Está en la página 1de 3

ASPECTOS DEMOGRAFICOS DEL TRABAJO

El trabajo es para la mayoría de los seres humanos el instrumento que les permite subsistir y, en
los países más desarrollados, alcanzar un determinado nivel de vida. El trabajo puede ser
estudiado desde innumerables puntos de vista: político, social, jurídico, económico, etc.
La incorporación del trabajo con su propia específica a las cuestiones de interés geográfico
constituye una novedad, que merece alguna reflexión. ayudan a considerar el trabajo como un
elemento propio del análisis geográfico. Por eso es necesario buscar otros razonamientos que
justifiquen la "naturaleza geográfica" del trabajo. La definición de Geografía Humana
proporciona aquellos razonamientos, la Geografía Humana consiste en "el estudio del hombre
habitante". La explicación que da sobre qué es habitar constituye la clave para entender por qué
el trabajo puede ser objeto de análisis geográfico.
El ámbito de estudio de la Geografía es tan extenso, que con frecuencia induce a confusión. Los
no profesionales de la Geografía se muestran escépticos ante la enorme variedad de asuntos de
los que se ocupan los geógrafos y el mercado de trabajo, objeto de esta comunicación, podría ser
un buen ejemplo de ello. Muchas de estas cuestiones son también objeto de estudio en campos
científicos afines, como la sociología y la economía.
El mercado de trabajo se trata de un fenómeno que atañe a la población, cuyo estudio es el
principal componente de la Geografía Humana. Aunque es sobradamente conocido, conviene
recordar algunas ideas muy asentadas en el pensamiento geográfico tradicional.
Es muy importante que la Geografía de la Población incorpore nuevos temas de estudio. Cuando
se ojean los manuales de esta rama de la Geografía Humana, se tiene la sensación de que es una
disciplina que ha agotado los temas tradicionales de estudio: densidad, estructura por edad y
sexo, crecimiento natural, migraciones, población rural y urbana, características sociales,
económicas y culturales, etc.
La fuerza de trabajo
El mercado de trabajo, como cualquier otro tipo de mercado, no es sino la expresión de un
sistema de organización social en un aspecto concreto de la actividad humana, que es el trabajo.
El trabajo, como actividad humana tiene infinidad de connotaciones: religiosas, morales, éticas,
terapéuticas, sociales, políticas, económicas, territoriales. etc. y, por lo tanto, no es fácil de
definir. Desde el punto de vista geográfico nos interesan, sobre todo, los aspectos sociales,
económicos y territoriales.
La eficacia de cualquier fuente de energía depende de dos características: que pueda utilizarse
en porciones tan pequeñas o tan grandes como sea necesario, según el trabajo que haya que
realizar, y que pueda aplicarse donde convenga. El hombre aprendió muy pronto a utilizar
fuentes de energía naturales, el agua y el viento, por ejemplo, que eran capaces de producir
trabajo. Pero tales fuerzas no se encontraban disponibles en cualquier lugar ni en cualquier
momento, ni en la cuantía necesaria para ser eficaces.
Por eso, hasta la revolución industrial la única fuente de energía que reunía las dos características
citadas era el hombre. De ahí que en algunas culturas la esclavitud se considerase necesaria para
el desarrollo social. Si el trabajo necesario no era mucho, bastaba un solo hombre para llevarlo a
cabo. Si el trabajo era grande, no había más que acumular tantos hombres como fuera necesario,
los cuales podían desplazarse a donde conviniera. Aparte de la esclavitud y de la servidumbre,
tradicionalmente han existido formas rudimentarias de mercado de trabajo.
El moderno mercado de trabajo
La actividad laboral puede revestir, pues, muchas modalidades, pero ahora nos vamos a referir
exclusivamente a las relaciones entre población y mercado de trabajo, tal como se establecen en
los países desarrollados. Por razones obvias, el mercado de trabajo tiene que ser analizado en el
contexto de un sistema socioeconómico que, en nuestro caso es el sistema de producción
capitalista. Sin embargo, no hay que olvidar que en las sociedades evolucionadas se dan
situaciones laborales irregulares que tienen mucho que ver con el género y el abuso de poder que
algunos estamentos ejercen sobre personas en situación socialmente anómala
Es la organización a través de la cual las personas hallan la posibilidad de realizar alguna
actividad que les permita satisfacer el conjunto de necesidades. Cualquier tipo de mercado se
estructura siempre por la convergencia de dos hechos: la oferta y la demanda. Cada agente
productivo ofrece (oferta) lo que tiene y solicita (demanda) aquello de lo que carece y necesita
para culminar el proceso productivo. Aunque ambos. Toda oferta y toda demanda ocultan una
necesidad. Es el caso del empresario que busca trabajadores y del obrero que necesita trabajar
para allegar recursos con que satisfacer sus necesidades.
Si el mercado de trabajo constituyese un sistema cerrado, sería muy fácil analizar cada uno de sus
elementos, determinar la estructura del sistema y percibir las relaciones de unos elementos con
otros y con el todo al que pertenecen. Pero los sistemas laborales son abiertos y guardan una
estrecha relación con otros sistemas de los que el sistema laboral se configura como subsistema:
sistema político, sistema económico, sistema social, sistema monetario, etc., que condicionan el
funcionamiento del sistema laboral.
Como se ha dicho anteriormente, el trabajo, es esencialmente esfuerzo humano, por lo cual no es
posible separar el mercado de trabajo del conjunto de la población. En las sociedades primitivas
o en aquellas en las que el desarrollo socioeconómico es escaso, el mercado de trabajo es poco
activo. Todos tienen que trabajar para subsistir y su capacidad para cambiar las condiciones del
trabajo es prácticamente nula. Aunque haya división del trabajo, cada productor no produce más
que para sostenerse a sí mismo y tal vez a otra persona más.
En las sociedades evolucionadas, sobre todo a partir de la revolución industrial, las condiciones
del mercado de trabajo han cambiado por completo. En los países de Europa occidental, por
ejemplo un agricultor produce hoy para alimentar a más de seiscientas personas y en la industria
cada trabajador produce para satisfacer las necesidades propias y las de otras mil personas por lo
menos, dependiendo del tipo de industria. Por eso, en las sociedades desarrolladas, una vez que
las necesidades primarias y secundarias están satisfechas, no es necesario que todos trabajen en
sectores productivos.
Eso explica los profundos cambios que se están produciendo en el mercado de trabajo: la
agricultura apenas proporciona oportunidades laborables y la industria, que en tiempos no muy
lejanos constituía el mercado más activo, ha cedido ante la importancia creciente de los servicios.
La Población Activa
En una sociedad evolucionada todos son consumidores, pero pueden no ser productores o
trabajadores. Solamente la parte activa de la población es la que, por medio de su actividad,
contribuye al Producto Interior Bruto (PIB). El mercado de trabajo se refiere, pues, a la población
activa, cuya definición y componentes quedan especificados.
Lógicamente, la población activa depende de la estructura de la población y de las normas
jurídicas que determinan la entrada y salida de los jóvenes y viejos, respectivamente, en el sistema
productivo y del número de personas que estén dispuestas a trabajar. toda sociedad hay un número
más o menos alto de personas que no trabajan - inactivos - por razones diversas, por ejemplo,
considera inactivos a los estudiantes, a quienes realizan labores del hogar o de tipo benéfico, a los
jubilados y prejubilados, a los rentistas, etc. Desde un punto de vista ético esta clasificación
presenta muchas lagunas, pero es la que se utiliza en la mayoría de los países desarrollados. La
relación entre activos e inactivos es lo que se conoce como tasa de actividad, que es fundamental,
ya que en el mercado de trabajo influye no solo la estructura de la población, sino también la tasa
de actividad, en el conjunto de la población.
La tasa de actividad difiere mucho según los países y el sistema socioeconómico y político en que
se desenvuelven. En los países menos desarrollados, en los que las personas apenas producen para
su sustento personal, la tasa de actividad tiene que ser necesariamente alta, porque el rendimiento
del trabajo – la productividad – es muy baja. En los países más desarrollados, por el contrario, la
eficacia del trabajo y la elevada productividad permitirían teóricamente disminuir la tasa de
actividad. Sin embargo, no es esto lo que sucede, porque en todas partes se ha instalado la cultura
del trabajo.

También podría gustarte