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Sociedad Hoy

ISSN: 0717-3512
revsociedadhoy@udec.cl
Universidad de Concepción
Chile

Ribeiro, Luci
La percepción de lo extraño. Contribuciones teóricas para la comprensión de los procesos de
exclusión social: Simmel, Schütz, Elias y Bauman
Sociedad Hoy, núm. 17, 2009, pp. 115-127
Universidad de Concepción
Concepción, Chile

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=90219257010

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Sociedad Hoy 17: 115-127, 2do Sem. 2009 ISSN 0717-3512

La percepción de lo extraño. Contribuciones


teóricas para la comprensión de los procesos de
exclusión social: Simmel, Schütz, Elias y Bauman
The perception of the strange. Theoretical contributions
for understanding the processes of social exclusion: Simmel,
Schütz, Elias and Bauman

Luci Ribeiro1 

Resumen

La propuesta de este trabajo consiste en presentar algunas contribuciones teóricas para la compren-
sión de los procesos de formación del extranañiento social. La produción social del otro, adjetivado
como extraño, está basada en crecientes procesos de desigualdad social, cultural y económica. Las
consecuencias de estos procesos van desde la exclusión y marginalización social hasta actos violen-
tos cometidos contra aquellos que sufren estigmatización social. Este artículo tendrá como base la
comparación de la percepción del extraño formada dentro de la teoría social de autores como Georg
Simmel, Alfred Schütz, Norbert Elias y Zygmunt Bauman.

Palabras clave: Exclusión social, marginalización, modernidad, teoría social.

Abstract

The proposal of this work consists in the introduction of some theoretical contributions for the
comprehension of the social strangeness formation processes. The social production of the “other” is
based on an increasing social contrast, cultural and economical process. The consequences of these
processes start at the social exclusion, marginalisation and go on until violent acts against those who
suffer the social branding. This article will use as a paradigm the comparison of the “perception of
the stranger” made by authors of the social theory, such as Georg Simmel, Alfred Schütz, Norbert
Elias, and Zygmunt Bauman.

Keywords: Social exclusion, branding, modernity, social theory.

Recibido: 06.10.09. Aceptado: 11.11.09.

1
Doutora em Sociologia pelo Departamento de Pós-Graduação em Sociologia - Unicamp, Brasil. E-mail:
luciribeiro09@gmail.com

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Introducción

E ste trabajo intenta dar una modesta contribución a la temática del extraña-
miento social. En este sentido, serán presentados algunos elementos para la
reflexión sobre la construcción social del extrañamiento, más específicamente en
el ámbito de la teoría social contemporánea. La temática que nos proponemos a
discutir es un reflejo del incremento de la complexidad social, pues la percepción
del extrañamiento no comporta apenas un discurso, sino una serie de percepciones
que hacen más complejo el debate sobre las diferencias y el reconocimiento de la
alteridad. Los discursos, así como las acciones efectivas para el reconocimiento del
derecho de las diferencias –sean de género, religión, cultural o económica–, parten
de escenarios diversos, de embates históricamente distintos. Aunque los debates
sobre el derecho a la diferencia muestren siempre la misma oposición ‘nosotros-
ellos’, tal oposición no puede ser generalizada en el sentido de ofrecer una llave de
comprensión para los problemas nacidos en el meollo del debate sobre el respecto
a la alteridad.
La contemporaneidad produce formas cada vez más complejas para lidiar con
las diversidades emergentes. La conocida oposición ‘nosotros-ellos, o ‘universal ver-
sus particular’, aunque extremamente válida, tiene sus límites visibles cuando se
depara con las multiplicidades divergentes que surgen y conviven con las formas
anteriores de estigmatización y exclusión social. En este escenario, se hace necesario
un repensar de categorías analíticas que no sean totalmente generalizables, pero que
lleven en consideración las especificidades de las situaciones dispares de los sitios
donde se originan.
Esta discusión abarca, por un lado, las expectativas en relación a la posibilidad
de una cohesión de la comunidad, basada en una identidad común y construida
alrededor de intereses y valores comunes, y, por otro lado, la necesidad de la con-
sideración de la pluralidad cultural y social, de diferentes intereses y orientaciones
valorativas en las decisiones políticas.
Para que se pueda comprender mejor lo que solemos llamar de multiplicidades
divergentes, se hace más adecuado la introducción de un término general utilizado
en las ciencias sociales: el concepto de lo extraño, más comúnmente utilizado para
designar individuos aislados, o grupos de individuos que sufren estigmatización y
exclusión social. El uso del término “extraño”, en sustitución al término “otro”, se
debe, principalmente, a la incomodidad presente en la interpretación del término.
El extraño, al primer contacto, es también lo desconocido, lo amenazador, lo incó-
modo y lo diferente (Canetti, 1978: 11)2. “Nada causa más temor al ser humano
que el contacto con lo desconocido”. Es justamente este elemento “desconocido”
que hace con que distancias sean establecidas y defendidas, para que cierta segu-
ridad sea mantenida. Sin embargo, lo desconocido no debe apenas causar temor,
puede además conducir a la descubierta de nuevos y mejores horizontes. Aunque el
uso de un término que inicialmente generalice contextos tan diversos pueda a pri-

2
“Nichts fürchtet der Mensch mehr als die Berührung durch Unbekanntes”.

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mera vista parecer una reducción analítica, su constitución, su significado expreso


se hace por una variedad de percepciones sobre la ambivalencia social. Así, la base
constitutiva del concepto ‘extraño” ofrece a los científicos sociales la posibilidad de
abarcar singularidades propias de cada contexto social.
A través de un sucinto análisis de diferentes planteamientos discursivos sobre el
extraño al largo del siglo XX –en autores clásicos y contemporáneos de la sociolo-
gía, como Georg Simmel, Alfred Schütz, Norbert Elias y Zygmunt Bauman– es po-
sible crear un cuadro general sobre la transformación de la percepción del extraño.
El contexto de referencia para la formación de este cuadro general es la sociología
europea, la alemana más específicamente. Esta configuración refleja la formación
de percepciones y discursos que se hicieron relevantes para analizar el ‘otro distan-
te’, no a penas el ‘otro próximo’. De este modo, la investigación de las diferentes
graduaciones de la percepción del extraño en autores clásicos y contemporáneos
puede llevar a una visión ampliada de la cuestión del extraño dentro de la teoría
social.

George Simmel

A principios del siglo pasado la exclusión social todavía no se configuraba como un


tema relevante para la sociología en consolidación. Por este motivo, Georg Simmel
no se detuvo sobre los problemas de exclusión vividos por el extraño. La preocu-
pación de Simmel se concentraba en la definición del extraño y de su función para
la sociedad, revelando así una percepción de la posibilidad de una coexistencia
positiva con la ambivalencia inherente al extraño. El extraño es uno de los varios
tipos sociales descritos por Simmel, cuya relación con la sociedad muestra la exis-
tencia simultánea de situaciones de inclusión y exclusión. En resumen, el análisis
simmeliano focaliza las ambivalencias introducidas en todas las relaciones sociales,
evitando que se establezca una preponderancia favorable a uno u otro lado de la
relación social.
Simmel no busca esquivarse de una definición precisa, por lo contrario, el autor
nota que la imprecisión también es característica de las formas de relación social.
De este modo, la dificultad en definir el extraño resulta de su propia posición den-
tro del grupo, basada en una interrelación establecida en el convivio social, y no
determinada apenas por las características particulares, sean éstas del grupo o del
propio extraño.
La pregunta hecha por Simmel (1971: 6-32): “¿Cómo es posible la sociedad?”
visaba una respuesta que iba más allá de la consideración de los factores aislados
que pudieran ofrecer una contribución específica, de forma instrumentalizada,
para la formación y el desarrollo de la sociedad. La posibilidad de formación de
la sociedad estaba arraigada, según Simmel, en la formación de una compleja red
de interacciones entre los diferentes individuos, pertenecientes a diferentes clases
sociales, diferentes géneros u oriundos de diferentes lugares.

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(...) cada elemento de un grupo no es sólo una parte de la sociedad, sino, además,
algo más. Este hecho, por más trivial que parezca, a pesar de todo, opera como un
social a priori. Aquella parte del individuo que no es, como era, inclinada a la socie-
dad y no es absorbida por ella, no está simplemente fuera de su parte socialmente
relevante, sin tener establecido una relación con ella. No se trata simplemente de
algo fuera de la sociedad, a que la sociedad de buena voluntad o no somete. Antes,
el hecho de que en ciertos modos el individuo no es un elemento de la sociedad,
constituye la condición positiva para a posibilidad de que en otro sentido, él lo es:
el modo por el cual él es asociado y determinado, o codeterminado, por la manera
en que él no es (Simmel, 1971: 12).

El extraño es uno de los distintos tipos sociales descritos por Simmel, cuya rela-
ción con la sociedad muestra la existencia, al mismo tiempo, de situaciones de in-
clusión y exclusión. Vemos de este modo que el concepto de exclusión, en Simmel,
no se reporta a una situación de total privación, sea de derechos, sea de asistencia o
de no compartir posiciones sociales. La propia exclusión, en el análisis de Simmel,
es restricta. El individuo podría estar excluido bajo un aspecto, pero no bajo todos
los aspectos. Del mismo modo, el podría ser parte de un grupo y al mismo tiempo
no ser parte. Es posible finalizar que en el análisis de Simmel existe una mayor
preocupación con la intersección entre las más variadas relaciones sociales, que un
enfoque que priorice un elemento específico en cada relación social.
La propia definición simmeliana abarca la complejidad del “ser” extraño como
aquel que disfruta posibilidades múltiples: ir, venir, permanecer, hacer parte, y al
mismo tiempo no hacer parte. El extraño enfocado por Simmel (1983: 182) tiene
una característica peculiar que ayuda a definirlo: la transitoriedad “(...) no en el
sentido de un viajero que llega hoy y parte mañana, pero sí en el sentido de una
persona que llega hoy y que se queda mañana”3.
La transitoriedad entendida como la condición de existencia propia de varios
individuos que son reconocidos como extraños, también es un elemento relacional.
El extraño que llega, que se acerca, tiene un pasado, una biografía no compartida
hasta el momento de su llegada, pero que es dinámica. Lo de quedarse del extraño
podrá significar que la continuidad de su biografía será compartida con los demás
miembros del grupo. En este sentido, el extraño empieza hacer parte del grupo,
aunque no en igualdad de relación con los demás miembros del grupo (Simmel,
1983: 183). “Así como el indigente y las múltiples especies de ‘enemigos internos’,
el extraño es un elemento del propio grupo. Son elementos que, por un lado, son
inmanentes y tienen una posición de miembros, por otro lado, están fuera de ello
y lo confrontan”.
Es posible afirmar que Simmel parte de una condición a priori para la obtención
de la igualdad, es decir: los individuos son diferentes. La igualdad no que se refiere

3
La definición de Simmel expresa una situación típica de una forma de vida: la forma de vida del viajante,
sobretodo la forma de vida del mercader judío.

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“a los aspectos específicos de la existencia”, como, por ejemplo, poseer derechos


sociales y civiles, precisa partir de esta orientación para ser bien sucedida, del reco-
nocimiento de las diferencias individuales.

Alfred Schütz

La segunda contribución importante para la temática del extrañamiento social se


refieren al enfoque de Alfred Schütz, que está basada en el análisis fenomenológico
de los mecanismos y procesos del mundo de la vida cotidiana: los cuales son, en su
mayoría, orientados por la noción compartida del sentido común4. Es a partir de
la tentativa de desvelar la importancia del patrón cultural en marcha en el mundo
de la vida cotidiana y de definir el comportamiento típico de un individuo en la
situación de recién llegado, que Schütz define el extraño y su situación temporaria
de adaptación a un nuevo grupo. Teniendo el extraño como foco, Schütz busca, a
través del análisis fenomenológico, aclarar el proceso de adaptación a través de un
examen minucioso de las formas de aprehensión y aplicación del conocimiento en
el mundo de la vida cotidiana5.
Alfred Schütz, así como Simmel, no ha considerado la exclusión social viven-
ciada por el extraño como un tema a ser tratado. Su enfoque ha priorizado los pro-
blemas internos, subjetivos vividos por los extraños en un proceso de adaptación.
Aunque Schütz reconozca y describa de manera pertinente los problemas vividos
durante el periodo de adaptación, sus análisis no transponen los límites de la acep-
tación y de la adaptación del extraño. Es decir, el análisis de Schütz hace perfecta-
mente factible la adaptación del extraño al nuevo ambiente, desde que él asimile
los patrones culturales del nuevo grupo y, si así sucede, (Schütz, 1976: 105) “(...) el
extraño no es más un extraño y sus problemas específicos serán resueltos”.
La aceptación y la tolerancia son los objetivos finales del extraño al pasar por
el proceso de adaptación que, por su vez, se encaja en un proceso de relación inte-
ractiva. Schütz (1976: 91) ha definido el extraño como: “(...) un individuo adulto
de nuestro tiempo y civilización que busca aceptación permanentemente, o a lo
menos, tolerado por el grupo al cual se acerca”6. En esta situación, el extraño busca

4
Según la concepción de Schütz, el mundo de la vida cotidiana no es el mundo privado del individuo. Es,
antes de todo, un mundo intersubjetivo, compartido por sus semejantes. En el mundo de la vida cotidiana, atri-
buimos al otro reciprocidad de perspectivas, que son en sí, intersubjetivas, porque notamos los objetos del mundo
con base en lo que sentimos individualmente. “Esto significa que este mundo no es mío solo, sino también el
ambiente de mis semejantes; Además, estos semejantes son elementos de mi propia situación, como yo soy de la
de ellos” (Schütz, 1979: 160).
5
Para la fenomenología, el mundo de la vida cotidiana es aprehendido por los individuos como algo regalado
y no como objeto de reflexión e indagación. De este modo, constituye el espacio de interacción, en el cual indivi-
duos llegan a acuerdos mutuos y personales a través de sus diferentes relaciones. El conocimiento típico de la vida
cotidiana, que nos parece integral, en verdad es un conocimiento parcial de los elementos relevantes que facilitan
o posibilitan las ejecuciones de las acciones de los individuos en el ámbito de su vida diaria.
6
“(...) an adult individual of our times and civilization who tries to be permanently accepted or at least tole-
rated by the group which he approaches ”.

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interpretar y asimilar los patrones culturales del nuevo grupo social, para que éstos
puedan servir de orientación dentro del nuevo ambiente social donde él ingresa.
Se nota que a partir de tal definición, Schütz caracteriza el extraño atribuyén-
dole tiempo, espacio y deseo individual. Es posible observar aquí una contrapo-
sición inicial al enfoque de Simmel, que no tematizó los deseos personales, ni las
necesidades humanas del extraño, como, por ejemplo, la necesidad común de ser
aceptado. Schütz, por su vez, comprende el extraño como un individuo que orienta
sus acciones con el propósito de alcanzar tolerancia y aceptación por parte de los
miembros del nuevo grupo.
La tentativa de adaptación del extraño abarca al mismo tiempo una interpreta-
ción intersubjetiva del patrón cultural del nuevo grupo, así como una indagación
de su validad7. Vale resaltar que la interpretación y la indagación pasan por el filtro
de su propia cultura, y es este proceso que genera en el individuo sensaciones de
incomodidad y de extrañamiento.
Aunque Schütz muestre la tendencia de polarizar el proceso de adaptación, se
verifica, no obstante, que la tensión del proceso de adaptación ocurre predominan-
temente del lado del extraño y está relacionada a cuestiones personales y emocio-
nales. La tensión que ocurre al lado del grupo es negligenciada por Schütz, que no
considera, por ejemplo, la posibilidad de que la no aceptación del grupo se pueda
mostrar como un factor impeditivo, o de morosidad del proceso de ajuste social, y
en último caso, puede representar la completa negación del otro.
En el proceso de adaptación, el extraño comienza a interpretar su nuevo medio
social de acuerdo con su “thinking as usual”. Es decir, utiliza el esquema de referen-
cia traído de su grupo de origen para analizar –y juzgar– el nuevo modelo cultural
que se presenta. Aquí, el problema de adaptación empieza a manifestarse; una vez
que su esquema de interpretación se hace evidentemente inadecuado y no puede
ser utilizado como orientación dentro del nuevo ambiente.
Si en Simmel la objetividad es un factor positivo para la interacción entre el
extraño y el grupo, en Schütz ella es considerada justamente lo opuesto. Esta dis-
tinción se debe a los diferentes puntos de vista de los autores sobre las interacciones
sociales. Simmel intenta evidenciar que la objetividad puede ser vista como un
factor positivo en la interacción entre el extraño y el grupo, y considera que el lu-
gar del extraño –distante y al mismo tiempo cercano– no se va a alterar, pues este
lugar le concede la neutralidad y, por consecuencia, su cooperación con el grupo.
Por otro lado, Schütz parte de las experiencias vividas, en las que la objetividad es
de verdad vista con desconfianza, siendo interpretada como falta de apego, indi-
ferencia, frialdad. Estas características, atribuidas al extraño por los miembros del
grupo, no auxilian el proceso de integración del extraño; por lo contrario, sirven de
base para la creación de estereotipos que son esparcidos para justificar su exclusión.

7
Todo patrón cultural de un grupo se presenta a sus miembros como sentido común, como un conocimiento
incuestionable sobre cuestiones y situaciones de la vida cotidiana. De un modo más específico, se refiere a los
valores peculiares, a las instituciones, a los sistemas de orientación que caracterizan un grupo social en un dado
momento de su historia.

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La mayor contribución de Schütz está, en nuestro entender, en el hecho de la


consideración de la dimensión personal del extraño, pues evidencia que el extraño
mientras individuo es dotado de humanidad y comparte con los demás el deseo
de ser aceptado. Una segunda contribución de Schütz, de igual importancia, nos
trae argumentos para pensar en la temática actual de la exclusión del extraño, es
su interpretación del fenómeno de extrañamiento, entendido como producto de
la comparación entre patrones culturales distintos. En este sentido, comprender la
importancia del modelo cultural es imprescindible para una mejor comprensión de
los fenómenos de exclusión y de prejuicio contra extraños, en relación a la cuestión
de la convivencia social pacífica.

Norbert Elias

La concepción de Norbert Elias del extraño difiere en varios sentidos de las concep-
ciones de Simmel y de Schütz, presentadas anteriormente. Si Simmel y Schütz no
consideraban el problema de la exclusión social del extraño, consecuentemente, no
podrían considerar la perpetuación de un problema que para ellos no era un tema.
El enfoque de Elias, al contrario, se sujeta sobre la propagación de los mecanismos
de estigmatización y exclusión de individuos, y se basa en el estudio de la naturaleza
de configuraciones sociales en las cuales éstos se originan.
El término extraño es raramente usado por Elias, que da preferencia al uso del
término outsider –en la lengua inglesa– o Aussenseiter –en la lengua alemana. La
elección del término outsider (Aussenseiter) se debe a una complementariedad de
interpretaciones que su significado encierra8. El outsider puede ser el individuo –o
el grupo– que no es familiar, que viene de fuera, y que no es capaz, o no está prepa-
rado hacer parte en la “buena sociedad”. Podemos percibir que esta interpretación
no está exenta de un contenido valorativo. O sea, los juicios de valor que están re-
lacionados a figura del outsider son determinados por el establishment, es éste quien
juzga la capacidad del outsider de ser considerado miembro, o no, del grupo más
poderoso. El otro significado del término outsider se refiere a la opción de un indi-
viduo –o grupo– de vivir de forma diferente del estilo de vida comúnmente acep-
tado, o sea, el outsider de una manera afirmativa sigue su propio camino de vida.
Norbert Elias no se detiene exclusivamente sobre el extraño, pero antes, sobre la
relación de poder que se instituye entre un grupo ya establecido y un grupo outsi-
der, y que resulta generando la discriminación de este último. Para Elias no son ni
la raza, ni la etnia los factores determinantes para la exclusión y estigmatización de

8
El término outsider conforme o dicionário The Oxford Illustrated Dictionary (Oxford University Press, 1981:
599) dice: Non-member of some circle, party, profession, etc., uninitiated person, layman; person without special
knowledge, breeding, etc., or not fit to mix with good society. En contraposición ver la definición conforme o dic-
cionario alemán Deutsches Universal Wörterbuch A-Z (3ª publicación, revisada e ampliada, DUDEN: Mannheim,
1996: 190): “Alguien que se encuentra fuera de la sociedad, de un grupo: alguien que sigue su propio camino”
(“Abseits der Gesellschaft, einer Gruppe Stehender: jmd., der seinen eigenen Weg geht”).

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un individuo o de un grupo por la acción de otro grupo predominante. La estigma-


tización es generada por la naturaleza de la relación de poder entre grupos distintos.
La percepción de Elias del outsider, o del extraño, se basa, sobre todo, en la
consideración de la dinámica inherente a las interrelaciones que los individuos en
sociedad mantienen entre sí; éstas, por su vez, engendran las más variadas configu-
raciones sociales. Ocuparse sólo del outsider (extraño), de sus problemas de adapta-
ción, de las consecuencias de la exclusión para su vida, como si ellos no interactúen
con los demás miembros de la comunidad, no evidenciaría los mecanismos gene-
radores de la exclusión. Del mismo modo, ocuparse sólo de la sociedad, o de los
grupos, como si éstos actuaran intencionalmente para oprimir el outsider (extraño),
también no traería la dimensión necesaria para la comprensión de las cuestiones de
estigmatización y exclusión.
Las funciones y configuraciones que se establecen, muchas veces ajenas a las vo-
luntades de los envueltos, pueden tener su naturaleza alterada, cuando se adquiere
consciencia de sus consecuencias negativas para el convivir humano. Una altera-
ción promovida por la acción consciente de los individuos significaría una madura-
ción de las formas de relacionamiento social. De este modo, la visión de Elias sobre
la sociedad no enfoca la cuestión de la instrumentalidad en las relaciones sociales,
pero sí la reciprocidad de las funciones envueltas9.
Los outsiders enfocados por Elias son aquellos individuos miembros de un grupo
que, sea de una forma más blanda o más violenta, sufren estigmatización y, por
consecuencia, son excluidos de los procesos de toma de decisiones, de compartir la
vida comunitaria con los demás miembros del grupo hegemónico. Estos problemas
vividos por los outsiders suceden, en gran medida, de los procesos migratorios que
se hacen cada vez más comunes en el mundo contemporáneo. Las situaciones de
encuentro, estimuladas por las migraciones, entre grupos con diferentes culturas y
diferentes modos de vida podrán generar constelaciones sociales caracterizadas por
el surgimiento de prejuicios y tendencias de exclusión social. Según Elias (2000:
68):

Procesos de esta naturaleza sucedieron y continuarán sucediendo en muchas comu-


nidades del mundo todo. Vez por otra, en el contexto del desarrollo cada vez más
rápido de los países y de las tensiones, sublevaciones y conflictos suscitados por él,
grupos de personas abandonan semi voluntariamente su tierra natal en la búsqueda
del ganapán, impulsadas por decisiones gubernamentales o, quizá, por la fuerza
de las armas, y van a instalarse en otros lugares, a menudo a puerta de grupos más
antiguos o en el seno de ellos.

Ante las múltiples circunstancias que suelen acercar los grupos distintos y que
hacen que éstos convivan en un mismo espacio, ocurren evaluaciones mutuas, que
implican casi siempre expresión de juicios de valor. Se configuran, así, dos procesos

9
El acto de cada individuo desempeña funciones específicas en la composición del todo social, pudiendo
promover tanto la integración, como la exclusión. Ver: Elias (1994).

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característicos, a saber: la valoración subjetiva y mutua entre ambos grupos, y la


emergencia de sentimientos de rivalidad. A pesar que las situaciones que fomentan
el encuentro de grupos singulares suceden cada vez más a menudo en el mundo
moderno, las poblaciones aún no parecen preparadas para lidiar de forma positiva
con tales situaciones. Las circunstancias de contacto son percibidas, sobre todo,
como circunstancias de competencia, y no como situaciones que merezcan un tra-
tamiento diferenciado y direccionado para medidas de inclusión social.
En la obra Os Estabelecidos e os Outsiders, Norbert Elias ha demostrado cómo el
establecimiento de relaciones de poder ha determinado la exclusión de inmigrantes
del buen convivir social. Los “outsiders” no han conseguido romper las barreras
alzadas contra ellos, llegando al punto de internalizar los prejuicios de los propios
establecidos. La comunidad establecida se ha otorgado el status de gente de “mejor
índole” porque se sentía amenazada por la llegada de extraños. La aceptación de las
barreras ha corroborado la opinión que se había formado sobre ellos. Una imagen
negativa, creada, al principio, por la confirmación de actitudes rudas de una mino-
ría, agregada a falta de cohesión entre los moradores inmigrantes, ha perpetuado el
círculo de exclusión.
En un nivel macro, obviamente, las relaciones entre los individuos son mucho
más complejas y derivan de las más variadas fuentes, como Elias nos apunta en su
estudio Os alemaes. La obra revela que el efecto de la acción histórica del Estado
gana significativa relevancia. Sin embargo, la defensa de los modos de vida de una
sociedad más organizada y más compleja también desempeña una función impor-
tante en la creación y mantención de desigualdades y exclusión social.
La nacionalización del sentimiento, de la conciencia, de los ideales, la construc-
ción de una “imagen nosotros”, así como la existencia de un código dual centrado,
por un lado en el individuo, por otro en el Estado Nación, es común a todas las so-
ciedades. Lo interesante, como resalta Elias, es que la elucidación de las características
distintas, del modo alemán de lidiar con esa dualidad, señala la posibilidad de tratar
de varias maneras el problema del nacionalismo exacerbado y sus consecuencias.
Para Elias, el cuestionamiento de este código doble puede auxiliar en la cons-
tante tarea de redefinición de deberes morales. ¿Debemos tener deber moral para
la humanidad como un todo, o los deberes morales se deben restringir apenas a
los compatriotas, miembros del Estado? Esta indagación se hace particularmente
relevante para los actuales contextos de la globalización, en las que las acciones de
los actores sociales, en todo el mundo, son crecientemente entrelazadas, por ejem-
plo con las amenazas ambientales globales, con lo que las acciones individuales, las
actitudes de comunidades o de los actores en el ámbito nacional tienden a causar
impactos sobre personas y grupos ajenos.

Zygmunt Bauman

Diferentemente de Elias, Zygmunt Bauman trata la temática del extraño dentro del
cuadro referencial de la modernidad, desarrollando un enfoque perspicaz y amplio

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de los procesos de la modernidad, concentrando sus análisis en la ambivalencia in-


herente a su desarrollo. Los movimientos que acarrean cambios y al mismo tiempo
conservación son los que, en realidad, configuran la ambivalencia en la contem-
poraneidad. No obstante, cuando la pauta es la ambivalencia, los sentimientos
despiertos, propios de una forma de mentalidad habituada a la idea de orden y
linealidad, son de aprensión y ansiedad. La lógica colocada en movimiento por
estos sentimientos busca por estabilidad, como una forma de “curar”, “solidificar”,
lo que es ambivalente, para de esta forma alcanzar seguridad en el actuar.
La concepción más reciente de Bauman sobre la modernidad –condensada en
el concepto de modernidad líquida10– evidencia algunas características singulares
de nuestro tiempo: la permeabilidad, el movimiento irregular, la falta y, al mismo
tiempo, la necesidad de solidez. La siguiente interrogación demuestra, por otro
lado, que esta tendencia no se restringe a la fase actual de la modernidad, sino
que acompaña la modernidad desde su principio (Bauman, 2001: 09): “¿Pero la
modernidad no fue un proceso de ‘licuefacción desde el inicio? ¿No fue el ‘derreti-
miento de los sólidos’ su mayor pasatiempo?”. En otras palabras, ¿la modernización
no fue ‘fluida’ desde su concepción? La diagnosis hecha por Bauman muestra que la
modernidad presenta dos movimientos fundamentales y antagónicos: movimiento
de cambio y movimiento de conservación.
La figura del extraño es de fundamental importancia en el análisis de Bauman
de la modernidad y de la posmodernidad, una vez que el extraño es aquel indivi-
duo que incorpora toda esta ambivalencia. Su existencia deflagra las más adversas
reacciones, indicando lo cuanto aún se forman identidades inseguras, y lo cuanto
aún es necesario avanzar en la búsqueda de nuevas formas de convivencia entre la
multiplicidad de individuos.
La polisemia de extraños en la vida posmoderna –aquellos que llegan hoy y
permanecen mañana; Los extraños de la ciudad, de la episódica vida moderna;
Los extraños al consumo; Los extraños que denuncian la estrechez de horizon-
tes (artistas e intelectuales)– no corresponde, sin embargo, a una alteración de las
características básicas del extraño. Según Bauman (1998b: 27), los extraños “(...)
obscurecen y hacen tenues las líneas de frontera que deben ser claramente vistas;
si, haciendo esto todo, generan la incerteza, que a su vez da origen al mal-estar de
sentirse perdido (...)”. El problema común a los extraños de todos los tiempos es
que ellos ofuscan las reglas que establecen la seguridad en el tocante a las formas del
actuar y a los patrones de comportamiento.
Bauman deduce que el problema con los extraños se refiere, principalmente,
a la formación de la identidad. La oposición entre “nosotros” y “ellos” es la base
sobre la cual es posible desarrollar el significado de la identidad. De este modo, se
establecen fronteras que garantizan la mantención de la distancia y de la seguridad
necesaria entre “nosotros” y “ellos”. No obstante, los extraños contestan la validad
de estas oposiciones, dejando evidente el hecho de que las fronteras que aseguran

10
Bauman en ciertos momentos denomina el período actual de la modernidad de posmodernidad, más re-
cientemente utiliza el término modernidad líquida. Ver Bauman, 2001.

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las singularidades de las identidades pueden ser ultrapasadas. Los extraños pueden
ser, hasta cierto punto, familiares, o totalmente desconocidos; pero, no son par-
te integrante del “nosotros”, ni “de ellos”; ellos se mantienen en un espacio que
no puede ser precisamente definido. Según Bauman (1990: 55): “Ellos no son ni
próximos, ni distantes, ni una parte de ‘nosotros, ni una parte ‘de ellos’. No son ni
amigos, ni enemigos”.
En el intento de establecer un mundo homogéneo, sin diferencias, sin anorma-
lidades, en lo cual la igualdad sería la base común de la construcción de identidad
entre los individuos, la modernidad ha ignorado las consecuencias destructivas de
este emprendimiento. Hemos visto surgir –como una de estas consecuencias– va-
rios movimientos discriminatorios y violentos, que buscando “harmonía” profun-
dizan todavía más los problemas de las sociedades contemporáneas.
Los extraños de la contemporaneidad continúan representando la resistencia a
la fijación y la contestación de las oposiciones, cuestionando la modernidad como
un seguro campo de acción. Pero Bauman atribuye la no especificidad del extraño
a la posibilidad de aprender a lidiar con los movimientos contradictorios de la
modernidad. La existencia del extraño señala, en realidad, que las cosas podrían
ser diferentes, no en el sentido de que pueden ser peores, sino en el sentido de que
existen posibilidades a ser exploradas, que pueden, o no, conducir a una conviven-
cia más tolerante con las ambigüedades del mundo moderno.

Consideraciones finales

La necesidad de certezas y de patrones homogéneos para la acción predominó en


el periodo de la modernidad simple. En este contexto, la percepción del extraño,
como portador de la ambigüedad, ocurrió de una forma aún bastante simplifica-
da, por la oposición entre “nosotros” y “ellos”. “Nosotros” somos la mayoría, que
seguimos normas y patrones de conducta vigentes y dominantes; mientras “ellos”
están en oposición, son minoría, y a pesar de poseer características propias, deben
adecuarse, asimilar los patrones culturales vigentes.
En la actualidad, la percepción del extraño no tiene más como paño de fondo
las naturalidades culturales y círculos sociales cerrados y homogéneos. La existencia
individual se hace cada vez mas móvil y menos sedentaria si se compara al inicio
del siglo pasado. Esta creciente movilidad, sin embargo, no ha impedido que las
reacciones a los extraños continúen siguiendo el patrón de la modernidad simple.
La modificación que se evidencia dice relación a la ampliación de la categoría de
extraño.
Individuos todavía son adjetivados como extraños, y percibidos como porta-
dores de diferencias que causan miedo e indefinición. Pero, en la actualidad, los
científicos sociales identifican una polisemia de extraños en el mundo social. Ulrich
Beck (1996: 332), por ejemplo, afirma que vivimos en un momento caracterizado
por encuentros continuos entre los más diversos tipos de individuos, portadores de
las más variadas culturas:

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“La modernidad reflexiva generaliza la categoría del extraño; una de sus caracte-
rísticas centrales es la de la extrañeza universal. Cada vez más, los hombres pierden
su nitidez social en lo tocante a su origen y posición. Las identidades se mezclan.
Las fronteras no dan más base– no delimitan más. Hombres conviven con “extra-
ños” para los cuales ellos mismos son extraños”11.
Así, es posible afirmar que la condición del extraño de Simmel –aquel que llega
hoy y mañana se queda– está universalizándose. Debido a la generalización de la
categoría extraño, se hace cada vez más difícil definir quién no es extraño. Su proxi-
midad, así como la pérdida de su singularidad, son factores que aumentan el recelo
frente a él, el miedo de estar tan cerca, que no se consigue definir claramente el
propio status. Observamos, por un lado, una indefinición de las identidades y, por
otro lado, un vaciamiento de las antiguas delimitaciones, que dejan de ejercer su
función original.
La generalización de la condición de extraño puede ser comprendida como una
de las consecuencias del proceso de globalización, que influencia constantemente
los más diferentes niveles de la vida social. Existen algunos ámbitos de la vida so-
cial que dicen relación, directamente, a la percepción del extraño y la forma por
la cual él es tratado; si se alteran estos ámbitos, se modifica, consecuentemente, la
estructura de inserción del extraño en el medio social. Entre estos ámbitos, pode-
mos apuntar aquellos que hoy son los más influenciados por las consecuencias de
la globalización: los horizontes locales; la formación de la identidad y la defensa de
la tradición.
Los procesos de movilidad engendrados por la globalización conducen a un ma-
yor contacto entre culturas y patrones diferenciados; propagando así la generaliza-
ción de la extrañeza, la desestabilización de culturas, además de la universalización
de bienes de consumo y de conducta. La oposición a estas situaciones va allende
de protestas antiglobalización. Ocurren, sobre todo, reacciones de defensa de la
tradición, tentativas de asegurar la identidad colectiva y posiciones de hegemonía,
donde tanto el Estado, con su aparato de seguridad pública, así como la sociedad
civil, aparecen como actores principales promoviendo “(...) el nuevo delineamiento
del mundo, la separación y fijación del propio y del extraño” (Beck 1996: 334)12.
Todas estas reacciones se dirigen inicialmente contra el extraño, pues él incorpora
todas las consecuencias contradictorias de la globalización.
Los enfoques contemporáneos del extraño, al debatir sobre las causas de su
exclusión, ofrecen un nuevo horizonte para que percepciones de estos mismos pro-
blemas no permanezcan ajenos a los contextos en que se originan. De una forma
general, ellos proponen una nueva mirada sobre la condición de la modernidad
actual, una forma que no considere la imprevisibilidad, la ambivalencia y la in-

11
“Die reflexive Moderne verallgemeinert die Kategorie des Fremden; eines ihrer zentralen Merkmale ist das
universeller Fremdheit. Immer mehr Menschen verlieren in Herkunft und Stellung ihre soziale Eindeutigkeit. Die
Identitäten mischen sich. Die Grenzen tragen –(be)grenzen– nicht mehr. Menschen leben mit Fremden zusam-
men, denen sie fremd sind”.
12
“Die neue Vergrenzung der Welt, die Trennung und Befestigung von Eigenem und Fremdem…”.

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certidumbre como un problema que debe ser resuelto, al modo de una ilusión de
una estabilidad, pero sí como una posibilidad y oportunidad de transformación
positiva.
Paralelamente a la cuestión del extraño, hemos podido observar que la moder-
nidad presenta dos situaciones distintas, pero que se determinan mutuamente. El
deseo del ser humano en alcanzar un orden estable, harmonioso, sin miserias, entra
en conflicto con el mundo real, inestable e inseguro. En el intento de realizar sus
prerrogativas, los individuos utilizan las ventajas de la modernidad, sin, con todo,
reflexionar críticamente sobre el mundo que desean y el mundo en que viven. Con-
siderando la realidad, al revés de ignorarla y construir un orden adverso, exclusiva
para pocos, sus ventajas y desventajas, el ser humano podría trazar un camino para
convivir en equilibrio, tal vez irregular, que acompañara el trazo de la propia con-
temporaneidad. Pero este camino prescinde de algunos requisitos, como moralidad
y ética, respeto mutuo, consideración inclusiva y dialógica del otro.

Referencias

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