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1 Suplemento Vida Nueva. CON ÉL En colaboración con CONFER – Enero de 2012 N. 3 Etapa II
2 Luis Alberto Gonzalo Díez, C.M.F. tiene 47 años y es Misionero Claretiano Al concluir sus estudios de Teología de la
Vida Religiosa y Espiritualidad desempeñó tareas de docencia, animación vocacional y gobierno. Ha sido prefecto de
Pastoral Juvenil Vocacional y Superior Provincial en su familia religiosa. Actualmente es el Director de la revista Vida
Religiosa y Profesor del "Instituto Teológico de Vida Religiosa" de la Universidad Pontificia de Salamanca.
"seguimos más de cerca" o "especialmente", porque todo cristiano tiene un
seguimiento especial del Señor.
La clave está en la configuración con Cristo desde una perspectiva
sorprendente: en comunidad con Cristo pobre-casto-obediente. Ese es el radical de
complementación de la comunidad consagrada y no otro.
3.2. El individualismo cultural. Como hijos de nuestro tiempo, somos personas que nos
cuesta vitalmente entender que "algo bueno" venga de otros distintos a nosotros
mismos. La sociedad nos invita a decidir, pensar, comprar, disponer... La vida en
comunión invita a compartir, dialogar, discernir. No deja de ser curioso que, en un
estilo de vida como el comunitario, en pro del respeto personal hemos "inventado"
una vida en comunión sin preguntas y, lógicamente, sin respuestas.
3 En febrero de 2011 se celebró en Roma un seminario sobre este asunto. Convocados por la Unión de Superiores
Generales se dieron cita más de 60 expertos en vida religiosa para reflexionar y concluir cuáles eran los núcleos de
identidad y significatividad de la vida religiosa apostólica. Las actas del mismo están publicadas en la revista Vida
Religiosa 110/2 [2011] Véase también una selección véase documento posterior en CONFER 50/1, n.190.
3.3. La distancia entre el discurso teológico y la asunción vital. Porque la realidad
comunitaria es valorada teóricamente; siempre y cuando no afecte mi vida privada.
La vida de cada uno se entiende como una parcela en la cual no debe entender ni
intervenir el discernimiento comunitario. Ofrecemos buena explicación de la realidad
de comunión sin poder ofrecer experiencia concreta de vida compartida.
3.5. Añadimos contenidos a la comunidad que no le son propios. Puede ocurrir que
consciente o inconscientemente situemos en la comunidad algunos aspectos que
no tienen por qué estar. La experiencia de comunidad no es complemento de mis
aspiraciones, ni un lugar en el cual se me sirve y ayuda, ni el marco en el cual tengo
resueltas mis necesidades para poder dedicarme a otras cosas. Se da un uso e
interpretación de la comunidad que no le pertenece, sino que se proyecta la
experiencia o percepción subjetiva que se tiene de la misma.
3.7. Estamos en un proceso de reorganización. Hay que prestar más atención a las
personas sin guiarnos por claves puramente pragmáticas y funcionales. Todas las
instituciones necesitan plantearse presencias y ausencias, reorganización y trabajo
en misión compartida, pero esto no quiere decir devaluación de la comunidad. La
fuerza y la vitalidad de estas propuestas no residen en proyectos perfectamente
estructurados, sino en personas perfectamente cohesionadas y convencidas del
proyecto comunitario4. Se trata de una auténtica experiencia mística que necesita el
marco de referencia y pertenencia comunitario.
4 Cf. L. A. GONZALO DÍEZ, "Sobre el sentido eclesial y la pertenencia congregacional": Vida Religiosa 1 105 (2008]
247-255.
este aspecto [No 4). La clave de interpretación de la autoridad no es sino la
libertad5. ¿Te estás buscando a ti mismo, o buscas al Señor tu Dios?" (n. 4). No hay
problemas de obediencia, hay falta de enamoramiento de la misión [y esto tiene
peor solución). Se trata de una grave crisis de vida e identificación con la misión y en
consecuencia con el estilo de vida que ésta convoca: la fraternidad. Consideramos
que se nos está preguntando, sobre todo, por aquello que tiene que ver con la
esencia de la misión comunitaria. Concretamente, el interrogante que las
fraternidades tienen que responder versa sobre la paciencia, la vitalidad y la
esperanza. Algo más que tres palabras típicas o tópicas; es un auténtico test de
evaluación de posibilidad y vida. Sin ellas, si no se evidencian en las comunidades,
se seguirá parcheando una situación que, sobre todo en occidente, es un
prolongado estado de languidez. Evaluar los dinamismos de comunión desde tos tres
presupuestos, nos puede llevar a tomar decisiones más arriesgadas. Sin duda, no
carentes de sufrimiento, pero, absolutamente necesarias. Un ejercicio de poda que,
después de años prolongados con estructuras de otro tiempo, puede alumbrar vida
llamada a multiplicarse.
4.1. Buscadores pacientes de Dios Parece sencillo pero no lo es. La cuestión es creer,
esperar, confiar... Verbos que el contexto cultural sencillamente ignora. Es tan fuerte
y tan notable la invasión de vértigo que no está malla propuesta de algunos
terapeutas sociales cuando aluden a la necesidad de un auténtico de-teching 6.
Quedaron atrás aquellos tiempos de voluntarismo y fuerza, de permanencia,
fidelidad y constancia. El presente está urgido por lo inmediato. Y esto que se ve tan
palpable en los más jóvenes, está muy presente actuando y agitando la comunidad
religiosa. Lo que ayer era un valor y un para siempre, hoy causa temor y una huida
irrefrenable del mismo. De hecho, lo que rige la vida y las relaciones son los
sentimientos, y cuando estos pierden fuerza, sencillamente hay que huir. Buscar con
paciencia lo que Dios quiere nos examina por la capacidad para ser fieles. No a las
costumbres, que eso es un auténtico lastre, sino a la persona de Jesucristo, en quien
recibimos la capacidad para donarnos en totalidad. No parecen tiempos de
fidelidad, porque todo invita al cambio y la provisionalidad. Curiosamente en la
capacidad de ofrecer contraste y paciencia está el éxito. Se percibe en las
personas y las comunidades dificultades objetivas para esa paciencia.
Quizá la más significativa sea aquella que podríamos denominar la vida en
confrontación: queremos ser fieles a Dios, pero con la misma fuerza (o algo más)
fieles a nosotros mismos. Hay un afán muy notable de realización y afirmación. Todo
nos dice que es legítimo e incluso necesario. Pero, cuando se da con tanta fuerza,
inmediatamente surge la relativización del imperativo teologal. Una segunda
dificultad consiste en la permanencia "a medias”. Se ha perdido el fuego y el amor
primero. Estamos porque nos hemos quedado, no porque se dé una decisión firme y
de corazón por haberlo hecho. Hace unos años un religioso nos hablaba de aquellos
años posconciliares. Lo hacía con euforia. Él se mantuvo fiel frente a muchos y
muchas que abandonaron. Decía literalmente: "Usted no se puede hacer una
idea...” Se abrió una ventana, se abrió una puerta, se hizo una corriente que fue
5 Cf. Lc 1,74-75: para que, libres, podamos servirlo en santidad y justicia
6 Desintoxicarse de la tecnología. Cf. "El retiro digital": El País semanal, n. 1.816 [17.72011), p. 88
llevando a todos... A mí no, porque me agarré fuertemente a la mesa… Para nuestro
amigo, la fidelidad consiste en agarrarse fuertemente a la mesa. Sin embargo, uno
de los problemas de la vida religiosa es quienes se han quedado sencillamente
"agarrados a la mesa", sin más incidencia.
Una tercera confusión es entender que el envoltorio ya salva. Es decir, uno
está en los ámbitos de vida religiosa o en obras apostólicas y ya está. Da igual el
grado de convencimiento o pasión por la misión, el caso es estar. Quizá la imagen
de esta tercera distorsión pueda ser un grupo de niños jugando con un coche viejo
sin ruedas... Se suben al coche, hacen el ruido del motor e intentan mover el
volante... Sin embargo el coche no se desplaza, no puede hacerlo... aunque en la
ilusión infantil avance kilómetros.
Trabajar esa paciencia necesaria en los contextos comunitarios para
recuperar la incidencia es una tarea urgente. No hay recetas, no puede haberlas. Al
menos, no se trata de la impostación de nada distinto a lo ya conocido: oración,
formación, serenidad y ascesis. El proceso configurador con Cristo necesita una
oración más vital. Con una expresividad comunitaria más real, menos forzada y más
integrada en la antropología de los consagrados. Ritmos comunitarios que digan
algo a hombres y mujeres que viven en este tiempo, con los compromisos y las
necesidades de esta era. La formación no puede consistir en un saco en el que
vamos integrando todo lo que pueda venir bien, sino aquello que hace
imprescindible el diálogo de la consagración con el medio secular. Formación que
atienda a la persona real que está en comunidad. Hay buenas ideas de renovación
y análisis, pero pueden estar lejos de los sentimientos reales de las personas. Si no se
trabaja en esa integración, estaremos construyendo lenguajes y propuestas que se
quedarán en un intento vacuo y une oportunidad perdida.
Es una necesidad recrear la serenidad personal. La integración de la voz de
Dios en los procesos más humanos. La vida religiosa manifiesta cierto nerviosismo,
precipitación e indecisión. La organización de la misma debe proporcionar
serenidad porque, sin ésta, se atenderá sólo al aspecto administrativo, no tanto al
vital.
Finalmente, es indudable que esta forma de vida requiere la capacidad de
decir no, justamente porque parte de una gran afirmación. Sin el mensaje
contracultural de la ascesis, no se logra la pertenencia comunitaria evangélica. Hijos
de este tiempo, sin embargo, necesitamos signos ascéticos asumidos personalmente,
porque lo corporativo o coral podía responder a una pedagogía de otro tiempo,
pero no a este.
Algunos síntomas:
• Un grado de satisfacción ingenua ante los grandes proyectos, por los mentores de
los mismos. El papel, siempre fiel, aguanta que una propuesta, asumida por un
equipo reducido, contemple cómo cuatro ideas articuladas deben dar vida a un
grupo de mujeres o de hombres que han sido llamados a ser comunidad y referente
evangélico en un contexto de increencia.
• Los que conocieron vitalmente las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, echan
de menos aquella ebullición. Aquellas preguntas y aquellos contrastes. "Los porqués
se unían a los grandes ideales y opciones". Curiosamente un tiempo en el que
aparentemente la autoridad estaba más marcada era, a la vez, aquel en el que la
autoridad se encontraba con una respuesta "interactiva" ... Hoy la protesta ha
cambiado y se manifiesta en un individualismo funcional expresado en silencios que
permiten que cada uno sea cada uno y siga en lo de cada uno 8.
• Una vida de comunión sin preguntas y, por tanto, sin respuestas. Un clima social
que ha encumbrado la subjetividad a cotas inimaginables, permite una serena
convivencia sin implicación interpersonal. La cuestión es sacar adelante los grandes
proyectos, sin que se dé cuestionamiento de los proyectos privados. No hay
7 Cf. Cf. J. C. R. GARCÍA PAREDES, "Preguntas y más preguntas... ¿habrá que decir basta?": www.vidareligiosa.es
8 Cf. A. BOCOS MERINO, "Repensar la reestructuración. Estructuras provinciales y comunitarias": Vida Religiosa 109/7
[2010] 293-304.
conflicto, pero no hay mordiente pastoral y puede que no haya comunidad. Se
tiende a sumar individualidad con la esperanza de que en el resultado se dé el
ansiado proyecto aglutinador.
13 Cf. L. A. GONZALO DIEZ, "Missio inter gentes. Una nueva visión de la vida consagrada": Imágenes de la Fe, n. 446
[octubre de 2010]
14 Cf. Á. GONZÁLEZ-ALOR - DA, OC, p. 30.
santas, como bien afirma Amedeo Cencini15.
No es cuestión de número, pero siempre es cuestión de que los que están sean. No
se construye una comunidad a la fuerza, violentando las inclinaciones más
profundas o las costumbres más arraigadas. Determinados procesos de soltería
incapacitan para una vida en comunión, sencillamente porque nunca se ha hecho,
o porque sólo plantearlo desestabiliza la vida… Algunos modos, horarios, estilos…
están viviendo en las comunidades, pero no son comunidad.
Un trabajo de revitalización es, sin duda, la pertenencia, como llamada a la
construcción de un nosotros que me necesita, me posee y comprende ... Pero se
tienen que dar los tres elementos: necesidad, posesión y comprensión. Cuando se
habla de la secularización16 de la vida religiosa en términos negativos se está
indicando justamente esta dolencia: personas que están en ámbitos de
consagración simplemente porque se han quedado, no porque el medio ilumine sus
decisiones más íntimas y profundas.
6. Una vida religiosa donde hay hombres y mujeres con liderazgo y visión
6.1. Capacidad para descubrir la realidad Hay visión cuando la comunidad religiosa
no se olvida nunca que está sirviendo a una causa mayor. Que está en medio de la
realidad, sin ser más de lo mismo. Entiende la realidad no sólo desde el punto de
vista sociológico, sino como es en verdad, la irrupción débil y tenue de Dios en la
historia. Por eso se caracteriza fundamentalmente por:
• Vive sin prisa y sin pausa. La pretensión de cambio de ánimo en una comunidad
local, provincial o congregacional no puede estar tejida de impulsos o de
búsquedas de resultados inmediatos o sonoros. Es necesario promover una
ralentización en la cual las personas hablen y sean ellos mismos [no quienes
queremos que sean). Servirnos tanto de la escucha y acompañamiento [creemos
que es uno de los "ministerios" que más hemos de cuidar], como de las querencias
reales de las personas es imprescindible para llegar a descubrir cómo tiene que ser la
comunidad.
6.2. Capacidad para visualizar el ideal Líder con visión en la vida religiosa es aquel o
aquella que ha alcanzado la claridad espiritual y conceptual. Cree y es capaz de
expresarlo y contagiarlo. No hay mala voluntad pero no es infrecuente encontrar
comunidades que sencillamente adormecen porque no saben qué hacen, qué
esperan o a quién sirven. Visualizar el ideal es tanto como la fuerza imperiosa para
transmitirlo. Por eso:
• Dirige la mirada hacia dentro, no basta la sociología [así somos, o así estamos). El
líder tiene que saber ver cómo en realidad está la comunidad. Su horizonte y su
presente. Sólo así se puede esbozar un planteamiento que resulte alentador y
aglutinante de la realidad.
• Tiene claridad, que consigue expresar: primero las personas, luego los proyectos...,
no a la inversa. Genera compromiso y adhesión personal. Cuida los vínculos
emociónales. El religioso [y la religiosa) debe percibir que se confía en él [o ella) y sus
posibilidades.
La vida religiosa está viviendo un kaíros. Es nuestro tiempo pero, sobre todo, es
Su tiempo. Un tiempo de hacer y crear. Un tiempo nuevo que tenemos que asumir
desde la esperanza. Porque esa es nuestra clave de lectura de la vida y la síntesis de
nuestra consagración. Sin la esperanza sustentada en la trascendencia, vana es
nuestra fe, vanas nuestras obras y vacía nuestra significación.
Aunque nos cueste aceptarlo, lo valioso de lo que somos estriba en servidas
de síntesis no tanto por lo que hacemos, cuanto por lo que somos en lo que
hacemos. Por eso somos, hasta cierto punto, libres para evaluar nuestras obras y
estructuras, porque nada nos tiene que atar, sino el anuncio de la esperanza.
• Depende de ti que sea arte o castigo Si todo nos está dado en Dios y es verdad,
depende de ti, de aquello que vas guardando en la mochila de la vida. Hay
personas que van acumulando pesos innecesarios que hacen el caminar cada vez
más fatigado. Vivir es gozar y sufrir con la armonía de experimentarlo desde la fe. La
vida religiosa no puede perder el brillo de la referencia a lo eterno, porque el día
que lo pierde deja de ser lo que es.
Estamos al final de un ciclo excelente. Estos años de posconcilio son una
auténtica ofrenda de buen crecimiento en el seno del Pueblo de Dios. La vida
religiosa, como pocas formas de vida, ha experimentado una evolución
sorprendente y llena; gozosa y no exenta de tensiones y alguna angustia. Hemos
perdido mucha fuerza en el proceso de renovación pero hemos ganado mucha
libertad. Todo parece indicar que Dios quiere todavía más pobres nuestras
presencias, más cercanas nuestras estructuras, más sinceras nuestras propuestas. A
estas alturas de lectura teológica de lo que somos y expresamos, nadie interpreta
que nuestra sequía vocacional es una consecuencia de la infidelidad…
Nacerá una nueva vida religiosa, contando evidentemente con la que hoy
está y hoyes, y nuestra esperanza brota de saber que no nos corresponde tamizar o
disfrutar el éxito de los números que no son para nosotros, sino ofrecer una transición
creativa para hacer posible lo nuevo. Depende de lo que guardes en la mochila: si
hay resentimiento y dolor, reproches y auto justificaciones, este tiempo se presentará
estéril, carente de esperanza y lo mejor es que se agote cuanto antes... Si lo que
guardas en la mochila es proyecto de Dios, el centro no está en ti y en lo que te
pasó, sino en Dios que es quien hizo que pasase todo por ti. Sabernos en función de
Él y su proyecto llena de esperanza nuestro existir y da sentido a una aparente
sequedad. Es lúcido el Talmud cuando afirma que no se nos pide concluir la obra,
pero no somos libres para dejarla. La vida religiosa es anciana, es verdad, pero está
llena de sabiduría y de visión profética y en esa visión encuentra el sentido de su
existir y consumirse en la siembra de un árbol del que no va a recibir frutos, pero sabe
que van a ser frutos de verdad y renovación; frutos de misterio y nueva
consagración en un futuro que es el hoy de Dios y para el que nosotros somos muy
necesarios.
Definitivamente, la vida religiosa y su comunidad están en clave de sábado
santo. Como afirma J. C. R. García Paredes: "Quienes esto no entienden hablan más
bien de un sábado de 'santo'; que se acabó! Ese sábado no tendría nada de
“santo”, sería el sábado del castigo y de la sepultación de aquello que
culpablemente se ha visto privado de vida. Y esto se puede pensar y sentir no solo
fuera de la vida consagrada, sino también dentro. El desconcierto ante el viernes
santo puede ser tal, que no quede esperanza, ni razón para la misión". El
ocultamiento de Dios en este día de la vida consagrada es sólo provisorio. Y nuestro
Dios no nos va a defraudar.
BIBLIOGRAFIA
AA.VV., "Vida Religiosa ¿vida feliz?": Vida Religiosa 110/1 [2011]. AA.VV., "Vida Religiosa
Apostólica: Identidad y significatividad": Vida Religiosa 110/2 [20111.
AA.VV., "Los religiosos jóvenes dan su palabra": Vida Religiosa 110/4 [20111. AA.VV., "Las etapas de
la vida": Vida Religiosa 110/6[20111. GONZALO DÍEZ, Luis Alberto, "Missio inter gentes. Una nueva
visión de la vida consagrada": Imágenes de la Fe, n. 446 [octubre de 20101).
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