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Hipótesis de partida
Todo ello da lugar a otros elementos de un gran interés como es el modo en que
viven este proceso las mujeres marroquíes en pareja. Por último, la crianza de los hijos
se enmarca en un contexto cultural diverso al familiar, lo que da lugar a nuevos
elementos de análisis.
PALABRAS CLAVE
Abstract
Hypothesis of departure
Sexuality is a fundamental dimension of each person. At the same time, you can
change depending on the historical and social context. Therefore, we consider of
particular interest the study of Moroccan immigrant women, already to the social
transformations of his country with difficulties which may have a migratory process,
make even more interesting this sociological research.
Keywords
La asunción de que esta medicina antigua es islámica, en algún aspecto, tiene luego
varias implicaciones. No sólo la dota de prestigio, sino que además puede favorecer el
que la opción por ella pueda entenderse como un acto de autoafirmación cultural, frente
a las influencias de los no-musulmanes. Es lo mismo que ocurre también con otras
prácticas medicinales de raigambre más popular. Todas ellas disfrutan además de otras
ventajas añadidas. Ante todo, parecen más fácilmente comprensibles para el usuario.
Operan con unos códigos culturales más inmediatamente comprensibles para las gentes
del común, desde el momento en que se trata de unos referentes culturales compartidos
por todos los implicados y desde el momento también en que además tales referentes
son en sí muchas veces más directamente remisibles a la experiencia cotidiana más
inmediata. Por ejemplo, las distintas prácticas mágicas de las que nos ocuparemos más
adelante son fácilmente compresibles por personas corrientes. Trabajan casi siempre
con substancias presentes en la vida cotidiana de la gente. Cuando no es así, cuando
utilizan otras más difíciles de obtener, como los restos de ciertos animales muy
particulares, siguen siendo todavía fáciles de concebir. Las operaciones en las que se
basan, como mezclar substancias, quemarlas, separarlas o dejarlas en algún lugar
determinado, son igualmente sencillas y similares a muchas otras, más profanas, que se
realizan cotidianamente. Lo mismo ocurre cuando en estas operaciones participan
espíritus. Pues estos espíritus, a fin de cuentas, se conducen de unos modos no muy
diferentes a los seres humanos. Tienen distintas personalidades e intereses, como los
hombres y mujeres de carne y hueso, y se les maneja de un modo parecido a aquéllos,
llamándoles, alabándoles, sobornándoles o amenazándoles. De este modo, lo
desconocido, incluso lo misterioso, es construido a partir no sólo de lo conocido, sino
realmente de lo habitual, de lo rutinario. Se convierte en una extensión del mismo, lo
cual resulta, por otra parte, muy tranquilizador, pues depara una clara sensación de
control sobre los acontecimientos.
Frente a estas cualidades positivas, la medicina moderna, con sus aparatos extraños
y su léxico farragoso, resulta menos aprehensible, menos acogedora. Se refiere a
procesos, como infecciones, o desequilibrios hormonales, difíciles de comprender,
especialmente si no se ha recibido un mínima formación en ciencias naturales, como la
que se recibe ya en el ámbito escolar, situación ésta muy habitual en Marruecos donde
la escolarización de capas muy amplias de la población ha sido insuficiente o nula. Sin
embargo, pese a estos inconvenientes, la medicina moderna disfruta también de varias
bazas muy notables. La primera de ellas estriba en su reconocida eficacia. La segunda
en su asociación, ya en un plano más general, con los mundos de la ciencia y del
progreso. Ambos se vinculan con el bienestar material, pero también con la fortaleza
política, con la posibilidad de alcanzar un estatus menos subordinado en el plano
internacional. Todo ello disfruta de un gran prestigio. Este prestigio puede verse
incrementado, si además se hace uso de lo que en otros lugares (Castien Maestro, 2003:
232-245) hemos denominado una ideología modernista, es decir, una ideología que
valora no sólo lo “moderno”, en el sentido estricto de lo posterior en el tiempo, sino,
asimismo, todo aquello que pueda entenderse como un instrumento de emancipación
personal, de incremento de la libertad y del poder individual, como sería el caso de la
democracia, de unas costumbres más liberales, pero también de ese mayor dominio y
comprensión de la naturaleza que otorga precisamente la ciencia, a lo que se une
además esa otra libertad derivada de la emancipación con respecto a las ideas y
costumbres más tradicionales. Existen, pues, razones de peso para optar también por la
medicina moderna. No obstante, sus planteamientos resultan difíciles de comprender
para muchos. No debería sorprendernos entonces tanto el hecho de que pueda
producirse una amalgama entre los dos sistemas medicinales y que, más en concreto, los
conceptos de la medicina moderna puedan ser remitidos a las creencias tradicionales.
De este modo, los microbios a los que se responsabiliza de las enfermedades pueden ser
asimilados a los yinn, a los genios. Pero también los agentes sobrenaturales pueden ser
asimilados a los microbios. Después de todo, unos y otros no son perceptibles a simple
vista y están dotados de amplios poderes. Así, determinados hechizos pueden ser
explicados recurriendo a la acción de los microbios presentes en algunas de las
substancias utilizadas en ellos (Castien Maestro, 2003: 319).
Algunas mujeres estériles optan por visitar determinados santuarios, con el fin
de aumentar su fertilidad. Estas visitas pueden ir acompañadas de ofrendas, como, por
ejemplo, el sacrificio de aves. La visita puede realizarse durante el ‘Aid-El-Kebir,
conocido popularmente en España como la “Fiesta del cordero”. Antes de la visita, la
mujer habrá de comer siete vergas de corderos sacrificados ese día. De nuevo, nos
encontramos con lo que parece constituir una interesante combinación entre la magia
homeopática y la contagiosa. La ingestión de la verga del cordero se asemeja claramente
al coito. Se imita el acto de la fecundación, pero ello se hace además sirviéndose de un
animal como el cordero sacrificado en la “Pascua Grande”. Por su participación, si bien
forzada, en la mayor festividad musulmana, el animal queda sacralizado, hasta el punto
de que se haya extendida la creencia de que, al igual que los corderos sacrificados
también con motivos de otros rituales islámicos, entrará en el Paraíso. De este modo, la
mujer entra en contacto con un ser sacralizado, beneficiándose de las bendiciones
divinas que puedan ir ligadas al mismo. Y, una vez más, la acción viene marcada por el
sagrado número siete. Asimismo, durante su trayecto hasta el santuario, la mujer no ha
de mirar a nadie. Esta prohibición podría interpretarse, por su parte, como una forma de
evitar la interferencia de las miradas, la propia y las ajenas, pues a la mirada se le
concede un enorme poder, de tal modo que la impresión subjetiva que produce es
considerada también una influencia de carácter objetivo. No hay nada sorprendente en
ello, por cuanto el pensamiento mágico se caracteriza frecuentemente por postular un
entrecruzamiento entre la subjetividad interna de las personas y la realidad objetiva
externa, en lo que podemos considerar una manifestación particular de lo que Piaget
(2007) entendía por un pensamiento egocéntrico, caracterizado por una indistinción
entre ambos niveles. No está de más recordar en apoyo de nuestra interpretación, el
hecho de que en Marruecos en concreto, pero al igual que en otros muchos lugares, se
considera que la mirada malévola puede, en ciertos casos, causar un mal muy real. Es el
célebre ‘ain-al-hassed, el “ojo de la envidia”, equivalente a nuestro mal de ojo (cf.
Luque Morales y Castien Maestro, 2014: 514-515).
En una variante de este mismo ritual, las siete vergas de cordero se ingieren
junto con un feto de esta misma especie, siendo todo ello cocinado en un tayyin, u olla
de barro. Puesto que el feto puede concebirse con facilidad como un anticipo de un ser
que acabará naciendo, comerlo puede entenderse entonces como un modo de propiciar
un futuro nacimiento. Mateo Dieste menciona otros rituales que pueden ser
interpretados fácilmente mediante las claves que ya hemos aportado. En el primero de
ellos se cocina un palomo o un pollo, que la pareja tiene que consumir el último día de
la menstruación de ella. A continuación mantienen relaciones sexuales y repiten la
acción durante tres días. Al tercero, la mujer ha de ir al hammam. Mientras que la
ingestión del palomo o el pollo, dos animales machos, resulta coherente con lo ya visto
anteriormente, llama la atención, en primer lugar, la participación en el acto de la pareja
masculina. El hecho de que él también ingiera la carne del animal sacrificado podría
tener dos funciones. La primera consistiría en aportarle una dosis extra de masculinidad,
muy útil de cara a su inmediata acción fecundadora. En cuanto a la segunda, se trataría
de incrementar su implicación en la actividad ritual. Ya que puede postularse una
homología entre la alimentación y la fecundación, y él ha de participar en esta última
actividad, parece bastante razonable que también lo haga en la primera de ellas, con lo
cual, en cierto modo, se cerrará el círculo. El hecho de que la actividad se realice en el
último día de la menstruación de la mujer podría apuntar hacia la búsqueda de un
momento liminal entre las fases de impureza y pureza en la mujer. Quizá de este modo
se procure beneficiarse del poder de ambas, es decir, del poder de las potencias positivas
y de las negativas. Acudir al hammam tendría entonces una doble funcionalidad. No se
trataría solamente entonces de purificarse tras el coito, algo obligado por el derecho
islámico, sino de hacerlo también como remedio al contacto consciente mantenido con
el mundo de lo impuro. En otro ritual, se reúne un grupo de mujeres durante el mes de
Muharraq. La mujer estéril ha de ser la primera en comer la mjebna hamra, una
salchicha con carne de los testículos y de otras partes del cuerpo de un cordero
degollado. Ciertamente, los actos mágicos y rituales suelen consistir en un conjunto de
variaciones sobre un mismo tema.
En este último ritual, la mujer ha de comer la salchicha mezclada con una serie
de substancias como mastuerzo, fenogreco, sal, pimienta y msajen (calentamiento) o, en
su lugar, otro plato llamado qaddîd, consistente en ternera seca con msajen. Existen una
serie de substancias que se usan de un modo reiterado en este tipo de platos, a fin de
incrementar la fecundidad de la mujer. Tal es el caso del fenogreco, la mosca cantarida
y el hígado de buey con mantequilla. Existe otra receta consistente en beber en ayunas
granos de fenogreco hervidos con mantequilla y azúcar. Lo mismo puede hacerse con
granos de alharma en un limón, que se deja reposar una noche entera entre cenizas
calientes. Al día siguiente, se exprime el limón y se bebe durante siete mañanas- otra
vez el número siete -en ayunas. Los hombres, por su parte, pueden consumir un
afrodisiaco hecho a base de pasta de sésamo, hinojo, almendras, nueces, nuez moscada,
sémola y mantequilla. Otro recurso que menciona Mateo Dieste para conseguir el
embarazo son las fumigaciones. Para ello, se hierven sustancias de msajen y el vapor se
orienta a los genitales femeninos, en lo que supone una forma de propiciar esa
contigüidad a la que ya nos hemos referido varias veces. También pueden introducirse
en la vagina de la mujer píldoras caseras hechas de lana, pulpa de dátil y otras
sustancias, después lo cual la interesada ha de tomar un baño caliente.
“(…) Ese niño lo donan a otra familia para que lo adopte. Éste es el primer caso. En el
segundo caso, expulsan a la chica de la unidad familiar, ella y su bebé, y, en el tercer
caso, aceptan la realidad. En el cuarto caso obligan al chico, al progenitor, a que se case
con ella y, en el quinto caso, la obligan a casarse con otro chico, por ejemplo, con algún
pretendiente que acepte casarse con una mujer embarazada y así el bebé tendrá el
nombre de otro padre que no será el progenitor. Pero en la mayoría de los casos lo que
suelen hacer es intentar obligar al progenitor que se case con su hija.”
4. A modo de conclusión
Las páginas anteriores han constituido poco más que una serie de apuntes sobre
un tema de una extraordinaria complejidad. Hemos tratado de explorar sus distintas
vertientes, deteniéndonos en especial en el mundo de las creencias y prácticas
tradicionales, acerca del cual se dispone hoy en día de una amplia documentación
etnográfica. Nos ha interesado, a este respecto, localizar el particular estilo de
pensamiento al que pueden ser remitidas tales prácticas y creencias. Al mismo tiempo,
hemos explorado también, aunque con menor intensidad, las relaciones mantenidas
actualmente con el sistema médico moderno. Ciertamente, se trata de un tema menos
“jugoso” desde una perspectiva más antropológica. Sin embargo, posee también algunas
implicaciones de un gran interés. Se podría profundizar, en especial, en los modos en
que se imbrican los modos de pensamiento más “modernos” y más “tradicionales”.
Puede resultar, por ejemplo, muy fructífero el análisis de los procesos de selección,
según las circunstancias, de los métodos de un tipo o de otro, el de las razones por las
cuales se realizan tales elecciones, así como finalmente el de los discursos formulados
acerca de las virtudes y carencias de ambas formas de medicina. Ya hemos realizado
algunos apuntes al respecto en este trabajo, pero es muchísimo lo que queda todavía por
hacer. A ello pretendemos dedicar nuestros esfuerzos en futuras contribuciones.
5. Referencias bibliográficas