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por las diócesis MAYAGÜEZ 17 al 23 de octubre de 2010 ev: 21

JESÚS: MIRADAS QUE SANAN


REV. P. FLOYD L. McCoy Jordán, Ph. D. busca penetrar en la mirada de Jesús y trata de averiguar un joven y los alaridos de la madre, que era viuda, lle-
por qué Zaqueo al entrar en la mirada de Jesús se con- naban el ambiente. Jesús miró la escena (Lc. 7:13) y se
Para El Visitante virtió. conmovió, que quiere decir que lloró. Se conmovió por-
Al comienzo de los Ejercicios Espirituales de san Ig- Cuando Pedro traicionó al Señor no se suicidó como que conociendo las costumbres de la época sabía que la
nacio de Loyola el santo recomienda hacer composición lo hizo Judas. En el momento en que ocurrió la triple ne- mujer lloraba angustiada porque quedaba desamparada
de lugar como un paso fundamental para llevar a cabo gación del apóstol, según el evangelio de Lucas, Jesús, y a expensas de las limosnas que le dieran, al perder a
los ejercicios. Más adelante Ignacio da más detalles sobre que estaba siendo interrogado, se tornó hacia Pedro y su marido y a su único hijo varón. En un texto paralelo,
cómo hacer esa composición. Personalmente puedo dar lo miró (Lc. 22:61-62). Al penetrar la mirada de Jesús en un día otra viuda lloraba amargamente porque estaba a
testimonio del beneficio que le he sacado a esa recomen- la de Pedro y la de Pedro en la de Jesús, el apóstol salió punto de perder a su único hijo. Este que se encontraba
dación a pesar de tantos años que han pasado desde que del lugar y lloró amargamente, pero no se quitó la vida. agonizando, la miró (Jn. 19:26) y le entregó a su mejor
lo aprendí. Donde más he practicado la composición de ¿Qué encontró Pedro dentro de la mirada de Jesús, que amigo para que la cuidara cuando él muriera. Esa mirada
lugar es en la meditación de los pasajes bíblicos. Claro, la aunque terriblemente arrepentido por su grave traición, de Jesús desde la cruz, ¿qué te dice?
versión mía es una versión adaptada a mi propia perso- mantuvo la esperanza? ¿Qué has encontrado tú en esa Así, hay otros pasajes donde específicamente los
nalidad. Eso no es nada extraño porque el santo existió mirada, que ha pesar de las traiciones que le has hecho al evangelios nos hablan de la mirada de Jesús y las cosas
en una época y una cultura diferente a la mía y por eso es Señor, te mantienes luchando por serle fiel? que ocurren. Están ahí para nuestro consuelo. Búscalas,
necesario, siguiendo los principios generales de él, adap- reflexiónalas y conviértelas en oración. Verás como los
tar sus recomendaciones a mis propias circunstancias. En una ocasión Jesús atravesaba un pueblo llama-
do Naín y se cruzó con un funeral. El féretro era el de milagros volverán a ocurrir en tu vida.
Un ejemplo de cómo yo lo aplico lo voy a utilizar con
las miradas de Jesús. En diferentes lugares en los evan-
gelios encontramos que en algunos pasajes Jesús fija su
mirada en una situación o en una o unas personas aso-
ciadas a esa situación. Cuando esa fijación de la mirada
del Señor se da, algo ocurre que provoca una transfor-
mación. Utilizando el método ignaciano arriba propuesto
podemos lograr que el efecto provocado por la mirada
del Señor hace cerca de 2000 años atrás vuelva a ocurrir
en mi vida.
¿Qué debemos hacer para lograr que ocurra el mila-
gro nuevamente? Primero, leer el texto cuidadosamente,
relajado, tranquilo, sin distracción de ninguna clase. Si es
necesario leerlo más de una vez. Segundo, tratar de ubi-
carme en la situación que presenta el texto. Si hay una
multitud, pensar que yo soy uno de los que están en la
multitud, pero con la ventaja de ubicarme cerca de don-
de está Jesús. Si el texto se refiere a una persona que está
con Jesús, sustituirme por esa persona, asumir su identi-
dad. Tercero, buscar la mirada de Jesús según la circuns-
tancia que me describe el texto. Cuarto, dejarme penetrar
y a la misma vez penetrar yo esa mirada del Salvador. O
sea, entrar en su mirada y dejar que ella entre en mí. Y,
quinto, sentir el efecto sanador y transformador que esa
mirada provoca en mi ser.
Lo anteriormente expuesto necesita práctica, pero
sobre todo necesita mucho amor y fe absoluta en el Se-
ñor Jesús para que así tengamos un sentido de depen-
dencia en él y un deseo de sentirlo vivo, verdaderamente
presente en mi vida. También es esencial el auxilio del
Espíritu Santo ya que como dice San Pablo, ni siquiera
podríamos elevar una oración al Padre sin su asistencia
(I Cor. 12:3). Pues bien, básicamente iniciados en los ele-
mentos esenciales quiero proponer algunos de los pa-
sajes en los que encontramos a Jesús fijando su mirada,
“mirando” a algo o a alguien. Daré una breve explicación
del método y dejo al lector para que se inicie en esta
deliciosa práctica que le ayudará a experimentar al Jesús
vivo en medio de su vida diaria.
En una ocasión Jesús visitaba el pueblo de Jericó, allí
vivía un hombre, rico odiado por su oficio de publicano
o recaudador de impuestos. Zaqueo, que era su nombre,
quería ver a Jesús y subió a un árbol para contemplarlo
sin que lo vieran a través del follaje. Cuando Jesús pasó,
miró a Zaqueo (Lc. 19:5) y se invitó a ir a comer a su casa.
Esto era insólito, tanto para él como para la gente ya que
un judío no hubiese entrado a la casa de un pecador im-
puro, y mucho menos se hubiese sentado a su mesa. Esa
noche Zaqueo se convirtió. Después de leer este texto,

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