Traducción
Carmen Luz Sepúlveda
INTECO Instituto de Terapia Cognitiva
El término “emoción” o “affect” es usado para referirse a una amplia clase de conductas,
que incluyen expresiones faciales y vocales, tanto como patrones neurológicos y
psicológicos. El término “feeling” se refiere a la experiencia subjetiva de la emoción, que
puede durar segundos o minutos y el término “mood” implica “feelings” que pueden
prolongarse a través de un período de tiempo.
PERSPECTIVA HISTORICA:
En la primera parte del siglo 20, John Watson, el conductista, empezó a usar estudios de
laboratorio para examinar las bases o fundamentos de la emoción en los infantes. Aunque
él creyó, igual que Darwin, que ciertas emociones eran innatas, sus estudios mostraron que
la conducta emocional eran respuestas que podrían llegar a ser “condicionadas” y esto le
daba forma a la personalidad del niño. Sin embargo, su trabajo sirvió en una pequeña parte,
para rescatar el valor de las emociones en la mente del público por cuanto compartió la
visión de muchos de sus contemporáneos en cuanto a que las emociones causaban
problemas patológicos y necesitaban controlarse.
Investigaciones sobre el desarrollo emocional en adultos a través del ciclo de vida se fueron
acumulando en forma más lenta. En los primeros estudios después de 1980, la impresión
general tanto del público lego como de los psicólogos del desarrollo, era que la edad era
acompañada por un embotamiento de las emociones. La gente también pensaba que se
producía un desplazamiento hacia los afectos negativos en la edad adulta y vejez. Sin
embargo, esta impresión estaba basada en gran medida en estudios de personas
institucionalizadas y por tanto difícilmente representativas de la población en general,
puesto que solo el 5% de la población anciana vive en hogares especializados.
Los trabajos sobre afectos y edad que comenzaron el 1980, tomaron diferentes enfoques.
Comenzaron examinando la emoción como un proceso en el desarrollo de vida y los
trabajos en adultos mayores se basaron en personas que vivían en forma independiente en
sus propias comunidades. Al final del siglo 20, había un substancial cuerpo de teorías
como también mapas de investigación de continuidad y cambio de la emoción a través de la
vida adulta. Las figuras claves en este campo incluyen a Laura Carstensen, Carroll
Izard, Gisela Labouvie – Vief, Powell Lawton, Carol Malatesta Magai y Richard
Schultz. La mayor parte de esta literatura está focalizada en temas de continuidad y
cambio, en patrones fisiológicos, conducta expresiva, estados emocionales, regulación
emocional y características emocionales.
Patrones Fisiológicos:
Las emociones están relacionadas con determinados lugares anatómicos en el cerebro como
es la amígdala y también con procesos neuroquímicos que gobiernan el sistema nervioso
autónomo. El método principal que han utilizado los psicólogos para estudiar los aspectos
fisiológicos de la emoción es monitoreando el sistema nervioso autónomo durante los
estados de activación emocional. Aún cuando existe una gran cantidad de trabajo acerca de
los aspectos fisiológicos de la emoción en las últimas décadas del siglo veinte, las
investigaciones sobre la edad y el desarrollo adulto son particularmente escasas.
En un estudio que es relevante, se les pidió a los participantes que evocaran dos eventos
emotivos, mientras se monitoreaba la constancia conductora de la piel, la activación
cardíaca y otras medidas fisiológicas. Los investigadores encontraron que la gente vieja
mostraba los mismos patrones emocionales específicos que los individuos jóvenes, aún
cuando, la magnitud de la respuesta era menos pronunciada en los sujetos más viejos. Esto
es, que los sujetos viejos mostraban un pequeño incremento en el ritmo cardíaco frente a las
emociones de rabia, miedo y pena. Sin embargo, los participantes mayores reportaron el
mismo grado de experiencia emocional subjetiva que los jóvenes.
Patrones Expresivos:
Existe una gran cantidad de trabajos relacionados con la conducta expresiva, casi todos
conectados con la expresión facial de la emoción y orientados a la relación existente entre,
expresiones faciales y reacciones fisiológicas. La mayor parte de la literatura de la
expresión facial se ha focalizado en cambios de la expresión emocional a través del
desarrollo, como a cambios en la sensitividad para percibir las emociones de los otros.
En general la conducta expresiva, llega a ser más convencional y esto incluye una
disminución de la conducta expresiva. Estos cambios los experimentan especialmente los
adolescentes. Pero también hay cambios durante la edad adulta por ejemplo un estudio
mostró que cuando se activaba la memoria emocional y se les pedía a los individuos que
relataran sus experiencias, los adultos mayores tenían mayor facilidad expresiva en
términos de la frecuencia de la expresión emocional en relación con los individuos jóvenes.
Esto de comprobó a través de un rango de emociones detectadas con un sistema de
codificación afectiva facial. En otro estudio los investigadores también encontraron que la
expresión de los adultos mayores (mujeres en este caso) eran más telegráficas en el sentido
que sus conductas expresivas tendían a involucrar menos regiones del rostro, pero más
complejas, usando expresiones combinadas o mezcladas cuando recordaban eventos
emocionales. Estos cambios en parte explican porqué la expresión facial de los adultos
mayores es más difícil de leer.
Otro de los cambios que aparece con la edad y hace más difícil la lectura, se relaciona con
las arrugas de la piel del rostro y el debilitamiento de la musculatura facial. Lo que es
particularmente interesante es que los patrones en cuanto a arrugarse son muy diferentes
entre un individuo y otro. Por supuesto, parte de esto se debe a las bases biológicas de la
edad, pero las diferencias individuales también aparecen en relación con el proceso de
personalidad. Un estudio nos muestra que los patrones faciales están relacionados con
patrones dominantes de la personalidad. Por ejemplo personas que tienden a sentirse
contentas frecuentemente, tienen una expresión facial que les da una apariencia de
contentas, aún cuando están tratando de expresar otro tipo de emoción: esto es, el estar
contento que es dominante en sus personalidades tiende a filtrarse y contamina la
apariencia expresiva.
Estos hallazgos indican que la habilidad para expresar afectos, como los observados en
contextos interpersonales permanecen intactos durante el curso de una enfermedad
debilitante, como es la demencia.
Hay que señalar que la expresión emocional vista en pacientes con demencia aparece
relacionada más con eventos del medio que con patrones de movimiento muscular. Por
ejemplo, un estudio realizado en pacientes con incapacidades de moderadas a severas, los
cuales fueron observados durante una visita que les hicieron sus familiares, expresaron
pena en el momento que estos ya se iban.
Los datos sobre expresión y percepción de las emociones a través de la vida, indican que
hay una tendencia al incremento de la complejidad en la expresión facial en el desarrollo de
vida, lo que dificulta la lectura de las expresiones emocionales en los adultos y en la
medida que van envejeciendo. Sin embargo, esto es compensado con la familiaridad con
sus pares sociales.
Existe una pequeña, pero substantiva literatura la cual índica que los adultos al llegar a la
edad mediana son más proclives a describir sus experiencias emocionales que los adultos
jóvenes y sus descripciones son más complejas y profundas. Las personas ancianas, sin
embargo, muestran una declinación en su habilidad expresiva, pensamos que puede deberse
a un efecto *cohorte, es decir estar más relacionados con la época histórica en la cual les
tocó vivir, que con la edad en sí misma. Las personas nacidas a comienzos del siglo 20, les
tocó vivir una época donde se tomaba poco en cuenta las necesidades de los niños. Era un
tiempo represivo, donde John Watson orientaba a los padres a evitar la expresión abierta de
emociones y mostrar el afecto físico.
*cohorte: término estadístico para referirse a un grupo de personas que comparten un factor
común, en este caso la edad.
En resumen, los datos acerca de la expresión y percepción de las emociones a través del
desarrollo de vida, nos muestran un incremento en su complejidad y esto se refleja en la
expresión facial en términos de mayores respuestas idiosincráticas, y mayor capacidad en
combinar afectos como también cambios en la musculatura y elasticidad facial, lo que
dificulta la lectura de las expresiones emocionales en los adultos en la medida que
envejecen.
Sin embargo, esto se compensa a través de la familiaridad con el grupo de pares. Además,
dado que la conducta expresiva no ocurre en un vacío, sino que es acompañada en forma
típica por expresiones verbales de la emoción, no existe el riesgo en los adultos mayores
que puedan mal interpretar sus propios sentimientos.
Por otra parte, existe una pequeña pero sustantiva literatura que nos indica que los adultos
al llegar a la edad madura logran tener mayor capacidad para describir sus experiencias que
los adultos jóvenes, y siendo sus descripciones más complejas y matizadas.
Estados Emocionales:
Investigadores en esta área han incluido tanto la intensidad como la cualidad de los estados
emocionales. Las últimas investigaciones han incluido las características de los estímulos
emocionales y la habilidad para elegir reacciones emocionales, tanto hedonista
(placer/displacer), emociones discretas, (rabia, miedo, pena, etc.), y complejidad emocional
(interacción emocional/cognitiva).
Intensidad:
En general los estudios indican que no existe una declinación sustantiva en la intensidad
afectiva o en la intensidad mediante la cual una persona experiencia sus emociones. Los
patrones de intensidad no muestran variaciones de intensidad emocional a través de los
años.
Tono hedonista:
En términos de afectos negativos los estudios más sofisticados indican que hay una
disminución gradual de estos en la adultez hasta aproximadamente los 60 años, existiendo
después un aumento no significativo de los mismos. Los cambios en los afectos positivos,
en cuanto a obtener felicidad, están relacionados con los hijos y los roles laborales. Por
otra parte el debilitamiento físico y las enfermedades de la vejez al igual que la muerte de
personas significativas, tales como esposo/esposa y amigos gatillan afectos negativos.
Emociones discretas:
Una gran cantidad de estudios transversales y longitudinales nos indican que existe una
disminución en el nivel y la frecuencia de la rabia a través de los años de adultez. La razón
por la cual esto se produce puede relacionarse con el rol funcional de la rabia. Esto es,
superar o destruir obstáculos para llegar a una meta. A través de la edad la necesidad de
alcanzar metas va decreciendo. Los investigadores también sugieren que los adultos
mayores cambien desde una estrategia externa a una interna para controlar las emociones
relacionadas con la obtención del éxito o fracaso en las metas a conseguir. Más que actuar
expresando rabia hacia el medio pueden utilizar controles internos del tipo represión
positiva en sus respuestas.
Finalmente, como la red social se estrecha y los adultos mayores dependen, más de las
relaciones intimas con los partners para satisfacer sus necesidades socio–emocionales, la
expresión de la rabia puede ser una amenaza en cuanto a destruir la red social.
En la medida que los individuos maduran, las emociones llegan a ser más importantes.
Tienen mayor capacidad para tolerar sentimientos mixtos y una profundidad para apreciar
la complejidad tanto del mundo como del Self.
Regulación emocional:
Hay una tendencia a través del desarrollo de vida hacia “la optimización afectiva” o la
tendencia a crear en forma activa ambientes que les permitan alcanzar una mejor
combinación de los estímulos emocionales.
Loa adultos mayores presentan también una gran habilidad para sus emociones y para
moderar las respuestas afectivas.
Sin embargo, hay diferencias individuales distintivas en cuanto a negar o a elaborar las
experiencias emocionales. El estilo que se caracteriza por mantener un núcleo del Self
positivo, implica utilizar estrategias regulatorias de equilibrio y los afectos negativos son
negados.
Emociones en la Personalidad:
A medida que la gente madura, la personalidad llega a ser más estable o cristalizada. Por
ejemplo una mujer joven que es extravertida llegará a ser extrovertida también al final de la
vida. Un hombre que muestra una conducta neurótica a los treinta años, seguramente
mostrará las mismas características a los cincuenta o sesenta.
Estos datos nos indican que los estados de ánimo pueden representar disposiciones
permanentes o constantes. Sin embargo estas figuras de estabilidad marcan las diferencias
en el cambio individual. Existen significativas diferencias inter-individuos en el cambio
longitudinal a través de los años, al menos cuando aparecen características de
neuroticisimo o extroversión. Algunas personas a través de su trayectoria mantuvieron el
nivel, otros mostraron un incremento y otros una pequeña declinación. Las diferencias
inter/individuos en los patrones de cambio en la personalidad pueden ser sostenidos por
características emocionales circunscritas o aspectos de la organización emocional, como
sugiere una pequeña pero creciente literatura.
Un estudio centrado en los aspectos de cambio de los adultos, realizado a través de ocho
años, tomando en cuenta sus características emocionales, metas, personalidad, sentimientos
y forma de relacionarse con los otros y utilizando como instrumentos escalas de
personalidad, tanto como auto-reportes y reportes a través de la observación, mostraron
evidencias tanto de estabilidad como de cambio. Las características emocionales tienden a
permanecer estables, aún cuando son evidentes las diferencias individuales.
Los cambios no se asociaron con otros eventos como pérdida del trabajo, avances en la
carrera, cambios de residencia y distanciamiento de las relaciones sociales.
interpersonales cargados de afecto es otro. Sin embargo, una descripción de las causas, los
procesos y los tipos de cambio afectivo deben seguir investigándose.
Resumen general:
Este artículo cubre los aspectos de continuidad y/o cambio en el desarrollo emocional, a
través de la vida adulta, incluyendo la fisiología, conducta expresiva, experiencias
subjetivas, regulación de la emoción y características de la emoción.
La literatura que se ha acumulado a través de las últimas dos décadas del siglo veinte, por
un incremento de las investigaciones de la emoción en la adultez, indica que la capacidad
funcional de la emoción se mantiene a través de la vida.
Los estudios indican que los patrones fisiológicos permanecen relativamente inmodificable,
aún cuando la amplitud de las respuestas aparecen reducidas.
Los datos también indican una nueva curva en relación a la complejidad emocional
llegando al peak en la edad madura, aún cuando existen marcadas diferencias individuales.
En términos de la percepción del afecto, la habilidad para leer señales emocionales faciales,
vocales o corporales pueden llegar a ser menos precisos con la edad. Sin embargo, este
punto no puede ser afirmado con certeza por cuanto los estudios fueron más bien
transversales que longitudinales.
La literatura nos indica que la gente llega a sentirse más confortable con su self en la
medida que envejecen. Están más interesados en sus estados emocionales y en reconocer y
aceptar la diversidad y mezclas, de la vida afectiva. Las emociones aparentemente llegan a
ser más complejas y la experiencia más profunda.
La organización emocional tiene rasgos relativamente estables, aún cuando responden a los
desafíos del medio, pudiéndose producirse transformaciones.
De este modo los adultos no llegan a tener una emocionalidad embotada o adormecida en la
vejez y tampoco cambian hacia los afectos negativos.
Bibliography
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