
sí algo acerca de lo cual podemos ahondar por nosotros mismos).
Al hablar de la tríada trágica: sufrimiento, culpa y muerte destacamos, respectivamente,
los siguientes textos schelerianos: El sentido del sufrimiento, Arrepentimiento y nuevo nacimiento
y Muerte y supervivencia.
Para ahondar en el tema del amor como un sentimiento espiritual intencional, tan caro a
la logoterapia y al análisis existencial, recomendamos acudir a la Ética, Ordo amoris y Amor y
conocimiento.
Dos textos que nos ayudarían a describir mejor la tridimensional humana (biológica,
psicológica y noética) son la Ética y El puesto del hombre en el cosmos.
La exploración de las categorías de ‘libertad de’ y ‘libertad para’ podemos enriquecerla en
el libro Metafísica de la libertad.
Acerca de la comprensión y aplicación del método fenomenológico en la captación de
valores y descubrimiento de sentido (tema del segundo apartado de este ensayo) nos apoyaría-
mos en La esencia de la filosofía y la condición moral del conocer filosófico.
La responsabilidad podemos encontrarla ampliamente descrita en El puesto del hombre en
el cosmos. Sobre la dicha (o alegría espiritual) acudamos a La traición de la alegría.
Un tema poco estudiado por nosotros pero de amplias posibilidades teóricas y metodoló-
gicas con vistas a su aplicación terapéutica y pedagógica del ser humano es el de los estratos de
la vida emocional, del cual podemos tener noticia en lo ya citados Ética y Amor y conocimiento.
Dos temáticas en contra de las que Frankl luchó siempre fueron el odio y la culpa colec-
tiva, la cuales fueron tratadas por Scheler en El resentimiento en la moral.
Sobre la autotrascendencia, de amplia importancia para nuestra mirada antropológica,
puede leerse en Cosmovisión filosófica.
Por último, un tema que hemos venido trabajando de manera aplicada en la formación
humana y en la psicoterapia es el del reciclaje existencial, versión frankliana del aprendiza-
je mediante modelos. La particularidad de esta expresión es que lo que captamos de esos
modelos no son conductas sino actitudes ante la vida, y sobre todo, valores. Desde nuestro
desarrollo este abordaje es aplicable en el trabajo terapéutico y dentro del marco más amplio
de la construcción de nuestra biografía existencial (ambos temas se explicarán con más dete-
nimiento en otra oportunidad). Acerca de la perspectiva scheleriana de esto se lee en El santo,
el genio el héroe.
Hasta aquí este esbozo de nuevas temáticas para ampliar nuestro trabajo logoterapéutico
y de nuestra logoteoría. Creemos que al continuar el estudio de la obra de Scheler podríamos
nutrir nuestro trabajo analítico existencial logoterapéutico, o como dijimos en otra oportuni-
dad, reconociendo y explorando las raíces, en este caso filosóficas, podremos admirar y apro-
vechar mejor los frutos que resplandecen en nuestro árbol espiritual.

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Conclusión. Donde se invita a continuar la investigación filosófica
y la lectura de la segunda parte del ensayo
De entre toda la temática scheleriana, una posibilidad de estudio es la mirada fenomenológica
para la captación de valores en psicoterapia, que será la que a continuación sea expuesta de
manera teórica y aplicada.
Esta parte del artículo la cerraremos señalando seis puntos que creemos importantes para
el abordaje de las raíces filosóficas schelerianas en la práctica y la teoría del análisis existencial
y la logoterapia:

1. Aún hay muchos puntos por investigar, evidenciar y profundizar en el estudio de la


relación Frankl-Scheler.
2. A partir de ello, se podría hacer una reflexión filosófica más profunda de los fundamentos
de nuestra psicoterapia.
3. Con ello ganaríamos en conocimiento teórico para ser aplicado en la práctica en cual-
quiera de las cinco áreas de aplicación de la logoterapia y el análisis existencial.
4. Asimismo, tales aplicaciones tienen una función de divulgación del pensamiento
frankliano para la mejor comprensión del ser humano en nuestro época contemporánea.
5. La formación de logoterapeutas y analistas existenciales se vería fortalecida y la creati-
vidad ampliada con el conocimiento de estos fundamentos filosóficos.
6. Por último, el fortalecimiento de las bases filosóficas resaltaría la investigación en temas
sociales, formativos, institucionales, etc.

Max Scheler estaba interesado en el desarrollo de la psicología en general, y también se in-


teresaba del eco que generaba su obra en amplios círculos de conocimiento, por ejemplo en
nuevas escuelas psicológicas –él siempre se mostró crítico con el psicoanálisis freudiano, de
hecho fue de los primeros filósofos que transcribió sus malestares para con esta perspectiva
psicológica, y quizá también estas críticas de Scheler al psicoanálisis fueron bien avenidas por
Frankl para reforzar las propias–. Así, enterado de cómo sus aportaciones permeaban positi-
vamente en otros círculos, encontramos en el prólogo a la segunda edición en alemán de su
Esencia y formas de la simpatía una mención de un trabajo sobre psicología de la sexualidad de
Rudolf Allers; igualmente, en el prólogo a la tercera edición, habla del analista existencial y
psiquiatra Ludwig Binswanger.
Probablemente, Scheler hubiese quedado satisfecho y orgulloso de la logoterapia y el
análisis existencial, desarrollado, en gran medida, a partir de su obra. Y tal vez en uno de sus
famosos y extensos prólogos a ediciones posteriores hubiésemos encontrado también una
mención de un tal Viktor Frankl que “está haciendo psicoterapia con fundamento en mi filo-
sofía”.

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2. La exploración axiológica en psicoterapia:
la logoterapia y análisis existencial en relación a los valores
Por Alejandro Salomón Paredes / Felipe Miramontes

A todos mis muertos

Este es un ensayo escrito entre dos personas. Una especie de puente entre la historia y la viven-
cia donde se entrelazan inquietudes respecto a la figura del filósofo y antropólogo Max Scheler
y su importancia en la logoterapia planteada por el psiquiatra y psicoterapeuta Viktor Frankl.
Este artículo es un reto, por ser precisamente la articulación del pensamiento fenomenológico
de Scheler y la práctica terapéutica de Frankl, una práctica orientada hacia la realización de
valores y sentido en la vida como expresión y requisito de la salud mental. Esta parte del texto
completa (por ahora) la inquietud principal: cuál es el aporte del filósofo en la logoterapia. Se
abre así la pregunta. Empecemos a responderla desde el setting terapéutico mismo.
¿Qué pasa si una persona llega a consulta muy deprimida refiriendo no tener razones para
vivir? ¿Y si al invitarla a que describa mejor su experiencia comenta que siente un profundo
vacío? El terapeuta puede preguntar si encuentra en su vida aspectos valiosos, que le den
sentido. La persona responde que no, que pareciera que todo lo importante dejó de serlo, la
sensación de que todo hubiera perdido su valor. ¿Cómo afecta esto a la persona? ¿Qué relación
hay entre su depresión y esta pobre percepción de aspectos valiosos en su vida? ¿Qué sentido
tiene comprender la dimensión axiológica de la persona en el proceso psicoterapéutico?
Retomando la axiología de Scheler, la palabra valor hace referencia a lo que es valioso.
Esto valioso refiere una vivencia personal en diversos aspectos de la vida que al realizarlos le
confieren sentido, como relaciones, trabajo, tareas, proyectos y experiencias de todo tipo, in-
cluso aquellas en las que el destino es inmodificable e impone un límite (Frankl, 1997); así
también la percepción del valor propio y la autoestima nos refieren a lo valioso. Existen estu-
dios que demuestran la relación entre diversas condiciones psicopatológicas y la escasa percep-
ción de aspectos valiosos en la vida (Frankl, 2003); en el sentido que el trastorno restringe la
posibilidad de esta captación (Martínez, 2011), perdiéndose de vista lo realmente importante,
es decir, la vida se torna vacía de sentido (Frankl, 2003). La logoterapia como psicoterapia de
la libertad debe orientarse entre otras cosas a clarificar la experiencia actual de la persona en
relación a la vivencia de valores, movilizando la responsabilidad personal del hallazgo de sen-
tido. Este es el trabajo de la logoterapia, una psicoterapia centrada en la apertura a un mundo
de valores que atraen y esperan por nosotros para su realización (Salomón, 2016).
Por supuesto es necesario comprender qué son los valores para así describir su implicancia
en el proceso existencial. Entre las diversas perspectivas nosotros exploraremos la mirada feno-
menológica de Max Scheler, quizá la principal influencia filosófico-antropológica para Viktor
Frankl (Pareja, 2007). Así es que hablaremos sobre el reino de los valores como esencias objetivas
hacia las cuales la persona se abre y tiende, percibiéndolas desde su subjetividad. Sin embargo
tenemos que entender que en la teoría axiológica de Scheler la problemática de los valores se
contempla como una inseparable unidad entre subjetividad y objetividad.

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Teoría fenomenológica de los valores en Max Scheler
Como hemos visto junto a Felipe en la primera parte del artículo, Max Scheler fue un no-
table filósofo y antropólogo alemán quien se interesó en comprender temas humanos como
la libertad, la cultura, el conocimiento, el amor, la religión y la ética. Buscando formas para
aproximarse mejor a estos temas se topó con la fenomenología de Edmund Husserl adoptan-
do su método fenomenológico (Husserl, 2011). Dicho método trata básicamente de realizar una
reducción fenomenológica, es decir, “poner entre paréntesis” o suspender todo conocimiento pre
establecido del mundo (del griego ε’ποχή o epokhe que significa abstención) y tan solo que-
darnos con la experiencia intuitiva directa del fenómeno (lo que se presenta a la conciencia),
describiendo las vivencias propias de tal intuición, absteniéndonos de prejuicios, valoraciones
e interpretaciones sobre los hechos (Reeder, 2011). Y es que Husserl cuestionaba el conoci-
miento mismo, interesado en la apariencia de las cosas y lo que son en realidad; por eso bus-
caría “ir a las cosas mismas” (Martínez, 2013). Al conocer la fenomenología Scheler pensó que
el conocimiento propio de la ciencia es deductivo e inferencial, ya que la experiencia de un
fenómeno viene teñida experiencias y conocimietos previos conformados en teorías y criterios
que explican dicho fenómeno, de símbolos que impiden una mejor aprehensión de la realidad
o del hecho puro. Esta vivencia directa es precisamente la misión de la filosofía fenomenológi-
ca. Así lo explica el mismo Scheler (1970: 69):

Solo puede ser auto-dado (la evidencia vivencial directa) aquello que ya no está simplemente
dado por cualquier clase de símbolo, es decir, de modo que se lo ´mienta´ como mera ´realiza-
ción´ de un signo definido anteriormente en alguna forma. En este sentido la filosofía fenome-
nológica es una continua des-simbolización del mundo.

Max Scheler va a utilizar este método para desarrollar su axiología o teoría de los valores. El
principal concepto que tomará de la fenomenología de Husserl es el de intencionalidad, siendo
esta la estructura misma de la conciencia, y significa que la conciencia es siempre conciencia de
algo, por eso es intencional, siendo esta intencionalidad la que revela la naturaleza relacional
de la realidad humana (Martínez, 2013). Hablar de conciencia refiere tanto al objeto del cogito
(el “qué” de la conciencia o noema) como a la vivencia de la cogitatio (el “cómo”, la “forma” de
la conciencia o noesis), entendiendo que no hay conciencia sin objeto ni objeto sin conciencia
(Martínez, 2013), constituyéndose en una unidad. Sin embargo para Scheler no solo la con-
ciencia es intencional sino la persona misma, la cual no solo en su ser conciencia se intenciona
hacia objetos (todo lo que no es la propia conciencia) sino que desde lo afectivo tiende también
hacia valores, lo que podemos llamar disposición afectiva o gesinnung (Scheler, 2007). De esta
forma Scheler desarrolla una teoría de valores objetivos, materiales, que no son (como los seres)
sino que valen, siendo aprehendidos no por el entendimiento o la razón sino por el sentimiento
(Scheler en Vegas, 2014), siendo estos valores independientes de quien los aprehende (por ser
objetivos). Pero en esta teoría hay algo no menos importante: Scheler distingue entre valores y
bienes, siendo los valores esencias independientes de los bienes en los que se depositan. A este
respecto:

24
Sólo puede haber distinción entre bienes y valores en el sentido de que con el término bienes se
indican las cosas individuales, en cuanto en ellas están realizados los valores, al paso que se deno-
minan valores las esencias o ideas valorales abstraídas de aquellas (Brugger, 1958: 479).

De aquí que los bienes son valiosos en su esencia y esta esencia es el valor. Por eso los bienes
cambian mientras los valores son inmutables; así mismo los fines atraen no tanto por la rea-
lización del fin en sí mismo sino por el valor que lo fundamenta. Scheler utiliza los colores
para entender esto: si una manzana deja de ser roja (si se torna marrón al descomponerse) esto
no significa que el color rojo deje de ser, y estará depositado siempre en alguna otra super-
ficie. Surge una inquietud entonces: ¿realmente era la manzana roja? Fenomenológicamente
hablando no, más bien tenía depositado el color rojo; la manzana puede cambiar pero no el
color.
Desde la axiología scheleriana solo la persona puede captar y realizar los valores por ser
un ser espiritual, es decir, libre y responsable, abierto a un mundo de valores que los otros seres
no pueden experienciar (Scheler, 1957). Los animales por ejemplo, no pueden acceder a las
motivaciones humanas, nunca entenderían para qué son sujeto de experimentos, pues estos
motivos se fundan en valores (Frankl, 2002). La importancia del método fenomenológico está
en tratar de aprehender los valores directamente en la intuición del fenómeno, absteniéndonos
de los prejuicios o juicios de valor, describiendo la experiencia tal cual se vivencia a priori, ya
que una valoración (netamente subjetiva) puede restringir la percepción de un valor (p. e. si
una mujer con experiencias sentimentales dolorosas valora negativamente a un hombre que
recién conoce asumirá una actitud al relacionarse con él, perdiendo así posibilidades de captar
valores; o si una persona con una adicción valora positivamente el consumo pierde de vista los
valores depositados en la acción de no consumir).
Para Scheler los valores tienen un orden a priori según su depositario esencial o se jerar-
quizan según las modalidades de valor (Scheler, 2007). En el primer caso se trata de distinguir
entre las personas y las cosas. A las primeras les corresponde el valor de dignidad (inalienable,
incluso con la muerte), a diferencia de las cosas a las que les corresponde el valor de utilidad
(relativo). En relación a la modalidad de valor, Scheler plantea una jerarquía donde –desde
los más bajos a los más altos– los valores pueden realizarse en aspectos relacionados al disfrute
sensorial de lo placentero, a los que él llamó valores sensibles (p. e. el delicioso sabor que se
encuentra en un plato o las sensaciones agradables en el coito); o en aspectos relacionados a
la vitalidad y la salud, a los que llamó valores vitales (p. e. la satisfacción de realizar una rutina
de ejercicio físico o la sensación de bienestar en general). También aspectos relacionados a la
belleza y la armonía, a los que llamó valores estéticos (p. e. la contemplación de una obra de
arte o la apreciación del orden); así mismo aspectos relacionados al conocimiento y la sabi-
duría, a los que llamó valores intelectuales (p. e. el valor que se encuentra al leer e interiorizar
un libro o la satisfacción al aprender). También aspectos de la vida relacionados a la bondad y
el bien obrar en las relaciones, a los que llamó valores éticos (p. e. la realización de una acción
solidaria); por último aquellos aspectos relacionados con la divinidad o trascendencia, a los
que llamó valores sagrados (p. e. la sensación de profundidad en una oración o la vivencia de
la fe). En la medida en que un valor es más alto referirá ciertas cualidades como mayor pro-

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fundidad en la satisfacción al realizarlo o mayor permanencia vivencial en el tiempo. Todas
estas modalidades pueden ser vivenciadas por la persona en su vida cotidiana en la acción de
ser-en-el-mundo, puesto que los valores esperan por la persona para su realización allá afuera,
en el mundo (existir deriva del latín exsistere, que significa emerger o ir hacia afuera) (Salomón,
2016). Cuando hablamos de valores sensibles y vitales su realización se da movilizada por lo
biológico y lo psicológico (Martínez, 2012), mientras que en el resto de valores se da desde lo
espiritual, porque solo el hombre puede captarlos (en cambio
los animales también tienden al placer y a la vida); como dice Nos podemos “emocionar” frente a un
Frankl, lo espiritual en el hombre es lo específicamente humano trabajo, una tarea, una experiencia;
(Frankl, 2004). De ahí que la realización de valores espiritua- o conmovernos frente al sufrimiento
les otorga sentido a la vida, haciendo que se torne significativa de alguien; o entusiasmarnos frente
(Scheler en Vegas, 2014). a una posibilidad o un proyecto.
Es importante comprender que desde esta perspectiva los Solo en un segundo momento
valores no son pensados ni son captados por el entendimiento reflexivo se atribuye a la experiencia
sino por el sentir, de tal forma que “solo encuentran la res- un significado que es cognitivo
puesta plenamente adecuada en el sentir y el querer” (Brug- (el aspecto lógico del sentido),
ger, 1958: 479). Frankl (1998) solía decir que el sentir tiene más en principio tal aprehensión
mucha más sensibilidad que la mayor agudeza del intelecto, y vivencia de valores es a priori,
lo que no implica que no haya un factor cognitivo en la vi- alógica, prerreflexiva, intuitiva y
vencia de valores (Martínez, 2012). Es así que Scheler plantea fundamentalmente emocional. Vale
una fenomenología del afecto (Scheler, 2007), inspirándose en decir entonces que donde se pueden
la noción de intencionalidad que Husserl tomaría de Brenta- encontrar y realizar valores hay la
no (Martínez, 2013). Si para Husserl la conciencia es inten- posibilidad de encontrar y realizar
cional por tender siempre hacia algo, para Scheler la persona sentido.
es intencional por tender también hacia valores a lo que llama
disposición afectiva (Scheler, 1957), siendo el amor lo que nos moviliza hacia lo valioso en la
vida, por eso para Scheler el amor es un movimiento (Scheler en Vegas, 2014). La emocionali-
dad viene a ser el correlato subjetivo de los valores (Martínez, 2012) que la persona vivencia en
su mundo (el polo objetivo de la existencia). Scheler llamó sentimientos intencionales (Scheler,
2007) a esta dimensión afectiva. Estos sentimientos intencionales –que tienen a los valores
como objetos intencionales a los cuales tienden– se diferencian de los estados emocionales pu-
ramente subjetivos (Vegas, 2014), pues estos no refieren a la experiencia de un valor. Desde
esta axiología fenomenológica, cuando algo valioso en la vida deja de existir, sentimos tristeza;
cuando algo valioso está en peligro sentimos miedo; cuando algo valioso es atacado sentimos
cólera; cuando algo valioso está en su plenitud frente a nosotros sentimos alegría (Martínez,
2012). Así mismo nos podemos “emocionar” frente a un trabajo, una tarea, una experiencia;
o conmovernos frente al sufrimiento de alguien; o entusiasmarnos frente a una posibilidad o
un proyecto. Solo en un segundo momento reflexivo se atribuye a la experiencia un significado
que es cognitivo (el aspecto lógico del sentido), más en principio tal aprehensión y vivencia de
valores es a priori, alógica, prerreflexiva, intuitiva y fundamentalmente emocional. Vale decir
entonces que donde se pueden encontrar y realizar valores hay la posibilidad de encontrar y
realizar sentido.

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A continuación exploraremos cómo Viktor Frankl integra esta axiología fenomenológica
a su antropología y a su teoría de la salud y el enfermar humano antes de conocer la práctica
logoterapéutica en lo que respecta a valores.

La logoterapia como psicoterapia de los valores


Viktor Frankl fue un pionero al incorporar a la psicoterapia la dimensión espiritual del ser hu-
mano. Influenciado por Scheler y por filósofos existenciales como Kierkegaard, Jaspers y Hei-
degger, propuso una visión rehumanizante del hombre, un hombre que no es determinado
por su instinto, por sus genes, por el medio ambiente, por sus aprendizajes, ni por su historia,
sino indeterminado (Frankl, 1994), libre frente a todas estas condiciones, es decir, libre para
responder a lo que la vida le pregunta. Es precisamente de Scheler de quien tomará las bases
para desarrollar su “ontología dimensional”, esto es, ver al hombre como un ser que es unidad
y totalidad, pero a su vez multiplicidad. En esta unidad y totalidad se dan cita lo biológico,
lo psicológico, lo social y lo espiritual (y es que no podrían existir por separado), dándose un
paralelismo obligado entre lo somático y lo psíquico (organismo psicofísico), más respecto a
lo espiritual se da un antagonismo que es solo posible y nunca ya dado. Este consiste en la
posibilidad de tomar una postura ante lo psicofísico y lo social (Frankl, 2004). Entonces lo
espiritual es por definición todo lo libre e incondicionado del hombre, desde donde puede
oponerse a cualquier condición (Salomón y Díaz del Castillo, 2015). Es entonces la libertad
para elegir una actitud algo específicamente humano y es desde la dimensión humana que nos
abrimos a los valores, a aquellas esencias que solo el hombre puede aprehender y realizar. Los
valores atraen a la persona, pero la persona decide hacia dónde ir. Cada situación de la vida
implica la posibilidad de captar y realizar valores y es cada persona concreta en su situación
concreta quien ha de hacerlo eligiendo la opción con más sentido (la que señala la conciencia),
pudiendo también equivocar su decisión y no realizar valores. He aquí la responsabilidad.
Por eso en terapia “el logoterapeuta no consentirá que el paciente se desembarace de toda res-
ponsabilidad y que la eche sobre él, porque la logoterapia es esencialmente educación para la
responsabilidad” (Frankl, 1992: 202).
Del otro lado del sentido y los valores, en oposición dialéctica, se hallan el placer (Lukas,
2004) y el poder. La cultura occidental consumista empuja hacia la felicidad y hacia el éxito
socio-económico, hacia el anhelado equilibrio, a la homeóstasis. Mientras menos malestar en
la vida mejor, mientras menos tensiones nos den el día a día seremos más felices, mientras
más disfrute y mientras más estatus y cosas tengamos nuestra vida será más valiosa. Pero la
existencia humana no se agota en la tranquilidad, ni en el éxito, como lo sugiere la sociedad
orientada al placer y al poder en la que vivimos. La vida humana se realiza en la vivencia del
amor, en la satisfacción del acto ético, en la plenitud de la comprensión, en la entrega a una
tarea o en la renuncia incluso a lo seguro y cómodo si el fin es una causa noble. La vida hu-
mana se realiza por supuesto en el afronte ante la adversidad y el sufrimiento con dignidad.
Pensar entonces que la principal motivación humana es huir del malestar equivale a reducir a
la persona proyectando los fenómenos humanos hacia lo biológico o psicológico únicamente,
pues son las plantas y los animales quienes tienden solo hacia evitar el dolor y preservar la
vida. El hombre requiere un contenido y un compromiso, no le basta vivir, necesita existir.

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No solo se ve empujado al placer o al poder, sino que sobre todo aspira a valores. El éxito y la
felicidad llegan solo como consecuencias de la realización de una causa más grande que uno
mismo (Frankl, 2004).
Los valores son “semáforos en el camino a través de la vida” (Fabry, 2009), siendo señales
que orientan respecto a lo que tiene sentido. Pero estas señales nos llaman, nunca nos empu-
jan. Esto quiere decir que los valores no son imperativos y la persona elige si los realiza o no.
Incluso si una persona obedece a un valor por el deber cae en un “fariseísmo” (Scheler, 2007),
restringiendo así la aprehensión (a priori) del valor. Si bien Scheler distinguió una dimensión
moral en el reino de los valores, esto es, actos moralmente buenos o malos dependiendo de la
preferencia o postergación de valores (p. e. preferir un valor sensible y postergar uno ético está
mal) o si son o no realizados según su polaridad (p. e. dañar a alguien intencionalmente es un
antivalor y está mal), en logoterapia buscamos abstenernos de las valoraciones morales en la
reducción fenomenológica para así hablar de elecciones con más o menos sentido y siempre son
decisiones de la persona en función de lo que considera. Ahí se revela la inalienable responsa-
bilidad del hombre, de lo contrario no tendría que asumir las consecuencias de sus decisiones,
sino que serían los valores los responsables:

Los valores me atraen pero no me empujan. En situación de libertad y responsabilidad me deci-


do por la realización de valores, me abro al mundo de los valores, pero en todo esto no se puede
hablar de un carácter instintivo. Ciertamente no solo lo psíquico sino también lo espiritual tiene
su dinámica; sin embargo, la dinámica de lo espiritual no se fundamenta en lo instintivo, sino en
la aspiración a los valores (Frankl, 2007: 112).

Ser seres espirituales nos faculta para captar y realizar valores. Tal capacidad para percibirlos
afectivamente es llamada en logoterapia afectación (Martínez, 2012) y es manifestación de la
autotrascendencia (Frankl, 1997). Esta es a su vez la capacidad para ir más allá de uno mismo,
ya que “ser hombre significa estar orientado hacia más allá de sí mismo, hacia algo o alguien…
un trabajo que realizar o un ser humano al cual amar” (Frankl, 1997 p. 51). Esta resonancia
emocional en presencia de los valores puede realizarse en una acción que encarna el valor, en
lo que llamamos entrega (Martínez, 2012).
Al igual que Scheler, Frankl toma la idea de que la percepción y realización de valores
espirituales en la vida conlleva a la vivencia de sentido, único y peculiar para cada persona
única y peculiar, por lo que “no existe un sentido universal de la vida, sino solo los sentidos
singulares de las situaciones individuales” (Frankl, 2007: 112). Esta realización puede darse a
través de tres formas o caminos:

a) Valores de creación: tienen que ver con lo que la persona puede dar al mundo, en el
trabajo, el arte, la ayuda, el servicio. Es la entrega al mundo a través de una acción, una
donación, dejándose a sí misma en un segundo plano (Salomón y Díaz del Castillo,
2015).
b) Valores de experiencia: implica recibir lo que el mundo da, y se encuentra en un vínculo
amoroso con otro ser humano, en la contemplación de la naturaleza, en los recuerdos
y vivencias, en los proyectos, etc. (Salomón y Díaz del Castillo, 2015).

28
c) Valores de actitud: se realizan cuando se asume una postura digna ante la adversidad
de la vida, cuando se está frente a una situación inmodificable y solo queda aceptarla
y responderle, implica permitirse estar dolido. Este es según Frankl el camino más ele-
vado, ya que implica encontrarle sentido al sufrimiento, enriqueciéndose la persona y
en la posibilidad de enriquecer a otros también (Salomón y Díaz del Castillo, 2015).
Se trata del “valor supremo”: convertir una tragedia personal en un triunfo (Frankl,
2007). En la realización de los otros valores la persona puede elegir el qué de su situa-
ción, más en el límite solo puede elegir el cómo de esa experiencia.

Cuando lo espiritual se restringe


La vida se plenifica y se torna significativa en la percepción y realización de valores, pero
muchas veces captarlos se vuelve algo difícil. Esto puede ocurrir cuando la afectación como
capacidad autotrascendente se halla restringida. Esta restricción se relaciona a condiciones
somatógenas o psicógenas que limitan el despliegue de las capacidades específicamente hu-
manas (Frankl, 1992). Las restricciones somatógenas refieren daños orgánicos que impiden
el despliegue espiritual, puesto que “un organismo psicofísico apto en cuanto a su función
es la condición para que pueda desenvolverse la espiritualidad humana” (Frankl, 1992: 85).
Cuando se trata de restricciones psicógenas hablamos de que la persona desarrolla modos de
ser para no asumir la responsabilidad de su vida, renunciando libremente a su libertad (Frankl,
1997). Que una persona responda por si misma a las situaciones y condicionamientos de
su vida entraña angustia, frente a la incertidumbre y al riesgo que conlleva elegir, puesto
que “solo un ser que es libre puede llegar a tener angustia y solo un ser que es responsable
puede llegar a ser culpable” (Frankl, 1992: 184). Estos modos de ser implican formas de
evasión, las cuales constituyen reacciones rígidas y automáticas (en alto grado inconscientes)
de huida o de lucha frente al malestar psicofísico y las situaciones donde la persona se siente
en riesgo, lo que Frankl llama pasividades y actividades incorrectas (Frankl, 1992). Estas es-
trategias son las formas a través de las cuales la persona enfrenta la vida, condicionada por
vivencias que implican una pobre percepción del valor propio y del mundo. Tales formas
de afronte se solidifican en la estructura del carácter constituyéndose en modos de ser inau-
ténticos (Martínez, 2011) donde la persona no se apropia de sí misma, se siente definida,
no sale al mundo por el miedo, no se deja ver por los demás, pero tampoco logra ver hacia
el mundo, quedando de alguna forma ciega a los valores. Por esto “el verdadero sentido de
la vida debe encontrarse en el mundo y no dentro del ser humano o de su propia psique,
como si se tratara de un sistema cerrado” (Frankl, 2004: 155). Los valores atraen, pero están
en el mundo y salir a su encuentro puede ser peligroso para un corazón lastimado. Por eso
para encontrar sentido en la vida muchas veces hay que asumir el riesgo de ser auténticos,
dando el “salto de fe” desde donde nos permitamos renunciar al alivio y a la seguridad para
vivir más plenamente. Tan cierto es que “la angustia es la realidad de la libertad en cuanto
posibilidad” (Kierkegaard, 1984: 21).
También podemos referirnos a una restricción noógena, la cual implica una crisis de sen-
tido, esto es, frente a la pregunta por el sentido de la vida no hay respuesta. El hombre al ser
más que solo animal ha perdido la sabiduría del instinto para indicarle por dónde ir, sumado a

29
que se han ido perdiendo las tradiciones que le decían que debe hacer; en su lugar las personas
hacen lo que otros hacen (conformismo) o lo que los demás quieren (totalitarismo) (Frankl,
2004), al no encontrar su propio camino y sus propias respuestas. Ante el empobrecimien-
to de la precepción de aspectos valiosos en la vida Frankl (2004) aparece el vacío existencial,
puesto que es la realización de valores espirituales lo que hace que la vida se torne significativa
(Scheler, 2007). Este vacío no es en sí algo patológico (Frankl, 2003), pero si la persona no lo
afronta responsablemente, es decir, sintiéndolo y permitiéndose conocerlo, se puede desviar la vo-
luntad hacia el placer o el poder con el fin de no sentir el malestar. Estas evasiones suelen aliviar
al hombre momentáneamente pero la insatisfacción de una vida vacía puede dar origen a una
depresión, trastornos de ansiedad e incluso trastornos de la personalidad y cuadros psicóticos
(Frankl, 2003). Al respecto:

Siempre que un ser humano esté insatisfecho en sus estratos más centrales y profundos, su ten-
der adquiere la actitud a sustituir en cierto modo ese estado insatisfactorio por una intención
tendencial hacia el placer. La misma intención tendencial hacia el placer es ya un signo de infe-
licidad interior” (Scheler en Vegas, 2014: 34).

Era característico en Frankl oponerse a las teorías freudianas y adlerianas sobre el principio de
placer y la voluntad de poder respectivamente, puesto que para él estas se constituyen cuando
la voluntad de sentido se frustra, es decir, cuando se deja de encontrar y vivenciar valores, y no
son, como Freud y Adler consideraban, las principales motivaciones humanas (Frankl, 2003).
Ahora veamos la aplicación psicoterapéutica de esta axiología frankliana inspirada en su maes-
tro Max Scheler.

Comprensión axiológica en el análisis existencial frankliano


La logoterapia es una psicoterapia de la libertad, que busca la responsabilidad y la apertura al
mundo de valores. La logoterapia revela y apela al ser espiritual (Frankl, 1992), para lo cual se
sirve del método fenomenológico (Husserl, 2011; Scheler, 1970), para aproximarnos al otro y
su experiencia. Este método es llevado al encuentro psicoterapéutico en forma de actitud fren-
te al consultante y a uno mismo, por medio de un diálogo socrático que facilite el despliegue
de la libertad a través del vínculo entre terapeuta y consultante (Salomón y Díaz del Castillo,
2015).
Veamos cómo se da el método fenomenológico en el proceso logoterapéutico:
La suspensión o epojé (ε’ποχή): se trata de un abstenerse de prejuicios (Jaspers, 2014) o bien
“ponerlos entre paréntesis”. Esto gracias a la posibilidad de autodistanciarse (verse a uno mis-
mo en situación) y así poder descubrirse interpretando, juzgando, significando, valorando,
teorizando o hipotetizando acerca de la otra persona. Esta autocomprensión facilita la suspen-
sión. Esto no significa eliminar lo puesto entre paréntesis (cosa que es además imposible), sino
saber que eso está ahí, que es propio y que no hace referencia necesariamente a la experiencia
del otro. La ventaja es que no se va dialogando a ciegas en piloto automático, sino que se pue-
de tener una mejor comprensión de las experiencias valorativas e intencionalidad del paciente
y cómo resuenan afectivamente en el terapeuta. Al hacer la suspensión éste queda en una mejor

30
posición para verse a sí mismo y a quien tiene junto. Y poder ver al otro es lo que llamamos
diferenciación (Martínez, 2012), la capacidad autotrascendente para poder ver al otro como un
legítimo otro, que piensa, siente, actúa, necesita y anhela, es decir, existe de forma diferente.
La descripción: una vez hecha la suspensión se procede a describir lo que se vivencia. Aquí
hablamos de la antes mencionada disposición afectiva (Gesinnung) (Scheler, 1957), aquel estar
tendidos afectivamente hacia lo valioso, el estar abiertos a percibir “con el corazón” la presencia
del otro. Es el estar junto a otro ente espiritual (Frankl, 2007). La propuesta es describir con
minuciosidad lo observado en la persona del paciente, ya sean las manifestaciones corporales
y los contenidos verbales, así como invitarlo a describir su experiencia emocional, cognitiva,
conductual, motivacional y relacional lo mejor posible, siendo un factor importante que el
terapeuta describa su propia vivencia en la relación, tratándose de un vínculo horizontal, un
encuentro cara a cara, una relación yo - tu. El objetivo de la descripción es la comprensión a
partir de una relación más auténtica. Al respecto dice Jaspers:

Solo lo realmente existente en la conciencia ha de ser representado, lo no dado realmente en la


conciencia no existe. Tenemos que dejar de lado todas las teorías recibidas, las construcciones
psicológicas, las meras interpretaciones y apreciaciones, tenemos que dirigirnos puramente a lo
que podemos entender en su existencia real, a lo que podemos distinguir y describir (Jaspers,
2014: 66).

La horizontalización: ningún aspecto de lo que se va describiendo vale más que otro. Durante
el proceso psicoterapéutico de orientación logoterapéutica es el propio consultante quien irá
encontrando y jerarquizando sus valores gracias al encuentro con el terapeuta. Si bien en lo-
goterapia buscamos ampliar la libertad y la responsabilidad de cada quien en su proceso exis-
tencial, es posible que el terapeuta imponga valores al consultante, aun sin intención, ya sea
dando algún consejo, sugiriendo una acción determinada o dando apreciaciones morales de
afirmación o negación ante la experiencia del otro. Es “el peligro de que el terapeuta se sitúe
por encima de lo que está bien o mal en la vida del paciente y le endose una escala de valores
propia” (Lukas, 2004).
La pregunta: he aquí elemento socrático por excelencia, indispensable para el vínculo en
la psicoterapia de orientación logoterapéutica. La pregunta es el puente tendido que facilita el
encuentro y el conocimiento (Salomón y Díaz del Castillo, 2015). Es parte clave en el diálogo
socrático, e implica asumir una postura de ignorancia, es decir, de un no saber, y como Sócrates
suponía, todo conocimiento comienza en la ignorancia (Salomón y Díaz del Castillo, 2015).
Este no saber implica reconocer aquello que hemos “puesto entre paréntesis”, dirigiendo nues-
tra intencionalidad hacia el otro con el fin de contemplar y de comprender su experiencia, con
sus vivencias, significados y valores. Preguntar es un arte que hay que practicar para ayudar al
otro a que despliegue su arte de responder y existir. Las preguntas fenomenológicas nunca invi-
tan a la explicación o a la interpretación (¿por qué?) sino a la descripción y la comprensión, uti-
lizando el ¿qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿quién o quiénes? y ¿para qué? (Salomón, 2016).
Entonces el diálogo socrático, fundamentado en una actitud fenomenológica, puede ayu-
dar a que a través del vínculo la persona en terapia actualice sus posibilidades de percibir valo-
res, es decir, que “aclare su vista” respecto a qué es lo valioso en su vida y qué está dejando de

31
captar y de elegir, sin que sea el terapeuta quien “prescriba” tales valores o señale los caminos.
Al respecto nos ilustra el maestro:

Aunque ningún logoterapeuta prescribe un sentido, si puede muy bien describirlo. Me refiero
a que puede describir que pasa en un hombre cuando experimenta algo significativamente sin
aplicar a esas experiencias pauta alguna preconcebida de interpretación. Para decirlo en pocas
palabras, nuestra tarea es recurrir a una investigación fenomenológica de los datos inmediatos
de la experiencia vital real. De un modo fenomenológico el logoterapeuta puede ampliar y en-
sanchar el campo visual de este paciente en lo tocante a sentidos y valores, haciendo que cobren
importancia, por así decir (Frankl, 2003: 29) (Cursivas nuestras).

El afán psicoterapéutico apunta a una aclaración axiológica, a un esclarecimiento existencial


(Lukas, 1994) que ilumine las áreas o aspectos de la vida que están a oscuras y en los que no se
alcanza a sentir valores. Por eso, más que como teoría antropológica preferimos comprender al
análisis existencial como “aquel método de tratamiento psicoterapéutico que sirva (al pacien-
te) para ayudarle a descubrir en su existencia factores de sentido y a vislumbrar posibilidades
de valores” (Frankl, 1992: 202).

Aclarando la vista en la terapia


La logoterapia trabaja en lograr que las personas modifiquen actitudes, es decir, cambien la
forma en que se relacionan consigo mismas y con el mundo. Este cambio implica entre otras
cosas una mayor apertura hacia los valores a partir de des-restringir lo espiritual, lo que im-
plica desplegar la autotrascendencia, aquella capacidad del hombre para dejarse afectar por lo
valioso de su vida, que está ahí, esperando a ser sentido y realizado. Esta des restricción hace
referencia a buscar comprender en el proceso psicoterapéutico los modos de ser y con ello las
actitudes, significados y valoraciones que restringen la afectación (percepción afectiva de valo-
res) para así desplegarla y lograr un resonar emocional de la persona con lo realmente impor-
tante de su vida (Fabry, 2009). Finalmente la realización de esos valores recae en la persona,
profundamente libre y responsable para elegir qué camino seguir, la opción que tenga más
sentido para ella. Y cuanta más claridad, mejor.
Para lograr este esclarecimiento buscamos desplegar el autodistanciamiento (Frankl, 2002)
como autocomprensión (Martínez, 2012), reconociendo principalmente las valoraciones sobre
los hechos que puedan restringir la apertura a los valores. Como hemos visto una valoración
(juicio cognitivo de valor) puede limitar la percepción a priori de lo valioso de una situación,
sea una relación, una tarea, un proyecto, una adversidad, etc. Descubrir esto permite desa-
rrollar una actitud fenomenológica por parte del consultante, desde donde puede reconocer
sus valoraciones como propias, comprendiendo su limitación y abriéndose al encuentro de lo
novedoso. Por supuesto el hecho de percibir afectivamente un valor puede modificar la acti-
tud ante la vida sin que haya un despliegue de autocomprensión necesariamente, el cual se da
posteriormente a la afectación. La resonancia afectiva con lo valioso puede ayudar en la resig-
nificación de la experiencia y en una valoración más acorde con el valor presente. Por ejem-
plo, un adolescente con rasgos antisociales en la personalidad, ha desarrollado un modo de
ser “bully” sobre otros adolescentes y adultos, además de conductas y actitudes transgresoras,

32
como parte de sus actividades incorrectas para distensionar el malestar relacionado a su situa-
ción existencial. Durante la terapia el joven se muestra hostil y atemorizante con el terapeuta,
poniéndose de pie haciendo ademanes de golpearlo o levantando la voz para intimidarle. El
terapeuta se permite sentir miedo frente al consultante y le expresa lo que siente, utilizando
socráticamente lo que se da entre ambos en ese momento en favor del proceso, diciéndole que
en ese instante lo que quiere es alejarse de él, de acabar la consulta y no continuar la terapia.
Lo siguiente que el terapeuta expresa resquebraja la armadura del muchacho: “me pregunto y
te pregunto, ¿a cuántas otras personas les pasará lo mismo que a mí, este temor y las ganas de
alejarse de ti, de no volver a verte?”. El joven retrocede y se sienta en el sillón, echando a llorar.
El terapeuta le pregunta qué siente, a lo que él responde “dolor”. ¿Qué posibilidades de valor
intuye afectivamente esta persona? El muchacho con voz
La logoterapia trabaja en lograr que las resquebrajada refiere que esta forma de ser lo está dejando
personas modifiquen actitudes, es decir, sin amigos, pues ya casi ninguno quiere pasar tiempo con
cambien la forma en que se relacionan él. El terapeuta le pregunta ¿para qué haces esto?, ¿cuál es
consigo mismas y con el mundo. Este cambio el riesgo si por un momento dejas de ser de esta forma? El
implica entre otras cosas una mayor apertura joven responde que busca respeto. Teme que si no actúa
hacia los valores a partir de des-restringir de forma hostil no será respetado. Él está cuidando su co-
lo espiritual, lo que implica desplegar la razón herido. La actividad incorrecta que elige utilizar al
autotrascendencia, aquella capacidad del mismo tiempo que lo mantiene seguro, lo mantiene insa-
hombre para dejarse afectar por lo valioso tisfecho. Hay valores de experiencia en la amistad que nota
de su vida, que está ahí, esperando a ser van desapareciendo y el correlato subjetivo es la tristeza.
sentido y realizado. Sin embargo, el miedo a la descalificación y al rechazo lo
empuja mantener la identidad antisocial. El terapeuta, re-
clinándose hacia el consultante, le expresa que en consulta no es necesario que utilice esa
forma de ser, puesto que él lo respeta incondicionalmente, y que más bien el temor anula al
respeto. Luego le pegunta “¿cuántas personas al igual que yo estaremos dispuestas a respetarte
sin necesidad de todo esto?”. La experiencia de abrirse al mundo, el dejarse ver por el otro,
conlleva a una experiencia de valor, pues el muchacho se siente respetado permitiéndose ser
diferente a como viene siendo. La relación terapéutica misma sirvió para apelar y revelar el ser
espiritual, para así decidirse a dar el salto hacia una existencia más responsable y auténtica,
asumiendo el riesgo y la angustia que esta elección conlleva.
Aclarar los valores personales implica como hemos visto en el ejemplo anterior buscar
entre las posibilidades valiosas que atraen, que se presentan a la conciencia y que son captadas
afectivamente, moviendo a la persona a decidirse por lo que tiene más sentido, siendo esta una
decisión totalmente propia. Seguir el rastro de la conciencia para así percibir valores implica
seguir las huellas del sentido (Lukas, 2004), siendo la conciencia el órgano de sentido (Frankl,
1997) que cual brújula nos orienta intuitivamente sobre lo realmente importante. Cierta-
mente cada quien está llamado a encontrar y realizar lo valioso de su existencia, ahí radica la
profunda responsabilidad.
Preguntas socráticas que pueden ayudar a desplegar el autodistanciamiento y la autocom-
prensión de las valoraciones que pueden restringir la captación de valores son:

33
• ¿Qué significa esta situación para ti?
• ¿Qué tan bueno o malo es esto para ti?
• ¿Qué idea tienes sobre él/ella?
• ¿Qué piensas sobre esta situación?
• ¿Qué sientes cuando piensas así sobre esto?
• ¿Lo que piensas sobre esta situación/persona te ayuda o te limita?
• ¿Qué quiere decir esto para ti?

Preguntas que pueden ayudar a desplegar la autotrascendencia como afectación para percibir
valores pueden ser:

• ¿Qué sientes frente a esto?


• ¿Qué sientes frente a esta posibilidad?
• ¿Cómo resuena esto en ti?
• ¿Sientes que esto te emociona?
• ¿Presientes que puede haber algo muy valioso ahí?
• ¿Intuyes que puedes estarte perdiendo de algo muy valioso con esta actitud?
• ¿Qué hay tan valioso allá afuera que no estás viendo?
• ¿Cuánto sentido tiene esto para ti?

El proceso logoterapéutico implica así una apertura hacia los valores y esto lleva a la captación
y realización de sentido. Esta captación se da, como hemos visto, desde lo afectivo, desde el
sentir, por lo que hablamos de una percepción afectiva de valores. Existen diversas estrategias
terapéuticas para desplegar esta capacidad de afectación como el entrenamiento en percepción
de sentido (Martínez, 2012), donde se explora el mundo axiológico en función de su resonan-
cia afectiva.
Aclarar los valores personales implica también una aclaración de la jerarquía axiológica
actual, ya que muchas veces los actos de preferencia y postergación de valores envuelven con-
flictos y dilemas existenciales. Este conflicto tiene su origen en que hay valores aprendidos que
no son vivenciados con coherencia, puesto que no son propios, sino más bien de alguna forma
impuestos por la sociedad, los padres, la cultura (Fabry, 2009), siendo vividos como debeísmos
(Frankl, 2007). Estos valores han sido aprendidos más no aprehendidos. Aclarar este conflic-
to implica revisar qué es auténtico (propio) y qué ha sido incorporado fuera del campo de la
conciencia (Fabry, 2009) y está en disonancia con la propia voluntad de sentido. Para esto se
pueden trabajar listas de valores para clarificarlos según la sintonía con la conciencia (Fabry,
2009) para así jerarquizarlos de forma de acuerdo al sentido que se percibe. Por ejemplo una
persona puede llegar a preferir el consumo de drogas y dejar de lado la familia; trabajar en
clarificar la jerarquía de valores puede ayudar a que la persona tome mayor conciencia de lo
que es realmente importante, colaborando en modificar su actitud ante la vida.
Por otra parte los conflictos de valores suelen estar no solo en relación con debeísmos sino
que pueden tener que ver con una contraposición axiológica, donde dos o más valores pueden
atraer ocasionando un conflicto que puede derivar en una neurosis noógena (Frankl, 1992) si

34
es que la persona decide no decidirse por algún valor. No hay aquí una restricción psicógena
sino un conflicto espiritual, estando la persona en medio de dos o quizá más aspectos impor-
tantes de su vida, teniendo que decidirse por alguna alternativa. Por ejemplo una persona está
frente a la posibilidad de asistir al velorio de su mejor amigo o viajar para un trabajo impor-
tante. Ambas son valiosas y solo podrá realizar una. Aquí la elección se dará en función de lo
que intuya como más valioso desde la conciencia, es decir, la opción con más sentido en ese
momento. La restricción se origina precisamente al elegir no elegir, al postergar la decisión
para no asumir la responsabilidad que angustia (inautenticidad), como una joven que refiere
no saber por cual pretendiente optar, ambos tienen algo que la atrae, ambos son importantes,
pero al elegir a uno deja al otro y no quiere asumir el posible error tras la decisión. Los valores
así no se realizan, constituyéndose la insatisfacción al no dar el salto.
Podemos tomar en cuenta también la posición axiológica, es decir, la orientación de va-
lores. Se proponen dos posiciones: una piramidal y la otra horizontal (Kratochvil en Fabry,
2009). La orientación piramidal implica que existe un valor en la cima y es dominante, siendo
otros menos importantes. El problema es que frente a algún cambio en la vida que implique la
pérdida del valor predominante la persona puede sentir un vacío existencial, ante el colapso de
su estructura axiológica. Quien coloca en la cima el trabajo corre el riesgo de sentirse vacío de
sentido en la vida si pierde el trabajo o se jubila (la conocida “neurosis de jubilación” planteada
por Frankl). Una orientación horizontal en cambio implica que los valores se realizan en varias
áreas de la vida y coexisten de forma paralela unos con otros, de tal forma que si uno se pierde
otros se mantienen (Fabry, 2009). Esto puede ser un seguro de salud mental, por así decirlo.
La captación y realización de valores llena la vida con sentido, pero muchas veces esa
capacidad para captarlos se restringe. Es la misión de la logoterapia ayudar a iluminar todo lo
que está ahí en la vida pero no se alcanza a ver. Al final, la decisión con más sentido recae en
la responsabilidad de cada quien.

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36
la logoterapia en el mundo

Estudio sobre dos notas con que


V. E. Frankl describe el ser personal
Sentido y amor
Juan Fernando Sellés

Resumen: en este trabajo se estudia si las notas de ‘sentido’ y ‘amor’


con que V. E. Frankl describe en sus obras antropológicas a la persona
humana son de orden categorial, es decir, propiedades comunes a los
hombres y referidas a circunstancias concretas de su vida, o más bien
son personales de cada quién, es decir, íntimas o de orden trascenden-
tal y referidas en exclusiva a personas.
Palabras clave: V. E. Frankl, sentido, amor, categorial, trascen-
dental.

Summary: In this work weexamine whetherthe notesof ’meaning’ and


‘love’ in which V. E.Frankldescribes the human personin his anthro-
pological works areof the categoricalorder,that is,commonpropertiesto
all menand referred tospecific circumstancesintheir life,or ratherif they
are personalineach one, i.e., radical in the intimacyor belonging to the
Doctor en Filosofía por la transcendental-order and referredexclusively topersons.
Universidad de Navarra (1994),
profesor Titular de Antropología
Key words: V. E. Frankl, meaning, love, categorical, transcendental.

P
en dicha institución. Ha impartido
15 materias distintas de filosofía,
14 cursos de doctorado y 21 de Preliminares: de los nombres a la realidad
Maestría. Es Profesor Visitante de Para Frankl ‘persona’ no equivale a ‘hombre’, pues la primera
10 universidades extranjeras, la
Panamericana de la Ciudad de
es la dimensión superior del hombre, la más relevante y la que
México. Ha publicado 42 libros, más está por encima de lo psíquico y de lo biológico en nosotros.
de 200 artículos, varias ‘Notas’ y La llama de diversas maneras, a saber, individuo, yo, perso-
‘Presentaciones’ de libros y ‘Reseñas’ nalidad, existencia, espíritu, corazón y devenir. Pero, en rigor,
bibliográficas. Es, asimismo, editor
de 13 libros. Sus dos líneas de
no todos estos términos son adecuados para designar a la per-
investigación son la Antropología sona, pues no todos ellos son sinónimos de la voz ‘persona’.
filosófica y la Teoría del conocimiento. Ahora bien, dejando al margen este punto, y saltando de los
Comenzó su actividad docente, su nombres a la realidad personal tal como el pensador vienés la
investigación y sus publicaciones
desde el inicio de su Tesis Doctoral
entiende, vamos a atender a dos notas reales intrínsecas del
en 1990. sujeto con que el fundador de la logoterapeuta describe a la
e.mail: jfselles@unav.es persona: el sentido y el amor.
Seguidamente se expondrán en síntesis estas característi-
cas tal como el pensador vienés las entiende, pero debe tener-

37
se en cuenta que, según Frankl, ambas requieren de la espiritualidad. Tras la descripción de
ellas se añadirá una breve revisión, ambas cosas de modo conciso porque, dado que los textos
franklianos en los que se describen dichas notas son abundantes y que las revisiones de su sig-
nificación también deberían serlo –el estudio de cada una de ellas daría para un amplio trabajo
aparte–, debemos resumir todo lo posible.
Trataremos, pues, seguidamente del ‘sentido’, que pasa por ser la nota más característica
de toda la obra frankliana, y la que da nombre a su corriente de pensamiento. Al final, aborda-
remos su modo de entender el ‘amor’, que es la dimensión personal superior, tesis que, como
otras centrales de su pensamiento, aceptó de Scheler.1

Sentido (Sinn)
Para alguno de los estudiosos de Frankl “el concepto del sentido de la vida se erige en el eje
y la posición axial de la ontología dimensional existencial”2. En el tratamiento de esta nota
debemos abreviar sobremanera, porque contamos al respecto con excesivos textos en las obras
de Viktor E. Frankl, hasta el punto que su antropología se suele resumir con la expresión ‘bús-
queda de sentido’, o también ‘voluntad de sentido’3. Sobre esta última descripción téngase en
cuenta que Frankl, más que del ‘sentido’ personal, trata de ‘la voluntad’ de sentido, que no es
lo mismo, pues el deseo de sentido no es el sentido4. Nótese además que tal expresión parece
denotar un deseo de orden predicamental, porque la ‘voluntad’ no es la persona, sino de ella.
Por lo demás, es conveniente distinguir entre el sentido personal –tema– y su cono-
cimiento –método–, para centrarnos aquí sólo en el primero y relegar para otro estudio al
segundo. Por tanto, debemos desatender de momento no sólo a la ‘conciencia’ que, según
Frankl, es el ‘órgano del sentido’ (Sinnesorgan)5, es decir, el método adecuado para alcanzarlo,
sino también los ‘caminos’ concretos ordinarios que él indica para encontrarlo, a saber: por la
realización de una obra –a lo que él llama ‘vía activa’–, amando a alguien –lo designa como
‘vía contemplativa’–, y por medio del sufrimiento –‘vía dolorosa’, podríamos decir–6. Tenien-

1 Cfr. nuestro trabajo: Intuición y perplejidad en la antropología de Scheler. Introducción, textos, glosas.
Cuadernos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria, nº 216, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la
Universidad de Navarra, 2009.
2 Cfr. Freire, J.B., Acerca del hombre en Viktor Frankl, Barcelona, Herder, 2002, 105.
3 Para uno conocedor de esta antropología “eso que los filósofos han llamado ser o la verdad puede ser

entendido también como la voluntad de sentido”, Maríñez, A., El sentido de la vida en la obra de Viktor
Frankl, Madrid, Entrelíneas, 2003, 15.
4 Cfr. Caponnetto, M., “La voluntad de sentido en la antropología psiquiátrica de Frankl. Examen

crítico de la categoría frankeleana de la voluntad de sentido a la luz de la filosofía de Tomás de Aquino”,


Philosophica (Valparaíso), 8 (1985) 113-124.
5 Cfr.Frankl, V., La presencia ignorada de Dios, Barcelona, Herder, 1977,103; La voluntad de sentido,

Barcelona Herder, 1988,30; El hombre doliente, Barcelona, Herder, 1987, 19 y 72; Ante el vacío existencial.
Hacia la humanización de la psicoterapia, Barcelona, Herder, 1980, 31; La psicoterapia al alcance de todos,
Barcelona, Herder, 1986, 22.
6 Cfr. Frankl, V., El hombre en busca de sentido, Barcelona, Herder, 1980,109; La voluntad de sentido,

Barcelona Herder, 1988,229 y 248; El hombre doliente, ed. cit., 72; La idea psicológica del hombre,Madrid,
Rialp, 1984,34-5; Ante el vacío existencial, 34 y 93; Búsqueda de Dios y sentido de la vida. Diálogo entre

38
do en cuenta estas precisiones, pasemos a revisar sus textos que versan sobre el ‘sentido’ huma-
no, pero sólo para responder a la cuestión que se busca, a saber: ¿es el sentido un trascendental
personal, es decir, un rasgo radical de la persona humana?, o sea: ¿el sentido es distintivo de
la persona, aunque cada una sea un sentido distinto?, o de otro modo: ¿el sentido no puede
faltar al ser personal?
En muchos textos Frankl indica que no se trata de ‘dar’ o ‘inventar’ un sentido a la
propia vida, sino de ‘encontrarlo’7, asunto relevante, porque parece indicar que si hay que
hallarlo es porque ya está, y si está, es claro que tal sentido no lo hemos puesto nosotros. Esto
denota que nuestro sentido personal no está originariamente en nuestras manos8. De ser así,
tal sentido puede considerarse como ‘constitucional’ y, por tanto, como trascendental. Aho-
ra bien, ¿Frankl admite que lo es? No es del todo explícito al respecto. En correlación con
lo que precede, señala que ninguna persona humana puede dotar de sentido a otra, pues si
nadie tiene enteramente el propio sentido en su haber, tampoco podrá poseer el ajeno. En
cambio, indica que sí se puede construir o fabricar el sinsentido. Cuando trata del sentido
generalmente se refiere al ‘concreto’ que subyace en cada una de las situaciones humanas9,
pero como esta visión es reductiva de cara a responder a la pregunta que arriba hemos formu-
lado, debemos ampliar la mirada. Para Frankl esta ampliación corre este riesgo: “cuanto más

un teólogo y un psicólogo, Barcelona, Herder, 2005, 114; El hombre en busca del sentido último. El análisis
existencial y la conciencia espiritual del ser humano, Barcelona Herder, 1997, 189; Tras las huellas del logos.
Correspondencia con Viktor E. Frankl, Buenos Aires, San Pablo, 1996, 27. RV, 65-6. Logoterapia y análisis
existencial, Barcelona, Herder, 1990,251, 286. M, 54. La psicoterapia y la dignidad de la existencia, Buenos
Aires, Almagesto, 1992,38. Psicoterapia y existencialismo, México, FCE, 4ª ed., 196329-30, 40 y 93.
7 Cfr. La presencia ignorada de Dios, ed. cit., 32, 99-102; El hombre doliente, ed. cit., 18; Ante el vacío

existencial, ed. cit., 30, y 134; La psicoterapia al alcance de todos, ed. cit., 21; En el principio era el sentido.
Reflexiones en torno al ser humano, Barcelona, Paidós, 2000, 38; El hombre en busca del sentido último, ed.
cit., 149; Raisons de vivre, Bellegarde, Ed. du Tricorne, 1993, 59, 64; Psicoterapia y existencialismo, ed. cit.,
31. Entrevista de K-H Fleckenstein a Frankl en Lukas, E., Viktor E. Frankl. El sentido de la vida. El pensa-
miento esencial de Viktor E. Frankl, Barcelona, Plataforma Editorial, 2008, 23.
8 El sentido “no consiste en dar una respuesta, sino de encontrar la respuesta que engarce ese instante

con el sentido de la vida de cada persona en concreto”. Freire, J. B., Acerca del hombre en Viktor Frankl,
ed. cit., 106.
9 “El sentido de la vida difiere de un hombre a otro, de un día para otro, de una hora para otra hora.

Así pues, lo que importa no es el sentido de la vida en términos generales, sino el significado concreto de la
vida de cada individuo en un momento dado”. El hombre en busca de sentido, ed. cit., 107. Cfr. asimismo:
La presencia ignorada de Dios, ed. cit., 101, 104 y 110; Ante el vacío existencial, ed. cit., 33. Si tal sentido
es externo, no puede ser personal. Por eso escribe que: “el verdadero sentido de la vida debe encontrarse
en el mundo y no dentro del ser humano o de su propia psique, como si tratara de un sistema cerrado. Por
idéntica razón, la verdadera meta de la existencia humana no puede hallarse en lo que se denomina auto-
rrealización”. Ibid., 109. “Yo no afirmo que alguien podría, o que yo podría alguna vez para él, determinar
con absoluta seguridad cuál será el sentido acertado en cada situación; pero debemos partir de la base de
que existe un tal sentido, y que ha sido encomendado hallarlo”. Tras las huellas del logos, ed. cit., 30. “La
logoterapia pone énfasis en que el sentido no sólo cambia de persona a persona, sino también de instante a
instante; cada situación tiene su sentido irrepetible y singular”. Ibid., 31. Cfr. también: La psicoterapia y la
dignidad de la existencia, ed. cit., 30.

39
ampliamente inclusivo es el sentido, tanto menos comprensible es”10. En suma, para advertir si el
sentido personal del que nuestro autor trata es trascendental o categorial, es pertinente notar
si, en general, el sentido personal y su búsqueda es una nota distintiva, constante por tanto,
de la persona humana.
En su trabajo Ante el vacío existencial leemos que “en razón de su voluntad de sentido, el
hombre está referido a la búsqueda de un sentido y a su cumplimiento”11. Esto parece indicar
que el ser personal se puede describir como un ‘buscador de sentido propio’. En El hombre
doliente escribe que“preguntar qué es el hombre equivale a preguntar por el sentido del ser hu-
mano”12, que es cuestionarse por tal sentido, no por su búsqueda. Repárese en que la pregunta
(Frage) era para Heidegger el método de su filosofía. En la importancia que Frankl le otorga a
la pregunta parece seguir al pensador de Friburgo, pero a distinción de éste, el de Viena indica
que no se trata de que el hombre pregunte (Frager), sino que más bien es el preguntado (Fra-
gte) por la vida, y ante ella debe responder13.
En Psicoanálisis y existencialismo el padre de la logoterapia indica que “el problema del
sentido de la vida… es la verdadera expresión del ser humano de por sí, de lo que hay de ver-
daderamente humano, de más humano, en el hombre”14, y, según él, lo más humano es lo más
íntimo o personal. Con todo, en esta última obra insiste en que carece de sentido preguntarse
‘en general’ por el sentido de la vida, pues éste siempre está en lo concreto15. Ahora bien, si
está en lo particular, ¿es constitutivo del hombre, aunque se suela descubrir en circunstancias
concretas?
Por su parte, en La presencia ignorada de Dios el fundador de la tercera escuela de psiquia-
tría repite que “el ser humano es un ser de por sí ya orientado a un sentido, aunque apenas
conozca éste último; se trata, como si dijésemos, de un ‘preconocimiento’ del sentido, y esta
especie de precognición constituye la base de lo que llamamos ‘voluntad de sentido’”16. Esta
precognición parece indicativa de que estamos en el plano trascendental o íntimo, pues la con-
ciencia no es de ese nivel, sino del nivel predicamental que acompaña a las acciones humanas

10 Frankl, V., Psicoterapia y humanismo, México, FCE, 1992,64, cursivas en el original. Cfr. asimismo:
El hombre en busca del sentido último, ed. cit., 181 y 191; Logoterapia y análisis existencial, ed. cit., 288.
11Frankl, V., Ante el vacío existencial. Hacia la humanización de la psicoterapia, Barcelona, Herder,

1980, 82. En otro lugar revela el origen de esta concepción suya: “Mi convicción acerca de que la vida está
incondicionalmente plena de sentido se inició como una intuición”.Psicoterapia y humanismo, México,
FCE, 1992,42.
12 Frankl, V., El hombre doliente,ed. cit.,86.
13 “No es el hombre quien ha de plantearse la pregunta por el sentido de la vida, sino más bien sucede al

revés: el interrogado es el propio hombre; a él mismo toca dar la respuesta; él es quien ha de responder a las
preguntas que eventualmente le haya formulado la propia vida”.Frankl, V., La presencia ignorada de Dios,
ed. cit., 19. Al glosar esto Fizzotti habla de ‘giro copernicano’. Fizzoti, E., “Logoterapia: assunti antropo-
logici”, en Chi ha un perché nella vita. Teoria e pratica della logoterapia, Roma, LAS, 1992, 38-40.
14 Frankl, V., Psicoanálisis y existencialismo, México, FCE, 4ª ed., 1963,39.
15 “El problema del sentido de la vida, formulado así, sin más, carece de sentido: está mal planteado, si

se refiere en abstracto a ‘la’ vida y no, en términos concretos, a ‘mi’ vida, tal como se presenta en cada caso”.
Ibid., 80.
16 La presencia ignorada de Dios, ed. cit., 93.

40
que caen bajo la esfera de la ética17. En La voluntad de sentido Frankl señala que el sentido es
la ‘esencia’ humana y, como sabemos, para él, ‘esencia’ equivale a lo radical, cabe decir que el
sentido es lo radical en el ser humano: “el hombre, al interrogarse por el sentido de la vida,
más que eso, al atreverse a dudar de la existencia de tal sentido, sólo manifiesta con ello su
esencia humana”18. También indica que el sentido está al alcance de toda persona19, pero que
todas lo puedan alcanzar ¿indica que se va adquiriendo, o que se cuenta con él originariamente
y que se va descubriendo progresivamente?
En El hombre doliente Frankl sostiene que “lo más profundo del hombre no es el deseo
de poder ni el deseo de placer, sino el deseo de sentido”20. Como se sabe, con el primer deseo
Nietzsche caracterizó al hombre; con el segundo, Freud; y como am-
Frankl sostiene que se puede bos sostuvieron que esto es constitucional, parece que Frankl admi-
dar la vida por el sentido ta, frente a ellos, que lo sea el deseo de sentido. En esta obra también
que descubrimos en nuestra leemos que “la interpretación del sentido supone que el hombre es
existencia, lo cual manifiesta espiritual, y el cumplimiento del sentido supone que es libre y res-
que el sentido es superior a ponsable”21, y si para Frankl la libertad, la responsabilidad y el ser
la vida biopsíquica, pues ésta espiritual son notas de la persona, consecuentemente también lo será
se supedita a aquél; y como el sentido. Allí mismo añade que “si el hombre es, en el fondo, un
lo superior a dicha vida es ser en busca del sentido, y si la búsqueda tiene éxito, se siente feliz;
la personal, el sentido será el sentido, tal como se le manifiesta, es lo que le da el verdadero mo-
personal. tivo de ser feliz”22, texto del que se puede deducir que, más que ‘ser
un sentido’, la persona humana es ‘búsqueda de sentido’. También
aquí se nos dice que “buscar el sentido es lo mismo que existir. Por eso la existencia no puede
encontrar el sentido y el fundamento de su propio ser; no puede ir al fondo de sí misma”23, lo
que equivale a decir que buscar no es encontrar, pero que si se busca es porque el sentido no
falta y, por tanto, el sentido tiene que ser connatural al ser humano.
En La idea psicológica del hombre Frankl sostiene que se puede dar la vida por el sentido
que descubrimos en nuestra existencia24, lo cual manifiesta que el sentido es superior a la vida
biopsíquica, pues ésta se supedita a aquél; y como lo superior a dicha vida es la personal, el
sentido será personal. En otro pasaje agrega: “normalmente el preocuparse por hallar un senti-
do a la existencia es una realidad primaria; es más, la característica más original y primaria del

17 Cfr. sobre este tema: Pacciola, A., “Frankl et la morale”, Carmelus (Roma) 24/2 (1977) 209-242.
18 La voluntad de sentido, ed. cit., 227.
19 Cfr. Ibid., 250.
20 El hombre doliente, ed. cit., 12. Más adelante añade: “Lo que el hombre busca realmente o, al menos,

originariamente, es el cumplimiento del sentido y la realización de valores, en una palabra, su plenitud


existencial (pues de existencial puede calificarse, a nuestro juicio, lo relacionado con la existencia humana y
con el sentido de esa existencia). Lo contrario de la plenitud existencial sería el vacío existencial”. Ibid., 29.
Cfr. asimismo: La psicoterapia al alcance de todos, ed. cit., 14.
21El hombre doliente, ed. cit., 45.
22 Ibid., 66.Cfr. también: La idea psicológica del hombre, ed. cit., 204-5.
23 El hombre doliente, ed. cit., 284.
24 Cfr. La idea psicológica del hombre, ed. cit., 139.

41
ser humano, lo que nosotros llamaríamos un constituens de la existencia humana”25. En este
texto no se habla de un sentido concreto en una circunstancia determinada, sino del sentido
de la ‘existencia’, la cual, como se sabe, equivale para Frankl a ‘persona’. Asimismo, tomando
el sentido en general, escribe que “la característica primaria y fundamental del hombre es su
impronta espiritual y su orientación a un sentido”26.
En Psicoterapia y humanismo el pensador vienés sigue manteniendo la misma tesis general
precedente: “la búsqueda de sentido es una característica distintiva de que se es humano… Lo
que yo llamo ‘voluntad de sentido’ ha de considerarse incluso como la ‘principal preocupación
del hombre’”27. Que dicha tesis sea general no significa que el sentido sea el mismo para todos,
pues añade que “el sentido, siendo único, ha de ser objeto de descubrimiento personal. Ha
de ser buscado y hallado por uno mismo”28. Hasta ahora hemos visto que Frankl sostiene dos
tesis: a) El sentido y su búsqueda parecen constitutivos del ser humano. b) El sentido es con-
creto para cada persona. En síntesis: “ya que el sentido es único, está siempre. Jamás falta”29.
Respecto del primero de los dos puntos precedentes Frankl se muestra taxativo en La
psicoterapia al alcance de todos: “este título (‘El hombre en busca de sentido’) esboza algo más
que un tema: encierra una definición o, al menos, una interpretación del hombre, el hombre
como un ser que en último término y propiamente está buscando un sentido. El hombre está
siempre orientado hacia algo que no es él mismo, bien un sentido que realiza, bien otro ser
humano con el que se encuentra; el hecho mismo de ser hombre va más allá de uno mismo, y
esta trascendencia constituye la esencia de la existencia humana”30. Con todo, en este y otros
pasajes, concreta que la referencia del sentido personal puede ser plural. Ahora bien, de serlo,
el sentido también será plural en dependencia de los referentes. Pero ¿acaso se pueden unificar
las referencias porque exista un referente último? Parece que para Frankl es posible, porque
afirma que por encima de los diversos sentidos está el sentido de la propia existencia, y “quien
conoce el sentido de su existencia, él, y sólo él, está en condiciones de superar todas las difi-
cultades”31, es decir, de dotar de sentido particular a cada una de ellas.
En Logoterapia y análisis existencial Viktor E. Frankl escribe que “en la logoterapia enten-
demos, en general, por sentido el sentido concreto que una persona concreta –en virtud de su
‘voluntad de sentido’– es capaz de deducir de una situación concreta”32. Pero esta descripción

25Ibid., 29.
26Ibid., 154. Cursivas en el original.
27Psicoterapia y humanismo, ed. cit., 29.
28Ibid., 39.
29Ibid., 41.
30La psicoterapia al alcance de todos, ed. cit., 13.
31Ibid., 78.
32Logoterapia y análisis existencial, ed. cit., 266. Más adelante habla de ‘voluntad de sentido’, y reitera

como en muchas obras, que hoy en día, esta voluntad de sentido del hombre se ve frustrada a escala mun-
dial”. Ibid., 283. Repite asimismo que tal sentido “se refiere a lo que una situación concreta significa para
una persona concreta… un hacerse repentinamente consciente de una posibilidad sobre el telón de fondo
de la realidad… No somos los psiquiatras quienes podemos decirle a un paciente… el sentido de su vida
como un todo”. Ibid., 285.

42
toma al tren humano en marcha atravesando diversos paisajes particulares de su trayectoria
vital a los que debe dar sentido con su mirada. La cuestión es dar razón del arranque y de la
stazionetermini del convoy humano y, por encima de esto, saber si cada ser humano ‘es’ un
sentido radicalmente distinto independientemente del recorrido que despliegue o de si logra
o no transitarlo. Por lo demás, no se olvide que, para Frankl, el sentido no es intrínseco sino
trascendente, es decir, que el hombre se refiere a un sentido ‘objetivo’, ‘a algo o a alguien’,
porque “ser hombre va más allá de sí mismo”33, por lo que desacredita la llamada ‘autorreali-
zación’.
Al final de esta publicación, en el trabajo ‘El hombre en busca del sentido último’, se lee:
“al proponerme discutir el significado del sentido me referí a él como a algo que está ‘a ras de
tierra’. Sin embargo, no podemos negar que existe también una especie de sentido elevado
–‘que toca el cielo’, habría que decir–, una especie de sentido último (ultimate Meaning), es
decir, un sentido del conjunto, del ‘universo’, o al menos el sentido de la propia vida como
un todo; en cualquier caso, un sentido de largo alcance. No creo que sea tarea digna de un
psiquiatra –o, por lo que a este tema se refiere, de cualquier otro científico– negar, partiendo
de razonamientos a priori, la existencia efectiva de ese sentido de largo alcance”34. La ventaja
que ofrece este texto es que en él Frankl admite un sentido último para la existencia humana,
es decir, que no se conforma con sentidos parciales alcanzables en las determinadas situaciones
vitales, sino que acepta que cada persona humana tiene que cumplir, tras buscarlo y encon-
trarlo, el sentido definitivo, propio, que se le es propuesto.
El precedente texto sigue así: “si de lo que se trata es del sentido último, es evidente que
éste escapa a nuestra comprensión… La ciencia es ciega para el sentido último… Siempre
queda un resto irracional. Pero lo que es ‘incognoscible’ no tiene por qué ser necesariamente
increíble. De hecho, donde el conocimiento cesa, la antorcha pasa a manos de la fe. Es verdad
que no es posible decidir intelectualmente si cada cosa carece de un sentido último o si, por
el contrario, detrás de todo se esconde dicho sentido. Ahora bien, si esta cuestión no admite
una respuesta intelectual, tal vez estemos en condiciones de ofrecerle –y bien– una respuesta
existencial. Donde fracasa el conocimiento intelectual hay que echar mano de una decisión
existencial. Ante el hecho de que resulta igualmente concebible ver las cosas como absoluta-
mente significativas y como absolutamente absurdas –en otras palabras, ambas balanzas se
equilibran–, nos vemos obligados a lanzar el peso de nuestro propio ser en una de las balanzas.
Y ahí precisamente veo yo la función que debe cumplir la fe”35. El inconveniente de este texto
–de neto trasfondo kierkegaardiano36- estriba en que Frankl sostiene que tal sentido último es
incognoscible de modo natural, y que el hombre sólo se puede abrir a él por medio de la fe, lo
cual supone una cesión al fideísmo.
De admitir lo que precede, la fe –­ de modo parejo al modo de concebirla propio de Kier-
kegaard– no sólo sería completamente heterogénea respecto del conocer natural humano su-

33Ibid., 266. Cfr. asimismo. Ibid., 282.


34Ibid., 287-291.
35Ibid., 287-291.
36 Cfr. al respecto mi trabajo: La antropología de Kierkegaard, Pamplona, Eunsa, 2014.

43
perior, sino que estaría en contraposición con él. Sin embargo, la fe no es sólo un nuevo modo
de conocer, sino que es precisamente la elevación del conocer superior humano, el que se abre
personal y naturalmente a Dios; solo que esa elevación no es fruto del esfuerzo humano, sino
don divino. Esto mismo parece advertirlo Frankl en cierto modo, pues a continuación del
citado texto añade que “en contraste con lo que muchas personas admitirían con gusto, la fe
no ha de identificarse bajo ningún concepto con una especie de pensamiento desprovisto de la
realidad de lo que se piensa: creer es más bien una forma de pensamiento con una realidad
sobreañadida, a saber, la existencialidad del sujeto pensante”37. En suma, en la medida en que
Frankl no le retira el conocer a la fe, en esa medida sortea el fideísmo.
En La psicoterapia y la dignidad de la existencia Frankl se pregunta: “¿Cuál es el sentido de
la vida? Algunos dicen que es ser feliz, alcanzar la felicidad, para otros es perseguir la felicidad.
Yo creo sin embargo que no es la felicidad en sí misma, sino una razón, un motivo para ser
feliz. Si el hombre trata de alcanzar la felicidad como un objetivo, con seguridad no podrá
lograrla, simplemente porque será feliz siempre que haya satisfecho su voluntad de sentido, o
haya amado a otras personas o haya logrado un sentido en su vida”38. Para Frankl la felicidad
es siempre resultado, no lo primero, que es el motivo. En esta misma obra concreta que los
tres aspectos de su logoterapia son los siguientes: “el primero es la libertad de la voluntad, el
segundo es la voluntad de sentido y el tercero es el sentido de la vida, tres aspectos íntimamen-
te relacionados entre sí”39. Nótese que si bien –como Kierkegaard- Frankl vincula la libertad a
la voluntad, nunca liga el sentido con la razón, pues a él le reserva el ámbito de la conciencia,
que Frankl distingue de la razón, y que considera superior a ésta.
En otra obra, En el principio era el sentido, nuestro autor entiende ese sentido como ne-
cesidad:“hay una necesidad, que, además, es la principal necesidad humana…: la necesidad
de sentido”40. Por su parte, en El hombre en busca del sentido último nos dice que“el hombre
se caracteriza en primera instancia por su ‘búsqueda de significado’, más que por la ‘búsqueda
de sí mismo’. Cuanto más se olvida de sí mismo –entregándose a una causa o a otra persona–
más humano se hace. Y cuanto más se implique o se deje absorber por algo o alguien diferente
a sí mismo, más se vuelve él mismo”41. Según esto, el sentido sería externo –‘objetivo’ lo llama
Frankl42–, y por tanto, no sería el sentido ‘propio’. Pero también escribe que “tratar de hallar
un sentido a la vida es una prerrogativa del hombre, y también lo es preguntarse si este sentido
existe realmente o no”43, lo cual indica que se trata del sentido ‘personal’, no del externo.

37Frankl, V., Logoterapia y análisis existencial, ed. cit., 287-291.


38La psicoterapia y la dignidad de la existencia, ed. cit., 28.
39Ibid., 37. cfr. asimismo: Raisons de vivre, Preface, 5. Cfr. Ibid., 17.
40En el principio era el sentido, ed. cit., 41. Cfr. asimismo: El hombre en busca del sentido último, ed. cit.,

185; Logoterapia y análisis existencial, ed. cit. 284.


41El hombre en busca del sentido último, ed. cit., 105. En este sentido más adelante añade: “La percepción

del significado, tal y como yo la veo, podría definirse como la toma de conciencia súbita de una posibilidad
frente a la realidad que le rodea”. Ibid., 188.
42Cfr. Frankl, V., Sacerdocio y sentido de la vida, Milano, Ares, 1970, 33.
43El hombre en busca del sentido último, ed. cit., 178. En esta misma dirección más adelante agrega: “El

sentido de la vida puede hallarse bajo cualquier condición, incluso bajo las más inconcebibles”. Ibid., 188.

44
Por último, en Psicoterapia y existencialismo Frankl defiende una tesis a primera vista lla-
mativa, pues cualquier idealista la podía suscribir, a saber: “el sentido no ha de coincidir con
el ser; el sentido va por delante del ser. El sentido marca la pauta al ser”44, porque sostiene que
el ser del hombre no es fijo, sino cambiante, y que su cambio depende de la libertad personal
humana45. Pero esto, bien mirado, no es idealismo, sino un desarrollo del realismo clásico,
porque admite implícitamente que el ser personal humano no solo ‘es’, sino que es ‘libre’ y
‘cognoscente’, y que estas notas son superiores a aquélla otra. Además, si al hombre le viene el
sentido de fuera como una llamada a conseguir, tiene que irse ajustándose a él.
En esta misma obra se resuelven los interrogantes que el autor ha dejado abiertos en las
precedentes. a) Uno, que el sentido radica en la existencia humana, en la persona: “el hombre
necesita la fuerza que emana del sentido de su existencia. Necesita la llamada y el desafío a
realizar ese sentido”46. b) Otro, que cada sentido personal es distinto y marca toda la vida de la
persona: “cuando hablamos del sentido de la propia existencia, nos referimos específicamente
al sentido concreto de la existencia personal. Por la misma razón, podríamos hablar de una
misión en la vida, señalando que cada hombre tiene una misión que cumplir en la vida. Cada
ser humano es único tanto en su esencia (Wesen) como en su existencia (Existenz) y, por ello,
no es ni prescindible ni reemplazable. Dicho de otra manera, es un individuo particular con
características personales únicas que experimenta un contexto histórico único en un mundo
que ha reservado para él solo oportunidades y obligaciones especiales”47.

Amor (Lieben)
En primer lugar hay que decir que el gran acierto de Frankl en este punto estriba en afirmar
que el amor es personal, espiritual (no psicofísico), es decir, del nivel del ‘ser’ personal y,
además, que el amor se refiere al ‘ser’ personal (no a sus ‘teneres’)48: “el amor trasciende la per-
sona física del ser amado y encuentra su significado más profundo en su propio espíritu, en su
yo íntimo”49. Como distingue tres capas en el hombre –de inferior a superior: cuerpo, psique

44Psicoterapia y existencialismo, ed. cit., 27.


45“El hombre toma decisiones en cada momento, incluso sin querer y contra su voluntad. A través de
estas decisiones, el hombre decide sobre sí mismo. De forma continua e incesante se configura el hombre y
se rehace. El ageresequituresse, de Tomás de Aquino, no es sino media verdad: el hombre no sólo se comporta
de acuerdo con lo que es, sino que se convierte en lo que es de acuerdo con el modo como se comporta…
Lo que llega a ser… lo decide él”. Ibid., 50.
46Ibid., 37.
47Ibid., 57. Esta tesis ya la defendió en una obra precedente: “l´homme est-il unique à la fois dans son

essence et dans son existence. En fin de compte, personne ne peut être remplacé –en raison de la singularité
de l´essence de chaque homme–. El la vie de chacun est unique en ceci que personne ne peut la répéter –par
la vertu de l´unicité de son existence–”. Raisons de vivre, ed. cit., 52.
48Cfr. al respecto: Peschl, M. F., “On the Object of Love: Viktor Frankl´s Stage Model Framework of

Love from a Philosophical Perspective”, en A. Batthyany y J. Levinson, Existential Psychotherapy of Meaning.


Handbook of Logotherapy and Existential Analisys, Phoenix, Zeit, Tucker &Theisen, 2009, 155-176; Ciufe-
rri, R., “Una ganzia di eternità.Frankl e l´amore come nucleo dell´esistenza”, Attualita in Logoterapia, 1/3
(1999) 15-ss.
49El hombre en busca de sentido, ed. cit., 46. Más abajo sintetiza: “Sólo puede sentirse amor por una

45
y espíritu–, en este tema, sostiene que a la primera capa pertenece el sexo, a la segunda el ena-
moramiento y a la tercera el amor. Por tanto, “el amor –afirma, por ejemplo en Psicoterapia y
existencialismo– es la más alta forma posible de lo erótico, como la más profunda penetración
posible en la textura personal de la otra parte, la vinculación con algo espiritual”50. Si bien
es cuestionable que el enamoramiento sea en exclusivo de nivel psíquico, es indudable que el
deseo sexual es corpóreo y que el amor personal es espiritual, íntimo, pues en él el amante está
nuclearmente comprometido.
El segundo gran acierto del pensador vienés respecto de este tema deriva del primero, y
es que si el amor es espiritual (personal) y queda referido al espíritu (a la intimidad personal),
trasciende las condiciones espacio-temporales, propias del cuerpo (y de la psique, en la medi-
da en que ésta se halla unida a aquél): “la persona espiritual, como objeto del verdadero y au-
téntico amor, es, por tanto, insustituible e irreemplazable para el ser que verdaderamente ama,
por ser un ser único y que se da solamente una vez. De donde se desprende, al mismo tiempo,
que el auténtico amor garantiza ya por sí mismo su duración en el tiempo, su perpetuidad”51.
En efecto, si el amor trasciende el tiempo físico, exige perpetuidad, perenne fidelidad52. “Así y
solamente así puede comprenderse que el amor sea capaz de sobreponerse a la muerte del ser
amado, de sobrevivir, solamente así se comprende que el amor pueda ser ‘más fuerte’ que la
muerte, es decir, que la destrucción de la existencia del ser amado. La muerte puede, en efecto,
anular la existencia del ser amado, pero no borra del mundo su ‘ser–así’. Su esencia única es,
como todas las esencias genuinas, algo sustraído al tiempo y, en este sentido, imperecedero”53.

persona, en cuanto tal”. Ibid., 174.En otra obra añade: “El amor es, por tanto, la orientación directa hacia
la persona espiritual del ser amado, en cuanto algo único e irrepetible (rasgos que hacen de ella, una perso-
na espiritual”. Psicoanálisis y existencialismo, ed. cit., 163. Y más adelante: “El que verdaderamente ama no
ama, precisamente, algo ‘en’ el ser amado, sino que lo ama a él mismo; no ama, por tanto, algo que el ser
amado ‘tiene’, sino lo que él ‘es’. Quien verdaderamente ama ve, por decirlo así, a través del ‘ropaje’ físico
y psíquico de la persona espiritual, para poner los ojos en esta persona misma. No ve, por tanto, un ‘tipo’
de cuerpo capaz de excitarle, ni tampoco un tipo de alma capaz de conmoverle, sino que ve al mismo ser
humano, a la persona misma a quien ama como un ser incomparable e insustituible”. Ibid. 163. Y un poco
más abajo insiste de otra forma en lo mismo: “En su amor, quien verdaderamente lo siente, no ‘tiene en mientes’
–mentar, intendere– jamás esas o las otras cualidades psíquicas o físicas que puedan darse ‘en’ la persona amada,
este o aquel modo de ser que la persona ‘tenga’, sino lo que el ser amado ‘es’, como algo único en el mundo”. Ibid.,
164. Cursivas en el original.
50Psicoanálisis y existencialismo, ed. cit.,162.
51Ibid., 165. a lo que seguidamente añade: “El auténtico amor se mantiene como una relación espiritual

con lo que hay de espiritual en el ser amado, como el hecho de percatarse de la existencia de un tú en su
ser–así–y–no–de–otro–modo, a salvo de aquella temporalidad que pesa sobre los simples estados de sexua-
lidad corporal o de erotismo anímico”. Ibid., 165. Cursivas en el original.
52“La fidelidad es siempre una exigencia del verdadero amor; pero solamente se la puede plantear el

amante mismo, nunca la persona amada”. Ibid., 188.


53Ibid., 165. Más abajo manifiesta: “Por tanto, el amor no tiene nada que ver con la corporeidad del ser

amado, hasta el punto de que puede sobrevivir a su muerte y mantenerse vivo hasta la muerte del ser que ama”.
Ibid., 167. Y más abajo añade que quien se preocupa de destacar la corporeidad manifiesta lo que tiene de
no específico. Cfr. Ibid., 175.

46
Recuérdese que, al distinguir Frankl entre ‘esencia’ y ‘existencia’ en el hombre, estima
–como Nédoncelle54– que la primera es superior a la segunda. En consecuencia con dicha
superioridad, refiere el amor a la esencia: “el amor entraña esencialmente el ser–así de una per-
sona, hasta el punto de que su existencia apenas si tiene importancia”55. Entiende por ‘esencia’
lo más profundo del ser humano, lo que caracteriza su novedad e irrepetibilidad56. Por eso
afirma que “la auténtica intentio amorosa penetra hasta aquella zona profunda del ser en que el
ser humano no representa ya un ‘tipo’, sino un individuo único, el único ejemplar incomparable e
insustituible, dotado con toda la dignidad de lo que es único en el mundo”57. Es manifiesto que
esta tesis recuerda a Escoto, pero a ella el vienés añade algo más, a saber, que la ‘esencia’ de la
persona humana no es fija, sino creciente: “en el acto espiritual del amor no sólo captamos
lo que la persona ‘es’ en su peculiaridad y singularidad, lo que podríamos llamar la haecceitas
de la terminología escolástica, sino también lo que puede llegar a ser, en esa su peculiaridad y
singularidad única, es decir, la ‘entelequeia’”58.
En La presencia ignorada de Dios Frankl vincula el amor al conocimiento del siguiente
modo: “también el amor intuye; también él percibe un ser que todavía no es, pero no, como
la conciencia, un ‘ser que debe ser’, sino que ese ser que todavía no es que descubre el amor es
solamente un ‘ser que puede ser’. Es decir, que el amor contempla y descubre posibles valores
en el tú amado”59. En La voluntad de sentido añade que el conocimiento vinculado al amor
penetra en la irrepetibilidad personal: “el amor se diferencia del encuentro, porque el amor no
valora a la pareja sólo en una calidad humana sino que capta también lo que hay de único y
singular en él”60. Este asunto lo repite en Raisons de vivre61.
Por su parte, en El hombre doliente Frankl expone el valor trascendente del amor personal
humano: “el amor se revela como uno de los dos aspectos de eso que yo llamo la autotrascen-
dencia de la existencia humana. Entiendo por tal el hecho antropológico fundamental de que
el ser humano remite siempre, más allá de sí mismo”62. Sigue sosteniendo que el amor es per-

54Cfr. al respecto mi trabajo: La antropología trascendental de Nédoncelle, Madrid, Apeiron, 2015.


55Frankl, V., Psicoanálisis y existencialismo, ed. cit., 167. Cursivas en el original.
56Cfr. Ibid., 186.
57Ibid., 176. Cursivas en el original.
58Ibid., 181.
59La presencia ignorada de Dios, ed. cit., 35. Más abajo sigue abundando en la misma tesis: “Ambos, tan-

to la conciencia como el amor, sólo tienen que ver con el ser absolutamente individual”. Ibid. “El amor es,
en verdad, lo primero y lo único que está en condiciones de contemplar a una persona en su singularidad,
de verla como ‘el individuo absoluto’”. Ibid., 38.
60La voluntad de sentido, ed. cit., 211.
61“Je dirais que l´amour humain est cette capacité qui lui permet saisir l´autre être humain en ce qu´il a

d´incomparablement unique… Chaque personne est irremplaçable et si elle ne l´est pas pour d´autres, elle
l´est pour ceux qui l´aiment”. Raisons de vivre, ed. cit., 20.
62El hombre doliente, ed. cit., 58-59. En la entrevista de K-H Fleckenstein a Frankl se lee: “El ser huma-

no está ahí para superarse, a sí mismo, para olvidarse, para perderse, de vista, para hacer caso omiso de sí
mismo en la medida en que se entrega a una cosa o a un prójimo. Esto es lo que yo entiendo por autotras-
cendencia. Sólo en ella se vuelve el ser humano verdaderamente humano”. Lukas, E., Viktor E. Frankl. El
sentido de la vida, ed. cit., 20.

47
sonal y referido a personas63, no al cuerpo de las personas64; y continúa haciendo hincapié en
la irrepetibilidad de la persona a la que el amor se refiere65. Con lo dicho es claro que Frankl
entiende el amor a nivel trascendental, íntimo.
Con todo, a la tesis previa todavía le cabe una duda, a saber: si Frankl toma al amor
como trascendental, es decir, ¿lo hace equivalente a la persona? Frankl parece responder a esta
cuestión en La presencia ignorada de Dios sosteniendo que: “por amor entendemos ese acto
humano espiritual que nos permite captar a otra persona en su esencia íntima, en su modo
de ser concreto, en su unicidad, en su realidad única; más no sólo en su esencia y en su modo
peculiar de ser, sino también en ese valor para nosotros que nadie podría suplantar en ese su
tener que ser, y esto quiere decir: afirmarla”66. Pero esta respuesta no deja del todo clara la cues-
tión, porque no se explicita si el amor como ‘acto’ es la persona o es de ella y, por tanto, hay
que seguir manteniendo la pregunta formulada.
En La psicoterapia al alcance de todos Frankl sigue sosteniendo que el amor es personal,
referido a una persona concreta67, acompañado de conocer personal68, aunque su sede no es la
razón, sino el corazón69. Añade que el amor no sólo está abierto al ‘ser’ de una persona, sino a
su ‘poder ser’: “al compañero en una relación de amor verdadero se le trata como una persona,
se le considera como un tú. Por tanto, podríamos decir que amar significa poder decirle ‘tú’
a alguien; pero no sólo esto, sino poderle decir también ‘sí’, esto es, no sólo aprehenderle en
toda su esencia, en su individualidad y unicidad, tal como hemos dicho anteriormente, sino

63“El amor, cuando es auténtico, es siempre amor de persona a persona y, por tanto, ‘de espíritu a es-
píritu’, no ama mi organismo a otro organismo, sino el yo a un tú. Por eso y sólo por eso el amor puede
sobrevivir al envejecimiento –fundamentalmente, el envejecimiento del organismo– y a la muerte del ser
amado”. El hombre doliente, ed. cit., 158.
64“Si el amante trasciende la corporeidad del ser amado, trasciende también su mortalidad”. El hombre

doliente, ed. cit., 158. “Si sólo se tienen en cuenta las características corporales o las cualidades psíquicas,
no hay una actitud amorosa, sino enamorada; la actitud amorosa hacia otro se distingue en que el cuadro
sintomático externo e interno apunta hacia la persona que en él se manifiesta… El amor es amor entre un
yo y un tú, o no es amor en absoluto”. Ibid., 226.
65“El amor supone un paso más respecto al encuentro, ya que no se limita a acoger al semejante en su

condición humana, sino además en su unicidad y singularidad o, lo que es lo mismo, como persona. Por-
que la persona no es un ser humano como los otros, sino diferente de los otros, y en esa diferencia resulta
ser algo único y singular. Y sólo cuando el amante acoge al amado en su unicidad y singularidad, éste se
convierte para él en un tú”. Ibid., 59.
66La idea psicológica del hombre, ed. cit., 155.
67“Amar no significa nada más que poder decir ‘tú’ a la otra persona, reconocer su unicidad y aceptarla

en lo que vale. Y así, poderle decir no sólo ‘tú’, sino también ‘sí’”. La psicoterapia al alcance de todos, ed. cit.,
178.
68“No se puede decir que el amor verdadero es ciego; esto sería válido, a lo sumo, para el enamoramien-

to. El amor verdadero devuelve la vista a los hombres, y no sólo esto, sino que además los convierte en
clarividentes”. Ibid., 94. Más abajo se lee: No se está en lo cierto cuando se afirma que el amor es ciego. Al
contrario, el amor hace ver, hace incluso profetas… El amor lleva implícita una función cognoscitiva, es
decir, de conocimiento”. Ibid., 178.
69“Si queremos tender un puente de persona a persona… las cabezas de puente no tienen que ser preci-

samente las cabezas, sino los corazones”. Ibid., 178.

48
aceptarle en lo que vale. Así pues, no consiste en ver sólo el ‘ser-así-y-no-de-otro-modo’ de una
persona, sino en ver al mismo tiempo su ‘poder ser’, su ‘deber ser’, esto es, ver no sólo lo que
realmente es, sino también lo que puede ser o lo que deberá ser”70. Como se puede advertir,
aquí Frankl añade al ‘¡qué bueno que existas!’–con que Pieper describía el amor71 –, el poder
ser, lo cual implica conocer que la persona humana no es fija sino creciente, y que el amor se
abre al ‘será’, al futuro personal.
En Logoterapia y análisis existencial, tras indicar que el cognoscitivo e intencional ‘estar
junto a’ que caracteriza a los seres espirituales entre sí se hace posible por la mutua entrega
amorosa, añade que “se puede definir el amor como poder llamar tú a alguien y además poder
aceptarle positivamente; en otras palabras: comprender a una persona en su esencia, tal como
es, en su singularidad y peculiaridad, pero no sólo en su esencia y tal como es sino también en
su valor, en su deber ser, y esto quiere decir aceptarle positivamente”72. Si se tiene en cuenta
que tal amor comporta el conocer personal de una persona a otra persona en su acto de ser (al
que Frankl llama ‘esencia’) como la persona novedosa que es y está llamada a ser, y que es acep-
tación de ella, a esta descripción nada se le puede reprochar, porque manifiesta que tal amor es
de orden trascendental. Con todo, Frankl no indica que el amor esté acompañado de conocer
personal, sino que el amor es contemplativo, intuitivo73. Además, huyendo de vincularlo con
lo racional, lo enlaza con lo emocional74. En algún pasaje de esta obra lo designa –por influjo
de Binswanger’– como un ‘existencial’75. Por lo demás, en esta obra reitera que “experimentar
a alguien en toda su singularidad y peculiaridad significa amarle”76.
Alguna de las anteriores tesis la sigue afirmando en su obra En el principio era el sentido77,
y asimismo en El hombre en busca del sentido último78, a lo que añade que el amor y la con-
ciencia tienen sus raíces en el inconsciente espiritual79.

70Ibid., 94.
71Cfr. Pieper, J., El amor, Madrid, Rialp, 1972.
72Logoterapia y análisis existencial, ed. cit., 81.
73“El amor, y sólo él es capaz de contemplar a una persona en su peculiaridad como el individuo abso-

luto que es”. Logoterapia y análisis existencial, ed. cit., 84.


74Cfr. Ibid., 84.
75“El humor merecería ser llamado un existencial. Igual que la preocupación (Sorge, M. Heidegger) y el

amor (L. Binswanger)”. Ibid., 174.


76Ibid., 251.
77“Amor significa que una persona, en tanto que persona, se adapta a la persona del otro, en tanto que

persona”. En el principio era el sentido, ed. cit., 81.


78En el amor, no es el ‘self ’ quien sigue al ello, sino que más bien te sigue a ti”. El hombre en busca del

sentido último, ed. cit., 53.


79Cfr. Ibid., 54. Más abajo agrega: “Allí donde el sí mismo espiritual conecta con sus profundidades

inconscientes es donde se dan lugar fenómenos como la conciencia, el amor y el arte”. Ibid., 56.

49
Revisión a modo de sinopsis
Frankl describe a la persona con las siguientes notas: la espiritualidad, la libertad, la respon-
sabilidad, el sentido y el amor. Aquí sólo hemos revisado dos de ellas: el sentido y el amor,
buscando si el sentido es equivalente a la verdad personal y si el amor es asimismo de orden
trascendental. Las conclusiones son:

a) Tomadas en absoluto, las notas de sentido y amor son rasgos nucleares, distintivos de
la persona humana, es decir, son ‘trascendentales’ personales. Ahora bien…
b) La nota de ‘sentido’ no se puede tomar siempre como un trascendental personal en
todos los textos de Frankl, porque no pocas veces alude con ella a buscar el sentido
concreto en los diversos momentos y circunstancias de la vida, contextos en los que
tal noción es una nota categorial del ser humano. Sin embargo, frente a esas descrip-
ciones, en otros textos describe a la persona humana como ‘búsqueda’ de su sentido
personal durante esta vida, y eso porque no lo conoce de modo completo; sentido que
es permanente y creciente, concreto y distinto en cada persona, y que marca toda su
existencia, descripción que es de orden trascendental.
c) La nota de ‘amor personal’ no se puede tomar en todos los textos frankleanos como un
trascendental, porque aunque Frankl manifiesta que el amor es personal (espiritual) y
referido a personas (espíritus), no es explícito en algunas de sus obras si la persona ‘es’
amor, o si éste es algo ‘de’ ella; por tanto, parece una nota de orden más bien catego-
rial. En cambio, otros textos dan más pie para entender el amor como un trascendental
personal.

50
la logoterapia en méxico

Sismo
Una vivencia más
Leticia Ascencio de García

E
El día 7 de septiembre un fuerte sismo nos quitó el aliento.
El factor sorpresa nos llevo a tomar decisiones equivocadas
como qué hacer en las casas para protegernos del daño que
pudiera causar. Fue muy largo, y más aun, pareció eterno.
Cada persona desea contar su propia historia  y aseguran
que les tocó en el peor lugar. Esto creo que es cierto, yo mis-
ma lo afirmo.
Pero la tierra no descansó, hubo muchas pequeñas  ré-
plicas. Hasta el día 19, en su aniversario de 32 años, la tierra
se manifestó contundente e irrespetuosa. Ahora no fue a la
Fundadora y Directora de la media noche, no, ahora a medio día, sonaban las 13:15 hrs.
Sociedad Mexicana de Análisis La sensación es indefinible, posiblemente no hay pala-
Existencial y Logoterapia, S.C. bra para nombrarla, ¿así será el fin del mundo? Para muchos
Socia Fundadora de la Asociación
Iberoamericana de Logoterapia,
lo fue... fue el fin de su mundo.
Psicoterapeuta de Parejas (ametep), Hay la clara impresión de que ante la naturaleza no so-
Orientadora en Desarrollo mos nada.
Humano (uia). Se saturan las líneas telefónicas e inclusive los modernos
teléfonos celulares, que parecen tan poderosos, perdieron la
señal por la demanda de todos los ciudadanos de localizar a
los suyos al mismo tiempo. 
Baja en algunos la tensión: “mi familia está bien”; pero
muchos otros requirieron de una atención especial. Había
desaparecidos, accidentados, víctimas severas, edificios co-
lapsados y más aún, había múltiples derrumbes.
Conforme pasaban las horas el terror se apoderaba de
todos, y sin comunicarse expresamente la ciudadanía se volcó
a las calles para ayudar. Con lo que tenían: cubetas, escobas,
cuerdas...  Aquí estoy, decían sus presencias, “me importas”.
Se establece un lenguaje. Los socorristas puños arriba:
silencio absoluto.

51
Si sacan a una persona viva: aplausos y el himno nacional. Si rescatan un  cuerpo, cascos
abajo, silencio absoluto y una valla hasta la ambulancia.
Me conmueve el socorrista que llora al entregar el cuerpo de la esposa y la hija a un esposo
y padre que le agradece. Ahora tiene sus cuerpos para darles cristiana sepultura.
Todos nos volcamos en silencio, como si fuera una tarea religiosamente encomendada,
a surtir de víveres. Al principio perecederos: tortas, sándwiches;  luego imperecederos: ropa,
comida enlatada y medicinas.
Yo lleve a mis nietos a comprar medicinas y lo que ellos creían que era útil, según habían
escuchado. Es importante educarlos en el altruismo, la solidaridad y el amor.
Mi nieto mayor, Tomás, se fue a la Cruz Roja a separar ropa, comida y medicinas para
hacer despensas.
Nadie decía cómo y todos sabían su quehacer, se llamaba disponibilidad, responsabilidad.
Nadie podía estar indiferente. Ni siquiera los asaltantes que aprovecharon la confusión para
robar en cada oportunidad que tuvieron.
Porque la vida es así, dual. Se presentó el servicio de todos los ciudadanos al grado de con-
movernos hasta las lagrimas, pero también se presentó la rapiña y la gente prefería no retirarse
de lo que quedaba de su casa por miedo a perder aún más.
Miedo, terror, angustia, dolor, mareo, depresión, paranoia, culpa, falta de apetito son
algunos de los síntomas que se nos presentan a los ciudadanos. Creo que quisiéramos que un
“experto” nos asegure que “no habrá más réplicas, que estamos a salvo”.
Porque eso es lo que todos ansiamos, seguridad y estar a salvo.
La temática entre el hombre de la calle: taxistas, empleados, amigos familiares, no puede
ser otra que: “¿Dónde estabas cuando aconteció el del 7 de septiembre y el del 19?”, “¿Y en
la réplica del sábado qué hiciste?”, ¿Cuál será el mejor lugar para resguardarse en un piso 16
como el mío?”
Estabamos en el más angustioso desamparo, la tierra no tiene palabra de honor. Los edi-
ficios, que quedaron lastimados en una réplica, pueden desplomase.
¿Los albergues? No necesitamos del gobierno, la población se volcó para prestar sus casas,
sus colegios o un cuartito para que los compadres o sus vecinos se refugiaran.
Aquí no hay clases sociales, hay humanidad sufriente en la que todos somos uno. Su do-
lor nos duele. Cada uno de los que está en la fila recogiendo al principio cascajo y piedras con
las manos desnudas, se siente útil. Después está en la cadena de víveres y agua, seguimos con
miedo pero estamos llamados a ayudar.
Ofrecí a la Cruz Roja los servicios de los logoterapeutas para topos y socorristas.
En 1985 no sabíamos intervenir en crisis, ahora la logoterapia nos ha dado las herramien-
tas para apoyar. Cuando sólo es alivio lo que requieren y atención es cuando nuestra interven-
ción es más útil.
Esta ha sido una oportunidad muy fuerte, en la que lo que nos ha enseñado el Dr. Frankl
resulta visible, tangible. Ante las situaciones límite es cuando se ha visto aflorar lo mejor que
tiene el ser humano: su capacidad amorosa y su despliegue de compasión y solidaridad con las
personas, se es sensible hasta las lagrimas.

52
La autotrascendencia en los socorristas, topos, voluntarios y personas de diferentes países
que vinieron a ayudarnos sólo porque sí, porque les interesa el género humano, me conmueven
profundamente. Alguno ha quedado bajo los escombros salvando a alguien que no conocía.
Aplauso para ellos.
La logoterapia en México es la psicoterapia que la gente requiere, ayuda en el sufrimiento y
encontrar un para qué. Por ahora parecieran no encontrar un sentido de la pérdida de sus seres
queridos, pero sabemos que el para qué vendrá después y el dolor se mitigara.
Algo muy bueno dejo el terremoto: volvimos a confiar en nosotros, volvimos a tener fe en
el México que somos todos, no en el gobierno. Volvimos a recordar lo que un pueblo unido es
capaz de lograr. La población se harta de engaños, de falta de fe en nuestras autoridades, de
sortear el clima de inseguridad que vivimos.
Acepto el sismo, aún con el dolor que implica, con el miedo que acecha nuestra paz al ir
a dormir, con las enormes pérdidas humanas (más de 321 personas perdieron la vida); es un
monto altísimo, tomando en cuenta que la etapa de la reconstrucción nos llevará años. Pero
hemos recordado lo que el pueblo es capaz y despertamos, sí, despertamos con fuerte movi-
miento; sí, nos despertó, existimos y esta existencia demanda de cada uno hacerse cargo de su
quehacer existencial, responder desde donde cada uno está, dándonos cuenta que los niños
están dispuestos a aprender la solidaridad, que esos jóvenes a quienes tachábamos de indife-
rentes fueron los primeros que corrieron a ofrecer su ayuda.
Como la vida tiene blanco y negro, no faltaron las rapiñas y los asaltos, aprovechando los
momentos de confusión. Eso es poco para lo mucho que se ha construido y se seguirá cons-
truyendo.
Tengo fe en México, nuestra patria es amorosa, tiene sentido del humor, es solidaria y
aprende de las experiencias. Sólo me queda agradecerles en nombre de mis alumn@s y maes-
tr@s de SMAEL, y asegurarles que somos capaces de trascender lo que parece imposible, tenemos
una fuerza espiritual que nos acompaña en los momentos más oscuros.
Fue una auténtica sacudida, pero no sólo de la tierra, sino del lugar que ya habíamos
tomado en la vida de hacer poco y esperar que nos den. No, todos tenemos la posibilidad de
dar, es nuestra responsabilidad trabajar en ello. Tus decisiones a conciencia valen, tu respon-
sabilidad de realizar lo que se requiere desde donde estas, lo esperamos todos y tu sonrisa y
capacidad de disfrutar la vida la requieres tú, tu familia y amigos.
La vida nos dio la oportunidad de vivir. Seguramente tenemos una misión especial que
cumplir, búscala ahora y si la encuentras, persevera y dale lo mejor de ti. Tu voluntad de sentido
es capaz de dirigirte a tu camino, escucha en silencio tu conciencia, allí está la respuesta.
Te invito a colaborar en intervención en crisis y en la atención por estrés postraumático.
Tu ayuda es muy importante.

Leticia

53
la logoterapia en méxico

Contemplar la belleza:
una puerta al espíritu
Luis Mariano Acévez

Bienaventurado el que vuela sobre la vida,


y comprende sin esfuerzo el lenguaje de las flores y de las cosas mudas.
Baudelaire

No todo el mundo es artista,


pero todo el mundo puede ver su ser transformado,
transfigurado por el encuentro con la belleza,
puesto que la belleza suscita belleza, aumenta la belleza, eleva la belleza.
Francois Cheng
Arquitecto y maestro en Orientación
y Desarrollo Humano, se ha dedicado Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla.
fundamentalmente a la educación
y a la comunicación. Durante más
Confucio

E
de 50 años ha impartido cursos y
talleres relacionados con el Arte,
la Arquitectura y el Desarrollo
Humano. Es profesor emérito de la Escribió Viktor Frankl:
Universidad Iberoamericana Santa
Fe. Forma parte del grupo fundador Nunca olvidaré que en la segunda noche que pasé en Aus-
de la revista Prometeo. Ha realizado chwitz fue la música lo que me despertó de un sueño pro-
programas de radio y televisión, fundo. El guardia encargado del barracón celebraba una es-
con temas de desarrollo humano,
pecie de fiestecilla en su habitación, que estaba próxima a la
comunicación, arte y literatura. Fue
entrada de nuestra puerta. Voces achispadas se desgañitaban
profesor en la Sociedad Mexicana
cantando tonadas gastadas. De pronto se hizo el silencio y
de Análisis Existencial y Logoterapia
(SMAEL) y actualmente trabaja
en medio de la noche se oyó un violín que tocaba desespe-
como terapeuta a partir de la radamente un tango triste, una melodía poco conocida y
contemplación estética porque está poco desgastada por la continua repetición. El violín llora-
convencido de que no se puede ba y una parte de mí lloraba con él, pues aquel día alguien
vivir como si la belleza no existiera, cumplía 24 años, alguien que yacía en alguna otra parte
busca compartir sus experiencias y de Auschwitz, quizás alejada sólo unos cientos o miles de
los hallazgos que de ellas resultan en metros y, sin embargo, fuera de mi alcance. Ese alguien era
este tema. mi mujer.

Muy lejos de la trágica experiencia de Frankl, en una


infancia privilegiada, recuerdo una tarde de verano en que

54
la lluvia nos impedía salir a jugar al patio. Llovía mucho, pero suavemente, casi en silencio.
Mi padre nos pidió sentarnos en el suelo mientras sacaba un disco negro de su funda de
cartón. Tendría yo unos cinco años. Mi hermano, cuatro. Levantó la tapa que tenía aquel
mueble nuevo que acababa de incorporarse a la sala y acomodó el disco. Después de unos
segundos escuché por primera vez, asombrado y sin saber bien qué me estaba pasando, las
primeras notas de la Sonata para piano No. 14 de Beethoven. La sonata Claro de luna. Algo
desconocido, aparentemente muy pequeño y fugaz –algo para lo cual entonces no tuve pala-
bras– sucedió en mi interior: una especie de luz o una especie de miel. Ahora puedo darme
cuenta que, a partir de entonces, nunca he dejado de buscar esa luz y esa miel.
A veces la belleza se presenta súbitamente, sin pedir permiso y sin haber preparado el
escenario para convocar nuestra atención. Simplemente se muestra, como lo hizo en aquella
barraca con Frankl y como lo hizo en mi infancia con la música de Beethoven. Pero en verdad
la belleza está presente para todos, a lo largo de la vida, en circunstancias distintas y de múl-
tiples maneras. Hay belleza en las nubes y en las estrellas, en los volcanes y en los caballos, en
las canciones de Leonard Cohen, en los aviones, en la poesía de sor Juana, en los cuerpos de
los hombres y de las mujeres, en la sonrisa de los niños.
Hay abundante belleza. Pero es un hecho que también vivimos rodeados de fealdad, de
contaminación, de violencia, suciedad y creciente deterioro. Muchos, víctimas de una depre-
sión crónica, carentes de sentido. Para protegernos, para adaptarnos a este mundo, hemos
anestesiado nuestra capacidad de percibir; hemos levantado muros internos en la cabeza y en
el corazón; hemos construido islas, refugios y Bunkers con sus correspondientes fronteras.
Pero al protegernos de esa hostil fealdad también hemos adormecido nuestra sensibilidad para
percibir la belleza y para experimentar sus efectos sanadores.
(Recordemos aquí el testimonio desgarrador que William Styron ofrece en su libro Esa
visible oscuridad. Víctima de una terrible depresión, cercano al suicidio, recibió un rayo de
salud al escuchar casi accidentalmente la Rapsodia para contralto de Brahms).
La buena noticia es que tenemos un recurso permanente en el universo del arte. Leonar-
do da Vinci afirmó que “la belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte”. A través de
los siglos, en la música y en la pintura, en la poesía, en el cine, hay una fuente inagotable de
belleza a nuestra disposición, como nunca al alcance de cualquiera.
De esa belleza trataremos aquí. De la belleza que reside en el arte y que para mí, habiendo
sido primero una manifestación inesperada, se fue convirtiendo en un camino, en una bús-
queda gozosa de aquella luz y aquella miel de la infancia.
Agradezco la oportunidad para compartir con ustedes algunos aprendizajes y algunos
hallazgos que han surgido en esa búsqueda.

¿Qué es la belleza? ¿Qué es el espíritu?


Las definiciones se formulan con éxito y son útiles cuando se trata de cosas, objetos o leyes
naturales. Con cierta facilidad puede definirse lo que es un centímetro, una computadora, una
península, un círculo o un tsunami, por ejemplo. Imposible resulta intentar la definición de lo
que es una persona humana o un sentimiento de desolación o de gozo. Y todos los esfuerzos
desarrollados a lo largo de la historia no han bastado para definir lo que es el espíritu o lo que

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es la belleza, a pesar de que todos sabemos de lo que estamos hablando cuando decimos espíri-
tu o decimos belleza. Sabemos lo que eso significa pero dejamos de saberlo cuando intentamos
definirlo.
Hablamos del espíritu y de la belleza con mucha facilidad, como si nos fueran conocidos
desde siempre, como si su sabor nos fuera familiar, reconociendo tal vez nuestra cuna, aquella
luz y aquella miel original. Nos referimos al espíritu y a la belleza como algo común que nos co-
necta y que de alguna manera nos hermana. Todos hemos experimentado el placer de la belleza
y todos tendemos hacia la realización de una vida abierta, conducida por un sentido propio.
Para acercarnos a esas dimensiones, la de la belleza y la del espíritu, necesitamos echar
mano de otros instrumentos, recurrir a otros ámbitos. Como no nos bastan las ideas, compar-
timos experiencias, imágenes, metáforas y a veces recurrimos también a los gestos, a la expre-
sión corporal o al silencio mismo.
En su libro Cinco meditaciones sobre la belleza, Francois Cheng dice que la belleza está en
el extremo opuesto del mal. La identifica así con el bien. Siguiendo la ecuación griega, la be-
lleza, la verdad y la bondad forman un triángulo, son casi sinónimos y no se puede entender
ninguno sin considerar al triángulo entero. Belleza, bondad y verdad.
La verdadera belleza, dice Cheng, es aquella que sigue el sentido de la Vía, entendiendo
que la Vía es la marcha irresistible hacia la vida abierta, un impulso de vida que mantiene
abiertas todas sus promesas.
Por su parte, san Agustín afirma que la belleza es el resultado del encuentro entre la inte-
rioridad del ser y el esplendor del cosmos: la belleza es el esplendor de la verdad.
A partir de estos y otros relámpagos que nos ofrecen quienes han dedicado su vida a pen-
sar en esto, resulta natural la referencia al espíritu. Aparecen aquí resonancias muy claras: el
espíritu, la bondad, la verdad y la belleza, configuran una constelación de estrellas que brillan
por sí mismas y reflejan el brillo de las demás. Si tocamos una de ellas encendemos a la cons-
telación completa. Por eso, al tocar hoy a la belleza en el arte podremos ver cómo se enciende
la constelación y cómo podemos llegar al espíritu por esa puerta: la puerta de la belleza.

El contemplador y el arte: yo-tú, el entre


Podemos imaginar la experiencia de la belleza como una puerta giratoria. Una puerta que se
abre sucesivamente hacia fuera y hacia dentro. Hacia fuera, para tomar lo que una obra de arte
tiene para ofrecernos. Luego hacia dentro de nosotros mismos, para vaciar ahí lo que la obra
nos comunicó. En una especie de diálogo silencioso, ir a la obra y regresar. Dejarnos tocar para
conocernos mejor a nosotros mismos. Dejarnos tocar para entender mejor al mundo. Para
intuir la perfección. Para reconocer a la verdad y para vivir la bondad.
Hay una imagen que puede ayudarnos a entender mejor cómo funciona esa puerta gi-
ratoria. Es la imagen bien conocida de todos, que representa al Yin-Yang. Los dos elementos
complementarios, las dos fuerzas en movimiento que dependen una de la otra, que se apoyan
mutuamente y explican la dinámica del universo. La noche y el día, lo alto y lo bajo, lo mas-
culino y lo femenino, el frío y el calor… La imagen, poderosa y simple, es bien conocida de
todos. Pero pongamos atención al invisible espacio que existe entre las dos partes, porque es
ahí, en ese espacio, donde ocurre la experiencia a que nos vamos a referir. Es el espacio donde

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se da el encuentro entre la obra de arte y el contemplador. Entre el canto y quien lo escucha.
Entre el cuadro y quien lo mira. Entre el poema y quien lo lee. Es la grieta que existe en todas
las cosas, según dice Leonard Cohen, para que pueda penetrar la luz.

La experiencia estética nos transforma


Muchos filósofos, psicólogos, escritores y artistas han hablado de experiencias que son espe-
cialmente significativas. Abraham Maslow, por ejemplo, las llamó “experiencias cumbre”. Carl
G. Jung las reconoció como una parte fundamental del inconsciente colectivo. Para Viktor
Frankl esas experiencias fueron caminos para encontrar un sentido a la vida. Carl Rogers las
identifica como parte del proceso de convertirse en persona y David Cooper como instantes
con un enorme poder revolucionario y liberador.
Sea como sea que las llamemos, esas experiencias nos abren la percepción más allá del de-
venir cotidiano y nos llevan a vislumbrar otra realidad: a intuir el orden, la armonía, la verdad
y la perfección del todo. En pocas palabras, podemos decir que esas experiencias son puertas
al espíritu y que se abren gracias a la contemplación.
Más allá del mero placer sensorial o de la satisfacción intelectual, se trata de un fenóme-
no que transforma a quien contempla. En algún grado, la experiencia me cambia el modo de
mirar y de mirarme, el modo de relacionarme conmigo y con los demás, con los animales, con
el mundo, con el universo. Después de vivirlo, después de haber pasado por eso, ya no soy el
mismo.
Estas experiencias, estas puertas al espíritu, están al alcance de todos nosotros, al alcance
de cualquiera que quiera acercarse al arte. Pero no son experiencias gratuitas como lo fue, por
ejemplo, mi primer contacto con la música de Beethoven, el violín que tocó el corazón de
Frankl o la rapsodia que rescató a Styron. Deben cumplirse ciertas condiciones. Requieren de
la voluntad y de un esfuerzo consciente. ¿Cómo es eso?

Las condiciones
Sabemos que los seres humanos vivimos el día a día utilizando sólo una pequeña parte de
nuestros recursos. Usamos poco cerebro, pocos ojos, poco oído, poco olfato y poco tacto.
Apenas lo suficiente para irla pasando más o menos bien, procurando el bienestar y evitando
los peligros más evidentes. El cuerpo nos trae y nos lleva por la vida y nuestra conciencia va
casi siempre medio dormida. Esto explica el florecimiento de cursos y talleres dedicados a
promover una mayor plenitud mental y sensorial para una vida feliz.
El encuentro con el arte, la llamada experiencia estética, requiere de nosotros una actitud
despierta. Empieza por la voluntad y por la disposición a contemplar. Primero, pues, hay que
querer contemplar.
¿Qué es contemplar? ¿Cómo se contempla? ¿Para qué contemplar?
Por milenios, la contemplación ha sido señalada y promovida por mujeres y por hombres
en distintos lugares, bajo diferentes banderas nacionales y espirituales. Más que un quehacer,
la contemplación es una forma de no hacer. Una forma de meditación, un camino hacia la luz,
hacia la comprensión del mundo, con posibles respuestas al mal, a la enfermedad y al sufri-
miento, a la injusticia y a la muerte.

57
Para llegar a los niveles de contemplación que lograron los grandes místicos hay que de-
dicar la vida entera. Muy lejos estamos de los maestros del Budismo Zen, de Teresa de Jesús,
Juan de la Cruz, Swedenborg, Eckart, Francisco de Asís, Lulio, Ibn Arabi, Algazel, Ibn Gabi-
rol, Maimónides, el profeta Ezequiel o Moisés de León, entre tantos otros. Una lista como esta
ilustra la amplitud del interés sobre la contemplación: mujeres y hombres por todas partes y
en todos los tiempos.
Esos personajes y muchos otros, dedicaron su vida entera al ejercicio de contemplar bus-
cando despertar e iluminarse. Y en el transcurso de su experiencia nos señalaron caminos.
La contemplación del arte se nutre de los mismos principios, y sigue los mismos caminos:
la disposición personal, el tiempo necesario, el silencio. Está a nuestro alcance la propuesta
que Rudolph Arnheim hace en sus libros. Arnheim dice que, para contemplar una obra de
arte, para recibir verdaderamente su impacto, es indispensable acudir a su encuentro con la
misma actitud de aquel a quien le ha sido concedida una audiencia. Es decir, despojado de
cualquier sentimiento de autoridad, de cualquier prejuicio, de cualquier actitud crítica. Con
los ojos y el corazón abiertos, desnudo del alma, libre pero con la humildad y el azoro propios
de quien al fin será recibido por algo venerado o muy admirado. Presentarse así a una audien-
cia concedida por la obra de arte.
Esta primera condición nos lleva inmediatamente a darnos cuenta del sistema de filtros
que hemos construido para mirar la vida y movernos en ella. Entre otros, respecto del arte, el
pretexto de una supuesta ignorancia, como si para poder contemplar una obra fuera indispen-
sable contar con información. Por ejemplo frente a un cuadro solemos preguntarnos: ¿cuál
es el estilo, cuál es el tema, la técnica empleada, el museo donde se exhibe, las dimensiones,
la fecha, las influencias de otros pintores? O aquellos filtros propios de las creencias y las fo-
bias personales: “no me gusta la música clásica, odio el anaranjado, me chocan las naturalezas
muertas, amo todo lo oriental…” El sólo darse cuenta de la amplitud y la rigidez de ese siste-
ma de filtros ya tiene un significado importante para el crecimiento personal.
Enseguida, dice Arnheim, es necesario dedicarle un buen tiempo a la percepción para sa-
turarla, para hacer que el cerebro vaya más allá de lo aparente y descubra líneas y conexiones,
quietudes y ritmos, movimientos, silencios y formas, significados, colores, aromas, texturas,
imágenes… hacer que el cerebro se deje penetrar por aquello que estamos contemplando. Ca-
llarnos para dejar que la obra hable y nos comunique lo que tiene para comunicar.
Escuchar, escuchar, volver a escuchar y escuchar. Mirar, mirar y seguir mirando para
aprender a mirar. Leer, leer, leer y volver a leer. Tocar, acariciar, saborear, oler, palpar… hacer-
nos uno con lo que contemplamos.

La experiencia cumbre. La experiencia estética
Eso es lo que sucede en el espacio secreto de la puerta giratoria, el encuentro vivo. Voy de mí
hacia afuera, a la obra contemplada, la recibo y regreso adentro, a mi propio interior, con su
mensaje. Así puede darse el momento en que somos uno solo, la obra y yo. ¿Cómo saber qué
es una rosa? Contemplándola hasta convertirme yo mismo en rosa, dice el Zen. Y San Juan de
la Cruz nos lleva más allá con su poesía al describir esta fusión:

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¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que el alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el amado transformada!

Se trata entonces de una experiencia única, irrepetible y transformadora. A través de la belle-


za de la obra de arte –un cuadro, un canto, un poema, lo que sea– puedo intuir la verdad, la
bondad y la perfección del universo. A través de la obra de arte toco al espíritu.
Dice Cheng que cuanto más intensa es la experiencia de belleza, por el carácter desga-
rrador de su brevedad, más nos genera el deseo de repetirla, forzosamente bajo otra forma,
puesto que toda experiencia es única. Dicho de otro modo, cada experiencia de belleza nos
recuerda un paraíso perdido y llama un paraíso prometido. En el arte se reúnen los contrarios
aparentemente irreconciliables que son el espíritu y la materia, el sujeto y el mundo, yo y tú,
lo singular y lo universal
“El arte –afirma Cheng– es para el hombre el medio supremo para desafiar al destino y a
la muerte”.
Como ejemplos que nos ayuden a acercarnos a lo que significa la contemplación en el
arte, propongo un ejercicio.
Teniendo en cuenta que hemos recibido el privilegio de ser convocados a una “audien-
cia”, pongamos atención y observemos nuestras reacciones ante estas dos manifestaciones,
Simplemente observemos los pensamientos y los sentimientos que aparecen, sin juzgarlos:

a) Aria “Lascia ch’io pianga” (de Rinaldo, de Handel)


b) Tanka (José Luis Borges):

Alto en la cumbre
todo el jardín es luna
luna de oro.
Más precioso es el roce
de tu boca en la sombra.

59
la logoterapia en méxico

Saberme vivo y espiritual


Ruth Baron Charney

CComprometida con smael y con Adriana León Portilla, el


19 de septiembre me encontraba revisando este breve artícu-
lo y como bien dicen, “me alcanzó el destino”, cuando fui
sorprendida por la fuerza implacable de la naturaleza con el
terrible terremoto de las 13:14 hrs.
Subestimé el alcance del fenómeno ocurrido, sin embar-
go, las llamadas a mi teléfono me hicieron conectarme a la
radio. Empecé a sentir angustia con temor a la realidad que
estaba escuchando, las imágenes de la catástrofe en el celular;
comprendí con tristeza lo que se estaba viviendo en mi queri-
do México.
La realidad me había despertado esa necesidad que llevo
dentro: la de ayudar donde fuera necesario, a las personas me-
Tiene la especialidad en Análisis
nos afortunadas.
Existencial y Logoterapia, Recordé cuando mi querida maestra y amiga Leticia As-
egresada de SMAEL. Docente en cencio de García, nos compartió su experiencia de 32 años
grupos de 3ª edad. Life Coach, atrás durante el sismo en la misma fecha, de cuántos estaban
Points of You.
entre la vida y la muerte y la forma en que Lety se dedicó
durante semanas para ayudar a los demás, a quienes estaban
sufriendo. Su experiencia en esa etapa la motivó para descu-
brir ese potencial propio que no conocía. Cómo y cuánto
le provocó la necesidad para desarrollar sus conocimientos, a
contagiar el entusiasmo por el crecimiento y entregarlo a los
demás con valores y sentido. No fue casualidad haber conoci-
do al Dr. Viktor Frankl.
Creo que la gran oportunidad de trascendencia es ahora
y está frente a nosotros, el reto de hoy: Deber ser. Como lo-
goterapeuta y/o logoeducador estamos llamados a descubrir
lo que predicamos: “La persona no se comprende a sí mis-
ma, sino desde el punto de vista de la trascendencia” (Frankl,
1988, p. 114).

60
También nos dice que “el ser humano se proyecta más allá de sí mismo, se dirige a algo
que no es él mismo: hacia algo o alguien, a un sentido que hay que cumplir o a otro ser hu-
mano a quien encontramos (…). Y la facultad de ser del hombre se encuentra trastornada en
la medida en que la autotrascendencia no se materializa y no se vive” (Frankl, 2009, p. 11).
Comparto esta idea para nuestra Revista Mexicana de Logoterapia con esperanza de llegar
al diálogo intrapersonal del lector.
En ocasiones me encuentro sumergida en problemas y olvido que el futuro está allí, fren-
te a mí: el pasto del vecino me parece más verde, ¿será que al otro lado de la valla no entran
los inciertos problemas? Es entonces que quisiera tener absolutamente todo sin necesidad de
preocuparme.
La logoterapia del Dr. Frankl es cada vez más vigen-
te en un mundo que padece un gran  vacío existencial
y se manifiesta en altos índices de adicción, violencia,
depresión, y suicidio: “Las personas de las sociedades
modernas tienen cada vez más medios para vivir y cada
vez menos un para qué vivir”. El sentido de la vida es la
máxima motivación en el ser humano. 
¿Cómo recupero el propio sentido? Reconociendo
que gran parte de lo que me preocupa es mi futuro, el de
mi familia y la importancia que implica ese interactuar
conectada a las personas significativas para mí.
Incluso es posible hundirme bajo la realidad más cruda asimilando una actitud pasiva con
ausencia de significado, pero no soy un nihilista incrédulo y lo que me da fortaleza, es saberme
vivo con el sentido que yo mismo voy creando.
Entiendo que el sentido es una construcción personal. Establecer el sentido a mi existen-
cia y a lo que me sucede, me permite darle un significado a la realidad del presente. “En la
jungla social de la existencia humana, no hay sensación de estar vivo sin un sentido de identi-
dad” (Erikson).
Creo que para otorgarle coherencia y relevancia a la vida, podríamos mantener nuestra
humanidad con la capacidad de sobreponernos a las dificultades. Saber escuchar con pacien-
cia, sin prisa para responder, manteniéndonos lentos para interrumpir y honestos para pre-
guntar lo que ignoramos.
Reconozco que la imagen física, la carrera profesional y el resto de las etiquetas visibles
son una parte importante de mi vida, pero no definen quién soy realmente, como un cuerpo
nada más y que me hacer recordar la importancia de la autoobservación diaria la cual permite
reconocerme como un alma, pues eso soy en realidad.
Al despertar por las mañanas con la gracia de un día común y con un sentido de propósi-
to, se favorece el poder de alcanzar las metas propuestas: al dejar atrás aquellos problemas que
no están en función de resolverse, puedo elegir centrarme en las dificultades reales, las de un
día común con el gusto de aprender algo nuevo y valioso, creando un clima de armonía para
mí, para quienes me rodean.

61
Determinando metas ambiciosas y conquistando algunos miedos, sabiendo que Dios, la
luz, la energía o el cosmos, pueden hacer que también los deseos y los sueños inesperados se
transformen en realidades.
Es irónico y común que cuando recibimos bendiciones constantes en nuestra vida, co-
menzamos a darlo por sentado con un: “así es la vida”.

La esperanza de llegar al diálogo intrapersonal del lector


Hace años aprendí que la base de una vida espiritual conmigo misma es la apreciación con
amor a la propia vida. No ser ingrata, la presencia de lo valioso merece ser reconocida.
Y me he preguntado: ¿Cuándo fue la última vez que sostuve una conversación íntima?
Sin repetir lo que he leído o recitando algo que escuché, sino accediendo a mi núcleo íntimo,
el más interno, para compartir ciertas preocupaciones, algunos miedos y emociones profun-
dos con mi guía espiritual, la pareja, con mi mejor amigo, o en terapia, al hacerlo noto de
inmediato un bello cambio porque he creado una conexión con la espiritualidad.
En mi experiencia no caben las coincidencias. Vivimos momentos inesperados como
encontrar un espacio para estacionar el auto en esta ciudad. No es casualidad toparme con
personas sensibles y dispuestas apara ayudar después del terremoto, más bien es causalidad.
Saberme viva es apartándome del teléfono, de la televisión y del ruido para observar el
maravilloso mundo que me rodea. Contemplar un atardecer, llorando al escuchar “esa” melo-
día, y quedando asombrada ante alguna reacción de mi nieto.
Propongo el agradecimiento diario conectado con Dios y alabarle por lo bueno de la vida,
por lo que nos concede y el regalo de lo inesperado con la bendición de un nuevo día. Ser feliz
por lo que somos viviendo más ligeros sin necesidad de tantas cosas materiales. En lo personal,
diario le agradezco profundamente a Dios por lo que me regala y también, lo que no me da,
por las bendiciones que recibo.

Recuerdo ese momento en que dudé de mi espiritualidad


Entiendo así el concepto “espiritualidad” de Viktor Frankl: El espíritu no es una sustancia;
Frankl elimina el sustantivo y se refiere a “lo espiritual” y es donde se deriva la dimensión
propia y específica del ser humano que se manifiesta en dos características: la libertad y la
responsabilidad. Al manifestar nuestra libertad y responsabilidad, estamos mostrando nuestra
espiritualidad.
En cuanto a dimension constitutiva, lo escencialmente humano es otorgar union a la
dimension del hombre que necesita del propio cuerpo y de la mente para manifestarse. El
otro aspecto, la manifestación de esta como la forma más directa de conexión con la propia
espiritualidad y el sentido de vida.
Dar y ayudar sin esperar gratificación exterior. Visitar a un enfermo, trabajar como vo-
luntario en alguna institución. Cuando hacemos el bien con mente, cuerpo y alma, sabemos
que somos tridimensionales: mente, cuerpo y espíritu; la cercanía se mide espiritualmente.
Encontramos el sentido de la vida en diversas actividades culturales, científicas, artísticas
y deportivas, que son enriquecedoras y nos dan sentido, pero el auténtico sentido responde a
las exigencias más íntimas y profundas, el sentido que inspira la dimensión trascendente del

62
ser humano, la plenitud de sentido que se funde en Dios. El acto de ser perfecto que posee
la plenitud de sentido. “El Ser humano se realiza a sí mismo en la medida que trasciende”.
Frankl reproduce la frase de Einstein, en la que dice: preguntar por el sentido de la vida, sig-
nifica ser religioso e interpretar el verdadero sentido, supone ser espiritual.
“La interpretación del sentido supone que el ser humano es espiritual. El hecho antropo-
lógico fundamental es que el ser humano remite siempre más allá de sí mismo, hacia algo que
no es él, hacia algo o hacia alguien, hacia un sentido. El ser humano se realiza a sí mismo en
la medida que se trasciende”. Si crees en Dios. “Arroja tu carga sobre Él y te sostendrá” (Salmos,
55:22).
La forma más directa de conectarte con mi propia espiritualidad y sentido de vida es
cuando doy, cuando me entrego a otro ayudando desinteresadamente.
Autotrascendencia es la esencia de la existencia humana, como orientación fundamental
hacia el sentido, es una característica compleja de nuestra personalidad, la que nos hace sentir
como una parte integral del universo y sirve para medir el comportamiento espiritual de cada
individuo. Agrupa las características de espiritualidad y misticismo, del pensamiento mági-
co y religioso. Se relaciona también con la creatividad, la imaginación y la capacidad de cada
persona para aceptar la ambigüedad y la incertidumbre. (http://Wikipedia.org)
“Pero, ¿por qué no soy feliz? ¿Por qué no me siento satisfecho?”
Al preguntarnos lo anterior, obtenemos la respuesta: vinimos a este mundo para un desti-
no que es mucho más grande que sólo vivir, ganarse la vida o caminar por este camino llamado
vida. Y es debido a eso que no podemos sentir satisfacción. No es suficiente con sólo ver pasar
el tiempo.
Más significado. Más sustancia y relevancia. Parte de mí dice: “No puedo creer que la vida
se trata solamente para hacer las cosas insignificantes que hago. Tiene que haber un propósito
más elevado. Tiene que haber un significado en todo esto”.
Para vivir una vida significativa y de satisfacción necesito entenderme a mí misma. Quie-
ro conectarme con los propios valores y la dimension espiritual particular relacionándome con
las necesidades de mi alma.

63
La única manera de hacerlo es encontrando mi misión en la vida, investigando por qué y
lo más importante: para qué busco y encuentro mis propios valores.
El reto es no perderme, no dejarme atrapar en el aquí y el ahora, sin olvidar que puede
existir un mañana.
A través de los años he adquirido cierta experiencia y estoy convencida de que no caben
las coincidencias. Vivimos momentos inesperados como encontrar un espacio para estacionar
el auto en esta ciudad, no es casualidad. Toparme con personas sensibles y dispuestas apara
ayudar después del terremoto, no es casualidad, más bien es causalidad.
También ansío sentirme plena y lo procuro apartándome del teléfono, de la televisión y
del ruido para observar el maravilloso mundo que me rodea. Contemplo un atardecer, en al-
gunas ocasiones lloro al escuchar “esa” melodía, y quedando asombrada ante alguna reacción
de mi nieto.
En lo personal, diario le agradezco profundamente a Dios por lo que me regala y tam-
bién, lo que no me da, por las bendiciones que recibo y siento amor porque toco mi propia
espiritualidad.
Propongo el agradecimiento diario conectado con Dios y alabarle por lo bueno de la vida,
por lo que nos concede y el regalo de lo inesperado con la bendición de un nuevo día. Ser feliz
por lo que somos viviendo más ligeros sin necesidad de tantas cosas materiales.
Cuando somos receptores de tanta bendición constante en nuestra vida, es que comenza-
mos a darla por sentado con un “así es la vida”, ¡qué ironía!
La apreciación es la base de una vida espiritual con uno mismo. Cuando sentimos amor,
es porque estamos tocando la propia espiritualidad.
Pensando en algo que preocupa, que genera miedo y angustia: presiones financieras o los
resultados de un examen médico. Después de hacer el mayor esfuerzo, hay que esperar, dejan-
do atrás el temor, y confiar. Si crees en Dios.
“Arroja tu carga sobre Él y te sostendrá” (Salmos, 55:22). Él está, conoce tu dificultad
y tiene el poder para ayudarte y quiere ayudarte. Nada es demasiado grande o demasiado pe-
queño para Él.

¿Dudas de tu propia espiritualidad ?


Las obras que se llevan a cabo muestran una determinada espiritualidad, de modo que lo es-
piritual no es algo ya totalmente dado.
Esta conformación de lo espiritual se da propiamente en el acto de decision: “toda deci-
sion es autodecisión y la autodecisión en todos los casos es autoconfiguración. Mientras confi-
gure el destino, la persona que soy configure el carácter que tengo, se configure la personalidad
en la que me convierto” (Frankl, p. 73).

La construcción del sentido de la vida.

El debate sobre el sentido o la ausencia del sentido no sirve para nada, salvo para proporcionar-
nos unas discusiones filosóficas y sociológicas realmente apasionantes. Objetivamente, visto de
forma escéptica y razonando científicamente poco o nada tiene un sentido objetivo y verdadero,

64
es evidente, porque el sentido es una creación humana. Construir un sentido a nuestra existencia
y a los hechos que nos suceden nos permite darle significado a nuestra realidad, o al menos bus-
carle un significado. Nos permite dotar de coherencia y relevancia nuestra vida y de esta forma
poder hilar un relato consistente que nos ayuda a mantener nuestra humanidad, nuestra ilusión
y nuestra capacidad de sobreponernos a las dificultades (Gilabert, 2015).

Si nos sumimos en el completo nihilismo  del “absolutamente nada tiene sentido” es posible


que nos hundamos bajo el peso de la realidad más cruda, adoptando una actitud pasiva asu-
miendo la ausencia del significado. Para conseguir una adecuada supervivencia y desarrollo
en nuestro día a día es imprescindible tener una actitud activa, construir un sentido (más que
buscarlo) para nuestra vida, para los proyectos que hacemos, para los hechos que nos suceden.
Construir un sentido que sea significativo para nosotros y que nos dé una mayor fortaleza para
reivindicar el valor de nuestra existencia.
La vida no tiene sentido sin la interdependencia. Nos necesitamos unos a otros, y cuanto
antes nos enteremos mejor para todos nosotros. Los seres humanos somos seres sociales. De-
pendemos de los demás en cierta manera para desarrollarnos plenamente. Eso no quiere decir
que no tengamos autonomía. En la jungla social de la existencia humana no hay sensación de
estar vivo sin un sentido de identidad.
Según Frankl (1988), el sufrimiento deja de ser en cierto modo sufrimiento en el mo-
mento en el que encuentra un sentido y, por el contrario, la desesperación se produce por un
sufrimiento sin sentido. (Frankl, 1998).
Para Yalom, la falta de significados va estrechamente ligada al ocio (que nos enfrenta a
nuestra libertad) y a la falta de obligaciones. Explica que el hombre del mundo moderno tiene
que enfrentarse a la vida sin un sistema de significado cósmico basado en la religión y, además,
separado de la naturaleza y de la cadena elemental de la vida.
Por último, Frankl no dice que “la reflexión psicoterapéutica sobre el logos equivale a la
reflexión sobre el sentido y sobre los valores. La reflexión psicoterapéutica acerca de la exis-
tencia supone reflexión sobre la libertad y la responsabilidad. La reflexión sobre el sentido y
sobre los valores es una meditación sobre el deber ser. La reflexión sobre la libertad y la res-
ponsabilidad viene a ser una meditación sobre el poder ser. Como ambos, la logoterapia y el
análisis existencial, constituyen una psicoterapia «orientada en lo espiritual», esta psicoterapia
se divide en logoterapia como terapia de «desde lo espiritual» y análisis existencial como análi-
sis «sobre lo espiritual». La logoterapia parte de lo espiritual, y el análisis existencial conduce a
lo espiritual. Pero la logoterapia no sólo presupone lo espiritual, el mundo objetivo del sentido
y de los valores, sino que moviliza éstos en el quehacer psiquiátrico. Y el análisis existencial no
se limita a mostrar el logos en la línea del deber, sino que hace algo más: trata de despertar las
posibilidades de la existencia”.

Referencias
Frankl, V. El Hombre Doliente, Herder, Barcelona, 2009.
———, Homo Patiens, ensayo de una teodicea, Herder, Barcelona, 1987.
———, Logoterapia y análisis existencial, Herder, Barcelona, 1990.

65
la logoterapia en méxico

Zona cero
Adriana León Portilla

E
El 20 de septiembre creo que me desperté como la gran ma-
yoría de nosotros: con el corazón fuera de lugar, con una ne-
cesidad enorme de salir a las calles a hacer lo que sé: ayudar,
escuchar, contener… Esos primeros días estuve dividida entre
lo que estaba pasando en las calles de mi ciudad y lo que pa-
saba en mi vida cotidiana. Aunque estaba impactada seguía
manteniendo una “continuidad” sostenida por hilos muy frá-
giles que me llenaban de frustración por no sentirme útil, por
no poder hacer más de lo que estaba haciendo.
Empiezo a escribir esto a una semana de haber pasado,
una semana en la que, literalmente, he estado como “empa-
chada” con todo lo que siento, han sido días en los que me ha
Logoterapeuta y Terapeuta costado nombrar lo que vi, sentí, olí, viví, en tan sólo trece
Existencial individual y de grupo.
Directora de la Revista Mexicana
horas que no quiero que se me olviden. No quiero que todo
de Logoterapia y maestra de regrese a la normalidad y, por otro lado, hay una parte de mí
Entrevista 2 en SMAEL. Maestra en que sabe que así va a ser, que no hay manera de sostener esto,
el Círculo de Estudios en Terapia pero tengo y quiero encontrar la forma en la que consiga que
Existencial.
Correo: aleonportilla@gmail.com
para mí no sea igual. Más bien, quiero encontrar la forma
de hacer que para los otros tampoco sea igual, porque para
mí no hay manera de no sentir y vivir este cambio, no hay
manera de quitarme esta emoción a la que todavía no le en-
cuentro nombre, a la que no le quiero faltar al respeto porque
cualquier forma de nombrarla se queda corta, porque no hay
palabras, es una emoción compartida con “los que estuvimos
ahí”, es una emoción que nos hermana y nos aísla.
El lunes 25 de septiembre tuve la oportunidad de res-
ponder a esto que estaba sintiendo, llegué a la llamada “Zona
cero” en Álvaro Obregón y me encontré con muchísima gente
que se movía de un lado a otro llevando comida, ofreciendo
ayuda, con carpas en las que había desde servicios médicos,
apoyo psicológico, comida, hasta masajes para todo el que lo

66
pudiera necesitar. Daba lo mismo si eran voluntarios, soldados, brigadistas, granaderos, fami-
lia de la familia, todos estaban para todos.
Eran las tres de la tarde y el lugar estaba lleno de personas que esperaban entrar como
relevos, además de los que permanecían afuera ávidos de noticias y los que ofrecían comida,
cobijas o café.
Nos dijeron que los familiares de las víctimas no querían más rotación de terapeutas, por
lo que nos pidieron que regresáramos a las nueve de la noche, para cubrir un turno de doce
horas acompañando a los familiares directos de las personas que aún estaban atrapadas dentro
de los escombros del edificio.
Emilia mi hija y yo dudamos en un principio si podíamos comprometernos por una jor-
nada de tanto tiempo, pero a los pocos minutos tomamos la decisión de estar ahí, era lo que
habíamos estado buscando, así que regresamos a la casa a prepararnos para pasar una de las
noches más impactantes de mi vida.
Por más que traté de imaginar lo que iba a ser, la imaginación se quedó corta, la realidad
superó cualquier expectativa, me encontré con un ambiente que nunca había sentido. Para
empezar acababa de haber un problema entre los familiares, la policía de la ciudad de México
y la Policía Federal que estaba a cargo de dar información de lo que iba pasando en los es-
combros y con los rescates del edificio. Una voluntaria que iba saliendo nos “previno” cuando
llegamos, diciéndonos que los ánimos estaban muy alterados, que los familiares estaban muy
enojados y que entre la policía de la Cuidad de México y la Policía Federal se estaban lavando
las manos de lo que estaba pasando en cuanto a la comunicación del destino de los cuerpos
encontrados, todo esto tenía como consecuencia la falta de confianza y un sentimiento de
traición, enojo, indignación y engaño entre los familiares, sumado a un enorme cansancio. Así
estaban las cosas cuando me presentaron con quien esa noche iba a ser “mi familia”. A cada
terapeuta se le asignaba una familia previamente numerada con la que trabajar, acompañar y
a la que tendríamos que informar lo que fuera pasando durante la noche.
Mi “familia” era en realidad una mujer, valiente, cansada y adolorida que me recibió y me
permitió ser su cuidadora durante trece horas. En esos momentos hablamos poco, me contó
que su esposo tenía un despacho de contadores en el cuarto piso del edificio y que todavía no
había sido encontrado, yo tenía la sensación de estar invadiendo un espacio que no me co-
rrespondía y no quise imponer mi presencia, así que le dije que estaba disponible para lo que
ella quisiera o necesitara y me aleje un poco de su carpa… caminé unos metros sobre Álvaro
Obregón y me encontré con un escenario que me cuesta describir, con un edificio convertido
en ruinas, un monumento a la desesperanza, a la sorpresa, la incredulidad, la fragilidad y al
mismo tiempo, al servicio de todos, de la solidaridad, de la hermandad, a esto de lo que hemos
sido testigos y que no deja de asombrarnos: a la entrega de los otros, al compromiso con el
ser humano, al interés desinteresado, a la compasión, a la desolación, al dolor, a una realidad
difícil de sostener, de creer, ahí estaban las hileras de manos pasando cubetas con escombros,
las cacerolas enormes de comida, los termos de café y las cobijas donadas para calentar unos
cuerpos en los que el frío les venía desde de dentro.
La noche estaba acompañada del sonido de las plantas de luz, de la caída de escombros,
del candil del bar Imperial que generosamente prestó sus instalaciones, de Miguel ofreciendo

67
café, agua, chocolates, cargadores de celular, pasta y cepillos de dientes al compás de los ron-
quidos, de las pláticas en susurros y del letrero de “Silencio, héroes descansando”.
Ahí estábamos todos, brigadistas, familiares, soldados y voluntarios esperando alguna
novedad, cualquier cambio, esperando a que pasara la noche, a que llegara el día con las noti-
cias que acabaran con la misma esperanza que nos mantenía a todos ahí, como hipnotizados
por los escombros, sin poder mirar a otro lado, sin dejar de ver los restos del edificio como el
campo de batalla en donde quedan los caídos y nosotros, los sobrevivientes, tratando de leer
las señales, de darles un significado, de sostener el absurdo, lo insostenible y, al mismo tiempo,
siendo ejemplo de una humanidad que se repone, que se levanta, que sin saber bien cómo, es
capaz de ponerse de pie, de sacar lo mejor de sí para abrazar al otro y a uno mismo. Se trata de
volver a abrazar la vida y la muerte que ya huele, que duele, que está en el aire, para ver que
las dos caminan juntas, que una hace que la otra valga la pena y viceversa.
El martes veintiséis regresé a mi casa, a mi baño, con mi familia, mis clientes, mis clases,
mi vida.
Al día siguiente, el miércoles veintisiete supe que habían logrado recuperar el cuerpo de
“mi familiar atrapado” y con esto se “cerraba” una parte de la historia... y se abría otra: la de
significar y acomodar esas trece horas, la de recuperarme, la de buscar las palabras que dejaran
salir, aunque fuera un poco y de a poco, lo que siento. La de no olvidar. La de hacer algo por
los cientos de miles que quedan dañados.
Gracias Maru, por generosamente permitirme estar ahí, gracias Emilia por tu valentía,
compromiso, solidaridad y, sobre todo, gracias por acompañarme.

68
la logoterapia en méxico

Cuando lo dulce
se vuelve amargo
Maribel Martínez De Manero

S
Soy una madre y tengo un hijo que vive con diabetes tipo 1;
desde mi papel materno es desde donde narro mi experiencia
de vida.
Nuestro debut en el mundo de la diabetes se presentó
cuando mi hijo Kike tenía once años de edad. Cuando hago
referencia a la “bienvenida” lo hago en plural, porque con-
sidero que cuando a uno de los miembros de la familia se le
diagnostica con dicha enfermedad, de alguna u otra forma
todos los integrantes de la misma nos volvemos súbitamente
protagonistas de un “estreno” a una nueva manera de vivir.
Licenciada en Pedagogía por la
Los primeros días después del diagnóstico los recuerdo
Universidad Panamericana, como una verdadera pesadilla; las muchas indicaciones mé-
Máster en Literatura por el sistema dicas que nos explicaba y nos repetía el doctor, para que Kike
de extensión de estudios de la pudiera estabilizarse y sobrevivir caían sobre mi cabeza como
Universidad Anáhuac Norte.
Diplomado de Tanatología por el
gigantes bolas de granizo. Hoy puedo decir que en esos mo-
Instituto Mexicano de Tanatología. mentos movía afirmativamente la cabeza frente al médico,
Ha colaborado en seminarios pero en realidad no estaba entendiendo casi nada de lo que
y congresos de la Federación nos estaba pasando. Me encontraba en un verdadero estado
Mexicana de Diabetes.
Egresada de SMAEL
de aturdimiento.
Mail: maribeldemanero@hotmail. A partir de ese inolvidable día, cambiaron repentina y
com dolorosamente muchas de nuestras rutinas de vida familiar.
Una mañana nuestras amadas cremas de chocolate con ave-
llanas, mermeladas, mieles, cajetas y demás golosinas salieron
muy sorprendidas de nuestra alacena para ir a dar a manos
de los vecinos; mi lista del supermercado, que llevaba años
acompañándome en forma de machote dentro de mi bolsa,
se vio bruscamente violentada con unos terribles tachones
sobre productos que durante años habían estado aparejados
con preciosas palomas aprobatorias; dentro del refrigerador,
la mantequilla tuvo que compartir parte de su espacio con
pequeños frascos con insulina; cajas de horrorosas jeringas

69
entraron a formar parte de la decoración de la habitación de Kike; su mesilla de noche además
de su reloj despertador y algunos cochecitos tenía nuevos inquilinos: un glucómetro, tiras
reactivas para control de azúcar, jugos para compensar posibles hipoglucemias, compresas de
algodón, una botella de alcohol y una libreta con pluma para anotar sus medidas diarias de
azúcar en sangre. Mis noches pasaron a ser de normales a un “peregrinar” literal de mi habi-
tación a la de mi hijo, ya que era necesario medirle la glucosa tres veces durante las horas del
sueño para tratar de controlar sus niveles nocturnos.
Todo el panorama me parecía horrible, desalentador, cansado y sumamente desesperan-
zador. Sentía que nuestra felicidad se había ido para siempre.
También cambió mi manera de ver a mi chiquillo; me llenaba de ternura verlo padecer
cuando lloraba por tener que pincharse la yema de los dedos para comprobar su nivel glucémi-
co. Cuando llegaba la hora de las inyecciones la pasábamos fatal los dos; en reuniones yo sufría
desde la sopa por la temida llegada del tan esperado, ansiado y festejado postre; me enfurecía y
me parecía un acto muy imprudente de aquellos que osaban posar sobre la mesa donde estaba
Kike pasteles, flanes o bombones.
Realmente estaba muy asustada, tensa, triste y, además, muy enojada con la vida y con
el mundo de los padres con ningún hijo con diabetes. Así, en mi afán de ser una madre “ex-
celente”, decidí que a partir del diagnóstico de la enfermedad, mi misión sería la de estar
exclusivamente dedicada a cuidar y sobreproteger a mi querido hijo. Estaba convencida de
que sin mí, él no podría sobrellevar su padecimiento. Lógicamente, en este camino quedaron
medio rezagadas mis hijas, esposo, trabajo, estudio y por supuesto mi propia vida. Dediqué
horas enteras en leer muchos libros relacionados con el tema; todavía recuerdo cómo caían
mis lágrimas sobre las hojas de los capítulos con el subtítulo de “complicaciones y riesgos de
la diabetes”.
Así vivimos durante varios meses, hasta que mi espíritu encontró rendijas por donde
colarse sigilosamente a mi entendimiento, y desde ahí hablarme suavemente al oído. Mi can-
sancio e incomodidad hicieron que su voz me sedujera y así poco a poco, empecé a tranquili-
zarme y a ver de otra manera lo que la vida nos estaba poniendo enfrente. Todos empezamos
entonces a volver a vivir.
Ya más asertiva y con una nueva actitud me di a la tarea, amorosamente pero con firmeza,
de empezar a capacitar a Kike en temas de su autocuidado. De regalo de mi cumpleaños le
pedí que él se inyectara por primera vez solo y así lo hizo; fue muy valiente y en ese pequeño
acto de valor dio irreversiblemente un gran paso en su independencia física y emocional. Ese
día mi esposo y yo retomamos nuestra vieja costumbre de ir al cine los miércoles.
Y así, a dosis pequeñas, Kike fue haciéndose responsable de su tratamiento completo; el
aire de confianza volvió a flotar en nuestro hogar. Resurgíamos.
Como es lógico no todo marchó sobre ruedas durante el entrenamiento; hubo días de
sustos y altibajos pero los valores de actitud nos sostuvieron a todos en “nuestros puestos”: mis
hijas eran las vigías a distancia discreta pero cercana; los tíos y primos estaban al tanto y listos
para con calma ayudar en caso de alguna emergencia; los amigos íntimos de Kike también se
prepararon en el tema y gustosos formaron parte una especie de policía secreta (casi como la
Gestapo) durante sus reuniones de adolescentes; los abuelos prometieron solemnemente no

70
preocuparse y dejar de preguntarle por sus niveles de azúcar justo después del primer beso de
bienvenida; ese pacto también incluía dejarlo de mirar con cara de espanto ni cuando lo vieran
comerse un trozo de pastel o un turrón por navidad; mi esposo y yo siempre estábamos listos
para cuando Kike pidiera apoyo o ayuda.
Y así, pasando y pasando los años, transcurrieron dieciocho desde aquel día 21 de julio,
cuando Kike fue diagnosticado con diabetes tipo 1 o insulinodependiente.
En la recta final de mis estudios para lograr obtener la especialización en logoterapia de-
cidí hacer mi trabajo de investigación acerca de lo que es la diabetes tipo 1 y lo que ha sido
mi experiencia de vida. Creí, y hoy lo afirmo, que esta es la mejor manera de encarnar mi
aprendizaje y además autotrascender, devolviéndole a la vida mucha de la riqueza que hemos
obtenido en este proceso. Entonces me di a la tarea de escribir una guía para padres de hijos
(0 a 12 años) con diabetes tipo 1 y así nació…

Cariñito azucarado que sabe a bombón


La guía está formada por siete capítulos donde se abarcan diferentes temas relacionados: el
debut, el duelo de los padres, la infancia en compañía de DM1, vida diaria, ganancias de la dia-
betes, nutrición, días de fiesta y de escuela, viajes, hermanos, etc.
Por motivos lógicos, en este espacio haré referencia sólo a algunos de los aspectos que
considero más importantes y que tienen puntos de apoyo desde la logoterapia en el tema de la
diabetes. La guía ya está publicada en la página de la Federación Mexicana de Diabetes http://
fmdiabetes.org/ para quien necesite consultarla en su totalidad.
Aspectos a tener en cuenta o premisas, a mi parecer importantísimas:

• Recuerden siempre que su hijo es mucho más que su diabetes. El control de la diabetes
es premisa mayor, pero nunca será más significativo que el mismo niño.
• Tu hijo padece diabetes, pero no es diabético exclusivamente; él vive con diabetes.
• Que ninguna enfermedad les resta a sus pequeños su dignidad y valía como personas.
• Estén ciertos que tanto ustedes como sus hijos tienen los recursos internos necesarios
para salir adelante con lo que la vida les está poniendo enfrente.
• Es importante no engañar al niño; responderle con la verdad. Toda información debe-
rá ir relacionada a la edad y será dada gradualmente.
• El efecto de la DM1 en el desarrollo de la personalidad de cada niño dependerá de su
unicidad como persona. Hay dos factores que influyen para lograr una adaptación
favorable en una enfermedad como la diabetes: una vida familiar más o menos organi-
zada en la que se establezcan rutinas y horarios y la existencia de un medio apoyador
que contribuya al mejor cumplimiento de las tareas psicológicas que se requieren en
cada etapa del desarrollo. Un medio familiar que ofrezca una atención satisfactoria de
la diabetes y a la vez reconozca las necesidades de autonomía, iniciativa y autoestima
del niño es esencial.
• Ni ustedes como padres, ni sus hijos hicieron nada o dejaron de hacer algo que les
causara la diabetes. En este tipo de diabetes no se conoce la causa de origen.

71
• Aceptemos a nuestro hijo con diabetes tal cual es, con sus virtudes y debilidades; no
poniendo demasiado énfasis en su diabetes, a pesar de nuestras preocupaciones al res-
pecto.
• El diagnóstico de una enfermedad crónico degenerativa en un hijo es sin duda una
noticia muy fuerte que produce un desajuste emocional lógico. Dejar sentir es dejar
sanar. Si tienen ganas de llorar, háganlo; de preferencia no delante de sus hijos para no
asustarlos y generar culpas. Se vale estar enojados por un tiempo. Permitirse el duelo.
• No se queden con dudas. Pregunten, no tengan miedo a compartir lo que están sin-
tiendo y pensando.
• La aceptación de la nueva situación es un proceso y hay que caminarlo poco a poco;
de preferencia acompañados de personas expertas, y de amistades optimistas. Buscar
apoyo para desahogarnos.
• Al principio aprender sólo lo justamente necesario sobre la diabetes, evitando el exceso
de información para no sentirnos abrumados. Cuidado con el “Dr. Google”.
• Darnos tiempo para encontrar de nuevo el equilibrio familiar, sin presionarnos dema-
siado.
• Ante el diagnostico las reacciones de la pareja pueden ser distintas. Recordemos que
somos personas únicas e irrepetibles y cada uno tenemos nuestras propias maneras de
responder ante la adversidad. Tolerancia.
• Mantener los niveles de glucosa de su hijo en niveles adecuados no siempre es fácil. El
metabolismo es un tema complejo. Es normal que se equivoquen. No tienen porque
saber todo lo relacionado con la diabetes, y mucho menos al principio del camino.
Calma.
• Aprenderán poco a poco. El aprendizaje en el momento del debut es exclusivamente
el de supervivencia. Todo lo demás será progresivo. Paciencia.
• Busquen ayuda terapéutica si así lo consideran.
• La edad en la que se presente la enfermedad en un niño es determinante: los tiempos
de dependencia e independencia física se dan en forma diferente.
• Poner la lupa en las ganancias que trae consigo la diabetes: mejora en la alimentación,
hábitos de vida más saludables, nuevas amistades, nuevos retos, resiliencia; podemos
transformar la queja en oportunidad, aprendemos a apreciar la salud no como un don
gratuito, sino como algo por lo que se lucha, se disfruta con más conciencia la vida, etc.
• Los niños muy pequeños son incapaces de asimilar el concepto de una enfermedad; las
explicaciones serán de manera muy grafica y sencilla. La diabetes ira formando parte
normal en sus tareas diarias. Poco a poco es recomendable ir implicando al menor en
su tratamiento médico. Intenten que realicen actividades con alta posibilidad de éxito
(limpiar con alcohol la zona a inyectar) y nunca los culpen si cometen algún error.
• Cuando nuestros hijos se sientan tristes o enojados por motivos de su padecimiento, es
importante que los padres demos acogida a este tipo de emociones; contenerlos amo-
rosamente y acompañarlos.
• Durante los años de primera y segunda infancia nuestra tarea es ir capacitando a nues-
tros hijos en su autocuidado, para ir soltando poco a poco y darles más adelante la

72
responsabilidad a ellos. A mi parecer este es el punto de equilibrio más difícil con el
que se enfrentan los padres. Confianza en ustedes y en sus hijos.
• Es natural que los padres sintamos una compasión especial por nuestro hijo con dia-
betes ; quisiéramos quitarles esta carga de encima, pero hay que estar atentos a no so-
breprotegerlos, ya que ésta es una forma de violencia y actúa directamente en prejuicio
de ellos. Tenerles lástima es una manera de hacerlos sentir incapaces de poder controlar
su diabetes; es minimizarlos y el tema es justamente lo contrario: maximizarlos.
• Ante un nivel de glucosa fuera de rango, no califiquemos a nuestros hijos (“estás mal”);
solamente sometemos a calificación el resultado glucémico (alto o bajo).
• El reconocimiento del esfuerzo que se lleva a cabo en el cuidado y control del padeci-
miento es fundamental, tanto para nuestros niños como para el resto de la familia. Se
vale hacer de repente un alto para premiarnos por ello.
• Una vez que transcurre el tiempo y se ha aprendido a vivir con DM1 los días a este res-
pecto suelen ser buenos; sin embargo hay épocas en que este optimismo y serenidad se
ven alterados por distintas situaciones de la vida. Compasión.
• Llega el momento en que la persona sobre la que recae la mayor parte de las tareas
relacionadas con la diabetes en la familia necesita un respiro. El cuidador principal
necesitará apoyo familiar.
• Para mí es fundamental procurar mantener la alegría y el buen humor; finalmente estos
aspectos son excelentes recursos espirituales para vivir más ligeros de equipaje y man-
tener viva la esperanza.

Hoy puedo decir orgullosamente, a manera de conclusión, que desde hace muchos años Kike
es el responsable de su diabetes... y lo hace extraordinariamente bien.
Es un hombre trabajador, pachanguero, guapo cuando se peina, a veces simpático, otras
antipático, alegre, también gruñón, social, antisocial, cooperador, altruista, regañón, es decir,
es un ser humano normal.
Terminó sus estudios de ingeniería industrial y su maestría en finanzas. Recientemente se
casó y está muy contento porque además de extraordinaria mujer, su esposa es logoterapeuta
egresada de SMAEL. Por medio de las redes sociales está en contacto con muchos jóvenes que
tienen la misma condición física y entre ellos se dan soporte y apoyo. Cuando sabe que algún
niño es diagnosticado con diabetes no duda en ir a visitarlo para darle ánimos y esperanza.
Hoy estoy cierta de que DM1 de un hijo puede brindar a una familia una excelente oportu-
nidad de autotrascendencia; a lo largo de todos estos años acompañando a Kike puedo afirmar
con certeza que la clave para conseguir un buen control del padecimiento, además de la insu-
lina, alimentación, deporte, etc. es el amor. Aunque éste parezca un concepto muy trillado, yo
le doy un peso relevante en el tema de cualquier enfermedad donde se requiere de un cuidado
diario y constante para lograr mantener la vida.
Amor, mucho amor inteligente de los que rodean a la persona que ha perdido la salud; de
esta manera él se sabrá valioso, apoyado y tan profundamente amado que no le quedará otra
más que amarse a sí mismo y encontrar por ello muchos motivos para cuidarse.

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Es justamente en el encuentro de tantos amores donde nace la posibilidad de entre todos,
darle un sentido a lo que se está viviendo. Surgen aquí como por arte de magia un “¿para qué?”
y “¿por qué?” Ante esto se pueden encontrar muchas respuestas.
Me cuido porque me quiero; me cuido porque soy consciente de mis riesgos físicos y me hago
responsable; me cuido porque soy demasiado amado para arriesgarme; me cuido para ayudar a
otros en mismas condiciones de salud; me cuido porque me gusta vivir y amo la vida.
Concluyo con esto que la vida nos ha enseñado, gracias a la diabetes de Kike, que la ma-
nera de alcanzar una meta no se logra siempre corriendo de prisa; sino que hay situaciones
como DM1 donde el recorrido se hace despacio, con el esfuerzo del día a día. De esta manera
se puede ir paladeando el dulce sabor de ir llegando.

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Novedades en libros de Ediciones LAG

Perspectivas en Psicoterapia Existencial.


Una mirada retrospectiva y actual
Compiladores: Yaqui Andrés Martínez y Susana Signorelli
Colección Sentido17

¿Cuál es el fin de la existencia? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? La mayoría de las teorías contemporáneas pare-
cen abstractas ante las grandes cuestiones sobre la existencia que nos han sido heredadas. Dichas teorías parecen sin vida
ante los nuevos y complejos problemas que la cotidianidad presenta.
Ante dichas tensiones, las psicoterapias existenciales aportan una perspectiva emprendedora, auténtica y compro-
metida; en franca rebeldía a lo estático y la imposición de corrientes, métodos o programas. La existencia humana no
puede determinarse por un enfoque ni tener límites establecidos. Comprender la naturaleza humana exige superar presu-
puestos y abrir nuevos planteamientos apoyados en la relacionalidad y la co-construcción impostergable de la existencia.
Comunicación directa, transparente y humana, fundamentan a las psicoterapias existenciales como propuestas pro-
fundamente implicadas con el análisis de la vida concreta de las personas y de su mundo amplio, que comprende el diálogo
constante con la riqueza de la filosofía existencial, fenomenológica y hermenéutica hasta nuestros días.
La presente obra esboza varias perspectivas existenciales, escritas cada una por diferentes autores latinoamericanos
que han desarrollado su trabajo sobre distintos estilos y pensadores en psicoterapia existencial, y es un referente importante
tanto para especialistas como para personas interesadas en temas actuales de psicoterapia. 

Pensar la logoterapia: invitación para un trabajo terapéutico actualizado


Alejandro Unikel Spector
Colección Sentido18

En el presente libro encontrarás cuestionamientos honestos que hace su autor para vivir un profundo proceso personal.
Esta experiencia de estudio, investigación y aplicación que nos comparte, no es solamente una teoría, sino la narrativa de
un ser humano que nos abre su corazón. Es así como en este texto encontrarás formas de aplicar la logoterapia, desde sus
fundamentos, tanto filosóficos y antropológicos como los psicológicos y espirituales.

Hacerse la persona. Un enfoque fenomenológico


Daniele Bruzzone
Colección Sentido19
Acompañar el proceso de crecimiento de una persona es una actividad necesaria y sin embargo ambivalente. Para evitar que
degenere en el conformismo y el autoritarismo es necesario interrogarse radicalmente sobre sus fundamentos: Cuál es la
esencia del Sujeto Humano? En qué modo éste da forma a su propia existencia? Que significa ayudarlo a convertirse com-
pletamente es si mismo? Este libro intenta responder a estas preguntas a través los instrumentos de la fenomenología.

Volver a los escritos de Viktor E. Frankl


Felipe Miramontes
Colección Sentido 20
En el presente libro el autor nos invita de manera explícita a la lectura de los textos de Viuktor Frankl, creador del análisis
existencial y la logoterapia, y nos convoca a profundizar en su estudio, tanto clínico como filosófico. Todo ello, con la in-
tención de aplicar la mirada logoterapéutica y analítica existencial a diversos ámbitos de la vida cotidiana. Temas como la
sexualidad y el amor se ven enriquecidos con esta perspectiva.
Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia, S. C.
Fundadora y promotora de la logoterapia en México desde 1988
Premio 2002 de Viktor Frankl Foundation of the City of Vienna

Publicaciones
EDICIONES LAG

Colección Sentido

1. También tu sufrimiento tiene sentido


Elisabeth Lukas
La doctora Elisabeth Lukas en éste texto hace una cuidado-
sa descripción de las técnicas en logoterapia y su aplicación
al servicio del paciente, con objeto de ayudarle a superar su
sufrimiento. Con lenguaje claro y de manera sencilla hace
una incursión en el tratamiento a pacientes, desde el enfo-
que de la logoterapia de Frankl. Este enfoque es tratado por 5. También tu vida tiene sentido
ella con amor, respeto y confianza y sobre todo, con fe ante (Logoterapia y salud mental)
un recurso casi desconocido que devuelve al hombre “la Elisabeth Lukas
fuerza interior desafiante de su espíritu.” Prólogo de Víktor E. Frankl
El arte de sacar a luz posibilidades de sentido es uno de los
2. Señales del camino hacia el sentido mayores talentos de la autora… Su fundamento científico, y
(Descubriendo lo que verdaderamente importa) sus contribuciones a la logoterapia unidas en una simbiosis
Joseph B. Fabry fecunda con su experiencia práctica será seguramente algo
En este libro, el autor te guiará paso a paso en el sentido que agradecerá el lector. Ilustra todos los casos concretos e
personal, las creencias y los valores que pueden hacer que incluso fragmentos de diálogos mantenidos por ella en su
tu vida tenga sentido. El Dr. Fabry asiste a sus lectores para práctica profesional.
superar la frustración existencial y encontrar dirección en
situaciones de vacío, duda, desconsuelo, y les presenta una 6. La búsqueda de significado
expresión comprensiva de nuevos pensamientos con un Joseph B. Fabry
lenguaje popular. Viktor E. Frankl. Este libro del Dr. Fabry tiene la cualidad que cultivó el autor,
su sencillez. Traduce en un lenguaje sencillo los principios y
3. Líbranos de la perfección técnicas de la logoterapia. Es el mismo Frankl quién dedica
“En el principio”, y al instante fue el límite su Prefacio. En él dice: el autor que se propone tres metas:
Ricardo Peter popularizar la logoterapia sin vulgarizarla, simplificar sus
El hombre se presenta ante la terapia de la imperfección teorías sin incurrir en excesos, y destacar los aspectos que
obligado continuamente a la empresa heroica de reconocer puedan tener importancia para lectores educados en el actual
su límite. El límite obliga al hombre a tener que redefinir clima cultural de los Estados Unidos. Temas como La di-
constantemente el significado de su vida, el significado de sí mensión humana, El sentido de la vida, El reto de la libertad,
mismo, de los demás y del mundo que le rodea y con el que El derrumbe de las tradiciones y El valor de los Valores entre
se relaciona. Los ejercicios prácticos que aquí se proponen, otros, nos entusiasma a incursionar en éste libro impregnado
son una terapia que nos ayudará a aceptar y superar los pro- de nuevas ideas para vivir mejor.
pios límites... Este libro es una guía dentro del camino del
autoconocimiento y una herramienta de suma importancia 7. Viktor E. Frankl. La humanidad posible
para los terapeutas en general. Claudio C. García Pintos.
Este libro de Claudio García Pintos, nos invita a conocer al
4. De la vida fugaz hombre universal que es Viktor E. Frankl a través de su vida
Elisabeth Lukas y Claudio C. García Pintos y su obra. Nos regala una concreta visión de la Logotera-
Los autores del presente libro congregan su apelación al pia describiendo los fundamentos psicológicos, filosóficos y
sentido desde estas páginas: claman a la conciencia de los antropológicos, la importancia de los valores y el rol del lo-
jóvenes y de los adultos mayores para reactualizar el valor goterapeuta. Seguramente ofrecerá al lector una perspectiva
de la libertad, de la responsabilidad, “de la potencia resis- de lo que la logoterapia ofrece como un modelo preventivo,
tente del espíritu”. educativo y psicoterapéutico de gran altura.
8. Tarea y desafío. En búsqueda del sentido tiene la valentía de gritar su verdad por dolorosa que ésta
Eugenio Fizzotti sea. Hace un llamado a la profesión del psicoterapeuta que
Con corte de divulgación, y método de síntesis, este texto nos en su calidad de acompañante existencial, tiene el privilegio
ofrece un panorama satisfactorio del humanismo frankleano de ayudar a sobrevivir a otros “dentro y fuera de su campo
que constituye un oasis teórico-práctico en los desiertos de de concentración.”
hoy en la búsqueda de los valores fundamentales de una so-
ciedad de paz, de solidaridad y de ecología. La frustración 13. Ética para errantes
existencial o el sentido de inutilidad de los dinamismos de Ricardo Peter
fondo, provoca, de hecho, un vacío en la profundidad del Es a través de la parábola del Hijo pródigo (Lc. 15, 11-31)
ser en el que prosperan el aburrimiento, la apatía, la búsque- en donde dos rasgos propios de lo humano como son la falla
da de la ebriedad y de las sensaciones fuertes, la fuga en el y la compasión son tratados de forma original y contunden-
alcohol y la droga, el miedo al silencio y al tiempo libre, la te. La actuación del padre, que es la figura central de la obra,
búsqueda del sexo por el sexo. en contraste con las conductas perfeccionistas de los hijos,
postula las bases para construir una ética del límite.
9. La Psicoterapia Existencial: una aproximación
Miguel Jarquín 14. Pedagogía de las alturas. Logoterapia y educación
Desde esta perspectiva, en la terapia se aborda el ser en su Daniele Bruzzone
totalidad, en relación con otros, se privilegia su individuali- El autor pone en diálogo diferentes ámbitos disciplinarios;
dad, su libertad, su responsabilidad de elección y lo corporal abre un horizonte de conexiones y sintonías entre los aspec-
(como mediador activo entre el sí mismo y el mundo). La tos pedagógicos y filosóficos, psicológicos y psicoanalíticos,
terapia entonces, ya no puede ser más un arma de domestica- avalado por una vasta bibliografía. Este diálogo entre más
ción, de lograr la “adaptación al medio”, no puede ser objeti- ópticas no se da en una perspectiva que se limite a “para-
va. La terapia será el encuentro auténtico de dos personas. A frasear” el pensamiento de Frankl; el premio mayor de este
partir de la luz del enfoque existencial, se abren nuevos con- texto consiste, de hecho, en la capacidad de diferenciar en
ceptos y felizmente se dejan otros atrás, como la neurosis, la una manera original elementos especulativos para las teorías
transferencia; de manera que se abre una nueva perspectiva pedagógicas y resultados significativos para la praxis educati-
en donde antes que nada, se tiene frente, ya no un enfermo, va, ofreciendo orientaciones actuales nunca antes vistas.
un paciente, sino una persona con deseos y necesidad de dar
sentido a su vida a través del encuentro de profundidad, con
ese otro -el terapeuta- que lo acompaña a ver al mundo, a 15. Filosofía Existencial para terapeutas y uno que otro curioso
otros y a sí mismo en una perspectiva diferente. Yaqui Andrés Martínez
Tanto la Filosofía como la Psicología Existencial hablan de
10. Diez Voces y un rostro un modelo de aproximación a los seres humanos interesado
(Homenaje del Centenario de Viktor Frankl) en conocer y comprender al ser humano en su estructura y
Diez Autores de smael experiencia como tal, concernida siempre en una perspectiva
Frankl fue espectador y actor del siglo xx, su vida transcurrió relacional. Le interesa el ser humano y su existencia frente al
con la centuria: 1905-1997. Le tocaron los últimos esplen-
mundo y frente a la vida, exige una revisión honesta de la
dores de una época de oro, los horrores de las dos guerras
propia existencia. El autor intenta facilitar el acercamiento a
mundiales, en carne propia la última, pero también, afortu-
nadamente, disfrutó de esa productividad notable que fue la perspectiva existencial mostrando los autores más relevan-
coronada por el éxito. Su mensaje de que la vida siempre vale tes y ofrece interesantes reflexiones para la comprensión de
ser vivida y que el hombre merece y puede luchar por mante- la realidad humana. Será un libro básico para el aprendizaje
ner su dignidad y honestidad en cualquier circunstancia, por del enfoque Existencial.
difícil que sea, serán siempre el cimiento para trasponer los
duros retos inherentes a la existencia humana. 16. Encuentro y relación de Frankl, Allers y Schwarz
en el surgimiento del Análisis Existencial y la Logoterapia
11. De Freud a Frankl: El Nacimiento de la Logoterapia Felipe Miramontes
Eugenio Fizzotti Este libro presenta una breve pero significativa revisión de la
En este libro Fizzotti hace un recorrido por las diversas teo- obra de Allers y Schwarz, de su pensamiento y sus propues-
rías psicológicas y filosóficas que dan origen a la Logoterapia tas, tanto las que atañen a Frankl como las que no. Es indis-
así como por los conceptos y aplicaciones que la conforman. cutible que estos personajes tuvieron una influencia tangible
En un estilo claro y sencillo, sin dejar por esto de ser profun- en el creador de la logoterapia.
do, nos presenta cada uno de los capítulos y permite al lector
ahondar en los significados de los mismos. 17. Perspectivas en psicoterapia existencial
(Una mirada retrospectiva y actual)
12. Logoterapia dentro y fuera del Campo de Concentración Yaqui Andrés Martínez y Susana C. Signorelli
Alejandro Unikel S. Ante las grandes tensiones de la existencia que nos han sido
El lector no solamente encontrará teoría y técnicas de logo- heredadas, las psicoterapias existenciales aportan una pers-
terapia en abundancia; se encontrará con una logoterapia en- pectiva emprendedora y auténtica. Este libro esboza varias
carnada, que en muchos momentos estrujará su conciencia perspectivas existenciales, escritas cada una por diferentes au-
adormecida. Le hablará de manera firme y contundente ante tores latinoamericanos orientados tanto a profesionales como
el compromiso de vivir la vida tal cual es, porque el autor a personas interesadas en los temas actuales de psicoterapia.
18 19. Hacerse la persona. Un enfoque fenomenológico
Pensar la logoterapia: invitación para Daniele Bruzzone
un trabajo terapéutico actualizado Acompañar el proceso de crecimiento de una persona es una
Alejandro Unikel Spector actividad necesaria y sin embargo ambivalente. Para evitar
Hoy es difícil reconocer como invariable ninguna doctrina. que degenere en el conformismo y el autoritarismo es nece-
Frankl puso la piedra fundamental de la logoterapia pero sario interrogarse radicalmente sobre sus fundamentos: Cuál
los logoterapeutas del siglo xxi debemos actualizar nuestros es la esencia del Sujeto Humano? En qué modo éste da forma
conocimientos al espacio-tiempo que vivimos so riesgo de a su propia existencia? Que significa ayudarlo a convertirse
volvernos obsoletos. El libro invita a reconocer los retos que completamente es si mismo? Este libro intenta responder a
tenemos por el posmodernismo y pretende actualizar algu- estas preguntas a través los instrumentos de la fenomenología.
nos conceptos básicos como la espiritualidad, las constantes
existenciales y la angustia. Plantea la búsqueda de sentido 20. Volver a los escritos de Viktor E. Frankl
entre dos personajes – Viktor Frankl y Albert Camus - ideo- Felipe Miramontes
lógicamente distintos que, sin embargo, convergen en darle En el presente libro el autor nos invita de manera explícita a
una dirección significativa a la vida humana. Este contraste la lectura de los textos de Viuktor Frankl, creador del análi-
aparece también en el análisis comparativo que se hace entre sis existencial y la logoterapia, y nos convoca a profundizar
la logoterapia y la psicoterapia existencial para encontrar las en su estudio, tanto clínico como filosófico. Todo ello, con
“consonancias y disonancias “entre ambas escuelas terapéu- la intención de aplicar la mirada logoterapéutica y analíti-
ticas. En conjunto el libro tiene el mensaje a los logotera- ca existencial a diversos ámbitos de la vida cotidiana. Temas
peutas de la necesidad de ver más allá de la logoterapia para como la sexualidad y el amor se ven enriquecidos con esta
regresar a ella más fortalecidos en nuestro trabajo profesional perspectiva.

La logoterapia. Libro de texto


Elisabeth Lukas
Experiencia grupal a través de la logoterapia. Libro de texto
Leticia Ascencio de García

Seminario Logoterapéutico II. Libro de Texto


Leticia Ascencio de García y Alejandro Unikel

Cuadernos de Investigación 1, 2, 3, 4, 5.
Aportes de smael para enriquecer la logoterapia y aplicarla adecuadamente a la problemática
de nuestro México.
Actas de Congresos
Memorias de los Congresos Mexicanos de Logoterapia 2000, 2003, 2005

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