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Persona

ISSN: 1560-6139
dalvarez@correo.ulima.edu.pe
Universidad de Lima
Perú

Cebrecos, Fermín
Descartes: entre la psicología racional y la antropología filosófica
Persona, núm. 17, enero-diciembre, 2014, pp. 11-32
Universidad de Lima
Lima, Perú

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=147137147001

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Descartes: entre la psicología racional y la
antropología filosófica
Fermín Cebrecos
Universidad de Lima
Recibido: 5 de mayo de 2014 / Aprobado: 24 de junio de 2014

La relación cartesiana entre psicología racional y antropología filosófica se


plantea aquí a partir del concepto de sustancia. El dualismo ontológico de las
dos sustancias finitas (res cogitans y res extensa), tan taxativamente expuesto
en las Meditaciones metafísicas, sufre una restricción significativa en el Traité
de l’homme y en De passionibus animae, obras en las que hay una referencia
explícita a la glándula pineal como punto físico de unión entre mente y cuerpo.
El intento por explicar esta interacción desde la fisiología ubica a Descartes entre
la psicología racional, que define la naturaleza humana solo como alma, y la
antropología filosófica, para la que el ser del hombre no puede formularse sin el
recurso a la unidad psicosomática.
sustancia / psicología racional / antropología filosófica / glándula pineal

Descartes: Relationship between rational psychology and philosophical


anthropology
The purpose of this study is to discuss the Cartesian relationship between rational
psychology and philosophical anthropology which originates from the concept
of substance. The ontological dualism between the two finite substances (res
cogitans and res extensa) specifically introduced in the Metaphysical Meditations
is significantly restricted in two further works, the Traité de l’homme and De
passionibus animae, in which there is an explicit reference to the pineal gland as
the physical contact between mind and body. In this sense, Descartes in his search
for an explanation of the mind-body interaction from a physiological point of view
promotes a middle ground between a rational psychology, which defines human
nature solely as a soul, and a philosophical anthropology, which view human
beings as a psychosomatic unity.
substance / rational psychology / philosophical anthropology / pineal gland

Correo electrónico: fcebreco@ulima.edu.pe

Persona 17, enero-diciembre del 2014, ISSN 1560-6139, pp. 11-32


Fermín Cebrecos

Introducción En Die Stellung des Menschen im


Kosmos (1927), Max Scheler separó la
En el racionalismo cartesiano la sustan-
psicología racional y la antropología
cia, tanto en su significado ontológico
filosófica, convirtiéndose en pionero
como lógico, es puramente inteligible,
de una línea de pensamiento que tuvo
y no el concepto de algo imaginable que
dos continuadores importantes: Hel-
remite, en su punto genético de partida,
muth Plessner y Arnold Gehlen. Mas la
a la experiencia sensorial. Ahora bien,
orientación fenomenológica de Scheler
si las tres sustancias que componen la
le exigía no renunciar a la fundamen-
totalidad de lo existente (Dios, el alma tación metafísica de lo específicamente
racional = res cogitans y el mundo cor- humano. Dos años más tarde de la pu-
póreo = res extensa) son, de por sí, au- blicación de El puesto del hombre en el
tónomas y autosuficientes, ¿cómo podrá cosmos, señalaba Edwin G. Boring, en
establecerse, desde la res cogitans, una A History of Experimental Psychology,
relación cognoscitiva “clara y distinta” que la psicología científica tuvo su ori-
con las otras dos sustancias? gen en Alemania, gracias a una com-
Descartes, empero, da un paso atrás binación entre la filosofía de la mente
en su interpretación radical de la auto- y la fenomenología experimental. En
nomía de las sustancias finitas y, me- Descartes no podría hablarse, en rigor,
llando su independencia, convierte a de una separación entre psicología ra-
Dios en soporte ontológico de las mis- cional y antropología filosófica; habría,
mas y en garante del conocimiento del más bien, que postular una relación de
mundo y del alma. Sin embargo, al no simbiosis entre ambas.
poder desconocer que existe, de hecho,
una interacción entre la res cogitans Antecedentes aristotélico-tomistas de
(mente) y la res extensa (cuerpo), se ve la sustancia cartesiana
en la obligación de abordar el problema
No se pretende aquí reconstruir la gé-
de su mutua relación y recurre, con ese
nesis y desarrollo históricos de la ca-
fin, a la glándula pineal como elemento
tegoría de la sustancia, sino tan solo
físico de unión. considerar algunas raíces que, por su
Las páginas que siguen versan so- cercanía conceptual, son de fácil de-
bre lo que supone el reconocimiento de tección en Descartes, un pensador tan
dicha relación como eventual ruptura compenetrado, debido a la enseñanza
del dualismo cartesiano y sobre lo que, de los jesuitas recibida en La Flèche,
además, implica la psicología racional de la gnoseología aristotélico-tomista.
cartesiana de cara a una antropología Mas el esfuerzo de Aristóteles por inte-
filosófica que postula, como tesis pri- grar el dualismo platónico en una única
mera, la unidad mente-cuerpo. e idéntica realidad (ousía) no ha de ser-

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vir para soslayar los diversos sentidos particular (Aristóteles, 1988, pp. 146-
de los que este término es objeto. 147), ya que la sustancia primera solo
En efecto, hacerse cargo de lo que, podrá ser interpretada a la luz de lo que
en la intrincada historia de la sustancia, constituye su “esencia”, explicación que
se ganó y se perdió en las traducciones acerca a Aristóteles al eidos platónico.
del griego al latín en términos tan poco El eidos tiene su correlato latino en el
propensos a la univocidad como, por término forma (idea), de ahí que pue-
ejemplo, ousía = substantia e hypokeí- da verse en ello la primacía de la causa
menon = subiectum, es enfrentarse a un formal sobre la materia (substantia) en
problema, todavía irresuelto, en el que la que dicha causa actúa.
han cabido diversas tentativas de solu- A la connotación ontológica de la
ción (monismo, dualismo, pluralismo). sustancia ha de añadírsele, entonces,
Para Aristóteles (1990) (cfr. libros VII la dimensión lógico-predicativa, tal
y VIII de la Metafísica, en especial VII, como demanda la doctrina aristotélica
1-17, pp. 320-435), la sustancia es la del capítulo 5 de las Categorías (Aris-
primera categoría del ser y, en cuanto tóteles, 1988, pp. 34-42). En Metafísica
esencia de la cosa o sustancia primera, VII, 3, 1028 afirma Aristóteles (1990):
lleva en sí el soporte de lo que, por su “De la sustancia (ousía)1 se habla, al
naturaleza, no puede ser sino “acciden- menos, en cuatro sentidos principales.
te”. Así, pues, la sustancia primera (ou- Los tres primeros, como ‘sustancia de
sía proté) se basta ontológicamente a sí cada cosa’, son: ‘lo que es, el universal
misma y, al no necesitar de ningún otro y el género’; y ‘el cuarto de ellos es el
ser como “sujeto de inhesión”, se cons- sujeto’ (hypokeimenon), el cual es defi-
tituye en fundamento o sustrato del ser nido como ‘aquello de lo que se dicen
de los accidentes. Mas esta connotación las demás cosas, sin que él, por su parte,
ontológica quedaría parcialmente enten- se diga de otra’” (pp. 326-327). Como
dida sin el recurso a “algo anterior y más puede verse, la “sustancia” y el “sujeto”
conocido”, tal como puede verse en Me- no constituyen seres ontológicamente
tafísica VII, 3 y en Analíticos segundos, distintos entre sí; más bien, el sujeto, en
A, 2 (Aristóteles, 1990, pp. 326-329; cuanto hypokeímenon, es la ousía mis-
1988, pp. 316-319): la sustancia segunda ma, y esta, debido a que es la prime-
(deutéra ousía). Merced a ella, se recu- ra categoría que puede decirse de algo
pera la primacía del universal sobre el existente, se identifica con el hypokeí-

1 Xavier Zubiri se manifestó en contra de traducir ousía por esencia, ya que este término equivale, más bien,
a quidditas, pero no a substantia. Ousía, según él, adquiere su auténtico significado como “lo substante”, es
decir, como hypokeímenon (1962, p. 3). La posición discrepante de Valentín García Yebra puede verse en el
prólogo a su traducción de la Metafísica (1990, pp. XXIII-XXXIX).

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menon o subiectum. En consecuencia, rogéneas pueden constituir, al mismo


no hay materia separada de forma, ni tiempo, un mismo ser personal.
tampoco, en equivalencia válida, puede Citando expresamente el libro V
haber sujeto y sustancia como entidades de la Metafísica, Tomás de Aquino
independientes (a, no ser claro está, en confirmará que la sustancia se dice
la substantia separata del “primer mo- en un doble sentido (dupliciter): como
tor inmóvil”). “quididad de la cosa” (quidditas rei) y
Haciéndose eco de la influencia aris- como “sujeto o sustrato (subiectum vel
totélica, en el sumario latino Categoriae suppositum) que subsiste en el género
decem (siglo IV a. C.) ―atribuido fal- de la sustancia”. El “sujeto” ha de ser
samente a san Agustín, pero probable- interpretado aquí como base sustentan-
mente una traducción latina de una obra te de los accidentes o categorías (ST,
del griego Temistios―, se afirmaba que 1a q. 29, art. 2; cfr. también la quaes-
todo lo que es puede reducirse a sustan- tio XIX en las Quaestiones disputatae
cia y que las categorías “no pueden ser de anima). Esta dimensión lógica de la
conocidas sino por el sujeto” (non pos- sustancia como predicamento universal
sint nisi ex subiectos agnosci). Se hacía no ha de ocultar, en el plano ontológi-
hincapié, asimismo, en la permanencia co, que la individua substantia es para
de la sustancia como hypokeímenon o él una “sustancia completa, subsistente
entidad subyacente, y la diferencia que, por sí y existiendo aparte de otras” (se-
a este respecto, mantenía con los “ac- parata ab alia) (ST, III, q. 16, art. 2).
cidentes”. Un siglo después, Martianus Consiguientemente, su esencia es por
Capella, en De nuptiis Philologiae et sí (quod est per se esse) y no se carac-
Mercurii, identificará al sujeto con la teriza, como los accidentes, por tenerla
“sustancia primera” (subiectum est pri- en otro (in alio esse) como “sujeto de
ma substantia) y, en idéntica línea de inhesión” (Contra Gentiles, I, 25 y ST,
pensamiento, Boecio propondrá, en el I, q. 3, art. 5). (Cfr. Pérez de Laborda,
capítulo tercero De duabus naturis et 1996, pp. 278-279).
una persona Christi, la definición clá- Parece del todo seguro afirmar que
sica de “persona”: naturae rationalis Francisco Suárez, con quien el saber
individua substantia (“sustancia indi- medieval alcanza una de sus síntesis
vidual de naturaleza racional”) (Migne, mejor organizadas, no participó del
1996 [2013], vol. LXIV, p. 2). En ella se propósito wolffiano de dividir la me-
recoge, por un lado, el legado aristoté- tafísica en general y en especial; por
lico y patrístico, y se prepara, por otro, lo tanto, tampoco habría desligado ni a
la interpretación tomista de la sustancia, Dios, ni al alma, ni a la naturaleza del
pero también se plantea el problema ámbito ontológico que les correspon-
acerca de cómo dos sustancias hete- día. Sin embargo, llama la atención que

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su comentario aristotélico De anima La filiación aristotélico-tomista de


no fuese incluido en las Disputationes la que se nutre la metafísica cartesia-
metaphysicae (1597), en cuya prime- na no podrá eludir, en lo tocante a la
ra línea la metafísica es conceptuada sustancia, tres características funda-
como scientia quae ens, in quantum mentales:
ens seu in quantum a materia abstrahit a) La sustancia es lo que permane-
secundum esse, contemplatur. Suárez ce “debajo” de las modificaciones
―o, por lo menos, el renacimiento accidentales (sustancia primera o
escolástico, siempre ortodoxo, que él substantia individualis). El infiniti-
representaba― ha de ser considerado vo latino sub-stare, del que se deri-
como el pensador más influyente en va substantia (traducción del griego
la filosofía que los jesuitas enseñaban ousía), implica un “estar debajo de”,
en el colegio de La Flèche, de ahí que pero concediendo soporte y funda-
Descartes, también en lo que respecta mento a lo que se encuentra encima.
a la sustancia, se identificase con él. b) La sustancia es el sujeto o ser del que
La primera parte de las Disputationes se predican todas las propiedades de
metaphysicae constituye una reflexión la sustancia primera. Esta sustancia
sobre el concepto, propiedades y cau- segunda se identifica con el subiec-
sas del ser, mientras en la segunda se tum (traducción del griego hypokeí­
pasa de la división del ser en infinito menon), un participio de pretérito
y finito a la distinción entre sustancia pasivo del verbo subicere, que sig-
y accidentes; finalmente, se aborda nifica “arrojar, lanzar hacia afuera”,
el esclarecimiento de la sustancia en pero que se vincula genéticamente
cuanto tal (Disputationes metaphysi- al verbo iacere. Ahora bien, si le
cae 28, 32 y 33-36). Tal vez su apor- antepone la preposición sub (sub-
te innovador más importante esté en iacere), resulta fácil encontrarle pa-
cómo explica la relación entre Dios y rentesco significativo con sub-stare
el ser humano, relación que no aparece y, por lo mismo, puede decirse que
entre este último y el ser en general. Su sujeto y sustancia poseen una raíz la-
recurso a la “potencia obediencial ac- tina que los identifica en su cualidad
tiva” implica una cooperación simultá- de servir de soporte a lo que, de por
nea entre Dios y la criatura que tendrá sí, necesita un sujeto de inhesión: los
que salvaguardar la libertad humana y accidentes.
que, en consecuencia, dista mucho de c) Al no tener su ser en otro sino en sí,
ser una respuesta ocasionalista, como la sustancia posee un ser indepen-
sucederá más tarde con los vacíos que, diente o, lo que es lo mismo, no es
a este respecto, dejó Descartes. relativa a ninguna otra entidad. No

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se identifica con sus atributos o pro- En síntesis, de la doctrina aristotélico-


piedades, pues estos se fundamentan tomista puede afirmarse, como ya se ha
en la sustancia y, por tanto, no son visto, que la sustancia es una cosa (res)
absolutos. Al precisar de la sustancia que posee su ser en y por sí misma, y
como sujeto de inhesión, también que no necesita de ninguna otra cosa
los accidentes son seres cuya esencia para ser lo que es. Lo mismo sostendrá
consiste en un estar en otro (esse in Descartes (1987b): “No podemos en-
= innesse = inherido a otro), con lo tender por sustancia sino una cosa que
cual pueden ser calificados de reali- existe de tal modo que no requiere de
dad parasitaria de la sustancia. ninguna otra cosa para existir” (Per
La filosofía cartesiana se nutre de substantiam nihil aliud intelligere pos-
este subsuelo. Pero Descartes, pese a sumus quam rem quae ita exsistit, ut
su filiación aristotélico-tomista, encon- nulla alia re indigeat ad existendum)
trará también en el pensamiento de M. (p. 52). Dicha sustancia, empero, es una
de Montaigne, P. Charron y F. Sánchez “propiedad, cualidad o atributo cuya
un escepticismo antropocéntrico que le idea real está en nosotros”; se trata, por
conducirá, mediante la duda metódica, a consiguiente, de una idea innata (1987a,
p. 70). Dicho de otro modo: lo que es en
ubicar el saber sobre el hombre (La vra-
sí se concibe también por sí (per se con-
ye science et le vray étude de l’homme,
cipitur), infiriéndose que el concepto de
c’est l’homme, había dicho Charron)
sustancia ―como asegurará más tarde
en una psicología racional en la que el
Spinoza― tampoco necesita del con-
“alma” se identifica con la sustancia
cepto de ninguna otra cosa para ser de-
humana, y no, como en la antropología
finido (Ética I, def. iii). En Descartes, la
aristotélica, con la unidad de un “animal
noción de sustancia entraña también el
racional”. No ha de olvidarse, finalmen-
“concebirse por sí misma”, es decir, la
te, que Descartes quedaría parcialmente
incapacidad ontológica de poder redu-
interpretado sin las repercusiones de la
cirse a otra cosa, pero él no identificaba,
nuova scienza, y no solo en lo tocante a
como Spinoza, la sustancia de Dios con
la matematización de la naturaleza, sino
la de la naturaleza (Deus sive natura).
también a la importancia concedida por
él a la experimentación. La sustancia cartesiana no puede
predicarse unívocamente. Hay una
sustancia infinita (es decir, Dios = sive
La sustancia cartesiana
Deus) y dos sustancias creadas fini-
Trasladarse desde estos antecedentes tas: la substantia finita extensa, sive
filosóficos al sustancialismo cartesiano corpus y la substantia finita cogitans,
no resulta una empresa teórica difícil. sive mens (Descartes, 1987b, pp. 52-

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53; 1977a, pp. 70-72). No se trata, en La autoconciencia de ser pensante


consecuencia, de un monismo sustan- es, por consiguiente, la definición más
cial, aunque salta a la vista que sin el clara y distinta de la naturaleza huma-
concurso divino no podrían existir las na. Y a ella no se llega por la deducción
sustancias finitas. Las citas cartesianas que, a primera vista, puede derivarse
que pueden traerse a colación en este del “ergo” presente en la formulación
contexto son tan numerosas como sus- del Discurso del método: Cogito, ergo
ceptibles de repetición. sum (Descartes, 1987a, p. 69). Se trata,
más bien, de una intuición de esencia
Aunque el grado de dependencia di-
que Descartes había enunciado así en la
vina que caracteriza a ambas sustancias
versión francesa de dicha obra: Je pen-
sea similar, no significa que entre ellas
sé, donc je suis, y que en latín podría
no se establezca una jerarquía o que se
traducirse legítimamente como cogi-
suprima el dualismo. El atributo princi-
tans sum (“pensando, existo”), fórmula
pal de la sustancia espiritual es pensar
que aparecía, por cierto, en el primer es-
y, por ende, nada de lo que está “fuera de
bozo de la Primera meditación (1629).
mí” (materia inanimada, seres vivos, ac- En esta aprehensión intuitiva, la verdad
cidentes vinculados a lo corpóreo) puede es una cuestión que solo la mente diri-
definir “qué soy yo”. Y lo mismo sucede me; por lo tanto, no podrá definirse, a
cuando uno se aboca a reflexionar sobre la manera del realismo gnoseológico,
la naturaleza de los cuerpos. Sin saber a como “adecuación entre el objeto y la
ciencia cierta todavía si lo corpóreo exis- mente” (adaequatio rei et intellectus).
te, será la sustancia pensante, y solo ella La intuición, tal como se lee en la regla
(sola mente percipere), la que decidirá III de las Regulae ad directionem inge-
que, de existir, necesariamente tendrá nii, es un “concepto indubitable de la
que ser “flexible” y “extenso”. Pero estas mente pura y atenta, el cual se origina
dos características de lo físico no se en la sola luz de la razón” (mentis pu-
originan, como en el realismo, en ex- rae et attentae non dubium conceptum,
periencias sensoriales; son exigencias qui a sola rationis luce nascitur). Así,
que, actuando de universal cognoscen- pues, el alma es definida exclusivamen-
te, impone la res cogitans a la sustancia te como conciencia, y es en la cogitatio
finita corpórea. Por consiguiente, a la donde se descubre la igualdad res cogi-
pregunta sobre lo que sean la flexibili- tans = substantia = animus = ego (ser
dad y la extensión (Quid vero est hoc pensante-sustancia-alma-yo) (Descartes,
flexibile, mutabile? Quid extensum?) 1987a, pp. 69-71).
(Descartes, 1977a, p. 54) solo puede Pese a la incomunicación estable-
responderse desde la otra sustancia fi- cida entre las sustancias, si se afirma
nita: la res cogitans. ―como hace Descartes (1977a)― que

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la sustancia de lo corpóreo, al igual que creación a Dios (a Deo creari deben ut


la duración y el número, proceden de la existant) y solo pueden ser “corruptibles”
representación de mí mismo (p. 80), se (es decir, tener un fin en el tiempo)
plantea no solo una jerarquía entre las si la voluntad divina así lo decide. El
sustancias, sino una relación gnoseo- cuerpo humano, sin embargo, al estar
lógica en la que la res cogitans, como compuesto de atributos principales que
verdad fundamental y fundamentante, ontológicamente han de ser considerados
posibilita la existencia de la res exten- como accidentes, morirá; “la mente, sin
sa. La certeza de que “los cuerpos no embargo, es inmortal por naturaleza” (en
son conocidos propiamente ni por los la versión francesa la mente se denomina
sentidos ni por la facultad de imaginar, l’ame de l’homme) (Descartes, 1977a,
sino solo por la facultad de conocer” p. 24). La sustancia divina es infinita,
(sed a solo intellectu percipi) (Descar- independiente, inteligente en grado
tes, 1977a, p. 58) muestra la jerarquía sumo, sumamente poderosa, y en ella
de la sustancia pensante en el ordo han sido creados tanto el yo como todo
cognoscendi. De igual modo, cuando lo que hay (si quid aliud existat). Incluso
Descartes (1977a) aborda la explicación la posibilidad de pensar una sustancia
de las dos características de la res co- infinita se debe a que, a pesar de la
gitans más vinculadas a la experiencia finitud de la sustancia pensante, Dios le
sensorial (res imaginans y res sentiens), otorga esa facultad (Descartes, 1977a,
afirmará que imaginar no es otra cosa pp. 80-82).
que contemplar (con los ojos de la razón) Si las dos sustancias finitas necesi-
la imagen que los sentidos han impreso, tan de lo otro de sí y reciben de Dios la
y que el sentir solo puede ser verdadero causa última de su existencia (su esen-
cuando es identificado con “yo pienso cia, por tanto, no supone necesariamen-
que siento” (pp. 50 y 58). Sin embargo, te la existencia, como sí sucede con la
ni la verdad ni la sustancia del cogito esencia divina), entonces, se elimina la
han de erigirse, en el orden del conocer causalidad propia y se abren las puer-
y en el orden del ser, en la verdad y la tas a un ocasionalismo teológico en el
sustancia primordiales. que Dios se impone como causa eficien-
Ya en la síntesis de la segunda te última. Por consiguiente, incluso la
meditación, que Descartes ofrece en la certeza de las demostraciones geomé-
Synopsis sex sequentium meditationum, tricas, que había quedado en duda con
se ve claramente que mente y cuerpo son la admisión de la hipótesis del genio
sustancialmente distintos (substantias maligno, dependerá ahora del conoci-
realiter a se mutuo distinctas), pero, en miento divino (a cognitione Dei pen-
cuanto cosas creadas, deben el ser de su dere) (Descartes, 1977a, p. 28). Queda

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Descartes: entre la psicología racional y la antropología filosófica

al descubierto, entonces, la precariedad inclinación a identificar la psyché con la


ontológica de ambas sustancias. esencia racional del hombre. Descartes
Esta indigencia entitativa también se contribuyó a reforzar dicha tendencia
manifiesta en la parte gnoseológica. Si con la ecuación mens sive animus
bien Descartes (1977a) ―y en eso radi- (“mente, es decir, alma”) para definir la
caría también su “modernidad” frente a esencia humana. Por esta causa, cuando
la filosofía escolástica― podía atribuir en 1734 Christian Wolff publicó su
a la autoría del solo poder de la razón, Psychologia rationalis, obra en la que
y no a Dios, tanto el método de la duda se separaba a la psicología racional de
como el hallazgo de la primera verdad la psicología empírica, se concedió a la
(pp. 42-44), tendrá que volver sobre sus primera la carta de ciudadanía de un
pasos y, con el fin de recuperar la ver- saber deductivo y se la incorporó a la
dad de las proposiciones de las ciencias metaphysica specialis como una rama
formales y empíricas, desechar la hipó- que registraba antecedentes histórico-
tesis de un “engañador poderosísimo” filosóficos muy lejanos y que estaba
(deceptor potentissimus) y reemplazar- constituida por la reflexión acerca de lo
la por la segura convicción de que Dios que, en último término, es el ser humano.
existe y de que, por ser creador de todo Gracias a Wolff ―aunque no fuera esa
e infinitamente bueno, garantiza la cien- su intención―, la psicología racional y
cia y la sabiduría (epistéme y sophía). la psicología empírica siguieron caminos
De este modo, reaparecen también los separados hasta que la psicología
científica ―sin desmerecer aquí los
objetos de la metafísica especial en la
aportes de Weber, Fechner, Müller y C.
perspectiva de un triadismo jerarquiza-
Bernard― hizo su aparición en 1873-1874
do: Dios (la sustancia infinita), el alma
con los Grundzüge der physiologischen
y el mundo (las sustancias finitas). Dios
Psychologie, de Wilhelm M. Wundt.
se erige, por consiguiente, en el factor
Merced a la interpretación fisiológica
soberano que hace posible que las tres
de la psicología, se pretendió despedirse
sustancias se comuniquen entre sí, tan-
de su anclaje metafísico y, al mismo
to ontológica como gnoseológicamente.
tiempo, advertir que sin la comprensión
del hombre como unidad psicosomática
La psicología racional
no podría lograrse una auténtica
Desde que Philipp Melanchthon, en el antropología filosófica.
siglo XVI, introdujo en el vocabulario Esta concepción unitaria aparece ya
filosófico el término psicología con claridad en sus Beiträge zur Theorie
(psyché legein significa, en sus raíces der Sinneswahrnehmung (1862). Wundt
etimológicas, “decir algo racional sostiene, estableciendo el carácter in-
sobre el alma”), quedó en claro la ductivo de la psicología, que no ha de

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recurrirse a priori al alma como fuen- limitado ontológicamente por una vida
te de conocimiento. Refiriéndose al efímera, el alma racional (animus) per-
apotegma leibniziano: “Nada hay en dura en el tiempo y no se halla condi-
el intelecto (intellectus) que antes no cionada en su destino final por un “soplo
haya estado en la experiencia senso- sutil” que, inevitablemente, tendrá que
rial”, escribe: “exhalarse” y dejar a lo animado con-
vertido en cadáver. Cualquier postulado
Estoy muy lejos de depositar de acerca de la unión entre anima y animus,
nuevo en este intellectus todo un así como acerca del nexo entre la materia
mundo de representaciones inna- inanimada y la animada, ha de tener en
tas en el alma, como hizo Leibniz, cuenta su carácter transitorio, el cual es
entendiendo por intellectus aquel
otra prueba más de la inferioridad on-
dato de la experiencia del desarrollo
tológica con respecto a la mente o alma
lógico, en el cual no está el cono-
cimiento mismo, sino la posibilidad
(mens sive animus) (Descartes, 1977a,
de su adquisición (Beiträge, 1862, p. p. 46). La inherencia material, ínsita
XXIII. Cf. Caparrós, 1980, p. 15). tanto en los seres vivos como en la na-
turaleza meramente corpórea, no ha de
Descartes no definió al ser humano ser objeto de la psicología racional; será,
ni como ser inanimado ni como ser ani- más bien, la psicología empírica wolffia-
mado. Empleó el término latino anima na quien deberá hacerse cargo de su ám-
para, fiel a su etapa de realista gnoseo- bito de estudio.
lógico, referirse al soplo vital (pysché, Por su sujeción al dualismo, Des-
spiritus), mas esta “alma” (que se nutre, cartes (2007a) no podrá definirse a sí
se mueve y siente) no se identifica con mismo como animal rationale (p. 44).
el animus (alma racional = res cogitans), Su escisión de la realidad en res co-
de ahí que el ser humano no pueda de- gitans y res extensa rompió la unidad
finirse, en su sustancia o esencia, como aristotélica del principio formal (mente)
un soplo o un fuego tenue y sutil (non y del principio material (cuerpo), atri-
ventus, non ignis, non vapor, non ha- buyendo a este un determinismo meca-
litus) (Descartes, 1977a, pp. 44 y 50). nicista que priva de automovimiento a
Si el yo existe si y solo si piensa que los animales y los convierte en máqui-
existe, podrá postularse que, al no estar nas, porque son solo res extensa y no
determinado por un cuerpo que, de por poseen cogitatio alguna. Las causas
sí, al no tener conciencia de su existen- del movimiento de los cuerpos vivos
cia, no existe, su duración en el tiempo no pueden proceder, por consiguiente,
será tan larga como lo es su capacidad de nada vinculado a lo racional (esto
de pensar. Por consiguiente, mientras el es, a la conciencia); han de ser, más
espíritu (anima) de los seres vivos está bien, similares a las de la res extensa (De

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Descartes: entre la psicología racional y la antropología filosófica

passionibus animae I, 1-17; cf. Adams co voluntario, la apelación a un punto de


y Tannery, 1957, p. 58). unión que, paradójicamente, en De pas-
En planteamiento tan radicalmente sionibus animae I, 31-41, la última obra
binario no cabe la “unión sustancial” publicada en vida de Descartes (1649)
que Aristóteles postulaba, y que en la y que se inicia con la corroboración del
escolástica medieval fue corroborada in- dualismo, supondrá una abdicación de
terpretando el alma como principio de la su concepto de sustancia y seguirá ubi-
vida biológica, sensitiva y animal. Para cándose, como en el Traité de l’homme
Descartes, habría tan solo una unidad (1633), en la glándula pineal.
de composición en la que los sumandos
(mente y materia) son magnitudes onto- La glándula pineal: ubicación y

lógicamente distintas: “Nada corpóreo funciones

escribió en las Cuartas objeciones, en El pensamiento, por más abstracciones


réplica a Arnauld pertenece a la esencia que pueda hacer de lo dado a los senti-
del ser humano, que es, por consiguien- dos, se encuentra ante un factum insos-
te, enteramente espíritu”, siguiéndose layable: entre lo corpóreo y lo espiritual
de ello “la definición del hombre como se dan conexiones que no se explican
un espíritu que hace uso de su cuerpo”. sin el recurso a su interacción recíproca.
Señala también que alma y cuerpo son Tal vez la interrelación habría que adju-
sustancias completas en un sentido, pero dicársela a “las muchas cosas que están
incompletas en otro. Y añade: “Alma y en la mente misma” y que no están re-
cuerpo son sustancias incompletas, refe- lacionadas con los sentidos (Descartes,
ridas al hombre, que es la unidad, que 1977a, p. 58), pero constituye también
juntos forman” (Descartes, 1977a, pp. un hecho, aunque “misterioso”2, que
180-187). En dicha unidad sigue ocu- “experimenta uno en sí mismo sin ne-
pando un rango inferior lo relacionado cesidad de filosofar” (Carta a Isabel, 28
con lo corpóreo, ya que todos los mo- de junio de 1643). Para “salvar” dicho
dos de unión de cuerpo-alma se funda- fenómeno no parece quedar otra alter-
mentan en que los sentidos no revelan la nativa que vincular la sustancia racio-
naturaleza de las cosas, sino tan solo si nal a la sustancia extensa y, mediante
son nocivas o útiles. Ello no obstante, la el recurso a un ser material, ofrecer una
unio compositionis exigirá, a fin de ex- explicación acorde con la gnoseología
plicar la aporía del movimiento somáti- racionalista.

2 Este “hecho” fue objeto de un escepticismo radical en Blaise Pascal, el cual ―en cita de san Agustín: Civitas
Dei XXI, 10― declaró que el ser humano “no puede concebir lo que es cuerpo, y menos todavía lo que es
espíritu, y menos aún cómo un cuerpo puede estar unido a un espíritu” (Pensamientos, p. 84).

21
Fermín Cebrecos

Una vez abandonada la teoría rea- pótesis de Maxime Leroy en Descartes,


lista del conocimiento, el problema de le philosophe au masque (1929), contri-
la unión alma-cuerpo se constituyó en buyó a enmascarar, ya para siempre, su
una preocupación siempre presente en auténtico pensamiento3.
el pensamiento de Descartes. Sin em- En su Tratado del hombre describe
bargo, ese interés no se resolvió en una Descartes el mecanismo de la reacción
tarea totalmente cumplida y, debido a automática en respuesta a los estímulos
ello, no puede atribuirse a su obra ser externos. Cierto es que en la parte V del
la primera explicación sistemática de la Discurso del método (Descartes, 1987a,
relación mente-cuerpo. Durante su pro- p. 97) hace referencia al “automatismo
longada permanencia en Holanda, des- de los brutos”, y que en las Meditacio-
de 1628 hasta su viaje a Suecia en 1649, nes metafísicas lo califica de percep-
compuso lo que podría denominarse el ción errónea (Descartes, 1977a, p. 50),
temario in nuce de la problemática que pero en el artículo 2 de la obra de 1633
gira en torno a dicha relación: el Trai- había planteado una tesis más radical:
té de l’homme (1633, aunque publicado “Supongo que el cuerpo no es otra cosa
póstumamente en 1664) y De passioni- que una estatua o máquina de tierra a
bus animae (1649). La publicación de la que Dios forma con el propósito de
su tratado sobre el hombre, concebido hacerla tan semejante a nosotros como
inicialmente como el capítulo 18 de Le sea posible”. E iniciando su búsqueda
monde ou le traité de la lumiére, que- hacia un vínculo entre máquina y alma,
dó suspendida al enterarse Descartes, añadirá en el artículo 28: “Cuando Dios
en noviembre de 1633, de la condena a una un alma racional a esta máquina,
Galileo. Es cierto que la ruptura de la otorgará a esta alma como sede princi-
independencia ontológica de las sustan- pal el cerebro” (Descartes, 1990, pp. 22
cias finitas podría conducir a una mis- y 50, respectivamente).
ma unidad de destino y, con ello, a una Es sabido el interés que en el Re-
posible negación de la inmortalidad del nacimiento adquirieron los autómatas
alma, pero no es este el lugar propicio (relojes, molinos, figuras religiosas y
para despejar la incógnita acerca de si cortesanas). El automatismo cartesia-
la no publicación de la obra ratifica la no, sin embargo, no fue interpretado en
convicción dualista de su autor, o si, por 1633 a la manera de las Meditaciones
el contrario, en consonancia con la hi- metafísicas de 1641. Descartes asevera

3 Sobre el particular, así como sobre la “consideración idealizada” del “avance rectilíneo” de la obra cartesiana
(duda metódica-formulación del mecanicismo-metafísica de la subjetividad), que él reemplaza por el “avance
cronológico real”, cf. el magnífico estudio introductorio a Descartes de Salvio Turró (1989, pp. 7-42).

22
Descartes: entre la psicología racional y la antropología filosófica

en su Traité de l’homme que puede es- verdadera interacción causal entre alma
tablecerse una “correcta comparación” y cuerpo. Clauberg, La Forge, Geulincx
entre el cuerpo humano y las fuentes y Malebranche se mostraron, en su afán
que adornan los jardines reales, y en- por preservar el dualismo, más cartesia-
tre la “máquina corporal” y los tubos nos que Descartes mismo.
que forman parte de la mecánica de Cabe advertir que en las Meditacio-
esas fuentes: los músculos y tendones nes metafísicas no se negaba la interac-
del cuerpo humano se asemejan a los ción entre mente-cuerpo, pero quedaba
resortes que las mueven, el corazón es subordinada a la res cogitans, subordi-
similar al manantial que las nutre y “las nación no tan fácil de defender cuando
concavidades del cerebro” son compa- se introduce la glándula pineal como
rables a “los registros del agua”. Y con- punto físico en el que la interacción se
cluye (artículo 16): lleva a cabo. Una de las tesis fundamen-
tales de la segunda y sexta meditación
Cuando esta máquina posea un hará hincapié en la distinción sustancial
alma racional, habrá de estar loca-
entre alma y cuerpo, de tal modo que la
lizada en el cerebro y su función
una puede existir sin el otro. Expresa-
será comparable a la del fontanero,
do de otra manera: la parte inmaterial
quien debe permanecer ante los re-
gistros donde se reúnen los tubos del hombre, a la cual, por obra divina,
de esas máquinas, si desea provo- está armónicamente subordinada la res
car, impedir o modificar en cierto extensa, se encuentra totalmente libre
modo los movimientos de la fuente de las leyes de la mecánica. Ahora bien,
(Descartes, 1990, pp. 35-36). Descartes reconoce que “esta naturaleza
mía, dirigida por Dios, nada me enseña
El automatismo es la exigencia que con más claridad que tengo un cuerpo
pone la razón en los seres vivos para co- que se siente mal cuando siento dolor y
nocer su naturaleza, pero no podría expli- que necesita alimento y bebida cuando
carse sin sostener que el alma racional y siento hambre y sed”. A través de es-
el cuerpo, dos sustancias independientes, tas sensaciones (istos sensus) se percata
establecen contacto mediante la glándula de que está estrechamente ligado y casi
pineal, que es la encargada de trasladar mezclado (coniunctum et quasi permix-
de una sustancia a otra el movimiento tum) con su cuerpo, de suerte que forma
voluntario. En el Tratado del hombre se una unidad con él. Pero el dolor no se
pone de manifiesto, por consiguiente, percibe con la mente, puesto que el yo
que el mecanicismo radical resulta insos- no está alojado en el cuerpo como un pi-
tenible, como también queda recusada la loto en su navío. Su percepción consiste
afirmación ocasionalista de que no existe solo en “confusas determinaciones de la

23
Fermín Cebrecos

conciencia” originadas en la mezcla del Descartes afirma que se trata de “una


espíritu con el cuerpo (nihil aliud sunt cierta glándula muy pequeña que está
quam confusio quídam cogitandi modi situada en el centro de la sustancia ce-
ab unione et quasi permixtione mentis rebral, y que se halla suspendida sobre
cum corpore exorti). Persiste, por tanto, el conducto por donde los espíritus ani-
en la autoconciencia la constatación de males tienen comunicación en sus ca-
que nada puede ser conocido con más vidades interiores con las posteriores”,
claridad que la sustancia pensante, ya de suerte que, en interacción recíproca,
que ni siquiera Dios puede infundir sus movimientos alteran el curso de los
claridad a una permixtio que implica, movimientos del espíritu, y viceversa
como mezcla confusa, una interacción (De passionibus animae 1, 30). Ya an-
no indubitable (cfr. Descartes, 1977a, tes, en 1, 10, había definido a los espí-
pp. 144-146). También en El mundo. ritus animales como “porciones sutiles
Tratado de la luz, Descartes había sos- de la sangre que entran en las cavida-
tenido la diferencia entre sentir la luz y des del cerebro”. Se trata, en realidad,
el objeto que la provoca, esto es, entre de cuerpos materiales extremadamente
la idea y el objeto (1989, p. 45). Y en las pequeños que se mueven “como las par-
Notas dirigidas contra un cierto pro- tículas de una llama” y son conducidos
grama (Adam y Tannery, 1957, VIII B, a nervios y músculos para impulsar los
p. 359) ratificará que los objetos exter- movimientos del cuerpo (Adam y Tan-
nos transmiten a través de los sentidos nery, 1957, p. 58).
no ideas, sino, más bien, “algo que da a Descartes estaba familiarizado, sin
la mente ocasión para formar esas ideas duda, con la pormenorizada descripción
por medio de una facultad innata”. anatómica de esta glándula, conocida en
Como puede verse, no se apela en las su tiempo como “el lugar donde se loca-
Meditaciones metafísicas, tal como ha- liza el alma”, que había proporcionado
bía sucedido en De homine, a la glándu- Andrés Vesalio en su De humani cor-
la pineal (epiphysis cerebri) para expli- poris fabrica (1543). Tanto para Galeno
car que el dolor, que es una percepción como para Vesalio, la glándula pineal
del alma, tiene su asiento en ella. Dicha era un órgano en forma de piña o be-
glándula se constituye en punto de con- llota que sostenía las venas cerebrales,
tacto entre el alma y el cuerpo, convir- aunque no pueda asegurarse que lo in-
tiéndose tanto en el órgano receptor de terpretasen como regulador del flujo de
las impresiones sensoriales externas la memoria. Todo parece indicar que el
como en la causa de los movimientos adjetivo pineal adquirió carta de ciuda-
musculares. Es “la parte del cerebro danía con Thomas Gibson, quien, en
más interior de todas” y en ella el alma 1682, comparó dicha glándula con un
ejerce inmediatamente sus funciones. “pene suspendido” entre los dos corpo-

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Descartes: entre la psicología racional y la antropología filosófica

ra quadrigemina situados en la parte ta que las razones que le condujeron a


dorsal del cerebro medio y que tienen considerar la glándula pineal como cen-
forma de testículos. tro de control del cuerpo y alojamiento
El conocimiento de esta doctrina del sensorium commune, esto es, como
contribuyó a que Descartes admitie- un asiento del alma en el que conver-
se que dicho órgano, al cual calificó gían todas las sensaciones, fueron, con
de “tercer ojo”, representaba el punto toda seguridad, de carácter anatómico,
de conexión entre el entendimiento y promovidas por el notable progreso del
el cuerpo. Privilegiada como “centro conocimiento del sistema nervioso ex-
anatómico” y elevada a correlato físico perimentado en la época. Apoyándose
del alma, pensó que esta formación en- en Clarke y O. Malley, afirman López-
docrina, al no estar presente en ambos Muñoz y Álamo (2000) que él localiza-
lados del cuerpo, estaba investida de ba dicha glándula en la porción rostral
una estructura única en la anatomía hu- del sulcus lateralis del cerebro, el cual
mana. Descartes consideraba que todos conecta el tercer ventrículo cerebral
los órganos sensoriales y cefálicos eran con el cuarto (p. 250).
dobles, a excepción de la glándula pi- La función fisiológica encomendada
neal, que era la encargada de integrar la por Descartes a la glándula pineal fue
información de los órganos duplicados hacerse cargo, en el sistema nervioso,
y que se encontraba situada geométri- de la percepción del entorno. En ella,
camente en el centro del cerebro y sus- que era la parte más importante del ce-
pendida sobre los canales que contenían rebro, la sangre se convertía en “espíri-
los “espíritus animales”. Tan detallada tus animales”, los cuales se extendían
información la recabó de sus visitas, por los nervios y, a través de la reorde-
durante su estadía en Ámsterdam, a di- nación de los espacios interfibrilares,
versos mataderos de animales para exa- ponían el alma en contacto con la infor-
minar sus cerebros (cfr. también 1987a, mación procedente de su alrededor. Mas
pp. 89-96). Después de su muerte en el alma podía (o no podía) percatarse de
Estocolmo, se encontraron muchas no- las emanaciones diferenciales reporta-
tas y dibujos de la glándula pineal, de das por los denominados espíritus ani-
los ventrículos cerebrales y de deter- males. Pero si las percepciones ocurrían,
minados nervios. entonces, se producía una sensación
Debido, sin embargo, a las técnicas consciente y, por ende, podía afirmarse
de disección de la época, no era posible que el cuerpo afectaba a la mente. A su
asignar a dicha glándula una localiza- vez, en las acciones voluntarias (por
ción tan precisa como la que Descartes ejemplo: yo quiero mover mi brazo, y mi
le atribuyó, máxime si se tiene en cuen- deseo va acompañado del movimiento

25
Fermín Cebrecos

físico ad hoc), el alma emprendía por sí por alguna modificación cerebral, efec-
misma la emanación diferencial y testi- to, a su vez, de una excitación, externa
moniaba así que también puede afectar o interna, recibida mecánicamente por el
al cuerpo. Los movimientos externos organismo (p. 27).
afectaban a las “fibrillas nerviosas” y La sustancia, en cuanto “naturaleza”
estas, a su vez, desplazaban las termi- o “esencia”, tiene en Descartes una cla-
naciones centrales del sistema nervio- ra distribución jerárquica en la disputa
so, y, mediante el flujo de los espíritus por cuál ha de ser el principal “sujeto de
animales galénicos (“sutiles fluidos que inhesión”. Si las dos sustancias finitas
ocupan el interior de los ventrículos ce- proceden de Dios y en Él encuentran
rebrales y de los nervios”) (López-Mu- la justificación racional de su existen-
ñoz y Álamo, 2000, p. 247), se dirigían cia, entonces, no caben dudas acerca de
hacia una reacción automática (teoría una ontología cartesiana marcada por el
del reflejo). Para Galeno de Pérgamo, teocentrismo. Pero en ella Dios no está
los nervios eran tubos huecos por los “fuera de mí” (mi “intimidad”, a la ma-
que discurrían los espíritus animales, nera de san Agustín, no puede definirse
causantes de la actividad orgánica. Esta sin Él); todo “lo que está fuera de mí”
teoría fue retomada a principios del si- es, más bien, lo corpóreo (sea animado o
glo XVIII, pero interpretando dichos inanimado). Por lo tanto, lo corpóreo no
espíritus como vibraciones etéreas que podrá ser “sujeto de inhesión” de un yo
ponían en movimiento a los músculos a que, por su autoconciencia, se muestra
partir de los nervios conectados con el transparente a una mirada interior que,
cerebro, sin recurrir aún a la naturaleza identificada con la res cogitans, le hace
eléctrica del impulso nervioso. dudar de las experiencias sensoriales,
Interesa destacar aquí que la glándula pero no de sí mismo (Descartes, 1987a,
pineal, cartesianamente considerada, se pp. 68-71). En este planteamiento, ni el
constituye en el puesto de mando desde cerebro ni la glándula pineal quedan li-
el que el alma insufla vitalmente su poder berados de una ubicación inferior en la
a todas las partes del cuerpo, pero tam- ontología cartesiana.
bién, al mismo tiempo, es dicha glándula ¿Cuál fue la verdadera intención de
la que, desde afuera, recoge lo producido Descartes en lo que respecta a la inte-
por los estímulos externos y se comuni- racción mente-cuerpo? La respuesta no
ca con el alma (De passionibus animae es tan fácil como para ubicarla total-
I, 31-41; cfr. Adam y Tannery, 1957, p. mente en su no publicación del Tratado
58). Así, pues, toda sensación no es otra sobre el alma por temor a la Inquisi-
cosa que un modo de conciencia en el ción. Ya en una carta a Mersenne (25
que el alma ―como afirma Geneviève de noviembre de 1630) se hacía refe-
Rodis-Lewis (1982)― queda afectada rencia a un “esbozo de metafísica” que

26
Descartes: entre la psicología racional y la antropología filosófica

contendría no solo argumentos en pro Sin embargo, en ninguna de estas


de la existencia de Dios, sino también, dos obras logró Descartes explicar ra-
en un afán apologético de la fe cristiana cionalmente la conjunción de dos ele-
que lo acompañó durante toda su vida, mentos: por un lado, la dualidad me-
las pruebas de la existencia “de nues- tafísica de mente-cuerpo y, por otro,
tras almas cuando están separadas del el recurso a tres “hipótesis fisiológicas
cuerpo”. Está claro que si es el alma la hidráulico-mecanicistas” para apuntar
que define la naturaleza corpórea y, de hacia un esclarecimiento del “misterio”
este modo, corrobora su definición de sí de su unión: “persistencia de los galéni-
misma como primera verdad, también cos ‘espíritus animales’, ‘preponderan-
ha de estarlo que, con dichas premisas, cia anatómica de la glándula pineal’ y
se completa la radical escisión entre el ‘consideración de los nervios como ca-
pensamiento y la extensión, dualidad que nales huecos’” (López-Muñoz y Álamo,
―según Rodis-Lewis (1982)― consti- 2000, p. 239).
tuye “la principal conclusión de la me- A la luz de la neurobiología actual,
tafísica” cartesiana y que tiene como puede afirmarse que Descartes abordó
fundamento la existencia de Dios, del de forma errónea la localización de las
que todo depende: ser y certeza (p. 15). funciones cerebrales, pero no podrá po-
Pero la naturaleza de la materia extensa nerse en duda que su Traité de l’homme
no ha de definirse con las característi- puede ser considerado como el primer
cas que le atribuyó el realismo escolás- libro europeo de fisiología que marcó el
tico y que, más tarde, serán retomadas modo de entender la psicofisiopatolo-
por la física newtoniana, y tampoco los gía en el siglo XVII y en gran parte del
seres vivos podrán ser conceptuados siglo XVIII. Abrió el camino para que
como seres que se nutren, se mueven Thomas Willis (1622-1675) establecie-
y sienten (Descartes, 1977a, pp. 44- se que no era la glándula pineal, sino,
46). Quedaba, sin embargo, un punto más bien, el cerebelo, el asiento del
por resolver: ¿cómo explicar la acción alma sensitiva y la fuente de los espí-
de las sensaciones sin postular una de- ritus animales. Y también hizo posible
terminada unión de cuerpo-alma y una que, en el problema de la interacción
conservación de la misma? La segunda mente-cuerpo, Jan Swammerdan reali-
parte de los Principia y la sexta me- zase, a fines del siglo XVII, el primer
ditación están dedicadas a dicha expli- experimento de electrofisiología y con-
cación, pero no será en ellos, sino en tribuyese a fundar la psicología empí-
el Traité de l’ame y en De passionibus rica de corte inductivista. Siguiendo
animae donde el problema reciba un esta metodología científica, se abordó
tratamiento menos condicionado por el estudio de la glándula pineal de los
el dualismo. mamíferos desde una perspectiva ya no

27
Fermín Cebrecos

solo anatómica, sino también histológi- problema abierto: la disputa por la pri-
ca y embriológica; posteriormente, en macía de las sustancias en cuanto a ser
el siglo XIX, se trató de mostrar la si- “sujetos de inhesión”. En efecto, si se
militud con la epífisis de los mamíferos acepta la interacción entre mente-cuer-
y de otros animales vertebrados. po, como es el caso de la antropología
filosófica, entonces, pueden entrar a ta-
A modo de conclusión llar, en la lucha por la voz de mando,
el psicologismo, el materialismo y to-
La glándula pineal cartesiana, consi-
das las interpretaciones poscartesianas
derada como explicación pionera en
que se han hecho sobre el “yo” (Kant,
lo que respecta a la interacción men-
Fichte, Hegel, Nietzsche). Lleva razón
te-cuerpo, implicaba, pese al plantea-
Johannes Hirschberger (1970) cuando
miento del terminante dualismo de las
Meditaciones metafísicas, una fisura en sentencia: “Cualesquiera que sean los
el lugar donde habita la razón (es decir, caminos que recorre la antropología
en la conciencia). Prescindiendo de la filosófica moderna, Descartes los ha
ubicación y función actuales de la glán- abierto con su segunda meditación: De
dula pineal, el cometido que Descartes natura mentis humanae: Quod ipsa sit
le asignó está vinculado claramente a la notior quam corpus” (p. 40).
aporía planteada por la incomunicación Pero dicha apertura está menos vin-
de las sustancias. Si, por definición, ni culada al dualismo de sustancias que al
la res cogitans ni la res extensa, auto- intento cartesiano por vincularlas entre
suficientes en sí mismas y ontológica- sí mediante la glándula pineal, auténti-
mente separadas, no se necesitan la una co quicio para fundamentar el tránsito
a la otra, ¿cómo explicar que aparezcan de la psicología racional a la antropolo-
unidas entre sí en determinadas accio- gía filosófica. Es correcto afirmar que,
nes humanas? desde la perspectiva dualista, el recurso
La psicología racional cartesiana, cartesiano puede parecer una estrategia
entendida como una rama de la meta- imposible de admitir, pero implica, de
física especial que define al ser humano hecho, una cisura en el sustancialis-
solo como razón pura, se justificaría mo binario, ya que se introduce en la
totalmente si es que no existiese la me- incomunicación de las dos sustancias
diación o puente, empíricamente cons- una mediación que las interrelaciona.
tatable, entre la sustancia racional y la Como bien ha señalado José M. Bermu-
corpórea. Dicha mediación es la que do (1983), en la filosofía de Descartes
vincula a Descartes con una antropolo- se sospecha que toda mediación en el
gía filosófica que no concibe al hombre conocimiento es un riesgo de ficción, o,
como dualidad, sino como una unidad en derivación de ello, que todo lo que
psicosomática. Deja, sin embargo, un se interponga entre el objeto real y el

28
Descartes: entre la psicología racional y la antropología filosófica

sujeto pensante ha de ser fuente de es- generalizadas inductivamente, iba a con-


cepticismo. Sin embargo, dicha tesis, tribuir a recortar las aspiraciones totali-
inferida claramente del dualismo, se ve zadoras del racionalismo. Robert Boyle,
contradicha cuando se apela a un nexo contemporáneo de Newton, sentenciará:
físico para que medie entre la mente y “Una explicación total de las cosas no es
el cuerpo. Su conclusión, empero, im- el objeto de una ciencia experimental”
plica que es el dualismo el que asume (citado por Benítez, 2011, p. 202).
la mediación sin que se note su interfe- El accidentalismo4 ―esto es, la ex-
rencia: “La indicación de que podría ser plicación de las sustancias mediante
la glándula pineal el lugar privilegiado lo que el racionalismo había recusado
donde la relación se establece, no pasa como fuente de verdad: los acciden-
de ser una metáfora” (pp. 23 y 27). tes― reemplaza en la ciencia lo que
El problema de la comunicación en- Descartes, incluso como aristotélico,
tre lo sustancialmente distinto, legado nunca hubiese admitido: que la episté-
por Descartes a la posteridad, evidencia me (scientia) constituye la base de la
que, en efecto, él no tuvo una propuesta sophía (sapientia). Pero “el espíritu,
concluyente acerca de su solución. Se lo según parece, se ha domiciliado total-
impedía la inclusión de lo natural en un mente en finitudes; se ha hecho total-
sujeto metafísico y en una metodología mente finito” (Büchner, 1978, p. 37).
deductiva que, desde la razón, desa- Dos siglos después de Descartes, en uno
creditaba los logros de toda inducción de los aforismos más conocidos de su
producida por la experiencia. Pero la ex- Blüthenstaub (1798), afirmará Novalis:
clusión newtoniana, en Scholium gene- “Buscamos por todas partes lo incondi-
rale (1713), de las hipótesis metafísicas cionado, pero lo único que encontramos
del ámbito de las ciencias naturales, al siempre son cosas” (Wir suchen überall
exigir que estas solo admitiesen propo- das Unbedingte, und finden immer nur
siciones fundamentadas en fenómenos y Dinge)5.

4 En el empirismo no hay una metafísica de la sustancia y puede hablarse en él, antes bien, de un accidentalis-
mo. La sustancia, afirma Hume en el Tratado de la naturaleza humana, no es sino una “idea” extraída “de
una colección de cualidades particulares”. En las Objetiones tertiae, cum responsionibus authoris (Adam y
Tannery, 1957, VII, p. 175), T. Hobbes había escrito: “Puede ser que una cosa que piensa sea algo corpóreo”.
No otra cosa expresó Francis H. C. Crick (1906-2004), premio Nobel de Medicina (1962): “La idea del alma,
como distinta del cuerpo y no sujeta a leyes científicas que conocemos, es un mito” (1994, p. 4).

5 Conviene señalar que la palabra Ding (en alemán, “cosa”) está presente de manera negativa en das Unbeding-
te (“lo incondicionado”, esto es, lo que no guarda relación con las cosas). En Descartes, las cosas no existirían
sin Dios; por lo tanto, aunque Dios no sea una cosa finita, mantiene una relación ontológica de múltiples
causalidades con las sustancias (res = Dinge) finitas.

29
Fermín Cebrecos

Cosas (res) fue el término emplea- que implica, según él, la “reinterpreta-
do por Descartes para designar a las ción del hombre en clave animalista”,
sustancias finitas, mas él sí encontró pero atribuye al cuerpo humano ser el
un ser (Dios) que no fuese “cosa incon- correlato físico del alma en las criatu-
dicionada” (Unbedingt), sino la condi- ras racionales (2008, pp. XV-XX). No
ción de posibilidad de todas las cosas identifica el pensamiento con la activi-
existentes, tanto de las pensantes como dad nerviosa y cerebral, y, por tanto, al
de las extensas. Sin embargo, para ex- igual que Descartes, reafirma su inma-
plicar el hecho de la interacción de las terialidad. Pero la adopción del punto
sustancias finitas tuvo que recurrir a de partida (el cuerpo humano, y no el
una “cosa” también finita: la glándu- espíritu) permite atisbar en Prieto una
la pineal. Si este recurso significa dar suerte de materialismo antropológico
razón al materialismo filosófico en la que, desde luego, sería impensable en
explicación de la unidad psicosomática Descartes, a no ser que en sus reflexio-
postulada por la antropología filosófi- nes sobre la glándula pineal hubiese de-
ca, no es aquí un tema pertinente. Pero sistido del dualismo.
sí lo es admitir que la búsqueda de un La filiación medieval de Descartes
apoyo físico para esclarecer la relación (1977a) queda negada cuando atribu-
mente-cuerpo no pertenece a la tesis ye la posibilidad de la autoría de las
que toda psicología racional lleva con- cogitationes (ideas, esencias) al alma
sigo: definir la naturaleza humana solo (p. 42). Hasta entonces, en aceptación
como alma. del realismo platónico, las ideas eran
También podrían incluirse como trascendentes al espíritu, pero “con
indicadores de la importancia que pue- Descartes [tal como escribe Yvon Be-
de cobrar la res extensa, las denomina- laval (1982)], la idea verdadera, innata
das antropologías biológicas. Leopoldo y, en consecuencia, garantizada por la
Prieto, sacerdote católico y profesor de veracidad divina se hace inmanente al
Filosofía en el Ateneo Pontificio Regi- espíritu humano”. Y, en constatación
na Apostolorum (Roma), cree que ellas histórica que deviene en lúcido inte-
constituyen una “revolución copernica- rrogante, añade:
na de la antropología” y no niega la va-
Será suficiente que Locke rebaje
lidez de que sea el cuerpo, y no el alma esta inmanencia de la ontología a
racional, el punto de partida para cons- la psicología para que la metafísi-
tituir la naturaleza humana (concepto, ca ―quizá solo la tradicional― se
por cierto, al que las antropologías bio- tambalee. Después de haber me-
lógicas son poco adictas). Prieto afirma ditado sobre Dios y el mundo, ¿se
que en lo corpóreo se hace patente la ra- constituirá un día el hombre en ob-
cionalidad y rechaza el reduccionismo, jeto exclusivo de la filosofía? (p. 6).

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Descartes: entre la psicología racional y la antropología filosófica

La metafísica especial (Dios, mun- que deben ser buscadas con cuidado y
do, ser humano) no puede entenderse, muchos gastos por hombres muy inteli-
en tanto exclusivamente cartesiana, sin gentes” (p. 19).
Dios. A Él habría que cargarle la res- Descartes legó a la posteridad un
ponsabilidad de ser, en último término, problema irresuelto y, por lo que se ve,
el agente causal de la “misteriosa” in- tan cargado de polémica e incógnitas
teracción mente-cuerpo. Pero, incluso como lo es la pregunta que tanto Pla-
abandonando cualquier hipótesis teoló- tón (Teetetes) como Kant (Logik) con-
gica, no parece posible que el problema sideraron crucial en la filosofía: “¿Qué
del hombre se constituya en el objeto es el hombre?”. Todo habla a favor de
único de la reflexión filosófica si, como que a dicha pregunta le corresponden
fue el caso de Descartes, la psicología tan solo respuestas fragmentadas e in-
racional no cede su lugar a la antropolo- conclusas. Descartes es un testimonio
gía filosófica. “claro y distinto” de que, efectivamen-
Al igual que Arquímedes pedía te, ello es así.
un punto de apoyo firme e inmóvil
(punctum… firmum et immobile) para, Referencias
con una hipotética palanca, trasladar a
la Tierra de lugar, así también Descartes Adam, Ch. & Tannery, P. (1957-1958).
(1977a) abrigaba la esperanza de encon- Oeuvres de Descartes. París: J. Vrin.
trar una verdad primera sobre la que le- Anzenbacher, A. (1980). Einführung in
vantaría todo el edificio de las ciencias y die Philosophie. Friburgo: Herder.
de la filosofía (p. 42). Creyó, desde luego,
Aristóteles (1988). Tratados de lógi-
haberla conseguido. Pero, al rebajar la
ca (Órganon) (dos tomos). Madrid:
materia y la corporalidad somática a un
Gredos.
nivel ontológico inferior, el punto arqui-
médico cartesiano de apoyo se hizo más Aristóteles. (1990). Metafísica. Madrid:
leve y vacilante, constituyendo el recur- Gredos.
so a la glándula pineal, como intento de Belaval, Y. (1982). Introducción. La
solución de la interrelación alma-cuerpo, época clásica. En Belaval Y. (Di-
el mejor testimonio de su inseguridad. rector), Historia de la filosofía (vo-
Sin embargo, la premonición de Descar- lumen 6, pp. 1-6). Madrid: Siglo
tes (1987), en su carta al traductor de los XXI.
Principia, no puede, en este sentido, ser
más elocuente: “La mayoría de las ver- Benítez, H. (2011). Ensayos sobre cien-
dades que restan por encontrar dependen cia y religión. De Giordano Bruno a
de algunos experimentos particulares y Charles Darwin. Santiago de Chile:
no se encontrarán jamás por azar, sino RIL.

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