Está en la página 1de 15

CASETTI & DI CHIO – Analisis de la televisión

Cap. 9 – Etnografías del consumo

Las investigaciones que se conocen como “etnografías” se caracterizan porque estudian los fenómenos de
consumo en su contexto natural y se utilizan instrumentos como la observación participante, el registro de
comportamientos y de diálogos, las entrevistas en profundidad, etc.

El enfoque etnográfico del consumo televisivo intenta captar lo especifico de cada acto de recepción,
restituyéndole la variedad de connotaciones que lo acompañan. La principal preocupación de las
etnografías reside en examinar en detalle cómo se desarrolla cada acto de recepción, como evoluciona,
como se caracteriza respecto a las diferentes situaciones sociales que lo albergan, etc.

El método etnográfico implica el pasaje de un nivel de análisis macro-sociológico, que lee e interpreta el
consumo televisivo en el contexto de fenómenos sociales más amplios (por ej, investigaciones sobre estilos
de vida), a un nivel micro-sociológico, que estudia las manifestaciones específicas de la recepción.

Este método etnográfico se ha difundido cada vez más a partir de los años 80. Para poder determinar mejor
las características de la etnografía, vamos a partir de los aportes de dos importantes exponentes de esta
metodología de la investigación: Morley y Silverston. Ambos identifican tres rasgos distintivos de las
etnografías del consumo. Nos permiten analizar la potencialidad y los límites que se derivan de la aplicación
de este método al estudio del consumo de televisión.

1. Estudio de la audiencia en su contexto natural

La etnografía parte de la premisa de que toda interacción (y todo consumo televisivo) se desarrolla a partir
de sus propias leyes, definidas en función de la conformación espacial del escenario, de la duración de la
interacción, del grado de disponibilidad y de la competencia interactiva de sus miembros. Es decir, del
contexto en el que se produce la interacción. Todo cambio de contexto, incluso mínimo, revierte las
interacciones, cuya forma modifica y cuyos efectos altera.}

El contexto es un conjunto de micro-escenarios cotidianos. Son los ambientes físicos y de relación (familia,
amigos), que generalmente albergan la recepción. Dichos escenarios forman parte de estructuras sociales
más amplias (macro-contexto) con las cuales se relacionan.

El hogar ha sido el escenario de la recepción en el que se ha centrado casi exclusivamente este tipo de
investigación, porque a pesar de la progresiva individualización del consumo, la familia sigue siendo el
contexto natural de la recepción televisiva.

Morley define al hogar como el lugar de consumo familiar. La familia es una estructura jerárquica, donde
hay un cabeza de familia que es el centro de todas las relaciones. Provee el sustento familiar, papel que le

1
autoriza controlar las relaciones con el mundo exterior. Su cónyuge y sus hijos están sometidos a sus
decisiones y tienen poco margen para negociar.

Lull, en cambio, distingue las familias con una predisposición al dialogo y una distribución más flexible, y
las familias que están menos acostumbradas a comunicarse entre sí y tienen una estructura jerárquica más
rígida.

En investigaciones recientes se parte de una idea de familia más compleja. Se conforma como un sistema
jerárquico, un cruce de redes de comunicación y relaciones, y sobretodo un lugar donde se configuran
diferentes marcos (diferentes sistemas de expectativas y conocimientos en base a los cuales se interpreta
la realidad).

Es importante saber que un modo tan variable de entender el contexto condiciona luego la interpretación
y explicación del consumo. Las reglas que parecen estructurar el contexto en cada circunstancia se utilizan
como referencias para dar sentido a las acciones observadas.

Por ejemplo, la importancia que le dio Morley a la configuración de las relaciones entre el cabeza de familia
y su cónyuge, lo lleva a teorizar acerca de la existencia de dos tipos de recepción: una “masculina” (la del
cabeza de familia) y una “femenina” (la de su cónyuge).

2. Uso de instrumentos cualitativos para investigar


a- Observación participante

La observación participante es el instrumento fundamental de la etnografía del consumo, aunque hay otros
métodos.

La observación participante es un método que lleva al observador a participar en la vida cotidiana de las
personas estudiadas, abiertamente en su papel de investigador o encubierto bajo otros roles, para observar
lo que sucede e interrogar a las personas durante un largo periodo de tiempo.

Es la técnica que más se utiliza en la etnografía y prevé la presencia del investigador en el contexto de
recepción, así como su implicancia parcial en las actividades de relación que acompañan al consumo.

El objetivo de la observación es captar la realidad “en directo”, eliminando todas aquellas mediaciones que
podrían contaminar los datos. Pero en realidad, la presencia del observador en el contexto de análisis
constituye un importante factor de molestia que inhibe a los individuos hasta el punto de comprometer su
espontaneidad.

Lo importante es determinar si la presencia del observador modifica el comportamiento de los individuos


y en qué medida.

2
Podríamos establecer que el tiempo de observación ideal va desde los 3 días hasta los 7 días.

Es importante también el modo de presentarse que tiene el observador y sus estrategias para acceder al
hogar. El observador tiene que conquistar la confianza del grupo en el que quiere entrar. Por eso, la fase
de ingreso es fundamental, porque durante ese primer contacto el observador negocia los términos de su
presencia y toma nota de la disposición de los miembros del grupo a colaborar.

Infringir las reglas fijadas puede producir una reacción de rechazo por parte de la familia, comprometiendo
los resultados de la observación.

Con respecto a los motivos de la investigación, hay quienes sugieren que no se revelen los objetivos de la
investigación, de modo que se obtendrá mayor objetividad en los resultados. Por otro lado, hay quieren
consideran incorrecto ocultar la finalidad de la investigación.

El éxito de la observación depende en gran medida de la habilidad del investigador. Su capacidad reside en
adaptarse a las peculiaridades de cualquier situación.

Los datos se recogen mediante apuntes o grabando las conversaciones o las interacciones estudiadas,
además de contar con la memoria del observador.

Los modos de recepción y los usos sociales del medio televisivo en el ambiente hogar constituyen el ejemplo
más emblemático de etnografía del consumo realizada mediante observación participante.

A fines de los 80 Lull investigó el consumo televisivo de unas 300 familias de diferentes clases sociales.
Recogía información sobre la familia, su historia, sus costumbres y tradiciones, sus rituales de
comunicación, su tiempo y sus formas de utilizar la televisión. La observación iba acompañada de
entrevistas en profundidad a los miembros de la familia para ahondar en los datos recogidos. El análisis de
los resultados permitió interpretar el consumo televisivo, entendido como un conjunto de actividades o
funciones ligadas al perfil de las relaciones y de la comunicación de la familia. Dichas funciones se pueden
remitir a dos principales tipologías:

-Los usos estructurales de la televisión, cuando el medio televisivo se utiliza como rumor de fondo
o para estructurar la temporalidad doméstica y volver a configurar la distribución espacial de la
casa.
-Los usos de relación de la televisión, cuando la televisión se implica en las interacciones entre los
miembros del hogar y se utiliza como un recurso comunicativo, como un instrumento para hablar,
aprender, reforzar o debilitar la estructura de la familia y su sistema de valores.
Las familias que tienen una predisposición al dialogo y una distribución más flexible de los roles,
tienden a utilizar la televisión como una ocasión de encuentro, de confrontación, de debate. Más
como un modo de socialización. Por el contrario, las familias que tienen menos comunicación entre
3
si y que tienen una estructura más rígida, utilizan la televisión para reforzar las disposiciones ya
existentes, como una vía de escape para evitar el dialogo, una forma de desahogo de tensiones y
conflictos.

b- Entrevistas en profundidad

Ejemplo de cómo se aplica la entrevista en profundidad al estudio etnográfico del consumo televisivo:

Morley hizo un estudio en la década del 80 que se llamó “Family Television”. La investigación parte de una
serie de entrevistas sobre motivaciones, efectuadas a partir de una muestra de 18 familias. Las entrevistas
se realizaron en los hogares, y se entrevistaron primero a los padres y después a sus hijos. Los temas que
se tocaron fueron:

- Distribución del poder en la familia y modos de elegir los programas de televisión


- Formas de recepción
- Entidad de las exposiciones al medio televisivo
- Tipos de discurso que promueve la televisión
- Canales, géneros y programas preferidos
- Uso de videos o de otros soportes visuales

Cada entrevista duraba unas 2hs. Se grababa y se transcribía. La investigación arrojó como resultado dos
estilos de ver la televisión. Se distinguían en base a la percepción del consumo, al tipo de negociación que
se lleva a cabo, a su amplitud y su distribución en el tiempo, al tipo de producto elegido y a los discursos
sociales que promueve.

Masculino: tiene una implicación emotiva intensa. Su consumo es lúdico, atento y se disfruta. No hay
negociación porque el cabeza de familia elige los programas. Ve programas dentro de ciertas franjas
horarias, nocturnas preferentemente. Sus géneros son el deporte, la información, la actualidad, etc. La
televisión no es objeto de discusión, excepto cuando se relacionan con eventos deportivos.

Femenino: es un estilo distraído y discontinuo. La recepción se superpone a otras actividades. Se eligen


programas de ficción y la televisión suele ser el centro de discusiones sociales.

c- Historias vitales

Son entrevistas particulares, en las que se pide a un individuo que cuente su propia existencia. Se utilizan
con diferentes finalidades: ver qué lugar ocupa la televisión en la vida de alguien, qué importancia le dan,
qué relación hay entre el consumo y otras actividades sociales (macro y micro). Pero también se utilizan
para determinar cómo han ido cambiando con el tiempo sus modos de ver la televisión y comprobar si
dichos cambios se relacionan con transformaciones más amplias del contexto social, familiar, laboral, etc.
4
Las historias vitales permiten abordar el fenómeno de modo diacrónico o histórico. También explican las
dimensiones macro y micro. Entonces, enriquecen el enfoque etnográfico con una capacidad de previsión
que no llegan a conferirle ni la observación participante ni las entrevistas.

A pesar de las ventajas, son pocas las investigaciones que utilizan las historias vitales como método.

Gray fue una investigadora que continuó el trabajo sobre el consumo televisivo de Morley, pero se enfocó
en las mujeres, no en familias. Les pidió que cuenten su vida y que le expliquen cómo se relacionaban con
las tecnologías que transmiten imágenes. Pudo ver como usaban los medios y en que contextos.

3. Uso de diferentes fuentes de datos (triangulación)

La utilización integrada de diferentes métodos etnográficos deriva de la dificultad de localizar en el contexto


todas las informaciones relativas al objeto de análisis. Además del problema que representa acceder a los
lugares destinados a la recepción, se plantea el problema de identificar y localizar los elementos pertinentes
y útiles a los fines de la investigación.

Un ejemplo de triangulación: entrevistas en profundidad a los miembros del hogar y cuestionarios


destinados a recoger información más estructurada, relacionada al perfil sociodemográfico de la familia.
La lectura cruzada de las respuestas permite relacionar los usos de la televisión con la historia de la familia,
sus experiencias de consumo anteriores, las relaciones entre sus miembros, su disponibilidad a comunicar,
la jerarquía de la familia, sus comportamientos. Lo interesante es ver como en esa investigación se pueden
distinguir dos “marcos” diferentes. El marco televisivo, donde la visión es una actividad de descodificación,
un proceso de construcción de sentido. En cambio, en el marco familiar, la visión es una actividad social
que se lleva a cabo en las familias.

Límites y nuevas perspectivas de investigación

Además de los límites de estos métodos, la etnografía del consumo presenta una serie de problemas que se
relacionan con la investigación práctica. Gran parte de ellas tienden a descuidar dos elementos que se
consideran esenciales para comprender el consumo televisivo. La relación entre la dimensión micro
(contexto de recepción) y macrosical (contexto económico, político, etc), y por el otro, el papel del texto en
la recepción.

Ambos limites depender del carácter experimental de la investigación.

Cap. 12 – Estudios culturales

En este capítulo habla sobre los aportes que examinan la televisión, su contenido, sus formas expresivas y
sus diferentes formas de recepción a partir del contexto social y cultural en la que se encuentra.
5
La exigencia de estudiar los productos televisivos en relación con los procesos culturales que marcan el
ritmo de la vida social, se ha manifestado con mucha fuerza en estos últimos años. No se trata de ninguna
novedad, pues la investigación siempre ha dedicado mucha atención a las relaciones entre la televisión y la
sociedad, a su reciproca influencia y a sus posibles elementos de conflicto.

Sin embargo, el resurgimiento de este tipo de investigación ha sufrido la influencia de algunos presupuestos
teóricos que han ampliado y modificado la perspectiva desde donde se observan los fenómenos de los
medios. Podemos resumirlo en tres ideas básicas:

a. La primera es que un texto (acá se incluyen los programas de televisión que los consideramos textos
también) no es solamente una construcción lingüística, caracterizada por una estructura y un
funcionamiento interno, sino que también es un evento que se produce en un tiempo y un espacio
determinado. Es algo que ocurre en alguna parte, en algún momento para alguien.
Ese carácter de evento que tiene el texto, tiene una doble cara. Por un lado, el texto encuentra en
el marco histórico, cultural, social que lo alberga las condiciones de su propia existencia. El carácter
productivo del texto depende del contexto, de su naturaleza y de su posibilidad de ser recibido. Por
otro lado, el texto contribuye a definir ese cuadro histórico, social y cultural que lo alberga. Los
textos dan forma al contexto en la misma medida en que dependen de dicho contexto.
b. La segunda idea es que un texto no es un dispositivo que guarde para si –y luego entregue al
destinatario- un sentido “definido y realizado”. Por el contrario, el texto facilita una propuesta que
manifiesta las intenciones de quien promueve la comunicación y que se ofrece a ser interpretado
por el destinatario. El texto es el lugar donde se confrontan todo lo que el emisor quiere decir y lo
que el destinatario comprende del mensaje. El significado del texto nace de la superposición de un
“significado intrínseco” y de un “significado del receptor”.
En el proceso de interpretación se produce una especie de “careo” entre el texto y su destinatario,
cuya confrontación desemboca en una verdadera negociación de sentido, que comprende diferentes
aspectos del acto de recepción.
- En primer lugar, el destinatario negocia el sentido de una transmisión de televisión,
confrontando todo lo que se le propone con lo que él sabe, piensa, cree.
(Por ej: si hay una denuncia en un noticiero, eso puede reforzar la convicción del destinatario
de que hay algo que no funciona en la administración pública; pero también puede llevarlo a
pensar que el noticiero provoca escándalos inútilmente)
- En segundo lugar, el destinatario negocia el sentido de cuanto se le propone, buscando un punto
intermedio entre la posición que le asigna el texto (por el modo en que se dirige a él) y la
posición que le atribuyen los procesos sociales en los que participa.

6
(Por ej: un televidente puede sentirse participe de una transmisión cuando el conductor trate
a la audiencia de modo confidencial, pero se puede sentir excluido si sus convicciones son
diferentes a las expresadas en televisión).
- En tercer lugar, el destinatario negocia el sentido teniendo en cuenta también las variadas
interpretaciones que circulan con respecto al texto: la interpretación “autorizada” por la crítica,
la interpretación “aconsejada” por el medio, la interpretación “idiosincrásica” de un espectador
concreto, la interpretación “pasional” de los fans. Se trata de determinar no solo lo que dice el
texto, sino también qué sentido hay que darle. Y eso se hace en base a saberes individuales y
colectivos.

Lo que queremos decir con esto es que el texto no puede separarse absolutamente de su contexto.
No solo organiza su existencia en torno a dicho contexto, sino que define la relación entre el
contexto y sus significados.
c. La tercera idea es que el texto es un recurso que se debe utilizar, además de ser algo que se deba
interpretar. Los textos se prestan a diferentes usos. Por ejemplo, ofrecen imágenes de la realidad
que confirman o corrigen los mapas cognitivos de los individuos, facilitan esquemas que explican
los eventos cotidianos, facilitan repertorios de expresiones, figuras retoricas, que se pueden utilizan
en nuestras conversaciones cotidianas, ofrecen sugerencias para la acción, etc.
Por eso podemos hablar sobre las distintas funciones que puede tener un texto, además de tener
un significado. Se puede percibir un fin en esos textos.
Los significados y las funciones están muy conectados entre sí. Si alguien mira una novela para
entender qué es lo que consumen sus hijos o la mira para relajarse a la hora de comer o la mira
para luego charlar sobre eso con un colega, interpreta su contenido de un modo diferente.

Hemos sintetizado 3 sugerencias teóricas:

- Considerar el texto como un evento, observando las condiciones y los efectos de su existencia.
- Considerar el texto como una propuesta, y acentuar las dinámicas de negociación de los
significados y los procesos de construcción del sentido.
- Considerar el texto como un recurso, y destacar sus funciones sociales y los diferentes modos
de integrarse a la vida cotidiana.

Los autores presentan entonces, 4 temas que representan los ojos de la reflexión sobre el estudio de la
televisión:

1- La construcción social del sentido en los textos televisivos

7
La necesidad de estudiar las relaciones entre el texto televisivo y su contexto se debe a un cambio en el
modo de considerar los textos de los medios. Eso se dio de esa manera porque cada texto define sus
significados en función de su contexto, a través de un proceso colectivo de construcción de sentido.

Dijimos que el texto no entrega al destinatario un sentido definido, sino que le facilita una propuesta para
que la interprete. En esa negociación, del destinatario tiene en cuenta la posición que le asigna el texto y la
posición que se le asigna en el contexto social.

Todo esto constituye la base del “modelo de codificación/descodificación” de Hall. Él plantea que la
comunicación no tiene nada de natural. Hay que construir los mensajes antes de enviarlos, y tanto la
construcción como la interpretación de mensajes son operaciones activas por parte de la audiencia. Esta
audiencia es un agregado de grupos sociales, no es uniforme. Siempre está la posibilidad de que se
produzcan malentendidos entre la producción y la recepción de los mensajes. Para limitar esos
malentendidos, los medios codifican los significados de sus textos de modo que la “libertad” de la
descodificación quede dentro de ciertos límites.

De la relación que el lector tiene con dichos límites, derivan tres posiciones que se pueden adoptar en la
descodificación. Es decir, tres modos que tiene la audiencia de recibir o modificar el sentido del texto.

 Lectura dominante: es realizada por quienes comulgan por el punto de vista ideológico del emisor.
Reconocen sus intenciones comunicativas y las asumen.
 Lectura negociada: es realizada por quienes no pertenecen a la misma clase sociocultural de quien
ha producido el mensaje. Reconocen sus intenciones comunicativas, pero no las comparten.
 Lectura de oposición: es realizada por quienes se identifican con un segmento social opuesto al del
emisor. No reconocen sus intenciones comunicativas, y por eso crean significados alternativos o
distorsionados, dirigidos a agudizar la diferencia social.

Según este modelo de Hall, se puede identificar el contenido ideológico de cada mensaje, pues refleja su
adhesión al sistema ideológico preferente y se transmite a través de los procesos de codificación.

La polisemia del texto y las características particulares de cada receptor justifican la posibilidad de que se
realicen diferentes descodificaciones más o menos coherentes con las intenciones comunicativas del emisor
e incluso aberrantes.

En este modelo cambia la idea de que la comunicación de masas es una actividad estructurada que permite
a las instituciones definir temas hacia los cuales hay que dirigir la atención, facilitando un marco de
referencia donde actuar. Si se rechaza la idea de que produce un efecto directo sobre el comportamiento,
el modelo va a tomar entonces la aportación de los “usos y gratificaciones” la idea de un espectador activo,
que elabora su propio sentido a partir de lo que se transmite.

8
La forma de recepción que propone Hall se interpreta como un punto de partida para moverse por la
complejidad de los procesos de comunicación.

A partir de la aplicación del modelo surgen algunas preguntas claves: ¿Por qué elegimos un número
limitado de significados entre los infinitos posibles? ¿Por qué elegimos unos y no otros? ¿Cómo hace la
televisión para crear ciertos significados preferentes a los que los espectadores tienden a adherirse? ¿Cómo
influyen las variables como el sexo, la clase social, la raza en los procesos de descodificación?

Morley hizo una investigación en ese ámbito, a partir del cual quería verificar de modo empírico el modelo
de codificación/descodificación de Hall. Se le mostraba un episodio de la serie Nationwide a grupos de
espectadores y tenían que expresar su opinion. El objetivo era demostrar que los modos de leer el programa
remitían a los tres tipos de lectura de Hall. La investigación fracasó en identificar las relaciones entre
diferencias de lecturas y determinaciones socioeconómicas, pero lo que es importante es que demostró que
el texto es polisémico y que su consumo es una compleja negociación.

Volvamos al modelo de Hall para reflexionar sobre sus ventajas y sus límites. El modelo tiene dos ventajas:
entiende el texto como una estructura abierta, polisémica, semánticamente flexible y susceptible de ser
interpretada de diferentes modos y considera la interpretación como algo activo y negociable donde entran
en juego elementos contextuales.

Los principales límites de este modelo son:

- la homologación de fenómenos diferentes bajo la etiqueta de “descodificación”, es decir, la


comprensión/incomprensión y la adhesión/desacuerdo ideológico por otro lado
- la definición vaga del concepto de lectura dominante (¿es una propiedad del texto o es fruto de
una descodificación activa?)
- la presencia de un cierto determinismo sociológico, que encontramos en la idea de que el hecho
de pertenecer a diferentes categorías sociodemográficas se relaciona directamente con los
procesos de lectura

Mas allá de sus límites, la propuesta de Hall tiene como merito el de ver la complejidad del proceso de
comunicación televisiva, la producción y la recepción dejan de estudiarse por separado porque el sentido
del mensaje nace justamente en la relación de ambas.

Tiene como merito también que su noción de texto no hace referencia a un contenedor de significados que
están constituidos previamente ni tampoco a algo completamente abierto susceptible a cualquier lectura.

2- La relación entre el discurso televisivo y las redes de discursos sociales

9
Hemos visto que en la construcción social del sentido el espectador ocupa una posición que le asignan el
texto y el contexto sociocultural. Ahora veremos que el espectador también tiene que afrontar la red de
textos que atraviesa todo el contexto social.

En la negociación del sentido se cruzan interpretaciones diferentes. Se produce un conflicto de lecturas que
complican esa “lucha por el sentido” que se mantiene en torno a un texto.

Las transmisiones televisivas ofrecen ejemplos con respecto a esto. Ellas aparecen acompañadas de una
red de discursos que las envuelven: la publicidad de los diarios, los espacios publicitarios de la televisión,
el comentario privado que se realiza durante la recepción, la charla que se tiene entre amigos sobre esas
transmisiones, etc. Cada programa va acompañado de discusiones, debates, comentarios.

Afrontar la propuesta de la televisión significa entrar en una red comunicativa y activarla, extenderla. Hay
que afrontar resúmenes o explicaciones, atribuírselos a alguien, situarse como destinatarios de ellos,
compartirlos con otros, repetirlos, discutirlos. La televisión se puede considerar como un interlocutor
comunicativo (se escucha, se interpreta), un motor de la comunicación (se conecta a otras interacciones) o
un objeto de la palabra (se discute sobre ello).

La idea de que la televisión es un interlocutor comunicativo, un motor de la comunicación y un objeto de


discurso a la vez, preside la investigación de Lull (también de otros autores, pero ponele que este sea más
importante).

Lull considera que la televisión forma parte de modo activo de las conversaciones que tienen lugar en las
familias. Se constituye un objeto de dialogo, establece un terreno común, ofrece sugerencias para iniciar
nuevas conversaciones, crea una enciclopedia visual, etc. De ese modo, Lull desmiente aquellas teorías que
sostienen que la televisión sustituye, empobrece e impide el dialogo en familia. Por el contrario, la televisión
surgiere temas de discusión, muestra actitudes de los miembros con respecto a temas determinados.

En torno a la televisión se va tejiendo una compleja red de discursos: dichos, comentarios, diálogos que
giran en torno a lo que se dice en la televisión. Se habla de la televisión y se habla a partir de la televisión.
Este entramado de discursos contribuye a definir el significado de los programas que se ven y permite
subrayar o volver a definir los roles familiares y sociales.

La red discursiva en torno a la televisión incide, por un lado, en la construcción del sentido textual, y, por
otra parte, activa procedimientos de construcción del propio yo entre la comunidad de consumidores. El
texto no es solo una propuesta que cabe interpretar, sino también un recurso que hay que utilizar, y el
consumo de medios es un lugar donde la interpretación y el uso se superponen y se dan la mano.

3- Las funciones sociales de la televisión

10
La capacidad de la televisión de intervenir en la realidad y de modificarla nos lleva a preguntarnos por las
funciones sociales de los medios.

El concepto de función remite a una vasta tradición de investigación, que encuentra su mayor expresión
en el enfoque de usos y gratificaciones. El concepto de función es, por si misma, una noción polivalente.
Puede significar finalidad, consecuencia, requisito o expectativa, y tiene también otros significados como
“uso”.

Lull realiza serias críticas al enfoque funcionalista, acusándolo de haber atribuido un peso excesivo al
individuo, a quien considera el único responsable del proceso de gratificación, sin haber dedicado suficiente
atención ni al medio ni al contexto social.

Todas esas razones nos obligan a pensar de nuevo en este concepto y a elaborar otras tipologías de las
funciones. Nos parece que se pueden identificar 4 funciones como las más importantes.

1. La función de construir historias


La televisión habla, cuenta, propone historias que reflejan la costumbre de buscar emociones que
tiene el espíritu humano. La televisión estimula la imaginación de los individuos, satisface su
necesidad de evasión y encarna sus fantasías, realizándolas en historias cercanas a su vida
cotidiana. El mismo telediario explica esta función. Se presta más atención a las noticias que nos
afectan, no solo por la exigencia de estar informados, sino por el placer de oír historias que ya se
conocen, o en cualquier caso que se pueden relacionar con nuestra experiencia de la vida.
2. La función barda
La dimensión oral del discurso televisivo también nos lleva a identificar una segunda función social.
Considerar la televisión como un bardo contemporáneo.
El bardo canta la gesta de una comunidad, registra sus eventos y sus preocupaciones, por mínimas
que sean, los transforma en versos y los pone a disposición de todos. El bardo trabaja a partir de
un patrimonio común y con el objetivo de crearlo.
La función barda de la televisión consiste en convertirse en mediadora de lenguajes, en situarse en
el centro de la cultura, en remitir las situaciones de la vida social a valores y símbolos compartidos
por los miembros de la comunidad.
En los programas de la televisión se percibe la voluntad de ilustrar acontecimientos que de algún
modo pertenecen a cada uno de nosotros, de convertirlos en algo accesible para todos y así explicar
y reforzar el patrimonio común.
Una de las expresiones típicas de la función barda es la intertextualidad. La televisión habla de los
periódicos y los periódicos de la televisión. La televisión inspira en el cine, y el cine en el mundo
televisivo, en un continuo cruce de referencias.

11
3. La función de construir ritos
La intervención de la televisión en lo social se extiende también a la dimensión temporal. la
televisión organiza su propio flujo discursivo a partir de la vida cotidiana y paralelamente, los
ritmos que marca el desarrollo de las rutinas en la vida cotidiana tienden a modularse a partir de
ritmos y cadencias impuestas por la programación televisiva. Esta es la función de construir ritos
del medio televisivo. La televisión como un instrumento capaz de crear citas colectivas que
modifican los ritmos de la vida cotidiana.
Lull, en sus investigaciones, aporta un ejemplo etnográfico: la familia puede utilizar la recepción
televisiva para organizar o estructurar mejor las obligaciones domésticas.
4. La función de construir modelos
Una última función social de la televisión, que subyace a las funciones identificadas hasta ahora.
La función de construir modelos de la televisión se ejerce mediante la construcción de
representaciones simplificadas y canónicas de la realidad, de donde toma prestados valores,
rituales, símbolos, formas de interacción, lugares y tiempos, para restituirlos después convertidos
en modelos que cabe imitar.
La televisión ya no es tan solo un espejo del mundo, sino también un ejemplo, un canon de como
es el mundo y de cómo hay que estar en el mundo. La televisión construye de forma esquemática
representaciones del mundo que nos rodea y nos ofrece las claves de lectura necesarias para
descifrarlo.
El conocimiento de la función de modelo que desarrolla la televisión nos induce a preguntarnos por
la influencia que ejercen los medios en general, y concretamente, por las consecuencias que la
experiencia de la recepción produce en los espectadores.

4- El papel del medio televisivo en la construcción de la identidad social

El debate sobre la identidad representa uno de los principales hilos conductores de las investigaciones sobre
los medios. de los estudios sobre los efectos a las más recientes teorías sobre la recepción, el tema de la
identidad siempre ha constituido un nudo problemático. Nos limitaremos a destacar algunos de sus puntos
más significativos y a indicar las direcciones más recientes que ha emprendido la investigación sobre el
mismo.

- Del modelo esencialista al modelo antiesencialista

Aunque el tema de la identidad constituya el eje de la reflexión teórica desde hace tiempo, su complejidad
impide que el debate se considere concluido. Hall, que es uno de los autores más representativos de los
estudios culturales ingleses, señala al menos dos razones según las cuales es indispensable continuar
reflexionando sobre este tema.
12
Tradicionalmente, la identidad se ha tratado de forma inadecuada, sin que haya habido realmente
formulaciones teóricas alternativas. De hecho, las aportaciones más recientes no han sabido superar
completamente el llamado enfoque “natural” o “esencialista”, que entiende la identidad como una
construcción estable, dada por descontado de una vez y para siempre.

La segunda razón por la que no podemos dejar de hablar de identidad es la importancia del tema a la hora
de intentar solucionar cuestiones diferentes y fundamentales.

En las próximas paginas vamos a intentar reconstruir el estado actual del debate, repasando la aportación
de algunas investigaciones y centrándonos en el modo en que los medios intervienen en los procesos de
formación de la identidad, así como en los recursos que ponen a nuestra disposición.

- Medios y procesos de construcción de identidad

Superado el enfoque “esencialista”, en la reflexión actual se ha ido abriendo camino una idea diferente de
identidad, que ya no se entiende como una estructura estable, que no se puede modificar, sino como el
producto de las relaciones que cada persona establece con otros (personas, instituciones, etc). La identidad
está estrechamente ligada a las actividades sociales en las que el individuo se encuentra implicado, y, por
lo tanto, hay que partir de ahí para comprender como se forma la personalidad de los individuos y como
se modela su perfil social y cultural.

Es necesario comenzar analizando las interacciones sociales para comprender la génesis de la identidad.
Para estudiar la identidad de los individuos, es indispensable conocer los procesos y las situaciones en que
dichos individuos han estado y están implicados. Este cambio de perspectiva sitúa en primer plano la
cuestión de los medios.

Desde los primeros estudios sobre comunicación de masas ya se sabía que había algún tipo de relación
entre los medios y la formación de la identidad social. Las teorías de los efectos fuertes siempre han
destacado el poder de los aparatos de comunicación de masas para intervenir en la personalidad de quien
los recibe y poder manipularla. Desde esta perspectiva, el análisis del papel que desempeñan los medios en
los procesos de construcción de identidad pasa a través de la observación de las representaciones que
transmiten. Los sistemas de comunicación de masas intervienen en la personalidad de quien los recibe,
proponiendo modelos a los que los consumidores se tienden a adherir de un modo natural (dada la
persuasión de los medios).

El pasaje de las teorías de los efectos fuertes a las teorías de la recepción no ha hecho que se abandonara
este tema, sino más bien ha llevado a revisar los términos en que se planteaba. No es posible pensar que
los medios intervienen en la identidad de los consumidores en cuanto transmisores de representaciones.

13
De ahí deriva el cambio de perspectiva y el paso del análisis de los textos (y de sus representaciones) al
análisis especifico del consumo, entendido como un lugar privilegiado de construcción de identidad.

Podemos organizar las aportaciones en dos grupos. El primero se centra en el papel de los medios en la
construcción de la identidad individual, mientras que el segundo analiza las conexiones entre los diferentes
medios y la formación de la identidad colectiva.

Al primer ámbito corresponde, por ejemplo, el aporte de Turkle. A partir de un método etnográfico con
algunos jugadores de un juego de rol. Los jugadores asumen roles y crean diferentes identidades. Identifica
una serie de nexos entre los procesos sociales y los procesos virtuales de construcción del propio yo. Le
permite reconocer dos tipos de comportamientos. 1) utilizar las potencialidades ofrecidas para revisar y
actuar sobre la propia identidad; 2) el juego se convierte en el ámbito en el que el individuo puede construir
su propia identidad ideal.

En el segundo ámbito encontramos el estudio de Gillespie. Expone los resultados de 10 años de


investigación sobre una comunidad. La investigación intenta estudiar el rol de los medios y sobre todo de
la televisión, en el proceso de construcción de la identidad de los jóvenes de la comunidad. La investigación
se centra en la compleja problemática de la interacción entre su cultura de origen y la cultura que los
alberga.

Su reflexión parte de la constatación de la naturalidad del proceso de cambio que experimentan las culturas.
La cultura no es una entidad estable, sino que se concibe como un flujo, sometido a continuas mutaciones
bajo el estímulo o la influencia de otras culturas. Con la llegada de los medios, el contacto entre culturas
diferentes y sus consiguientes procesos de hibridación y de sincronización se ven incrementados. La
comunicación de los medios produce el efecto de anular las distancias espacio-temporales y, así, facilita el
contacto entre individuos pertenecientes a comunidades y culturas diversas.

No está claro que los medios homologuen costumbres, valores, estilos de vida. El proceso que se pone en
marcha es mucho más complejo y deriva de una negociación en la que los materiales simbólicos que ofrecen
los medios se confrontan y se ensamblan de modo original con la tradición cultural de sus espectadores.

Este proceso de confrontación y de integración ha sido descrito de diferentes modos. Hall también describe
los efectos de la comunicación de masas en la formación de la identidad colectiva como un proceso de
erosión de las identidades culturales originales y de construcción de nuevas identidades. Lull identifica tres
fases en el mecanismo de sedimentación de la identidad colectiva: una fase de transculturalidad, que es la
apertura y el reconocimiento de la existencia de culturas diferentes a la nuestra; una fase de hibridación,
que es la compenetración y la integración de la cultura de origen con otras expresiones culturales, y una
fase de indigenizacion, que es una vuelta a la tradición y la reconstrucción de la identidad cultural de la
comunidad.
14
- Los medios de comunicación como recursos sociales

Los medios facilitan determinados recursos que podemos llamar ambientales. Como ya hemos dicho, uno
de los primeros efectos de la comunicación de masas consiste en reducir las distancias espacio temporales
entre el yo y los otros para incrementar el número y el tipo de relaciones que cada individuo es capaz de
establecer, así como los estímulos que puede recibir. Los nuevos medios también contribuyen de un modo
aún más radical a transformar y reorganizar los ambientes sociales, es decir, los contextos y las situaciones
de relación donde actúan los individuos.

Los medios son capaces de poner a disposición de todo el mundo un flujo inagotable de informaciones.
Dicho flujo determina el debilitamiento del lazo entre el espacio físico y el espacio social (por ejemplo, la
educación de los niños ya no está vinculada exclusivamente al ámbito familiar o académico, porque hoy en
día a través de la televisión, pueden adquirir una perspectiva del mundo externo).

Por otro lado, se produce una aceleración y una homogeneización del tiempo social (los procesos de
socialización ya no atraviesan fases temporalmente definidas, ni existe una verdadera diferenciación de las
etapas en las que se produce la maduración de los individuos, pues la frontera entre infancia y adolescencia,
y adolescencia y madurez, etc, se difuminan). Las intervenciones de los medios electrónicos desarticulan
los procesos tradicionales de construcción de identidad, a través de nuevas experiencias y de nuevas formas
de socialización, rompiendo la uniformidad de los sistemas de conocimiento de los grupos, ampliando la
posibilidad de acceder a dichos sistemas, atenuando la distancia entre quienes pertenecen a la comunidad
y los de fuera.

Además de modificar el ambiente en el que se desarrollan los procesos de construcción de identidad, los
medios facilitan un amplio repertorio de recursos sociales.

A los medios se les ha reconocido siempre la capacidad de poner en marcha procesos de identificación que
refuerzan el sentido de identidad del individuo, es decir, su conciencia de pertenecer a una determinada
categoría social o comunidad. Pero los medios también pueden asumir otras funciones.

A los medios se los puede describir como instrumentos y ocasiones para realizar una expresión más libre
de uno mismo. Los medios representan una especie de gimnasio en donde uno se puede entrenar para
asumir otras identidades, vivir experiencias o crear situaciones diferentes a las cotidianas.

Todas las investigaciones que tratan sobre los medios y la identidad, muestran la complejidad de las
conexiones que ligan a los medios con los procesos de construcción del propio yo, así como la riqueza y la
variedad de recursos que los medios ponen a disposición de los individuos para que estos construyan su
propia identidad.

15

También podría gustarte