quinientos abriles abrazan tus alas y tu efigie se inmola en vísperas de la primavera en tu altar de pila de palo, de viga, de tronco, tu cuerpo de púrpuras tintes en lenguas de fuego se envuelve avivadas por el batir de tus alas y tu carne y tu sangre y tus huesos en polvo en eterno abrazo que suelden, de cenizas de toza de ébano y capá emerges, majestuosa, reverdeces fulgurante con renovadas fuerzas y renaciente estirpe, manas poderosa e implacable. Ave de apoteóticos vuelos, de delicado plumaje, de ávidas transmutaciones, de eternos amaneceres dentro de perpetuos ocasos, de lunas llenas y tormentas de perennes fuegos, de iteradas quemas, de nobles propósitos que en tu ánima resplandecen, de frescos rocíos tus fuerzas abasteces y hacia nuevas albas tu vuelo converges.