Formada bajo la ley estatal firmando artículos de organización como una LLC. Donde
ninguno de los miembros de la LLC es personalmente responsables por sus deudas. Debe
ser clasificada, para propósitos de impuestos federales, como si fuera una empresa
individual (también referida como una entidad independiente de su dueño), una asociación o
una corporación. Sin embargo, si la LLC tiene empleados, para propósitos de impuestos por
empleo, la LLC será tratada como una corporación. Tiene dos o más dueños, esta será
automáticamente tratada como una asociación a menos que la elección sea hecha para esta
sea tratada como una corporación. SI la LLC no hace una elección de clasificación la
clasificación por defecto de entidad no considerada (LLC de un solo miembro) o asociación
(LLC de múltiples miembros) será aplicada. Formulario 8832 (PDF), Elección de la
clasificación de la entidad. Si un contribuyente no somete el Formulario 8832 (PDF), una
clasificación por defecto será aplicada. Diferentes reglas de clasificación pueden aplicar en
situaciones especiales, incluyendo bancos, compañí-as de seguros y organizaciones sin fines
de lucro que sean LLCs.
Dicho instituto llevó a cabo un tipo muy complicado de bombardeo que produjo,
aparentemente, una pequeña cantidad del elemento 102. Fue llamado «nobelio» en honor
del Instituto; pero el experimento no ha sido confirmado. Se había obtenido con métodos
distintos de los descritos por el primer grupo de investigadores. Mas, pese a que el
«nobelio» no ha sido oficialmente aceptado como el nombre del elemento, no se ha
propuesto ninguna otra denominación. En 1961 se detectaron algunos átomos del elemento
103 en la Universidad de California, a los cuales se les dio el nombre de «laurencio» (por E.
O. Lawrence, que había fallecido recientemente). Cada paso de este ascenso por la escala
transuránica fue más difícil de dar que el anterior. El elemento se hacía más difícil de
acumular y más inestable en cada estadio sucesivo. Cuando se consiguió el mendelevio, la
identificación tuvo que basarse sólo en 17 átomos.
Todo empezó con unos estudios sobre la electricidad, Faraday realizó con la electricidad
todos los experimentos imaginables; incluso trató de enviar una descarga eléctrica a través
del vacío. Mas no pudo conseguir un vacío lo suficientemente perfecto para su propósito.
Pero en 1854, un soplador de vidrio alemán, Heinrich Geissler, inventó una bomba de vacío
adecuada y fabricó un tubo de vidrio en cuyo interior iban electrodos de metal en un vacío de
calidad sin precedentes hasta entonces. Cuando se logró producir descargas eléctricas en el
«tubo de Geissler», comprobóse que en la pared opuesta al electrodo negativo aparecía un
resplandor verde. El físico alemán Eugen Goldstein sugirió, en 1876, que tal resplandor
verde se debía al impacto causado en el vidrio por algún tipo de radiación originada en el
electrodo negativo, que Faraday había denominado «cátodo». Goldstein dio a la radiación el
nombre de «rayos catódicos». ¿Eran los rayos catódicos una forma de radiación
electromagnética? Goldstein lo creyó así; en cambio, lo negaron el físico inglés William
Crookes y algunos otros, según los cuales, dichos rayos eran una corriente de partículas de
algún tipo.
Crookes diseñó versiones mejoradas del tubo de Geissler (llamadas «tubos Crookes»), con
las cuales pudo demostrar que los rayos eran desviados por un imán. Esto quizá significa
que dichos rayos estaban formados por partículas cargadas eléctricamente. En 1897, el
físico Joseph John Thomson zanjó definitivamente la cuestión al demostrar que los rayos
catódicos podían ser también desviados por cargas eléctricas. ¿Qué eran, pues, las
«partículas» catódicas? En aquel tiempo, las únicas partículas cargadas negativamente que
se conocían eran los iones negativos de los átomos. El descubrimiento del electrón sugirió
inmediatamente que debía de tratarse de una subpartícula del átomo. En otras palabras, que
los átomos no eran las unidades últimas indivisibles de la materia que habían descrito
Demócrito y John Dalton. Aunque costaba trabajo creerlo, las pruebas convergían de
manera inexorable. Puesto que los electrones podían separarse fácilmente de los átomos,
tanto por el efecto fotoeléctrico como por otros medios, era natural llegar a la conclusión que
se hallaban localizados en la parte exterior del átomo.
De ser así, debía de existir una zona cargada positivamente en el interior del átomo, que
contrarrestaría las cargas negativas de los electrones, puesto que el átomo, globalmente
considerado, era neutro. En este momento, los investigadores empezaron a acercarse a la
solución del misterio de la tabla periódica. Separar un electrón de un átomo requiere una
pequeña cantidad de energía. De acuerdo con el mismo principio, cuando un electrón ocupa
un lugar vacío en el átomo, debe ceder una cantidad igual de energía. Esta energía es
liberada en forma de radiación electromagnética. Suponiendo que, en un electrón, a cada
unidad de carga positiva le corresponde una de carga negativa, se deduce que el átomo de
cada elemento sucesivo de la tabla periódica debe tener un electrón más. Una prueba más,
y los científicos atómicos tendrían la respuesta a la periodicidad de la tabla periódica. Se
puso de manifiesto que la radiación de electrones de un determinado elemento no estaba
necesariamente restringida a una longitud de onda única; podía emitir radiaciones de dos,
tres, cuatro e incluso más longitudes de onda distintas.