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I. INTRODUCCIÓN
Las bacterias y los hongos son los microorganismos que, junto a los productores, permiten la
existencia del ciclo de la materia en la biosfera. Su función es descomponer la materia orgánica
procedente de restos vegetales, cadáveres y excrementos, convirtiéndola en materia inorgánica
que vuelve a ser utilizada por los productores.
Tienen una enorme importancia en la vida marina, no sólo como elementos indispensables en la
cadena trófica (destrucción de la materia orgánica y liberación de los elementos minerales), sino
también en la elaboración de dicha materia orgánica (ciclos del Carbono y del Nitrógeno).
Las bacterias y hongos tienen gran importancia en los procesos de REMINERALIZACIÓN ya que
son capaces de actuar sobre casi cualquier tipo de compuesto orgánico descomponiéndolos en
anhídrido carbónico, agua y sales minerales.
Las profundidades del océano son ricas en humus acuático, o sea, en sustancia orgánica en
descomposición; esto permite la existencia, en esa zona del mar, de gran cantidad de bacterias
que pueden aprovechar las partículas orgánicas suspendidas en los sedimentos, estableciéndose
una microzona donde ocurre la acumulación y la transformación del humus acuático. Esto explica
que el fondo del mar sea el lugar donde existe el mayor número de poblaciones bacteriales. Sus
cantidades llegan a ser fabulosas, y se han contado hasta 420 millones de bacterias por gramo de
fango marino.
Sobre la zona arenosa es frecuente la formación de la llamada franja coloreada que en su caso más
frecuente consta de 4 capas: la arena blanca de la superficie, la zona verde de cianofóceas y algas,
la roja de bacterias púrpuras y debajo la negra de sulfuricación en la que, sobre todo las especies
del género Desulfovibrio, producen ácido sulfídrico.
II. OBJETIVO:
Conocer la participación que tienen las bacterias y hongos para la existencia del ciclo de
la materia en la biosfera.
Conocer la función que tiene las bacterias y hongos en la descomposición la materia
orgánica, convirtiéndola en materia inorgánica que vuelve a ser utilizada por los
productores.
Conocer la función de bacterias y hongos en el equilibrio de la materia en el agua.
III. CONTENIDO TEMÁTICO
Así es como los nutrientes de las plantas, presentes por sí mismos en cantidades mínimas, se
incorporan de forma constante al ciclo material permitiendo su desarrollo ininterrumpido.
Se llama período de recambio o ciclo metabólico al tiempo que tardarían los microorganismos
heterótrofos en descomponer una cantidad determinada de materia orgánica presente en el agua.
Normalmente se descomponen en primer lugar los azúcares y proteínas, luego almidón y grasas;
y finalmente los compuestos de más alto peso molecular (quitina, celulosa, lignina, etc.).
- La urea llega a las aguas a través de las deyecciones animales y humanas donde varias bacterias
la convierten en amoniaco y CO2 con ayuda de la ureasa, llamado proceso de desaminación
hidrolítica.
ureasa
NH2 – CO – NH2 + H2O 2NH3 + CO2
La nocividad del amonio formado no afecta a la especie Proteus vulgaris, organismo habitual
en aguas residuales.
- El almidón, que abunda en las aguas continentales y en el mar, es degradado por enzimas como
las amilasas. Su descomposición se da con mayor rapidez en las aguas aerobias, realizadas por
bacterias como Bacillus, Pseudomonas, hongos superiores y actinomicetos. En medios
anaerobios lo realizan bacterias del género Clostridium.
- La quitina es desdoblada muy activamente por bacterias y hongos, entre las que destacan son
Pseudomonas y Vibrio. Y entre los hongos quitinolíticos tenemos a: Karlingiomyces
asterocystis.
Actividad volcánica (el carbono que forma parte de las rocas y minerales es liberado a la
atmósfera por acción de erupciones volcánicas)
Uso de combustible fósiles como petróleo, gas y aceites.
Los incendios forestales
La respiración de los seres vivos.
Las formas principales en que aparece el carbono en el mar son: anhídrido carbónico, carbonatos
y bicarbonatos.
El CO2 entra en las aguas del océano por difusión simple, una vez disuelto en agua de mar, el CO2
puede permanecer como está o puede ser convertido en carbonato o bicarbonato.
En los océanos, el carbonato disuelto se puede combinar con el calcio disuelto para precipitar
carbonato de calcio CaCO3. Esta sustancia se utiliza para formar sus exoesqueletos y otras partes
del cuerpo por organismos tales como almejas, ostras, algunos protozoarios, y algunas algas
coralinas. El calcio disuelto en los océanos provienen de la erosión química de rocas de silicato de
calcio.
INTERCAMBIO CON EL AIRE
La pCO2 del agua depende directamente de su concentración [CO2] (moles de CO2 por kg de
solución) e inversamente de su solubilidad. Por ejemplo, cuando el agua se enfría, la solubilidad
del CO2 aumenta (pues los gases son más solubles en agua fría que caliente), con lo que disminuye
la presión pCO2 del agua. Se produce un desequilibrio entre las presiones pCO2 de la superficie
del agua y del aire en contacto con ella, y entonces el agua absorbe más CO2, aumentando su
concentración [CO2]. Como consecuencia, disminuye la concentración [CO2] del aire. El proceso
inverso ocurre cuando el agua se calienta. Por lo tanto, en principio, en las épocas de enfriamiento
de las aguas, el océano absorbe CO2 del aire y hace disminuir su concentración en la atmósfera,
y, por el contrario, en las épocas en que las aguas se calientan, el océano suelta CO2 y aumenta su
concentración atmosférica.
La proporción de microorganismos que intervienen en el ciclo del Carbono es mayor en agua que
en tierra; allí la producción de materia orgánica corre a cuenta de las algas y cianobacterias del
fitoplancton y su degradación es llevada a cabo por eubacterias.
El fitoplancton produce la mitad de O2 del mundo y son los principales actores en el ciclo del
carbono, estos organismos unicelulares hacen uso de la energía de la luz para convertir el CO2 en
moléculas orgánicas para la construcción de las estructuras celulares y la conducción de su
metabolismo.
Los animales comen el fitoplancton que contribuyen a la cadena alimenticia oceánica y es llevada
por el zooplancton.
El zooplancton servirá de alimentación para los peces, y estos peces para otros.
Eventualmente, todos los organismos mueren, los animales y vegetales marinos muertos se
acumulan en el fondo del mar, siendo transformados por determinadas bacterias
descomponedoras del carbono, poniéndose éste en reciclaje.
Cuando los organismos que fijaron carbonato de calcio mueren, sus conchas se acumulan en los
fondos marinos y se transforman en rocas carbonatadas del tipo de las calizas, que es el mayor
reservorio de CO2 en el ciclo del carbono. La piedra caliza contiene aproximadamente 2000 veces
más carbono del que hay en la superficie de la Tierra.
Este elemento es un
constituyente básico de
aminoácidos, ácidos nucleicos,
azúcares aminadas y los
polímeros que estas moléculas
forman.
El nitrógeno existe en la
naturaleza en varias formas
químicas que presentan
diferentes estados de oxidación.
Muy pocos organismos tienen la capacidad para fijar el nitrógeno gaseoso. De hecho, solo un
reducido grupo de bacterias y cianobacterias exhibe dicha capacidad, al “romper” la unión de sus
enlaces por medios enzimáticos y así poder producir compuestos nitrogenados, que pueden ser
aprovechados por la mayoría de los seres vivos. El reciclaje del nitrógeno depende entonces de las
transformaciones químicas de compuestos nitrogenados más disponibles, a través de reacciones
de oxi-reducción.
La fijación de nitrógeno es la conversión del nitrógeno del aire (N2) a formas distintas susceptibles
de incorporarse a la composición del suelo o de los seres vivos, como el ion amonio (NH4+).
Este proceso demanda una gran inversión de energía (18 - 24 ATP), dada la estabilidad del triple
enlace, la cual hace del nitrógeno gaseoso una molécula extremadamente inerte. La reducción del
nitrógeno molecular a amoniaco es catalizada por un complejo enzimático conocido como
nitrogenasa.
Bacterias y cianobacterias
Son capaces de fijar el nitrógeno molecular en las aguas, lo mismo que en la tierra. Entre las
primeras, desempeñan un papel importante, sobre todo, las especies Azotobacter agile y A.
chroococum en medio aerobio, así como el género Azomonas. Son frecuentes en los ríos y
lagos. Azomonas agilis y A. inisignis se han aislado únicamente de las aguas y parece que no
se encuentran en la tierra. En los sedimentos anaerobios destacan en este sentido la especie
Clostridium pasteurianum y otras formas próximas a ella. También pueden fijar el nitrógeno
Desulfovibrio, así como Pseudomonas, Aeromonas, Vibrio, Achromobacter,
Flavobacterium y Corinebacterium, aunque son de menor importancia. Las cianobacterias
con su formación de heteroquiste son importantes por su fijación de nitrógeno.
Nitrogenasa:
La nitrogenasa es una enzima utilizada por las bacterias fijadoras de nitrógeno atmosférico para
romper el nitrógeno molecular (N2) y combinarlo con hidrógeno para formar amoníaco (NH3).
La nitrogenasa es, en realidad, un complejo catalítico que consiste de dos unidades proteicas
diferentes conocidas como dinitrogenasa y reductasa de dinitrogenasa. La reducción biológica de
nitrógeno molecular es llevada a cabo únicamente por microorganismos procariotas.
Asimilación
Son las principales reacciones en la conversión del nitrógeno inorgánico a orgánicos, es decir la
asimilación del amoniaco al protoplasma celular. Una de las enzimas más utilizada en la
asimilación del amoniaco es la deshidrogenasa de ácido glutámico. Esta enzima cataliza la
incorporación reductiva de amoniaco al ácido α-cetoglutárico para formar ácido glutámico. El
grupo amino que presenta el ácido glutámico puede ser transferido a otras moléculas orgánicas
mediante transaminasas. De esta forma se originan otros aminos, ácidos, purinas y pirimidinas.
La asimilación de amoniaco a moléculas orgánicas puede ser mediada por otras deshidrogenasas
de aminoácidos y por la sintetasa de glutamina. Esta última cataliza la adición de amoniaco al
ácido glutámico para formar glutamina. En una reacción subsiguiente, la enzima sintetasa de
ácido glutámico cataliza el transferimiento del grupo amida de la glutamina al ácido
acetoglutárico, formándose dos moléculas de ácido glutámico.
Amonificación
Así, cuando los organismos producen desechos que contienen nitrógeno como la orina (urea), los
desechos de las aves (ácido úrico), así como de los organismos muertos, éstos son descompuestos
por bacterias presentes en el suelo y en el agua, liberando el nitrógeno al medio, bajo la forma de
amonio (NH3). En este nuevo proceso de integración de nitrógeno al ciclo, las bacterias fijadoras
llevan a cabo la digestión enzimática, por lo que el amonio se degrada a compuestos aminados,
como proteasas, peptonas y al final, en aminoácidos. Es por esta razón que el proceso se llama
amonificación o amonización. La descomposición de la materia orgánica nitrogenada se produce
bajo condiciones aerobias y anaerobias.
Nitrificación o mineralización
El proceso de nitrificación ocurre en dos etapas; comienza con la oxidación del amoniaco a
nitritos, seguido de la oxidación del nitrito a nitrato. En cada una de estas etapas intervienen
diferentes poblaciones de bacterias quimiolitotróficas.
La oxidación de amoniaco (NH3) a nitrito (NO2-) es mediada principalmente por bacterias del
género Nitrosomonas.
La energía liberada durante esta fase del proceso de nitrificación es utilizada por Nitrosomonas
y otras bacterias quimiolitotróficas para la reducción de CO2 a través el ciclo Calvin-Benson. Estas
bacterias son mesofílicas, con una tolerancia amplia a variaciones en temperatura (1 - 37C) y
crecen óptimamente a un pH cercano a la neutralidad.
Bacterias quimiolitotróficas del género Nitrobacter y otros tres géneros bacterianos son
responsables de catalizar esta fase del proceso de nitrificación. Nitrobacter en particular exhibe
una menor tolerancia a bajas temperaturas y a niveles altos de pH, en comparación con bacterias
del género Nitrosomonas.
Nitrobacter sp.
Nitrospira defluvii
Denitrificación
Bacterias denitrificantes (entre ellas Pseudomonas denitrificans), que devuelven parte del
nitrógeno inorgánico del suelo a la atmósfera en forma gaseosa, produciendo así una “pérdida” de
este elemento para los ecosistemas y la biosfera. Estas bacterias habitan en los pantanos y en los
fondos carentes de oxígeno, asimismo, estas bacterias pertenecen al género Thiobacillus,
quienes utilizan los nitratos en su proceso metabólico, que al final reintegran a la atmósfera como
nitrógeno en forma gaseosa.
Las aguas oxidadas contienen principalmente sulfatos, mientras que las aguas anóxicas
acumulan sulfuros. La precipitación mineral tienen lugar como yeso (CaSO4) o como sulfuro de
metal, ejemplo pirita (FeS).
El ciclo biogeoquímico del azufre parece ser uno bastante complejo si tomamos en consideración
los diferentes estados de oxidación que puede presentar dicho elemento y el hecho de que algunas
transformaciones del azufre proceden tanto por vías bióticas como abióticas. No obstante, aún
cuando, el azufre existe en varios estados de oxidación, sólo compuestos sulfurados con número
de oxidación: -2, 0 y +6 se encuentran en cantidades significativas en la naturaleza.
El SO4= es reducido a nivel de sulfuro para poder ser asimilado por plantas, algas y muchos
microorganismos heterotróficos. La reducción de sulfato a sulfuro de hidrógeno requiere de la
inversión de 8 electrones.
Dicho proceso ocurre en varias etapas, dada la relativamente alta estabilidad de la molécula de
SO4=. Al describir los eventos bioquímicos que se producen en la reducción de sulfato es
importante hacer una distinción entre la reducción asimilativa y la reducción disimilativa del
sulfato.
La reducción asimilativa del sulfato es el proceso mediante el cual una gran variedad de
organismos vivos (incluyendo plantas superiores, algas, hongos y la mayoría de los procariotas)
utilizan sulfato como fuente de azufre para la biosíntesis de compuestos órgano-sulfurados
(amino ácidos [metionina, cisteina], vitaminas [biotina], coenzimas [coenzima-A], compuestos
osmoreguladores [dimetilsulfuro]). Cabe señalar, que los organismos arriba mencionados pueden
utilizar también metionina y cisteina como fuente
de azufre. La fuente de azufre para los animales proviene mayormente de los compuestos
organosulfurados que consumen en su dieta (especialmente metionina). La metionina que
ingieren los animales suple el azufre utilizado en la síntesis de cisteina.
La reducción del sulfato a sulfuro de hidrógeno requiere de la activación del sulfato a expensas de
ATP. La sulfurilasa de ATP (sulfato adenililtransferasa) cataliza la adición del ión sulfato a un
grupo fosfato del ATP, formándose el fosfosulfato de adenosina (APS) y liberándose una molécula
de pirofosfato (PPi). En procariotas, la activación del sulfato conlleva una segunda fosforilación a
expensas de ATP, formándose la molécula de fosfoadenosina-5´-fosfosulfato (PAPS). Esta última
es reducida a sulfito (SO3=) a expensas del coenzimo NADPH. El sulfito es reducido
posteriormente a sulfuro de hidrógeno (H2S), nuevamente, a expensas del coenzimo reducido
NADPH.
En plantas, algas y hongos, la conversión de H2S a azufre orgánico conlleva su reacción con el
aminoácido serina para formar el aminoácido sulfurado cisteina.
En bacterias, el H2S se combina con O-acetilserina para formar cisteína. A partir de la cisteina se
sintetizan entonces otras moléculas órgano-sulfuradas.
Es conveniente señalar que existen varios patrones de cadenas de transporte de electrones entre
las bacterias reductoras de sulfato. Dichas cadenas están acopladas a la síntesis de ATP a través
de la generación de un gradiente de protones. La evidencia en favor de este esquema proviene de
experimentos donde se logra abolir la reducción de sulfato a sulfito y la síntesis de ATP, utilizando
agentes desacoplantes de la cadena de transporte de electrones tales como ionóforos de protones
y diciclohexilcarbodimida (DCCD). No se conoce aún el mecanismo exacto mediante el cual
sintetizan ATP las bacterias reductoras de sulfato.
Las bacterias reductoras de azufre se caracterizan por su capacidad para reducir el azufre
elemental a sulfuro, y por su incapacidad para reducir sulfato hasta sulfuro. Varios géneros de
arquebacterias y eubacterias quimioorganotróficas demuestran la capacidad de oxidar sustratos
orgánicos (principalmente péptidos pequeños, glucosa y almidón) anaeróbicamente, utilizando
Scomo aceptador final de electrones. En arquebacterias este proceso de respiración anaerobia
se observa mayormente en los géneros Thermococcus y Thermoproteus, y en menor grado
en los géneros Desulfurococcus, Thermofilum y Pyrococcus.
La mayoría de las bacterias fotosintéticas verdes y púrpuras son capaces de oxidar compuestos
sulfurados reducidos a sulfato, bajo condiciones anaerobias. Los donantes de electrones más
comunes en las bacterias fototróficas antes mencionadas son el sulfuro de hidrógeno (H2S) y el
tiosulfato (SO3=).
El azufre elemental (S°) se forma frecuentemente durante la oxidación del sulfuro de hidrógeno
o el tiosulfato. Este se puede acumular en el interior de la célula (ej. Chromatium ) o puede ser
depositado fuera de la célula, adherido a su superficie externa (ej. bacterias fotosintéticas verdes).
El S° almacenado en forma de glóbulos intracelulares o depósitos extracelulares representa una
fuente de electrones de rápido acceso para la célula fotosíntética. No obstante, aparentemente el
azufre elemental no es un intermediario obligado en la oxidación del sulfuro al sulfato, siendo
más bien un producto colateral que se acumula cuando las concentraciones de sulfuro en el
ambiente son altas. De hecho, cuando los niveles de sulfuro son limitantes, este se oxida
directamente a sulfato sin formarse el azufre elemental.
Un grupo reducido de bacterias quimiotitotróficas que oxidan azufre pueden utilizar nitratos
(NO3-) como aceptador final de electrones, en lo que constituye un proceso de respiración
anaerobia. Este patrón metabólico ha sido observado en bacterias de los géneros
Thiomicrospira y Thermothrix.
El fósforo (P4) es un elemento esencial para los seres vivos, y los procesos de la fotosíntesis de las
plantas, como otros procesos químicos de los seres vivos, no se pueden realizar sin ciertos
compuestos en base a fósforo. Sin la intervención de fósforo no es posible que un ser vivo pueda
sobrevivir, ya que el fosforo, como integrante, sobre todo de los fosfonucleósidos, es un elemento
de importancia vital para todos los organismos.
En las zonas de erupciones volcánicas, pasadas o presentes, los compuestos de fósforo son
depositados por las cenizas. Por esta razón los suelos de origen volcánico son ricos en
compuestos de fósforo.
Algunas bacterias pueden almacenar ácido fosfórico en forma de polifosfatos en los gránulos
de volutina.
La falta de fósforo puede limitar la descomposición de la sustancia orgánica por parte de las
bacterias y los hongos en las aguas.
En el ecosistema marino, el ciclo del fosforo es fundamental para la existencia de los seres
vivos en mares y océanos del mundo. Su presencia es importante porque es un elemento
imprescindible en la síntesis de materia orgánica en el mar y es muy utilizado por el
fitoplancton (plancton vegetal). Así, la escasez de fosfatos en zonas de actividad fotosintética
limitaría la productividad primaria, sobre todo en el verano, incidiendo directamente en toda
la vida marina.
Aunque obviamente el fósforo es beneficioso para muchos procesos biológicos, en las aguas
superficiales una excesiva concentración de fósforo es considerado un contaminante. El
Fosfato estimula el crecimiento del plancton y las plantas, favoreciendo las especies de
malezas sobre los demás. El exceso de crecimiento de estas plantas tienden a consumir
grandes cantidades de oxígeno disuelto, lo que podría sofocar los peces y otros animales
marinos, al tiempo que bloquea la luz solar disponible para las especies viven en el fondo.
Esto se conoce como eutrofización.
Defosforilación ó mineralización
Es la conversión microbiana del P orgánico a H2PO4 o HPO42-(ortofosfato), que son formas
de fósforo inorgánico solubles. El P orgánico puede ser mineralizado mediante la acción de
enzimas fosfatasas, producidas por hongos y bacterias. Cuando estas enzimas actúan liberan
fosforo en forma de fosfatos.
En los suelos existen dos tipos principales de fosfatasas.
IV. REFERENCIAS