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Psiconeuroinmunología : cómo lo que piensas y sientes afecta a

tu salud

Psiconeuroinmunología

Es posible que en alguna ocasión te hayas planteado llevar una vida más
saludable. Quizás lo primero en lo que pensaste fue en usar un poco más tus
zapatillas de deporte, o en tomarte un poco más en serio tu alimentación, o
en dejar hábitos poco saludables como fumar. Sin embargo, ¿ te has
preguntado alguna vez cómo podría afectar a tu salud todo aquello que
piensas y sientes ? A esta cuestión trata de dar respuesta la
psiconeuroinmunología.

La psiconeuroinmunología es una ciencia que engloba disciplinas tan


diversas como la neurociencia, genética, inmunología, psiquiatría o
psicología, entre otras. Estudia la relación entre los sistemas nervioso,
endocrino e inmunológico y sus posibles efectos sobre nuestra salud.

Cada vez cuenta con mayor aceptación la idea de que tanto en el inicio
como en el desarrollo de la enfermedad no interviene un único factor, sino
que depende, en mayor o menor medida, de una combinación de factores
tan diversos como nuestra genética, estilo de vida, pensamientos y
emociones.
¿ En qué medida los aspectos psico-emocionales pueden suponer un
factor de riesgo a la hora de padecer una enfermedad ?

Nuestras percepciones y pensamientos generan emociones, respuestas


automáticas e involuntarias que cumplen una función biológica,
generalmente de defensa o adaptación. Están diseñadas para ser usadas en
cortos períodos de tiempo y con el único objetivo de afrontar estados
puntuales de amenaza o desequilibrio.

Pongamos como ejemplo el miedo. Cuando percibimos una amenaza,


nuestro cerebro pone en marcha un mecanismo de activación fisiológica. El
hipocampo activa la liberación de una serie de sustancias químicas que nos
mantienen en estado de alerta, preparándonos para huir o luchar. Se aceleran
el ritmo cardíaco y la respiración, se contraen los músculos, aumenta la
presión arterial, y disminuye la actividad de funciones no prioritarias en ese
momento, como el sistema inmunitario, por ejemplo.

Tal despliegue bioquímico tiene toda su razón de ser cuando nos


encontramos ante una amenaza real, pues nos ayuda a enfrentarnos al
peligro de una forma óptima.

El problema es que no siempre nuestros miedos son fruto de una amenaza


real, sino que a veces son producto de nuestros propios automatismos. Cada
vez que nos enredamos en pensamientos negativos, rememoramos
recuerdos perturbadores o fantaseamos con un futuro desalentador, se activa
el mismo mecanismo que actúa ante una amenaza real.
Cuando estos automatismos “negativos” nos mantienen continuamente en
modo de alerta, nuestro cuerpo queda expuesto a una sobre producción y
sobre exposición hormonal. En estas condiciones la respuesta inmunitaria y
el funcionamiento de los diferentes órganos y sistemas de nuestro cuerpo
pueden verse afectados, volviéndonos más vulnerables a la enfermedad.

Por otro lado, la actitud con la que nos enfrentamos a una enfermedad
puede tener cierto efecto sobre su evolución pues nuestro estado emocional
puede llevarnos a tomar decisiones o adoptar actitudes que pueden influir en
el proceso de curación.

¿ Pueden prevenirse los factores de riesgo psicoemocionales ?

Al igual que los factores de riesgo relacionados con una mala alimentación
y el sedentarismo pueden minimizarse adoptando hábitos más saludables al
respecto, también existen prácticas que pueden ayudarnos a minimizar los
factores de riesgo psicoemocionales.

Si tienes interés en seguir un estilo de vida más saludable desde el punto de


vista emocional, puedes comenzar por poner en práctica algunas de las
siguientes recomendaciones:

1.- Haz un esfuerzo por conocerte un poco mejor


El autoconocimiento es una de las estrategias de afrontamiento
fundamentales para armonizar las emociones y establecer prácticas
saludables que mejoren nuestra calidad de vida. Aprender a escuchar a
nuestro organismo, aprender a sentir y a interpretar la información interior
puede ayudarnos a canalizar y expresar nuestras emociones de manera más
saludable.

2.- Trabaja para aumentar tu capacidad de resiliencia

Aprende a afrontar los desafíos de la vida no como obstáculos insalvables


sino como oportunidades para crecer y superarte. En muchas ocasiones el
problema no depende tanto de los acontecimientos que nos toca vivir sino
de la valoración y el afrontamiento que hacemos de ellos.

3.- Aprende a relativizar

Cuando le damos la importancia adecuada a cada problema y situación, se


reduce la ansiedad que nos provocan los pequeños contratiempos
cotidianos.

4.- Cultiva emociones positivas

Cuando tenemos pensamientos de confianza, amor, seguridad, alegría…,


nuestro nivel de endorfinas aumenta, contribuyendo a reforzar nuestro
sistema inmunitario, mejorar nuestro humor y nuestra sensación de calma y
bienestar general.

Una persona que normalmente expresa felicidad, buen humor y alegría es


menos propensa a la enfermedad que otra que suele estar enfadada,
temerosa, deprimida o aprensiva.

5.- Realiza actividades que te ayuden a aumentar tu nivel de calma y


serenidad

Hacer de forma regular algún tipo de ejercicio físico aeróbico ( caminar,


correr, nadar o montar en bici … ), y practicar actividades como el yoga, la
meditación o ejercicios de relajación, son una buena opción.

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