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Más que una persona.

A fin de nutrir, corregir, enriquecer y afinar el Evangelio del Reino que anunciamos es
que hago este escrito. Deseo que toda la sustancia que tiene sea para el beneficio de
los santos, aunque a su paladar no les sea tan agradable.
Quiero comenzar este tema con el siguiente consejo, teniendo en cuenta que practico
lo que voy a decir y en el Reino eso nos da autoridad para enseñar a otros. El consejo
es el siguiente:
Cuando un concepto que hemos aprendido, enseñado y atesorado por años de repente
es puesto al descubierto como algo que no tiene sustento bíblico, ahí el Señor espera
una actitud nuestra en respuesta a esa revelación. Cuando el Espíritu de Dios se
manifiesta corrigiendo conceptos que nosotros antes habíamos definido mal, nuestra
actitud es vaciarnos del concepto viejo, redefinirnos y actualizarnos junto con Él para
entonces tener derecho a las nuevas definiciones que el Santo Espíritu revela. Así se
conoce que tipo de odre somos, si tenemos la elasticidad y fortaleza del odre nuevo, o
si somos frágiles y rígidos como el odre viejo, porque sólo los que tienen el estándar
del odre nuevo tendrán derecho al nuevo vino. Voy a hablar de un concepto que por
años tuve en gran estima, algo que siempre creí, enseñé y atesoré, pero cuando el
Espíritu del Señor me abrió los ojos con Su corrección, ni por un segundo encontró mi
resistencia. En un instante me deshice de esa doctrina. Entonces se renovó mi
entendimiento y en el presente estoy actualizado al respecto. Teniendo estas cosas en
cuenta vamos a continuar leyendo.
Hemos concebido profundamente el concepto de que el Espíritu Santo es una persona.
Por supuesto que eso no es lo que está escrito, pero es lo que hemos fabricado con la
antigua estrategia nuestra de juntar algunos versos bíblicos para formular una
enseñanza y lo que hemos logrado es una herejía. No es una enseñanza que hay en la
escritura, pues no está escrito que el Espíritu de Dios es una persona, sino una
deducción nuestra después de agrupar algunos versos dispersos.
Yo creo que es correcto apoyar las enseñanzas con varios versos bíblicos, de hecho lo
practico continuamente. Lo incorrecto es cuando apoyamos una doctrina con varios
pasajes de la escritura pero también existe otro gran número de versículos que van en
contra de los que agrupamos, que demuestran lo opuesto o desmienten lo que
exponemos. Cuando esto ocurre debemos tener la actitud correcta y retractarnos para
que se renueve nuestro entendimiento.
Entiendo que esta doctrina de que el Espíritu Santo es una persona surgió con el deseo
de dar a conocer la existencia del Espíritu de Dios y sus cualidades, también con la
intención de destruir la doctrina de los que enseñan que el Espíritu del Señor es una
fuerza activa, lo cual es una mentira del diablo, entre otras cosas que también pretende
expresar.
Lo que no entiendo es como nos atrevemos a fabricar un concepto sin el sustento
pleno de las escrituras. Creo que hemos sido muy livianos y poco contundentes al
tratar de respaldar está enseñanza con lo que está escrito, pues lo que hemos
dispuesto por medio de la biblia para este tema no es suficiente.
La verdad acerca del Espíritu en la escritura es abundante contra el argumento de que
Él es una persona. También pienso que como en tantos conceptos que la iglesia se ha
inventado en este también erramos, porque el Espíritu Santo es mucho más que una
persona.

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Uno de los daños q esto ha causado a la iglesia es que desconoce al Espíritu de Vida y
no tiene en cuenta al Espíritu del Señor con toda Su plenitud. También ignoramos Su
grandeza definiéndolo tan sencillo y débil como una persona. Enseñamos a otros solo
las cualidades en las que nos asemejamos a Él, pero no hemos sido profundos en la
verdadera identidad y la maravillosa obra del Espíritu de Cristo. Hemos hecho a la
gente mirar desde el punto inverso y con argumentos insuficientes para que crean que
Él tiene atributos personales como nosotros, cuando la realidad es que somos nosotros
los que tenemos algunas cosas semejantes a Él. Lo que se ha logrado con esto es que
los creyentes lo invocan esperando muy poco de un Dios tan grande, y eso también se
define como religión.
No podemos creer que algo es sólo un problema de vocabulario sin creer que ese vocabulario
afecta cosas espirituales y trae resultados a nuestra realidad, a nuestra doctrina, a nuestra vida,
a nuestra fe, a nuestra familia, en fin, a nuestro mundo. El vocabulario tiene resultados, y
debemos saber que el vocabulario y sus resultados no existen independientemente uno del
otro. Nuestro vocabulario puede tener vida y puede tener muerte. El vocabulario fue influyente
en la creación, con el vocabulario se ha matado y se ha vivificado, porque nosotros usamos el
vocabulario para ministrar a la gente. Así que una de lalas soluciones para los problemas que
hemos creado con nuestro vocabulario es empezar por corregirlo para que por medio del uso
de un vocabulario correcto podamos destruir problemas y edificar soluciones.
Con nuestra buena intención de enseñar algunos de los atributos del Espíritu de la
Verdad también olvidamos enseñar los aspectos más profundos de Él. Por eso la
iglesia tiene falta de los recursos del Espíritu. De Sus dones, de Su enseñanza, de Su
fruto, de Su guianza, de Su régimen, de Su obra en nuestro corazón, y demás.
Para ejemplo de lo anterior digo que si le preguntásemos a un creyente común en una
congregación que distinción puede hacer entre el Espíritu y las sagradas escrituras
sencillamente no sabría la diferencia, porque en su interior teme ser irreverente a la
biblia, pero no siente temor de apagar al Espírtu de la Promesa. Todo esto es porque
nosotros en nuestra ignorancia no hemos tenido el carácter para aceptar y enseñar que
las sagradas escrituras son una obra exelente, pero su excelencia la tienen porque
ellas son inspiración del Espíritu de Dios. Eso es lo que marca la diferencia entre la
biblia y cualquier otra literatura, de ahí proviene su excelencia y exactitud, de que ellas
fueron inspiradas por Espíritu del Señor, Él es el Autor y las sagradas escrituras son Su
obra. Su obra sin duda es exelente, pero jamás olvides que por muy excelente que sea
la obra el Autor siempre estará por encima, porque como dice la escritura: " tiene mayor
honra que la casa el que la hizo ". Por lo que debiéramos dominar el balance de dar la
debida honra al Autor y la debida honra a la obra. Nadie que tenga a la obra en mayor
estima que al Autor es digno de conocer las profundidades de Él, su conocimiento
estará limitado a la excelencia de la obra, pero no tendrá derecho a la revelación de la
Realeza del Autor.
No creas ni por un instante que menosprecio la escritura, porque con seguridad la
honro más que muchos de los que hoy nos congregamos. Pero no me dispongo a
tolerar ninguna concepción nuestra que apague al único poder sobre esta tierra que
nos puede mantener con VIDA, no respirando, sino "con VIDA".
Hemos formado una generación que cree saber del Espíritu de Vida, pero que se dirige
al Espíritu del Señor con una gran limitación de conocimiento, reverencia y honra.
Durante años hemos enseñado que el Espíritu de nuestro Señor es una persona
porque un verso de la escritura dice que nos anhela celosamente, porque otro verso

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denota que Él se entristece, otro también habla del amor del Espíritu Santo, también
está escrito que siente celos, entre tanto que en otro también el Señor expresa:
hicieron enojar mi Santo Espíritu. Incluso hay otros versos bíblicos que hablan de estas
y otras cualidades del Espíritu de la promesa, y encontramos que Él se entristece, se
enoja, ama, cela, anhela, y demás y por esto afirmamos que es una persona.
Ahora quiero tu atención sobre los siguientes argumentos que igualmente provienen de
la escritura.
El Espíritu del Señor glorifica a Cristo. Glorificar significa reproducir una imagen con
referencia a un original. Cristo es el original y el Espíritu reproduce Su vida en nosotros,
eso es glorificar, impartir las perfecciones de Cristo al corazón del hombre, eso una
persona no lo puede hacer.
Una persona no lo puede librar del pecado, ni tampoco puede una persona convencer
de pecado, justicia y juicio.
Ninguna persona tampoco puede estar al mismo tiempo en el cielo, en el seol y en el
extremo del mar, tal y como el rey David lo escribió en el hermoso Salmo 139:7-10, en
el que expresa además que no existe un lugar a donde podamos huir de Su presencia,
esa omnipresencia ninguna persona la posee.
¿Qué persona conoce el corazón de Dios, quién domina sus misterios, quién conoce lo
más profundo del Ser Supremo?, quien sino el Espíritu de Vida quien además nos
busca para revelarnos esas profundidades celestiales. ¿Tendrá alguna persona acceso
a lugares tan íntimos, a secretos y misterios tan excelentes, podrá alguien administrar
tanta cantidad de excelencia y revelación? Nuestro leve contacto con tales cosas lo
debemos enteramente a la voluntad del Espíritu.
Quisiera preguntarte si conoces de alguien que llaman "el poder del Altísimo", que
cubrió con su sombra a una mujer virgen, la hizo concebir en su vientre un ser Santo
sin dañar la virginidad de esa mujer y sin contacto alguno con el pecado. Así el Espíritu
de Dios engendró a nuestro Señor Jesús ¿No te dan ganas de abrir la boca de
asombro? Lc. 1:35
Que persona puede pararse frente a un valle de huesos de muertos secos en gran
manera y soplando de los cuatro vientos a la misma vez hacer que cada hueso busque
su coyuntura, que se armen todos los esqueletos y nuevamente empiece a crecer
carne, tendones y piel y darle vida a un ejército que estaba desarmado en trozos de
huesos secos y dispersos. Solo el Espíritu de Dios.
Quien puede meterse dentro de un hombre, hacerlo profetizar y mudarlo en un instante
en otro hombre. Solo el Espíritu de Vida. 1ra Sam 10:6
¿Qué persona tiene dones sino es porque el Espíritu le dio alguno de todos los dones
que Él tiene para edificar la iglesia?
Quien como Él que Jesús mismo dijo que nos conviene su ausencia para tener la
presencia Espíritu. ¿La presencia de qué persona es más conveniente que la de Jesús?
La de ninguna, sólo la presencia del Espíritu del Señor.
Él es el poder que llevo a Cristo a ofrecerse en la cruz, Él es el poder que levantó a
Cristo de los muertos, y Él es el poder que vive en nuestro ser para resucitarnos a
nosotros también.

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Él es la potencia de Dios que actúa en nosotros para que podamos servir en el Reino.
¿Has visto alguien que pueda meterse dentro del hombre, hacerlo su templo y traer las
costumbres del Reino de los cielos para cambiar nuestro corazón?, solo Él.
Es también Él quién único que puede avivarnos a partir de nuestro ser interior, lejos
está eso de cualquier persona, pues dice la escritura que Dios vivifica nuestros cuerpos
mortales POR SU ESPÍRITU que mora en nosotros.
Nadie puede entrar al Reino de los cielos si el Espíritu de Dios no lo hace nacer de
nuevo, no conozco una persona con tal poder.
La escritura dice que el Espíritu de Dios me hizo y el soplo del omnipotente me dio vida
¿conoces a alguna persona que pueda hacer algo semejante? Nada de eso puede
hacerlo una persona.
¿Por qué crees que el mismo Señor dijo que no es ni con espada, ni con ejército, sino
con Su Espíritu? Pues porque el Espíritu es más poderoso que cualquier ejercito de
hombres.
No son estos los únicos argumentos que están escritos que expresan el poder y la obra
de Espíritu Santo, pero creo que son suficientes para apuntalar que Él es mucho más
que una persona.
Es preciso reconocer entonces que estamos hablando de Alguien que es dueño de lo
más excelente que se administra en el Reino de los cielos, Alguien precioso sin igual,
abundante en Excelencia, Poder y Majestad.
Entonces si tenemos que establecer un concepto para referirnos al Espíritu que sea
mediante una escritura firme, pues lo que está escrito es que EL ESPÍRITU ES EL
SEÑOR. Sería más correcto definir qué Él es Dios con todo su poder. Dios se
entristece, se alegra, cela, se enoja, anhela, ama, y demás y nosotros en nuestra
semejanza a El coincidimos en muchas de estas cosas. Nosotros somos los que nos
asemejamos a Él y no El a nosotros. Nosotros somos hechura suya y no debemos
olvidar que Él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos. Si entre nosotros y El
encontramos coincidencias y semejanzas se debe a que Él nos hizo a Su imagen, no a
que Él sea semejante a una persona.
Por eso a ninguna persona sino a Él le rindes tu voluntad con gozo y con deleite,
apasionado por El y deseando con desespero Su presencia, cuán grande es Él.
El no necesita ser una persona para ser tu amigo, pues Dios mismo llamó a Abraham
su amigo. Así que el Espíritu Santo con todo lo poderoso que es también puede ser tu
amigo.
Si en el Reino de los cielos estamos puestos para ser transformados de gloria en gloria
en la imagen de nuestro Señor Jesucristo debemos entonces darle honor al Espíritu de
Vida postrados en Su presencia porque esa transformación también la causa El.
Un ministerio apostólico no puede conformarse a las mismas definiciones y a los
mismos conceptos q tienen las denominaciones tradicionales y otras religiones, porque
generalmente ellos se niegan a renovarse, se niegan a ser flexibles, se niegan a
transformarse mediante la renovación de su entendimiento, si nos conformamos a lo
mismo que ellos nos volvemos otra religión. Un ministerio apostólico tiene que estar
entregado a la renovación de la mente, atento siempre a la voluntad del Espíritu de la
Promesa. Tiene que estar constantemente dispuesto a cambios. No puede abrazar

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conceptos como intocables, no puede alimentar ninguna actitud que resista al Espíritu
Supremo o dañe el negocio del vino nuevo, porque el éxito del negocio del vino nuevo
está en tener odres nuevos, sin odres nuevos solo se puede esperar vino viejo.
Corregir nuestro vocabulario, redefinir nuestros conceptos, y darle a Él la honra debida
sería una actitud de madurez ante la presencia de Aquel que comenzó en nosotros la
buena obra y la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.
Gracias Espíritu Santo por tan grande poder, por tanta majestad, por tu maravillosa
influencia y por tu excelencia de Vida.
Mérido Martínez
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