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La invasión española trajo una serie de cambios en las relaciones

sociales y de producción del Tawantinsuyo. Dentro de este conjunto


de cambios se instituyó la obligación de pagar tributos por parte de la
población nativa a los conquistadores. Se precisaron los medios que
se utilizarían, para recaudar los tributos indígenas, además se
señalaron las obligaciones tributarias existentes para las demás
castas del virreinato. Asimismo se formó la institución que administró
los tributos recaudados.
La forma de tributar en el contexto occidental tuvo características
propias. El tributo consistió en la entrega de una parte de la
producción personal o comunitaria al Estado, cuyo fundamento se
sustentaba en un orden legal o jurídico. Fue trastocada la relación que
existió en la época prehispánica en la que la entrega de bienes o
fuerza de trabajo se sustentaba en los lazos de parentesco que fueron
el fundamento de la reciprocidad. La nueva forma de tributación se
organizó en base a las ordenanzas y los mandatos del rey, de acuerdo
a tasas o regímenes establecidos.

Tributo indígena
Una de las fuentes de recursos financieros más importantes que tuvo
el virreinato fue el tributo indígena. Cobrado primero por los
encomenderos y luego, según disposiciones del virrey Toledo, por los
corregidores. Éstos últimos tenían, además, la potestad de fijar las
tasas del tributo y controlar los fondos guardados en las Cajas de la
Comunidad (Cajas creadas en cada reducción o pueblo de indios).
El tributo debía ser pagado a los corregidores en junio (San Juan) y
diciembre (Navidad), de acuerdo al monto en metálico y especies
fijado por el corregidor. El curaca era quien recibía directamente el
tributo y lo llevaba a la capital de su repartimiento.

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